Índice de contenidos
Número 249-250
Serie XXV
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Las XXV primeras reuniones de amigos de la Ciudad Católica
-
Veinticinco años de Verbo
-
La declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa desde la óptica del Vaticano II
-
¿Qué pasa con la teología de la liberación?
-
La Hispanidad y su proyección político-cultural
-
Chesterton, caballero andante. (Un apunte sobre el «ethos» chestertoniano en el centenario de su muerte)
-
Ángel Ganivet: la tradición e Hispanidad en su obra literaria
-
La familia como transmisora de cultura
-
La voz de la conciencia europea
-
El llamado derecho de autodeterminación de los pueblos
-
El regionalismo de Torras i Bages
-
Una historia de soldados conocidos
-
- Actas
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Verbo
Autores
1986
¿Qué pasa con la teología de la liberación?
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
POR
MIGUEL PoRADOWSKI
Después · de la publicación por la Santa Sede de la segunda
Instrucción sobre la teología de la
liberaclón, IJbertatis cons
cientia (en
adelante L. c.) el 25 de marzo de 1986; muchas per
sonas, desorientadas por una maliciosa interpretación· de este
documento, se preguntan:
¿qué pasa
con la teología de la
libe
ración?
¿Por
qué la
primera
Instrucción· de la
Santa Sede,
Li
bertatis nuntius (en adelante L. n.) del 6 de agosto de 1984,
eateg6ricamente censuro, rechazó y conden6 «ciertas formas de
la
teología de la
~beración» (L. n:, Introducción), mientras que
la segunda Instrucción sobre el· tnisri:to témá,. L: c.~ sale ·en .su
defensa?
La contestación es sencilla:. no
hay ninguna contraqicción
eAÍre 'estos dos dócum~Íos, rii tampoco un cambio de posici9n
de parte de la Santa S,;<\e. Lo que ocurre ~ que la primera
I,:istrucción (L _,¡)., se refiere sólq .a <«;iertas f,ormas. de la teo
logía,
de la·. liberación», las
cuales recurren. «a
conceptos toma
dos de diversas corrientes del pensamiento marxista» (L. n., In
troducción), mientras que la segunda Instrucción se refiere ante todo a la teología de la liberación como tal. En otras palabras:
la
priméra Instrucción
se
ocupa · de una .situación real, existen
. te: de la presencia de corrientes de «la teología fÍ¡ax.ista de la
liberación» (
~in usar
esta
~preiión), las
únicas que
Ía r~pre
•sentan
hasta
ahora, mientras que la segunda Instrucción
(L. c.)
se refiere a la teología
de la
liberación
como un
tema
general,
el
cual, hasta ahora, no se expresó en
ningiina publicación en
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Fundaci\363n Speiro
MIGUEL PORADOWSKI
forma completa, sistemática y profunda ( 1), pero este tema teo
lógico en si
mjsmo es
legitimo
y la «expresión teología de la li
beración es plenamente válida» (L. n., III,4 ); por eso, según
la
opinión de
la Santa Sede, debería ser el objeto de estudios
teplógkos y para faéilit~rlos y orientarlos, la L. c. imparte res
pectivas instrucciones.
No existe, pues, ninguna esencial diferencia entre estos dos
documentos y. ambos constituyen una sola enseñanza oficial de
la Iglesia sobre este
tema. Además,
en el primer documento
(L. n.) se anuncia la pronta publicación del segundo (L. c.), pues
en él se lee: «La Congregación para la Doctrina de la Fe no se
propone tratar
aquí el
vasto tema
de_ la
libertad cristiana
y de la
liberación. Lo hará en un documento posterior que pondrá en
evidencia, de modo positivo, todas sus riquezas, tanto doctrina
les como práctica»
(L. n., Introducción). Por su parte, L. c.
afirma: «La Instrucción Liberta/is nuntius sobre algunos aspec
tos de la teología
de· 1a liberación anunciaba la intención de la
Congregación
· de publicar un
segundo documento, que
pondría
en
evidencia los principales
ele¡nentos de
la doctrina cristiana
sobre la libertad
y la liberación. La presente•Introducción- res
ponde a esta. intención.. Entre
-ambos
documentos existe una
relación orgánica. Deben leerse uno a la luz del otro»
(L. c., 2).
Entonces, ambos documet;,.tos se complementan, pues existe en
tre ellos «una relación orgánica» y «deben leerse uno a la luz
del otro».
·
Si
es así, se impone la relectura del primero, es decir, de la
L. n. a la luz del segundo, del L. c., como también no se puede
interpretar al segundo, sin tomar en cuenta la posición del pri-
( 1) Hasta ahora, con ocasión de la crítica de las teologías marxistas
de
la liberación, aparecieron muy
valiosos·· «aportes»
sin ll_egar a las for
mulaciones completas,
como· lo ~n los trabajos de eminentes teólogos: IG
NACIO JIMÉ~z URJWSTI, JUAN GunhRBZ, MAxIMILIANO_ GARCÍA CORDE
RO, NICOLÁS LóPEZ MARTÍNEZ, WILHELM WEBER. CÁNDmo Pozo, JosÉ
ANTomo. ÁLDAM_A, ARMANDO BANDERA, FERN°ANDo MoRENo, CARMELO PA
LtiMBO, Jos:é MIGUEL lnÁÑEz L., JosÉ GALAT NouMER; FRANcrsco ORi>ó
ÑEZ NORIEGA:, F'RANz. I-IBNGSBACH,' GASTON FEssARD. pata mencionar sola
mente
algunos ejemplos.
1180
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
mero. Queda pues claro . que la posici6n condenatoria
Santa Sede respecto . a «las teologías marxistas de la liberaci6n»
sigue
invariable.
El
recbazc, de
ellas es motivado
. en L.. n. por
las
r~nes siguientes:
l. porque ellas están vinculadas con «las graves desviaciones
ideol6gicas», las
que «conducen inevitablemente a traicio
nar la causa de los
pobres» ( L. n., Introducción);
2. porque «no se puede restringir el campo
del pecado
( ... )
a
lo que se denomina "el pecado social"» (L. n., IV,14);
3. porque «no se puede tampoco localizar
el mal principal y
únicamente en las estructuras económicas, sociales o polí
ticas malas ( ... ). «Frutos· de la a~ci6n del hombre, las es:
tructuras, buenas o i:nalas·, son consecuencias antes ~e ser
causas. La raíz del mal reside, pues, en las personas libres
.· y responsables» (L. n., IV,15);
4. porque «cuando se pone como primer imperativo
1a revo
Juci6n radical de
las relaciones
sociales y se cuestiona, a
partir de aquí,
la búsqúeda · de la perfección personal, se
entra
eh el camino de la negaci6n del sentido de la perso
na y
de su trascendencia, y se arruina la ética y su funda
tnento que es el carácter
· absoJ,.to de
la distinción
entre el
bien
y el mal»
(L. n., IV,15);
5. porque
las caracteriza el inmanentismo historisista que es
instrínsico a ellas. El correspondiente texto es el siguiente: «En esta concepci6n, la lucha de clases es el motor de la
historia.
La historia llega a ser as! una noción central. Se
afirmará que
Dios se hace historia. Se añadirá que no hay
más que una sola historia, en la cual no hay que distinguir
ya entre historia de la salvaci6n e
historia profana.
Mante
ner la distinción serla caer en el "dualismo". Semejantes
afumaciones reflejan un inmanentismo historialista. Por esto
se tiende a identificar el Reino de Dios su devenir con
el
movimiento de la liberaci6n humana, y a hacer de la his
toria misma el sujeto de su propio desarrollo como pro
ceso de la autoredención del hombre a través de la lucha
1181
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL PORADOWSKI
de clases. Esta identificación, está en opos1e1on con la fe
de la Iglesia, tal como la ha recordado el Concilio Vati-.
cano
U»
(L. n., IX,3 );
6. porque algunos llegan hasta el límite ,de identificar a
.Dios
y la historia, y a definir la fe como "fidelidad a la historia",
lo cual
significa :fidelidad
comprometida
en una
práctica
política conforme a
la concepción del devenir de la huma
nidad concebido como un mesianismo· puramente tempo
ral»
(L. n., IX,4);
7. porque, «en consecuencia, le
fe, la esperanza y la caridad
reciben un nuevo contenido:. ellas son "fidelidad a
la his
toria", "Confianza en el .futuro", "opd6n por los pobres":
que es como negarl,¡,s en su realidad teologal» (L. n., IX,5);
8. porque «de esta nueva concepción se sigue inevitablemente
una
politi2ación radical
de las
afirmaciones de
la fe
y de
los juicios teológicos».
«Se trata más bien de la subordina
ción de toda afirmación de la fe o de la teología a un
cri
terio político dependiente de· la teoría de la lucha de cla
ses,
motor de
la
historia,. (L. n.; IX,6);
9. porque
«eh cuanto
a la Iglesia, se tiende a ver
·en ella sólo
'Una realidad Interior de la historia, que obedece también
. ·a las',Ieyes que
se suponen dirigen el devenit histórico en
su inmanencia».
«Igualmente, se
niega
que· tenga tódavía
,
'sentido
la participación en
la misma Mesa eucarística de
·cnsti0.nos que, por. otra -¡mrte·; peri:f!nece11 a clases·· opuestas»
(L. n., IX,8); ,. ·
10; porque las teologías marxistas de la liberación «conducen
a una amalgama ruinosa entre' el pobre de lá Escritura y
el proletario de Marxi (L. n., IX,10); ·
lf .. · •'porque «se trata 'poner 'en duda fa estructura sacramental y
'jerárquica de
la'
Iglesia, tal
con:io la ha
querido el ·Sefíor.
Se denuncia la jerarquía· y · el Magisterio como represen
. tan
tes objetivos de la clase
dominante que
es necesario com
batir»
(L n., IX,13);
12, porque las teologías
marxistas de la
liberación recliazan con
desdén la
doctrina
-social· de
la
Ig1esia (L. n., X,4);
1182
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA UBERACJON?
13. porque «la nueva hermenéutica inscrita en las teologías
(marxistas) de la liberación conduce a una relectura esen
cialmente política de la
Escritura. Por
tanto se da mayor
importancia al acontecimiento del Exodo en
.cuanto que
es
libetación
de la esclavitud política. Se propone, igualmen
te,
uha lectura política del Magnificat. El error no está
aquí en prestarle atención a una dimensión política de los
relatos bíblicos. Está en bacet de esta dimensión la di mensión principal y exclusiva, que conduce a una lectura
reductora de la Escritura»· (L.
n., X,5);
14. las teologías marxistas de la libetación se sitúan «en la
perspectiva de un mesianismo temporal, el cual es una de
las expresiones más rádicales de
']a secularización
del Rei
no de Dios y de su absorción en la inmanencia de la his
toria humana» ( L.
n., X,6 );
15. porque en ellas «se ha llegado a negar la radical novedad del Nuevo Testamento y, ante todo, a desconocet la per
sona de Nuestro Señor Jesucristo, vetdadero Dios y vet
dadero hombre»
·(L. n., X,7); ·
16.
porque. «es cierto
que
se· conservan·
literalmente
las fór
mulas
de la
fe, én particular la de Calcedonia; peto se le
atribuye una nueva
significación, h cual es una negación
de la fe de la Iglesia»
(L. n., X,9).
17. Porque
«está claro que se niega
lá ·te en el Verbo encar
nado». «Se le substituye por una "figura" de Jesús
q~e es
una
especie de símbolo. que
recapittila en sf
las exigencias
de la lucha de los oprimidos»
(L. n., X,11):
18.
porque
«ásl se
da una
interpretación exclusivamente
po
lítica de la muerte de
Cristo, Por
ello se niega su valor
sal•
vífico
y
toda
la economía
de la redención»
(L. n., X,12);
19, · porque en estas teologías marxistas se hace una inversión
de los
símbolos de
la
fe crisúana. «La Eucaristía ya ·no es
comprendida
en su verdad de presencia sacramental del sa
crificio reconciliador,
y como el don del Cuerpo y de la
· Sangre de Cristo. Se convierte en celebración del· pueblo
que lucha. En consecuencia, se niega·
radicalinente la uni-
1183
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL PORADOWSKI
dad de la Iglesia. La upidad, la reconciliación, la comunión
en el ya no se conciben oomo don que recibimos de Cris
to. La clase histórica- de los pobres es la que construye la
·
unidad,
a través de su lucha. La lucha de
clases es
el ca
mino para esta unidad. La
-Eucaristía llega
a ser .así Euca
ristía de
clase. "Al mismo
tiempo
se niega
la
foerza triun
fante
del amor de Dios que se nos ha dado»
(L. n., X,16);
20. además, L~ n. nos recuerda que-«la inversión por la vio-
. lencia revolucionaria de las estructuras generadoras de in
justicia no es
1fso facto el comienzo de la instauración de
un régimen
justo. Un
hecho notable de nuestra época
debe
ser
objeto de
la reflexión de todos aquellos que quieren sin
ceramente la verdadera liberación de
sus hermanos. Millo
nes de · nuestros contemporáneos aspiran legítimamente a
recuperar las libertades fundamentales de las que han sido
privados por regímenes totalitarios y ateos que se han apo derado del poder por caminos revolucionarios y violentos,
precisamente en nombre de la liberación del pueblo. No se puede ignorar esta vergüenza de nuestro t_iempo: pretendiendo aportar la libertad se mantiene a naciones ente
ras en condiciones de esclavitud indignas del hombre. Quie-
. nes se vuelven cómplices de semejantes esclavitudes, tal vez
inconscientemente, traicionan a los pobres que intentan ser
. vir» (L. n., XI,10).
Las conclusiones de
L. n. ponen . énfasis en expresar: «Las
teologías de la liberación. tienden especialmente a desconocer o
eliminar: trascendencia y gratitud de la liberación en Jesucristo,
verdádero Dios
y verdadero hombre, soberanía de su gracia, ver
dadera naturaleza de los medios de salvación, y en particular de
la Iglesia y de los sacramentos. Se recordará la verdadera signi
ficación de la ética para
la cual la distinción entre el bien y el
mal no podrá
ser relativizada,
el sentido auténtico del pecado,
la necesidad de la conversión y la universalidad de la ley del
amor fraterno. Se pondrá en guardia contra una politización de
la existencia que, desconociendo a un tiempo la especificidad del
. 1184
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
Reino de Dios y la trascendencia de la persona, conduce a sacra
lizar la política y a captar la religiosidad del pueblo en beneficio
de
empresas revoluclonatias
{L. n., XI,17).
Es, pues, a la luz de estas. afumaciones que debería ser leída
e interpretada la segunda Instrucción
(L.c. ).
Dado el hecho que todas ·las existentes teologías de la libe
ración son matxistas ( 2 ), pero que el mismo tema de la
t~ología
de
la liberación es legitimo
{L. n., VI,7) y la expresión «Teo
logía de
la liberación» «es una expresión plenatnente válida»
(L n., II,4), la segunda Instrucción (L. c.) quiere rescatarlo y
· contribuir a la elaboración de una teologia de la liberación autén
tica, es
decir, la que debería ser fundada en
1a teologia tradi
cional y en la fi!osoffa cristiana de siempre (la pMosophia pe
rennis)
y formulada dentro del contexto de la doctrina social de
la Iglesia. El documento en marras reconoce que esta auténtica teologia de la liberación hasta
·ahora no
existe, sin embargo con
sidera urgente su elaboración, la cual tarea
deberla seguir
las
instrucciones dadas
al respecto en· el mismo documento.
¿ Por qué todas las existentes hasta ahora teologfas de la li
beración
son marxistas?
Porque aparecieron como trabajos
. de
los
marxistas y porque
est!lll inspiradas
por la teologia de la li
beración de
Karl Marx (3 ). Todas ellas, pues, son marxistas,
sin embargo hay entre ellas enormes diferencias. Todas son mat
xistas porque todas. siguen el enfoque de Marx: liberat
al hom
bre
de las alienaciones: religiosa { de la creencia en la existencia
de Dios),
económica (de la propiedad privada) y polírica (de la
insriruci6n de .Estado); es decir, tienen .por finalidad llevar al
· hombre
a la sociedad comunista: atea, materialista y «despoliti
zada» (sin la «polis»,
sin el Estado).
Estas teologias marxistas de
fa liberación en . la actualdad .se
reducen a las tre~ corrientes Principales, a saber: las latinoame
ricanas, que tienen por finalidad comprometer a los cristianos
(2) Véase, del autor, El marxismo en la teologla,' cápítu10· · «Las teo·
logias Iatinoameticanas de la liberación», págs. 59-77:
(3) Véase, del autor, Karl Marx, SU pensamiento y su revoluci6n, ·ca
pítulo «La teólog{a de la "liberacióri de -Karf Marx», págs. 45-96. ·
1185
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL PORADOWSKI
con la revolución marxista (die Weltrevolution) y con la revolu
ción marxista-leninista
(der W eltoktober) ( 4 ), y las norteameri
canas, que son dos: la teología de la liberación «negra», en la
cual la lucha de clases está reemplazada
por la
lucha de razas,
de los
negros contra los blancos (5) y la «libertaria», en la cual
se aboga por la plena «liberación»
del hombre de las normas
morales objetivas, del Decálogo, especialmente
respecto a la con
vivencia sexual; se trata de los movimientos de «la liberación
femenina»
(iesbiallas) y
de los movimientos homosexuales.
En Chile, después de la publicación de las mencionadas Ins
trucciones (L. n. y L. c.), apareció recientemente (abril de 1986) ·
una nueva corriente marxista
de la teología de la liberación, ela
borada por Fernando Castillo Lagarrigue y presentada en su
libro
«Iglesia liberadora y política». El autor va mucho más le
jos en los sueños marxistas que las teologías marxistas de la li
beración latinoamericanas, las de G.
Gutiérrez, de
H. Assmann,
de
J. L. Segundo, de Leonardo Boff y de otros de menor impor
tancia. Para Fernando Castillo
Lagarrigue ya
no se trata sólo ·de
reclamar
. la
presencia
y la
tolerancia de las
teologías marxistas
de
la liberación dentro de la Iglesia tradicional, sino de instalar en
la Iglesia, la cual
él llama «oficial», a otra Iglesia, «la Iglesia li
beradora», la cual debería estar comprometida con el «socialis mo». Se trata de un «socialismo» que, según el autor, no tenga
nada que ver con los socialismos históricos, es decir, con las doc
trinas socialistas y sus distintas realizaciones, sino que se trata
de un socialismo que debería surgir espontáneamente del «pue
blo» (en oposición a los socialismos históricos que surgieron de la «burguesía»), como una gran tarea del futuro y como una ra
dical desacralización
y secularización del Reino de Dios. Sin
· · embargo,
su enfoque sigue fielmente el pensamiento
de Marx y
( 4) Sobre la diferencia entre estas dos revoluciones véase, del autor,
, Karl Marx, su pensamiento y su revolución, Santiago, 1986, el Capítulo
«La
Wdtrevolution y d Weltoktober», págs. 151-179.
(5) Véase, del autor, «La.·teologfa negra», en el libro El marxismo en
la teologla, Santiago, 1986, p6gs. 178-203.
1186
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TBOWGIA DE LA LIBERACION?
sus seguidores, de manera que su «Iglesia liberadora» es, en rea
lidad, una Iglesia al servicio de
la revolución marxista-comunis
ta.
Revolución en la cual el socialismo es solamente
Ulla etapa
hasta el comunismo, como lo advierte el Papa Juan Pablo II
en
su
encíclica
Laborem exercens ( al final del párrafo 11 ).. Para
Fernando
Castillo
Lagarrigue no ~asta que
la teología
de la li
beración esté al
servicio de
la revolución
marxisla-comunista, sino
que
la misma Iglesia asuma conscientemente esta tarea históri
ca, identificándose con la «Iglesia liberadora», o, mejor dicho,
asumiendo esta tarea se haga «liberadora».
Así, pues, el tema de la teología
de la liber~ción. sigue sien
do de plena actualidad, tanto para la Iglesia como para el Es
tado;
pue~ todos,
los creyentes y los
no. creyentes,
los cristia
nos y no cristianos, siguen siendo
amenazados por
la teología
marxista de
la liberación puesta al servicio de la revolución mar
xista-comunista.
El asunto de la «Iglesia liberadora», tal como la concibe Fer
nando Castillo Lagarrigue, es gravísimo, pues no se trata de la
opinión de una sola persona, sino de un sector· muy vasto de
la.
Iglesia católica en Chile, el sector de los «Cristianos por el so
cialismo», de los que quince años atrás fueron los «ochenta» y después los «doscientos», pero que hoy día son muchos más
y que se expresan en muchísimas publicaciones, como las revistas
Mensaje y la Pastoral popular, nuevamente editadas en Chile,
en boletines de las «zonas» de la archidiócesis de Santiago, en
las publicaciones de la
Vicaría de
la Solidaridad, etc. Esta posi
ción es también acogida por las pastorales universitarias, de la
juventud, obrera y poblacional. Es una posición que, enfática mente,
rechaza ambas
Instrucciones de la Santa Sede sobre la
teología de la liberación, tanto el documento
Libertatis muntius
como el documento Libertatis conscientia; es más, rechaza y hace
caso omiso no solamente de todas las encíclicas sociales que con
denan
el socialismo (y lo hacen todas, incluida la Laborem exer
cens), sino también r.echaza la misma doctrina social de la Igle
sia, sobre la importancia de la cual tanto insiste
el Papa Juan
Pablo II. La «Iglesia liberadora», continuadora de la
teología
111!7
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL PORADOWSKI
mal'.XÍsta de la liberación, lanzada actualmente ,en Chile,. es una.
clara rebelión contra
la Iglesia;
es el «cabayo de Troya en
la
Ciudad de Dios» como diría Dietrich von Hildebrand o, mejor
dicho, es el «burro (por
tonto· y
porfiado) en la Ciudad de Dios»,
según la irónica expresión reciente de
Erik v. Kuehnelt-Leddihn.
1188·
Fundaci\363n Speiro
POR
MIGUEL PoRADOWSKI
Después · de la publicación por la Santa Sede de la segunda
Instrucción sobre la teología de la
liberaclón, IJbertatis cons
cientia (en
adelante L. c.) el 25 de marzo de 1986; muchas per
sonas, desorientadas por una maliciosa interpretación· de este
documento, se preguntan:
¿qué pasa
con la teología de la
libe
ración?
¿Por
qué la
primera
Instrucción· de la
Santa Sede,
Li
bertatis nuntius (en adelante L. n.) del 6 de agosto de 1984,
eateg6ricamente censuro, rechazó y conden6 «ciertas formas de
la
teología de la
~beración» (L. n:, Introducción), mientras que
la segunda Instrucción sobre el· tnisri:to témá,. L: c.~ sale ·en .su
defensa?
La contestación es sencilla:. no
hay ninguna contraqicción
eAÍre 'estos dos dócum~Íos, rii tampoco un cambio de posici9n
de parte de la Santa S,;<\e. Lo que ocurre ~ que la primera
I,:istrucción (L _,¡)., se refiere sólq .a <«;iertas f,ormas. de la teo
logía,
de la·. liberación», las
cuales recurren. «a
conceptos toma
dos de diversas corrientes del pensamiento marxista» (L. n., In
troducción), mientras que la segunda Instrucción se refiere ante todo a la teología de la liberación como tal. En otras palabras:
la
priméra Instrucción
se
ocupa · de una .situación real, existen
. te: de la presencia de corrientes de «la teología fÍ¡ax.ista de la
liberación» (
~in usar
esta
~preiión), las
únicas que
Ía r~pre
•sentan
hasta
ahora, mientras que la segunda Instrucción
(L. c.)
se refiere a la teología
de la
liberación
como un
tema
general,
el
cual, hasta ahora, no se expresó en
ningiina publicación en
1179
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL PORADOWSKI
forma completa, sistemática y profunda ( 1), pero este tema teo
lógico en si
mjsmo es
legitimo
y la «expresión teología de la li
beración es plenamente válida» (L. n., III,4 ); por eso, según
la
opinión de
la Santa Sede, debería ser el objeto de estudios
teplógkos y para faéilit~rlos y orientarlos, la L. c. imparte res
pectivas instrucciones.
No existe, pues, ninguna esencial diferencia entre estos dos
documentos y. ambos constituyen una sola enseñanza oficial de
la Iglesia sobre este
tema. Además,
en el primer documento
(L. n.) se anuncia la pronta publicación del segundo (L. c.), pues
en él se lee: «La Congregación para la Doctrina de la Fe no se
propone tratar
aquí el
vasto tema
de_ la
libertad cristiana
y de la
liberación. Lo hará en un documento posterior que pondrá en
evidencia, de modo positivo, todas sus riquezas, tanto doctrina
les como práctica»
(L. n., Introducción). Por su parte, L. c.
afirma: «La Instrucción Liberta/is nuntius sobre algunos aspec
tos de la teología
de· 1a liberación anunciaba la intención de la
Congregación
· de publicar un
segundo documento, que
pondría
en
evidencia los principales
ele¡nentos de
la doctrina cristiana
sobre la libertad
y la liberación. La presente•Introducción- res
ponde a esta. intención.. Entre
-ambos
documentos existe una
relación orgánica. Deben leerse uno a la luz del otro»
(L. c., 2).
Entonces, ambos documet;,.tos se complementan, pues existe en
tre ellos «una relación orgánica» y «deben leerse uno a la luz
del otro».
·
Si
es así, se impone la relectura del primero, es decir, de la
L. n. a la luz del segundo, del L. c., como también no se puede
interpretar al segundo, sin tomar en cuenta la posición del pri-
( 1) Hasta ahora, con ocasión de la crítica de las teologías marxistas
de
la liberación, aparecieron muy
valiosos·· «aportes»
sin ll_egar a las for
mulaciones completas,
como· lo ~n los trabajos de eminentes teólogos: IG
NACIO JIMÉ~z URJWSTI, JUAN GunhRBZ, MAxIMILIANO_ GARCÍA CORDE
RO, NICOLÁS LóPEZ MARTÍNEZ, WILHELM WEBER. CÁNDmo Pozo, JosÉ
ANTomo. ÁLDAM_A, ARMANDO BANDERA, FERN°ANDo MoRENo, CARMELO PA
LtiMBO, Jos:é MIGUEL lnÁÑEz L., JosÉ GALAT NouMER; FRANcrsco ORi>ó
ÑEZ NORIEGA:, F'RANz. I-IBNGSBACH,' GASTON FEssARD. pata mencionar sola
mente
algunos ejemplos.
1180
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
mero. Queda pues claro . que la posici6n condenatoria
sigue
invariable.
El
recbazc, de
ellas es motivado
. en L.. n. por
las
r~nes siguientes:
l. porque ellas están vinculadas con «las graves desviaciones
ideol6gicas», las
que «conducen inevitablemente a traicio
nar la causa de los
pobres» ( L. n., Introducción);
2. porque «no se puede restringir el campo
del pecado
( ... )
a
lo que se denomina "el pecado social"» (L. n., IV,14);
3. porque «no se puede tampoco localizar
el mal principal y
únicamente en las estructuras económicas, sociales o polí
ticas malas ( ... ). «Frutos· de la a~ci6n del hombre, las es:
tructuras, buenas o i:nalas·, son consecuencias antes ~e ser
causas. La raíz del mal reside, pues, en las personas libres
.· y responsables» (L. n., IV,15);
4. porque «cuando se pone como primer imperativo
1a revo
Juci6n radical de
las relaciones
sociales y se cuestiona, a
partir de aquí,
la búsqúeda · de la perfección personal, se
entra
eh el camino de la negaci6n del sentido de la perso
na y
de su trascendencia, y se arruina la ética y su funda
tnento que es el carácter
· absoJ,.to de
la distinción
entre el
bien
y el mal»
(L. n., IV,15);
5. porque
las caracteriza el inmanentismo historisista que es
instrínsico a ellas. El correspondiente texto es el siguiente: «En esta concepci6n, la lucha de clases es el motor de la
historia.
La historia llega a ser as! una noción central. Se
afirmará que
Dios se hace historia. Se añadirá que no hay
más que una sola historia, en la cual no hay que distinguir
ya entre historia de la salvaci6n e
historia profana.
Mante
ner la distinción serla caer en el "dualismo". Semejantes
afumaciones reflejan un inmanentismo historialista. Por esto
se tiende a identificar el Reino de Dios su devenir con
el
movimiento de la liberaci6n humana, y a hacer de la his
toria misma el sujeto de su propio desarrollo como pro
ceso de la autoredención del hombre a través de la lucha
1181
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de clases. Esta identificación, está en opos1e1on con la fe
de la Iglesia, tal como la ha recordado el Concilio Vati-.
cano
U»
(L. n., IX,3 );
6. porque algunos llegan hasta el límite ,de identificar a
.Dios
y la historia, y a definir la fe como "fidelidad a la historia",
lo cual
significa :fidelidad
comprometida
en una
práctica
política conforme a
la concepción del devenir de la huma
nidad concebido como un mesianismo· puramente tempo
ral»
(L. n., IX,4);
7. porque, «en consecuencia, le
fe, la esperanza y la caridad
reciben un nuevo contenido:. ellas son "fidelidad a
la his
toria", "Confianza en el .futuro", "opd6n por los pobres":
que es como negarl,¡,s en su realidad teologal» (L. n., IX,5);
8. porque «de esta nueva concepción se sigue inevitablemente
una
politi2ación radical
de las
afirmaciones de
la fe
y de
los juicios teológicos».
«Se trata más bien de la subordina
ción de toda afirmación de la fe o de la teología a un
cri
terio político dependiente de· la teoría de la lucha de cla
ses,
motor de
la
historia,. (L. n.; IX,6);
9. porque
«eh cuanto
a la Iglesia, se tiende a ver
·en ella sólo
'Una realidad Interior de la historia, que obedece también
. ·a las',Ieyes que
se suponen dirigen el devenit histórico en
su inmanencia».
«Igualmente, se
niega
que· tenga tódavía
,
'sentido
la participación en
la misma Mesa eucarística de
·cnsti0.nos que, por. otra -¡mrte·; peri:f!nece11 a clases·· opuestas»
(L. n., IX,8); ,. ·
10; porque las teologías marxistas de la liberación «conducen
a una amalgama ruinosa entre' el pobre de lá Escritura y
el proletario de Marxi (L. n., IX,10); ·
lf .. · •'porque «se trata 'poner 'en duda fa estructura sacramental y
'jerárquica de
la'
Iglesia, tal
con:io la ha
querido el ·Sefíor.
Se denuncia la jerarquía· y · el Magisterio como represen
. tan
tes objetivos de la clase
dominante que
es necesario com
batir»
(L n., IX,13);
12, porque las teologías
marxistas de la
liberación recliazan con
desdén la
doctrina
-social· de
la
Ig1esia (L. n., X,4);
1182
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA UBERACJON?
13. porque «la nueva hermenéutica inscrita en las teologías
(marxistas) de la liberación conduce a una relectura esen
cialmente política de la
Escritura. Por
tanto se da mayor
importancia al acontecimiento del Exodo en
.cuanto que
es
libetación
de la esclavitud política. Se propone, igualmen
te,
uha lectura política del Magnificat. El error no está
aquí en prestarle atención a una dimensión política de los
relatos bíblicos. Está en bacet de esta dimensión la di mensión principal y exclusiva, que conduce a una lectura
reductora de la Escritura»· (L.
n., X,5);
14. las teologías marxistas de la libetación se sitúan «en la
perspectiva de un mesianismo temporal, el cual es una de
las expresiones más rádicales de
']a secularización
del Rei
no de Dios y de su absorción en la inmanencia de la his
toria humana» ( L.
n., X,6 );
15. porque en ellas «se ha llegado a negar la radical novedad del Nuevo Testamento y, ante todo, a desconocet la per
sona de Nuestro Señor Jesucristo, vetdadero Dios y vet
dadero hombre»
·(L. n., X,7); ·
16.
porque. «es cierto
que
se· conservan·
literalmente
las fór
mulas
de la
fe, én particular la de Calcedonia; peto se le
atribuye una nueva
significación, h cual es una negación
de la fe de la Iglesia»
(L. n., X,9).
17. Porque
«está claro que se niega
lá ·te en el Verbo encar
nado». «Se le substituye por una "figura" de Jesús
q~e es
una
especie de símbolo. que
recapittila en sf
las exigencias
de la lucha de los oprimidos»
(L. n., X,11):
18.
porque
«ásl se
da una
interpretación exclusivamente
po
lítica de la muerte de
Cristo, Por
ello se niega su valor
sal•
vífico
y
toda
la economía
de la redención»
(L. n., X,12);
19, · porque en estas teologías marxistas se hace una inversión
de los
símbolos de
la
fe crisúana. «La Eucaristía ya ·no es
comprendida
en su verdad de presencia sacramental del sa
crificio reconciliador,
y como el don del Cuerpo y de la
· Sangre de Cristo. Se convierte en celebración del· pueblo
que lucha. En consecuencia, se niega·
radicalinente la uni-
1183
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MIGUEL PORADOWSKI
dad de la Iglesia. La upidad, la reconciliación, la comunión
en el ya no se conciben oomo don que recibimos de Cris
to. La clase histórica- de los pobres es la que construye la
·
unidad,
a través de su lucha. La lucha de
clases es
el ca
mino para esta unidad. La
-Eucaristía llega
a ser .así Euca
ristía de
clase. "Al mismo
tiempo
se niega
la
foerza triun
fante
del amor de Dios que se nos ha dado»
(L. n., X,16);
20. además, L~ n. nos recuerda que-«la inversión por la vio-
. lencia revolucionaria de las estructuras generadoras de in
justicia no es
1fso facto el comienzo de la instauración de
un régimen
justo. Un
hecho notable de nuestra época
debe
ser
objeto de
la reflexión de todos aquellos que quieren sin
ceramente la verdadera liberación de
sus hermanos. Millo
nes de · nuestros contemporáneos aspiran legítimamente a
recuperar las libertades fundamentales de las que han sido
privados por regímenes totalitarios y ateos que se han apo derado del poder por caminos revolucionarios y violentos,
precisamente en nombre de la liberación del pueblo. No se puede ignorar esta vergüenza de nuestro t_iempo: pretendiendo aportar la libertad se mantiene a naciones ente
ras en condiciones de esclavitud indignas del hombre. Quie-
. nes se vuelven cómplices de semejantes esclavitudes, tal vez
inconscientemente, traicionan a los pobres que intentan ser
. vir» (L. n., XI,10).
Las conclusiones de
L. n. ponen . énfasis en expresar: «Las
teologías de la liberación. tienden especialmente a desconocer o
eliminar: trascendencia y gratitud de la liberación en Jesucristo,
verdádero Dios
y verdadero hombre, soberanía de su gracia, ver
dadera naturaleza de los medios de salvación, y en particular de
la Iglesia y de los sacramentos. Se recordará la verdadera signi
ficación de la ética para
la cual la distinción entre el bien y el
mal no podrá
ser relativizada,
el sentido auténtico del pecado,
la necesidad de la conversión y la universalidad de la ley del
amor fraterno. Se pondrá en guardia contra una politización de
la existencia que, desconociendo a un tiempo la especificidad del
. 1184
Fundaci\363n Speiro
¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
Reino de Dios y la trascendencia de la persona, conduce a sacra
lizar la política y a captar la religiosidad del pueblo en beneficio
de
empresas revoluclonatias
{L. n., XI,17).
Es, pues, a la luz de estas. afumaciones que debería ser leída
e interpretada la segunda Instrucción
(L.c. ).
Dado el hecho que todas ·las existentes teologías de la libe
ración son matxistas ( 2 ), pero que el mismo tema de la
t~ología
de
la liberación es legitimo
{L. n., VI,7) y la expresión «Teo
logía de
la liberación» «es una expresión plenatnente válida»
(L n., II,4), la segunda Instrucción (L. c.) quiere rescatarlo y
· contribuir a la elaboración de una teologia de la liberación autén
tica, es
decir, la que debería ser fundada en
1a teologia tradi
cional y en la fi!osoffa cristiana de siempre (la pMosophia pe
rennis)
y formulada dentro del contexto de la doctrina social de
la Iglesia. El documento en marras reconoce que esta auténtica teologia de la liberación hasta
·ahora no
existe, sin embargo con
sidera urgente su elaboración, la cual tarea
deberla seguir
las
instrucciones dadas
al respecto en· el mismo documento.
¿ Por qué todas las existentes hasta ahora teologfas de la li
beración
son marxistas?
Porque aparecieron como trabajos
. de
los
marxistas y porque
est!lll inspiradas
por la teologia de la li
beración de
Karl Marx (3 ). Todas ellas, pues, son marxistas,
sin embargo hay entre ellas enormes diferencias. Todas son mat
xistas porque todas. siguen el enfoque de Marx: liberat
al hom
bre
de las alienaciones: religiosa { de la creencia en la existencia
de Dios),
económica (de la propiedad privada) y polírica (de la
insriruci6n de .Estado); es decir, tienen .por finalidad llevar al
· hombre
a la sociedad comunista: atea, materialista y «despoliti
zada» (sin la «polis»,
sin el Estado).
Estas teologias marxistas de
fa liberación en . la actualdad .se
reducen a las tre~ corrientes Principales, a saber: las latinoame
ricanas, que tienen por finalidad comprometer a los cristianos
(2) Véase, del autor, El marxismo en la teologla,' cápítu10· · «Las teo·
logias Iatinoameticanas de la liberación», págs. 59-77:
(3) Véase, del autor, Karl Marx, SU pensamiento y su revoluci6n, ·ca
pítulo «La teólog{a de la "liberacióri de -Karf Marx», págs. 45-96. ·
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con la revolución marxista (die Weltrevolution) y con la revolu
ción marxista-leninista
(der W eltoktober) ( 4 ), y las norteameri
canas, que son dos: la teología de la liberación «negra», en la
cual la lucha de clases está reemplazada
por la
lucha de razas,
de los
negros contra los blancos (5) y la «libertaria», en la cual
se aboga por la plena «liberación»
del hombre de las normas
morales objetivas, del Decálogo, especialmente
respecto a la con
vivencia sexual; se trata de los movimientos de «la liberación
femenina»
(iesbiallas) y
de los movimientos homosexuales.
En Chile, después de la publicación de las mencionadas Ins
trucciones (L. n. y L. c.), apareció recientemente (abril de 1986) ·
una nueva corriente marxista
de la teología de la liberación, ela
borada por Fernando Castillo Lagarrigue y presentada en su
libro
«Iglesia liberadora y política». El autor va mucho más le
jos en los sueños marxistas que las teologías marxistas de la li
beración latinoamericanas, las de G.
Gutiérrez, de
H. Assmann,
de
J. L. Segundo, de Leonardo Boff y de otros de menor impor
tancia. Para Fernando Castillo
Lagarrigue ya
no se trata sólo ·de
reclamar
. la
presencia
y la
tolerancia de las
teologías marxistas
de
la liberación dentro de la Iglesia tradicional, sino de instalar en
la Iglesia, la cual
él llama «oficial», a otra Iglesia, «la Iglesia li
beradora», la cual debería estar comprometida con el «socialis mo». Se trata de un «socialismo» que, según el autor, no tenga
nada que ver con los socialismos históricos, es decir, con las doc
trinas socialistas y sus distintas realizaciones, sino que se trata
de un socialismo que debería surgir espontáneamente del «pue
blo» (en oposición a los socialismos históricos que surgieron de la «burguesía»), como una gran tarea del futuro y como una ra
dical desacralización
y secularización del Reino de Dios. Sin
· · embargo,
su enfoque sigue fielmente el pensamiento
de Marx y
( 4) Sobre la diferencia entre estas dos revoluciones véase, del autor,
, Karl Marx, su pensamiento y su revolución, Santiago, 1986, el Capítulo
«La
Wdtrevolution y d Weltoktober», págs. 151-179.
(5) Véase, del autor, «La.·teologfa negra», en el libro El marxismo en
la teologla, Santiago, 1986, p6gs. 178-203.
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¿QUE PASA CON LA TBOWGIA DE LA LIBERACION?
sus seguidores, de manera que su «Iglesia liberadora» es, en rea
lidad, una Iglesia al servicio de
la revolución marxista-comunis
ta.
Revolución en la cual el socialismo es solamente
Ulla etapa
hasta el comunismo, como lo advierte el Papa Juan Pablo II
en
su
encíclica
Laborem exercens ( al final del párrafo 11 ).. Para
Fernando
Castillo
Lagarrigue no ~asta que
la teología
de la li
beración esté al
servicio de
la revolución
marxisla-comunista, sino
que
la misma Iglesia asuma conscientemente esta tarea históri
ca, identificándose con la «Iglesia liberadora», o, mejor dicho,
asumiendo esta tarea se haga «liberadora».
Así, pues, el tema de la teología
de la liber~ción. sigue sien
do de plena actualidad, tanto para la Iglesia como para el Es
tado;
pue~ todos,
los creyentes y los
no. creyentes,
los cristia
nos y no cristianos, siguen siendo
amenazados por
la teología
marxista de
la liberación puesta al servicio de la revolución mar
xista-comunista.
El asunto de la «Iglesia liberadora», tal como la concibe Fer
nando Castillo Lagarrigue, es gravísimo, pues no se trata de la
opinión de una sola persona, sino de un sector· muy vasto de
la.
Iglesia católica en Chile, el sector de los «Cristianos por el so
cialismo», de los que quince años atrás fueron los «ochenta» y después los «doscientos», pero que hoy día son muchos más
y que se expresan en muchísimas publicaciones, como las revistas
Mensaje y la Pastoral popular, nuevamente editadas en Chile,
en boletines de las «zonas» de la archidiócesis de Santiago, en
las publicaciones de la
Vicaría de
la Solidaridad, etc. Esta posi
ción es también acogida por las pastorales universitarias, de la
juventud, obrera y poblacional. Es una posición que, enfática mente,
rechaza ambas
Instrucciones de la Santa Sede sobre la
teología de la liberación, tanto el documento
Libertatis muntius
como el documento Libertatis conscientia; es más, rechaza y hace
caso omiso no solamente de todas las encíclicas sociales que con
denan
el socialismo (y lo hacen todas, incluida la Laborem exer
cens), sino también r.echaza la misma doctrina social de la Igle
sia, sobre la importancia de la cual tanto insiste
el Papa Juan
Pablo II. La «Iglesia liberadora», continuadora de la
teología
111!7
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mal'.XÍsta de la liberación, lanzada actualmente ,en Chile,. es una.
clara rebelión contra
la Iglesia;
es el «cabayo de Troya en
la
Ciudad de Dios» como diría Dietrich von Hildebrand o, mejor
dicho, es el «burro (por
tonto· y
porfiado) en la Ciudad de Dios»,
según la irónica expresión reciente de
Erik v. Kuehnelt-Leddihn.
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