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Número 343-344

Serie XXXV

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Qué es tolerancia

QUÉ ES TOLERANCIA
POR
V1cTORINO Ron]ÚGUEZ, O.· P.
Resulta ineludible hoy día aclararse en el uso de muchos tér­
minos que se profieren con gran ambigüedad y engendran confu­
sión de ideas. Los escolásticos, maestros en el arte de bien pensar,
comenzaban las cuestiones con la precisión del sensus terminorum
para evitar equívocos desde el principio. Este ejercicio de serrián­
tica se impone singularmente en ética y teología políticas. Nos
encont1'lllllos con rtnil «mística» de la «tolerancia» y con un pa'
panatismo increíble respecto de· ella, como existe.· una «nomen­
klatura» subversiva y una degradación del lenguaje
en· tantas
cosas que da
pena.'
Desde hace unos ·veinte años en España la palabra más utili­
zada y cotizada en contenido era
democracia: el único o mál valor ético-politico. Lo mejor que se podía decir de una persona
o de. un político era el ser
dem6érata, y más si lo era «de toda
la vida» ; y el mayor baldón o descrédito eta decir que no fuese
demócrata o que careciese de sentido democrático. V
ilia tanto
la democracia como
la libertad: «La democracia es libertad»;
«con la democracia toda está permitido». No faltaron interloru­
tores que se detenían a distinguir y matizar: democracia orgánica
o democracia inorgánica ; democracia
liberal o democracia a la
fuerza; democracia .en Estado de derecho o democracia lbertaria.
Pero «ante todo democracia».
Era el comodín de todo discurso
político.
. Algo parecido está ocurriendo ahora con : la · palabrá toleran­
cia. La O.N.U. proclamó el año 1995 AÑO DE LA TOLERANCtA.
España quiso sintonizar con el tema en conferencias, congresos
y publicaciones. Nada
:mejor se puede decir ahora de un político
Verbo, núm. 343-344 (1996), 235-238
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VICTORJNO RODRIOUEZ, O, P.
o de un ciudadano que ser tolerante ; y nada más bochornoso,
inaceptable y anacrónico que ser intolerante.
Se tiene a la tole­
rancia por «la virtud
más útil en la vida política y social». Es el
gran dogma en los medios político-sociales y publicitarios.
En este
brevísimo. comentario qniero reducir esta megalo­
manía, empezando por la palabra, cuya evolución semántica sor­
prenderá a más de uno. Porque la palabra tolerancia, en latin
«tolerantia», procede
del verbo «tolerare», que qniere decir,
tanto en español
como en latln, soportar, sufrir. ( Se tolera o so­
porta un dolor; se, tolera o soporta una impertinencia, una inde­
cencia,
.un insulto, etcétera). Cuando el padecer o sufrir se con­
lleva razonable o virtuosamente no.s encontramos con la virtud
de la
paciencia o tolerancia, una de las virtudes anejas a la vir­
tud cardinal de la fortaleza, que, aunque ciertamente no es la
virtud «más
útil en la vida política y flocial» (pues son muy su­
periores las virtudes teologales, la prudencia y la justicia), si es
muy valiosa para el equilibrio emocional y para la convivencia
pacífica.
Pasando de la palabra al contenido o significado hay que
tener en cuenta, ante. todo,· que la tolerancia, sea virtuosa o no,
es sobre el mal, lo mismo que su contraria la intolerancia. Se to­
leran los males y se es intolerante con los males o con las personas
en cuanto provocadoras del mal. Efectivamente «la paciencia del
hombre
es con la que toleramos los males con ecuanimidad»
(S.
Agustín). Siendo. ello asl, la evaluación de la tolerancia y de
la . intolerancia ha de ser con referencia al mal, y como con el
mal. la actitud correcta es negativa o de rechazd, la actitud pri­
mera y natural. respecto del
mal es, en principio, como tesis, de
intolerancia ( = «malum vitaodum» ). Sólo cuando el rechazo del
mal res.ulta más nocivo que sufrirlo o tolerarlo,
el juicio pruden­
cial da preferencia a la moderada tolerancia del mismo. O sea que
la
tolerancia del mal sólo es valorable indirectamente, para no
impedir mayores .bienes o no provocar mayores males. En térmi­
nos técnicos, la tesis
es de intolerancia y la hipótesis es de tole­
rancia. Santo Tomás dio proyección teológica a esta tolerancia
virtuosa en
el paradigma de la tolerancia o permisión divina del
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QU8 ES TOLERANCIA
mal: «Dios no quiere que se. haga el mal, ni quiere que uo se
haga, sino que quiere
permitir que se haga; y esto es bueno»
(I, 19, 9 ad 3). El tolerante.no quiere el mal; pero quiere per­
mitir que otros puedan hacerlo.
Es
de advertir también que la tolerancia del mal no significa
en
ningún caso opci6n positiva por el mismo, como algo a obrar
personalmente ;
es soportar la acción mala de otro o de otros, sin
implicación positiva propia. Jamás puede traducirse lícitamente
la tolerancia del mal por
opci6n del mal menor, como suele decir
gente
inexperta. Lo precisó muy bien y oportunamente Pablo VI
en la encíclica Humanae vitae, n. 14: «En verdad, si es lícito
alguna vez
tolerar un. mal menor a fin de evitar un mal mayor o
de promover un bien más grande, no es licito, ni_ aún por razo­
nes gravísimas, hacer el ·mal para conseguir el bien».
Acepci6n derivada del término tolerancia. Además de la acep­
ción original de «tolerar» y «tolerancia» ( = sufrir o llevar con
paciencia el mal causado por otros), o incluso
de «permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente», el Diccio­
nario de la Real Academia dio entrada a
otra acepción positiva
de «respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de
los demás, aunque repugnen a las nuestras».
En este caso la to.
lerancia no se refiere exclusivamente a lo que se estima como
malo, sino también a
las cualidades naturales o adquiridas de
otros distintas de
las del tolerante. Tratándose de actitudes in­
telectuales, culturales socio-políticas, religiosas, es fácil compren­
der que
más que de tolerancia ( del mal) se trata de comprensión,
liberalidad, actitud solidaria con los desiguales, respeto de otras
opiniones no totalmente compartidas,
pero tampoco totalmente
intolerables.
Ya se sabe que en el campo de las ideas y estima­
ciones éticas no todo es igualmente cierto.
Aunque sea un vulgar sofisma afirmar que nadie posee toda
la verdad, para concluir que nada es cierto para nadie, es igual­
mente evidente que
el ámbito de lo opinable en los asuntos hu­
manos
es inmenso, pero que también son amplios los dominios
de verdades ciertas, al menos para las mentes bien formadas. En
estas situaciones de actitudes distintas no claramente inmorales,
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YJCTOR·lNO·RODRlGUEZ, O. P.
'una actitud intransigente o, intqlerante resultaría poco prudente,
poco humana,
poco pvilizada .. Es ésta una aceppón bastllllte
corriente .entre gente bien dispuesta o intencionada.
A la tolerancia en este sentido derivado., no referida formal­
mente.
al . mal, .. u pongo que se refería el nuevo Presidente. del
Congreso de Diputados don Federico Trillo, en su intervención
del 27 de
marzo de 1996, al decir: «El diálogo sólo es posible
desde la
.tolerancia plenamente aceptable con el respeto a las con­
vicciones profundas . y libres .de cada cual, porque la:. tolerancia
está en. la .raíz del respeto a la dignidad de todo ser humano».
(ABC,
.28-IU,1996, pág. 17).
Anotamos, no obstante,·
que este respeto o. tolerancia obse­
quiosa no debe traspasar la raya del indiferentismo ético, del
igualitarismo liberal, del
pa$Otismo, del amoralismo, porque siem­
pre habrá actitudes ni tolerables ni .respetables, ni priyada ni
públicamente; tales
romo el terrorismo, el aborto, la eutanasia
(por citar delitos últimamente calificados· por la Iglesia como in­
trÍlIBecamente malos, siempre intolerables);
La pacieote tolerancia tiene sus razones cohonestantes, · y la
respetuosa «tolerancia» tiene sus límites en ética personal y eo
ética política
..
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