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Número 253-254

Serie XXVI

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La sociología de José Domingo Gafo Muñiz O.P. (1881-1936)


LA SOCIOLOG-IA DE JOSE DOMINGO GAFO MllRIZ, O. P.
(1881-1936)
ÁPÓSTOL DE LOS OBRJ:SBDS, MARTIRIZADO POR LOS SOCIALISTAS,
EN SU
50° ANIVERSARiO.
roR
V1cTORINO RODRÍGUEZ,. O. P.
El gran sacerdote dominico, excelente sociólogo e infatigable
defensor de la causa
de los obreros merece un detenido recuer­
do en el
50" aniversario
de su martirio. Con la petspectiva de
medio siglo de historia posterior, la figura del P. Gafo cobra
ni­
tidez en 1;,u pensamiento y en su acción. Veremos, primero, lo~
principales pasos de su vida, coronada por el martirio. Luego nos
ocuparemos de los puntos más salientes
de su
pensamiento so­
ciológico
y de su dedicación a organízar y promover los Sindi­
catos Libres.
l. DATOS BIOGRÁFICOS,
Esta primera parte, fundamental én nuestro recuetdo, tiene
como inapreciable fuente el resultado del proceso informativo de su causa de beatificación, editado
.en Madrid, en 1961, por el
Vice-Postulador de la
causa, P.

Felipe María Castro, O. P.
(Cau­
sa de beatificaci6n y canonización o declaración. de martirio de los
siervos
diDios de

la Orden de Predicadores
y Marianistas-1936).
a) Currículum vitae.
El P. José Domingo Gafo Muñíz nació en Tiós (Valle de
Huema, Asturias) el 20 de octubre de 1881. Sus padres fueron
Carlos Gafo
y María Muñíz, campesinos y cristianos ejemplares.
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Fundaci\363n Speiro

VICI'ORINO RODRIGUEZ, O. P.
· De niño, inteligente y estudioso, sintió la vocación religiosa
e ingresó en
el convento de Dominicos de Corias, en-la zona oc­
cidental de Asturias, donde empezó el año de noviciado en 1896.
Hizo la primera profesión
el 5 de noviembre de 1897, y la so­
lemne
el 22 de noviembre de 1900.
Durante su carrera eclesiástica se orientó a los estudios de
Sociología. Después de ser ordenado de sacerdote, en Salaman­
ca, en 1905,
fue asignado

al Colegio de Vergara,
y allí, en con­
tacto con
el gran sociólogo P. Pedro Gerard se reafirmó en su
dedicación al apostolado social con los obreros.
Pronto vino asignado al Convento de Santo Domingo
el
Real, de Madrid, donde desarrolló una intensa labor de escritor sobre temas sociales en
la reciente
y ya bien acreditada revista
La Ciencia Tomista, nacida aquí en 1910. Sus boletines de So­
ciología
y crónicas científico-sociales se extienden de 1912 a 1934,
sumando un total de 1.271 páginas. Volveremos sobre ello.
La obediencia le llevó a dirigir sucesivamente los Colegios de
los Dominicos de Oviedo
y de Vergara, compaginando diligente­
mente la responsabilidad de gran Rector con
la atención al apos­
tolado social. Por los años 1919-1920
sostuvo en
Oviedo una
sonada controversia doctrinal con
el director del órgano socia­
lista
La Aurora Social, don Isidoro Acevedo, Presidente de la
Federación Socialista Asturiana. Durante su estancia en Oviedo
contrastó inteligentemente ideas con otros políticos socialistas,
como don Teodomiro Menéndez, que decía que el P. Gafo era
«el único

fraile inteligente que había en España», si bien lo con­
sideraba como «un t~rrible a~versario, tanto en su trayectoria
sindicalista co~o en sus ideas sociales», según acaba de recor­
darnos su amigo el doctor Francisco Vega Díaz, en Cuadernos
del Norte,
año IV, número 18, marzo-abril de 1983, página 87.
En 1922 se fue a Bélgica para estudiar con el P. Rutten, O. P.,
el funcionamiento del Sindicato Profesional, establecido por el
sociólogo belga en su país.
Su última asignación fue, otra vez, el convento de Santo Do­
mingo el Real
de Madrid

(1923). Estando ya aquí, el general
Miguel Primo de Rivera le nombró Consejero de Trabajo, des-
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Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
de cuyo cargo inspiró al Gobierno la creación de los Comités
Paritarios, de control estatal (1926 ). En esta época se lanzó. acompañado del P. Tomás
Sánchez Perancho,

O. P., en Madrid
y provincias,
al apostolado social directo en el propio ambiente
de los obreros y de sus organizaciones. Con el permiso de sus
superiores se presentaba en los centros. obreros, de
día o

de
no­
che. Evitaba presentarse como sacerdote, para evitar el rechazo
inicial; entraba y hablaba con todos como publicista. Así actuó
en Barcelona, Valencia, Bilbao y otras capitales con gran efica­
cia. «Desde el mismo afio en que estalló aquella guerra mun­
dial ... , vengo asistiendo desde mi modesto rincón al espectácu­
lo de las luchas obreras
y de los vaivenes de sus idearios y or­
ganizaciones; me
he acercado y me he metido, como simple es­
pectador,
y muchas veces de riguroso incógnito, en la vorágine
de la pelea entre el capital
y el trabajo; no he rehuido la con­
versación,
la amistad, la comunicación ideológica y:· afectiva con
toda clase de obreros,
y aun patronales, y con sus respectivas
asociaciones; a todos he abierto mi espíritu
y el humilde huerto
de mi cerebro, que he sentido oreado con auras de fresca reali­
dad
y fecundado con le cias»
{JOSÉ GAFO, El momento social de España. Hechos e idear,
págs. 5-6, Madrid, 1929).
En estos encuentros llegó a tener contacto con Largo Caba­
llero, Secretario de la Unión General de Trabajadores, a quien Gafo tenia por «el tipo auténtico de socialista marxista» y con
Manuel Azaña en el Ateneo
-de Madrid,

a donde
acudía Gafo
a
estudiar, del que era Depositario
y .luego Presidente Azafia, por
los afios 1930-1932; hecho que recuerda con detalles el doctor
Diaz (art.

cit., págs. 9-92).
Un
fruto bien

notable de estos contactos con el
personal di­
rectivo de las asociaciones socialistas y comunistas fue la con­
versación del inteligente y activo .comunista Osear Perea, referi­
da por el mismo Perea. Estando ingresado este
j~fe comunista
en
el Hospital de Bilbao, le visitó el P. Gafo. No abordó el tierna
de su conciencia (muy católica en su juventud), pero le impresio­
nó: «Simpático en extremo, muy culto y versadisimo en Ios pro-
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Fundaci\363n Speiro

VICTORINO RODRIGUEZ, Q. P.
blemas sociales, ei' P. Gafo ganó fácilmente mi afecto. Las dos
veces que

estuvo a verme en
el Hospital de Bilbao casi no me
habló de religión, aunque, como es natural, procurase discretí­ simamente tantear mi disposición de ánimo en este terreno» (Os­
ca, Pérez Solís,
Memorias de mi amigo Osear Perea, Madrid,
Ed. Renacimiento, 1931,. pág. 324). Esto
()\:Urda en

1923. Otra
visita fue en la cárcel de Barcelona, en 1926. La corresponden'
cia mantenida entretanto ayudó a Perea a clarificar su concien­ cia: «Lo que
·dije en

marzo
de 1928

era la lógica consecuencia
de mi relación epistolar con el P. Gafo desde la cárcel de Barce­
lona»
(ibid., pág. 341 ),
¿Qué

había pasado en 1928?
Lo narra el mismo Osear Perea:
«En las tristezas que rodeaban mi vida fue un rayo de luz el
re­
~rdo
del Padre Gafo. Le escribí. Necesitaba descargar en al­
güien la

pesadumbre de mis dolores íntimos, de mis .desencantos,
de mis anhelos de paz, de mis afanes confusos por asirme a una
idea elevada que reemplazase a las que se derrumbaban. Porque,
en mis largas meditaciones sobre los problemas políticos y so­ ciales que desde hacía más de quince años eran ejes de mi vida,
ya no acertaba a considerarlos resuletos según las fórmulas de los idearios que
habla aceptado

como expresión de la verdad. En la
teoría y en la práctica comenzaba a
. encontrarlos

falsos. Por lo
menos,
a· percibir

en ellos errores. considerables. La
fe que en
ellos había depositado durante largo tiempo se desvanecía por
·
momentos, y, sin ella, perdía mi espíritu el punto de apoyo para
hacer frente a todo género de adversidades. Y me acometía la
desesperación
al considerar

que mi vida había rodado, despeña-
dero abajo, por correr tras un error. .
En estas angustias, que a nadie de los que me rodeaban que'
ría

comunkar, porque no hubieran sabido comprenderlas y acaso
las habrían

atribuido a móviles bajos y odiosos, má.s de una no­
che pedí a Dios que me
iluminara con

su grada. ¡Cuánto tiempo
hacía que no rezaba! Una noche, acongojado, recé el Padrenues­ tro y
sentí como un

alivio de mis tribulaciones. Pero, ¿qué ha­
bía sido d_e mi

fe religiosa? También ella estaba en ruina. Sólo
que sobre estas ruinas podía nuevamente levantarse el templo;
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LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
sobre las otras, no. Comprendí que mi pasado moría; pero que
el porvenir comenzaba a alborear. Y fue cuando resolví escribir
al P. Gafo.
Volqué en aquellas cartas todo mi corazón, todas mis dudas
e inquietudes, todos mis
anhelos y esperanzas de encontrar la
salud para

mi alma enferma. A veces, en una
lucha entre
mis
creencias agonizantes y las nuevas· ·creencias que ll~gaban, me es~
forzaba por acumular dificultades dialécticas frente a los prin­
cipios de la religión, no sé si deseando o
temienélo que
el Padre
Gafo tuviera que eludir el espinoso punto que le presentaba. Pero el dominico pisaba terreno mucho más firme que yo. Al fin,
aunque no se lo dije,
él venció» (ibíd., págs. 342-343).
A raíz del levantamie~to del 10 de agosto de 1932 del Ge­
neral Sanjurjo, en Sevilla, cuyo Manifiesto
reprodujo.· Gafo
en
su Crónic• científico-social de
La Ciencia Tomista (46 -1932-
pág. 366 ), fue acusado de complicidad y lo encarcelaron en la
prisión de Ocaña. Durante los diez días de reclusión realizó una
gran misión apostólica con los presos, católicos y anarquistas,
en sesiones de estudio sobre problemas sociales y religiosos. La
prisión se convirtió en una improvisada acaderuia de doctrina social católica, según declaración del director del penal, recogida
en la «Causa de Beatificación».
En las elecciones para Diputados de noviembre de
1933,
Gafo salió Diputado por Navarra, apoyado por,la Comunión Tra­
dicionalista. Los Superiores le instaron a que aceptase el esca­
ño en las Cortes Españolas, que le serviría de una gran atalaya
de observación para actuar luego con
más acierto

y eficacia en la
prensa, en
el· púlpito y en las organizaciones obreras. No entró
en

los debates políticos. Era, junto con
Ramiro• de
Maeztu, se­
gún reÍata él mismo
(C. T., 49 [1934}, pág. 113) un atento aus­
cultador de la situación de España. El padre agustino Bruno Ibeas, compañero del P. Gafo en
esta forma de apostolado social, decía de
él: «Será difícil dar
con quien mejor encame, en el
fluir totidiano de la vida, la man­
sedumbre de condición que el Evangelio impone a los creyentes;
ni con quien abrigue en el alma más rectitud e inocuidad de pro-
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
pósito operantes ... En él se adunan a maravilla la sencillez atra­
yente del que "a solas con su Dios la vida pasa", y la ponderada
intuición del

nacido para inmiscuirse en el ajetreo incansable de
las colectividades, sirviendo a éstas de
guía. Esas

dos notas ca­
racterizan su personalidad
y constituyen su gloria» (Bruno Iheas,
C. S. A.,
Pr6logo al libro de Gafo, Momento social de España.
Hechos
e ideas, Madrid, 1929, pág. 4 ).
Quiero, finalmente aducir, .a este curriculum vitae, en sus
propios términos, el resumen de las declaraciones de los testigos
en la Causa de Beatificación, números 229-236:
«Recogía con avidez las doctrinas y organizaciones de
. los so­
cialistas, comunistas ·y anarquistas; trataba con sus más- altos je­
fes en sus propios centros secretos y en los lugares de citas noc­
turnas» .
. «Fue querido y admirado de los obreros y de sus dirigentes
en su trato con ellos y en las intervenciones prolongadas hasta altas
horas de

la noche, sin que nunca sospecharan de él y sin
que nunca cediera un ápice de la doctrina católica en las acalo­
radas disputas».
«Patrocinó el Sindicato Profesional como un gran ideal y en­
sueño suyo en "pro" de los obreros; y -con esta consigna publi­
có un manifiesto y varios artículos en los propios órganos de di­
fusión de estos partidos».
«Era asombroso ver-a aquellos

hombres, terribles como lobos
hambrientos, y, al escuchar a este Siervo de Dios, que
ardíá en
celo

de redención del proletariado, se amansaban y aceptaban las
proposiciones sociales de justicia
y de orden que les proponía».
«Al comentar en la intimidad
y en el descanso la grandeza
de las almas de estas pobres gentes que sufren bajo el peso de
la injusticia y del error, repetía muchas veces estas o parecidas
exclamaciones: "¡qué pena me dan estos hombres! ¡Cuánto bien
se les podía hacer si nos acercáramos más a ellos! Los ricos son
menos cristianos que éstos.
¿ Por qué no habrá Ordenes Religio­
sas ocultas

que convivan con estos pobres
y les abran los ojos?
¡Qué desgraciados son: sin pan, sin paz en este mundo y con un
infierno en

el otro"».
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LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
«A los veinte días de vivir . en los suburbios oyendo blasfe­
mias, conociendo vidas deshechas por el odio y
la inmoralidad,
después de asistir a
la procesión con el Santísimo Sacramento ( en
el
eonvento de

dominicos de Barcelona), dijo con el
más vivo
sentido

sobrenatural: "Ahora si que se comprende lo que vale
una procesión del Santísimo, lo que es la paz de nuestros con­
ventos; y cómo el ser .religioso -no es ningún sácrificio, sino un
gran beneficio del Cielo hecho a nosotros. Los pobres obreros
nada de esto conocen y na-da de esto disfrutan,,~>-
«Fue maravillosa esta jornada de apostolado e información,
en la que día y noche trabajaba esta Siervo de Dios y elevaba sus súplicas al cielo,
.roto su

corazón apostólico de pena, pidiendo
a Dios la fe y la misericardia para ese mundo del proletariado». Fue, en definitiva, el gran apóstol de la difusión y
_puesta en
práctica

de la doctrina social de la Iglesia en el primer tercio
del siglo xx, con buen conocimiento del proletariado de enton­
ces y de sus problemas y luchas.
h) Prisión y martirio ( datos de la causa de beatificación).
En julio de 1936, el P. José Gafo era, en ausencia del Padre
Luis Getino, Superior de Santo Domingo el
Real. En vísperas
del Alzamiento Nacional estaba predicando una Novena en Va­
lladolid. Volvió presuroso a Madrid para aíender a los religiosos,
cinco sacerdotes
y dos hermanos cooperadores entonces. El dia
18

de julio dispuso que los religisos se acogieran, fuera del con­
vento, en casas
de fieles

amigos o en pensiones, donde se halla­
rían más seguros en la tormenta que se avecinaba. El, con el
P. Francisco Muñiz, su paisano de Campomanes, se fueron a la
pensión de la calle del. Principe, número 17, cerca de la Plaza
de Canalejas. Allí le visitaba su gran amigo Víctor Felgueroso
y
varios religiosos. Comunicó varias veces por teléfono con el Ex­
Maestro General de la Orden, también mártir del año 1936, Pa­
dre Buenaventura García Paredes. En
la pensión, con el Padre
·Francisco Muñiz,

el P. Carmena
y el P. Serrano, hacía una vida
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VICI'ORINO RODRIGUEZ, O. P.
de convento, hasta que el día 11 de agosto, estando terminando
de
comer, se presentó
el señor. Agapito García Atadell, jefe de
las «Milicias Popular.es de Investigación» (la terrible. «Brigada
del
amanecer»), con

otros dos
milicianos y varios policías. Ve­
nían a

por
el P. Gafo concretamente. Al pedirle el señor Atadell
la documentación,
y dudar si decía Gafo o «Galo», el .mismo
Gafo le pregunta: ¿A quién busca? -Al P. Gafo. -Pues yo
soy,
.le contestó
el P. Gafo. Le llevaron en coche a la Dirección
General de Seguridad, y lo bajaron al
calabozo, hasta

que el día
14 se lo llevaron a la Cárcel Modelo. Llevaron también al Padre
Francisco Muñiz
y al P. Angel Serrano. En la Modelo se encon°
tró con otros dominicos presos, entre ellos el P. Fanjnl, que ha­
bía sido Prior Provincial y, como
tal, había tenido que mediar
en las inculpaciones que se habían hecho contra Gafo en
SU pro­
moción de los Sindicatos Libres, de que luego hablaremos. Los
.
religiosos

presos que sobrevivieron pudieron testificar sobre
la
paciencia, humildad y entereza con que el P. Gafo soportó las
vejaciones que le hacían. El
día 3

de octubre, por
la noche, le comunicaron que esta­
ba en «libertad», que se fuese. Ótros presos le advirtieron que
tal «libertad» era para matarle. Como era de noche, suplicó a la
guardia de la puerta exterior, que le dejasen estar allí hasta que
fuese de día, que no tenía adónde ir a
esas horas.

Al amane­
cer le dieron salida
y le acribillaron a balazos, dejándole muerto
en
la calle. La prensa del día siguiente dijo que el P. Gafo ha­
bía muerto
en la calle de un colapso. Pronto se hizo pública la
foto de su cadáver identificado con tiros bien visibles en
la fren­
te, sienes y boca,
tal como lo recoje la Causa General de la Do­
minaci6n Roja

en España, del Ministerio de Justicia (Madrid,
1943, anexo V, núm. 6).
«Esta muerte -dice
la Causa de Beatificación- fue trama­
da desde altos cargos de
la dirección, por los enemigos de la
Iglesia y enemigos de la cristianización de los obreros» (núme­
ro 263 ). «Su
mejor ¡,reparación
para el martirio
la tuvo en la
cárcel, confesando y preparando a otros para el martirio» (nú­
mero 270).
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LA SOCIOWGIA DEL PADRE GAFO
Es. verdad que el P. Gafo no sospechaba que los jefes socia­
listas, que conocían bien la sinceridad
y el empeño del sociólogo
dominico en

favor de los obreros, terminasen por eliminarle o
permitir que lo eliminasen violentamente
y a traición. Estando
en Valladolid en vísperas del Alzamiento del 18 de julio, los do­
minicos de allí le aconsejaban que no retomase entonces a Ma­
drid, pero no hizo caso.
«El P.
Gafo, sempiterno
soñador -es­
cribiría

luego el P. Luis Gemino, ex-Provincial, Superior del Con­
vento de Santo. Domingo
y promotor del P. Gafo en la redac­
ción de
«La Ciencia Tomista»---imaginaba que las turbas revo­
lucionarias estaban más cerca del sentido cristiano
y que en el
fondo lo aceptaban, cuando en realidad estaban fanatizadas, in­
capaces de responsabilidad
y hasta imbuidas de odio. No querían
escuchar siquiera»
(L. A. Getino-Felipe M." Castro, O. P., Már­
tires Dominicos

de la Cruzada Española,
Salamanca, 1950, pá-
gina 286).
·
Un

dato complementario de esta nota
biográfica del
P. Gafo
es el final infeliz del principal responsable de Ja detención
y muer­
te de nuestro mártir, el agente socialista Agapito García Atadell,
jefe de las «Milicias Populares de Investigación». Consta en la
Causa general. La dominación ro¡a en España. Avance de la in­
formación instruida por el Ministerio Público,
Madrid, Minis­
terio de Justicia, 1943, págs. 96-98. Dice así:
«A finales de octubre de 1936 Agapito García Atadell, acom­
pañado de dos secuaces de su confianza llamados Luis Ortnño
y
Pedro Penabad, pretextando un servicio de contraespionaje, aban­ donaron Madrid con cuanto dinero
y alhajas de fácil transpórte
obtenidas en sus saqueos pudieron llevarse, y embarcaron para
Marsella, donde vendieron los brillantes que llevaban, reembar­
cando a continuación para América; pero habiendo tocado
el
barco que los conduela .en el puerto canario de Santa Cruz de la
Palma, afecto al Movimiento Nacional, fueron aprehendidos Aga­
pito García Atadell
y Pedro Benabad que, sometidos a proceso,
fueron ejecutados por virtud de sentencia dictada en la ciudad
de Sevilla por un Tribunal militar».
. 393
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P,
11. DoCTRINA SOCIAL DEL PADRE JosÉ GAFO.
El pensamiento social del P. Gafo es fundamentalmente el
pensamiento social católico, tal como venía reflejado y potencia­
do en las grandes encíclicas pontificias desde León XIII a Pío XI.
Gafo reasumió fiel
y cuidadosamente este mensaje, lo asimiló y
le, proyectó

audazmente sobre el mundo social, tan convulso en
sus
dias. «Veo ·muy probable

-decía en
El Pensamiento Na­
varro del 14 de enero de 1934-- una revolución social más san­
grienta y asoladora que la rusa». Podemos decir que su acción social, a la que nos hemos
re­
ferido

en el apartado anterior, fue simultánea a su
producci6n
literaria.
Disponemos de cuatro libritos: Doctrina del Sindica/is-,
mo

Libre,
Vergara, 1923, 40 páginas; El momento social de Es­
paña.

Hechos e ideas,
texto de la conferencia tenida en el Cen­
tro de Intercambio Intelectual Germano-Español, Madrid, 1929,
40 páginas;
Polémica entre un noble fraile de alma y hábitos blan­
cos
y un recio insurgente de coraz6n e ideales ro;os sobre Socia/is- ·
mo y Catolicismo. La saca del estadio periodlstico a la gloria do:
rada

del libro Juan
Laquia Uiteras, Ediciones de la Confedera­
ción
de Sindicatos

Libres del Norte de España, Barcelona, 1923,
72 páginas;
La huelga, Madrid, 1935; de tres largos artículos en
«La Ciencia Tomista»:
Las Cortes y la Constituci6n de Cádiz,
C. T., 5 (1912); páginas 63-70; 228-247; 7 (1913), 428-440; La
situaci6n religiosa en España, C. T., 35 (1927), páginas 183-196;
36 (1927), páginas 374-393; y
La nueva enclclica social, C. T.,
44 (1931), páginas 173-214; de breves artículos de periódicos
y revistas; y, sobre todo, de una colaboración asidua. de Boleti­
nes de cuestiones sociales
y Cr6nicas científico-sociales en «La
Ciencia

Tomista», desde 1912 a 1934, que suman un total de
1.271 páginas.
Muchas de las páginas de Gafo se refieren a la
. razón

de ser
y eficacia de los Sindicatos Libres, por él promovidos frente a
los sindicatos acatólicos y a los explicitamente confesionales.
Dis-
394
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LA.SOCIOLOGIA DEL.PADRE GAFO
tinguiremos, pues, dos momentos en la exposición: teoría de
· justicia social y

procedimiento de eficacia mediante
los sindica'
tos
libres.
a) Puntos fundamentales de justicia .social.
Es obvio que 1a doctrina social de la Iglesia tiene mucho más
alcance que la
iusticia social específicamente tal. Es más, la doc­
trina social católica tiene exigencias
y valores que desbordan los
límites de Ia

justicia, como es, ante
todo, la ley suprema del amor
cristiano, la libertad en la verdad, la veracidad y demás actitudes
virtuosas de convivencia dignificantes de mayor calado
humano
que

la justicia. Una sociedad que se duela de injusticia social no
realiza
fa doctrina social de la Iglesia .. Pero, por óptimas que
fuesen las relaciones de
justicia entre
los individuos y las comu­
nidades
. humanas, sí no las informa un, sentido

de
cáridad, de
fraternidad,

de integridad cristiana, no se logra
ni. adecuada .ni
principalmente

la doctrina social de la Iglesia,
y la supuesta' jns­
ticia
social
resultáría constantemente

inestables. Notemos, de paso,
que en puridad semática,
¡usticia social es una redundancia, pues
toda justicia es
social, «ad alterum». ·
El

P. José Gafo entendía la doctrina social católica en toda
esta amplitud, si bien sus preocupaciones y afanes se centraron
en el problema de la justicia social, tal como ,e vivía en el pri­
mer tercio del siglo
XX. Aunque el bienestar económico no sea
lo principal en la vida de los hombres, la condiciona enortne­
mente. Confesaba
la fuerte impresión
.que le
había causado la
lectura de
Prov. 30, 8-9,' al observar el. odio antirreligioso de las
turbas incendiarias en 1931: «No me des ni pobreza ni riqueza.
Dame aquello de que he menester. No sea que harto te desprecie
y diga:
"¿Quién es Yavé?", o que necesitado robe y blasfeme
del nombre de mi Dios».
Gafo -que yo
,sepa-no

entró en la discusión sobre la na­
turaleza de la justicia social, que se debatió entonces y después:
si se identifica con toda justicia, si se identifica con la justicia
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VICTORINO. RODRIGUEZ, O. P.
distributiva o con la justicia legal, como se terminó pensando
mayoritariamente, tras la equivalencia expresa que hizo de am­
bas Monseñor
Dell' Acqua, en nombre de Pío XII, en la carta
al Obispo' de Córdoba, Fr. Albino, en mayo de 1956 (XVI
Se?
mana Social de
España, Sevilla,

1956,
Madrid, 1967, pág. 13).
Se preocupó de realizarla en el mundo obrero. Gafo parte de un hecho apremiante de injusticia social regis­
trado por .León XIII en
la .encíclica Rerum novarum, cuyo nú­
met9 primero termina así: «un número sumamente reducido de
opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de
la esclavitud
. a Uf'ª muchedumbre infinita de proletarios» ( ver,
también, núm. 33 ).
Nuestro sociólogo tomó esto muy en serio:
«Si en

toda Es­
paña no se enseña y
predica el cristianismo a través de su ccn­
tenido social,
el cristianismo desaparecerá del solar español»
(C. T., 18 [1918), pág. 237).
Su programa social fundamental nos lo ofreció él mismo, bas­
tante perfilado, después de un largo rodaje de experiencia y re­
flexión, en el
Manifiesto a los trabajadores navarros que le in­
cluían en la lista
. de

candidatos a Cortes por Navarra,
el 7 de
noviembre de 1933. Su candidatura -decía
él-, era

«entera­
mente apolítica», era «única y exclusivamente social y obreris­
ta». Incluía estos nueve puntos:
l." La

afirmación rotunda e inequívoca del principio de
la
propiedad y del capital privados como fundamento del ordert
social.
2
.º La afirmación terminante de la función social de la pro­
piedad, que pesa sobre las apropiaciones históricas.
3 .º La afirmación de que todos los hombres deben ser pro­
pietarios del patrimonio familiar suficiente, mediante la puesta
en práctica de la
funci6n social de la propiedad histórica y de la
participación en los beneficios en todas las industrias que sean
susceptibles de ella.
4.'º La

desaparición del paro forzoso por la adscripción de
todos los hombres hábiles a una función de trabajo, aunque sea
con rebaja de la jornada, con el buen empleo de las horas libres
396
Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
para el intenso cultivo del espíritu, dentro. siempre de las res­
pectivas industrias.
5.º La

implantación de todos los
se~ sociales y del re-
tiro decoroso.
6.º El

incremento de la habitación sana
y barata.
7
.º Las subvenciones a las familias numerosas.
8.0 La progresiva exención del trabajo de la mujer fuera
del hogar, implantando el salario familiar.
·
9 .º La intensificación de la cultura profesional para los obre­
ros (en El Pensamiento Navarro, 8 de noviembre de 1933).
Los dos primeros puntos, sobre la propiedad privada
y la
función social de la misma, por la envergadura que comportan
y
por la atención que les prestó el P. Gafo merecen ulteriores ma­
tizaciones.
Es verdad que nuestro sociólogo en los primeros años, y muy
concretamente en los diálogos de acercamiento al socialista don
Isidro Acevedo, presidente de la
Federación Socialista

Asturiana,
en La Aurora
Social (1919-1920),

se esforzó por obviar, en lo
posible, el
obstáculo de

la doctrina católica sobre la propiedad
privada, tan
. recalcada

por León XIII en
la encíclica Rerum no­
varum: «El
derecho de propiedad debe considerarse inviolable ...
El derecho de poseer bienes en privado no ha sido dado por
la
ley, sino por la naturaleza» (núm. 33 ). Derecho natural de pro­
piedad
sí -suscribirá
Gafo- en cuanto que todos los bienes
es­
tán para el servicio de todos los hombres; pero si se trata de la
realización histórica de este destino natural y , universal,
pose­
yéndolos privada o colectivamente, la vigencia del derecho natu­
ral

está condicionada por las situaciones de los hombres
y de los
pueblos. Ni
la propiedad privada es contraria al derecho natural
( como pretendían los socialistas enjuiciados
pór León
XIII) ni
es en sí antinatural la propiedad colectiva ( como ocurrió en
al,
gunas

comunidades cristianas primitivas
y en las Ordenes Reli­
giosas).
José Gafo, en el esfuerzo de acercamiento al, socialismo pu­
ramente económico (no· ideológico ni político) pensaba que
la
posición

de la Iglesia podría formularse así: «Ni la propiedad
397
Fundaci\363n Speiro

VICTORINO R.ODRIGUEZ, O. P.
individual ni la colectiva son esencialmente malas o inmorales.
Son, en sí mismas, ·igualmente lícitas. Son formas históricas su­
jetas a evolución. Las circunstanciás sociales pueden dar venta­
jas a la una sobre la otra, a la propiedad individual sobre
la co­
lectiva, o a ésta sobre. aquélla, para que llegado el momento
opor'
tuno y ordenadamente tratemos de sustituir la una por la otra
pata realizar el
fin que ambas persiguen, el cual no es otro que
todos los hombres disfruten, según sus necesidades, de todos los
bienes de la
tierra» (Polémica sobre socialismo y catolicismo,
ed. cit., pág. 25).
Años más adelante, con más experiencia y pienso que con
mejor conocimiento .de la doctt;ina de Santo Tomás (Suma Teo­
lógica,
I-II, 57,3; 94,5 ad 3; II-II, 66,2; 66,7; II Polit., lect. 4)
y del último Magisterio Pontificio, superó la condescendencia de
considerar la propiedad privada
y la propiedad c,>lectiva como
«igualmente
lícitas en
sí mismas». Es lo que recoge el punto pri­
mero

del Manifiesto de
1933.
En

la citada. conferencia del
.27 de
febrero de 1929,
El mo­
mento social de
España sostenía: «Hay dos puntos irreductibles,
inarmonizables entre catolicismo
y socialismo: el primero es el
concepto materialista de
1a Historia y de la vida, enseñado por
el masxismo,
y que la Iglesia, esencialmente espiritualista y so­
brenaturalista, jamás puede aceptar;
el segundo es la negación
absoluta de la
propiedad individual, para ser transferida total­
mente al Estado o a
la colectividad, pt;incipio que el catolicismo
tampoco puede aceptar, en cuanto afirma la integridad
l' la auto­
nomía de

la persona humana, como condiciones indispensables
para cimetar
la libertad, el progreso y la . responsabilidad moral
del hombre, que se verían anuladas o en serio peligro
atando a
los

ciudadanos al carro del Estado por el cordón
uttJ.bilical de
la
cotidiana subsistencia... Fuera de estos dos enunciados, que de­
jan un campo abierto inmenso, las
armonías y colaboraciones
entre .catolicismo
y socialismo pueden multiplicarse hasta el in­
finito» (ed. cit., págs. 31-32).
Para nuestro apóstol obrerista
el problema de la justiciá so­
cial
no tiene solución al
margen de

la Iglesia o en pugna con la
398
Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
Iglesia. Por eso el socialismo materialista y antirreligioso está
abocado al fracaso, «El problema social -decía en la citada con-·
ferencia de 1929- s6lo puede tener soluci6n con la Iglesia
ca­
t6lica,

nunca fuera ni contra la Iglesia católica. Y, no obstante
esta
afirmaci6n tan

rotunda como sincera, hago
· esta
otra con toda
la plenitud de mis personales, aunque modestas, convicciones: la
Iglesia cat6lica, el catolicismo, los cat6licos, como tales, no son
los llamados a resolver la. cuesti6n
social» (pág.

11 ).
Dos años más tarde insistirá en la Crónica Social: «No lo
duden los republicanos y revolucionarios españoles:
una de las
principales causas de sus derrotas
de. ayer,

de
hoy y de maña­
na son esos ataques, más o menos encu'q,{ertos o descarados, con­
.tra la vitalidad religiosa, contra los hondos sentimientos cat6li­
tos de

nuestro pueblo. Las gentes, por un secreto
y certero ins­
tinto, dudan de la moralidad de los hombres que carecen
dé re­
ligi6n, y se asustan de lo que pudiera ocurrir si ponen en las
manos de éstos los destinos de Ia
naci6n» ( C. T., 4 3 [19 31},
pág.

110).
Gafo continu6 trabajando denodadamente hasta
el final por
deslindar el problema econ6mico-laboral en cuesti6n; que era
el
que, de suyo, interesaba a los obreros oprimidos, de la ideología
socialista, materialista y antirreligiosa, Dios sabe a cuántos socia­
listas, llenos de prejuicios, ha abierto los ojos el P. Gafo. S6lo
nos consta de algunos bien
signific;ativos. Es

fácil suponer la
de:
silusi6n

que le embarg6 al contemplar, con
Maeztu, las
turbas
socialistas enardecidas aplaudir la quema de conventos en 1931
(cf. C. T., 44 [1931}, págs. 83-85). Era claro que, en el fondo,
eran menos cristianas que lo que
él benévolamente suponía. En
contraste, «la actitud de la Iglesia española, del clero y de los
fieles ha

sido
y continúa siendo admirable por la mansedumbre,
·. Ja no resistencia al mal y la predisposición al martirio o al ani­
quilamiento silencioso de que se dio abundante muestra». Es
comentario de su cr6nica social
(C. T., 44 (1931}, pág. 83) en
relaci6n con la quema de conventos del 11 de mayo de 1931.
Es la misma actitud martirial que viviría él cinco años más tarde
en la pensión donde le prendieron y en
la Cárcel Modelo.
399
Fundaci\363n Speiro

VICIORINO RODRIGUEZ, O. P.
Un lector de las Crónicas Sociales le dice a Gafo que está
equivocado al atribuir los incendios y saqueos a motivos econó­
micos, como la supuesta riqueza de la Iglesia o
el supuesto apoyo
a los ricos
(C. T., 44 [1931}, pág. 92); que lo· que había en el
fondo era odio a Dios y clerofobia. El cronista reconoce esa rea­
lidad y agnosticismo, pero piensa que esa perniciosa ideología
no hubiese cundido en, las masas
sin la predisposición de la mi­
seria económica
(C. T., 45 [1932}, págs. 119-121). Con esta oca­
sión
el apóstol obrerista lanza una fuerte recriminación a las clases
conservadoras: «En un
ártfcnlo que
publiqué en la
Prensa de
Navarra
y que, como casi siempre fue objeto de encontrados
comentarios, hablaba
del gran pecado de las dases conservadoras
de España. En él dije y repito ahora que la causa principal de
la situación revolucionaria en que llos encontramos, ~on sus males
y sus bienes {porque no hay Revolución que no los traiga), hay
que achacarla a esas clases que, salvas muy
contadas excepcio­
nes,

se inhibieron totalmente en sus deberes sociales de justicia
y caridad respecto de las clases humildes y trabajadoras. Encerra­
dos en sus dorados palacios, rodeados de excesivas comodidades,
haciendo
su, vida, .. , no miraron en tomo suyo al resto de la
sociedad, y si miraron, no compadecieron, tal· vez despreciaron,
tal vez se revolvieron airadas contra quienes les recordaban sus
rigurosos deberes de conciencia, de humanidad y de patriotismo,
porque esto les perturbaba
el sueño y la eterna alegría, prefirien­
do otros arrullos y las pinturas de otra España siempre de color
rosas»
(C. T., 46 [1932}, pág. 374).
Entretanto reseñaba y comentaba con entusiasmo la nlleva
encíclica ,social Quadragesimo anno de Pío XI (15-5-1931), que
le hacia repensar el carácter natural del derecho a la propiedad
privada, con su esencial e ineludible proyección social: la incom­
patibilidad del catolicismo con el socialismo, tanto
el rígido como ,
el

suavizado
(C. T., 44 [1931}, págs. 209-212) a la vez que veía
camino abierto a sus sindicatos «libres» en la fórmula de los
sindicatos «neutros» de la encíclica (núm. 35).
El leer en la encíclica
Quadragesimo anno de Pío XI que
«socialismo religiosO, socialismo cristiano, implican términos con~
400
Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
ttadictorios: nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero
socialista»
(núm. 120) le habrá hecho recordar su ilusoria afir­
mación de años atrás: «Para mí es
una verdad
indudable que
dentro de

todo
buen católico hay encerrado un socialista, y den­
tro de todo buen. socialista hay un .cristiano más o menos incons­
ciente» (Polémica sobre Socialismo y Catolicismo, ed. cit., pá­
gina 69).
La proyección o
función social de la propiedad privada, su­
peradora del
individualismo y del colectivismo (Quadragesimo
anno,
núms. 45-46), ha sido constantemente señalada y urgida
por el
P. Gafo, tanto bajo el concepto genérico de socialización
como bajo los conceptos más concretos de partici[>áción, copro­
ptedad, cooperativismo, sindicaci6n, salario familiar suficiente,
empleo.
De la socialización de la riqueza se ocupó ampliamente en las
Crónicas científico-sociales de
La Cientia Tomista (C. T., 12
[1915), pág. 99; 15 [1917), pág. 131-114; 18 '[1918], págs. 233-
238 ). «Entiendo por
socialización económica la copropiedad· de
los obreros
' y

del patrono en las industrias y empresas en que
actúan amhos elementos.
Mi ideal es la cooperativa de produc­
ción, en la que todos son
patronos y
todos son obreros»
(Polé­
mica sobre Socialismo
y Catolicismo, ed. cit., pág. 20). Sobre el
límite del derecho a
la propiedad privada por exigencias del des­
tino común de las riquezas se pronunciÓ" varias veces, por ejem­
plo, C. T., 12 [1915), págs. 100 y 104; 44 [1931), págs. 213-
214». «El
salario familiar y la participación en los beneficios de
la empresa es la única salida que queda a
pa~ronos y
obreros si
no quieren

verse arrastrados por la fuerza arrolladora de los he­
chos a la vorágine. del comunismo y del socialismo
· materialista»
(en
El Pensamiento Nava"o, 7-5,1993. Cf., C. T., 12 [1915),
págs. 104-105).
Al tema de la
huelga laboral dedicó Gafo un folleto en 1935.
La describe como «cesación colectiva y voluntaria del trabajo por
parte de los obreros o empleados que están normalmente des­
empeñando una actividad útil, contratada y retribuida» (pág. 3 ).
«La· huelga, como la guerra·, que· en sí misma es un mal,
401
Fundaci\363n Speiro

VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
puede ser justa y necesaria, según las causas que se invoquen
para declararla» (pág. 7). Señala cuatro condiciones para que sea
justa:
1:, que sea sólo huelga, es decir, cesación del trabajo;
2. que proceda sin coacciones ni violencias; 3. que se atenga
a las prescripciones legales; 4.', que tenga probabilidades de éxi­
to (págs. 11-13 ). Es la huelga admitida hoy día por el magisterio
de
la Iglesia (cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, núm. 68;
Juan Pablo II, encíclica
Laborem exercens, núm. 20). Gafo con­
sidera las huelgas políticas injustas (págs. 16-17), y espera que
las demás no sean necesarias «por la creación perfeccionada de
instituciones mediadoras fuertemente respaldadas por una orga­ nización sindical obrera de tipo puramente
profe;ional y

entera­
mente apolítica» (pág.
31 ).
Antes de terl:hihar estos apuntes de doctrina social del P. Gafo
quiero reseñar su profunda
d~sestimación del sufragio universal
inorgánico, origen de un parlamentarismo democrático, al que
descalafica con términos muy duros: «esa monserga del sufragio
universal inorgánico»
(C. T., 43 {1931), pág. 114); origen de la
«caterva democrática»
(C. T., 43 [1931), pág. 249), voluntarista
e irracional; «esa gran· carnavalada del sufragio universal inor­
gánico, que es el vicio esencial del Parlamentarismo, del iibera­
lismo clásico y de la falsa democracia»
(C. T., 48 [1933}, pági­
na
242). «Por sus pasos contados -'escribía en marzo de 1933-
el sufragio universal [inorgánico}, al cabo de cuarenta y pico de
años, llevó al Parlamento una mayorfa de ineptos, de incapaces
intelectuales y morales para las funciones de gobierno de la Na­
ción, y eso es todo. Y no lo inventamos nosotros ni lo lanzamos
en son de injuria; desde que hace poco más de un año, se
ve~
rificó la primera crisis y · salieron del ministerio los elementos
conservadores y
radicales de la República, no han cesado, sino
que se han venido agravando la censura y la crítica mutuas entre
los republicanos y los socialistas, hasta las más extremas
violen'
cías
y

hasta negarse unos a otros las más elementales prendas
de gobierno y aún las personales.
Se han aniquilado intelectual y
moralmente unos a otros; han destrazado sus programas, sus pro­
pósitos, su'~ fantásticas pr,;mesas, y sólo siguen en pie sus reco-
402
Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
nocidas facultades críticas y demoledoras y aquellas obras de los
Gobiernos anteriores, que más censuradas, .caluminadas
y defor­
madas por ellos se han visto obligados a aceptar y continuar
tarde, mal o nunca, como suele decirse»
(C. T., 47 [1933), pá­
gina 260). «Tanta ignorancia, .tanta incompetencia política y téc­
nica,
y, como derivación lógica y pasional, tanto sectarismo, in­
validan aquellas fundamentales ideas
y propósitos de reformas
evolutivas que son patrimonio de todos»
(Ibiáem, pág. 263).
Gafo transcribe y subraya esta enormidad del órgano del So­
cialismo español,
El Socialista, del 9 de marzo de 1933: «Nues­
tro conciencia se mueve independientemente de los estlmulos de
la inteligencia.
Y en ningún caso es tan patente la cosa como en
éste que, con reiteración, vienen examinando las Cortes:
El dic­
tamen de la inteligencia es unoj el de la conciencia, otra» (lbi­
dem, pág. 264 ). «No es que creamos en la verdad, en la since­
ridad y en la justicia de
este sufragio universal inorgánico o
caótico
en que se cifra toda la esencia del régimen que llaman
democrático»
(C. T., 44 [1931), pág. 100).
Bien distinto es el juicio sobre el sufragio
orgánico: El su­
f,·agio universal encontrará su expresión adecuada y perfectta a
través de la nación
organizada en clases o profesiones, a base
de intereses· morales, intelectuales y económicos, en las cuales
· organizaciones; rebasados y caducados los partidos llamados de
ideas, se preparen y ensayen las futuras leyes y se conozcan y
acrediten en conductas eficientes los futuros gobernantes de
un
Estado

Corporativo»
(C. T., 48 [1933), pág. 393).
Su
opción socio-religiosa la de:jó bastante bien reflejada en
este párrafo:
«La Religión,

como
fe personal profunda y culta;
la Religión, como observancia de mandamientos y práctica de
virtudes; la Religión, como culto austero y. consciente del Sen-·
tido de la liturgia, como recepción seria de Sactamentos y ora­
ción reflexiva, sin grandes ruidos; la Religión prolongada al
bogar y en torno al gran sacramento del matrimonio, rindiendo
culto a la fidelidad conyugal y a la educación de
lo.s hijos

en el
seno de la familia
y desarrollada en todos sus grados en las es­
cuelas
puramente religiosas, sin aditamentos, y éstas fundadas
403
Fundaci\363n Speiro

VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
· y dirigidas por los mismos padres de familia y por ambos cleros,
de común acuerdo; esto, .con toda
la fuerza y por todo lo alto,
y no temamos, que nadie n<>s irá a la mano ... » (C. T., 47 [1933},
pág. 265).
Del dictamen que emitió el P. Alberto Colunga, O. P., sobre
el P. José Gafo y su «Sindicato Libre», en 1920, a petición del
socio del
P. General de la Orden, P. Alberto Blat, recojo esta
breve apreciación al respecto: < cia uno que tan en serio se preocupe de la enseñanza religiosa y
de la evangelización de los hombres, para cuyo fin ordena· él la
sindicación obrera. Esta, que directamente tiende a mejorar la
situación económica
de-los

obreros, tiene por efecto inmediato
apartar a éstos de los sindicatos socialistas y de la perversión que
llevan siempre consigo y luego disponer los mismos obreros para
conservar su fe cristiana o para recobrarla de nuevo si la ha­
bían perdido» (documento editado por
él P. Ramón Hemández
en
C. T., 106 [1979}, pág. 426).
h) Los "Sindicatos Libres" promovidos por el P. José Gafo.
Es ésta
la obra social en lá que más se empeñó el P. Gafo y
que más sinsabores intraeclesiásticos le
oca~ionó. Es
verdad com­
probada que los sociólogos y teólogos dominicos le defendieron
adecuadamente frente a las presiones que venían de parte de al­
gunas personas de
la jerarquía. En todo caso, es éste el capítu­
lo más polémico de nuestro sociólogo, a cuya indagación dedicó
parte de su tesis doctoral, en
"la Universidad

de Valencia, don
Salvador Carrasco, y una tesina, en la Universidad Compluten­
se, don José Luis Suárez Sánchez
( 1984).

El mismo padre Gafo
nos dirá la razón de ser de estos Sindicatos Libres y por qué
resultan incómodos o sospechosos a algunos obispos, mientras
que eran decididamente apoyados por otros.
Sindicatos
Libres, ¿de qué o de quiénes y para qué? Cues­
tión nominal previa:
Se trataba de sindicatos libres de las em­
presas patronales, de los partidos políticos, de los sindicatos so-
404
Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
cialistas y comunistas, de los sindicatos «católicos», de la Ac­
ción Católica y de la dependencia inmediata de
la Jerarquía.
¿Por

qué tanta independencia?
Lo vamos a ver muy clara y bre­
vemente.
Sindicatos libres de las empresas patronales, porque los sin­
dicatos. obreros eran para defender justamente sus derechos fren­
te a los patronos, que a su vez se sindicaban para defender los suyos; libres
de los Partidos Políticos, que más que los intereses
económicos de los obreros, buscaban
el triunfo de su propia ideo­
logía partidista;
de los sindicatos socialistas y comunistas, por
su ideología materialista, lucha de clases y sectarismo antirreli­
gioso;
de la Acción Católica, cuyo objetivo es más global y es­
piritualista; económica y técnicamente indiferenciado, mientras
que los sindicatos miran directa e inmediatamente al orden de la
justicia social obrera; de los sindicatos católicos o confesionales,
llamados vulgarmente entonces «amarillos», porque el fin propio
e inmediato que persigue el sindicato libre no es
la vida religiosa
(si bien

no la excluye sino que la incluye como fin mediato), sino
la justa realización de
la justicia social en su vertiente económica
con su propia técnica (cfr.
Polémica sobre socialismo y catolicis­
mo,
pág. 19; Doctrina del Sindicato Libre, Cláusula, 3,5; C. T.,
10 [1914}, pág. 321; 44 [1931}, pág. 174). ¿Por qué Gafo
optó por
el Sindicato Libre más bien que por el explícitamente
confesional o
católico? «Antes opinaba que nuestros sindicatos
profesionales
debían llamarse católicos; ahora no opino así» ( C.
T., 23 [1921}, pág. 252). No se trataba de cambio de doctrina,
sino de táctica de presentación. En la programación expuesta en
el libro
Doctrina del Sindicato Libre (1923 ), cláusulas 18" y 19'
están bien señaladas las diferencias:
18'. «En un

ambiente obrero en que la totalidad de los tra­
bajadores industriales fuesen católicos prácticos, se consideran pre­
feribles, aunque no obligatorios, aquellos sindicatos de obretos
que se proponen la realización de los tres fines,
el religioso, el
moral y el económico; en cuyo caso la confesionalidad que se
hace consistir en ostentar el
título de católico aplicado a los sin­
dicatos
es una

·necesidad
lógica, si

bien este procedimiento de
405
Fundaci\363n Speiro

VICI'ORJNO RODRJGUEZ, O. P.
mezclar los asuntos divinos con los negocios humanos es muy expuesto siempre a profanaciones y responsabilidades odiosas para
el nombre católico» ( ed. dt., pág.
4 ).
19". «En un ambiente obrero en que la mayoría o una gran
parte de los trabajadores fabriles son indiferentes o católicos no
prácticos, se consideran preferibles, aunque no obligatorios, aque­ llos sindicatos de obreros como los titulados
libres que se pro­
ponen
taxativamente la realización del
fin económico y profesio­
nal,
haciendo constar al mismo tiempo; para evitar la neutrali­
dad teórica. y hostilidad práctica del socialismo; el
respeto a la
religión
y moral cristianas; en cuyo caso y sin faltar a la lógica
no pueden los tales sindicatos ostentar
el titulo de católicos, por­
que no responde al
fin que se propone el sindicato, ni. al modo
de ser de cada uno de los asociados»
(ib/d., pág. 5).
· Efectivamente,

Gafo tenía
experiencia personal
de que el
tí­
tulo de católicos restaba aceptabilidad a los sindicatos profesio­
nales para muchos obreros no adictos al socialismo
ni al comu,
nismo,

pero que desconfiaban de los sindicatos «amarillos»,
muy
conectados

con las empresas patronales bajo el patronazgo del
Marqués de
Comillas. Gafo

llamaba a los suyos simplemente

bres, sin que el no llamarse católicos fuese obstáculo para una
vida realmente católica
(cfr. Doctrina del Sindicato Libre, cláu­
sulas,
21, 22, 23 ). Son neutros en su finalidad económica inme­
diata ( objetivamente indiferente), no en su intencionalidad o va­
loración global de la vida, pues en este sentido no son neutros (cfr.
oh. cit., cláusulas 9, li, 13, 16, 17, 26; C.. T., 23 [1921),
pág. 200). Con ocasión de la conferencia que tuvo Gafo en Caborana
(Asturias) en el mes de enero de 1921, de promoción del Sin­
dicato Libre,
los sindicatos

católicos
ya; existentes allí se le opu­
sieron; les parecía una claudicación en la doctrina y acción cató­
licas, Gafo

se
reafirmó en

distinguir y separar, sin oponer, la ac­
ción sindical profesional, técnico-económica, de la Acción Cató­
lica y del Sindicato Católico (cfr.
El momento social de España,
págs. 11, 12, 17). La oposición instó ante los señores Nuncios y
sucesivos Cardenales
Prim.ados de
Toledo
(Aguirre, Guisasola,
406
Fundaci\363n Speiro

LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
Almaraz, Reig, Segura) para que los Superiores de la Orden ve­
tasen la acción sindical del P.
Gafo. Lo

que hicieron los supe­
riores fue someter a
tina diligente

censura previa los artículos
y
crónica científico-sociales de nuestro apóstol obrerista. Conoce­
mos
la gran defénsa que
hizo de los
Sindicatos Libres el profesor
de Teología Dogmática de Salamanca,
P. Matías García, O. P.
(C. T., 23 (19211, págs. 334-347; 24 (19211, págs. 58-67), y el
P. Alberto Colunga, a petición nominal del P. Alberto Blat, so­
cio del P. Maestro General de la Orden
(Informe del P. Alberto
Colunga

sobre las actividades
·del P .. Gafo en lós Sindicatos Li­
bres, ed. dél P. Ramón Hemández, C. T., 106 (1979), páginas
420-426).
El
25 de diciembre de 1928, el Cardenal Segura, en carta a
la Junta central de Acción Católica, distingue netamente fa ac­
ción

católica de
la acción sindical. «La línea divisoria entre· la
Acción Católica, esencialmente espiritual
y sobrenatural, y la ac­
ción social, esencialmente económica
y profesional --comenta
Gafo--,

queda
definitiva y sapientísimainente marcada» (C. T.,
39 (1929), .pág. 246). En 1931 la Conferencia de Metropolita0
nos Españoles se inclina por la distinción entre Acción· Católica
y Asociaciones Profesionales de carácter económico-social. El Car­
denal Vida! Barraquer se lo comunica al P. Gafo ('cfr. V. M. Ai­
beloa, «Los sindicatos católicos en España: un· intento de acon­
fesionalización», en Fomento Social, 29 (1974), págs. 201-208).
Finalmente Pío XI, en la encíclica
Quadragesimo anno (1931)
da el visto bueno a· los sindicato·s «neutros» y a su razón de ser
en determinadas circunstancias: «En rales circunstancias es poco
menos que obligado adscribirse a los .sindicatos neutros, los cua­
les, no obstante, profesan siempre
la equidad y la justicia y dejan
a sus socios católicos en plena libertad de cumplir con
su concien­
da y obedecer los mandatos de la Iglesia» (n. 35).
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VICI'ORJNO 1WDRIGUEZ, O, p;,
111. CONCLUSIÓN.
Como síntesis concfosiva d~I anterior análisis del personaje y
de su obra apostólico-sindical, me arrevo a subrayar las cinco
notas siguientes:
Primera. Las sobresalientes cualidades de inteligencia, sin­
ceridad, honestidad
y valentía en la" defensa de la justicia social
del
fado de · 1os obreros

mediante sus
sindicatos libres
totalmente
apolíticos. Sus fuertes llamadas de
atención a

la clase adinerada
para que. abriesen los ojos ante
la. real indigencia

del proletaria­
do y al peligro de insurgencia revolucionaria no carecían de agre­
sividad
y conminaciones molestas. Eran parecidas a las de Do­
noso Cortés
a mediados del siglo anterior: «España volverá a
ser católica o será al fin socialista: ¿qué digo será? Lo es ya, s61o
que parece que no lo es,
potque ella
misma no lo sabe» (
Obras,
BAC, II, pág. 728).
Segunda. La integridad o coherencia de su vida religiosa y
sacerdotal, apostólica hasta el final, coronada conscientemente por
el
·martirio;
Tercera. Su fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Si al prin­
cipio,
en el tema
del derecho a

la propiedad privada, fue, a
nii
entender,

menos riguroso que
León XIII
y Santo Tomás, situán­
dola en el
ámbito del

derecho
. positivo
cambiante, fue porqué
los autores de que se fiaba no habían captado exactamente la con­ dición de
derecho natural secundario o Derecho de Gentes al que
pertenece
la propiedad privada, según demostró más reciente­
mente
Santiago
Ramírez, O.
P.
(El Derecho de Gentes, Madrid,
1955).
Cuarta. Su profunda y perenne vocación de apóstol de la
justicia social de la Iglesia y su visceral rechazo del Libéralismo
y de su IUltural derivado el Socialismo. Gafo repelía fuertemen­
te
la expresión y la idea de un socialismo cristiano o cat6lico, que
acariciaban Secretan
y Nitti. «A este confusionismo -- fo-se prestan los afanes inmoderados de los que quieren adje­
tivarlo todo, doctrinas, sistemas y asociaciones con el nombre de
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LA SOCIOLOGIA DEL PADRE GAFO
católicas o cristianas, siendo así ,que estos venerandos epítetos
deben reservarse exclusivamente para lo
inmutablemente dog­
mático
y moral, dejando lo demás en una amplísima libertad para
la investigación
y el ensayo experimental» (C. T., 44 [1931], pá­
gina 212),
Quinta. Su profundo y dolorido rechazo de la etiqueta de
«socialista» que le han colgado, ya
en vida,
por su celosa entre­
ga a la causa de la justicia social
al margen de los sindicatos ca­
tólicos (cfr.
C. T., 49 [1934}, pág. 120), Buscaba la socialización
de España, no la «socialistización».
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