Índice de contenidos
Número 253-254
Serie XXVI
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Los orígenes de la unidad religiosa de España
-
El principio de inmanencia, la divinización del hombre y el orden temporal
-
Para una metahistoria jurídica
-
Una gran polémica: la Iglesia ante la humanidad amerindia
-
La sociología de José Domingo Gafo Muñiz O.P. (1881-1936)
-
Revolución liberal y secularización. El Ayuntamiento de Pamplona como ejemplo
-
La crisis de la asistencia sanitaria estatal
-
- Actas
- Ilustraciones con recortes de periódicos
-
Información bibliográfica
-
Eudaldo Forment Giralt: El problema de Dios en la metafísica
-
Juan Bms. Vallet de Goytisolo: Montesquieu (Leyes, gobiernos y poderes)
-
Salvador Abascal: La Constitución de 1917, destructora de la nación
-
Gonzalo Fernández de la Mora: Los errores del cambio
-
Vicente Elvira Ortiz: Memorias de una vida dedicada a Cristo
-
Carmen Sichar Claver: Crónica familiar de tres mártires de Cristo
-
- Crónicas
Autores
1987
Eudaldo Forment Giralt: El problema de Dios en la metafísica
INFORMACION BIBDIOGRAFICA
Eudaldo Forment Giralt: EL PROBLEMA DE DIOS
EN LA METAFISICA
(*)
Era necesario cubrir un vacío en el pensamiento social actual
sobre
el problema de Dios; y no hacerlo desde la teología, sino
acercarse a
él desde
la 6¡,tica puramente racional. Este es el va
lioso
trabajo del
doctor Forment, que sin duda contriboye a es
clarecer
el sentido óltimo de una reflexi6n racional sobre Dios.
En efecto, pocas veces se ha tratado con éxito el tema a partir
de. la
filosoffa
en sentido estricto, y
menos aún ofreciendo una
síntesis precisa
y asequible, sin
ppr ello
perder rigor
filos6fico.
Eudaldo
Forment trata el tema más adecuadamente que, por
ejemplo, Zubiri en «El
hombre y
Dios» o que Hans Küng, que
con muy buen criterio no se incluye en la bibliografía.
·
Forment
aborda un tema tan delicado y difícil con decisi6n y
claridad, haciéndolo muy sugestivo, a pesar de que el ateísmo ha penetrado en la sociedad de nuestro tiempo de una manera .
disimulada pero efectiva. Sin embargo, Dios sigue interesando.
El hombre se pregunta -y se seguirá preguntando--- sobre El,
si .existe y quién es.
El doctor Forment es profesor de Metafísica ( Ontología y
Teodicea) de la Universidad Central de Barcelona, donde ya lleva
una
.considerable experiencia
académica, desde 1971. Es, además,
un destacado miembro de
la. llamada
Escuela Tomista de Bar
celona,
fundada por el jesuita P. Ramón Orlandis (1873-1958),
y con fil6sofos tan eminentes como
Jaíme Bofill
(1910-1965),
Francisco Canals, José
M.º Petit,
José
M.· Alsina,
Antonio
Pre
vosti, Margarita Mauri, Misericordia Anglés, etc. Por ello, abor
da
el problema desde su sentimiento religioso profundo y vivi
do, sin, no obstante, perder su rigor filosófico y racional.
Además, ha estudiado, en varios artículos aparecidos en
Es
plritu, la. prestigiosa revista filos6fica de Barcelona, los temas
centrales de la filosofía, pero sobre todo el tema
de. la
persona
(*) Promociones Publicaciones Universitarias, Barcelona, 1986, 405 pá
ginas.
463
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
(sobre el que ha escrito dos libros conocidos internacionalmente:
«Persona y modo substandal» y «Ser y persona»). También ha
publicado una «Introducción a la Metafísica» ( véase
Verbo, n
1
ú
mero
235-236
(1985),
págs. 734-735), de gran éxito entre os
estudiantes universitarios; y «Fenomenología descriptiva del len
guaje», de la que pronto va a aparecer la traducción francesa, se
gún ha anundado la Revue de Synthese, de París.
El problema de Dios en la Metaflsica se _divide en cinco ca
pítulos: Dios ordenador, Dios creador, Dios
el ser
mismo sub
sisente, Dios en la Ontoteología y Dios en el humanismo ateo.
No obstante, no sigue un método puramente histórico, sino que
analiza las concepciones de Dios a través de la historia, buscan
do su sentido profundo y sus últimas consecuencias. El capítulo más nuclear es el tercero, que es el centro del libro en todos los
sentidos. En él aborda la síntesis doctrinal del pensamiento de
Santo Tomás de Aquino sobre el tema. Sin embargo, no renun
cia a adentrarse, a lo largo del libro, en el análisis de la natura
leza y del hombre, ya que la complejidad misma del tema ele
Dios así lo requiere.
Éntrando ya
en el primer capítulo, Forment da unas precisas
pinceladas sobre el pensamiento griego, en cuatro· momentos. El
primero, a partir de los presocráticos y su concepción de lo di
vino antropomórfico y politeísta, que intentan sobre todo expli
car la cosmogénesis del universo, es decir, el origen del mundo.
Pero ¡,ara ellos todavía se mantiene una dualidad de principios
entre lo religioso y lo filosófico. La tónica continúa después con
Platón, aunque ,algo ya ha cambiado y se intelectualiza la noción
de Dios, pese a que los dioses platónicos, heredados de la com
pleja mitología homérica, están por debajo de la Idea del Bien, que es la que culmina todo su pensamiento. Por otro lado, su
discípulo Aristóteles cambia radicalmente el pensamiento y, se gún Formen!, es el creador de la Teología Natural, ya que
el sis
tema aristotélico identifica
el primer motor inmóvil de la na
turaleza (y, por tanto, el primer principio filosófico) con Dios, que es el fin último, al que todas las cosas se dirigen._
En este capítulo primero merece
especial atención el. punto
cuarto,
que trata del panteísmo que, sin duda, tiene resonancias
muy actuales, sobre todo a partir de Spinoza y Hegel. Por fin,
Formen! se adentra en una sintética pero exacta exposición de Plotino, que tanto influyó en el
pensamiento de
San Agustín.
El cristianismo supuso un cambio radical· con respecto a los
griegos, ya que
añade a
Dios su poder creador, su monoteísmo y
su caracterización como Vida y Amor, fruto de su Providencia.
464
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Es el capítulo segundo. San Agustín aparece como su máximo
representante. Pero este gran pensador cristiano incluye en su
filosofía elementos neoplatónicos, cristianizándolos y dándoles un sentido radicalmente nuevo. San Agustín es el hombre
en. busca
del
DiosN erdad,
y una vez hallado. se dedica a El en cuerpo y
alma.
En el plano racional supone la concepción de la Creación
como un ejemplarismo, superando del todo a las especulaciones griegás, ya que el Dios cristiano no es puramente intelectual, sino
que necesita ser vivido por el hombre. Por ello, el hombre se
realiza plenamente en el contacto con Dios. San Agustín es así
el máximo representante de la sabiduría cristiana, que, aunque
no distingue entre fe y
razón, tampoco
las confunde:
«En San
Agustín se da una totalunidad entre filosofía y .religión; una no
absorbe a la otra» (pág. 65). El centro del trabajo de Forinent consiste en examinar la
doctrina de Santo Tomás, que completa y culmina todo el pen samiento agustiniano. Para Santo Tomás, Dios es el
Mismo Ser
Subsistente; y esto· es, en opinión de Forment, la culminación de
la Teología Natural iniciada por Aristóteles. Y el sentido últi
mo de esta teología es la
fe, la teología sobrenatural, ya . que en
toda
la escolástica la filosofía es.tá puesta al servicio de la Re
velación.
Pero Santo Tomás también elabora una Teología Natural,
basada en el sentido común de la persona, como
camino para
lle
gar
a la f¡:. Su importante y célebre tesis de que «la gracia no
anula a
la naturaleza sino que la perfecciona» se entiende en el
sentido de que la razón natural
está al
servicio de la fe, y que
la doctrina sagrada utilice la filosofía en
Jo que
tiene de verdad.
«La
delim#ación se
da incluso en el conocimiento sobre Dios,
que es al mismo tiempo objeto de estudio de la Teología Sobre
natural y de la
Teología Natural,
pero con una formalidad dis-
. tinta;
porque la primera lo alcanza en cuanto Dios, con la luz
sobrenatural de
la fe, y el tratado metafísico de Dios
lo conoce
en cuanto cuasa primera de los entes, con la luz natural de la
razón» (pág. 115).
Por otro lado, Saoto Tomás implica
iJ,timamente a
Dios y el
hombre, es decir, no se entiende éste sin Aquél. Es ésta una de
las partes
más interesantes
del trabajo .del doctor Forment: la
dignidad del hombre sólo puede sostenerse desde su relación con
Dios. Porque el conocimiento natural de Dios se hace dificil sin
la ayuda de la gracia.
El Dios de Santo Tomás se
define por
el Ser Mismo Subsis
tente
(Ipsum Esse
Subsistens), cuyo conocimiento natural
.se ha
465
Fundaci\363n Speiro
JNFORMACION BIBLIOGRAFICA.
de basar en la analogía, la eminencia y la remoción. Sólo así se
puede salvar su
absoluta trascendencia
respecto de lo creado, en
un orden y nivel muy distinto. Y éste fue el error del raciona
lismo. En efecto, con Descartes· queda inaugurada la ontoteología
(capítulo cuarto), es decir, situar a
Dfos en
el mismo plano onto
lógico que los seres creados, aunque la distancia.sea infinita. Des
cartes, además de disolver la unión emre la fe y la rru,ón, con,
sidera
a Dios como causa:
causa de
sí mismo y
causa y garante
de su orden físico e intelectual. Según Forment, Malebranche y
Leibniz esencializan el concepto de Dios y
lo reducen a la racio
nalid.ad necesaria;
asr Spinoza
tiene el camino abierto para eli
minar
la diferencia entre Dios y lo creado y caer en un panteís
mo craso cuando afirma «Dios o la naturaleza». Estos autores
racionalistas llevarán a la Ilustración, con la religión filosófica
y racional del deísmo y con el agnosticismo de Kant.
Este capítulo. acaba con
la exposición de dos agnosticismos
clásicos: el kantiano, que .cancela definitivamente la Teología Na tural en la modernidad, aunque recupera a Dios en la razón prác
tica, como su postulado moral;
y el de Comte, que supone un
agnosticismo radical. Con ello, el declive del pensamiento va a la
par con el desmoronamiento
.de la
Teología Natural.
Entramos así en el quinto
y último capítulo que, en síntesis,
se resume así: la muerte
de Dios implica la muerte del hombre.
Es, junto con el capítulo tercero dedicado a Santo Tomás, el
. más
interesante del libro, y ciertamente una extensa
exposición
del
ateísmo en sus
más diversas variantes. ·
Aun
así, todas· ellas --como se explica en el libro- tienen
algo en común. En primer lugar, Dios en el humanismo es siem
pre negado sin aducir demosti'aciones ."o argumentos; por ello, su
ateísmo es postulativo. En segundo lugar, es un humanismo, por
que se centra todo él en el hombre; un hombre diversamente ex
presado y que nada tiene que ver con la persona humana. Es
una antropología que se fija en aspectos parciales de
lo humano,
sin tener una perspectiva de conjunto, y además -ya que no
hay -Dios- se presentatcomo una doctrina de salvación, una so
lución alternativa y supuestamente suficiente para salvar al hom
bre. Al no existir Dios -en tercer lugar- el ateísmo
afirma la
total
y absoluta independencia del hombre,
y cierra las puertas
a cualquier modo de trascendencia. Por ello, y en cuarto lugar,
el profesar el ateísmo implica siempre un antiteísmo, una pos
tura abiertamente hostil y contraria a todo lo divino. «Aunque
al ateísmo no le interesa el bien
dd hombre,
porque esta hosti-
466
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
lidad hacia Dios conlleva el odio hacia sus obras, el mundo y su
· orden
natural
y hacia su imagen, el hombre. Por ello, el ateísmo
es antinatural
y antihumano» (pág. 251).
Los autores tratados por
Formet¡t hablan
por
s! mismos, y
desde sus mismos textos podemos descubrir el alcance de sus
proposiciones y deducir c¡ue Forment no hace interpretaciones
forzadas ni exageradas.
.
El
primer autor tratado es Feuerbach, que lleva
y deriva el
hegelianismo al materialismo y al a teísmo radical, generalizando
la crítica a todo lo religioso, especialmente lo cristiano. Para ello reduce
la religi6n a antropología, es decir, Dios es una proyec
ci6n del hombre,
y la religi6n es la relaci6n del hombre consigo
mismo. Así el hombre es Dios, y Dios no es nada más que
el
hombre. Es difícil negar en Marx su ateísmo, ya que considera
la re
ligi6n como una
forma de
alienaci6n hist6rica
que hay que su
perar, una especie de consolación y justificaci6n de. la opresi6n
capitalista sobre las masas trabajadoras. A esta doniinaci6n res
ponde con la salvaci6n del hombre en el paraíso comunista. Pero aun así,
el hombre. queda desintegrado porque, en definitiva, el
hombre es la colectividad y, en cuanto tal, desaparece, y con él
su
dignidad
y libertad. ·
En cuanto a. Nietzsche, se caracteriza por su nihilismo, 1~ ne
gaci6n de todo.: «Dios ha muerto» es el anuncio profético de Za
ratrustra, que se une al prop6sito nietzschiano de supresi6n de todo tipo de moralidad,
y de todo sentido de la existencia hu
mana. El hombre es un puro vivir y una «voluntad de poder»,
mientras
la religi6n ,predica lo contrário· al nuevo superhombre
que
ha de surgir.
Freud, por su parte,
presenta un
ateísmo científico, porque
reduce toda forma de religi6n a un proceso psicol6gico. La fe se opone a todo tipo de ciencia, porque es fruto de
la indefensi6n
y de
la inseguridad del hombre, que va desapareciendo a medi
da que se progresa en la ciencia. La
religi6n es,
además, un
fe
n6meno. social y se incluye dentro de la evoluci6n de la cultu
ra, pero en un momento en que, en definitiva, el hombre teníá
una ilusi6n neur6tica. Ademas, Forment sefiala que toda la doc
trina del
psicoanálisis se
explicaría por sus presupuestos ateos.
Por fin, Sastre representa la más reciente forma de ateísmo,
la más desesperanzada
y radical de todas. Se define como existen
cialista, y él mismo reconoce que lo que quiere es llevar hasta
el final una postura atea coherente. Para ello tiene que eliminar
toda moralidad, toda pretensi6n de salvaci6n
y todo intento de
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACION. BIBLIOGRAFICA
definir al hombre. Estamos en el absurdo de la náusea, sin es
peranza de consuelo alguno: «el hombre es una pasión inútil».
No obstante, parece ser
-<:orno señala
Forment- que poco an
tes de mórir, en 1980, Sastre se retractó de
todo cuanto
había
hecho y dicho, reconociendó a un Dios Creador. Todas estas muestras de teísmo son, en definitiva, una rebe
lión al Dios personal y trascendente, Creador y señor de todo
lo creado, y también suponen un rechazo radical del orden na
tural y del hombre mismo. Se ha dicho de este libro que pide un capítulo final o una
conclusión sobre el mismo o sobre el. ateísmo. Creemos que no
es así. El autor no lo ha escrito intencionadamente y por ello
concluye así: «La aparición de estos. tipos fundamentales del
ateísmo y su introducción en
la vida social en todos sus órde
nes,
es un
misterio, igual que lo es el día y el modo en que de
saparecerán, que sólo son por Dios conocidos» (pág. 377). Des
de una perspectiva creyente, como. la del propio Forment, estas
posturas
ateas. ,son inaceptables;
desde el ámbito puramente fi
losófico son fácilmente rebatibles, comci se sugiere en el libro,
pero su aparición no es explicable racionalmente, ni tampoco se
pueden dar soluciones; tienen que venir de Dios. El libro está abierto a la esperanza, porque, a pesar de todos
los
e.sfuerzos por
arrinconar a Dios, no sólo desde la filosofía,
sino también desde la política, la moral, la sociedad en general,
algo parece ir cambiando entre nosotros, y buena prueba de ello
es que el tema de Dios sigue estando vivo y preocupa al hombre.
De ahí el éxito del libro de Forment, que supone un paso más
en la recuperación de un tema tan delicado y apasionante. Por
ello, apuntada ya la problemática y sugeridas
las soluciones,
el
lector puede sacar sus propias conclusiones y, desde luego, apli-
carlas.
,.
Por
fin, hay que resaltar la claridad en
la exposición, fruto ·
de
un estilo sencillo y de un buen sistema pedagógico, lo que
hace al libro especialmente atractivo y asequible a los no inicia
dos
.en la siempre difícil terminología filosófica. Además, sigue
con rigor el pensamiento racional, ya que, no debemos olvidarlo,
el libro es
.de Teología
natural, es decir, del conocimiento natu
ral de Dios a la luz de la razón.
Fray AGUSTÍN
BoADAS LLAVAT, 0. F. M.
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Eudaldo Forment Giralt: EL PROBLEMA DE DIOS
EN LA METAFISICA
(*)
Era necesario cubrir un vacío en el pensamiento social actual
sobre
el problema de Dios; y no hacerlo desde la teología, sino
acercarse a
él desde
la 6¡,tica puramente racional. Este es el va
lioso
trabajo del
doctor Forment, que sin duda contriboye a es
clarecer
el sentido óltimo de una reflexi6n racional sobre Dios.
En efecto, pocas veces se ha tratado con éxito el tema a partir
de. la
filosoffa
en sentido estricto, y
menos aún ofreciendo una
síntesis precisa
y asequible, sin
ppr ello
perder rigor
filos6fico.
Eudaldo
Forment trata el tema más adecuadamente que, por
ejemplo, Zubiri en «El
hombre y
Dios» o que Hans Küng, que
con muy buen criterio no se incluye en la bibliografía.
·
Forment
aborda un tema tan delicado y difícil con decisi6n y
claridad, haciéndolo muy sugestivo, a pesar de que el ateísmo ha penetrado en la sociedad de nuestro tiempo de una manera .
disimulada pero efectiva. Sin embargo, Dios sigue interesando.
El hombre se pregunta -y se seguirá preguntando--- sobre El,
si .existe y quién es.
El doctor Forment es profesor de Metafísica ( Ontología y
Teodicea) de la Universidad Central de Barcelona, donde ya lleva
una
.considerable experiencia
académica, desde 1971. Es, además,
un destacado miembro de
la. llamada
Escuela Tomista de Bar
celona,
fundada por el jesuita P. Ramón Orlandis (1873-1958),
y con fil6sofos tan eminentes como
Jaíme Bofill
(1910-1965),
Francisco Canals, José
M.º Petit,
José
M.· Alsina,
Antonio
Pre
vosti, Margarita Mauri, Misericordia Anglés, etc. Por ello, abor
da
el problema desde su sentimiento religioso profundo y vivi
do, sin, no obstante, perder su rigor filosófico y racional.
Además, ha estudiado, en varios artículos aparecidos en
Es
plritu, la. prestigiosa revista filos6fica de Barcelona, los temas
centrales de la filosofía, pero sobre todo el tema
de. la
persona
(*) Promociones Publicaciones Universitarias, Barcelona, 1986, 405 pá
ginas.
463
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
(sobre el que ha escrito dos libros conocidos internacionalmente:
«Persona y modo substandal» y «Ser y persona»). También ha
publicado una «Introducción a la Metafísica» ( véase
Verbo, n
1
ú
mero
235-236
(1985),
págs. 734-735), de gran éxito entre os
estudiantes universitarios; y «Fenomenología descriptiva del len
guaje», de la que pronto va a aparecer la traducción francesa, se
gún ha anundado la Revue de Synthese, de París.
El problema de Dios en la Metaflsica se _divide en cinco ca
pítulos: Dios ordenador, Dios creador, Dios
el ser
mismo sub
sisente, Dios en la Ontoteología y Dios en el humanismo ateo.
No obstante, no sigue un método puramente histórico, sino que
analiza las concepciones de Dios a través de la historia, buscan
do su sentido profundo y sus últimas consecuencias. El capítulo más nuclear es el tercero, que es el centro del libro en todos los
sentidos. En él aborda la síntesis doctrinal del pensamiento de
Santo Tomás de Aquino sobre el tema. Sin embargo, no renun
cia a adentrarse, a lo largo del libro, en el análisis de la natura
leza y del hombre, ya que la complejidad misma del tema ele
Dios así lo requiere.
Éntrando ya
en el primer capítulo, Forment da unas precisas
pinceladas sobre el pensamiento griego, en cuatro· momentos. El
primero, a partir de los presocráticos y su concepción de lo di
vino antropomórfico y politeísta, que intentan sobre todo expli
car la cosmogénesis del universo, es decir, el origen del mundo.
Pero ¡,ara ellos todavía se mantiene una dualidad de principios
entre lo religioso y lo filosófico. La tónica continúa después con
Platón, aunque ,algo ya ha cambiado y se intelectualiza la noción
de Dios, pese a que los dioses platónicos, heredados de la com
pleja mitología homérica, están por debajo de la Idea del Bien, que es la que culmina todo su pensamiento. Por otro lado, su
discípulo Aristóteles cambia radicalmente el pensamiento y, se gún Formen!, es el creador de la Teología Natural, ya que
el sis
tema aristotélico identifica
el primer motor inmóvil de la na
turaleza (y, por tanto, el primer principio filosófico) con Dios, que es el fin último, al que todas las cosas se dirigen._
En este capítulo primero merece
especial atención el. punto
cuarto,
que trata del panteísmo que, sin duda, tiene resonancias
muy actuales, sobre todo a partir de Spinoza y Hegel. Por fin,
Formen! se adentra en una sintética pero exacta exposición de Plotino, que tanto influyó en el
pensamiento de
San Agustín.
El cristianismo supuso un cambio radical· con respecto a los
griegos, ya que
añade a
Dios su poder creador, su monoteísmo y
su caracterización como Vida y Amor, fruto de su Providencia.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Es el capítulo segundo. San Agustín aparece como su máximo
representante. Pero este gran pensador cristiano incluye en su
filosofía elementos neoplatónicos, cristianizándolos y dándoles un sentido radicalmente nuevo. San Agustín es el hombre
en. busca
del
DiosN erdad,
y una vez hallado. se dedica a El en cuerpo y
alma.
En el plano racional supone la concepción de la Creación
como un ejemplarismo, superando del todo a las especulaciones griegás, ya que el Dios cristiano no es puramente intelectual, sino
que necesita ser vivido por el hombre. Por ello, el hombre se
realiza plenamente en el contacto con Dios. San Agustín es así
el máximo representante de la sabiduría cristiana, que, aunque
no distingue entre fe y
razón, tampoco
las confunde:
«En San
Agustín se da una totalunidad entre filosofía y .religión; una no
absorbe a la otra» (pág. 65). El centro del trabajo de Forinent consiste en examinar la
doctrina de Santo Tomás, que completa y culmina todo el pen samiento agustiniano. Para Santo Tomás, Dios es el
Mismo Ser
Subsistente; y esto· es, en opinión de Forment, la culminación de
la Teología Natural iniciada por Aristóteles. Y el sentido últi
mo de esta teología es la
fe, la teología sobrenatural, ya . que en
toda
la escolástica la filosofía es.tá puesta al servicio de la Re
velación.
Pero Santo Tomás también elabora una Teología Natural,
basada en el sentido común de la persona, como
camino para
lle
gar
a la f¡:. Su importante y célebre tesis de que «la gracia no
anula a
la naturaleza sino que la perfecciona» se entiende en el
sentido de que la razón natural
está al
servicio de la fe, y que
la doctrina sagrada utilice la filosofía en
Jo que
tiene de verdad.
«La
delim#ación se
da incluso en el conocimiento sobre Dios,
que es al mismo tiempo objeto de estudio de la Teología Sobre
natural y de la
Teología Natural,
pero con una formalidad dis-
. tinta;
porque la primera lo alcanza en cuanto Dios, con la luz
sobrenatural de
la fe, y el tratado metafísico de Dios
lo conoce
en cuanto cuasa primera de los entes, con la luz natural de la
razón» (pág. 115).
Por otro lado, Saoto Tomás implica
iJ,timamente a
Dios y el
hombre, es decir, no se entiende éste sin Aquél. Es ésta una de
las partes
más interesantes
del trabajo .del doctor Forment: la
dignidad del hombre sólo puede sostenerse desde su relación con
Dios. Porque el conocimiento natural de Dios se hace dificil sin
la ayuda de la gracia.
El Dios de Santo Tomás se
define por
el Ser Mismo Subsis
tente
(Ipsum Esse
Subsistens), cuyo conocimiento natural
.se ha
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JNFORMACION BIBLIOGRAFICA.
de basar en la analogía, la eminencia y la remoción. Sólo así se
puede salvar su
absoluta trascendencia
respecto de lo creado, en
un orden y nivel muy distinto. Y éste fue el error del raciona
lismo. En efecto, con Descartes· queda inaugurada la ontoteología
(capítulo cuarto), es decir, situar a
Dfos en
el mismo plano onto
lógico que los seres creados, aunque la distancia.sea infinita. Des
cartes, además de disolver la unión emre la fe y la rru,ón, con,
sidera
a Dios como causa:
causa de
sí mismo y
causa y garante
de su orden físico e intelectual. Según Forment, Malebranche y
Leibniz esencializan el concepto de Dios y
lo reducen a la racio
nalid.ad necesaria;
asr Spinoza
tiene el camino abierto para eli
minar
la diferencia entre Dios y lo creado y caer en un panteís
mo craso cuando afirma «Dios o la naturaleza». Estos autores
racionalistas llevarán a la Ilustración, con la religión filosófica
y racional del deísmo y con el agnosticismo de Kant.
Este capítulo. acaba con
la exposición de dos agnosticismos
clásicos: el kantiano, que .cancela definitivamente la Teología Na tural en la modernidad, aunque recupera a Dios en la razón prác
tica, como su postulado moral;
y el de Comte, que supone un
agnosticismo radical. Con ello, el declive del pensamiento va a la
par con el desmoronamiento
.de la
Teología Natural.
Entramos así en el quinto
y último capítulo que, en síntesis,
se resume así: la muerte
de Dios implica la muerte del hombre.
Es, junto con el capítulo tercero dedicado a Santo Tomás, el
. más
interesante del libro, y ciertamente una extensa
exposición
del
ateísmo en sus
más diversas variantes. ·
Aun
así, todas· ellas --como se explica en el libro- tienen
algo en común. En primer lugar, Dios en el humanismo es siem
pre negado sin aducir demosti'aciones ."o argumentos; por ello, su
ateísmo es postulativo. En segundo lugar, es un humanismo, por
que se centra todo él en el hombre; un hombre diversamente ex
presado y que nada tiene que ver con la persona humana. Es
una antropología que se fija en aspectos parciales de
lo humano,
sin tener una perspectiva de conjunto, y además -ya que no
hay -Dios- se presentatcomo una doctrina de salvación, una so
lución alternativa y supuestamente suficiente para salvar al hom
bre. Al no existir Dios -en tercer lugar- el ateísmo
afirma la
total
y absoluta independencia del hombre,
y cierra las puertas
a cualquier modo de trascendencia. Por ello, y en cuarto lugar,
el profesar el ateísmo implica siempre un antiteísmo, una pos
tura abiertamente hostil y contraria a todo lo divino. «Aunque
al ateísmo no le interesa el bien
dd hombre,
porque esta hosti-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
lidad hacia Dios conlleva el odio hacia sus obras, el mundo y su
· orden
natural
y hacia su imagen, el hombre. Por ello, el ateísmo
es antinatural
y antihumano» (pág. 251).
Los autores tratados por
Formet¡t hablan
por
s! mismos, y
desde sus mismos textos podemos descubrir el alcance de sus
proposiciones y deducir c¡ue Forment no hace interpretaciones
forzadas ni exageradas.
.
El
primer autor tratado es Feuerbach, que lleva
y deriva el
hegelianismo al materialismo y al a teísmo radical, generalizando
la crítica a todo lo religioso, especialmente lo cristiano. Para ello reduce
la religi6n a antropología, es decir, Dios es una proyec
ci6n del hombre,
y la religi6n es la relaci6n del hombre consigo
mismo. Así el hombre es Dios, y Dios no es nada más que
el
hombre. Es difícil negar en Marx su ateísmo, ya que considera
la re
ligi6n como una
forma de
alienaci6n hist6rica
que hay que su
perar, una especie de consolación y justificaci6n de. la opresi6n
capitalista sobre las masas trabajadoras. A esta doniinaci6n res
ponde con la salvaci6n del hombre en el paraíso comunista. Pero aun así,
el hombre. queda desintegrado porque, en definitiva, el
hombre es la colectividad y, en cuanto tal, desaparece, y con él
su
dignidad
y libertad. ·
En cuanto a. Nietzsche, se caracteriza por su nihilismo, 1~ ne
gaci6n de todo.: «Dios ha muerto» es el anuncio profético de Za
ratrustra, que se une al prop6sito nietzschiano de supresi6n de todo tipo de moralidad,
y de todo sentido de la existencia hu
mana. El hombre es un puro vivir y una «voluntad de poder»,
mientras
la religi6n ,predica lo contrário· al nuevo superhombre
que
ha de surgir.
Freud, por su parte,
presenta un
ateísmo científico, porque
reduce toda forma de religi6n a un proceso psicol6gico. La fe se opone a todo tipo de ciencia, porque es fruto de
la indefensi6n
y de
la inseguridad del hombre, que va desapareciendo a medi
da que se progresa en la ciencia. La
religi6n es,
además, un
fe
n6meno. social y se incluye dentro de la evoluci6n de la cultu
ra, pero en un momento en que, en definitiva, el hombre teníá
una ilusi6n neur6tica. Ademas, Forment sefiala que toda la doc
trina del
psicoanálisis se
explicaría por sus presupuestos ateos.
Por fin, Sastre representa la más reciente forma de ateísmo,
la más desesperanzada
y radical de todas. Se define como existen
cialista, y él mismo reconoce que lo que quiere es llevar hasta
el final una postura atea coherente. Para ello tiene que eliminar
toda moralidad, toda pretensi6n de salvaci6n
y todo intento de
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INFORMACION. BIBLIOGRAFICA
definir al hombre. Estamos en el absurdo de la náusea, sin es
peranza de consuelo alguno: «el hombre es una pasión inútil».
No obstante, parece ser
-<:orno señala
Forment- que poco an
tes de mórir, en 1980, Sastre se retractó de
todo cuanto
había
hecho y dicho, reconociendó a un Dios Creador. Todas estas muestras de teísmo son, en definitiva, una rebe
lión al Dios personal y trascendente, Creador y señor de todo
lo creado, y también suponen un rechazo radical del orden na
tural y del hombre mismo. Se ha dicho de este libro que pide un capítulo final o una
conclusión sobre el mismo o sobre el. ateísmo. Creemos que no
es así. El autor no lo ha escrito intencionadamente y por ello
concluye así: «La aparición de estos. tipos fundamentales del
ateísmo y su introducción en
la vida social en todos sus órde
nes,
es un
misterio, igual que lo es el día y el modo en que de
saparecerán, que sólo son por Dios conocidos» (pág. 377). Des
de una perspectiva creyente, como. la del propio Forment, estas
posturas
ateas. ,son inaceptables;
desde el ámbito puramente fi
losófico son fácilmente rebatibles, comci se sugiere en el libro,
pero su aparición no es explicable racionalmente, ni tampoco se
pueden dar soluciones; tienen que venir de Dios. El libro está abierto a la esperanza, porque, a pesar de todos
los
e.sfuerzos por
arrinconar a Dios, no sólo desde la filosofía,
sino también desde la política, la moral, la sociedad en general,
algo parece ir cambiando entre nosotros, y buena prueba de ello
es que el tema de Dios sigue estando vivo y preocupa al hombre.
De ahí el éxito del libro de Forment, que supone un paso más
en la recuperación de un tema tan delicado y apasionante. Por
ello, apuntada ya la problemática y sugeridas
las soluciones,
el
lector puede sacar sus propias conclusiones y, desde luego, apli-
carlas.
,.
Por
fin, hay que resaltar la claridad en
la exposición, fruto ·
de
un estilo sencillo y de un buen sistema pedagógico, lo que
hace al libro especialmente atractivo y asequible a los no inicia
dos
.en la siempre difícil terminología filosófica. Además, sigue
con rigor el pensamiento racional, ya que, no debemos olvidarlo,
el libro es
.de Teología
natural, es decir, del conocimiento natu
ral de Dios a la luz de la razón.
Fray AGUSTÍN
BoADAS LLAVAT, 0. F. M.
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