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Número 163-164

Serie XVII

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Los «nuevos filósofos» en la política

LOS "NUEVOS FILOSOFOS'' EN LA POLITICA
POR
JORGE USCATESCU .
Mucho antes de que Time haya c;oru:edido patente de «universa­
lidad,

a los nuevos «filósofos» parisienses atrincherados en la for­
taleza de la Editorial G.rasset, nos
hemos ocupado varias veces de
su singular aventura en estos pagos. Se trata .de una aventura que
une
de forma especial el destino de la filosofía como. profesiona­
lidad e incluso· como vocación y el destino y los avatares de la
pollítica.
Desde Platón ha habido dos formas distintas del interés de 106
filosófos por la política. Podríamos llamarlas, en función de la
experiencia del
propio Platón,
la
«fomw> de
Atenas
y la «forma»
de

Sira.cusa. La primera
se refiere a la ,manera adecuada del fil6sofo
para participar en el destino de la Polis desde su propia auténtica
posición de

filósofo
pensante sobre

el destino del hombre como
ciudadano_ · La segunda se refiere a la colaboración del · filósofo con
el tirano, a lo que en términos de ardiente y Cilridente. actualidad
pudiéramos llamar la

tentación
total!itaria, que

tanto
afecta en esta
época a muchos intel desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días. Las
cosas se
han

ido complican.do
muclúsimo desde que Marx ha intentado en­
señarnos que

el
pa,¡,eI del filósofo ya no estriba en interpretar el
mundo, sino en trartrformarlo. Ha habido en estos últimos tiempos
dos foonas de no estar de acuerdo con este punto de vista expresado
por Marx en su Tero XI, que dice textwúménte: «Los filósofos no
han hecho sino interpretar el mundo de. diversas maneras, pero lo
que
importa es Jrartrform,,rlo». Una de las for.mas de criticar a
Marx pertenece a Heidegger, al Heidegger último, el que define a
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JORGE USCATESCU
la teorla y la praxis marxianas como dos hermanas nacidas de padre
y madre desconocidos y el que dice que la interpretación significa
de hecho,
ni más

ni menos, una
tarea profunch de

transformaciones.
La segunda manera de enfrentarse con la tesis de Marx la expo­
ne Fran,;ois Chatelet en un libro publicado precisamente por Grasset,
ciudadela
de los < que se titula
Pr,/iticas de la filo­
sofla,
donde la tónica general es precisamente la marxista, hasta el
punto que el libro y
sus coJaboradores
una acerada
crítica por
parte de Raymond Aron. «Afirmar que

los filósofos
--escribe Chlltelet-no

han
hecho sino interpretar el muudo, significa
proponer un
recorte de la historia y una visión de la filosoffa com­
pletamente
alejados de

la realidad.
Desde P,latón
los filósofos han
sido siempre
hombres "empeñados" y siempre han intervenido po­
líticamente

en su tiempo. Incluso se puede
decir que
han
tenido
concepciones pollticas precisas. Ciertamente las presentaban con fre­
cuencia
enmascaradas. Sus discursos, adoptando
vías torcidas,
daban
a

entender que
hablaban de

otra cosa.
Según mi conocimiento, no
existe uu

filósofo que no
haya intervenido

en la realidad. No tengo
temor en afirmar que los filósofos han
participado en

la transfor­
mación del

mundo y lo han
hecho pollticarnente».
Eo: este sentido
se

hace referencia
a la <«nilitancia» polltica

de
los filósofos desde
Platón hasta Spinoza,

Kant, Hegel, Nietzsche,
Marx y,

en nuestro tiempo,
pensa.dores tan contrarios a la «caída»
en
la b:istoria como Heidegger. En este contexto conviene enfocar
la acción y el édto de los j6venes «nuevos filósofos» parisienses.
Habiendo participado en la singular aventura de mayo de 1968, en
estos últimos diez años, su acción, que reúne
los mensajes
del
poder con
los mensajes de los que desean el poder, que combina la
socralización y

la
desa.cra:lización del· poder, ha tenido un · éxito
notable.
Hasta el punto que las
.dos grandes agrupaciones pollticas
empeñadas en la
lucha electoral en

Francia se empeñan en captar
la simpatía y la
adhesión de

este grupo de < no
se indignarían en a.bsol,uto si se llegara a llarnarlos nuevos ideó­
logos de la
filosofía metida: hasta sus entrañas en la política y la
aventnra
del siglo. ¿Quiénes son ·en realidad? Aparte sus. nombres y
tendencias personales, aparte sú ptocedencia y su adhesión a dife-
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Fundaci\363n Speiro

LOS «NUEVOS FILOSO POS» EN LA. POUTICA
·rentes maestros, casi todoo ellos cabeza de fila de varias tendencias
est:ructaralistas, aparte su

pendulaci6n constante entre la izquierda
y la
derecha, los «nuevos filósofos» están en línea de una vieja
tradición
de la cultura francesa que se inicia con aquellas famosas
soriétés de pensé, operantes en la Revolución francesa, brillante­
mente
estudiadas en
vísperas de la Primera
Guerra Mundial por
Augustin Cocltln.
En sui libro polémico Contra ¡,. n11eva filosofl", Fran~ois Aubral y
Xavier Delcourt presentan la aparici6n y la actividad de este grupo
que por su
carácter de
grupo de filósofos nuevos y dinámicos,
polí­
ticamente activoo, han trascendido

ya de los dominios de su pura
actividad de «pensadores»
para irrumpir

en la vida pública con una
hilbil y organizada maniobra de

los medios de comunicaci6n. A
través de estos
medioo, el público se

ha habituado ya a los nombres
de
Jean-Marie Benoit,

cuyo libro
Pavana por 11na E11ropa dif11nta
hemos comentado ampliamente a principios del pasado año: Michel
Guérin,
Jean-Paul Dollé,

Christian
Jambet, Guy
Landreau,
Fran­
~oise Lévy;
Bernard-Henry Lévy, que

dirige en Grasset las coleccio­
nes
Figures, Théoretidens y Enjeux; Philippe Nema, Maurice Cla­
vel,

André Glueksmaun.
Tras todos ellos está
la experiencia del 68, pero junto a ella está
el peso del estructuralismo, ideología
filooófica t exegética dominante
en Francia y acaso en el mundo, y están, soore todo, los «maestroo».
Loo
nuevos

profetas
y gutús, que son estoo nuevos filósofos, dispersos
y unidos a la vez, invocan la presencia de loo maestros: Levy-Strauss,
Lacan, Guattari, Deleuze, Althusser, Foucault. Y una nueva especie
de mística y magia. La presencia del «ángel». Culmiilaci6n del
maoísmo
y la revolución cultural, una dimensi6n apocalíptica de la
existencia, éxtasis,

sortilegio,
la rebeldía, el juego. La invocaci6n
de los maestros» conduce a una nueva especie
de gnosis, que es
acaso
el elemento unificadot de las tendencias dispersas de este
grapo singular qué sabe buscar y conseguir el éxito de un público
alejado de toda
precicupari6n especulativa, En ¡,lima crisis de

la
filo­
sofía, los nuevos filósofos apelan a nuevos ídola/! metafísicos: Jam­
bet-Lardreau, al nuevo Evangelio del Angel; Dollé, al Origen; Nemo,
a Dios, en parte ·muerto, en parte cadáver; Gtiérin, a Nietzsche y su
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JOR.GB USCATBSCU
pedagogía. Clavel/ el conservador, nos ofroce una sah= introdut­
ción a la Críll,,. de k, R,,zón • p«ra, de Kant, .. donde detecta «ridí­
culos postulados», para concluir: «Digamos adiós a Kant, pero un
adiós bastante
triste. Pocque después de su extraordinaria luz re­
trocedió, traicionó, renegó. Filó.sofo de profesión -incluso profe­
sor-,

sintió el primer
espectro de
la
desocupación y quiso mantener
su empleo».
Los grandes temas de la filosofía buscan nuevas vías
del surrealismo
y en términos pseudosurrealistas son tratados los
grandes temas

de la filosofía,
de la teología y de la ontología. Todo
para invocar nna nueva trascendencia fundada en el imperio del dis­
curso irracional. Hasta justificar esta singnlar crítica · del grupo en
sí : «J
ambet amputa a Platón y enmascara a Hegel ; Guérin angeliza
a Nietzsche;
Jambet y Lardreau miran a Lacan, a Marx y a los
gnósticos a través de los ojos
bobos del «ángel»; Dollé imita simies­
camente a

Heidegger; Nemo
lacaniza a
Dios; Clavel traiciona a
Kant, a
Foucault y a Marx». Todos oponen, a la tiranía de la po­
Htica, un «nuevo romanticismo» nihilista.
Pero el gran filón ,del encuentro con el público está conseguido
y explotado al máximo,. De ahí el salto prodigioso de la «nueva filo­
sofía>> en la «nueva política>>. El mejor organizado de todos en la
materia es André Glucksmann, con obras ya traducidas en España
sobre temas
de la disuasión y la guerra. Con el mismo espíritu con
que se
hall abordado los grandes temas de la filosofía son aborda­
dos los temas
de la política: Marx y el marxismo, los «gnlags»,
Solyenitsin,
el capitalismo, el fascismo, el maoismo, la
derecha, la
izquierda.
Nacidos en el anarquismo de la extrema izquierda, los
nuevos filósofos no tienen reparos a que se les califique integrados
en una nueva derecha anticomunista, mezcla

de
Mao y de Acción
francesa. Hasta
el punto que los críticos les acnsan de que para ellos
toda referenci., de cualquier signo y grado, forma parte del com­
plejo de
ingredientes del éxito. Forjadores de fórmnlas, el ambiente
cultural

en qne se mueven las
acoge con
facilidad,
ya que,
dígase lo
que se
dig", el ambiente es cada vez más proclive a los psiquismos
que

a la racionalidad. Sirva como botón de
muestra esta
frase
pregnante de Bernard-Henry Lévy: «Sin Marx no hay revolución,
sin
el marxismo no hay g11/ags». Para Lévy, Europa y Francia, son
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LOS «NUEVOS PILOSOPOS» EN LA POLITICA
nombres «exóticos>>, <>, «detalles» de su propia bio­
grafía. Clavel se declara de izquierdas, proclama. que debe ser de
izquierdas, pero confiesa:
«La izquierda me. da
asco. Hay en mí un
vasto, un gigantesco asco hacia
la izquierda».
Tras todo ello permanece
la. constante referencia a los aconte­
cimientos

del 68, a los
cuales todoo estos.

nombres
pretenden sentirse
aún

ligados. Pero los tintes del cuadro se complican enormemente a
medida que se recorren en toda su
complirnda proliferación

las
páginas de sus propias obras. Idólatras e iconoclastas, internacio­ nalistas
extr.emos y racionalistas en la tradición de Barrés y Maur­
ras, admiradores de Mao y denunciadores de nn Marx burgués
alemán, una especie de nueva
gnosislos une a todos en un impul­
so de incontestable efervescencia. Pero, sobre todo, con todo el
pesi­
mismo apocalíptico y todo el fervor antiestetizante de la mayor
parte de ellos, en ninguno de ellos falta
esto: nn
deseo irrefrenable
de éxito, nn impulso a ganar
adeptos y una fuerte vigilancia para
que
nadie extraño penetre

en su fortaleza hábilmente
cooquistada
y

reforzada. Ahora, para ellos
solamente a
través del
«discurso» se
puede

acceder a la rebelión, a la revolución imposible, al
«ángeb>
unido

al
maoísmo «cristo-gauchista» y a la revolución cultural per­
manente. Pero tras todo ello está la. política y el poder con todos
sus
ingredientes. Avatares

y
· divagaciooes
del
discurso no
logran
hacer olvidar la
imagen de Máo, nacida de la actuación de Stalin :
«Eramos stalinistas

porque eramos
pol!ticos».
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