Índice de contenidos
Número 253-254
Serie XXVI
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Los orígenes de la unidad religiosa de España
-
El principio de inmanencia, la divinización del hombre y el orden temporal
-
Para una metahistoria jurídica
-
Una gran polémica: la Iglesia ante la humanidad amerindia
-
La sociología de José Domingo Gafo Muñiz O.P. (1881-1936)
-
Revolución liberal y secularización. El Ayuntamiento de Pamplona como ejemplo
-
La crisis de la asistencia sanitaria estatal
-
- Actas
- Ilustraciones con recortes de periódicos
-
Información bibliográfica
-
Eudaldo Forment Giralt: El problema de Dios en la metafísica
-
Juan Bms. Vallet de Goytisolo: Montesquieu (Leyes, gobiernos y poderes)
-
Salvador Abascal: La Constitución de 1917, destructora de la nación
-
Gonzalo Fernández de la Mora: Los errores del cambio
-
Vicente Elvira Ortiz: Memorias de una vida dedicada a Cristo
-
Carmen Sichar Claver: Crónica familiar de tres mártires de Cristo
-
- Crónicas
Autores
1987
Salvador Abascal: La Constitución de 1917, destructora de la nación
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
cohesión de los grupos y de las instituciones defendían tanto del
despotismo como de
1a· anarquía.
Lo que Montesquieu no pudo prever, tanto por el tiempo
en que. vivió como por esa misma mentalidad, fue ya avizorado
un siglo después por Alexis Tocqueville al describir el género de
despotismo reglamentado
y enervante que nacería del traspaso
al Estado de todos los poderes
y competencias que en otro tiem
po residían en las familias
y en _los cuerpos de la sociedad. Des
potismo casi inconsciente para quienes lo sufren, pero que
de
seca
las
raíces de
la libertad
y somete al nivel de la masa a los
espíritus más originales. Cabría añadir a esta prospección del futuro «lo que .Montes
quieu no pudo -menos
aún'-vivir». Lo qut, en cambio, sí ha
sido posible al propio autor de este libro, tanto por la época
en que vive como por su perspicacia en penetrarlo. Pocos auto
res, en efecto, han percibido lo que entrevió Tocqueville
y que
el Estado contemporáneo ha hecho realidad: la tecnocracia -el
predominio
en el gobierno de
la técnica sobre lo human
fenómeno
que nuestro autor ha diagnosticado en toda su di
mensión despótica y desecadora del. espíritu humano. A ello de
dicó V allet un clarividente libro: «Ideología, praxis y mito de
la tecnocracia» y, a su anverso, su agotadísimo «Sociedad de __ ma~
sas y Derecho». Puede decirse que la obra política de Juan Vallet
gira en torno a esos dos polos: la denuncia de la masificación
y
la tecnocracia moderna y la afioranza reconstructiva de aquellos
cuerpos
intermedios de la sociedad a los que vivificó histórica
mente el genio del cristianismo. Algo de cuya pérdida dependen
en gran medida los males que hoy sufrimos. En este libro, sobre la profundidad del análisis
y la ingente
documentación, destaca
la elección ·del tema: la obra de un hom
bre -Mohtesquieu- situado en un tiempo de intersección en tre una época (la de Luis XIV) en
la que nada esencial había
cambiado desde
el remoto gobierno gótico, y otra época en la
que todo iba a cambiar y nada podría ya asentarse.
RAFAEL GAMBRA.
Salvador Abascal: LA CONSTITUCION DE 1917,
DESTRUCTORA DE LA NACION (*)
. Dama¡¡ noticia de un nnevo libro de Salvador Abasta! dedi
cado, como los más
réciel!tes, a
presentar
la historia d_e su pa-
(*) Segunda edición corregida y aumentada, Tradición, Méjico, 1984,
222 págs.
472
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION. BIBUOGRAJ.'ICA
tria mexicana desde. su prisma de. infatigable luchador cat.ólico 'j
contrarrevolucionario. -Importantísima tarea, ya que toda la pro~
paganda oficial coincidente con la historiografía Jiberal y masó
nica nos ha ofrecido una visión absolutamente falseada de los
hechos desde los precursores,
Hidalgo y M9relos, hasta
los
más
recientes
héroes revolucionarios, Calles o Cárdenas. Y,
desde lue
go,
de los eslabones intermedios de la cadena que fueron Gómez
Parías,
Ocampo, Lerdo,
Madero, Carranza, Obregón ....
Y, por
supuesto, el mito máximo: Benito Juárez.
Hay otros -personajes, importantísimos en su día en la
histoM
ria de México: Saiita Anna, Porfirio Díaz... que, curiosamente,
son detestados por: todos. La revolución no les tiene por hom·
bres suyos pese 8 los servicios prestados. Y la contrarrevolución,
naturalmente, tampoco. Es el justo pago de la historia a esas gen
tes que tienen su arquetipo en pilatos.
El presente libro, al contrario que otros de Abascal de los
que me he ocupado en estas páginas: Madero, dictador infortu
nado (1982), La
Revolución de
la Reforma de
1833 a
1848. G6-
mez Parias-Santa Anna (1983) y
Juárez marxista (1985),
abarca
un período muy corto de la historia mexicana, apenas dos meses,
de 1916
y 1917, pero decisivo para el futuro del país.
Se limita a la discusión de una de las Constituciones
más
sectarias y más anticatólicas que ha producido el constituciona
lismo universal. Sus fuentes estaban lejos: en la Constitución de 1857, en Juárez y en
Lerdo de
Tejada.
La Constitución de. 1917
es
una copia, agravada en el odio anticatólico de textos ánterio
res. Y a ellos hace constantemente referencia Abascal para que
no pueda quedar la menor duda de
la :61iación del Congreso cons
tituyente de Querétaro que no tenía absolutamente nada de re
presentación del pueblo mexicano. Era la voluntad pura y sim
ple de Carranza, rebosado en no pocas· ocasiones por su izquierda
más radical.
El
resultado no podía ser otro que el derivado del odio a la
religioso católica
y a la tradición mexicana. Una Constitución en
la que la Iglesia resulta no sólo despojada sino
también verda
daderamente
aniquilada. Sólo la fe del pueblo mexicano ha impe
dido que se produjera lo que pretendían los legisladores de Que- _
rétaro. Y eso que fueron desechadas algunas proposiciones como
las que pretendían prohibir constitucionalmente la confesión anri
cular o imponer
el matrimonio de los sacerdotes. .
Los
discursos de los parlamentarios, que Abascal transcribe
profusamente, son un monumento al sectarismo, la ignorancia y
la estupidez. Pero esa Constitución fue aprobada y es la base
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
jurídica del México actual. La guerra cristera fue una consecuen
cia inevitable de aquel atropello
y de aquel expolio.
. Cada
libro de Abascal deja al
lector esperando
al siguiente.
No nos cabe duda que será del mismo interés que los anteriores
y una pieza · más que irá completando el panorama histórico de
México que, debiendo
ser católico e hispano es, contra las con
vicciones más sentidas de su pueblo, acabado ejemplo de la Re
volución.
FRANCISCO JOSÉ fBRNÁNDEZ DE LA CrGOÑA.
Gonzalo Fernández de la Mora: LOS ERRORES
DEL
CAMBIO
(*)
Cuando aparece un nuevo título no resulta frecuente en una
nación como España, donde no
existe demasiada
afición a la lec
tura -salvo obras intrascendentes o basadas en temas del mo
mento- el que a los pocos días de su publicación se agote. Má
xime cuandó se trata de una obra de
reflexión sobre
un aconte
cimiento hacia el que
existe la mayor deformación. El tema del
cambio es objeto,
por. tantas
«plumas del pesebre», del máximo
servilismo a determinados tópicos
y prejuicios, y de forma abru
madora tratado como si nos encontrásemos ante una- obra tan
maravillosa que, diríase, ya _no es humana.
Hablar de la personalidad de Gonzalo Fernández de la Mora,
sin duda uno de los más destacados intelectuales del pensamiento
español contemporáneo, resultaría superfluo para nuestros lecto res. En
.la obra
que ahora ve la luz, Los
errores del
cambio, se
contempla
el diagnóstico, posiblemente más razonado, sobre el
desastre ocasionado a la nación por uno de los más colosales
errores de toda la historia de España. La característica básica del autor en
el tratamiento de la obra
es ese análisis lúcido a lo que nos réferimos. Existen numerosas
opiniones sobre este hecho trascendental del cambio, pero sería
difícil encontrar una con menos apasionamiento, y en la que se
observa por tanto lo mejor del verdadero intelectual.
A lo largo de once capítulos
y un epilogo, el bisturí de Fer
nández
.de la
Mora disecciona implacablemente los errores del
cambio. Ptimero, una teoría general del cambio sirve de intro
ducción, poniendo de relieve cómo «en las masas hay una fuer-
(*) Editorial Plaza y Janés, Barcelona, 1986, 249 págs.
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cohesión de los grupos y de las instituciones defendían tanto del
despotismo como de
1a· anarquía.
Lo que Montesquieu no pudo prever, tanto por el tiempo
en que. vivió como por esa misma mentalidad, fue ya avizorado
un siglo después por Alexis Tocqueville al describir el género de
despotismo reglamentado
y enervante que nacería del traspaso
al Estado de todos los poderes
y competencias que en otro tiem
po residían en las familias
y en _los cuerpos de la sociedad. Des
potismo casi inconsciente para quienes lo sufren, pero que
de
seca
las
raíces de
la libertad
y somete al nivel de la masa a los
espíritus más originales. Cabría añadir a esta prospección del futuro «lo que .Montes
quieu no pudo -menos
aún'-vivir». Lo qut, en cambio, sí ha
sido posible al propio autor de este libro, tanto por la época
en que vive como por su perspicacia en penetrarlo. Pocos auto
res, en efecto, han percibido lo que entrevió Tocqueville
y que
el Estado contemporáneo ha hecho realidad: la tecnocracia -el
predominio
en el gobierno de
la técnica sobre lo human
que nuestro autor ha diagnosticado en toda su di
mensión despótica y desecadora del. espíritu humano. A ello de
dicó V allet un clarividente libro: «Ideología, praxis y mito de
la tecnocracia» y, a su anverso, su agotadísimo «Sociedad de __ ma~
sas y Derecho». Puede decirse que la obra política de Juan Vallet
gira en torno a esos dos polos: la denuncia de la masificación
y
la tecnocracia moderna y la afioranza reconstructiva de aquellos
cuerpos
intermedios de la sociedad a los que vivificó histórica
mente el genio del cristianismo. Algo de cuya pérdida dependen
en gran medida los males que hoy sufrimos. En este libro, sobre la profundidad del análisis
y la ingente
documentación, destaca
la elección ·del tema: la obra de un hom
bre -Mohtesquieu- situado en un tiempo de intersección en tre una época (la de Luis XIV) en
la que nada esencial había
cambiado desde
el remoto gobierno gótico, y otra época en la
que todo iba a cambiar y nada podría ya asentarse.
RAFAEL GAMBRA.
Salvador Abascal: LA CONSTITUCION DE 1917,
DESTRUCTORA DE LA NACION (*)
. Dama¡¡ noticia de un nnevo libro de Salvador Abasta! dedi
cado, como los más
réciel!tes, a
presentar
la historia d_e su pa-
(*) Segunda edición corregida y aumentada, Tradición, Méjico, 1984,
222 págs.
472
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION. BIBUOGRAJ.'ICA
tria mexicana desde. su prisma de. infatigable luchador cat.ólico 'j
contrarrevolucionario. -Importantísima tarea, ya que toda la pro~
paganda oficial coincidente con la historiografía Jiberal y masó
nica nos ha ofrecido una visión absolutamente falseada de los
hechos desde los precursores,
Hidalgo y M9relos, hasta
los
más
recientes
héroes revolucionarios, Calles o Cárdenas. Y,
desde lue
go,
de los eslabones intermedios de la cadena que fueron Gómez
Parías,
Ocampo, Lerdo,
Madero, Carranza, Obregón ....
Y, por
supuesto, el mito máximo: Benito Juárez.
Hay otros -personajes, importantísimos en su día en la
histoM
ria de México: Saiita Anna, Porfirio Díaz... que, curiosamente,
son detestados por: todos. La revolución no les tiene por hom·
bres suyos pese 8 los servicios prestados. Y la contrarrevolución,
naturalmente, tampoco. Es el justo pago de la historia a esas gen
tes que tienen su arquetipo en pilatos.
El presente libro, al contrario que otros de Abascal de los
que me he ocupado en estas páginas: Madero, dictador infortu
nado (1982), La
Revolución de
la Reforma de
1833 a
1848. G6-
mez Parias-Santa Anna (1983) y
Juárez marxista (1985),
abarca
un período muy corto de la historia mexicana, apenas dos meses,
de 1916
y 1917, pero decisivo para el futuro del país.
Se limita a la discusión de una de las Constituciones
más
sectarias y más anticatólicas que ha producido el constituciona
lismo universal. Sus fuentes estaban lejos: en la Constitución de 1857, en Juárez y en
Lerdo de
Tejada.
La Constitución de. 1917
es
una copia, agravada en el odio anticatólico de textos ánterio
res. Y a ellos hace constantemente referencia Abascal para que
no pueda quedar la menor duda de
la :61iación del Congreso cons
tituyente de Querétaro que no tenía absolutamente nada de re
presentación del pueblo mexicano. Era la voluntad pura y sim
ple de Carranza, rebosado en no pocas· ocasiones por su izquierda
más radical.
El
resultado no podía ser otro que el derivado del odio a la
religioso católica
y a la tradición mexicana. Una Constitución en
la que la Iglesia resulta no sólo despojada sino
también verda
daderamente
aniquilada. Sólo la fe del pueblo mexicano ha impe
dido que se produjera lo que pretendían los legisladores de Que- _
rétaro. Y eso que fueron desechadas algunas proposiciones como
las que pretendían prohibir constitucionalmente la confesión anri
cular o imponer
el matrimonio de los sacerdotes. .
Los
discursos de los parlamentarios, que Abascal transcribe
profusamente, son un monumento al sectarismo, la ignorancia y
la estupidez. Pero esa Constitución fue aprobada y es la base
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jurídica del México actual. La guerra cristera fue una consecuen
cia inevitable de aquel atropello
y de aquel expolio.
. Cada
libro de Abascal deja al
lector esperando
al siguiente.
No nos cabe duda que será del mismo interés que los anteriores
y una pieza · más que irá completando el panorama histórico de
México que, debiendo
ser católico e hispano es, contra las con
vicciones más sentidas de su pueblo, acabado ejemplo de la Re
volución.
FRANCISCO JOSÉ fBRNÁNDEZ DE LA CrGOÑA.
Gonzalo Fernández de la Mora: LOS ERRORES
DEL
CAMBIO
(*)
Cuando aparece un nuevo título no resulta frecuente en una
nación como España, donde no
existe demasiada
afición a la lec
tura -salvo obras intrascendentes o basadas en temas del mo
mento- el que a los pocos días de su publicación se agote. Má
xime cuandó se trata de una obra de
reflexión sobre
un aconte
cimiento hacia el que
existe la mayor deformación. El tema del
cambio es objeto,
por. tantas
«plumas del pesebre», del máximo
servilismo a determinados tópicos
y prejuicios, y de forma abru
madora tratado como si nos encontrásemos ante una- obra tan
maravillosa que, diríase, ya _no es humana.
Hablar de la personalidad de Gonzalo Fernández de la Mora,
sin duda uno de los más destacados intelectuales del pensamiento
español contemporáneo, resultaría superfluo para nuestros lecto res. En
.la obra
que ahora ve la luz, Los
errores del
cambio, se
contempla
el diagnóstico, posiblemente más razonado, sobre el
desastre ocasionado a la nación por uno de los más colosales
errores de toda la historia de España. La característica básica del autor en
el tratamiento de la obra
es ese análisis lúcido a lo que nos réferimos. Existen numerosas
opiniones sobre este hecho trascendental del cambio, pero sería
difícil encontrar una con menos apasionamiento, y en la que se
observa por tanto lo mejor del verdadero intelectual.
A lo largo de once capítulos
y un epilogo, el bisturí de Fer
nández
.de la
Mora disecciona implacablemente los errores del
cambio. Ptimero, una teoría general del cambio sirve de intro
ducción, poniendo de relieve cómo «en las masas hay una fuer-
(*) Editorial Plaza y Janés, Barcelona, 1986, 249 págs.
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