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Número 327-328

Serie XXXIII

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«Mal menor» y «bien posible»

"MAL MENOR" Y "BIEN POSIBLE"
POR
ANTONIO SEGURA FERNS
El juicio moral.
Cuando una sociedad se halla en el centro · de una nebulosa
moral, producida por tres siglos de imnanencia
fi1os6fica que pre­
tende fundar en el «cogito» humano exclusivamente el juicio mo­
ral, una línea argumentativa muy productiva para los interlocu­
tores sociales
es el «malminorismo»: ante la carencia de claras
exigencias morales, parece imperativo evitar «males mayores» y
conseguir el
« bien posible». A posteriori, cuando la Historia pasa
la cuenta, esta opci6n suele ser disculpada -cuando no exculpa­
da-aunque no haya. éxito comprobable y aun fracaso visible.
En sí, el «malminorismo»
se inscribe en el marco del utilita­
rismo ·moral: en cada caso se comparan los «pros» y los «contras»
de las posibles salidas de cada situaci6n y el juicio moral s6lo
concierne a optimizar el resultado deseable, eligiendo
el mayor
«bien posible» con el «menor mal» inevitable. Esta presentaci6n,
puramente formal, del juicio moral oculta, bajo su patente «razo­
nabilidad», el verdadero problema: cuáles son los «bienes» y los
«males» en juego, en definitiva cuál
sea el concepto del Bien -y,
por ende, el de la Verdad-que se toma como supremo indeter­
minado y, a
la vez, último determinante metafísico del juicio
moral. Tras esto, de orden transcendental, puede
ya aplicarse el
juicio categorial. a la situaci6n juzgada: tiempo, lugar, cantidad,
calidad, etc. Y siempre procurando no confundir lo «importante»
con lo «urgente».
Una absolutizaci6n de cualquiera de estos · predicamentos con-
Verbo, núm. 327-328 (1994), 817-824 817
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dicionados elevándolo a situación de un transcendental incondi­
cionado genera una ideología, un «ismo»
-temporalismo, localis­
mo, universalismo, etc.-, es decir, una weltanschauung -una
«construcción del mundo»-, evidentemente no en la realidad
existencial, sino
en la mente humana. Por ello, la dialéctica que
se genera con tal cambio en la base fundamental, es inacabable:
la labilidad del mundo ideal,
frente a la ineludible potencia y la
«tozudez» del mundo· real, hace que siempre pueda «justificar­
se» (¿!) cualquier decisión moral en base a ¿posibles? «bienes
mayores» o «males menores».
Análisis categorial del juicio.
Esta labilidad permite «saltar» sin dificultad de un predica­
mento a otro
oomo referencia absolutizadora en el juicio ideológico
sin quitar racionalidad «formal» de
las conclusiones en el juicio
«malminorista»: pendientes de una determinada categoría
oons­
tituida como central, la proposiciones, juicios y silogismos del
discurso que se hagan sobre la realidad eontemplada, fluyen oon
facilidad y lógica impecable, lo cual les presta credibilidad. Pero
...
finalmente resultan inoompatibles con similares razonamientos
hechos desde diferentes planos ideológicos, en su
ámbito tan ra­
zonables oomo los primeros. Así aparecen eontradicciones insolu­
bles entre los diversos
aspectos y reclamaciones de la única rela­
ción social. entre los mismos hombres.
Por ejemplo: si se toma
oomo centro del discurso el «tiempo»,
la problemática
del «mal menor» y el «bien posible» se desarrolla
entre
el «ahora» y el «después» en el resbaladizo terreno señala­
do de confundir lo «importante» con lo «urgente»: lo que
«ahora»
aparece
oomo el mayor «bien posible» o el «mal menor» inevita­
ble, puede resultar finalmente
un «mal mayor» y una total ausen­
cia de bien, en un futuro
más· d menos próximo, que hubiera
podido evitarse con otra decisíón inicial.
Por ejemplo: el «tran­
sigir», en nombre
de un bien tan deseable oomo es la paz social,
con situaciones injustas o doctrinas potencialmente disolventes,
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t tal cbmo ocurri6 en los comienzos de la acci6n nazi. en la Alemalliá
prehítleriana, termin6 siendo• un:. desastre total ·en '1945. Y de
ejemplos como éste está llena la ·Historia,··
Si la centraliclad idéol6gica la pasamos a-la «ctlalidad», igual'
mente pueden· darse incompetencias puntuales aquí-y-ahora •que
inevitablemente tienen que sacrificar alguno de los ténnitios del
clilema, por más que ambos hayan sido presentados
ideológica­
mente como irrenunciables, si se pretende solucionar el problema
concreto de que se trate. Según sea una u otra
la .decisión ·elegjd.í
como «bien» quedarán automáticamente situadas las demás como
mayor o
menor hien 6 mal. Y esto sin negar la bondad intrínseca
de cacla una, pero que hay que' sacrificarla a otra considerada «ad
casum» como · mejor o• más posible, O como menor, y más· inevi"
table,
en el óiso ·dei maVPer ejemplo: la competencia entre la
libertad de inf<'»llnllci6n frente al derecho al honor; o de aquél:fa
y el derecho a la intimidad; estando, estos dos· ·casos originando
continllamente tensiones constitucionales en la España actual: El
caso más «sangrante»
--en el sentido literal de.• la • p la respuesta del 'l'ribmial Constitucional en el temi, dd aborto:
el ·,masciturus» se declara -textualmente-:-.· protegible .. , pero
puede ser legalmente asesinado eh ciertos supuestos ed ·.fo, que
sus
dereehos «inalienables» como persona' humana biol6gka, chó'
can eón otros pretendidos derechos a los que' es ajeno por com­
pleto.
· Respecto'
al ·predicamento «d6nde», todo depende de la ex"
tensión que . de'nios al ámbito de' la propia responsabilidaa. · Y,
obviamente, e'ste ámbito es tnás y más difuso cuanto maybr ex'
tensi6n tenga. Así puede justificarse tanto el actuar en clonde nada
nos compete,
cuanto el eludir responsabilidades• inmedlátas. Este
juicio de «responsabilidad local» ahora es' p,irtici:datmente impor­
tante CÚimdo, por los medíos técnicos actuales, el Mundo aparece
éomo
una unidad. existencial global frente a párticúÍ' ciooales. También bajo este predícamento 'cae 'la téi:tsí6n «bien
común»/«bíen privado» que subsume la actual polémica entre
el discurso soci¡¡lízante frente a la sociedad .\ivil.
Lo cierto es que la compleja posibilidad de jugar simultánea-
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mellJ:e eµ. el jniciq mqral. con topas. estas categorías -tiempo,
®1.idad, .. espaciQ, etc-:-: lw,ce .. que siempre .. se. encuentren «raza.,
nes» ( ¡ ! ) que justifiquen .. la elección hecha y aU11 .el error come­
tido: el
ri;sponsable,. en cq~lqµ;er cas(), siell'.!¡,re quedará discul­
pado,
.. en, razón.del «mal· menor», .o del «bien p()sible» al tiempo
c!e' la decisión.
. .
. Es. evidente desde la óptica soeial qµe tal re wmo una: . rampa bi.en engrMada por la que la «moral pública»
-Y .aun la ¡,rivada...-. va deslliánc\ose al mal «a,bsoluto». Es natu­
ral:
cada .sit11' sino cqn..;el inmediatamente anterior, d~l qµe difiere poco. l?t;to,
con ,i,l transc;urso del tiempó, .la. acum,ulación de estos «p~s»
aCUlI)ulativ95 llega a lo que es el Mal,,sin adi~tivos. Y, lo peor es
que tal
·«iter»., · por lq general, viene !egitimadq, socWmente ...,,.e,
incluso jurídica:mentec,,-en ca.da. !" concesionei;
«p,;udenciales » ( ¡ ! ).
En :el fonclo, de l.o que.~ rrata es la dial~ica univ<:l'sali.snio/
particularismp;
en qcasio,;es ¡;;, valqra el: bieµ/ mal d@do prefe.,
rencia a lo inmediato y concre'io e,xi.$tenc:W, ·a lo particular-ante­
nosotros que nos afecta aquí-y-ahora.
En tal casd, en la lógica de
su desarrollo, finalmente las
concesiol)le5 «ma.lminoristas» termi­
nan
<:ayendo en lo que Hegel• det10ininó !a «astucia de Ja. razór¡»;
«los fines particulares. se con¡bqten unos .a Otros y parte de . ellos.
sucumbe. Pero, precisamente
con la misma lucha, .con la ruina de
lo particular, se produce lo universal» (1 ), es decir, se restablece
el juicio verdadero.
sqbre el bien y. se ve <;!. «coste h11µ¡an9» de la·
eleq:ión
hecha .. Pc¡r d contrario, cuando se elige el posibilismo en
términos universales teóricos ignorandoJo particular real, se está.
jugando
·a .. ,J>Ura elt1cubración teórica y, entonces; oc¡¡rre lq que
(1) G. W. F. HEGEL, LeÚiónes sobre Filoso/la de lá Historia, F.C.E.,
1974,
pág. 97.
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«MAL MeNOR». Y ·«BIEN PQSIBiE»
C. _fabro (2) atribuye al. esencialismo de. la cultura «ilustrada»:
«el pensamieuto
moderno. se ha caraqerizadd por -la progresiva
remoci6n del singular, y por eso de la persona, humana, a favor
del universal abstncto». Los resultados de esto. «son las categorías
de lo inauténtico, del desobligarse y de la irresponsabilidad» (ib.),
visibles hoy
con toda .claridad. ._
Realmente no puede ocurrir de orra. formá: al prescindir la
inmanencia filos6fica postcartesiana de la realidad ex#tente, ·sa·
crificada al «cogito», al pensar humano que es el que da la realidad
formulada en nociones, en «ideas claras y distintas» (Descartes)
que
expresan la única realidad aceptable a la raz6n humana, for,
zosamente
(la n(lfuraleza de una substancia individual o ser com­
pleto es tener una noción tan ac¡,bada que sea suficiente pata
llegar a comprenderla y permitir la deducción de todos los predi­
cados del sujeto. a que.esta
noción es atribuida» (3).·Este brutal
reduccionismo
.,.....d.iminación de la real existente por la noción
comprendida-forzosamente implica que «la atribuci6n. de los pre­
dicados» depende
d.el punw de vista. que adopte la.'. mente cognos'
tente
y t:le, cuál de lós predicados sea constituido. como centtal,
primandd
sobre los detnás posibles. De ello a su vez, dependerá
cuál sea la «verdad» -aquí sustituida por la «certeza». según la
apreciación de
Heidegger-y el «bien», ahora rebajado pór_Stuart
MilJ a mera «utilidad»: es, púes, la entrada en las. ideologías.,
La i~~ología c~mo m~áfísi(}a. ,
R. Berlinger (4} .señala. que «si se examinan, a fondo las pri>­
tensiones totalitarias que respecto a·la filosofía muestra la ideo­
logía, _entúnces no· cabe caracterizarla. sind como .una -metafísica
secularizada» .. Así, en la dialéctica ideol6gica entre unos y otros
«ismos»
se produce la sustituci6n de la Verdad una poi:Ja opini6n
(2) C. FARRO, Rifesione_ sulla libert/J; Maggioli, 1983, pág. 210.
(3) G. W. LEmNIZ, Primera formulaci6n del sistema, § 8.
(4) R .. BER~~E_R;· .Las ideologJas, signo de_ núestro. tiempo, en ·Atlán~
tida V, 1963, pág. 482. .
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múltiple: aquélla no modificable ni pactable; éstl!S modificables
en grado .o e:xtemión y, por ende, pactables según un juicio «eco­
nómico» circunstancial sobre en-qué-cedo, en cada caso, y cuánw­
me-cuesta en té>minos de utilidades comparadas .. Es evidente que
esto.
cae de .pleno derecho dentro de la lógica del «mal menor»
y
el «bien posible» con las consecuencias .antes, aludidas.
E. Cantero (5) da cuenta cómo la falta de una fundamenta­
dón objetiva, el partir de una «naturaleza humana» real y no
construida desde un a-priori
ideol6gico, encontró dificultades in­
salvables en la
«Declaración de Ios Derechos del Hombre» en la
O.N.U. que, finalmente, tuvieron que ser enumerados como una
reación empírica
consensuada/sin ningún .orden jerarárquico entre
ellos. Desde
.muy diferente .perspectiva fiosófiea , que Cantero,
F. Fukuyama (
6) viene a decir lo mismo: «La incoherencia de
nuestro actual discurso sobre la naturaleza de, los derechos hu·
manos, surge· de una crisis filosófica más honda, referente a la
posibilidad de una comprensión del ser humano». De una u otra
forma esto
se há constituido en un tema central del discurso actual
que afecta a
la filosofla social, a la an1ropologla, a la filosofía del
derecho y a. la investigación e interpretación histórica. .
Afecta -también a otras relaciones: por ejemplo, a las relacio­
nes
de. la «naturaleza» humana con la Naturaleza, es decir, toda
la
acn¡al problemática ecológica, Por ejemplo, la dial&ticar final·
mente excluyente, entre el desatrollo ecc,nómico de ciertas zonas
y la conservación del entorno: «¿Cuál es aquí el «mal menor»?
Lo mismo pasa en la dialéctica del <Üsctlrso «social» vet~us ¿¡
-«económico» en la que, además, se da constitutivamente una di­
simetría entre ambos términOS;--pues: lo «social» ·humano cae en­
teramente bajo la «ley de hbertad» de las personas, el «debe ser»
más que el «puede ser» de la «ley de necesidad» de las «cosas~
-consumo y producción'.....· que,: por su naturaíeza limÍtada no es
pactáble,,·sino excluyente: materiáirnertte hay-o-no-hay.
(5)': · E .. ·CANrn-Ro·, La ·cancépci6n. Je lbs, ·derechos·· humanos" en Juan Pa­
blo II, Speiro, 1990.
(6) , F. F'mcuYAMA/.El. fin de la Hist1Jria Y -e( última· hombre1 Planeta,
1992, pág. 398.
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«MAL ME~Q:lh>,_ Y :«BIEN PO~IBLE'!>
.:füi fa ,intetaccióniecónómico-ecológica de la Naturalezá. con
la «naturaleza» hunuina también, por parte· de ésta; se produce
necesariamente
una dialéctica .de prioridades .qm, ,determinan final­
mente cuál sea.el·«bienposible» o,el «mal menor». En efecto, en
las elecciones económicas, el hombre como productor y mnsumi­
dor, aunque sujeto de la «ley de libertad», tiene que contar en
su actuación con los condicionantes de capacidad de aceptación
de riesgos, propensión al trabajo o
al ocio, al ahorro o al gasto,
tanto en las personas cuanto
en las sociedades: dada la «limita­
ción» --condición intrínseca de lo económico-- las opciones que
se presenten será alternativas excluyentes -«aut-aut» (-o-o-}-­
pues no es posible en cada pareja las sumativas -«et-et» (-y-y-}-.
En todo caso el resultado será, en cada caso, coherente con la
decisión tomada, tanto en lo que
se consiga cuanto en lo que se
renuncia. Y es obvio que hay en cada ocasión un juicio valorativo
de cuáles sean «mal menor» o el «bien posible», lo cual no
cam­
bia los resultados por lo que los errores, al no cambiar los resul­
tados, se presentarán patentemente antes o después.
Como resumen final, puede decirse que en
la dialéctica -cien­
cia del diálogo-- social, ahora constituida como base de la rela­
ción humana en sustitución del orden-del-ser, universalmente
aceptado como última referencia, siempre
se dará una elección ex­
cluyente entre «mi» bien -mayor o menor-y el concepto vi­
gente comunitariamente, alcanzado por «consenso»: en la posibles
confrontaciones sociales ya no cabe mediación;
si se «impone»
lo comunitario será a costa de la «alienación» personal de los
disconformes; en caso cdntrario, la «anomia» social. Y, la pre­
tendida solución de buscar un « programa mínimo» por todos acep­
tado, implica el reducir, por exclusión, los temas conflictivos.
Es decir: dejar fuera lo que verdaderamente importa
al hom­
bre. Y así,
«ponderando entre sí los valores y los bienes que se
persiguen,
se centra más bien en la proporción reconocida entre
los afectos buenos o malos, en vista del
bien más grande o del mal
menor,
que sean efectivamente posibles en una situación determi­
nada
... Las teorías teleológicas, aun reconociendo que los valores
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.ÁÑTONID SEGlJRA FERNS
morales son· señalados por lá:razón y la:revelación, ·i,c,:.:admiten
que se pueda formular . una . prohibición : absoluta de · comporta'
mientos determinados que, . en· cualquier .circunstancia y cultura,
contrasten con aquellos valores (Veritiztis splendor, 75), nos advier­
te ahora el Papa.
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