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Número 249-250

Serie XXV

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El regionalismo de Torras i Bages

EL REGIONALISMO DE TORRAS I BAGES
POR
ALVARO n'ORS
La burguesía catalana se adhirió al golpe de Estado del ge­
neral
Mart!nez Campos,

de diciembre de 1874,
por el
que se
restauró en· España la dinastía borbónica, pero un sector de esa
burguesía pronto se.
separó de
la línea canovista, desengañada del
catolicismo liberal,
y emprendió una campaña . enérgica contra el
artículo 11 de
la Constitución de 1876, que, · al introducir el
principio de
la «tolerancia de cultos», ·venía a romper con la
tradición de la unidad católica de España. El Carlismo, vencido
ese
mismo año, atraía a

los partidarios de esa
reacción católica
contra

el liberalismo canovista. La figura de Tortas i Bages viene
a colocarse en una posición
intermedia, de

defensa del catolicis­
mo tradicional, pero de búsqueda de un
modus vivendi concilia­
torio con el liberalismo reinante. Esta es también
la postura del
grupo de Vich, que tiene su órgano de
-expresión en la revista
semanal ( desde 1878)
La Veu de Montserrat, ditigida por Collell
y editada por Ramón Anglada; a ese mismo grupo se incorpors
también

el gran poeta Verdaguer. Esta orientación
venía a
seguir
la dada

a
nivel universal
por
el Papa León XIII y su propaga-
(•) JoSEP TORRAS Y B_AGES, L'Església i el Regionalisme, t altres tex.
tos (1887-1899). Edici6 a cura de Joan Lluís Pérez Francesch -«Biblio­
teca

deis
aassics del Nacionalisme Catala», núm.

12-. Edicions
de· la
Magraoa, Diputaci6 de Barcelona, 1985, XLI+ 160 págs.
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ción de una filosofía neo-escolástica a la vez que de un «Rallie­
ment» con el liberalismo dominante. Desde esta posición, el catalanismo de Torras i Bages se en­
frentaba con el más de izquierda de Almirall, y ese es el sentido
coyuntural de los artículos que aquél publicó desde 1887 con
el título de
L'Eglesia i el Regionalisme, reproducidos conjunta­
mente en esta edición diligentemente ciudada por un joven pro­
fesor
de la

Universidad Autónoma de ·Barcelona,
Pérez Francesch,
que

nos ofrece una excelente introducción sobre la obra y la
personalidad de Torras i Bages, que él ha estudiado con especial
dedicación.
Se

defiende en estos artículos una concepción tradicionalista­
ruralista del regionalismo como expresión del pensamiento ca­ tólico.
· A

las tres orientaciones del catalanismo a que nos hemos re­
ferido corresponden, respectivamente, las tribunas de la prensa
catalana: al

integrismo carlista, quizá mayoritario bajo la jefatura
de Sardá i Salvany,
El Co"eo Catalán y La Revista Popular; a
la liberal canovista, El Diario de Barcelona y El Criterio Cat6-
lico; a la conciliadora de Torras i Bages, La Veu de Montserrat
ya mencionada.
Torras i Bage• tuvo una decidida influencia en
la caracteri­
zación

del catalanismo· de.
fin de siglo, de marcado tono conser­
vador y desvinculado del Carlismo. En 1899 fue nombrado Obis­
po de Vich, y elaboró entonces una doctrina estética antimoder­
nista, sobre
· la

que ya había tratado en varias conferencias an­
teriores, como en · su -discurso de entrada en la Academia de
-Bellas Artes en 1893, sobre La belleza en la vida social. En la
distribución de fuerzas políticas que se produce en Cataluña tras
la ·crisis colonial de 1898, su. apoyo ~. la constitución de la «Lliga
Regionalista» en 1901 contribuyó a caracterizar el nuevo par­ tido. A pesar de su buena voluntad de colaborar con el gobierno
de
España, tuvo

que defender, contra la política centralista, sus
ideales
regio11alistas; por

ejemplo, cuando en 1902 el ministro
de Instrucción Pública dio
un decreto

prohibiendo
la enseñanza
del Catecismo en lengua catalana, o cuando el de Gracia y Jus-
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EL REGIONALISMO DE TORRAS I BAGES
ticia quiso ajustar la diócesis de Vid,, Solsona, _Seo de Urgell y
Tortosa a )as divisiones administrativas provinciales del Estado,
pero sobre todo cuando en 1911
él gobierno de Canalejas aprobó
la tristemente famosa «ley del candado», por la que se sometía
bajo el Estado a las órdenes y congregaciones religiosas; escribió entonces
. su

importante
carta pastoral «Dios y el César». Tam­
bién sus

ideas de
demóctacia cristiana

(«L'elevació del poble o
de la democracia
cristiana», de

1905) hubieron _de sufrir una
fuerte conmoción con la radicalización
del obrerismo

en la .«Se­
mana Trágica» de 1909. Con todo, su posición conciliadora, que
le -mantuvo apartado del Carlismo, hubo de perdurar hasta su
muerte el 7 de febrero de 1916_
Aunque, en
alg6n momento,

fue caluminosamente acusado
de separatismo, Torras i Bages no adoleció de ese exceso. El
hablaba,
más que

de «nación», como se ha venido haciendo des­
pués, de «región» Catalana, y su cre9o regionalista era una ex­
presión de su profundo cristianismo. El regionalismo· era para
él una ética y una estética esencialmente cristianas. De ahí su
crítica
del «Estado» -en esto manifestaba un rasgo general
genuinamente español- y su crítica del liberalismo y del par­
lamentarismo, cuyos orígenes protestantes
vela claramente,

de
acuerdo con el gran Jaime Balmes. Para la historia del pensamiento catalán de la época,
la figu­
ra de Torras i Bages tiene una importancia indiscutible. Otro
tema es
d de cómo esa corriente política del catolicismo tradi­
cional pero
no-carlista podía
mantenerse o no medio siglo des-
·
pués;
pero

esto requeriría un discurso más largo.
Aparte los artículos que componen la serie de
L'Esglesia i el
regionalisme, se reproducen aquí otros más breves que Pérez
Francesch ha elegido como más indicados para dar- una idea más
completa del

pensamiento del ilustre
hijo del Penedes (había
nacido

en Sant Valentí de les Cabanyes en 1846):
Influencia
normalitzadora del

regionalisme, Nova era, La /lengua regional
en el temple, Consideracions sociologiques sobre el regionalisme,
La glorificació de !'art del pagés, La forr;a de la paeslá y, como
apéndice,
La victoria del Bruc.
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ALVARO D'ORS
Para la historia del pensamiento regionalista, difícilmente se
puede encontrar una obra más fundada, congruente
y edificante
que
la de Torras i Bages. Su idea de, que el regionalismo es una
consecuencia de la ética política
· cristiana
no es un
acierto coyun­
tural, sino un principio que, en mi opinión, corresponde a una
realidad universal y permanente.
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