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Número 155-156

Serie XVI

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Abelardo Lobato, O. P.: La pregunta por la mujer

INFORMACION BIBUOGRAFICA
mo teológico, y que hace suyas el P. Monsegú: "Es otra Iglesia,
dis¡inta
de la de

Cristo, la que
se trata de instaurar: se va hacia una
sociedad antropocéntrica., ameruwtda de una apostasía inmanente:
esramos a merced de un movimiento generalizado de claudicación y
dejación,
bajo
pretexto de ~qjuv,enecimiento, de ecumen:ismo y de
adaptación".
Invito, pues,
al 1ocror al conocimiento de la obra Postconcilio:
hechos y cuestiones polémicas, y le ofti02ICO emiquecimiento de
cultura,
garantía de

doctrina
y un rayo de !luz en la nebu!losa post­
conciliai:r.
JULIÁN GIL DE SAGREDO
Lobato, Abelardo: LA PREGUNTA
POR
LA MUJER(*)
No es nuevo el hecho de que la mujet aparezca como problema.
Sin
embargo, en nuestros días el tema parece habet cobrado una
importancia
singular; y no suele aparecet generalmente como una
cuestión
solitatia
y circunscripta sino en estricta dependencia con
planteamientos ideológicos, que lo vinculan a la problemática del
cambio de las
estructuras económicas

de la sociedad.
¿Por qué

im­
porta ponet en discusión el papel de la mujet? Porque está asocia­
do al fundamento y la base de la comunidad humana: la fumilia_
No

obstante
haber aclarado, en primet término, esta dependencia
temática, es
necesario no negar que
el problema de la familia
y, por
consiguiente, de 1a mujer, exist-e.
Aceptat el problema no es lo mismo que aceptar los métodos de
análisis en uso
y sus soluciones. Esto sería quedarnos en el umbral
aprobando los métodos y soluciones sociológicos, psicológicos o me­
remente periodísticos. Ni

con
mu así el
problema
sino

sólo giramos en tomo a
él apresados
en la
eotteri0tidad del
he­
cho.
Por estos motivos el libro del Padre Lobato

es
serio y
valioso en
tanto trata de
sortear la meta

descripción e introducimos en
la refle­
xión,
de

la
cual emanará la importancia real (no aparente y circun&­
tancial)
del tema_
El autor nos

presenta a tres mujetes
contemporáneas que
desde
la filosofía nos dan resultados
dispares y de difetentes valor: Si­
mone
de Beauvoir, Simone W eil y Editlh Stein. 1ll problema desde la
(*) Ediciones Sígueme, Salamanca, 1976, pág. 285.
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filosofía aparece inmerso en el planteamiento acerca del hombre, de
la comunidad
misma y Slli fundamento. Una vez más, diremos, que
sólo la
reflexión .filosófica puede dar las razones últimas y que no es
ocioso afirmar que de las llamadas ciencias huma.nas contemporáneas
esms razones no pueden surgir a riesgo de que dichas ciencias caigan
en abstracciones que por parciales resultan a la postre
falsas. Lo par­
cial

(léase instintos
sexuales, relaciones

económicas,
etc.) no puede
constituirse en principio de interpretación
y de realidad sino con el
riesgo de

que el
pensamiento se

torne
híbrido y sin vi El autor nos muestra la evolución personal de cada figura apare­
jada
con la evolución de sus
pensamientos respectivos.
Detrás de
cada una de
ellas hay un filósofo importante. En el caso de S. de Beau­
voir,
Sartre, detrás

de E. Stein está
Husserl y detrás de S. W eil el
filósofo
.Alain. Pero, como bien afirma el P. Lobato, sus pensamientos
no

se
eo La primera que surge ante miestros ojos es Simone de Beauvoir.
El motor de su vida
y de toda su obra es la liberación (y no digo
libertad) de una serie interminable de opresiones personales
y co­
lectivas. F.s la rebelde tan al uso del siglo veinte, con esa rebeldía
amarga y tan poco radical que no acierta a pedir para sí una autén­
tica libertad.
La historia desus opresiones se remonta a la infancia y
en sus "confesiones" la vemos quejarse de la desgracia de nacer ni­
ños
y tener que sufrir el poder de los adultos; a esta primera opre­
sión
seguirán
otras: la de ser mujer, la de la religión, la de la socie­
dad,
etc. Pero

luego de la
lucha, quizás victoriosa, a lo largo de su
vida
contra todas ellas, ¿qué queda? Sólo
eso, la lucha
constante e
incesante

hasta el
fin.
En S. de Beauvoir el problema de la mujer se reduce a una cues­
tión

cultural, a la historia de su alienación, la máxima de la his­
toria humana, pues es la
más oprimida de todos, más aún que los
esclavos,
pues no tiene conciencia de su alienación y a veces llega a
disfrutar de ella. Habla de la mujer corno
boca inótil, ser relativo,
segundo
sexo, la cual

sólo
podtá snpetar esta situación dramática por
medio del cambio de las estrUcturas de producción y la instauración
del reino

de la
libertad en

donde hombre
y mujer serán igua:les.
Sorprendente

e injustificado paso desde una postura existencialista
a una clara postulación marxista. Por otra parte, nos
pregutamos,
de

qué futuro puede
hablar un

existencialista,
para quien el único
futuro real
y seguro es la propia muerte, fin de una "pasión inútil"
que
es la

vida. Y
aun cuando
fueta posible
esta síntesis entre exis­
tencialismo y
marxismo, cómo llega al reino de la libertad socialista
un
yo que

sólo
piensa en

la propia
y para quien "el otro" es el in-
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fierno, su límite y su negación. Lejos de agotane los interrogantes
se
multiplicaban. , . ,
Las otras dos mujeres presentadas nos muestran un señalado con­traste

con la primera por
el ejemplo y la heroicidad de su vidas y por
la apetencia de radicalidad. Simone Weil es
una voluntad inque­brantable

en la
búsqueda de

la
verdad, centrando

en ella su vida no
como un tema inquietante sino como
el punto del que dependen to· dos

sus
actos. Por esta voluntad reconoce el verdadero valor de la ne­
gación (no
dialéctica), no contra los otros sino contra sí mismo,
llegando a
límites ejemplares

de sacrificio
y caridad. Ella supo que
la primera opresión,
el primer límite
está dentro

de
nosotros mismos.
Ella

nos enseña
también que el primero y más fundamental ejercicio
de la libertad es la humildad, que
a,leja el

resentimiento
y arna al
pecador.
Cuando ella habla de la libertad
y más aún lucha por ella,
no Jo
hace por la propia sino por la de los demás. Ve al individuo
como su
jeto de obligaciones, no de derechos. El derecho nace como
froto de una buena
voluntad que
aspira a la realización de

los
Otros. Simone Weil no escribe y en general evita hablar de la mujer, le
interesa lo
humano pero no deja de encontrar un lugar relevante para
la mujer con su capacidad natural
para el sacrificio y el don de sí si­lencioso.
El vínculo entre
los hombres, y entre el hombre y Dios es
el amor y la mujer es la mediadora, el heraldo incansable de una nueva

vida
para todos.
La tercera mujer presentada es Edith Stein. Con ella asistimos a
un intento magistral y original de
elaborar una

filosofía cristiana
que una las dos vías tradicionales: la de la conciencia
y el espíritu
con la del ser y las esencias. Partiendo de la filosofía fenomenológica
de
Husserl hará un largo camino que pasando por su conversión cul­minará en teología mística (ciencia de la Cruz de San Juan).
Edith Stein no esquiva el
tratarniero del tema de la mujer, le preocupa y Jo busca. Su vida y su reflexión van guiadas por la es­
trella de Santa
Teresa de

Jesús. Ella ahonda la cuestión desde dos
vías: la
primera la

de
la filosofia, en donde trata de hallar la "dife­
rencia específica" de la mujer,
su forma

peculiar, puesto que
si hay
una materia diferente, ésta lo
es porque

hay
una forma

diferente,
nos dice. La segunda vía consiste en encontrar por medio de la lectura de
los
textos del
Antiguo
y Nuevo Tesarnento el papel que Dios ha
asignado a la mujer dentro de la comunidad de los hombres.
La mera
presentación del pensamiento de

E. Stein
rebasaría por

completo la
intención de estas líneas
pero es

importante
señalar la hondura y dignidad de su obra, no siempre atendida como se merece.
El valor del libro que nos ofrece el
Padre Lobato
estriba princi"
palmente en

la
prudencia del tratamiento y en la intención de
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profundizar desde la filosofía el tema, intención que no itbunda en
nuestros
días.
Las peosadoras elegidas cada una tiene su inportancia
para ser

tratada. De
las tres S. de Beauvoir es la más difundida, pot
un

lado,
pot sus posiciones ideológicas y por otro, pot sus obras
literarias. Las otras dos son poco conocidas pese a ser, a mi juicio,
más

ejemplares en sus vidas
y más ricas y otiginales en sus obras.
GABRIELA ROMANO DE ZULUETA.
Teresa Donoso Loero: HISTORIA DE LOS
CRISTIANOS POR EL SOClALISMO(*).
Son páginas para la histor.ia. La historia de cómo es posible que
los
hijos de
la luz se deJen engañar o ganar tan fácil y, a veces, estú­
pidamente,
pot las ideas de sus peores enemigos. En este caso la histo­
ria es tanto más triste cuanto que fos mismos que han sido puestos
para ser luz son los que precisamente no aciertan a cumplir con su
misión y en vez de
ganar a los que están en tinieblas se dejan ganar
pot ellos. El caso de los cristianos para el socialismo es una nueva
comprobación de
cómo una Iglesia santa y sin mancha puede contar
con

un
personal que no es santo y que deja bastante que desear. Pero
eso prueba más que la Iglesia es divina, pues a pesar de tanta fla­
queza humana

sigue su
triunfa:! camino. Son ya veinte siglos los que
están para prueba. Bien dice en el prólogo la autota: "Ill cristiano
puede,
con honradez y coraje, plantearse
y planrear a los demás las
crisis suscitadas --por el material humano- en el seno de su Igle­
sia, potque, precisamente, una
de. las mejo.-es pruebas
de la divinidad
de la Iglesia es que subsista, desde
hace dos mil afios, pese a los
hombres que la
componen".
La lectura de este libro, cuyo contenido es el compottamiento
humano

de la Iglesia de
Ghile en

los años que van de 1965
a[ 1975,
y que se limita a
consignar hedhos y

documentos
probativos de
la
infiltración del
marxismo en

la Iglesia, lleva
a:l ánimo la convicción
de que nada
hay más peligroso para el cristiano, y más si es sacerdote,
que

preferir ser de su
tiempo a permanecer fiel a la herencia
recibida.

Con
pai<"bras de Bemanos diremos que el sacerdote que dice:
"Soy de mi tiempo" y, en consecuencia, pot los signos de los tiem­
pos,

se olvida del signo
eterno de

que está marcado, menospreciando
la Tradición para ir ttas el progreso, no haciendo del cristianismo
(*) Colección Ciencia Política. Editorial Vait-ea-N. 5. Santiago de Chiie,
1976.
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