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Número 249-250

Serie XXV

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¿Qué pasa con la teología de la liberación?

¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
POR
MIGUEL PoRADOWSKI
Después · de la publicación por la Santa Sede de la segunda
Instrucción sobre la teología de la
liberaclón, IJbertatis cons­
cientia (en
adelante L. c.) el 25 de marzo de 1986; muchas per­
sonas, desorientadas por una maliciosa interpretación· de este
documento, se preguntan:
¿qué pasa

con la teología de la
libe­
ración?

¿Por
qué la

primera
Instrucción· de la

Santa Sede,
Li­
bertatis nuntius (en adelante L. n.) del 6 de agosto de 1984,
eateg6ricamente censuro, rechazó y conden6 «ciertas formas de
la

teología de la
~beración» (L. n:, Introducción), mientras que
la segunda Instrucción sobre el· tnisri:to témá,. L: c.~ sale ·en .su
defensa?
La contestación es sencilla:. no
hay ninguna contraqicción
eAÍre 'estos dos dócum~Íos, rii tampoco un cambio de posici9n
de parte de la Santa S,;<\e. Lo que ocurre ~ que la primera
I,:istrucción (L _,¡)., se refiere sólq .a <«;iertas f,ormas. de la teo­
logía,
de la·. liberación», las

cuales recurren. «a
conceptos toma­
dos de diversas corrientes del pensamiento marxista» (L. n., In­
troducción), mientras que la segunda Instrucción se refiere ante todo a la teología de la liberación como tal. En otras palabras:
la
priméra Instrucción

se
ocupa · de una .situación real, existen­
. te: de la presencia de corrientes de «la teología fÍ¡ax.ista de la
liberación» (
~in usar

esta
~preiión), las

únicas que
Ía r~pre­
•sentan
hasta

ahora, mientras que la segunda Instrucción
(L. c.)
se refiere a la teología
de la

liberación
como un

tema
general,
el

cual, hasta ahora, no se expresó en
ningiina publicación en
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Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
forma completa, sistemática y profunda ( 1), pero este tema teo­
lógico en si
mjsmo es

legitimo
y la «expresión teología de la li­
beración es plenamente válida» (L. n., III,4 ); por eso, según
la

opinión de
la Santa Sede, debería ser el objeto de estudios
teplógkos y para faéilit~rlos y orientarlos, la L. c. imparte res­
pectivas instrucciones.
No existe, pues, ninguna esencial diferencia entre estos dos
documentos y. ambos constituyen una sola enseñanza oficial de
la Iglesia sobre este
tema. Además,
en el primer documento
(L. n.) se anuncia la pronta publicación del segundo (L. c.), pues
en él se lee: «La Congregación para la Doctrina de la Fe no se
propone tratar
aquí el

vasto tema
de_ la

libertad cristiana
y de la
liberación. Lo hará en un documento posterior que pondrá en
evidencia, de modo positivo, todas sus riquezas, tanto doctrina­
les como práctica»
(L. n., Introducción). Por su parte, L. c.
afirma: «La Instrucción Liberta/is nuntius sobre algunos aspec­
tos de la teología
de· 1a liberación anunciaba la intención de la
Congregación
· de publicar un
segundo documento, que
pondría
en

evidencia los principales
ele¡nentos de
la doctrina cristiana
sobre la libertad
y la liberación. La presente•Introducción- res­
ponde a esta. intención.. Entre
-ambos
documentos existe una
relación orgánica. Deben leerse uno a la luz del otro»
(L. c., 2).
Entonces, ambos documet;,.tos se complementan, pues existe en­
tre ellos «una relación orgánica» y «deben leerse uno a la luz
del otro».
·
Si

es así, se impone la relectura del primero, es decir, de la
L. n. a la luz del segundo, del L. c., como también no se puede
interpretar al segundo, sin tomar en cuenta la posición del pri-
( 1) Hasta ahora, con ocasión de la crítica de las teologías marxistas
de

la liberación, aparecieron muy
valiosos·· «aportes»
sin ll_egar a las for­
mulaciones completas,
como· lo ~n los trabajos de eminentes teólogos: IG­
NACIO JIMÉ~z URJWSTI, JUAN GunhRBZ, MAxIMILIANO_ GARCÍA CORDE­
RO, NICOLÁS LóPEZ MARTÍNEZ, WILHELM WEBER. CÁNDmo Pozo, JosÉ
ANTomo. ÁLDAM_A, ARMANDO BANDERA, FERN°ANDo MoRENo, CARMELO PA­
LtiMBO, Jos:é MIGUEL lnÁÑEz L., JosÉ GALAT NouMER; FRANcrsco ORi>ó­
ÑEZ NORIEGA:, F'RANz. I-IBNGSBACH,' GASTON FEssARD. pata mencionar sola­
mente
algunos ejemplos.
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¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
mero. Queda pues claro . que la posici6n condenatoria Santa Sede respecto . a «las teologías marxistas de la liberaci6n»
sigue
invariable.
El
recbazc, de
ellas es motivado
. en L.. n. por
las
r~nes siguientes:
l. porque ellas están vinculadas con «las graves desviaciones
ideol6gicas», las

que «conducen inevitablemente a traicio­
nar la causa de los
pobres» ( L. n., Introducción);
2. porque «no se puede restringir el campo
del pecado
( ... )
a
lo que se denomina "el pecado social"» (L. n., IV,14);
3. porque «no se puede tampoco localizar
el mal principal y
únicamente en las estructuras económicas, sociales o polí­
ticas malas ( ... ). «Frutos· de la a~ci6n del hombre, las es:
tructuras, buenas o i:nalas·, son consecuencias antes ~e ser
causas. La raíz del mal reside, pues, en las personas libres
.· y responsables» (L. n., IV,15);
4. porque «cuando se pone como primer imperativo
1a revo­
Juci6n radical de
las relaciones

sociales y se cuestiona, a
partir de aquí,
la búsqúeda · de la perfección personal, se
entra
eh el camino de la negaci6n del sentido de la perso­
na y
de su trascendencia, y se arruina la ética y su funda­
tnento que es el carácter
· absoJ,.to de

la distinción
entre el
bien

y el mal»
(L. n., IV,15);
5. porque

las caracteriza el inmanentismo historisista que es
instrínsico a ellas. El correspondiente texto es el siguiente: «En esta concepci6n, la lucha de clases es el motor de la
historia.
La historia llega a ser as! una noción central. Se
afirmará que

Dios se hace historia. Se añadirá que no hay
más que una sola historia, en la cual no hay que distinguir
ya entre historia de la salvaci6n e
historia profana.

Mante­
ner la distinción serla caer en el "dualismo". Semejantes
afumaciones reflejan un inmanentismo historialista. Por esto
se tiende a identificar el Reino de Dios su devenir con
el
movimiento de la liberaci6n humana, y a hacer de la his­
toria misma el sujeto de su propio desarrollo como pro­
ceso de la autoredención del hombre a través de la lucha
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MIGUEL PORADOWSKI
de clases. Esta identificación, está en opos1e1on con la fe
de la Iglesia, tal como la ha recordado el Concilio Vati-.
cano


(L. n., IX,3 );
6. porque algunos llegan hasta el límite ,de identificar a
.Dios
y la historia, y a definir la fe como "fidelidad a la historia",
lo cual
significa :fidelidad

comprometida
en una
práctica
política conforme a
la concepción del devenir de la huma­
nidad concebido como un mesianismo· puramente tempo­
ral»
(L. n., IX,4);
7. porque, «en consecuencia, le
fe, la esperanza y la caridad
reciben un nuevo contenido:. ellas son "fidelidad a
la his­
toria", "Confianza en el .futuro", "opd6n por los pobres":
que es como negarl,¡,s en su realidad teologal» (L. n., IX,5);
8. porque «de esta nueva concepción se sigue inevitablemente
una
politi2ación radical
de las
afirmaciones de
la fe
y de
los juicios teológicos».
«Se trata más bien de la subordina­
ción de toda afirmación de la fe o de la teología a un
cri­
terio político dependiente de· la teoría de la lucha de cla­
ses,
motor de
la
historia,. (L. n.; IX,6);
9. porque
«eh cuanto

a la Iglesia, se tiende a ver
·en ella sólo
'Una realidad Interior de la historia, que obedece también
. ·a las',Ieyes que

se suponen dirigen el devenit histórico en
su inmanencia».
«Igualmente, se

niega
que· tenga tódavía
,
'sentido

la participación en
la misma Mesa eucarística de
·cnsti0.nos que, por. otra -¡mrte·; peri:f!nece11 a clases·· opuestas»
(L. n., IX,8); ,. ·
10; porque las teologías marxistas de la liberación «conducen
a una amalgama ruinosa entre' el pobre de lá Escritura y
el proletario de Marxi (L. n., IX,10); ·
lf .. · •'porque «se trata 'poner 'en duda fa estructura sacramental y
'jerárquica de

la'
Iglesia, tal

con:io la ha
querido el ·Sefíor.
Se denuncia la jerarquía· y · el Magisterio como represen­
. tan

tes objetivos de la clase
dominante que
es necesario com­
batir»
(L n., IX,13);
12, porque las teologías
marxistas de la
liberación recliazan con
desdén la

doctrina
-social· de
la
Ig1esia (L. n., X,4);
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¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA UBERACJON?
13. porque «la nueva hermenéutica inscrita en las teologías
(marxistas) de la liberación conduce a una relectura esen­
cialmente política de la
Escritura. Por

tanto se da mayor
importancia al acontecimiento del Exodo en
.cuanto que

es
libetación
de la esclavitud política. Se propone, igualmen­
te,
uha lectura política del Magnificat. El error no está
aquí en prestarle atención a una dimensión política de los
relatos bíblicos. Está en bacet de esta dimensión la di­ mensión principal y exclusiva, que conduce a una lectura
reductora de la Escritura»· (L.
n., X,5);
14. las teologías marxistas de la libetación se sitúan «en la
perspectiva de un mesianismo temporal, el cual es una de
las expresiones más rádicales de
']a secularización

del Rei­
no de Dios y de su absorción en la inmanencia de la his­
toria humana» ( L.
n., X,6 );
15. porque en ellas «se ha llegado a negar la radical novedad del Nuevo Testamento y, ante todo, a desconocet la per­
sona de Nuestro Señor Jesucristo, vetdadero Dios y vet­
dadero hombre»
·(L. n., X,7); ·
16.
porque. «es cierto

que
se· conservan·
literalmente
las fór­
mulas

de la
fe, én particular la de Calcedonia; peto se le
atribuye una nueva
significación, h cual es una negación
de la fe de la Iglesia»
(L. n., X,9).
17. Porque

«está claro que se niega
lá ·te en el Verbo encar­
nado». «Se le substituye por una "figura" de Jesús
q~e es
una

especie de símbolo. que
recapittila en sf

las exigencias
de la lucha de los oprimidos»
(L. n., X,11):
18.

porque
«ásl se

da una
interpretación exclusivamente
po­
lítica de la muerte de
Cristo, Por

ello se niega su valor
sal•
vífico
y

toda
la economía

de la redención»
(L. n., X,12);
19, · porque en estas teologías marxistas se hace una inversión
de los
símbolos de
la
fe crisúana. «La Eucaristía ya ·no es
comprendida
en su verdad de presencia sacramental del sa­
crificio reconciliador,
y como el don del Cuerpo y de la
· Sangre de Cristo. Se convierte en celebración del· pueblo
que lucha. En consecuencia, se niega·
radicalinente la uni-
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MIGUEL PORADOWSKI
dad de la Iglesia. La upidad, la reconciliación, la comunión
en el ya no se conciben oomo don que recibimos de Cris­
to. La clase histórica- de los pobres es la que construye la
·
unidad,

a través de su lucha. La lucha de
clases es
el ca­
mino para esta unidad. La
-Eucaristía llega

a ser .así Euca­
ristía de
clase. "Al mismo

tiempo
se niega

la
foerza triun­
fante

del amor de Dios que se nos ha dado»
(L. n., X,16);
20. además, L~ n. nos recuerda que-«la inversión por la vio-
. lencia revolucionaria de las estructuras generadoras de in­
justicia no es
1fso facto el comienzo de la instauración de
un régimen
justo. Un

hecho notable de nuestra época
debe
ser

objeto de
la reflexión de todos aquellos que quieren sin­
ceramente la verdadera liberación de
sus hermanos. Millo­
nes de · nuestros contemporáneos aspiran legítimamente a
recuperar las libertades fundamentales de las que han sido
privados por regímenes totalitarios y ateos que se han apo­ derado del poder por caminos revolucionarios y violentos,
precisamente en nombre de la liberación del pueblo. No se puede ignorar esta vergüenza de nuestro t_iempo: pre­tendiendo aportar la libertad se mantiene a naciones ente­
ras en condiciones de esclavitud indignas del hombre. Quie-
. nes se vuelven cómplices de semejantes esclavitudes, tal vez
inconscientemente, traicionan a los pobres que intentan ser­
. vir» (L. n., XI,10).
Las conclusiones de
L. n. ponen . énfasis en expresar: «Las
teologías de la liberación. tienden especialmente a desconocer o
eliminar: trascendencia y gratitud de la liberación en Jesucristo,
verdádero Dios

y verdadero hombre, soberanía de su gracia, ver­
dadera naturaleza de los medios de salvación, y en particular de
la Iglesia y de los sacramentos. Se recordará la verdadera signi­
ficación de la ética para
la cual la distinción entre el bien y el
mal no podrá
ser relativizada,

el sentido auténtico del pecado,
la necesidad de la conversión y la universalidad de la ley del
amor fraterno. Se pondrá en guardia contra una politización de
la existencia que, desconociendo a un tiempo la especificidad del
. 1184
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¿QUE PASA CON LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION?
Reino de Dios y la trascendencia de la persona, conduce a sacra­
lizar la política y a captar la religiosidad del pueblo en beneficio
de

empresas revoluclonatias
{L. n., XI,17).
Es, pues, a la luz de estas. afumaciones que debería ser leída
e interpretada la segunda Instrucción
(L.c. ).
Dado el hecho que todas ·las existentes teologías de la libe­
ración son matxistas ( 2 ), pero que el mismo tema de la
t~ología
de

la liberación es legitimo
{L. n., VI,7) y la expresión «Teo­
logía de

la liberación» «es una expresión plenatnente válida»
(L n., II,4), la segunda Instrucción (L. c.) quiere rescatarlo y
· contribuir a la elaboración de una teologia de la liberación autén­
tica, es

decir, la que debería ser fundada en
1a teologia tradi­
cional y en la fi!osoffa cristiana de siempre (la pMosophia pe­
rennis)
y formulada dentro del contexto de la doctrina social de
la Iglesia. El documento en marras reconoce que esta auténtica teologia de la liberación hasta
·ahora no

existe, sin embargo con­
sidera urgente su elaboración, la cual tarea
deberla seguir

las
instrucciones dadas
al respecto en· el mismo documento.
¿ Por qué todas las existentes hasta ahora teologfas de la li­
beración
son marxistas?
Porque aparecieron como trabajos
. de
los

marxistas y porque
est!lll inspiradas
por la teologia de la li­
beración de
Karl Marx (3 ). Todas ellas, pues, son marxistas,
sin embargo hay entre ellas enormes diferencias. Todas son mat­
xistas porque todas. siguen el enfoque de Marx: liberat
al hom­
bre

de las alienaciones: religiosa { de la creencia en la existencia
de Dios),

económica (de la propiedad privada) y polírica (de la
insriruci6n de .Estado); es decir, tienen .por finalidad llevar al
· hombre

a la sociedad comunista: atea, materialista y «despoliti­
zada» (sin la «polis»,
sin el Estado).
Estas teologias marxistas de
fa liberación en . la actualdad .se
reducen a las tre~ corrientes Principales, a saber: las latinoame­
ricanas, que tienen por finalidad comprometer a los cristianos
(2) Véase, del autor, El marxismo en la teologla,' cápítu10· · «Las teo·
logias Iatinoameticanas de la liberación», págs. 59-77:
(3) Véase, del autor, Karl Marx, SU pensamiento y su revoluci6n, ·ca­
pítulo «La teólog{a de la "liberacióri de -Karf Marx», págs. 45-96. ·
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con la revolución marxista (die Weltrevolution) y con la revolu­
ción marxista-leninista
(der W eltoktober) ( 4 ), y las norteameri­
canas, que son dos: la teología de la liberación «negra», en la
cual la lucha de clases está reemplazada
por la

lucha de razas,
de los

negros contra los blancos (5) y la «libertaria», en la cual
se aboga por la plena «liberación»
del hombre de las normas
morales objetivas, del Decálogo, especialmente
respecto a la con­
vivencia sexual; se trata de los movimientos de «la liberación
femenina»
(iesbiallas) y

de los movimientos homosexuales.
En Chile, después de la publicación de las mencionadas Ins­
trucciones (L. n. y L. c.), apareció recientemente (abril de 1986) ·
una nueva corriente marxista
de la teología de la liberación, ela­
borada por Fernando Castillo Lagarrigue y presentada en su
libro
«Iglesia liberadora y política». El autor va mucho más le­
jos en los sueños marxistas que las teologías marxistas de la li­
beración latinoamericanas, las de G.
Gutiérrez, de

H. Assmann,
de
J. L. Segundo, de Leonardo Boff y de otros de menor impor­
tancia. Para Fernando Castillo
Lagarrigue ya
no se trata sólo ·de
reclamar
. la

presencia
y la
tolerancia de las
teologías marxistas
de
la liberación dentro de la Iglesia tradicional, sino de instalar en
la Iglesia, la cual
él llama «oficial», a otra Iglesia, «la Iglesia li­
beradora», la cual debería estar comprometida con el «socialis­ mo». Se trata de un «socialismo» que, según el autor, no tenga
nada que ver con los socialismos históricos, es decir, con las doc­
trinas socialistas y sus distintas realizaciones, sino que se trata
de un socialismo que debería surgir espontáneamente del «pue­
blo» (en oposición a los socialismos históricos que surgieron de la «burguesía»), como una gran tarea del futuro y como una ra­
dical desacralización
y secularización del Reino de Dios. Sin
· · embargo,

su enfoque sigue fielmente el pensamiento
de Marx y
( 4) Sobre la diferencia entre estas dos revoluciones véase, del autor,
, Karl Marx, su pensamiento y su revolución, Santiago, 1986, el Capítulo
«La
Wdtrevolution y d Weltoktober», págs. 151-179.
(5) Véase, del autor, «La.·teologfa negra», en el libro El marxismo en
la teologla, Santiago, 1986, p6gs. 178-203.
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¿QUE PASA CON LA TBOWGIA DE LA LIBERACION?
sus seguidores, de manera que su «Iglesia liberadora» es, en rea­
lidad, una Iglesia al servicio de
la revolución marxista-comunis­
ta.

Revolución en la cual el socialismo es solamente
Ulla etapa
hasta el comunismo, como lo advierte el Papa Juan Pablo II
en
su

encíclica
Laborem exercens ( al final del párrafo 11 ).. Para
Fernando
Castillo
Lagarrigue no ~asta que

la teología
de la li­
beración esté al
servicio de

la revolución
marxisla-comunista, sino
que

la misma Iglesia asuma conscientemente esta tarea históri­
ca, identificándose con la «Iglesia liberadora», o, mejor dicho,
asumiendo esta tarea se haga «liberadora».
Así, pues, el tema de la teología
de la liber~ción. sigue sien­
do de plena actualidad, tanto para la Iglesia como para el Es­
tado;
pue~ todos,
los creyentes y los
no. creyentes,
los cristia­
nos y no cristianos, siguen siendo
amenazados por

la teología
marxista de
la liberación puesta al servicio de la revolución mar­
xista-comunista.
El asunto de la «Iglesia liberadora», tal como la concibe Fer­
nando Castillo Lagarrigue, es gravísimo, pues no se trata de la
opinión de una sola persona, sino de un sector· muy vasto de
la.
Iglesia católica en Chile, el sector de los «Cristianos por el so­
cialismo», de los que quince años atrás fueron los «ochenta» y después los «doscientos», pero que hoy día son muchos más
y que se expresan en muchísimas publicaciones, como las revistas
Mensaje y la Pastoral popular, nuevamente editadas en Chile,
en boletines de las «zonas» de la archidiócesis de Santiago, en
las publicaciones de la

Vicaría de
la Solidaridad, etc. Esta posi­
ción es también acogida por las pastorales universitarias, de la
juventud, obrera y poblacional. Es una posición que, enfática­ mente,
rechaza ambas
Instrucciones de la Santa Sede sobre la
teología de la liberación, tanto el documento
Libertatis muntius
como el documento Libertatis conscientia; es más, rechaza y hace
caso omiso no solamente de todas las encíclicas sociales que con­
denan
el socialismo (y lo hacen todas, incluida la Laborem exer­
cens), sino también r.echaza la misma doctrina social de la Igle­
sia, sobre la importancia de la cual tanto insiste
el Papa Juan
Pablo II. La «Iglesia liberadora», continuadora de la
teología
111!7
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
mal'.XÍsta de la liberación, lanzada actualmente ,en Chile,. es una.
clara rebelión contra
la Iglesia;
es el «cabayo de Troya en
la
Ciudad de Dios» como diría Dietrich von Hildebrand o, mejor
dicho, es el «burro (por
tonto· y
porfiado) en la Ciudad de Dios»,
según la irónica expresión reciente de
Erik v. Kuehnelt-Leddihn.
1188·
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