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Número 249-250

Serie XXV

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Ángel Ganivet: la tradición e Hispanidad en su obra literaria

ANGEL GANIVET: LA TRADICION E HISPANIDAD EN
SU OBRA LITERARIA
POR
ÜISTIÁN GARA Y
Virtualrnente un desconocido,. Angel Ganivet y Siles (1865-
1898), es
un· escritor

ameno
y sugerente, que amaba con telúri­
ca pasión su Granada
y su España. Su obra literaria, si bien con
las reservas doctrinales del caso, contiene innegables reflexiones
que preceden a la generación de
Acción Española, y aun al pro­
pio

Maeztu en su
Defensa de la Hispanidad. Desde esta pers­
pectiva se nos hace evidente su vinculación
. a

lo que más tarde
se denominará
Hispanidad.
PRESENTACIÓN,
Nació Angel Ganivet en Granada el 13 de noviembre de
1865. Su familia, de panaderos
y campesinos, vivía del molino
familiar; Ganivet los recordará por su elevada cultura. A su pa­
dre· dedicará

su
Idearium español y a su madre Granada la bella.
Contrariamente a la costumbre familiar, el joven Ganivet pre,
ferirá el cultivo de las letras al negocio de sus padres. En una
carrera brillante conquistará diversos grados académicos; en 1885
bachiller de Filosofía
y Letras, en 1888 licenciado y en 1889 el
doctorado, en Madrid. Ganará por
opo.sición las

plazas de ar­
chivero, arqueólogo
y bibliotecario en 1889, y en 1892 concur­
sará infructuosamente a la cátedra de griego, ganada por Una­
muno. Sin embargo, conseguirá, por oposición, el puesto de vi­
cecónsul en Amberes. En 1892 se licenciará en Derecho. Cerca
de 1892, inspirado por su reciente amistad con Unamuno, con­
cibió su personaje Pío García del Cid, o simplemente, Pío Cid,
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reflejo caballeresco de sus propias convlcdones. En 1S95 co­
menzó a publicar sus cartas de viajes que
será,¡ el
inicio de su
breve obra literaria, en la
que· destacan

su
Idearium, La conquis­
ta del Reino de Maya, Los trabajos de Pío Cid,
cartas y poemas
diversos. Cónsul en Helsingfors y Riga (Finlandia), Ganivet en­
tra en un período de intensa nostalgia y manía depresiva y per­
secutoria. Angustiado por
un· amor

imposible, se lanzará a los 33
años al río Duina con fatídica determinación, falleciendo en ese
acto el 29 de noviembre de 1898.
En 1895 Miguel de Unamuno publicó
En torno al casticis­
mo) conjunto 9-e ensayos que dieron origen a ·cierta literatura re­
generacionista en la cual encontramos a Ortega con su ESpaña
invertebrada, al primer Maeztu de Hacia otra España y Debemos
a Costa, a Giménez Caballero con. Genio de España. Ganivet,
angustiado por el destino de España, impulsado por aquello
que él llamaba «el espíritu territorial y que no era más que
la vieja virtud del patriotismo, se enfrentará a la crisis de su
país, despreciando las ideas liberales y socialistas tan en boga
ayer como hoy... Ganivet se dio cuenta,
reJlexionando, sobre
una

política exterior, adecuada a España, del sentido del hispa­
nismo. Es célebre la
anécdota, siendo

cónsul en Amberes, que
le sucedió en el Hospital Stuyvenber, a donde fue llamado de
urgencia por el caso de un moribundo, enfermo de fiebre ama­
rilla
y que .deseaba hablar con un compatriota. Ganivet relata
así aquella· postrera conversación:
« Yo no soy español; pero aquí no me entienden y al
oírme hablar
español han creído que era a usted a quien
yo deseaba hablar.
-Pues si usted no es español lo parece y no tiene por
qué apurarse. Yo soy de Centroamérica, señor, de Managua, y mi
fa-
milia era portuguesa; me llamo Agatón Tinoco. .
Entonces

-interrumpí yo- es usted español por tres
veces ..
;» (1).
(1) Ideart"um Españot I, págs. 253-254. Las citas provienen de l.a
ed.ici6n Aguilar de sus Obras Completas, Madrid, 1%1, dos t~mos, con
prólogo de Melchor Fernández Almagro. ·
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Impresionado por el aspecto demacrado de aquel hombre,
Ganivet exaltó su ánimo, en especial cuando supo de su azarosa
vida, construyendo primero el Canal· de Panamá y luego yendo
a colonizar
el Congo, donde contrajo la fiebre amarilla fatal­
mente:
«eso que usted ha hecho revela que
el temple de su alma
es fortísimo, que
lleva usted

en sus venas sangre de una
raza
de· luchadores

y de
triunfadores, postrada
hoy
y· hu­
millada por propias culpas, entre las cuales no es la me­
nor la falta de espíritu fraternal, la desunión, que nos lleva
a ser juguete de poderes extraños ...
» (2) ..
DECLINACIÓN Y DESVARÍO DE ESPAÑA.
Mientras era estudiante en· Madrid, Ganivet escribió Espa­
ña filos6fica
contemporánea. En este t · desarrolló sus· ideas

sobre
las relaciones
entre una· filosofía «am­
biental»
y la proliferación de corrientes filosóficas, pnramen­
te
académicas, lejanas al alma
y al senrir español. Ganivet criti-·
có, quizás con no entera. justicia, _la filosofía neo~scolástica, te­
niéndola por excesivamente
especqlativa, ~n disonancia

·con
las
necesidades de España. El desprestigio de la filosofía, como mo­
delo o norma de conducta social, llevó según Ganivet
la desorien­
tación
y el escepticismo, dos caminos que transitados por largo
tiempo se volvían irreversibles:
«Nace aquí (de su
falta de

relación con la vida), a la
vez que
el desprestigio de los estudios filosóficos un grave
daño para la sociedad misma, porque van muy descamina­
dos los que pretenden corregir los vicios sociales en su
manifestación extefior-y con medios puramente externos,
olvidando que los individuos y las colectividades . obran
guiadas
por una idea directiva,
en la
cual radica
la causa
de todos los males ... » (3 ). ·
(2) Idearium ... , I, pág. 255.
(3) España filosófica contemporánea, 11, págs. 580-581.
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España sufre a la sazón, según nuestro autor, una postración,
fruto, entre otras causas, de la inexistencia de una filosofía vul­
gar, capaz de imprimir «cierto sello de unidad a cada época his­
tórica» ( 4 ), Ganivet percibe, en la España de la Restauración,
cierta incomodidad e impostura, producto de la desnacionaliza­
ción liberal.
Ya. en

sus
Cartas finlandesas reclama para los . mecanismos
políticos
y pedag6gicos un realismo nacional, porque lo que hay
que hacer «es conocer el espíritu de cada nación
y desembarazarle
el camino» (5). El desvarío de España consiste en la adopción
de esquemas extranjeros, lejanos a la tradición· católica y a la actitud que
él denomina el « senequismo español». El escepticis­
mo reina, porque las creencias han sido disueltas, producto esto
de los ·avatares de la Reforma protestante y de la Revolución
francesa:,
«La Reforma
.¡,o fue

más que
¡; manifestación de la
rebeldía latente en espíritus que acaso nunca fueron ver­
daderamente cristianos, que no podían comprender el ver­
dadero sentido del cristianismo, porque no tenían aún el
convencimiento propio de la impotencia del esfuerzo racio­ nal,
y que al proclamar el libre examen eran tan 'lógicos a
su
manera como lo eran los herederos del espíritu greco­
rromano al defender la sumisión ciega
y absoluta a la
fe» (
6 ).
La Reforma prepar6 el terreno a la acci\Sn de la Revolución,
la cual fue más coherente en aquellos países ganados a la nueva
concepción de la fe; de allí proviene la singularidad de la cultura
española en su lucha
contra-d libre examen y la · Ilustración:
«Esta
es la causa originaria del estado anormal· por
que atraviesan hoy los pueblos europeos, especialmente los que no habían aceptado la reforma religiosa ...
» (7).
(4) España ... , II, pág. 581.
(5)
Cartas finlandesas, I, carta III, pág. 683.
(6)
Idearium ... , I, pág. 168. ·
(7) España ... , II, pág. 640.
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Para España los principios revolucionarios, esto es, el libe­
ralismo
y el socialismo, significaban la inestabilidad, porque no
existía en ella un fondo religioso e ideológico apto para aquellas
ideas:
«El principio. revolucionario, que a la vez
·que elemen­
tos destructores llevaba en su seno el germen de .uria nue­
va y completa organización, . no podía llegar a constituir
nada definitivo ...
» (8).
«Si la tradición no pudo destruirlo ni contrarrestarlo,
en cambio produjo una
reacción que

no
fue bastante
pata
borrarlo por completo, pero sí para impedir que continua­
ra su marcha
y para ahogar las consecuencias que de él
nacían como de ovario inagotable, resultando de esta lu­
cha unas veces
1.a. oposición entre las instituciones anti­
guas
y la tendencia nueva, otras enl:re las instituciones nue­
vamente creadas
y el espíritu tradicional».
«Resultado de esta pequeña contracción, que llega hasta
nuestro., días
y que amenaza prolongar su existencia por
mucho tiempo, es
el éscépticismo social» (.9).
El papel de la Revolución francesa se reduce, para Ganivet,
a haber pérpetuado un estado de permanente inconsistencia, pues­
to que:
«removió también los hondos cimientos de la
fe, sobre los
cuales había sido edificado
el gigantesco edificio de la Edad
Media
y las modernas nacionalidades, no pudiendo echar
otros
nu,evos, fundó en el aire sus nuevas instiruciones
que

por esto ofrecen también escasa estabilídad» (10).
«Es España, donde cuanto llevamos dicho tiene aplica­
ción exacta, el mal se infiltra, gerinina y se desenvuelve
en el último tercio del pasado siglo, pero no se manifiesta
claramente hasta nuestros días, merced a las circunstancias
especiales porque ha
atravesado nuestra

patria» ( 11 ).
(8) España ... , II, pág. 640.
(9) Cfr. España.
(10) Cfr., págs. 639-640.
(11) Cfr.,
págs. 640-641.
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A esto se suma la confusión babélica de las nuevas filosofías,
oscuras tanto por su enrevesado lenguaje como
por su
irrealismo:
«capaces de producir
un organismo armónico, un edificio
de construcción sorprendente
y maravilloso, pero falto de
cimientos sólidos o completamente vado en su interior,
como acontecen· los sistemas_ idealistas modernos que son
producto de unas abstracciones, o en el positivismo y ma­
terialismo que, reducidos a la
· observación

de los fenómc;­
nos
y a la investigación de .sus leyés, sólo pueden engen­
drar conocimientos particulares, nunca una verdadera filo­ sofía» ( 12).
Contra el escepticismo social se requiere, segón Ganivet, la
presencia de una filosofía
vttlgar y de una pedagogía nacional.
El se irritaba eón el neátoff!ismo} puesto que en éste, nacido y
desarrollado a la sombra de la encíclica de León XIII, Aeterni
patris (1879), se embarcaron muchos católicos que no estaban
en un nivel
in~electual adecuado para la delicada. tarea de la
confrontación de ideas produciendo un tomismo «envasado», in­
fantil, modesta copia del neotomismo romano o francés. En el
fondo
el español no era más que traducción de aquéllos, se ca­
ractizaba por su
,excesiva simple,:a y muchas veces reeditaba los
mismos errores revolucionarios:
« Una legislación, un arre cosmopolita, son nubes de
verano;
y una filosofía universal, como pretendió serlo la
escolástica es contraproducente, Someter a la acción de una
ideología invariable la vida de pueblos diversos, de diver­
sos orígenes e historia, sólo puede
conducis a

que esa ideo­
logía se transforme en una etiqueta, en un rótulo, que den una unidad aparente ...
». «La filosofía más importante,
pues, de C8da nación es la suya propia, aunque sea inferior
a las _imitaciones. de extrañas :filosofías: lo. extraño está su­
jeto a alternativas, es asunto de moda, mientras que lo
propio es permanente ... » (13).
(12) Cfr., pág. 643. Ganívet apoya, sin embargo, a Balmes eil su crí~
tica

a Kant
y se manifiesta tomista.
(13) Idearium ... , I, pág. 167.
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ANGEL GANIVET: TRADICION E HISPANIDAD
Lo peculiar de nuestra época --dice Ganivet-es la tenden­
cia a la uniformidad y, veloces, los europeos se apresuran en
construir unidades ficticias
.en el
positivismo, en el materialis­
mo, en el socialismo, que sin duda
son. el

resultado final de este
proceso (14). Si el escritor se queja del partidismo y de las
con­
secuencias intrínsecas del sistema parlamentarista, no menos se
queja del soclalismo. En su parodia de La conquista del R,ino de
Maya, novela ubicada imaginariamente en Africa, continente cuyo
simbolismo
es patente
en
el regeneracionismo de Ganivet, cuen­
ta
la historia

de Pío Cid, elegido consejero del
rey de
Maya y
de las reformas que emprende con los salvajes. Pío Cid, para
aumentar las rentas del
rey considera toda la propiedad como
del soberano, de la cual· los habitantes de Maya son simples con­
cesionarios;
«y veía asomar por todas partes, rudimentariamente tam­
bién, sus funestas consecuencias. El rey poseía más de lo
que necesitaba -para stis atenciones, y no estaba interesado
en hacer prosperar sus haciendas; los concesionarios se li­
mitaban
a obtener
lo preciso para el día ... ». «Existiendo
un poder nivelador de la riqueza, y faltando estímulos per­
manentes para adquirir, los únicos móviles del trabajo eran
el hambre y el amor» (15). ·
As/ se desarrolla un sentimiento de dependencia, · qu/ en
realidad
-,en el
pensamiento de Ganivet- retrata más a
Es­
paña

que al imaginario reino de Maya; la vida se esfuma en
el
centralismo burocrático y la política cotidiana se transforma en
unos rituales que «sólo merecen desprecio» ( 16 ).
Se desarrolla
una vida parasitaria, en la cual todo depende del exterior; en
las provincias toda iniciativa se espera de la capital, en la capi­
tal todo se
anhela del exterior ...
(14) Ibíd., pág. 167: «faltos de clama para encomendar esta obra al
tiempo nos apresuramos a construir unidades-aparentes ... » (E subrayado es
nuestro).
(15) La conquista del Reino Maya, I, págs. 504, 505.
(16) Idearium ... , I, pág. 282.
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Contra la leyenda negra sobre Rusia, Ganivet alaba la auto­
nomía en que
el zarismo deja a la dominada Finlandia. El régi­
men autonómico finladés· se construye sobre Cortes estamenta­
les que al cónsul le parecen útiles:
«lo que yo pienso es que hay muchos modos de servir a
]iios, y que debemos desechar el concepto ridículo de que
e1 buen Gobierno está vinculado en esta o en aquella
fot­
má { de gobierno), en este o en aquel régimen» ( 17).
Nuestro escritor
cree que
las verdaderas y más útiles revo­
luciones son aquellas en que una filosofía logra constituirse como ambiente o sello de una época,
· dejando

a sus habitantes y al
tiempo su decantación. Es, en este sentido, un tradicionalista que
desconfía de los apriorismos brillantes y que prefiere la opaca
pero necesaria consistencia
de lo tradicional. Los españoles, dice
Ganivet, hemos perdido
el respeto por nuestras instituciones a
cambio de la «libertad». Pero un pueblo depende, precisamen­
te, de su estado de salvajismo o de cultura; sin cultura (aunque
sobre
la libertad), los españoles retroceden y no avanzan:
«un pueblo culto es un pueblo libre; un pueblo salvaje es
un pueblo esclavo, y un pueblo insttuido a la ligera, a paso
de carga, es un pueblo ingobernable. Las libertades las te­
nemos· dentro de nOsotros ·mismos: no son graciosas con­
cesiones de las leyes ... ». «A cambio de la libertad de las
ideas, nos dejamos despojar de una libertad· más bella y
más noble, la de la forma;
y nuestra aspiración párece hoy
por cifrarse en que todos los hombres unidos en un coro
inmenso y fraternal, entonen un
lúmno a

la libertad, pues­
tos previamente de
frac y

corbata blanca»
(18).
El escritor granadino rechaza las revoluciones: «la mayor parte de las
. revoluciones
son engendros de la
ambición. o de la vanidad de los hombres que, no conten­
tos con seguir la evolución natural de las cosas, se preci-
(17) Cartas finlandesas~ I, catta 4, pág. 691.
(18) Cartas ... , I, carta IV, pág. 692.
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pitan a dirigirlas para cargar con la gloria de haber salvado a la Humanidad. El verdadero· revolucionario no es el hom­
bre de acci6n: es
el que .tiene ideas más nobles y más
justas que los otros, y las arroja en medio de la sociedad
para que germinen y echen fruto, y las defiende, si el caso
llega, no con la violencia, sino con el sacrificio» (19).
En
el Reino de Maya, pintado en el interior de Africa
está ·representado el «salvajismo».: de los españoles, o si se quiere
el afán de absoluta libertad que predica el parlamentarismo:
«Estudiando de cerca
estos pueblos
más primitivos, se
/
ve

claro que el gobierno de las naciones no exige hombres
·
de Estado, ni legistas, ni soldados, sino poetas, comedian­
tes, músicos y sacerdotes» (20).
Su novela es, pues, una parodia de
la demagogia, que Gani­
vet considera connatural al
parla,p,entarismo de
su
época, Los
gobernantes

españoles · discuten sobre exterioridades, mientras
las grandes cuestiones son postergadas incesantemente.
Ante el sufragio «universal», Ganivet se muestra escé:Ptico.
Si bien no lo cree completamente inútil agrega --,-<:on salero sin
duda- un comentario:
«Hay una porci6n-
d_e gentes

sin una idea en
la ca­
beza ni en otra parte del cuerpo, que se morirían sin ha­ ber sido nada real
y concreto en el mundo, si no existie­
se
el sufragio» (21 ).
Ganivet cree que s6lo deben votar aquellos que estén capa­
citados para hacerlo
y únicamente si. es necesario:
«No nos queda más recurso que resignru;-nos y, a lo
sumo, cuando vemos que un hombre es decididamente in­
capaz para constituirse en

familia, aconsejarle que no
lo
haga y esforzarnos en persuadirle. Este es mi criterio en
la cuesti6n del sufragio ... » (22).
(19) Cartas ... , I, carta IV, pá~ 69}.
(20) La conquista ... , I, pág. 345.
(21)
Cartas ... , I, carta IV, pág. 695.
(22) Cartas ... , I, carta IV, pág. 696.
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Para el escritor, la cuestión del parlamentarismo está limi­
tada por las tendencias uniformadoras. Si hoy existen pariidos
de clase, sostiene', ¿por qué no terminai,: con la ficción e inten­
tar unas Cortes estamentales como las medievales? Estas cons­
tituyen:
«un organismos basado sobre la realidad de los intereses
· colectivos», no en una «concepción arbitraria» (23 ).
Es obvio que Ganivet considera que los prejuicios liberales
y parlamentaristas no producen· .automáticamente un mejor go­
bierno, pese a los lugares comunes al respecto (24 ).
«Los que desean aún derramar su sangre generosa por
introducir un cambio en las exterioridades del Gobierno,
que tengan la bondad de reservarla para empresas más no­
bles, en las que se ventile el interés de "toda la Nación";
y si la sangre les bulle tanto que no pueden aguantar más, que llamen a un sangrador y que se sangren y
dejen en

paz
· a

sus conciudadanos» (25).
Su Pío Cid desiste de dar una Constitución escrita en el
reino de Maya, trasuntando su propio parecer sobre la inutilidad
de los textos escritos;
«en Maya, las leyes se establecen por medio de la acción,
no de la palabra ni
por escrito.

Un decreto no significa nada
si no le acompaña
la ejecución

inmediata de sus precep­
tos ... ».
«Júzguese, pues, de lo aventurado qüe sería dictarles
una
Constitución que
hasta aquí
constaba de 117 artículos
y que tendría probablemente el doble;
era cosa

de temer
que ni los súbditos la leyeran ... >>', «ni que las autoridades
la aplicaran, lo cual era menos digno de disculpa. Dejan­
do en suspenso
mis trabajos
de redacción pata época
más
oportuna,

decidí acomodárme a las costumbres mayas e
implantar de una manera tangible reformas parciales bien
combinadas, cuyo conjunto sería una Constitución de he­
cho ... » (26).
-----
(23) Ibld., pág. 698.
(24)
Ibid., pág. 698.
(25) Ib/d., pág. 699.
(26) La conquista ... , I, págs. 462-463.
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Por último, Ganivet se pronuncia contra el parlamentarismo,
al que califica de estado patol6gico de la· nación española:
«Cuando en

el seno de las asambleas legislativas predo­
mina el interés particular sobre el general; cuando las par­
cialidades que por necesidad
y conveniencia se forman en
los sistemas representativos están desunidas y· excesiva_mefü
te fraccionadas; cuando el tiempo debido al estudio y dis­
cusi6u de las leyes convenientes se dedica a los torneos de la palabra ...
» .«surge un estado anormal que se llama par­
lamentarismo ...
» (27).
«¿Cuál es la causa del ateneísmo de los partidos? El
escepticismo. S6lo por él se explican la inconsecuencia dia­
ria, el cambio continuo de opini6n
y las perpetuas disiden-
cias ...
», «la falta de una s6lida educaci6n filos6fica afirma-
tiva ...
» (28).
El esj;>era que los j6venes se lancen a un programa de ideas
y que rechacen la política partidista, como un intermedio fatuo:
«Si alguna esperanza
nos queda
todavía, es por que
confiamos en
que estos hombres nuevos,

que no
han que­
rido entrar en la política de partido, estarán en otra parte
y se presentarán por otros caminos más anchos y mejor
ventilados que los de la política al uso» (29).
Estamos, pues,
.en el
umbral del regeneracionismo que Gani­
vet anhela. Y es que el granadino, al
tratar la

cuesti6n de los
remedios de España, fija su atención en su política internacional,
porque sabe que
la crisis interna de España ha tenido como
punto de referencia el panorama vecino. La ausencia de una política exterior s6lida, expresa, está fundada sobre la ausencia
de convicciones internas. Porque una nación que ·sabe cuál es su
tradici6n, proyecta también con indeleble trazo su política ex­
terior:
«La transformaci6n psicol6gica de una naci6n por los
-----
(27) España ... , II, pág. 600.
(28)
España ... , II, pág. 600.
(29) El porvenir de España, II, pág. 1.080.
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hechos de su historia· es tan inevitable como la evolución
de las ideas del hombre, merced a las sensaciones que va
ofreciéndole la vida. Y el principio
fundamental del
arte
político ha de ser la fijación exacta del punto a que ha lle­
gado él espíritu nacional. Esto es
lo que

se pregunta de
cuando en cuando al pueblo en los comicios sin que
el pue­
blo conteste nunca, por
la razón concluyente de que no lo
sabe ni es posible que lo sepa.
Quién lo
debe saber es
quien gobierna ...
» (30).
ESENCIA Y CONTINUIDAD DE ESPAÑA.
Ganivet, que hace germinar la nación por el espirito terri­
torial, le otorga al tiempo, a la tradición, un papel fundamental
en la verificación de una memoria colectiva, capaz de reconocerse
idéntica pese a los cambios. Nuestro escritor explica que la
fuerza más íntima de una nación es su vinculación a la tierra,
aún más que la religión -dice--, porque los países temperan
el rigor
de las religiones con el carácter particular de cada pue­
blo. El divide
a los
pueblos en insulares, peninsulares y conti­
nentales. Los insulares, argumenta, desarrollan el sentido de la agresión, persuadidos de que
el mantenimiento de su aislamiento
depende de la rapidez de su ofensiva. Los continentales, en cam­
bio, acostumbrados a las invasiones inscriben en su espíritu la regla de la resistencia. Los peninsulares desarrollan, ante todo,
el espíritu de independencia. Fruto de esta curiosa
clasificación
psico-geográfica,

Ganivet ve transcurtir la existencia de España
como la típica de un pueblo sin previsión porque, debido a su
espíritu
de independencia, se ha impedido, asimismo, trabar re­
laciones cOn Sus propios congéneres. Cada español es en sí una
república, y la divisa que debiera llevar, dice, es que· cada cual
haga lo que
. le parezca conveniente
( 31 ). La política inglesa ha
sido la de una nación agresiva, imperialista, cuyo más refinado
arte es librar sus guerras ofensivas en cualquier punto del pla-
(30) El porvenir ... , II, pág; 1.062.
(31) Véase Uearium ... , I, págs. 176 y sigs.
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AN(jEL GANIVET, TRAJJICION E HISPANIDAD
neta que no sea la propia Albi6n. La de Francia, exhibe, en
cambio, un inconmovible patriotismo, señal de su política de
resistencia contra los demás países que la circundan, sin distin­
guir ni las épocas de paz o
de guerra.

Las guerras napole6nicas,
agresivas, imperialistas, son, a sn juicio, la expresión de
la men­
talidad de un insular (32). Coincidiendo con el juicio de Taine
sobre la concepción «marítima» de estrategia
napoleóruca, «fue
-dice--
una isla que cayó en el continente», (33 ) .. En cuanto
a España, ésta se encuentra en el otro de dos caminos que des.­
hacen la ilusión de su insularidad. Ella está encerrada entre dos obstáculos más aparentes que reales: los Pirineos, fáciles de
atravesar y el Estrecho de Gibraltar, puerta que seduce a los
conquistarores para intervenir en su territorio; por ello, la
his,
toria

española constituye: «una serie inacabable de invasiones y de expulsiones, una
guerra permanente de independencia» (34).
Fue la esperanza de guardarse
de. estas

invasiones, de con­
tinuar la guerra de independencia religiosa, la que llevó a los
españoles a los cuatro
puntos cardinales

del mundo entonces
conocido. Al norte, por presión
d.e Roma

contra Inglaterra; al
sur y al oeste, hacia Africa y América,
para anticiparse

a los
infieles; el este, aragon~ses y catalanes que ejercitaron en el
Oriente el primer impulso colonial. Cada reino --catalanes, arago­
neses, castéllanos, portuguese5:-se lanza a los cuatro puntos
cardinales en-competencia con sus vecinos. Ganivet sostiene que
dichas empresas bélicas no tuvier_on por caus~ la abundancia de
fuerzas, sino, más bien, un impulso desesperado de adquirir fuer­
za y gloria en otras tierras.
España es un país guerrero, y
por· guerrero
entiende
Garuvet
algo

totalmente distinto del militar, debido al contenido heroico
(32) Se refiere, lógicam.ente1 al origen corso de Bonaparte.
(33) Idearium ... , I, P.ág. 180.
(34) Idearium ... , I, pág. 181.
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e individual del guerrero, arquetipo nacional de una misión, de
una identidad,

antes que de una simple profesión mecánica:
«A primera

vista se descubre que
el es¡,iritu guerrero
es
espontáneo
y el espíritu militar reflejo: que el uno está
en
el hombre y el otro en la sociedad; que el uno es un
esfuerzo contra
la organización y el otro un esfuerzo de
organización ... », «un país que confía en sus fuerzas- pr6~
pías desdeña el militarismo; y una nación que teme, que
no

se siente segura pone toda su
fe en ros cuartele_s. Es­
paña

es, por esencia, porque así lo exige
el espíritu de su
territorio, un pueblo guerrero, no un pueblo militar» (35).
Del mismo modo, Ganivet poseía una visión romántica de
la guerra, y se pronunciaba contra la creciente deshumanización
de
la misma:
«un ejército

que lucha con armas de mucho alcance, con
ametralladoras
de tiro · rápido y con cañones de gtueso ca­
libre, aunque deje
el campo sembrado de cadáveres, es
un ejército glorioso; y si los cadáveres son de raza negra,
entonces se dice que no hay tales cadáveres. Un soldado que lucha cuerpo a cuerpo y que mata a su enemigo de
un
bayonetazo, empieza

a parecernos brutal ...
». «No nos
fijamos en
el hecho, nos fijamos en la apariencia ... » (36).
Aquí, Ganivet nos presenta la figura del guerrero o guerri­
llero como prototípica del alma nacional española, reflejo del
espíritu de independencia, que se contrapone al mercenario, para
el cual la Patria y la honra nada significan. Ai1n más, el guerrero
español es representante del
heroísmo individual,

contraponiéndo­
se así a la fría imagen del soldado moderno. Este es el sentido
· del caudillo en la historia española: de un Viriato, un Cid Cam­
peador, un Cortés o del sentido militar de la
Compañia de Jesi1s
en el siglo xv1. ..
«Así, la guerra civilizada, que parece
más ·noble por-
05) Idearium .. :, !, pág. 187.
(36)
Idearium ... , I, pág. 191.
1268
Fundaci\363n Speiro

ANGEL GANIVET: TRAfJICION E filSPANIDAD
que coloca a gran distancia a los que matan y . a los que
mueren, es una guerta profundamente egoísta
y salvaje,
porque impide que
se. muestre

piedad; el que lucha desde
lejos, mata siempre que acierta a matar; el que lucha cuer­
po a cuerpo, unas veces mata y
otras veces

se compadece
y perdona. Los españoles son tenidos por .guerreros duros
y crueles y acaso sean los que han ofrecido más ejemplos
de piedad
y de magnanimidad ... », «porque han peleado
siempre muy ·cerca del enemigo» (37).
Para Ganivet,
la evidencia del carácter estoico del español
consistía básicamente en su inalterable
dignidad y
en
la persis­
tencia de su individualidad, ajena a los azares de la fortuna, que
no. añade -----.::omo dirá

en otro lugar-.'... a
la derrota, la vergüenza
de la traición.
Indisoluble al espíritu territorial se halla el catolicismo, re­
ligión que modera los restos
bárbaros y

paganos que existen en
los españoles, heredados de las múltiples invasiones. Ganivet
defiende esa herencia católica porque «España
se halla

fundida
con su ideal religioso»
(38 ).
« Uno d~ los errores· que con más apariencia de verdad
recorren por el mundo es que las
. naciones
adheridas a
la
Reforma hat:i llegado a adquirir mayor cultura, mayor pros­
peridad, mayor influencia política que las que han perma­
necido fieles
·al catolicismo

Y o he vivido varios años en
Bélgica y puedo decir que es una nación tan adelantada
como la que más en todos esos órdenes de cosas en que
hoy se hace consistir
la civilización

( en que por desgracia
se concede más importancia a los kilómetros de ferrocarril
que a las obras de arte» (39)., '
Lo que se requiere para
reunificar espiritu:ilinente a España·
es la restitución del Catolicismo español, universal como Catoli­
cismo pero español en tanto aclimatado
y encarnado en una histo­
ria particular, con sus derrotas-y victorias contenidas en inescru-·
(37) Idearium ... , I; pág. 193.
(38)
Idearium ...
, I,
pág. 171.
(39) Idearium ... , I,
pág. 171.
1269
Fundaci\363n Speiro

CRJSTIAN GARAY
tables signos por el gobierno de la Providencia. Repetidamente
Ganivet solicita una pedagogía cat6lica para restaurar España.
GaniVet posee, por así decirlo, una ,visión cervantina, cjuijotesca,
de la misión apostólica de los españoles, y así se imagina frente
a un

comerciante -no español, por supuesto-- en
el corazón
del reino de Maya discutiendo acerca de la conveniencia de evan­
gelizar o no a sus habitantes:
«aunque hubiera que lamentar la pérdida de tantas vidas
humanas-; no vacilaría - en darlas, y_ les daría gustoso, en
cambio de las del último y más despreciable antropófago,
sacrificado en nombre de la civilizaci6n ... », «aquel que
blasone de apóstol
y se lance resueltamente a la predica­
ción de su fe, cuide más de probarla
con· su
propio sacri­
ficio que con
la conquista de gran número de adeptos, y
no espere que éstos sean leales, Si los ha catequizado des­
de una fortaleza» ( 40). ·
Y, párrafos antes, ha recordado, imaginariamente por cierto,
cómo Pío Cid ha emprendido su aventura en el reino de Maya
sin retroceder, porque le resguarda el ejemplo de su sangre:
«Justo será que los mercaderes, que no buscan más que
su ganancia material, cuiden de salir a salvo con
la vida,
sin
la cual sería poco apetitosa la riqueza ... » (pero el hé­
roe debe) «concebir una empresa de tal modo ligada con su vida que o ambas sean glorificadas en la victoria o pe­
rezcan juntas en el vencimiento» ( 41 ).
En
Las doctrin(lf varias sobre el concepto de causa que han
tenido los filósofos,
escrito en 1890 para el premio extraordina­
rio
de doctorado, Ganivet sostiene que la filosofía cristiana se
corona en
el realismo tomista, dando origen a la Escolástica.
Curiosamente, si bien es antieoescolástico, Ganivet ve, a finar
de cuentas, el valor del pensamiento aristotélico-tomista.
. «La

doctrina de Aristóteles tiene su feliz coronamiento
(40) La conquista ... , I, pág. 639.
(41)
La conquista ... , I, pág. 638.
1270
Fundaci\363n Speiro

ANGEL GANIVET: TRADICION E HISPANIDAD
en la filosofía escolástica, que· poseyendo, con la firmeza
que

inspira la palabra revelada, el dogma de la
creaci6n ex
nihilo, destruyó el dualismo para siempre ( entre la mate­
ria y el primer motor inmóvil), alcanzando una noción. exac­
ta de la causa ...
» (42).
Nuestro

escritor pide que la dirección de las
-1mas, la
ver­
dadera y más profunda educación sea dada a la Iglesia en razón
del cuidado solícito que
establece con

los fieles. Porque no basta,
como dice en
España filos6fica, la simple instrucción del maestro
para enseñar.
EL DESTINO DE ESPAÑA.
a) América.
Para Ganivet es un hecho que la diferencia que separa a la
anglo-América de
la América española se debe a su proceso de
colonización.

Los españoles, dice, llegaroo a América para colo·
nizarla e integrarse, para
cumplir un papel ecuménico

de evan­
gelización -a -veces por la fuerza, es cie!to---y como elemento
integrador a la plurimonarquía hispánica. Como bien dice un his­toriador chileno, Chile
(y toda América) entró a Occidente por
el verbo imperial de España. Y he aquí que Ganivet escruta esta
forma de colonización y la enfrenta a las «modernas» emprendi­
das por Bélgica, Francia e Inglaterra. Ellas son factorías, y los
colonizadores se repliegan sobre su
fe, sobre sus creencias, sec­
tarios, decididos a trabajar por sí mismos, para
lo cual lo nati­
vo estorba. Y dado que la colonización se
produjo· sembrando la
simiente de la cultura española, Ganivet concluye que los colo­
nizadores se han fundido al
territorio que ocupan y
han dado
origen a las diferentes naciones hispanoamericanas: Chile, Ar­
getina, Brasil, México, Perú,
etc., son

producto de las determina­
ciones geográficas en que se desarrolló la colonización:
(42) Idéarium ... , I, pág. 246.
1271
Fundaci\363n Speiro

CRJSTIAN GARAY
«Una nación no- es. como un hombre; necesita varios
siglos para desarrollarse. Las naciones hispanoamericanas
no han pasado de la infancia, en tanto que los Estados
Unidos han .comenzado por la edad
viril, ¿por

qué? Por­
que las unas, al
recil:,ir la influencia de sus territorios han
retrocedido y han comenzado la evoluci6n como pueblos
j6venes_. .»,

«y
la otra ha continuado viviendo con vida
arrificial, importada
de Europa, como pudiera vivir. en
cualquier otro territorio,. por ejemplo, en Australia» ( 43 ).
Para nuestro escritor
es significativo

que el gentilicio de esta­
dounidense
----eomúnmente americano-carezca· de determina­
ci6n, sea puramente externo y no defina una personalidad territo­
rial: es que no pasa de ser· un injerto de Europa en .América ...
Ganivet no se desalienta por
las continuas
luchas fronteri­
zas ni por revoluciones
ni golpes palaciegos; él cree que es di­
fícil el parto de los pueblos que han decidido constituir una fiso­
nomía propia y que dan tanteos inexpertos sobre el acontecer. Además, se complica «por el espiritu de rebeli6n» que los espa­
ñoles infunden a sus
relaciones, de

modo que si la América his­
pana se desintegr6 después del proceso independentista america­
no, ello estaba, en cierto. modo, contenido en el individualismo
español; simplemente, el acontecimiento se apresur6. Establecida esta realidad de la colonizaci6n española y de su
asentamiento en América, cabe preguntarse qué tarea ella im­
pone a las políticas exteriores de los nuevos y viejos
países his­
panos. Gánivet ·rechaza las _uniones_ iberoamericanas, puramente
jurídicas y sumatorias. La uni6n iberoamericana posible, expre­
sa, surgirá de un lazo
eopiritual, sin

coacci6n o ritualidad alguna:
«ésta ~ige: -primero, que llosotros tengamos ideas propias
para imprimir unidad a la obra y, segundo, que las demos
gratuitamente para facilitar su propagaci6n»
(44 ).
El
papel
de España ha de ser el de volverse sobre sí mis-
(43) Idearium ... , I, pág. 246.
(44) Idea1'ium ... , r; pág. 249.
1272
Fundaci\363n Speiro

ANGEL GANNET: TRADICION E HISPANIDAD
ma, de replegarse para tomar fuerzas y difundir la unidad hispa­
noamericana:
«Necesitamos reconsttuir nuestras fuerzas materiales
para resolver nuestros asuntos interiores, y nuestra
fuerza
ideal

para influir en la
· esfera
de nuestros legítimos inte­
reses externos, para fortificar nuestro prestigio en los pue­
blos
de origen hispánico» ( 45).
«Hay quien espera
aún la herencia milagrosa, como si
tuviéramos muchos tíos en las Indias» ( 46 ).
La
peculiaridad de

la
colonización española
en América, es
que
ella responde, para Ganivet, a la idea de .que colonizar es
misi6n:
«Hay quien confía en las colonias, como si no sup1e­
ramos que con nuestro sistema de colonizaci6n las colonias
nos cuestan más que nos dan; y esto no _admite refortna,
no necesita reforma tampoco. La verdadera . colonia debe
costar.
algo ·a la

metrópoli, puesto que colonizar no es ir
al ,negocio, sino civilizar pueblos y dar expansi6n a las
ideas. Dejemos a
otros pueblos

practicar la colonizaci6n
utilitaria ... » ( 47).
En su esencia, esta forma de colonizar es parte de la tradi­
ción española

y copiar otra, dice Ganivet, serla actuar «sin dis­
cernimiento» ( 48), porque:
«No hemos podido formar un concepto propio sobre
la
colonizaci6n a la moderna; atengámonos al antiguo, pro­
sigámoslo con tenacidad, aunque choque con
las ideas co­
rrientes;

porque si nosotros no tenemos
fe en las obras
que creamos, ¿quién la tendrá por nosotros
y cuál será
nuestra
niisi6n en

la historia futura?»
,(49
(45) ldearium ... , I, págs. 266-267.
(46) ldearium ... , I, pág. 67,
(47)
ldearium ... , I, pág. 267.
(48)
ldearium ... , I, pág. 268,
(49) ldearium ... , I, pág. 268.
1273
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARAY
La misión de España pasa .por «cerrar con cerrojos, llaves y
candados todas las puertas por donde el espíritu español se es­
capó de

España» (50) y
ensimismada construir su

regeneraci6n.
«Nuestro pasado y nuestro presente nos
ligan a

la
Amé­
rica española; -al pensar y trabajar, debemos sabet que no
pensamos ni trabajamos s6lo por la Península e islas ad­
yacentes, sino para la gran
dematéaci6n en

que rigen nues­
tro espíritu y nuestro idioma» (51).
Por último, Ganivet disentía de la interpretaci6n dada por
Unamuno. Porque las naciones que hacen las políticas exteriores se mueven por ideales, a veces nada nobles, pero
---en todo
caso--superiores

a los intereses de los individuos. Confundir el
interés pecuniario de los colonos con el fin trazado por la na­
ción es un grave error.
España se

movi6 por un ideal, un ideal
cat6lico:
«Durante la Reconquista se form6 en
I¡spaña ese

ideal,
fundiéndose las aspiraciones del Estado
y la Iglesia y to­
mando
cuerpo la fe en· l~ vida política. La fe activa, mili­
tante, conquistadora, fue nuestro móvil, la cual creó en
breve sus propios instrumentos de acción; ejércitos y ar­
madas, grandes políticos
y diplomáticos; todo esto apare­
ció sin saber cómo en
una naci6n
oscura
y desorganizada,
que algunos años antes, en el reinado de Enrique IV, eta
un semillero de bajas intrigas» (52).
b) El simbolismo de A frica en la futura política ~x,terior de
España.
Dice Ganivet que cuando España estaba dispuesta a prose­
guir la guerra religiosa contra los musulmanes
en· Africa, apare­
ció

la noticia del descubrimiento de América desviando las fuer-
(50) Idearium ... , I, p,!g. 276.
(51) Porvenir ... , II, pág. 1.081.
(52)
Porvenir ... , II, p,!g. 1.093.
I274
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ANGEL GANIVET: TRADICION E HISPANIDAD
zas impetuosas del suelo ibérico ·haci¡ otros derroteros .. Este
hecho marca para el granadino una permanente interrogante sobre
el destino «africano» de España; ese camino futuro no es otro
que el de la regenraci6n de España, es decir, Africa encarnaría
el
repliegue español sobre sus propias fuerzas.
En esta perspectiva Ganivet juzga err6nea
la política de .Fe­
lipe

II, estimándola superior a las fuerzas reales,. peró separando
en ella lo bueno de lo poco conveniente. Y si Felipe II cayó, dice,
no fue por sostener ideas católicas, sino por estar ligado a otros
intereses. España tiene, pues,· frente a Europa, Africa y Asia un
interés mediterráneo,
y dos vertie.tites, una -referida· a la cues­
tión romana y otra referida a .la cuestión turca.
No se trata, pues, de considerar que España
debe pemar en
Africa como una nueva posesión; al contrario, Ganivet cree que
esto

es pesimista. porque radica la «grandeza» del
país en

añadir
nuevos territorios. Nuestro autor espera
el futuro

en Africa, pero
un futuro de ensimismamiento, de contemplación y de mesura
frente a lo que debería ser una política remozada en la tradi­
ción para España.
«En materia de colonización africana,
España no

ha
podido hacer más materia de colonización africana,
Es­
paña

no ha podido hacer más que reservarse
el. dominio de
aquella parte del litoral africano que, en manos extran­
jeras, pudiera ser un vecinazgo peligroso para nuestras
po­
sesiones tradicionales. No estaba en su mano acometer nue­
vos trabajos de colonización, máxime si había de colonizar
por el sistema absurdo y censurable empleado hoy en
Afri­
ca»

(53).
En vez de acometer conquistas invocando el testamento de
Isabel
la Católica, Ganivet propone fundar un centrff activo de
estudios africanistas en .su natal Granada. Y aunque· Ganivet deje
cerrada las puertas
al. ánimo

de aventura de los españoles en su
Idéarium, en su Porvenir de España (título bien significativo por
lo

demás), escribe que la deja
entornada hacia
Africa.
Alguna
escondida

misión proyectaba o anhelaba Ganivet con un
«escu-
(53) Idearium ... , I, pág. 274.
1275
Fundaci\363n Speiro

CRISTIAN GARAY
dero árabe» para un nuevo tipo de política exterior hacia Afri­
ca.
España, escribe en el
Porvenir ... , necesita soñar y preparar
nuevas empresas, pero no despertar apetitos extraños sobre sÍ'
mismas y, en ese incógnito «destino» africano, Ganivet cree ha­
llar

algún
punto de. apoyo
«para
mantener ante

Europa
nuestra personalidad
y nuestra
independencia» (54 ).
Respecto de la unidad ibérica, Ganivet explica que
él mismo
ha dudado, a
la vista de tantas uniones forzadas, si conviene o
no unificar la Península, habida cuenta
que. el origen real de la
separaci6n entre España y Portugal no radica más que en
la an-
1 tipatía 1usitan6-cástellana, La unidad ibética, dice, pasa por la
convergencia entre los · intereses castellanos y los portugueses en
paz y por el acuerdo, que no hay otro método para reunificar a
los peninsulares. La política felipista consisti6 en derramar a España sobre
territorios lejanos y defenderlos todos a la vez; Ganivet, con
el
peso del fracaso, propone mirar desde casa y de reojo a Africa.
Alguna nueva misi6n espera a España ... , claro está, el «fracaso»
de Felipe II es relativo, ya que Ganivet se refiere únicamente al
equilibrio
~ropeo; pero

la obra hispana
se perpetu6.
e) Reflexiones finales sobre el Hispanismo y la Tradicwn.
Quizás más de alguno se preguntará, revolviéndose sobre el
asiento y frunciendo el ceño: ¿Qué importancia tiene Ganivet
para
el pensamiento tradicional? Desde luego -y separando las
razones puramente históricas que dejaré para el final, porque son
accidentales-, lo esencial del legado de Ganivet, que pasa a través de Maeztu a
Acción Española (1931-36), es la revaloriza­
ci6n del mundo hispánico. Ganivet, al
mepitar acerca
de qué
había sucedido· para que España cayera en los tristes aconteci­
mientos por todos · coñoddos ---decadencia, invasiones, guerras
civiles y extranjerizaci6n- percibió que su país era mucho más
(54) Porvenir ... , II, pág. 1.079.
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ANGEL GANIVET: TRADICION E HISPANIDAD
que la España metropolitana. Que era ,también esa gran compe­
tidora, Portugal; que eran sus hijos, los
países de habla española
y lusitana en América; que era Filipinas en el Asia sudorienta!;
e incluso,
el reino de las dos Sicilias (aunque nuestro autor no lo
cite expresamente) en el ámbito mediterráneo. Ganivet,
y Vázquez de Mella (55), que fommló sus Tres idea­
les entre 1897
y 1921, en el cual llama a formar los Estados
Unidos Españoles, son los dos intelectuáles
,que, reflexionando
sobre

el senti,do de la historia de España, acertaron a considerar
lo americano como un hecho macizo
'Y futurista, y no como una
simple aventura de ,desheredados. Ni el docto Mercelino Menén­
dez y Pelayo se atrevió a traspasar los limites de su España penin­
sular, cuando redactó su monumental Historia de los het!erodo­
xos españoles. Algo
hizo Unamuno, siempre contradictorio y ge­
nial, y nada ( excepto algunos artificios verbales) Ortega y Gasset,
que no se arrugó en lo más
mínimo cuando
el El
espeotador,
tomo

VII, en el ensayo «Hegel y América», concuerda con las
aseveraciones del enrevesado filósofo germano que relega a
Amé­
rica a un accidente geográfico y que debe ser eliminada del cua­
dro histórico porque «el Espíritu» no se manifiesta en las
jó­
venes repúblicas. «Un primer capitulo tenebroso o libido», dice
Ortega, siguiendo a Hegel (56).
Contra _esa corriente de desprecio o de cegamiento, reaccio­
na

nuestro escritor.
Ganivet;· que
amaba a su patria, se
da. cuen­
ta que el desprecio a las. naciones hispanoamericanas es el sui­
cidio, porque
éstas -México,
Perú, Argentina o
Chile--son
también,
a su

manera, partes de España. Partes diversas, pero
también lo diverso conforma unidades y ésta no lo es menos
(55} Remito a mi tesis de ma,do, cap. IV: «La ventura · de un con­
cepto: d Hispanismo», págs. 112 y sigs. de El grupo de: Acción Pspañola
y
los origenes del

Franquismo (1927-1937).
TradiaionaJ.ismo y
Nacionalismo
a _comienzos del siglo XX, Universidad· de Chile, Lic. en Historia, 1984,
Santiago. En ese trabajo no toqué de lleno
la herencia de -Ganívet, pero-sí
el aporte de V ázquez de Mella y Maeztu;
(56) Págin• 26. El subrayado es nuestro. En genc:ral, Ortega en. este
período -hasta 1936- no se ocupa del tema americano. Mucho más pro­
vechoso

es leer
-a Unaniuno.
1277
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CRISTIAN GARAY
porque carezca de homogeneidad política directa y se base en
sentimient6s', herencias culturales y rasgos históricos comunes.
Y si lo americano constituye parte fundamental de la dimensión
existencial. de España, no se puede arrancar de este papel ecu­ménico de
los pueblos

hispanos el acendrado
sentido católico de
su historia; verificado que el Catolicismo no es sólo un rito sino
una forma existencial distinta. Ganivet explicaba esta dimen­
sión del Hispanismo de la siguiente manera: cada pueblo engen­
dra,
· debido

a sus peculiaridades, expresiones diversas sobre una
misma cosa. Dos pintores que trabajen con el mismo ardor y pie­
dad en un cuadro de la Virgen, pintarán dos cuadros
distintos
de

la Virgen.
Tal. como

en
el' arte,

en
política y

en toda actividad
donde el sello personal o colectivo deja su huella, en política el «fondo del arte» (la raza) vivirá el Catolicismo de cierta manera,
que diferirá en sus manifestaciones accidentales, adjetivas, cir­
cunstanciales. El instrumento de este sentido nacional está
con­
dicio,;ado
por el espíritu territorial. En suma, el Catolicismo his­
pano es, por tanto, el producto de una manera
específica de
ra­
dicar el ejercicio del Catolicismo, y en· ello consiste la peculiria­
ridad de la misión de España en el mundo.
Por cierto, Ganivet no recogió plenamente el sentido católi­
co de la Hispanidad, ni tampoco fue
capaz de

darle un nombre
propio, ya que su texto más significativo se denomina, todavía,
Idearium español. Dentro de la revisión impulsada por la Gene­
ración del 98, fue Ganivet quien concentró su atención que se
trasmite -por aquél- al Maeztu postrero de
1936. Este

último,
lo mismo que Ganivet, sostendrá que
las· únicas

ideas españolas
que poseen valor universal son aquellas qne parten de
la Tradi­
ción (57).
(57) Defensa de la Hispanidad, Ramiro de Maeztu: «Desde que Es­
paña dejó de creer en si'., en su misión histórica, no ha dado a'f. mundo de
las ideas generales más

pensamientos valederos que los que han tendido
a hacer recuperar su propio ser. Ni su
Sahnerán, ni su Pf y Margall, ni
su Giner, ni su Pablo Iglesias, han al>Ortado a la filosofía del mundo un
solo pensamiento nuevo que el niundo ·estime válido»,· págs. 15-16. Edito­
rial Gabriel.a Mistral, Santiago, 1975_
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