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Número 155-156

Serie XVI

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El hombre: conciencia de una crisis

EL HOMHRE: CONCIENCIA DE UNA CRISIS (*)
POR
}OSÉ F. LOllCA N_AVARRETE.
SUMARIO: l. Conciencia de una crisis.--2. Del optimismo antropológico al
liberalismo y al anarquismo.-3. Del pesimismo antropo1lógico al totali~
tarismo.---4.

Concepción antropológica cristiana.-5. Conclusiones.
l. Conciencia de una crisis.
Con el nacimialto de -h me:litación filosófica, como actitud ra­
cional y crítica, no ya meramente poética o mitológica, frente a los
magnos problemas que

de continuo
han atormentado mana, el hombte se encaró consigo mismo, cuestionándose acerca de
la esencia y destino de su propia vida, fos principios urientedores
y recto sociedad.
Desde los pensadores de -h Gr ¡jlos VI y v a. C. hasta nuestros días, han sido innumeral,Jes los es­
fuet206 que han intentado abrir bredta en hl penumbra que envu las
cuestiones que atañen a nuestro humu,o vivir. Esfuerros por
arrojar foz clara, por desvelar esros problemas, fueron

tanto
el anhe­
lo
agustiniano de verdad, parenre en su proceso de interiorización
humaruL, como el grito desgsrrado de un Kieerkegaard.
Mas

es lo cierto, que después de
andar la senda de la historia
y de tomar en oonsideración las múa.tiples respuestas que a -h pre­
gunta ¿qué es el hombre? se han dado, el hombre del siglo XX, de
un siglo XX muy próximo a su vejez, ha sentido la necesidad de
(*) Primera Ponencia, leida en la sesión plenaria del día 15 de febrero
de 1977. del IV Ciclo del Seminario Cívico-Militar de Estudios sobre la De­
fensa .Nacional de la 11 Región Militar.
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Fundaci\363n Speiro

/OSE P. LORCA NAV ARRm'E
replantearse de nuevo ron fuerza una problemática que como nin­
gullil
otra le afecta porque en ella anda envuelto el sentido mismo
de
su
vida y

de
sus afanes. El homooe se ha visto obligado, de

este
modo, a desandar el camino de la historia, recorriendo su senda una
vez más en busca de los principios y las convicciones que ,han de pre­
sidir su
eotidiano actuar.

Diríamos que
más que en busca, el hombre
ha querido

ir de nuevo
ai encuentro del quicio seguro donde asirse
ante el confusionismo que actuam>ente ha puesto en ia cuetda floja
toda una civllizadón fatigosamente conseguida y que conforma nues­
tro acervo

espiritual.
R.a1.Ón tiene,

por
ello, Max &he!er cuando en su
obra
Et puesta del hmnbre en el cosmos, afinna que si bien posee­
mos datos proviniientes de una antropología científica, filosófica y
religiosa, es lo cierto que no poseemos una idea unitaria del! hombre,
y que cabe decir, asimismo, que en ningullil época de la historia ha
resultado el! hombre tan problemático para sí mismo como en la
actuaiidad. Precisamente Philipp Lersch, en una obra que lleva por
títuio El hmnbre en ta actudidad (F. hecho acopio
de las posturas más recientes acerca de la problema­
ticidad
y la crisis que se enseñorea en el ámbito de la vida lmmallil.
Desde

la
a¡xx;alíptica afirmoción de André Gide en su dbra Consi­
deracioms ezwüpetlf de que "asistimos o!! ocaso de un mundo, de Ullil
cultora, de una cidización, .a un prooeso de desintegración en di que
todo
debe
ser otra vez objeto de problema", todo un 4argo trecho de
nombres
han denunciado
la crisis.. Así, W. Rarl:ienau en su Críti­
ca de nuestro époc" (1913), E. Hammacher en los Prob/emtlf cap;..
tales de ta cultura moderna (1914), O. Spengller en su apasionante
Decadencia de Occidente, Ortega y Gasset ron su obra L,, rebe/i6n de
¡,., mtlftlf, o el estudio de los más enjundiosos sobre ht situación de
la existencia humana salido de [a pluma de K Jaspers L,, s#uaci6n
espiritual, de nz;estra tiempo (1931).
Todos estos autores
y otros que podfan hacer interminable la
cita,
se aprestan desde sus partirulares posturas ideo!lógicas a aportar
soluciones, una
vez detectada la situación problemática, una vez
detectada 1o que Ortega y Gasset calificó de desorientación vital en
su
obra FJ tema de ""8SPra #empo.
Si con el sofista Protágoras se afirmó que eil hombre era la
790
Fundaci\363n Speiro

EL HOMBRE: CONCIENCIA DE UNA CRJSIS
medida de todas las cooas, dando pábulo a roda una concepción
antropdlógica
que agota sus últimas consecuencias en el liberalismo
y en el anarquismo, y si parallel>mente con otro sofista Calidlés se
vuelve a elevar al hombre como único su.jeto de la creación, bien
que en un sentido negativo, inlherente a su maldad nativa que ie
lleva -a agorarse en sus ronsecuencias en un puro totalitarismo, y si,
finalmente, la concepción cristiana desveladora de la auténtica esencia
del
homhre romo ser dual dotado de curerpo y alma, de tazón y
voluntad Hbte, del hombre romo ser desfdleciente que diría el pro­
fesor de
la Universidad hispa[ense llllas de Tejada, han perfilado
paocialmente las
dos

primeras
y omnicomprensivamente la cristiana,
la
naturaleza humana, cabe preguntlLrse: ¿qué sucede para que hoy,
en la actl.UIOroad, cobre virtualidad .la eterna interroganre qué es el
homhre? Personalmente
estimamos

que es
el confusionismo actual­
mente existente el que ha conducido a esta crisis que aiecta o todos
los sectola vida humana. Con el hombre y
desde el! hombre, pasando por la familia y cuerpos intemnedios,
haSllL la nacióu o la comunidad iniremacionall, todo se tamba3.ea
desde el instlLnre en que todo aparece sometido all rasero o al cri­
sol interpretativo de otras concepciones que preirenden suplanllLr
a nuestros principios y convicciones fuertemente arraiga.dos en la
conciencia de la humanidad. No ya el materialismo propio de la
coocepcióu marxista, ciego ante cuallquier consideracióu ética -pa­
ra
Engels, por ejemplo,

en su
Arm-Dührmg, la familia queda mio­
pemente concebida romo "la forma primera y más simpik, de la so­
ciedad puesllL al servicio de la produa:ióu" -, sino abundando · en
esa 1ínea de confusionismo desde el mi9IDO cristiani9010 se han
alzado voces

y
se han delineado posturas anbiguas que atentan a
verdades
y dogmas. Ejemplos significativos, por el eco y la difu­
sión de
sus doctrinas, son Teilhard de Chardin y el antaño socialista
y de cuyo ropaje no se ha podido desprender enteramente Jaques
Matitain. El P. Teilhatd de Chatdin •ha sometido a todo lo vivo, y
más concretamrote a la naturaleza humana, a un zarandeo ascen­
dente

en
pos de se perfettión cada vez más creciente, que el jesuita
sitúa
en el punto

Omega. Algo así como una
vis a#altwa hacia la
que
ha de confluir el género humano. En nuestro tra:bajo, T.., histo-
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Fundaci\363n Speiro

JOSE F. LORCA NAV ARRETE
ria en el historic,smo y la rwoluc,ón (Speiro, Madrid, 1974), al
ocupamos de la tesis -teilhardiana nos hacíamos eco entre otros
del argumento del P. Guerrero a!lusivo a que en toda esa elucubra­
ción

escatológica
teilhardiana no babia nada de nuevo ni

original
como no fuera su ropaje evolucionista.

Por su parte, el
autor del Hu­
rn,,msmo integral (1936), Jacques Maritain ha sido acusado, corno lo
hace entre nosotros Eugenio Vegas La
ser el
responsable del
casi

aniquilamiento
de!l orden
social cristiano
tal corno había sido
ensefiado por León XIII y avalado por la razón y ila eicperiencia se­
cular de la historia. Leopoldo Eulogio Palacios, en un luminoso ar­
tículo publicado en e!l madrilelío ABC del

26 de mayo de 1974, le
endere-,al:,a a Marirain la siguiente crítica:

"el humanismo teocén­
trico de
Matitain es una síntesis

de
fo profano
y
lo cristiano su­
perpuestos
artificialmente, mi:xrura que

no
resulta aceptable
como
idea!! posible de

civilización. No se
puede enarbdlar corno eoseña de
progreso la sea.furización de la vida y la autonomía del hombre,
nacida del humanismo moderno, y conservar al mismo tiempo la
primacía de lo espiritual y 'la sujeción cristiana a la vocación de
Dios". Tal
vez, por ello, ante tan palmaria contradicción y ante las
consecuencias que dgurosarnenite se deriv,in de [os postunados por
él defendidos, Marirain, en su libro publicado en 1966, Le P,rysan
de la Garonne, arremetió contra los modernistas que no son sino
hijuelos
irresponsables de
su
irresponsalile y contradictoria pater­
nidad_ En opinión de Vegas Lampie, el libro Le P,rysan de la Ga­
ronne recuerda el fumoso "No es eso, no es eso··, que en 1931 pro­
firió
Ortega y Gasset a poco de implantarse la Segunda República,
a

cuyo advenimiento
prestó importante ayuda.
Así
las cosas, nos parece oportuno, en

el
corto espacio de esta
ponencia., volver una vez más a las fuentes, volver a dirigir nuestra
mirada hacia aquellas coocepciones que -de un modo siswmático han
ofrecido o intentado ofrecer una imagen ddl hombre, pata desde
ellas

hnrgar en su
falsía o en su

verdad,
en un

intento depnrador
que
ponga al descubierto manipulaciones y contradicciones origina­
doras

de
tanto y tanto confusionismo, que a la hora presente obsta­
culiza una
normal y sincera comprensión entre los hombres y entor>­
pece
un

sincero
y deseable entendimiento pdlítico y social.
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EL HOMBRE: CONCIENCIA DE UNA CRJSIS
2. Del optimismo antropológico al liooralismo y al anarquismo.
El sofista, ya lo hemos visto, afirmó qu¡, el hombre era la medida
de
rodas las cosas, en un intento encumbrador del hombre a artífice
supremo del Univetso.

Será Kant quien, frente a su criticismo
gno­
srológico,
su rdlativismo, su ausencia de ob¡etividad, ante una con­
cepción
d nowneno,
va en su Crldca de la razón práctic,, a ofrecer un cabo
seguro donde el hombre pueda asirse y reharer el mundo en que
vivimos:
la certeza d hombre
de
em Guter wille (una voluntad buena), el hombre, obre
como obre, obrará siempre bien, porque la ley montl está en nos­
otros segón la visión kantiana de la autonomía de la conciencia.
De esta forma matiza Kant la bondad nativa dell hombre en
una concepción optimista, cuyas con.secuencias últimas las recogerá
en

el ámbito político
el liberalismo. Pues si el hombre es natural­
mente
bueno,
el ideal del pensamiento político petfro:o será dejar
el máximo espacio político abierto al. despliegue de esa ;bondad na­
tiva
humana, ya que su actuación no podtá tta,er consigo ll1all. alguno.
"Fllosóficamente, el quid del liberalismo --ha =rito Juan Vallet
de Goytisolo en su artículo
s;g,.;¡i&ado de las pa/,abrá.f «!.ibera/,» y
«Liberalisnw» (ABC, .24 de abrll de 1976)-radica en la negación
del orden natural

o de
su in,eligibilidad y, consecuentemente, pre­
supone
un iddlismo subjetivista que con Kant

impuso
el gíto ro­
pemicano
en virtud del cual. nuestras ideas, en lugar de adecuarse al
orden de las cosas, pretenden esta!,lecdlo a su guisa. Fiohte fue más
allá:
haciendo del «yo» una voluntad que crea el mundo del sentido
y d manera estimó que resultaría ininteligible y que, por ello, remodela
dotándola
de

más
y más inteligibillidad; constituyendo as~ como
resuiltado del acuerdo entte

los productos de
las voluntades individua­
les:
la Una Eterna Voluntad Infinita que crea el mundo en nuesttas
mentes y por nuestras mentes, Ya no es d. conocimiento ddl mundo,
sino acción de fa voiluntad de adecuarlo a nuestras ideas lo que se
pretende".
Por lo

tanto,
habrá que considerar como libera,, señala
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Fundaci\363n Speiro

/OSE F. LORCA NAV ARR.ETE
André Vachet en su ronocida y fundamental! obra La ükologia li­
beral,
"toda maniresración rncioruii o sociall que ponga la libertad
como priru:ipio o fin de 1a ,aJClrivi.clad humana o de la organización
socia!!, -política y .económica. Y, asimisnuo, toda manifestación que,
basa bre y en la fuerza de 'la razón, intenre !liberar al individuo del peso
de 'las autoridades religiosas, mora!les, racionales y políticas, ron la
intención ¡fe asegura,: a todos 'los hombres la posibilidad de afamar
sus detechos y de trabajar por hay es, que tras esta actitud [iberal, se eru:i= profundas contra­
dkx:iones
que

es
necesario denunciar. En su trabajo 'las Cont-radic­
ci,mes internas de los plantetimientos liberales, el jurista sevillano
J. Aoedo Castilla, haoe 'la juiciosa afirmación de que el pensamiento
liberal "estruetnró una sociedad
-1a sociedad burguesa- desligada
de todo víooulo ron quienes nos anteoedieron, y oreó también un
nuevo tipo de hombre,
"el hombre abstracto"", mem entidad que
-- nombre y sin historia". Pero esre honrl>re wbstracto no existe. Los
hombres rea[es son diversos y están oondicioruulos por causas y cir­
cunstaneias que no se resuelven por una simple proc'lamación genem­
Hzadora
de derechos (cfr. op. cit., en 1a Revista "Brújula", núm. 35,
14-19 junio
de 1976). De tal modo, que [os dos polos en cuyo de­
rredor gira !la filosofía pdlitica del libernlismo, la igualdad y la
libertad, si los penemos en contacto ron el reconocimiento absoluto
que
e! liberalismo decimonónico hi:ro del derecho de

propiedad pri­
vada, nos dan cumplida imagen de la profunda rontradkx:ión del
rn,eralismo
que, por un lado, establece el igualita.rismo pcilítiro
-ron
la potenciación del número a través de! sufragio universall-,
y, de otro, ronsagra la desigru,lldad de la riqueza y el poder del.
dinero. Como justamenr.e señala José Acedo ··en esta dualidad, anar­
quía en
la cumbre (todas las opiniones valen) y plutocracia en la
base, radica una de las rontradicdones mis pateares del sistema".
Contradicciones,
y la injusticia más hiriente, afiadimos nosotros, que
motivó
ITa llamada ""cuestión social"', poniendo sobre el tapere de la
realidad socio-política rra necesidad de una acentuación de lo social,
bien en [a línea marxista., bien en la línea defendida por la Iglesia
794
Fundaci\363n Speiro

EL HOMBRE: CONCIENCIA DE UNA CRJSIS
católica. Desde entonces, lo libera[ y fo social, son los dos polos dia­
léctioos en cuyo derred0t giran las concepciones socio-políticas ac­
tuales sin que s,a posible coocebít un ayuntamiento de los mismos,
dada su contr«dictio in termmir. Mas no para aquí la falacia de la
concepción libera:!. Porque, dada 'la proclamación de!! reconocimiento
•bsoluto
de la libert.d que hace, y su plasrnacióa en el p!lano po­
litico en la llamada oomocracia p,,r'lamentaria y en el cu'.ltura:l en
la consagración de las 1ibertade.s de eiopresión y pensamiento, nos
topamos con que el liberalismo entraiía una auténtica ficción. Ta,l
es

la
tesis que patticalarmente exponemos en nuestta obra El De­
recho N aJu,ra/, hoy. Tesis que ron agrado he visto reafítmada con
posterioridad a la publicaci6n de dicho libro (diciembre de 1975).
Así, el
escritor mexicano Ocmvio Paz, conocido izquierdista, ex­
pone
en su artícu1o La libertad como ficción, en La Nación, de San
Jooé de Costa Rica, de 19 de julio de 1976: "En las verdaderas
democracias la vitalidad es sinónimo de diversidad ideológica y de
p!luralidad de

opiniones
y partidos. La orisis de nuestro sistema po­
lítico es tal que ninguno de los p.ttidos independientes presentó
candidatos en la elección presidenciail de este afio. El panorama es
aún más desolad0t si se piensa en la situación de los dos poderes
qne, según nuestra constitución, están encargados de preservar la
dernoctacia en Méxioo: el poder legislativo y el judicia!l. El pri­
mero, f0tmado por una abrumadora mayoría de miembros del partido
oficial,

no es
un órgano de discusión y deliberación, sino de apro­
bación mecánka
de iniciativas presidencia:les . . . La misión de nrues­
tros senadotes y diputados es apllaudir y elogiar al presidente en
turno... la función del poder judicial es todavía más triste: no
es sino un apéndk:e del ejecutivo-... Los mexicanos -<ÚÍade más
adelante--no tenemos vida política rea!l, pero tenemos una ficticia:
cada tres y seis aííos celebramos elecciones. En ellas patticipaa par­
tidos y grupos fantasmas que no tienen más función que probar,
con su in-eal.idad, la reailidad apllastante y omnipotente del Partido
Revollucionario lnsti11UCiona[
(PRI). También tenemos una

Cámara
de
sen.dores y otra de diputados, una Suprema O>rte de Justicia y
una federaci6n de estados sobenu:\os. Nuestra ficticia vida política
sería incompleta si

no
tuviéramos una 'libertad de prensa ficticia.
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Fundaci\363n Speiro

/OSE F. LORCA NAV ARRETE
Teóricamente nuesttos periód.iros pueden decir lo que quieren: prác­
ticamente dicen

lo
qoo pueden. Y lo que pueden es lo que quiere
el gobierno. O lo que quieren los grandes intereses que dominan el
país, de las ronporaciooes privad.s a las poderosas burocracias obre­
ras
y políticas". Serla curioso compa,rar este extenso relato con lo
que Ba!lmes
decla de nuestras Cortes de 1836 y siguientes, para ver
la identidad de
pensamiento que configura al Iibera[ismo como una
ficción, una
farsa que no beneficia, decla Balmes, al país (V id. Lorca
Navarrete,
J.: El De,echo ,.,,,,.,,,.¡, hay, :&l. Pirámide, Madrid, 1975).
Con la ideologla
liberal queda abierta la puerta al anarquismo,
tan pronto como se

agoten
las @timas ronsecuencias lógicas del
proceso.
Ya

que
si ,el hombre es bueno por naturaieza y es la socie­
dad

quien le
corrompe, como sefia!!Ma Rousseau en su Discurso pre­
miado
pot la Academia de Dijon en 1750 acerca de Si el restable­
cimiento
de las ciencü,s y de las artes ha contribuido a depurar nues­
tras costfltmb,es, es obvio qure .el Estado o cua!lquier aparato coerci­
tivo significa una carga detestable que dd,e quieto ser
ni gobernante

ni
gobernado", escribirla Proudhon, el
teórico más importante del anarquismo, desde la cárcel. Y, como
sefialla Heleno Saña en su obra El A""'quismo, de Proudhon ,a Cohn
Bendit, Max Stirner, armarlo con el hacha nihilista, doolarará: "la
verdad ha muerto", "yo soy ,el enemigo del Estado". En afirmación
que
repetirá la

figura
central del anarquismo mfütante, Miguel Ba­
kunin: "lll Estado ......fuá-es un inmenso oomenterio donde se
sacrifican,
mueren y entierran todas las manifestaciones de la vida
intelecrual y loca!!. Es el altar donde •la llbettnd real y el bienestar
de
los pueblos son inmolados a la
grandeza política".
3. Del pesimismo antropológico al totalitarismo.
La segunda concepción antropológica den trabajo que
estamos siguiendo,

parte
de igual ronsideradón, a
sa­
ber; el hombre es el artífice único del orden universrul. Mas ahora
el acento se pondrá no en la bondad nativa del hombre como hace
el optimismo antropológico, sino

en
la maldad originMia de!!. hom­
bre.
M,,ldad que

hará que
el hO!llJbre obre a

impulsos
egoístas y
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Fundaci\363n Speiro

EL HOMBRE: CONCIENCIA DE UNA CRJSIS
utilirarios totalmente alejados de cualquier visión aittuista o soli­
da;ia. Es la imagen dcl hombre fielmenre refilejada en la conocida
expresi6n hobbesiana de

"horno
homini lupus".
Concepción
ayuna
de cuallquier consideración ética, porque en ella es la fuerza la que
prima.
Como corolario lógico será necesario dM vida a un Estado
fuerte y omnipotente, en cuyo
seno el homlxe quedará embebido.
Surge,
de este modo, la concepci6n totailitaria del Estado que
desde el Leviathan de

Tomas
Hobbes ha inspirado muchos regí­
menes
políticos. En su forma
extrema el tota:lirariomo estatal lo
sufri6
la A!lemania nazi y 'lo sufren los pueblos situados detrás
de

los
telones de acero y de bambú. Las consecuencias pru:a el
hombre
de esta
concepción totailiraria han

sido
lúcidamente puestas
de manifiesto por Juan V allet de Goytisolo en su trabajo El homb,-e
ante
el totaUtárismo estatal: limas p-oUtlca-¡uridic,,s de defema (Ver­
bo, núm. 124-5, 1974), cuando escribe: "lll totalitarismo autori­
tario lleva
lógicamente a
un
ateísmo práctico
. . .
1!1 ba,luarte religio­
so
romienza a -esfumársenos en cuanto cargamos ell. acento en la
conciencia,
imlividual y

colectiva,
más fuertemente

que en
la objeti­
vidad de la
ley divina revelada o narora1. ¡ Digaio la disolución de
la
familia,
'1a lega!l.ización del aborto, el terrorismo, la corrupción
que

venimos sufriendo
de modo ace!eradamenre creciente! " Y aña­
de: "Sin un vigoroso .retomo a
la fu ,en la trascendencia divina, de
la· que dimana un orden naturall objetivo, morar! y jurídico, que el
Estado debe respeta; -<0m0 Antlgona recordó a su tío Greón-,
no será posible derretir el aJud helado del Estado totalitatío. Y ese
orden
natural, creado

por Dios, tampoco podremos
encontrru:lo si
no
regresamos a la encrucijada, en la cw,iJ el valunrarismo de Duns
Scoto y el nominalismo de Ockam nos hicieron perder de vista lo
que de dicho orden

habían
percibido los · dlásiros paganos y Santo
Tomás de Aquino adecuó a 1a teología
cristiana".
4. Concepción antropológi-ea oristiana.
La afirmación anrerior nos pone sin duda alguna en Ja pista
certera
del

sendero a seguir en
Ja encrucijada en que el hombre de
ahora como el de siempre tuvo que venoer. Es la encrucijada a ,Ja
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/OSE .F. LORCA NAV ARRETB
que par hombre, efectivamente,
de

suyo, no tiene un
saber claro y seguro
de su propia
razón de vivir; sucede por ello que, cuanto más refle­
xivo se
vuelve, tanto más se siente invadido por una duda acerca
dell. porqué

de
m propia existencia, y fácilmente se convierte en víc­
tima de la atistocrácia tentación del escepticismo (¿pata qué vale
vivir?),

o de la
empírica dell. pragmatismo (obrar por obrat, pero,
¿pata qué?), o

de la que aún
es peot, ddl hedonismo (gozar la vida,
he aquí todo; ¡carpe diem!). Es este un tormento que cr,co ron el
crocer
de

la
cultura y

de la
posesión temporal

de la civili=ión:
el
sentido

de
Jo sin sentido de la inutilidad de la vida. He aquí por
qué la !literatura tiene ron bastante froouoncia un esbozo pesimista".
(A'locución
de
17 nov. 1971)
Esbozo pesimista profundamente atrai·
gado en 1a literatura existencialista o en la utopía cósmica que hace
del
hombre el Dios del hombre,

porque todo resta en la finitud de
su vida material, en
los limites que presiden el desarrollo y el aca·
bamiento
de

su
vida ron la muerte. Sin tener en

cuenta
que si es
cierto

el
que somos

seres
efímeros, frágiles y disolubles, somos asi­
mismo seres compuesros de a1lma y cuerpo, en una unión que formaa
una vida sola con vocación trasceodentlrl.
Que

tal
es la concepción cristiana
del hombre que
1o consid<:ra
como di ser más exx:,IJso de la creación, compuesto de ouetpo y ail­
ma, de nzón y voluntad libre. l!I hombre, de este modo, se halla
inmerso
en un
orden, obra del 0:-eador, de Dios, y si por el cuerpo
está sujeto a las pasiones terrenalles, por el alma puede elevarse
infinitamente participando,
si bien limitadamente, del Absoluto; que
si
por la raron puede conocer el orden del universo, por ia voluntad
libre puede cooperar o

no,
libérrimamente, al
mantenimiento de su
:umonía, felizmente refllejada en la definición que de otden nos dio
San Agustín en su De cwitate Dei, XIX, 13, 1: "Ordo est patium
dispariumque rerum
sua

cuique
loca tribuens dispositio".
Precisamente
por haber olvidado esta unidad dell. hombre y su
vocación
trascendente y haberse detenido tan salo en una contem­
plación uniiatetail
del mismo, es ~echazable la visión marxista que
despoja
al hombre de
toda espiritualidad y lo circunscribe exclu~i­
vamente a sus afanes materiaJes y terrenailes. Es, como hemos se-
798
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EL HOMBRE: CONCIENCIA DE UNA CRISIS
ñalando en nuestro artículo publicado en el diario SUR/OESTE de
Sevilla
Cristúmis11W-Mílrxismo (28-X-76) la gran mentira del mar­
xismo. La mentira espiriturul que niega toda idea trascendente, que
niega
a Dios y combate a la reiligión o el sentimiento raligioso.
Mentira, porque si 'bien -es cierto que los factores económicos son
de primotdia!l importancia en la configuración del entorno sociail,
siempre

el
entorno social y los propios factores económicos están en
función

del único
ser capaz de orientar el decurso económico y so­
cial, el hombre. El hombre, con su inagptable espwirualidad, es la
fuente

de derechos y obligaciones,
es el ser que racionalmente pla­
nifica comportamientos y se procura recutsos para sus necesidades
de

todo tipo.
Nada, pues,

tiene sentido si no es con referencia al
hombre, de donde deriva toda
actividad, y en donde encuentra apo­
yo la
justificación de toda actividad por mor de su vol.untad libre
que
lo sitúa en un lugar de privilegio dentro del universo creado.
5. Conclusiones.
Por
ello, que sea dable concluir afirmando la ineludible necesi­
dad de mantener el constante equilibrio y unidad existente en la
natura:leza humana entre razón y voluntad, así como su último fin
trascendente. Frente a
toda coooepción materiallita, determinista o
aun evolucionista, 1a concepción aistiana nos suministra los crite­
rios donde hallar un quicio en que pueda apoyarse una recta con­
vivencia.
Porque, como decía
Juan XXIII
en
su. PáCem in terris:
"En toda humana convivencia bien organizada y fecunda hay que
colocar corno
fundamento el ptincipiio de que todo ser humano es
persona, es decir, una naturaileza dor,,,la de intelligencia y de volun­
tad libre
y que, por tanto, de esa misma natura!leza directamente
nacen a!l mismo tiempo derechos
y deberes que, ad ser universales
e
inviolables, son

también
absolutamente inalienables".
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