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Número 171-172

Serie XVIII

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Plenitud de perspectivas y dimensión de los saberes en el pensamiento de Elías de Tejada

EN EL ANIVEIIS,\RIO DE LA MUERTE DEL PROFESOR
ELIAS DE TEJADA
PLENITUD DE PERSPECTIVA Y DIMENSION DE LOS
SABE.RES EN

EL
PENSAMIENTO DE FRANClSCO
ELIAS DE TEJADA(*)
POR
JUAN V ALLBT DE GoYTISOLO
La obra ingente del profesor Francisco Elias de Tejada y Spínola,
ya a
la primera ojeada, produce un asombro · extraordinario que, a
medida
que se
estudia, se incrementa sin cesar. Pero no es menor el
asombro que se siente al contemplar
loo múltiples
saberes
que cabían
en

su mente
y el amplio panorama que él era capaz de abarcar, sin
perder
detalles y sin
que la acumulación de éstos desdibujara la clara
percepción de las líneas rectoras del conjunto.
Sus conocimientoo lin­
güístiC06 le

dotaban de
excepcional capacidad

para captar
de modo
directo los saberes de todo el babélico mundo humano;
y su docu­
mentado conocimiento de la Historia
le facultaba para ahondarlos
en
su dinámica intertemporal. Impresiona contemplar esa doble ex­
tensión, en el espacio
y en el tiempo, de la universalidad de sus sa­
beres.
Estaba dotado de ojoo y alas de águila, y de una memoria que
le permitía retener cuanto, en su veloz vuelo intelectual, escrutaba
su mirada, siempre ávida de aprehender. Así, sus síntesis abarcaban
(*) El día 18 de febrero se cumple el aniversario del fallecimiento de
nuestro gran amigo el profesor Francisco Ellas de! Tejada ( e. i d.). Con este
motivo, publicamos, en
memoria suya. el texto que en su homenaje 1ey6 Juan
V
allet de Goytisolo el 11 -de marzo de 1978, en la solemne sesión académica
que celebr6 la Universidad de Sevilla.
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Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALI.ET DE GOYTISOLO
en espaci05 extensísim05 toda la dinámica de J05 aconteceres histó­
ric05. La extraordinaria acumulación de datos, que su mente asimi­
laba,
no
men05cababa la claridad de
sus síntesis; ni tampoco la ex­
presión
precisa de éstas le alejaba de la riqueza viva de los detalles
que siempre
acudíau oportunamente
a sus
labi05 o
a su pluma con
desconcertante rapidez de
reflejos.
Se hallaba bien dotado para abarcar en visión de conjunto todos
105 saberes y para percibir y captar el orden dinámico en todo el
proceso universal de su acontecer, hasta vislumbrar, trascendiéndolo
en la eternidad, la Providencia creadora y ordenadora, origen y fin
de ese orden ontológico.
¡ Qué contraste
tan grande con la pérdida de esa percepción que
desde
Ockarn para acá

se ha venido snfriendo ...
! ¡Qué contraste con
las mutilaciones que tantas percepciones Iwnin05as, pero parciales y
limitadas, padecen en la visión de las cosas ... ! ¡ Qué contraste con las
perspectivas desenfocadas que, por colocarse el hombre fuera del
lugar que
n05 corresponde

en el universo, distorsionan
tod05 nuestros
conócimient05 ... ! ¡ Qué contraste con ese idear fuera de la realidad
de nuestro
cogito desencarnado ... ! ¡ Qué contraste con esos ernpeñOB
de volar con alas de cera como Aries, de colocar · nuestra piedra en
la cnmbre como Sísifo, de construir torres de Babel como en
Shinar
o

de robar el fuego a
J05 dioses
como Prometeo ...
! ¡ Qué contraste
con esa pérdida del límite -que de
stupiditá la calificó el llorado
&iacca-que

no es sino resultado de no captarse la perspectiva uni­
versal por miopía, cuando no. por ceguera metafísica!
Elías de Tejada siempre percibió y denunció 105 fallos de estas
concepciones
parciales, incompletas,

que oscilan desde los idealismos
desencarnad05 a

los materialimos deshumanizadores, desde los libe­
ralismos que del hombre pretenden hacer del Demiurgo hasta los
determinisIDOB que n05 consideran

simples partkulas arrastradas
por
un devenir histórico fatal.
Incluso cuando se encara con Hegel, aun calificando su teoría
como la
< prende que,
por sus fall05, es hazaíita de titán caldo, porque redujo
el concepto de la experiencia «a la revelación del saber como
rea­
lidad

del Espíritu en la conciencia» ; por el apriorismo de su razón
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Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO DE PlMNQSCO ELLAS DE TEJADA
que prescinde «de los. testimonios exteriores para conocer llL verdad
de
la realidad», a la que
considerlL como
«el
despliegue deLEspíritu»,
que «se conoce a

si
y por sí cuando Heva a cabo ei en
que se
manifiesta», y por otorgar a· su filosofía «la ,pretensión de
universalidad exlusiva».
Para comprobar la

adecuación
y ajustamiento de la capacidad y
los saberes de Elfas de Tejada con el. logro de la plenitnd de per­
cepción por él alcanzada en su perspectiva del orden ontológico que
rios muestra a través de su obra ingente, nada .creemos más. revelador
que seguir algunos de los haces de luz con los qµe él ilumina y mues­
tra las figuras señeras que consiguieron las. más grandes síntesis que
la historia d.e -la filosofía nos recuerda.
Así, al enfocar la figura gigante de Santo Tomás de Aquino,
pone de relieve el
«sistema, integrador y prodigiosamente omnicom­
prensivo» de éste.
«La vida entera del Aquinate -decía en · el Congreso de Génova
Elfas de Tejad..-fue el afán de ordenar los saberes. Su biografía
está
señalada por
etapas SúcesivlLS, en el continuo intento de perfec­
cionar

cada
vez más

el modo de ordenar
saberes antiguos
incardinán°
dolos en un sistema nuevo».
«El realismo tomista -prosigw,-, empeñado en d.escubrir el or­
den, no

busca la
teoría del saber en

el mero intelecto; arranca de
los
seres
para modelar reitlista y realmente sobre ellos !lLS manerlLS, fun­
ciones y clases de los conocimientos. BI orden lógico es reflejo del
orden ontológico».
Desde esta

misma
perspectiva enfocó Elías de
Tejada la proble­
mática del mundo actual:
«En este instlLllte del

siglo
XX en. que !lLS
ciencias particulares, o en que fas técnicas- enlazádas a las ciencias,
que es peor todavía, asaltan o destruyen los castillos filosóficos, bueno
será tomar por modelo

-nos
dice-e-la
postura del Doctor Angélico.
Por encima de las ciencias particulares,
Santo Tomás colocó el saber
universal, necesario, -seguro y ordenador, según las. causas de las rea­
lidades da los seres ... ». «Fue el suyo saber racional y total, sin más
barreras que la humillación lógica
dellLllte de
la sabiduría infinita
de Dios. Para el Aquinate es sabido por
excelencia el

excelente
fi16-
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Fundaci\363n Speiro

JUANVALLEI' DE GOYTISOLO
sofo que toma en cousideración la totalidad del saber, poniéndolo
en
relación con

la
totrlidad del
universo».
La consideración de la totalidad de los saberes en relación con
la totalidad del universo,
dinámicamente observado,

es
preciso cou­
frontarla a través de las enseñanzas
del laboratorio

de la historia,
como mostró el genial napolitano
Giambattista Vico,

otro de los
autores que con más . interés han sido contemplados
por Elías

de
Tejada.
La novedad de Vico -escribe el II tomo del apenas iniciado
mo­
numental Tratado de Filosofía del Derecho-radica en el modo en
que tasa los· auxilios de Dios a la naturaleza católicamente entendida,
cuando coloca, a la vera de la ayuda sobrenatural de la gracia, la ayudá
natural de la Providencia», que «es la idea nueva o, mejor, renovada,
por· la manera en que Vico la integra
en su sistema., que
le permitirá
recibir
con el

iusnaturalismo católico,
por él
prolongado,
la mutabili­
dad de los quehaceres humanos labrando la Historia. Todo va a con­
sistir para él en aclarar las formas. y los· alcances con que la Pro:viden­
cia divina, ayudando a la razón humana, capacita al hombre para ser
autor de la Historia y de los productos de la Historia».
La ciencia nueva de Vico patrocinada -prosigue Elías de Tejada-
e no es más que el intento de averiguar los planes de la Razón divina
en
la actoación de los hombres desde la recortada razón de los hom­
bres». Por ,eso, para Vico, el vero es «la conformidad con el orden
eterno puesto por Dios:
r¡uod aeterntJs rerum ordo-TIWnstrat, aetermnn
verum».
¡ Qué diferencia tan inmensa le separa a Vico del historicismo he.
geliano, al que Bertedetto Croce quiso aproximarle! As!, Ellas· de Te­
jada advierte que ·croce, «a causa de sus prejuicios neohegelianos»,
«estaba incapacitado» para comprender los «equilibrios en que la Pro­
videhcia prevé las obras humanas, pero sin forzarlas nunca», por «des·
conocer

la distancia. que media
entre Providencia y predestinación, di·
ferencia qU:e es,

precisamente, el rasgo que opone el Vico católico a
la
teofogía protestante» ... «Cuando Vico concibe a la-Providencia como
trasfondo de su historia ideal del género humano, no olvida que el
universo es una república gobernada por un Dios respetooso de la li-
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Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO DE FRANCISCO ELIAS DE TEJADA
bertad del hombre, habida cuenta de la calidad débil de la naturaleza
falible».
Ellas

de Tejada contempla en sus obras, con especial
amor y muy
reiteradamente,
otra gran síntesis: la operada en el siglo XVI «entre los
postulados acuñados por la
gran Escolástica del

siglo
Xlll y las coyun­
turas del momento», que fue obra no de un solo hombre ni de una
sola escuela, sino del conjunto de las escnelas «del
Renacimiento ju­
rídico

de las
Españas», al

encontrarse con
las realidades nuevas plan­
teadas por el descubrimiento de América
y enfrentarse contra el de­
terminismo negador de
la libertad del hombre, dimanante de la tesis
de la predestinación sostenida por el protestantismo.
Es a este tenor que el mismo Ellas de Tejada define el Derecho
natural como «resultado de la conjugación del poderío divino del
Creador con la libertad de las criaturas racionales en
la tensión dra­
mática de un destino trascendente entendido por conquista de la na­
turaleza que
razona, que

decide y
que asume responsabilidad personal
ultraterrena en su acción de decidir dentro de unos limites propuestos
por la razón que capta el orden universal por Dios querido». Es decir,
se trata de «un Derecho natural concebido en la idea católica del
hom.
bre,

de la teología católica de Dios, de la
naturaleza perfeccionada,
pero
jamás suplantada por la
gracia, de

la armonía entre
la causa primera
que es el
Creador, con

las causas segundas, que son las criaturas libres
y racionales».
El encaje de la libertad de los
hombres, como

causas segundas,
dentro. del orden general trazado por
la causa primera, es una de las
claves del conocimiento antropológico, y es
donde Ellas
de Tejada sitúa
la contraposición entre la libertad abstracta, exaltada por el jurisnatu­
ralismo protestante, y
las libertades concretas, propugnadas por el jus­
naturalism.o católico,

en la más pura filosofía
tomista. Y, otra v~,
comprobamos la perspectiva universal plena que Blias de Tejada no
perdió nunca de vista, sino que
la captó en todos sus aspectos de la
filosofía tomista, considerándola, ciertamente, como una filosofla de
las esencias,
pero también de las existencias, sin exclusión de unas ni
de
otras, y subrayando que en ella
«arraigan las
tesis de la dignifica­
ción de la Historia en
la doctrina de los cuerpos intermedios, según
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Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOW
la consicleración del· hombre concreto a fuer de histórico, y tal comó
se proyectan en las perspectivas forales de los pueblos cristianos».
Así, el hombre, capacitado para heredar
y para transmitir socioló­
gicamente saberes, tiene en la tradición un constitutivo de su existir
concreto. En palabras de Elías de Tejada, «el hombre, por su posibili­
dad de heredar Historia, es
hombre, es
hombre porque es tradiciona­
lista»,
y sin esa capacidad «sería, sencillamente, un animal».
Se comprende bien por qué Francisco, al iniciar en 1972 las I Jor­
nadas Hispánicas
de Derecho Natural, propugnara para que en ellas,
siguiendo nuestra genuina tradición,. se ahondara en el «saber de nues­
tros abuelos, saber católico, saber de libertades, saber de verdad».
Pero el saber humano, para Elías de Tejada, no
debe agotarse
en
el bien Sl!,ber, sino que se_ ($camina al bi~ hacer. Así lo pretendió
siempre y así se obligó a sí mismo, poniendo toda su voluntad, con
la
poteiicia arrolladora
de que unidas su .sabiduría y su fortaleza le
dotaban, al servicio del

bien saber
y del consecuente bien hacer.
No solo escribía
y enseñaba, sine¡ que promovía y organizaba. Acu­
día
allf donde

le
llarnaban para

luchar y dar
testimonie¡ de
la verdad.
Es ilustrativo de él, lo que él mismo, en Génova, dijo de Santo Tomás,
que
«fue
integrador en la verdad. de Dios de las verdades razonadas
por los hombres~ integrador, íntegto en la Verdad; esto es, integrista>>_,
añadiendo que se honraba en : apellidarse así, en el siglo xx, porque
quería ser·fiel discípulo de tan grande maestro.
Por esa misma razón, trató siempre de «dar al Derecho natural
el impulso renovador que es su esencia preclarísima», tal como dijo
al iniciar las I Jornadas Hispánicas de Derecho natural;
y, allí mismo,
puso
como ejemplo la acción

de los teólogos y juristas hispánicos que
poseyeron «gesto militante de

cruzados» y
-en palabras suyas que
transcribimos----«forjaron

el Derecho natural clásico nuestro aplicán­
dolo a las circunstancias que cada día se presentaban a la conquista de
las Indías, al
trato cristiano para con los indígenas, al absofotismo de
las
monarquías europeas, al peligro letal del abstraccionismo insito en
el pensamiento

protestante a consecuencia de la ruptura de la unidad
católica
del hombre, a

la defensa de la libertad de la criatura racional,
amenazada
por la

escisión entre naturaleza y gracia, al olvido de la
realidad histórica, a la naciente
autodivinización del

hombre, a la
li-
ta
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO DE FRANCISCO EUAS DE TEJADA
mitación del poder, a establecer que fa áutoridad que se aparta de la
ley cae en tiranía y, por ende, no merece consideración de autoridad,
sino resistencia hasta si

es preciso
llegar al
tiranicidio».
La
pietas era otra de sus virtudes, y la derramó generosamente en
sus obras
dedicadas a La.r Españds. Tarea a la que se .consagró desde
que
escribió el
libro de este título, seguido de los que fue dedicando
a Ld Cdtdimia clásica, Ma/Jo,ca y Menorca clásicas, V afiencia cl/z.
sica -que forman su trilogía El pe11sarmiento político catalán-',
Cerdeña Hispánica, los cinco volúmenes de Nápoles Hispánico, El
reino de Galkia, El Señorío de Vizcaya, La Pr(Jt}incia de Gtdpúzcoa,
su tan emotivo El Franco-Condado Hispánico, y tantos otros estudios
monográficos que,

con labor de titán, dedicó a nuestros antepasados de
aquende y allende de los mares,
< en
la hañaza de la misión y en la gesta de la Contrarreforma, sin co,..
~esiones,
sin

desalientos, arma
al brazo el arcabuz de. una verdad teo­
lógica que difundir, bajo la bandera del Rey común de todas las Es­
pañas. Desde Lecce hasta Lima, desde Dola hasta Sevilla, desde Luanda
hasta Malta, desde Douai hasta Salamanca ... ».
Esta es

la semblanza que,
en vivísimos trazos,

han dibujado de
él
mismo la propia vida y las obras de Elías de Tejada.
Dios ha recibido su alma
y, en su juicio, ha podido Francisco ofre­
cerle el fruto de los grandes talentos que al darle el ser le confió el
Señor. No sólo no los enterró, sino que los empleó y centuplicó, de­
rramándolos con personal entrega
y con un denuedo sin par... ¡ Des­
canse él en
paz, terminada su jornada!, y que, aquí, la semilla que
sembró, con sus obras y con su magisterio, ¡ siga dando su fruto!
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