Índice de contenidos

Número 355-356

Serie XXXVI

Volver
  • Índice

Elementos para el estudio de los lobbies

ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE LOS LOBBIES
POR
THOMAS MOINAR
El otro día, siendo la oportunidad un congreso internacional
en Praga, un participante americano, antiguo miembro de la ad­
ministración de George Bush, caracterizó el gobierno de los Es­
tados Unidos como
una «anarquía organizada», anarquía querida
y,
por decirlo así, planificada. Nada más natural: los padres fun­
dadores eran en su mayor parte pequeños nobles terratenientes
británicos,
nutridos a la vez del derecho romano y de la ideología
de la Ilustración; constituían, además de «élite» de una common­
wealth comercial y buscaban, ciertamente, la independencia de
Londres, pero también una república abierta a la «humanidad»,
es decir, abierta a la inmigración y al intercambio. En resumen,
muchos hijos
iban a presidir el nacimiento de la nueva entidad
para crear una empresa desde el principio cerrada sobre una sola
idea. El ideólogo en jefe de lo que iba a llegar a ser una rebelión,
Thomas Jefferson, preconizó
una especie de Ciudad Mundial (el
antepasado del mundialismo actual), una no-nación, una réplica
universal y
universalmente válida. Él era, a4emás y lógicamente,
partidario de leyes que cambiarían_ a cada generación, ya que era,
en su cálculo político, injusto con respecto a los ciudadanos de un
momento preciso ser sujetos de los mismos arreglos de sus padres
y abuelos.
Otro pensamiento director que animaba la joven república,
pero
que después de estas primeras consideraciones no nos asom­
bra, fue
la invención de fórmulas que preconizaban a la vez la
estabilidad y el movimiento, conforme a la experiencia de lo vi­
vido
por la población: las olas de inmigrantes que se instalan en
Verbo, núm. 355-356 (1997), 505-510 505
Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
las tierras que ellos roturan (fijeza) y se ponen de nuevo en mar­
cha para conquistar otras tierras en su expansión hacia el oesre
(movimiento).
En el espíritu de los fundadores se constituyó, pues,
la idea-fórmula de ·no hacerse prisionero
de las instituciones (sin
validez precisa en las condiciones geográficas, etc.) nuevas, pero
dejarse
empujar espontáneamente de otros cuadros de organiza­
ción, más aptos
para adaptarse a las circunstancias cambiantes, a
la renovación
periódica de la población, etc.
Los mismos
partidos políticos expresaron esta nueva visión.
Mientras que los tories y los whigs representaron en la vieja Ingla­
terra dos clases distintas y que se desgarraban entre sí, demócra­
tas y republicanos
en los Estados U ~idos venían a ser formaciones
lo
bastante vastas como para acomodar los más diversos grupos
de interés. He aquí una fórmula válida para la inmensidad del
territorio, la variedad de los habitantes, los problemas surgidos y
sin comparación con otros problemas surgidos
en otra parte a miles
de kilómetros. El país tenía claramente necesidad, y cada vez más,
de otras instituciones que las -tradicionales-de las sociedades
de Europa, las cuales, justamente, incitaron a la revuelta por su
inmovilismo. La Revolución francesa, ¿no estaba ahí para demos­
trar esta verdad?
Los fundadores estaban persuadidos de que en lugar de poner
el peso de la sociedad en las pesadas instituciones, resistentes a
los cambios, era
mejor alentar las «asociaciones privadas y volun­
tarias» (admiradas por Tocqueville y Maurras) que poseen nume­
rosas ventajas: su carácter ad hoc, su rapidez, sus intereses limita­
dos en el tiempo y en el espacio (su carácter provisorio), su
utilitarismo congénito, su colaboración, punto necesariamente
inspirado
por una ideología cualquiera. El pragmatismo america­
no, los arreglos (deal) fuera del camino trillado, el espíritu acti­
vista e independiente del ciudadano que rechaza la intervención
de las autoridades, he aquí los argumentos ciertos en favor de los
lobbies. De manera general, -la idea que preside el nacimiento de
estos lobbies típicamente americanos es esta: hacer de manera que
los grandes intereses y las grandes convicciones no lleguen a la
maduración sino que se paren antes de dar nacimiento a algo de-
506
Fundaci\363n Speiro

ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE LOS LOBBIES
masiado sólido y demasiado duradero. En consecuencia, se desa­
lienta a las Iglesias (prohibidas en sus ambiciones políticas), las
ideologías, las convicciones
demasiado rígidas. a las universida­
des, los
carteles demasiado poderosos, los partidos políticos tenta­
dos por el exclusivismo.
Se podría continuar esta lista, ilustrando cada ejemplo el re­
chazo americano
de ideas demasiado poderosas y de individuos (o
grupos) fuertes o fanatizables. Se llega así a un espacio público que
se confunde con lo que es necesario llamar la «sociedad civil»,
con sus
mandamientos y sus prohibiciones múltiples, casi nume­
rados. Una suerte de instinto político preside la elaboración de
esta «lista» a la cual se conforma el ciudadano incluso sin darse
cuenta, y el nuevo inmigrante que sigue, igualmente sin saberlo,
este catecismo.
La salus rei publicae depende de ello, aunque no
haya
autoridad designada para imponer las medidas. Siempre en
el
espíritu jeffersoniano, la permanencia es mal vista, los com­
promisos entre intereses divergentes son lo más importante y el
civismo consiste
en el aprendizaje jamás terminado de un cierto
proceso: reformar,
aportar algo nuevo incluso si el contenido no
varía pero el embalaje absorbe la atención, permitiendo la huida
hacia adelante, o al menos su apariencia.
El resultado
es una sociedad de lobbies, frente a la antigua con­
vicción (europea)
de una sociedad donde prevalecen las institu­
ciones, símbolos de la estabilidad. Cada uno tiene el derecho, in­
cluso el deber, de poner en marcha lobbies, de mantener la sociedad
en un movimiento perpetuo, de acoger positivamente los cam­
bios concretos o verbales. Ya sean los debates, poco productivos
por otra parte, sobre la significación de lo «americano» o de lo
«no-americano», o
ya sean los debates sobre el programa de estu­
dios, lo que cuenta es remover las nociones y las cosas, para después
olvidarlas,
siempre hacia otros horizontes. Repetimos que el con­
tenido es bastante menos esencial que el lobby momentáneo que
se constituye alrededor de él. El temor es a que no se forme una
situación adquirida, temor vano, por otra parte, jra que la incerti­
dumbre producida precisamente por la movilidad ininterrumpi­
da hace que el atractivo de los «refugios» provisionales aumente.
507
Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
El lobby llega a ser en consecuencia el canal número uno en
una democracia plenaria.
No importa a qué nivel, de los sindica­
tos, de las empresas, de las Iglesias, de la presidencia misma, cada
grupo u organización está comprometida con el lobbying, este gé­
nero de influencia no tiene nada de deshonroso incluso si cada
uno sabe que las sumas comprometidas pueden ser exorbitantes y
que el mismo proceso es propiamente corruptor. Incluso que es
simplemente sinónimo de corrupción. Sin embargo, una neta dis­
tinción se produce: la institución, se dice, es generalmente un
conjunto de poder, una fuente de corrupción, mientras que el lo­
bby, por sus limitaciones en el tiempo y su ambición concentrada
a
un solo objetivo, tiene la reputación de actuar a descubierto.
Más
aún, es un garante de la democracia. Por ejemplo, en un ré­
gimen liberal-capitalista se entiende que el gobierno, en una pa­
labra, el Estado, se abstiene de toda intervención en la vida de las
empresas, al ser la economía y el mercado libres e independien­
tes. Lo contrario sería el «socialismo» aborrecido. Sin embargo,
las empresas gigantes, incluso la aglomeración de las más peque­
ñas, tienen sus propios lobbistas titulados que hacen su trabajo
sobre los
diputados y senadores y sobre la misma Casa Blanca.
Además, se habla corrientemente del lobby de los petroleros, de la
industria del automóvil o de
la aviación, del lobby judío, del sin­
dicato de los docentes, de agrupaciones feministas u homosexua­
les,
de los propietarios agrarios, de la industria del tabaco. Es a
menudo difícil establecer la línea divisoria entre el gobierno y un
determinado lobby «militar-industrial» (Eisenhower fue el pri­
mero en decirlo y luego Kennedy lo repitió, al final de los años
cincuenta).
Dos consecuencias se
derivan de este estado de cosas, del go­
bierno por y para los lobbies. Todos quieren estar en él, todos
quieren comprometerse en él. De un lado está el impuesto, del
otro los gastos del lobbying. No es ni siquiera un mal necesario, es
la actividad primordial lo mismo que la organización de la venta
y de la publicidad, el reclutamiento de clientes o de fieles. El
fenómeno es múltiple, se reproduce al nivel de la administración
de Washington, de la municipalidad, de la educación y del con-
508
Fundaci\363n Speiro

ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE LOS LOBBIES
sumismo. Los obispos actúan como lobby sobre el alcalde, sobre
los diputados, etc.
La otra consecuencia es el proceso en el cual
las mismas instituciones, signos
por excelencia del conjunto so­
cial clásico
y cristiano, se transforman en lobbies, por lo menos
debido a algunos de sus rasgos principales.
La característica del
lobby, lo bemos dicho, es lo provisional, el agrupamiento de los
miembros
por una causa ad hoc, el contrato que estipula las con­
diciones de éxito. Ahora bien, somos testigos de matrimonio
tem­
poral, disuelto «sin razón» como lo admite la ley del divorcio. El
matrimonio provisional destruye la vida de familia, la de los
ni­
ños, su escolarización, su imaginación. Cada semana las así lla­
madas «investigaciones» están
ahí para probar que el niño recibe
el contragolpe de lo provisional, contragolpe favorable, indife­
rente o perjudicial. En materia
de religión, lo provisional debili­
ta la fe, la vida del feligrés se transforma en un contrato con Dios,
se elige lo que conviene en esta colaboración de los contratantes.
La disolución de la permanenCia penetra por todas partes como
principio de sociedad, no
es asombroso que una secta de mujeres
y de hombres
se enganche a un cometa-OVNI a fin de despojarse
de
su cuerpo «provisional» e ir a la busca de la «permanencia»
extraterrestre. El aborto y la eutanasia son, ellos también sínto­
mas de lo provisional de la existencia, abreviada de igual manera
que el matrimonio
por el divorcio.
El
lobby, en tanto que sustituto de la institución, tiene una
larga vida delante de él ya que él se corresponde con la mentali­
dad que gana terreno.
La «comunicación» cesa de establecerse entre
dos personas,
es invadida por la máquina perfeccionada cada día
que permite (internet, el fax, los mil usos del ordenador, el inter­
face, los mensajes anónimos, la corrupción de los jóvenes, los anun­
cios de contenidos desvergonzado) la mecanización del alma y de
la personalidad. El
programa escolar -para volver a él en con­
clusión-ha perdido su aspecto institucional de permanencia y
de cultura, sufre metamorfosis asombrosas, especialmente la que
impone a los niños la elaboración
por cada uno de un «proyecto».
Ahora bien, estos proyectos traducen los intereses
y la propagan­
da de los Jobbies, privando así a los escolares de su trabajo en co-
509
Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
mún. Ya no hay más alumno bueno o malo, ya que cada uno se
aisla
según el proyecto, sin comparación con otro proyecto. Ya no
es asombroso que las antiguas disciplinas sean reemplazadas, desde
la
maternal y la primaria por un proyecto sobre la «historia lite­
raria del lesbianismo», sobre el holocausto, sobre la paz y la eli­
minación del conflicto, etcétera. Una especie de autismo se im­
pone a cada- uno, en nombre del individualismo y del milagro de
las máquinas. Esperando que el niño crezca y no conozca más que
el aislamiento de su lobby, su horizonte estrecho e inhumano.
Más arriba hablábamos de una «sociedad de lobbies». Pero con­
viene ir más lejos. La existencia de lobbies como agentes principa­
les entre lo privado y lo público indica una estructura sui generis
de la sociedad. Incluso sería necesario decir que esta clase de so­
ciedad privilegiada,
para el bien y para el mal, la interpenetra­
ción del Estado y de los particulares, hasta que la privatización
del Estado se realice. Por el contrario, allí donde predominan las
instituciones, el Estado permanece a una cierta distancia de la
sociedad, ya que institución quiere decir permanencia a partir de
grandes ideas directoras
en las cuales el carácter provisional del
lobby es inaceptable. Así, la institución contiene un elemento
sagrado, conferido por su origen, el paso del tiempo, y el ejerci­
cio de
la autoridad. El fenómeno típico de nuestros días es la
metamorfosis de las instituciones en lobbies, signo de la prepon­
derancia moderna de la sociedad ante todo mercantil sobre el Es­
tado y su espacio de autoridad limitado.
(Traducción de
Agustín Ramos)
510
Fundaci\363n Speiro