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Número 249-250

Serie XXV

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La voz de la conciencia europea

LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA (*)
POR
AnELARDO LOBATO, 0. P.
La conciencia va con el hombre, le acompaña en su · cam.ino,
le sigue, le persigue. Es testigo y es juez. Aplaude y denuncia.
Como
el perro fiel y el perro guardián, halaga y muerde. Tan
dentro está del hombre que la advertimos en todos
fos estratos
humanos
y en todas sus dimensiones. No se puede reducir a una
mera adquisición que nos viene de fuera, como mero producto
social, no la podemos desligar del hombre concreto para trans­
formarla en una realidad que
nos· trasciende.

Ha habido intentos
de todo, porque la conciencia participa del misterio del hombre.
La conciencia humana brota de
la· realidad

total del hombre, ra­
dica en su dimensión espiritual, participa de su condición de ser
inteligente. Es la propiedad
que tiene

el hombre para advertir
lo que le acontece. Es una cierta vuelta sobre sí mismo para
conocer y juzgar lo que hace y lo que es. Por ello la conciencia
no sólo
sigue al

hombre, en cierto modo es el hombre. Los gra-
(•) Nota Bene.--:-EI present·e ensayo cita -abundantes textos de dos_
discursos sobre Europa, uno del Papa y otro del rey de Espaiía. El lec­
tor que desee recurrir,. para ·mayor informaclón, a esas fuentes del trabajo,
puede ver el texto en las siguientes ~clones:
Juan Pablo II en España, Madrid, BAC, 1982, págs. 183-188: «La re'
novación espiritual y humana de _Europa»; Discurso· del acto europeista en
la Catedral de Santiago.
Allocutfon de S. A .. R. Juan Carlos I Roi d'Bspagne, Actas del Parla­
mento europeo, 14 de mayo de 1986, págs. 146-150.
Para una aproximación a la idea y concepto actual de Europa, CO!) _se­
lecfi6n de textos y abundante bibliografía, cfr. L. MrsT'RORIGO, L'idea
d1Europa. Storia, evoluzione, attuttlit"li, Citta Nuova Edítrice, 1982.
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dos de .conciencia psíquica, moral o trascendente, nos dan los
grados de madurez del
hombre concreto,
nos indican su estruc­
tura
faterior, delatan

su personalidad. El hombre es como un
árbol, pero con las raíces hacia arriba, al decir de Aristóteles al principio de su libro sobre el
alma. En la medida que esas raí-.
ces

penetran en
el interior, hacen madurar la personalidad y la
conciencia. Y en esa medida
el hombre se descubre a sí mismo,
se encuentra consigo, desvela su propio misterio. Esta es la gran tarea del hombre, de cada hombre y de los hombres como co­
munidad que se despliega en la historia.
El conócete a ti mismo,
que Sócrates leyó en el templo de
Delfos, y
tomó como norma
de su propio
cam:ino, ha

sido el despertar de la cultura de occi­
dente y sigue siendo norma
válida para el ctecinúento cultural.
Debido

a múltiples factores coyunturales, hoy se percibe un
nuevo renacer de la conciencia europea en esta porción de Occi­
dente que, no
sin cierta ironía, Nietzche

designaba como «apén­
dice de. Asia». Primero
se· forjó

Europa. Luego Europa tomó
conciencia de sí misma. Más tarde Europa sufre un proceso de
atomización disolvente. No es fácil. tejer todo el proceso de estas
tres etapas que
Y.ª comprenden cerca de los .tres milenios de his­
toria. Sin
duda· la

fase más lenta, laboriosa
y con valor perenne.
es la
primera, la

que lleva a la constitución
y a la unidad, la que
parte de la
geografía y alean.za .las cimas de los valores . del espí­
ritu. Posiblemente la segunda no da síntomas claros hasta
Ma­
chiavelli. La tercera, polivalente y disgregadora, ha venido con
la modernidad, con la constitución de las diversas naciones que
pugnan por
la hegemonía. Ese proceso ha llegado al· paroxismo
en el siglo xx, cuandó en el
corto período de. los

primeros cin­
cuenta años, Europa ha sido escenario horripilante de las mayores
tragedias de la humanidad, de dos guerras mundiales. Y sólo después, doliente y pulverizada,
ha sido capaz de la vuelta. sobre

misma, de oir la voz de
l:a conciencia que reclama la unidad
y pide rehacer a Europa. Esa
voz resuena
cada día más poderosa.
Si estamos atentos
a 1os

signos de los tiempos, como pedía
con insistencia Juan XXIII, advertimos con gozo los anhelos con­
vergentes en busca· de
Ufia Europa

·nueva, fiel a su tradición.
S~r-
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LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA
gen las instituciones·europeas en el terreno econón:rlco, como-base,
y se extienden al terreno político como cauce .. Tienen que llegar
al

terteno cultural
y,.¡) espiritual
para lograr
la meta. Los ojos
y el corazón de muchos se vuelven ahora,
desde la base ya pues­
ta, hacia ese horizonte espiritual, recordando lo que significó
Europa en el concierto de los pueblos y se proyecta con ilusión al futuro de este continente en una nueva etapa de su andadura
histórica. Europa tiene un destino configurado por
su misma

es­
tructura secular: el de ir delante en el camino de
la humanidad
y

en la conquista de los valores espirituales, desde
los cuales
el
hombre realiza su propia existencia en plenitud.
Hay muchos que
se interrogan sobre el futuro de Europa y lo hacen desde esa
memori.a _del pasado, Conscientes de que
la matcha de la liber­
tad en
la historia no se hace desde el juego del azar, ni desde
un destino ciego, sino desde
la percepción de los
valores y el
compromiso por su conqnista, la nueva conciencia está pidiendo
un esfuerzo para asumir la propia ideotidad. El hombre europeo se hace en
la fidelidad creativa, desde el sustrato de una tradi­
ción de valores vigentes; El hombre europeo se
interroga hoy
cómo

rehacer
Europa:
En

cada etapa
de· la historia el ser· humano se realiza como
proyecto, desde una base
· que

estima ya solidificada. El hombre
necesita
ir hacia adelante. Memoria y proyecto se completan como
los

dos polos de un mismo procesó. En la hora actual
la proyec­
ción más acusada de
lá cultura

delata una característica,
rípica
del

ser personal.
Quizá se debe a que estamos en la hora de la
emergencia de la persona y todo se viste con el esplendor que
brota de ella. Esta noticia típica es la proyección en un
doble
seotido,

que a quienes no saben leer en profundidad resulta
con­
tradictorio:

se
busca con pasión

lo concreto y se aspira con ilu­
sión hacia la totalidad. Lo concreto se verifica en
la. existencia,
en el
aqul y el ahora. La . totalidad tiende a no olvidar ninguna
de las dimensiones·· del ser humano, a implicar de algún· modo
a
todos los hombres, a tener presente a todo el mundo. Ambas
notas tienen ahora ·vigencia. E~tán en ·auge con- c:aracterí,;;ticaS'
que nunca tuvieron. Y lo están de modo simultáneo. Los bom-
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ABELARDO LOBATO, O. P.
bres de hoy tienen un sentido agudo de _la existencia, de lo local,
de la región, de la fugacidad del momento. Pero sienten al mismo
tiempo el hambre de lo universal, de lo humano en su
tot¡¡lidad.
Hay

una presencia del hombre al hombre como no la hubo en
las épocas anteriores de
la historia. La dialéctica de estos opuestos
crea en buena medida los grandes conflictos de nuestro tiempo
en todos los niveles, sobre todo de tipo social, que están más a
la vista.
Quizá todo ello es una proyección de la condición inalienable
del ser personal., Porque éste se realiza en la existencia concreta,
es lo más autónomo que hay en el mundo, todo él constituido
por
seres singulares,
y se despliega en la historia como un camino
de libertad y liberación frente a los demás, nunca logrado del.
todo,. y al mismo tiempo vive en encuentro con el otro, en la
trascendencia, en la forja de. unidad por encima de todas. las di­
visiones. Todo hombre tiene una vocación personal. Pero sólo
la realiza en la comunión con otras personas, en la sociedad y en
la comunidad. Estos

dos aspectos son complementarios,
más que
opuestos. El espacio y el tiempo son nuestra cuarta dimensi6IJ.·,
nuestro envolvente vital. El hombre actual descubre el valor de la
propia región, como quien vuelve a su hogar desde un país
le­
jano. El hombre ha sido siempre un ser implantado. Tiene pa­
dres y tiene patria. Junto a
lo biológico y lo familiar, todo lo
que implica las raíces· culturales: un pasado, una historia, un
.
modo

de
ser que

no se confunde con los demás. La conciencia de
Europa brota pujante en este contexto, que se advierte a niveles más concretos en todos los países. Europa es una región en
el
concierto del mundo social y cultural. Está más acá de Asia, es
Occidente. Está más acá de. América, en esta orilla del Atlántico.
La proximidad del V Centenario del descubrimiento y encuentro
con América hace ya en estos años preparatorios el efecto de una
sacudida de conciencia, plantea el interrogante sobre
la propia
identidad de un modo
mucho más

agudo que
lo han hecho en el
pasado.
Este encuentro de

pueblos y cuÍturas no
tiene par
en la
historia. Fue el encuentro con
·1a totalidad del mundo del .hom­
bre.
Sólo entonces túvo sentido

la pregunta radical por el
hom-
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LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA.
bre, por el sentido de la humana existencia en !" tierra, por la
esencia del ser humano. Surgió una nueva conciencia. Su voz de
denuncia profética de cuanto acontecía en los primeros años, entre la sorpresa y la indignación, resonaba desde la primera
có'
munidad de dominicos en La Española, por boca de Montesinos.
Los indios eran hombres y podían ser cristianos. América no se
ofrecía como tierra de conquista sino de encuentro y de evan­
gelización. Esa conciencia anticipadora de la universalidad y de
la superación de las diferencias no ha crecido homogéneamente en
todos los lugares. El hombre, dejado a sí mismo, es capaz de aca­
llar la voz de la conciencia y de set seducido por la del egoísmo.
Pero la conciencia que se toma autoconciencia tiene que· respon­
der a sus interrogantes y está llamada a dejarse guiar por va­
lores que la trascienden. En nuestra hora el mundo ha resultado
más grande de lo que se sospechaba
entónces. La

necesidad de
comunicación entre los hombres, la estructura actual de la cul­
tura técnico-científica traspasa todas las barreras. El aislamiento
ya es imposible y cuando es querido se torna suicida. La vida en
todos sus niveles se torna relación, coniunión. Pasamos de la
era terrestre y espacial a la era planetaria, por más que el hombre
es un ser
conflguradó para
vivir en el planeta tierra. Pero mien­
tras tiene sus pie_s en la tierra, sus ojos y sus· manos se extienden
por toda· ella, necesita la presencia de la totalidad· y su cabeza
se
ah:a por
encima del orbe
y de las nubes quelo envuelven. Y
en este contexto de totalidad adquiere pleno sentido la nueva
conciencia regional de Europa. El ser europeo tiene exigencias.
de radicar localmente en este suelo, se sabe relativo a los
demás
pueblos

de oriente y occidente, distinto del africano y del austra­
liano, que emergen en la historia con posterioridad
.. Pero

se sabe
también llamado a entrar en relación con ellos, desde su propia
identidad, y ya no por vía de conquista, ni
de colonización,

como
hizo en el pasado, sino por vía de proyección cultural. La coin­ cidencia regional de Europa puede tener en este momento un factor cultural de temor. Hay un miedo a ser devorados por
.otros
pueblos.

Europa puede
ser aplastada
por la bota del conquista­
dor de oriente o de occidente. De hecho ya ha sido en cierto modo
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ABELARDO LOBATO, O, P.
descuartizada . en su provecho. El miedo es pasión humana que
invita a la huida ante el peligro. Al tomar una cierta distancia
de un oriente masivo, de un accidente oprésor, Europa se puede
encontrar consigo mism~.
Ninguna región de la . tierra, ningún continente puede arro­
garse la hegemonía sobre las demás. Ninguna nación se convierte
de modo permanente en el
centro de.

la historia, o en el omhligo
del
tn1'1lldo. Pero

una región puede emerger sobre las demás,
como lo hacen los hombres eminentes, al estilo como Saúl
emergía
por

encima de todos los de su pueblo, en
la medida en que con­
quista los valores que realizan al hombre y a los pueblos. Hoy
tendemos a considerar homogéneas todas las culturas. Hay un
exceso de horizontalismo y una daltonía permanente para los va­
lores de la trascendencia. Donde
está el

espíritu,
al1! está la dife­
rencia y está
la libertad, en constante pugna con la igualdad ma­
temática. Y aquí está la comprensión del destino de Europa. Yo
creo que este destino está ligado al destino del hombre. Y lo está
por su mismo peso en el pasado de la historia. Por
lo que ya
tiene logrado de perfil la propia personalidad entre los conti­
nentes. En Europa se juega hoy, y en el futuro, la causa del hu­
manismo de un modo mucho i:nás agudo que en otros continen­
tes. Por su mismo pasado, que nadie le puede arrebatar, Europa
se erige en
.frontera de
lo humano. Europa es, en buena medida,
la patria de la libertad, con sus riesgos y sus tragedias. Europa,
a· diferencia

de los
demás continentes, no,

puede reducirse a mera
geografía. Es,

en primer lugar, unidad cultural, historia de pue­
blos unidos en el
afán de modelar lo humano en sus diversas
facetas. Si Europa se interroga hoy, desde
la profunda voz de
su conciencia por el, destino, se interroga ante todo por_ la causa
del hombre, pcir el destino de la libertad, por el futuro de la hu­
manidad·. Europa está llamada desde esa
voz a
ir por
delante, a
ser
ella misma, a

conquistar
de nuevo
su
autonóm!a,
La conciencia colectiva resuena a través .de la voz autorizada
de algunas personas. La Europa actual no sólo ha sido ·capaz de
crear
instituciones que van por delante en este camino de la
uni­
dad y de la forja del futuro, desde las bases sólidas dé coopera-
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LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA ·
e1on y armonfa entre los pueblos, sino que ha producido una
larga serie

de
· grandes pensadores

y
de hombres de acción que
han vivido para esta causa. Yo quiero recoger aquí la
voz de
esa
conciencia que ya ha resonado con dimensión universal. El actual
pontífice Juan

Pablo II,
el actual rey de España, Juan Car­
los

I, han actuado en múltiples ocasiones como profetas de esta
gran c.ausa de Europa. Hay dos discursos que merecen atención
especial, como reflejo de
la nueva conciencia que trata de rehacer
Europa, de abrirle su propio camino en
el concierto de los pue­
blos. Ambos discursos son
de nuestra hora, llevan gran peso cul­
tur.l y tienen un desarrollo análogo. Juan Pablo II tuvo uno
de sus más
aceri~dos discursos

sobre este tema en la visita a
España, cuando ya
estaba llegando

al final de su recorrido apos­
tólico, en
la catedral de Santiago de Compostela, el 9 de no­
viembre de 1982. Fue
urt discurso pronunciado en España para
que resonara en toda .Europa. Todo él es como una reflexión cul­
tural y cristiana en torno a lo que ha sido y debe ser Europa,
una invitación a rehacer Europa, a trabajar de nuevo en su cons­
trucción desde
fos fundamentos, porque ahora

es posible
y. esta­
mos

todos necesitados de un retorno a las fuentes. A cuatro años
de distancia,
el rey Juan Carlos ha expresado su perspectiva· de
Europa en un discurso ante
el Parlamento Europeo, en Estras­
hurgo. El

rey de España hablaba
por vez primera ante este Par­
lamento

en una solemne sesión con motivo de su visita, el 14
de mayo de 1986, a la hora del mediodía. Fue un discurso desde
la visión cultural y política de la Europa del futuro, una amplia
visión propiciada en España a
la hora de su ingreso en el Merca­
do Común Europeo. Son dos discursos desde una
conciencia
común.
Ambos discursos pueden decirse ejemplares en su género. Es
sorprendente esa coincidencia de .fondo, el peso doctrinal subya­
cente,
la armonía de los conceptos expresados. Ambos pueden to­
marse como
la voz de la conciencia actual más cfara en torno a
Europa, en
torno a
la esencia y al futúro de Europa. En
medio
de

las
diferencias peculiares,
típicas
·de quien
habla y de las cir­
cunstáncias que rodean su discurso, yo encuentro no meilos de
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ABELARDO LOBATO, O. P.
siete rasgos de coincidencia en el discurso del Papa y el del rey
en torno a Europa; Hay en ambos
gran confianza en el destino
de Europa, clara conciencia de su historia singular; ambos lle­
gan a percibir lo que
designan como alma de Europa; ambos de­
nuncian lo que denominan
la crisis actual que sacude sus mismos
cimientos y la
· necesidad

de superarla. Apoyados ambos en los
cimientos que dieron solidez a la Europá del pasado, confían que
es posible
retomar su propio camino y volver a ser faro y guía
de los pueblos. Para ello es preciso que las diversas naciones que
la componen y la unidad superior de todas ellas se decidan por
la opción del propio destino. La voz del· Papa se alza como in­
vitaci6n para esta gran empresa en pro de la humanidad. Desde
la perspectiva hispana y desde
la fundamentación cristiana Euro­
pa debe asumir
ciertos rasgos que constituyen elementos esen­
ciales del ser europeo. Hay en estos discursos un canto a Euro­ pa. Es cada uno de ellos un elogio al ser europeo. Juntos
fotnmn
una sonata a dúo. Para percibir toda la riqueza de pensamiento
de· ambos será menester seguirlos punto por punto. Aquí no
hacemos una glosa completa. Para nuestro proyecto de percibir
la voz de la conciencia actual . de Europa, que está expresada en
ambos, nos basta seguir, al menos, con indicaciones de sus frases,
cada uno de esos siete puntos indicados. Ese recorrido nos hace
oit ·la voz de la conciencia vigilante en torno a Europa y su des­
tino y· nos ayuda a hacer una
rellexión concluyente.
l. El destino.
La ciudad de Santiago, la cercanía al sepulcro del apóstol da
al Papa una perspectiva singular para la evocación de lo que ha
sido
la lenta forja de la Europa cristiana, sobre todo en la fe­
cunda Edad Media. Santiago, como Roma y Jetusalén, ha sido
durante siglos una meta soñada para los peregrinos europeos; un
centro de confluencia de la fe y de los pueblos.
El camino de
Santiago está constelado de obras culturales realizadas en
común,
es como una Vía Láctea

cultural
· a

través de
las· regiones espa'
ñolas.
El finis terrae se convierte en ·.i centro, en el lugar de en-
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LA VOZ DE LA CONCIENCIA- EUROPEA
cuentro donde todo se renueva. «Europa entera se ha encontra­do a sí
-misma alrededor
de la "memoria" de Sautiago en los mis­
mos siglos en que ella se
-edificaba comQ continente homogéneo
y unido espiritualmente. Los cristiano; hau hecho posible la
uni6n de pueblos y culturas. La fe era elemento común, agluti­
nante de lo diverso. Europa ha madurado
y adquirido su identi­
dad cristiaua peregrinaudo». «La identidad europea es incom­
prensible sin el cristiauismo;
y en él se hallan las raíces comu­
nes,

de las que
ha madurado la civilizaci6n del continente». El
destino

de Europa será volver a ponerse en camino de unidad
desde los elementos en los que se ha
forjad¿.
Juan

Carlos I, por su parte, hablando en Estrasburgo, tiene
en cuenta la contribuci6n de esa ciudad en la forja de Europa.
Fue, en efecto, «crisol fecundo de culturas y una encrucijada
permauente de la historia». Si el pasado. ha tenido su peso, lo tiene mayor aún el
presente. Porque

ahora estamos en el mo­
mento de

las realidades. En ese lugar se
ha verificado «el proceso
de construcci6n de la Uni6n Europea, pues en esta ciudad se
asent6 el Consejo de Europa
conio primera

piedra de tau atre"
vida empresa». El aula del Palacio de Europa, repleta a tope en
aquella ocasi6n, abrazaba con el gesto simb61ico de sus columnas,
prolongadas en la b6veda, a toda la Europa política
allí congre­
gada, mientras el rey tejía el discurso de la unidad europea.
El .Papa

y el rey hau mostrádo uoa
grau confianza
en el
destino de Europa. Este viejo continente
es una realidad actua­
lizada llena de promesas. Tiene
ya conquistada
uoa cierta unifi-.
caci6n por encima de la diversidad de pueblos y culturas. Tiene
uoa conciencia común. Toda diversidad disolvente debe ser
uni:
ficada

en un
grau proyecto comunitario.
2. La lección de la historia.
Desde Cicerón repetimos que la historia es maestra de vida.
Y esto se verifica en todos los niveles. La actualidad europea
tiene que aprender la
lecci6n unificadora
que se
desprende" del
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ABELARDO WBATO, O. f.
proceso de forja que ha vivido Europa en el pasado. Pueblos y
culturas diferentes han contribuido, cada uno a su manera y eón­
forme

a los valores que proponía, a esta realidad distinta común
a
todos, Iniciaron· el· proceso

los griegos, que atisbaron más allá
del mito y la geografía,
lo que podría ser una patria de la liber­
tad humana. Y desde ese primer proyecto se fueron sumando otros pueblos bien distintos, con un perfil cultural que no se ha
borrado todavía:
latinos, germanos,

celtas, eslavos. Es un pro­
blema comprobar cómo ha contribuido cada uno a la formación
del núcleo común. Europa ha nacido en la diversidad
y la ri,
· queza
múltiple

de aportaciones diferentes. El fermento ctisriano
ha servido de impulsor de la unidad en todo momento.
«La his­
toria de la formación de las naciones europeas va a
la par con
su evangelización, hasta el punto que las fronteras europeas coin­
ciden
con las

de penetración del evangelio». Así piensa Juan Pa­
blo II. Y a su
merite vienen,

en larga teoría, los nombres
y, los
rostros de hombres
y mujeres excelentes que entregaron su vida
por esta causa de la unidad
d,; Europa.
Emergen algunos pione­
ros que han ido por delante. Los proto-padres vinieron del orien­
te, de las orillas orientales del
Mare Nostrum. Desde allí vino
Pedro a Roma, desde
allí zarpó Pablo.

Y ambos pusieron
eón su
palabra
y su obra de evangelización un fundamento para lo que
más .tarde sería Eurcipa, y era entonces un Imperio. Europa nace
de las ruinas de ese gran imperio. Para Juan Pablo II hay que
reconocer tres hombres que han forjado Europa
y hoy pueden
ser llamados sus padres. Uno es Benito de Nursia, «patriarca de
occidente»
y pedagogo de los pueblos latinos. Los otros dos son
los «hermanos griegos», Cirilo y Metodio, los apóstoles de los
pueblos eslavos. Europa fue educada por estos
h!)mbres singula­
res

que realizaron una
gran tarea de inculturación. De ellos apren­
dieron los primeros europeos el valor del trabajo unido a la
oración
-ora et labora, era el lema de San Benito--, con ellos
maduró
la. cultura

en sus diversos elementos: la lengua, la escri­
tura, el código de valores, el sentido de la existencia, la dignidad
humana. De ellos recibieron
la fe cristiana.
La Europa de Occidente, primero, y· la de Oriente después,
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LA VOZ DE LA C::ONCIENCIA EUROPEA
huude sus raíces en la evangelización, en la fe en Jesucristo como
salvador del hombre, que revela a los
hombres el
doble
miste­
rio,

el de Dios y el del Hombre. Europa
ce forja
a sí
misma desde
esos

principios, por los caminos nuevos de
la libertad y de la
gracia.
La Europa espléndida -de la Edad Media se funde con la
christianitas, heredera y superadora por asimilación de la roma­
nitas y de la graecitas. Para Juan Pablo II la historia de Euro­
pa no se puede entender sin estas bases constitutivas, sin estos
hombres.clave, desde los cuales ha comenzado su propio camino
en

el espacio y en
el tiempo, y ha recortido su propia aventura.
Pero los orígenes son decisivos.
El rey Juan Carlos atiende .con preferencia a la historia en
marcha,_ «al aspecto institucional de la construcción europea».
En Europa importa menos que en otros continentes la geografía.
Porque desde tiempos remotos «Europa deja de ser una mera
noción
geográfica para

convertirse en cuna de civilización». Es­
tamos en el momento renovador.
Y también ahora la providen­
cia desvela los destinos de Europa a través de la obra concreta
de algunos hombres singulares. El rey no puede menos de
évo­
car algunos de ellos. «Los nombres de Schuman, Spaak, Monnet,
De Gasperi, Adenauer y tantos otros
estiin grabádos
con
traz<;>s
imborrables en nuestro· acervo común». Hay, entre ellos, tam­
bién españoles. ·«Es obligado reoordat, asimismo, al gran espa­
ñol europeo y uoiversal, Salvador de
Madariaga, cuya
larga vida
e inmensa obra estuvieron siempre comprometidas con el ideal
de la construcción europea». De
cada uno de los nombrados hay
espléndidos bustos en bronce en el corredor que circunda
el
aula del Parlamento. De seguro que esos bustos, si hay en ellos
algo
del gran aliento
'europeo de.los
hombres que representan,
~vacionaron también,

estremecidos, las palabras del rey, con ma­
yor fervor que los mismos
parlamentarios, quienes lo hacian pues­
tos en pie.
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ABELARDO LOBATO, O. P.
3. El alma de Europa.
El gran problema de la forja y de la vida de Europa ha sido
siempre el de la unidad. Tenía que ser
así,
porque Europa es una
pluralidad
de· muchos

niveles,
y su
unidad será siempre unidad
en proceso, aspiración a la unidad desde la diversidad. La uni­
dad va con el ser, es condición de
la vida en todas sus manifes­
taciones, es imperativo de todo lo humano. La unidad de lo múl­
tiple requiere un elemento unificante. Aristóteles llamaba
forma
al principio uuificador. En los seres vivientes la forma es vivi­ ficante, es
alma porque anima. La posible unidad de Europa, en
cuya realidad confluyen
,regiones, pueblos,

culturas, está en fun­
ción del

principio unificador, del alma europea.
Para Juan

Pablo II Europa tiene unidad
y cohesión, tiene
alma. «Sí, Europa es una. Y puede serlo sólo oon el debido res­
peto a todas las diferencias, incluidas las de los diversos proble­
mas
politicos».
Juan

Carlos I afronta el problema de la unidad. Cree que des­
de antiguo «Europa adivinó su vocación de unidad». Como toda
unidad
fruto de

los esfuerzos del hombre ha sido una conquis­
ta laboriosa.
Hay dos

peligros que amenazan estos procesos don­
de la libertad juega siempre con su destino. Por un lado está la
tentación de la uniformidad niveladora,
qu~ s~prime todas

las
diferencias, sobre todo las internas, de pensar y de sentir. Por
otro lado está el riesgo de yuxtaponer lo diverso, de nombrar
desde un solo nombre realidades muy diferentes, de quedarse en
el mero pluralismo. Europa ha
conocid~ y experiment~ todavía
ambos
riesgos. Pasó de la unidad muy estrecha
y· Ú1liforme al ,,, ' >
pluralismo de las naciones. Cada una de éstas recorrió su pro'
pio

camino
y se
volvió al proceso de unidad «para después for­
mar una

realidad más
rica, más
diversa y
,;,ás fecunda». El rey
reconoce

que ha habido grandes errores en la búsqueda de la
unidad europea cuando se ha querido alcanzar por la fuerza de
las
amias, desde

la
hegemonía de
un solo pueblo que se impone
a los demás. La historia nos habla de los fracasos rotundos en
1310
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LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA
este camino. Sólo después de los descalabros que ha padecido en
el
siglo. presente,

Europa parece querer entrar en
la vía política
del
consenso
y la concertación. Estamos en el momento en. que
«Europa
decide buscar finalmente la unidad en la diversidad.
Unidad que se fundamentará en el entendimiento profundo entre
sus pueblos. Unidad como expresión de la voluntad de vivir en
común, en paz
y en libertad y no sólo · de un acuerdo entre go­
bernantes. Y en esa perspectiva es donde se vislumbra lo deci­ sivo para la unidad, lo que se puede llamar el
aln,a d,; Europa».
Lo unidad brota de lo interior, viene de la forma, del alma,
Juan Pablo II. trata de comprender el latido del alma euro­
pea

en nuestro tiempo, de percibir su presencia
más. allá
de las
apariencias disolventes.
«Y, todavía

en nuestros días, el
aln,a
de

Europa
permanece unida porque, además de su origen común,
tiene idénticos valores cristianos
y humanos, como los de la dig­
nidad de la persona humana, del profundo sentimiento de jus­
ticia
y libertad, de laboriosidad, de espíritu de iniciativa, de
amor a la familia, de respeto a la vida, de tolerancia
y deseo de
cooperación
y de paz, que son notas que la caracterizan». El
alma
de Europa está vivificando todos estos valores.
'Los ha
he­
cho posibles
y los mantiene.
Juan Carlos I asiente a este modo de comprender el
alma de
Europa .como elemento vivificador
y unitario, desde la conquis•
ta

de los grandes valores humanos. «Todo ello animado,
además,
por

el deseo de mantener a Europa como baluarte de la libertad,
de la democracia
y del respeto a los derechos humanos». El alma
de Europa deberá realizar en todo momento las dos funciones que Tomás de Aquino le asignaba al alma del hombre: la fun­
ción animadora de todos los elementos
corpóreos y

materiales
y la función espiritual de trascender cualquier situación concreta
y alcanzar valores absolutos desde los cuales se da sentido al
hombre. El alma de Europa puede penetrar más a fondo
y dar
vigor de juventud, o puede quedar sin vigor de compenetración,
como
en. la
enfermedad y en la vejez, y hasta puede
ausentarse
como

en la muerte. Splenger y toda
tina pléyade
de escritores
anunciaron tiempo atrás
lá: decadencia y aun la muerte de Euro-
1311
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO WBATO, O. P.
pa. La hora del nihilismo, profetizada por Nietzsche, coincide con
la
hora de la muerte de los valores que
han · dado

vida a la rea-
.
lidad

europea. El alma de Europa se encarna en los valores
es:
piriiuales
de

los que
ha vivido y que ha sabido trasmitir.
· 4. Europa· en crisis.
El . riesgo de perder la unidad y disolverse es una constante
amenaza del ser vivo. Es su riesgo. La crisis es su signo. Euro­
pa se encuentra en crisis en la hora actual. Es una crisis ambi­
valente. Por un lado ofrece· síntomas de crecimiento, por otro de
decadencia.
Juan Pablo

II, atento observador de todo lo huma­
no, advierte los síntomas de
la crisis. Y lo proclama con valen­
tía. «No puedo silenciar el estado de crisis en que se encuen­
tra (Europa)

al asomarse al tercer milenio de la Era Cristiana».
Tiene que

clamar con la voz de
la conciencia porque se trata de
una crisis de fundamentos. La crisis afecta desde la raíz a todos
los estratos. Se puede observar en
fo civil y en lo religioso. En
el plano civil la manifestación más palpable y doliente .es la
fractura que sufre, la división impuesta _por la fuerza, la ·escisión
de Europa en dos mitades. Ha sido el fruto de factores culmra­
les,

de ideologías secularizadas, de
la negación de Dios, .del pre­
dominio
del factor económico, del nihilismo. Muchas cosas han
venido
a través

de esos
caminós y todas con el sello de lo ne­
gativo;

el hedonismo en voga, la ceguera para los valores
supe­
riores, la violencia desatada en terrorismo. Europa, por ese ca~
mino, se disgrega y agoniza. Tal es ahora el drama visible de
Europa,
con. un

muro de división, con pueblos que fueron her­
manos y están enfrentados con una constante amenaza de des­
trucción mutua. Hay una espada amenazadora sobre Europa.
La
crisis está dando sus frutos.
Y junto a esta crisis cultural y civil o política, tenemos la
cri.sis religiosa.

En la dimensión religiosa manifiesta el hombre
su auténtico rostro. La crisis religiosa
ha sido decisiva en la hora
. de

hacer. y deshacer Europa.
Lo es también en la actualidad. Pero
1312
Fundaci\363n Speiro

LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA
esta crisis tiene hoy algo singular de , lo que ha carecido en el
pasado. Hasta ahora las crisis eran crisis de los modos diferentes
de vivir la religión y la fe. Eran crisis basadas
· en

el
mismo
valor

supuesto de la religión. Por el contrario, la crisis religio­
sa
.en la

Europa actual es una crisis de falta de fe, de religión
-languideciendo. Se da en nuestros días una «defección de bauti­ zados
y creyentes de las razones profundas de la fe y del vigor
doctrinal y moral de esa visión cristiana de la vida que garantiza equilibrio. a las personas y a la comunidad». Esta crisis es signo
de algo más profundo
gue lo

que acontece en
la vida civil. Nietzs­
che profetizaba para Europa una hora oscura con el
.advenimien­
to

del nihilismo, con la «muerte de Dios». Para
muchos esa
hora

oscura ha invadido Europa.
Juan Carlos I advierte
la crisis en «la serie de desafíos a los
que tenemos que hacer frente». Están
ahí como retos, y nos pi­
den una respuesta. Tenemos que hacerles frente con contravalo­
res
y con una nueva realidad. Pero en muchas ocasiones el hom­
bre actual se siente impotente
p·ara ello. El

rey enumera algunos
de ellos: el desempleo,
que afecta.

sobre todo a los jóvenes; la
necesidad de la creatividad tecnológica, que sólo está en las ma­
nos de los países 'más fuertes; las excesivas diferencias iegiona­
les, generadoras de desequilibrios internos; la degradación del
medio ambiente; las frecuentes dilapidaciones del
·patrimonio cul­
tural que .ha heredado Europa; la adecuada promoción de los
derechos del hombre; la seguridad pacifica de
los ciudadanos.
«Cuando el

fantasma del conflicto ha dejado de interponerse
en,
tre

nuestros pueblos, Europa sufre una división como quizá no
haya conocido antes en su historia, y se ha convertido en un
e~ario potencial

de enfrentamientos dentro de un mundo
bi­
polar

que evoluciona rápidamente, de
la. era
atómica a la era
espacial,
y e[ la que la seguridad necesita la cooperación, por­
que

ni siquiera una hipotética superioridad asegura la propia
su­
pervivencia».
La crisis es, por tanto, real, profunda. Está a las puertas,
1313
Fundaci\363n Speiro

AllELARDO LOBATO, O. P.
está dentro, como un signo que delata la marcha de un proce­
so de unidad
l1e conseguido, y que puede perderse fatalmente.
5. La respuesta al reto ..
Europa, en el momento presente, tiene posibilidades de dar
una acertada respuesta a los problemas que tiene planteados.
Europa puede superar la crisis y encontrar de nuevo su camino.
Tal es la convicción del Papa
y del Rey. Hay signos actuales que
hacen patente esta posibilidad y son síntomas de esperanza. Juan Pablo II
confía en

esta posibilidad de superación. Euro­
pa cuenta en el momento actual con suficientes recursos
para
volver

a ser ella misma, como en el pasado,
y alcanzar su propia
estatura,
no menor

a la de las grandes regiones y
continentes
que

hoy rigen los destinos del mundo. La posibilidad se encuen­
tra como semilla en
la fuerza de· los principios que le sirven de
base para
1a forja de su estructura interna. Al Papa le basta re­
cordar, como prueba,
tres documentos
que son norma de la vida
europea actual:
la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre, de 1948; la Convención Europea, de 1952, y el Acta
Final de
la Conferencia Europa de Helsinki, de 1975. Hay en
esos documentos una base
sólida para
realizar la auténtica co­
munidad de puehlos y culturas, la anhelada comunidad europea, de
la que ningún

pueblo que la forma se tenga que considerar
ansente. En estos principios no está todo. Hay que rescatar
la
fuerza del factor religioso para la construcción de la Europa del
futuro. Juan
Pablo. II
pide a Europa, como base, «el debido t:o­
nocimiento y respeto a Dios,
en. el

que se basa todo derecho
y
toda justicia». Y porque Europa ha sido cristiana en los mejo­
res momentos de su historia, hoy debe dejarse evangelizar. «Si
Europa abre nuevamente las puertas a Cristo,
y no tiene miedo
de abrir a
su poder salvffico los

confines de los Estados, los sis­
temas económicos
y políticos, los vastos campos de la cultura,
de la civilización
y del desarrollo», entonces encontrará la posibi­
lidad de responder, desde
los fundamentos,
a cuantos problemas
1314
Fundaci\363n Speiro

LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA
y retos tiene hoy planteados. La superación de la .crisis depende
en buena parte de la libertad del hombre. Es ésta la que se
plegar

a las exigencias de la acción de Dios providente que des­
de Jesucristo rige los destinos de la historia del hombre.
La
posibilidad de superación de la crisis lleva consigo exigencias de
compromiso y de opción
· por
los valores que están amenazados
en la crisis misma y son constitutivos de Eutopa.
Juao Carlos I se muestra optimista para entrever la supera­
ción de la crisis desde la unidad de todos y la cooperación con­
junta de los pueblos. «Por separado nada podremos hacer frente
a estos desafíos. Sólo una Europa unida y solidaria será plena­
mente capaz de ello
y podrá decidir su propio futuro o influir
en el curso de la historia de la humanidad». Las pequeñas fuer­
zas separadas se anulan, unidas se crecen. La unidad hace
la
fuerza. Todo reino dividido está llamado a la ruina. Todo eso
que ha pasado a proverbios de humanidad y a sentencias de evan­
gelio indica el camino de la superación de la crisis actual. La
posibilidad de respuesta queda así condicionada a ciertas
opcio­
nes

fundamentales. Son muchos los que se interrogan si en
la
hora actual Europa está en condiciones para pasar del estado de
posibilidad al de la realización. El salto es grande y compro­
metido.
6. Invitación a Europa.
El hombre actúa en la medida en que se siente motivado.
Hay muchas energías latentes en el
alfua de
cada uno que no
van a resurgit si alguien o uno mismo no las despierta y aviva. Por eso, Juan Pablo 11, con
el espftitu polaco que late en su
alma, imitando a los grandes constructores de Europa, a San Ber­
nardo, que convocaba a los pueblos
a la gran cruzada, o a San
Vicente

Ferrer, que sacudía
la Europa dormida anunciando el
juicio de Dios inminente, levanta su voz
y. trata de

despertar a
Europa para que
vuelva a

realizar como en el pasado la misión
que tiene en el mundo. Su voz se
torna profética, · voz

de con-
.1315
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO WBATO, O. P.
ciencia que amonesta y empuja a la acaon, a la opción, al re'
torno

y a la
fe de los mayores. Conviene oirla. «Por esto yo,
Juan Pablo, hijo de la nación polaca ... , sucesor de Pedro ... , cuya
sede quiso Cristo cÓlocar en Europa y que ama por su
esfuerzo
en

la
difustón del
cristianismo
en todo
el mundo, Yo, Obispo
de Roma y pastor de la Iglesia universal, te lanzo, vieja Europa,
un grito de amor:
Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre -
tus orígenes. Aviva tus raíces. ;Revive aquellos Valores auténti­
cos que hicieron gloriosa tu hlstoria y benéfica tu presencia en
los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas
li­
bertades.

Da al César lo que es del
César y a Dios lo que es
de Dios. No te enorgullezcas.:. No te deprimas ... Tú puedes ser
todavía faro y ·estímulo a los demás continentes que te miran y
esperan ... ». Esta invitación vibrante es -una invitación a-la espe­
ranza y al futuro. La Europa del futuro sólo es posible desde la
asunción de la propia identidad en el pasado. Europa es una cons­ trucción que pide
la-presencia del espititu y de los valores que
forman

su horizonte. El Papa irivita a cada uno de los
pueblos y
a

cada uno de los hombres a este_ necesario retorno para
cami­
nar hacia el mafiana.
Por
su parte, Juan Carlos I se ocupa de los caminos concre­
tos para esta cooperación actual, forjadora de futuro. Algunas
cosas son ya posibles en nuestros días, y lo sori con la coopera­ ción de todos los europeos: la unión económica y monetaria, la
realización de un espacio interiot sin fronteras, la promoción
dé la libertad y los derechos humanos, la lucha contra el terroris­
mo y la instalación del diálogo éontra la violencia,
la aéogida de
todos
los países que han formado parte de Europa. Es necesa­
ria la intercomunicación. El rey mira la· Europa del futuro
des­
de· 1a
perspectiva espai!ola y

aboga por la instalación de relacio­
nes con todos los países que
nos pueden

ayudar en esta empresa
de unidad y pacificación. Los países del área mediterránea y el
continente americano tienen
lazos con

Europa y, por ello, hay
que tendérles una mano amiga.
«Al ser la sociedad internacional
cada vez más interdependiente y Europa sinónimo de universali-
1316
Fundaci\363n Speiro

LA VOZ DE LA CONCIENCIA BUROP$A
dad, sería suicida practicar una política egoísta hacia el resto de
los países del mundo. La necesaria solidaridad entre nuestros
pueblos ha de ampliarse respecto de un tercer mundo que nos
mira con angustia y esperanza». El rey invita a la cooperación en la tarea común. Europa es de ayer y es de hoy, como lo debe
ser de mañana. Lleva sobre los hombros todo el legado de
la
historia

y debe. afrontar el peso
de un futuro en servicio del
hombre. Europa está invitada a ser la región abierta a
la causa
universal del hombre.
7. La tarea de edificar Europa.
Si todos tienen algo que aportar en esta empresa común, la
voz del Papa se alza para recordar lo que la Iglesia y el cristia­
nismo han hecho en el pasado y pueden ofrecer en el futuro.
Pone su acento en la
aportación de

valores espirituales. «La Igle­
sia es, además, consciente del lugar
que le

corresponde en la re­
novación espiritual y humana de Europa. Sin reivindicar ciertas
posiciones que ocupó en el pasado y que
la época actual ve como
totalmente superadas,
la misma Iglesia se pone totahnente al ser­
vicio, como Santa Sede y como comunidad católica,
para· contri­
buir

a la consecución de aquellos fines que procuren un autén­
tico bienestar material, cultural
y espiritual a las naciones ... Pot
ello, también, a nivel diplomático, está presente por medio de sus
observadores en los diVersos organismos comunitarios, no po-_
líticos; por la misma razón mantiene relaciones diplomáticas, lo
más extensas posibles, con los Estados ... Pero es la vida eclesial
la que es llamada principalmente en causa, con el fin de conti­
nuar dando un testimonio de servicio y amor para contribuir a
la superación de las actuales crisis del continente». Este servicio de presencia lleva a hombres de la Iglesia a los grandes foros
europeos. Su voz, en ellos, no tiene el peso del poder político,
sino el del saber iluminado por
la luz del Evangelio y la fuerza
de

un testimonio de entrega a la causa del bien común. La Igle­
sia trata de
prestar un

servicio desinteresado por la causa de
1317
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO LOBATO, O. P.
Europa en aquellos lugares donde este futuro se está fraguan­
do en
el presente.
Juan Carlos

I, hablando en calidad de rey y en nombre de
España, se

creía· en el deber de
afumar ante
el parlamento euro­
peo el compromiso del pueblo. español en la eclificaci6n conjunta de Europa, recordando los servicios que pudo prestar a esta
causa en
otro tiempo.

«Cada uno desde su parcela de responsa­
bilidad, tiene que aportar su
esfuerzo, y

yo quiero
reafirmar so­
lemnemente

el compromiso de España en la
realizaci6n de
ese
fu­
turo de unidad, porque nadie tiene derecho a dilapidar la heren­
cia recibida ... España se ha sentido parte de Europa y si Euro­
pa es
pluralismo y
universalidad, cabe afirmar que
la aportación
de España al fondo común reviste una importancia específica».
Porque en
el pasado fue un valioso eslabón cultural, decisivo
para la gestación de Europa, como lazo de unidad entre sus pue­
blos y el oriente, más culto en aquellos días. España se
prplon­
g6

vitalmente más allá del océano, desde que descubrió Amé­
rica y la configur6 a su imagen. Ahora se
ha. incorporado

al
·pro­
ceso de la democracia moderna y quiere estar comprometida ·en
la construcción de la Europa del futuro. «De esta forma, el pue­
blo español, con vocación universal, dueño de su propio desti­ no, desde el pluralismo y el respeto a los derechos humanos, ha
regresado al lugar del que su ser y sentir nunca se apartaron ...
Y como rey de España
afirmo la

decisi6n del pueblo español de
seguir
por el

camioo del afán y del esfuerzo, así co¡no la de exi­
girnos cada vez más a nosotros mismos.. . En el largo proceso
de construcción de la unidad europea, España quiere avanzar tan
lejos como sea factible. España se ha integrado a la empresa co­
munitaria de la construcción europea, EI. futuro será nuestro si
tenemos fe en la unidad, si trabajamos con humildad y perseve­
rancia, si colaboramos con generosidad y alteza de miras. Este es
nuestro mayor empeño
y a él les convoco». La voz del rey era,
en estas expresiones,
la voz del pueblo, la voz sincera de una
conciencia europea ya en marcha.
Juan Pablo II, consciente de lo grande de esta tarea de cons­
truir, de edificar, de volver a fundar Europa, concluía su discur-
1318
Fundaci\363n Speiro

LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA
so invocando la ayuda del delo. «La ayuda de Dios está con
nosotros. La oración de todos los creyentes nos acompaña. La
buena voluntad de muchas personas desconocidas, artífices de
paz y de progreso está presente· en medio de nosotros como una
garantía de que este mensaje, dirigido a los pueblos de Europa
va a calar en terreno
fértil». ·
La coincidencia de puntos de vista entre el Papa y el Rey
respecto a Europa .es sorprendente. No es preciso recurrir para
su explicación a ninguna dependencia mutua. Basta pensar en los
motivos de esta profunda convicción que les lleva a hablar en
nombre de un pueblo y de la Iglesia. Ello hace que tengan alte­
za de miras y un gran anhelo del bien de los pueblos. Las coin­
cidencias podían extenderse a ottos muchos pensadores en torno
a la Europa que se forja en la actualidad. Pero aquí ya no es
preciso. Buscábamos sólo expresiones límpidas de la voz de la conciencia de Europa en este momento y las hemos encontrado
a placer. No nos resta. sino deducir una conclusión que ttata de
aplicar a

la realidad en proceso esta punzante voz de
1a concien­
cia europea de hoy.
Tal es la conciencia, tal es su voz. La conciencia atiende a
la realidad presente, pero
e,s capaz de escrutarla, de llegar al fon­
do, de conocer sus
raíces, .de
anticipar su desarrollo. Es débil
aún la
reali
No es difícil percatarse de su fragilidad.
Cualquier sacudida la pone en peligro. Nos lleva el ritmo de
crecimiento de los organismos vigorosos. Pero en -médio de estos
síntomas de· sus primeros pasos vacilantes se percibe ya su
vo­
cación y su destino. Y es aquí donde interviene la voz de la
conciencia
como elemento
valioso. Si la conciencia se extiende
y
se hace ·colectiva, si logra resonar en ·la voz de muchos indivi­
duos
y las diferentes naciones, por más que sea aún frágil en la
realidad presente, Europa tendrá el futuro que necesita. El ser
y sentirse europeo hace posible la voz de la conciencia europea.
Al escuchar esa voz en los discursos que hemos analizado, adver­
timos que esta conciencia no se limita al momento presente. Es
una conciencia de horizonte. Tiene 1a misión de extender su ra~
dio de alcance. Crece hacia atrás y hacia adelante en la misma
1319
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO LOBATO, O. P.
medida. en· que es una voz oída y escuchada. Cuando se extiende
hacia el pasado y asume el fruto de la memoria histórica se tor­
na
conciencia evocadora. Cuando tiende hacia adelante y se une
a la utopía concreta y al proyecto, que son dimensiones de todo
lo humano, se torna
conciencia anticipadora. Y en ambos mo­
mentos, por su vinculaci6n al ser y su llamada a la trascenden­
cia, es una conciencia
que trata

de dar fundamentos a la realidad
en marcha. Cando vuelve sus ojos
al pasado

encuentra esos fun­
damentos y
raíces en

el alma de la tradición. Cuando se haoe
creativa y trata de superar todas_ las etapas anteriores, por· insu­
ficientes, topa con el gran fundamento de todo lo humano, con
el hombre mismo como medida y canon de la realidad creada
por
él.
La conciencia evocadora del pasado de Europa nos hace ver
mejor, hoy, los rasgos constitutivos, por los cuales se forma y
desde los cuales se diferencia de todo lo demás. Hay un
. subs­
trato geográfico.

Sin espacio
no hay
continentes ni regiones. El
espacio es integrante de
la cuarta dimensión de todo lo humano.
Pero ese espado es condición imprecisa. Europa_ viene de Asia,
como decía Hesíodo, y para los griegos designa una región al
norte del Egeo.
Pesde ese

núcleo
fm;,. creciendo
hasta lograr los
confines actuales, tampoco muy definidos por ese reparto de ra­
piña que se hizo
en Yalta.

Tampoco es consistente en el
pasado
de

un modo bien
definido la
unidad política. Ni con Carlomagno,
ni con el sacro imperio, ni con Carlos V logra esa anhelada uni­
dád. En cambio,
la conciencia advierte con cierta nitidez el hilo
conductor de Europa, como
región cultural, como

constelación
de valores que logran coherencia y dan sentido a estos pueblos
que se
van apiñando

al norte del Egeo. En los pensadores del
siglo
XX ha sido grande el interés por descifrar el sentido de oc­
cidente, el destino de Europa. La conciencia se hizo hist6rica, a
partir de

Hegel, y al hombre le nad6 este nuevo ojo para ver la
realidad, el ojo de la historia, que
diría Ortega,

más agudo y pe­
netrante en lo interior de la libertad humana que el ojo de la
naturaleza. Este nuevo modo de ver encajaba muy bien con
la
visión del destino humano desde la revelación, en el cual se pre-
1329
Fundaci\363n Speiro

LA VOZ DE LA CONCIENCIA EUROPEA
senta como proceso de historia de salvación. La historia perte­
nece a los pueblos. El es fruto del ejercicio de
la libertad colec­
tiva, desde las posibilidades que le ofrece una tradición vivida.
Se han multiplicado los ensayos y las teorías en torno a
Europa
y

al Occidente. Es una realidad muy compleja y por ello
difícil
de apresar. Peto cuando la conciencia escruta a fondo este pasado
y hace memoria de lo persistente en medio de las fluctuaciones
de la libertad humána, encuentra aquello' que emerge consolidado
por el paso del tiempo. Europa se presenta a esta conciencia
como.,.
un

mundo de valores espirituales, procedentes de la aportación
de pueblos y culturas diversas. En la medida en que han sido asi­
miladas, Europa se ha edificado con solidez. Quizá baste enume-
--.
rar cuatro pilares de mayor consistencia; herencia cultural abier­
ta a ser consolidada con nuevas aportaciones: el
iogos griego, el
jus romano, la religiosidad cristiana, lá ciencia y técnica modet­
nas. ·Todos estos elementos han
surgido en

.este continente o se
han desarrollado de un modo muy peculiar. Desde aquí han irra­
diado a

todo el mundo y han dado configuración al mundo de la
hora actual que trata de apropiárselos, Podíamos glosar cada uno
de ellos, pero nos
llevaría muy

lejos. Cada uno de los elementos,
en medio de su complejidad, ofrece un rostro accesible y
están
al

alcance de todos. Desde Hesíodo, en el siglo vm antes de Cris­
to, el
lagos hace su aparición y se in_troduce en la cultura como
elemento
clarificador de la realidad, como-distinto del
mito. He­
ráclito invitará al hombre a ser
oyente del /ogos. La cultura grie­
ga es un afín de conquista del
logos que hay hoy en la realidad.
Europa lo ha heredado,
y. por ello su mundo se ha diferenciado
de Asia. Con el
lagos, que tiende a la -razón, los griegos descu­
brieron, en la dimensión política de la convivencia, la
libertad
como base de la vida civil. Los mensajeros griegos podían pre­
sentarse ante el omnipotente Darlo, que personificaba para ellos
el mundo asiático y decirle que era un déspota ignorante del va­
lot de la libertad para la vida humana. Pero la libertad profunda
para
el hombre no podía nacer en Grecia, ni en su cultura ce­
rrada al espíritu. Se fue desarrollando de modo nuevo con la
bu­
manitas romana,
con el jus como fundamento de la vida de los
1321
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO LOB/l.TO, O. P.
pueblos. Roma fue norma de convivencia en libertad. Los bár­
baros derrotaron el imperio romano, vado de valores trascenden­ tes, pero trataron
de' rehacerlo

desde sus ruinas y con sus mismas
normas. La libertad adquiere sentido con el
cristianismo. Porque
sólo cort
Jesucrisl!) el

hombre cobra sentido, desvela su misterio
ante Dios, sabe que es hermano del hombre, que tiene dignidad de
persona, que es hijo de Dios. El cristianismo fue fermento puri­
ficador en Europa. Hizo
-labor

de inculturación. La
fe vivida en
este continente le dio su medida en la .Edad Media. Y fruto de
~ todo esto fue la ciencia moderna, que tiene sus primeras · manifes-
taciones
cuando el hombre llega
a la edad adulta y hace del saber
un poder. Es entonces cuando Europa,
frente a
todo el orbe,
cobra conciencia de sí misma, y se hace dominadora del orbe
porque sus fundamentos se extienden a todos los pueblos, al me­
nos como modelo. La memoria evocadora de Europa nos lleva así
a las ralees de un pasado, fruto de simbiosis de cultura y de pue­
blos. La esencia de Europa tiene que contar con estos elementos.
La conciencia anticipadora, la que nos proyecta en fuga hacia
adelante, la del
ya pero todavía no actúa de otro modo. Es por
su misma condición creativa. Necesita
descubrir posibilidades,
in­
ventar
lo nuevo. Este es el reto permanente de la libertad y de la
vida en todos sus niveles. O crece o muere. El pasado
conio tal
no

admite repetición. Pero lo definitivo como tal es palabra ab­
soluta y no puede ni debe ser preterido. Ahí está lo difícil de
toda empresa creadora. Ser capaz de
asumir el

propio pasado no
para repetirlo sino para recrearlo, darle vida, hacerlo fecundo
en el futuro. Lo que han hecho los otros es estímulo
y es una
cierta conquista de la verdad.
Lo_ que

podemos hacer nosotros es
quehacer ineludible. La Europa del presente se debate entre nos­
talgias del pasado, que fueron vivas en diversos países en déca­
das anteriores de este siglo, y proyectos utópicos, sin el peso de
tradición, con el solo impulso de la revolución, capaz de
élestruir
pero

no de edificar. Europa tiene que encontrar su camino de
futuro por encima y más allá
-de

esas visiones erradas. Mirando
al fondo de su historia pasada,
la conciencia anticipadora descu­
bre el proyecto posible, en
la medida en

que descubre la raíz de
1322
Fundaci\363n Speiro

LA VOZ DE LA. CONCIENCIA EUROPEA
la· que ha brotado. A diferencia de otros continentes y culturas
que se
han basado en la naturaleza o en la geografía, Europa ha
tomado su medida del hombre. Se convirtió en patria dé la hu­
manidad.
La frase del sofista Protágoras, que es falsa en abso­
luto, tiene su verdad, relativa a Europa: el
hombre-medida de la
realidad cultural, política, económica. Europa ha buceado en lo
humano. Se ha excedido al tomarlo como medida absoluta, por­ que es un ser relativo, pero ha acertado al valorarlo como per­
sona
y como centro de toda la realidad creada. El hombre vale
más que las cosas. Todo lo cósmico debe estar ordénado al bien
del hombre. El hombre es la
única creatura

que Dios quiso por
sí mismo.

Por ello es canon
y medida. Y puede ser norma de
edificación de un futuro mejor. Europa, como patria de valores
culturales
y humanos, tiene como medida el hombre. La concien­
cia anticipadora, mientras trata de edificar en esta región del orbe
la llamada ciudad terrena, encuentra un eje bien firme en el
hombre. En el momento presente la conciencia gira en torno a
tres ideas

radicales, desde las cuales la creatividad tiene que desa­
rrollarse en la praxis renovadora:
la idea del hombre integral, la
realización de los
derechos humanos, la conquista de la liberaci6n
y la libertad como horizonte para todo lo humano. Son también
ideas nucleares. En torno a ellas se puede
edificar el
futuro euro­
peo. El
pensamiento integral fue una intuición genial del pensa­
dor cristiano Jacques Maritain hace ahora sólo 50 años. Se trata
de no mutilar nada de lo humano, de comenzar con la dignidad
del hombre, con
el. ser

personal como fundamento de toda socie­
dad
y sentir que ésta se pone al servicio de la persona para su
promoción total. Nuestro tiempo tiene ceguera para los valores
superiores. No 8.lcanzan a ver la trascendencia, olvida a Dios, se
encierra en lo inmanente. La crisis del momento presente sólo
tiene solución desde una visión real e integradora. La conquista
por los derechos .humanos ya está. en marcha como proceso in­
contenible, propiciado por la democracia. El
futuro tiene

que ser
realidad lo que aún es letra apenas legible. Y la liberación
y la li­
bertad son las grandes exigencias europeas
y mundiales, es el grito
de

la conciencia moderna, que responde a
la esencia del hombre.
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Fundaci\363n Speiro

ABELARDO LOBATO, O. P.
En cada una de estas dimensiones topamos con el misterio del
hombre. Y éste sólo tiene solución desde Jesucristo. Por ello,
la
Europa del futuro tiene que volver a ser cristiana, para ser en
verdad Europa. Tal es, creernos, la.
voz y

el grito de
la concien­
cia europea.
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