Índice de contenidos

Número 359-360

Serie XXXVI

Volver
  • Índice

La actualidad del pensamiento político de Rosmini

LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO POLÍTICO
DE ROSMINI
POR
PIER PAOLO ÜTIONELLO
Ciertamente, toda filosofía de la política y política de la cul­
tura
debe afrontar mil dificultades en cualquier tiempo para rea­
lizarse
de la forma más constructiva. Pero, si la política prescin­
de
de la filosofía de la política, es decir, de una teorización
completa y coherente, más
pronto o más tarde se reduce a neo­
barbarie, a pasto incontrolable de intereses y pasiones, de parti­
cularismos, que, como tales, necesariamente disgregan micro y
macrosociedades. Pero la primera dificultad para la teorización e
ideación
de la política, y, en consecuencia, para la integridad de
la política, es la determinación y asunción de los remedios apro­
piados, culturales y morales, necesarios y justos
en relación con
las deficiencias y carencias que se diagnostican cada vez en las
sociedades reales y
en las sociedades intencionales. Efectiva­
mente, cada individuo imperfecto o enfermo
-igualmente cual­
quier
sociedad-por lo general utiliza sus mejores energías en
primer lugar para huir de sus mejores posibilidades, contentán­
dose
de vez en cuando con lo menos malo, a menos que, en
cambio, elija vías de progreso negativo, o sea, para llamarlo por
su nombre, de regreso.
Ciertamente, Rosmini
es uno de los más sabios médicos de la
contemporaneidad
de los cuales, y no es de ahora, la política y
la politica cultural italiana continúa huyendo, comenzando
por
ignorarlo o por el silencio: es una ocasión histórica de oro, por
decir poco, que tiene,· por así decirló, al alcance de la mano. Sin
embargo, prefiere,
por presuntuosa ignorancia, a cualquier auto­
rucho extranjero
con tal de que sea anglosajón y de que, en todo
Verbo, núm. 359-360 (1997), 855-869
855
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO OTTONELLO
caso, esté en la onda de la moda de turno, cerrando los ojos y
los oídos a la comprensión
de la montaña de mentiras que las lla­
madas comunicaciones sociales se disputan para propinarlas y
venderlas. Hace exactamente
un siglo, Fogazzaro, al celebrar a Rosmini
en el primer centenario de su nacimiento, formulaba esta lúcida
previsión: "quizá
en el 1955 (. .. ) su figura colosal se dibujará
mejor". Michele Federico Sciacca
ha contribuído de manera deter­
minante, especialmente
desde 1955 hasta su muerte, veinte años
después, a cincelar su figura de manera
no cancelable. Pero
Fogazzaro añadía
con amplia visión: "Rosmini será siempre inac­
cesible a las mutitudes y, para continuar su obra, será necesario
el trabajo de pocos que luego se ganen a muchos".
¿Por
qué sería inaccesible? Siempre se responde: "por su len­
. guaje". Pero esto es una coartada y bien mezquina. En verdad se
debía siempre responder:
"por la grandeza de su horizonte, por
su incondicional amor a la verdad, la cual es por sí ·intolerantísi­
ma• con el error para poder ser «amorosísimaN con el que yerra".
Pero precisamente esta grandeza, es lo que mayormente desa­
lienta, porque desenmascara sin falsas piedades todas las peque­
ñeces y bellaquerías. En sustancia, creo que en el corazón de esta
respuesta a la pregunta "¿por qué Ros mini es inaccesible a los
más?" está contenida la misma solución del problema relativo a
la mayor o menor actualidad de Rosmini. ·
l. El primer punto se refiere a la tipificación de los políti­
cos y de los escritores político-sociales, entre los cuales
hoy
podríamos incluir a los periodistas. Rosmini identifica tres tipos:
los políticos
avaros, los políticos afeminados y los políticos sal­
vajes. Los políticos "avaros" son los que ponen como fm de la
sociedad la abundancia
de bienes externos, considerando como
único fin de la sociedad la abundancia material: podemos identi­
ficarlos como los políticos de la absolutización
d~ lo económico.
Los políticos que Rosmini llama 'afeminados" son los que consi­
deran que el único fin de la sociedad es el aumento de los pla­
ceres: podemos identificarlos
con los políticos del consumismo y
que, por lo tanto, se asocian bien con los del economicismo por
856
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO POLfl'ICO DE ROSMINI
lo menos hasta que no choquen entre sí por motivos de compe­
tencia.
El tercer tipo es el de los políticos que Rosmini llama "sal­
vajes"
en cuanto juzgan que los medios mejores para alcanzar el
máximo placer
son los que evitan toda fatiga y trabajo y se valen
de toda forma de indolencia e inercia (1).
Se trata de tres grandes familias,
muy astutas en el unirse para
acrecer su propio
poder hasta hacerlo absoluto. El mayor instru­
mento
que les reúne es la adquisición de la "popularidad bastar­
da"
-es una expresión de Ros mini-. La popularidad bastarda es
el verdadero espíritu del comercio y de las finanzas mundiales,
consiste
en no dar a la comunidad ideas exactas y bien definidas
y
en tomar las ideas de la "gente" -"pocas, simples, indefinidas,
exclusivas e
imperfectas"-y envolverlas en un "mar de palabras
y de frases
que tienen el aire de ser claras y decir mucho cuan­
do no dicen nada y solamente golpean la imaginación" y, así con­
feccionadas, revenderlas como ungüento amarillo para todo pro­
blema y como medicina apetecible.
El "mercado" de las ideas, o
sea, el perfeccionadísimo sistema del hurto y del engaño, genera
así una "inundación" de publicaciones y de razonamientos desor­
denados y arbitrarios, muy enemigos de todo rigor y orden cien­
tífico (2)
y, por ello, tanto más fácilmente vendibles con la con­
secuencia, entre otras, de· crear inflación en el mercado hasta
subvertirlo mediante el triunfo de la moneda peor sobre la mejor
en el sentido de que lo peor se puede comprar más fácilmente y
lo mejor es reducido a cero.
2. Rosmini
es el primer observador y el de más amplia
visión de esta génesis y dinámica. Efectivamente, aquellos tres
tipos
de políticos -que, evidentemente, ni por sí solos ni aliados
constituyen
un buen político-son hijos de una sociedad que, de
hecho -y luego incluso de derecho-, no reconoce el funda­
mento y
el fin constitutivo de la sociedad, o sea, eJ respeto y la
tutela de los derechos ontológicos, de los derechos
que la per­
sona en cuanto tal es, más que tiene. La sociedad civil, tanto
(1) Cfr. La societd e il suofine, l. 11, c. 111.
(2) Cfr. Ibídem, Introduzione.
857
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO OTTONELLO
menos respeta y tutela a la persona cuanto más se fundamenta
en los partidos políticos: "he alú el gusano que corroe la socie­
dad -escribe Rosmini-, el mal que confunde las previsiones de
los filósofos
y convierte en vanas las más bellas teorias'. ¿Por
qué motivo? Porque los partidos -prosigue-"están formados
por hombres que no se proponen en su actuar ni aquello que es
justo, ni lo que moralmente es bonradd'. No se trata ni de un
prejuicio ni de una profeda. Rosmini examina la génesis profun­
da
de todos los partidos que en cuanto tales se basan en la abso­
lutización, primero implícita y luego sin límites, de una "parte", o
sea, de un particular interés subjetivo, separado del conjunto ínte­
gro de la persona y
de la sociedad.
De hecho, algunos partidos, precisa Rosmini,
nacen como
"efecto de intereses materiales"; otros, como "efecto de opiniones
fuertemente mantenidas por un cierto número de miembros de
una sociedad"; otros, además, son fruto de "pasiones populares
excitadas momentáneamente por demagogos'; según la técnica
del robustecimiento
de la "popularidad bastarda'. Pero, cual­
quiera
que sea su génesis particular, su misma estructura genera
necesariamente
no otra cosa que una sociedad cada vez más
ingobernable, estéril, destructiva, cuanto más crece el superpoder
de los partidos
y, en consecuencia, su colisión que alimenta un
"estado permanente de ira', o sea, resentimientos en alud, desór­
denes y malestar crecientes, igual que el mal entendido bien­
estar (3). Por eso,
en tal situación no es realizable él sistema de
los equilibrios políticos
-o sea, el equilibrio entre población,
riqueza, autoridad civil, fuerza material o militar, ciencia y vir­
tud-, sistema de equilibrios que, como es sabido, sintetiza. la
constitución rosminiana de la política y del arte del gobierno.
3. El predominio de los partidos reduce a la sociedad a una
perenne guerra como normalidad del vivir; su fin no es la mejo­
ra
de cada individuo y de toda la sociedad, sino el prevalecer de
una parte sobre las otras y en su daño, lo que es el germen de
tiranías
y dictaduras. Pero tal decaimiento de la sociedad tiene
(3) Cfr. Ibídem, l. IV, cs. XV y XXIX.
858
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO PDLfrICO DE ROSMINI
su primera causa en la reducción del hombre a ciudadano, de
cuya reducción necesariamente se generan todas las abstraccio­
nes de la mala política. Efectivamente, el ciudadano es única­
mente el hombre considerado "en su parte exterior y material",
por tanto,
un hombre "todo entero", provocando en la sociedad
contemporánea los peores males. De hecho, la plenitud de la
persona corresponde a
su satisfacción, a su felicidad. La primera
condición para estar satisfecho es distinguir la satisfacción
de los
placeres y de los bienes que la procuran, aunque la satisfacción
los contenga. Además,
es preciso distinguir entre los bienes sub­
jetivos, que suponen la mejora del "sentimiento substancial" y los
bienes
objetivos que suponen "más o menos grados del ser" en
relación con los cuales la persona se perfecciona: los bienes obje­
tivos
en sus dos órdenes, intelectual y moral, integran los bienes
subjetivos que están incompletos sin los bienes objetivos.
De ello se deduce
una consecuencia fundamental que cons­
tituye el objeto de este tercer punto.
"El único derecho inaliena­
ble que tiene
el hombre -escribe Rosmini con enorme fuerza­
es el derecho a su felicidad suprema y los derechos a cualquiera
de las demás cosas pueden ser alienables" ( 4); porque nada es
medio necesario
para la suprema felicidad. Efectivamente, la per­
sona
puede estar privada del amor a las riquezas, de la vanidad,
del poder, de la gloria,
pero no del amor a la beatitud, porque
eso "no es una potencia, sino que está en acto desde el primer
existir", es su "necesidad suprema", su "tendencia radical". El
ordenamiento de la sociedad tiene su primer y esencial fin en el
reconocimiento
de la plenitud de la satisfacción como el derecho
constitutivo de la persona,
como "la suprema de todas las nece­
sidades humanas
en la que están comprendidas todas las demás",
las cuales
tienen sentido en cuanto existen en función de la satis­
facción y
no al contrario, lo que seña absurdo.
En este sentido, la satisfacción
puede realizarse únicamente
como la realización
de la justtcta: la felicidad es sólo el fruto de
la justicia, fuera
de la cual son posibles sólo bienes y placeres
parciales. Por lo tanto, el fin constitutivo y esencial
de la sacie-
(4) opere inedite di politica, Milán, 1925, t. 7.
859
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO OITONELLO
dad en cuanto tal, de derecho y de hecho, es la plenitud de la
justicia
que es la generadora de la felicidad completa.
4.
La primera condición de la constitución de la sociedad
civil ordenada es el reconocimiento de
su propia naturaleza de
sociedad
artificial necesaria para el perfeccionamiento de la
sociedad
natural que dota de substancia a la persona en sus dos
formas de sociedad
teocrática, es decir, de la relación entre cria­
tura y Creador y
de sociedad doméstica, la cual, a su vez, se dis­
tingue
en dos formas: sociedad conyugal y sociedad familiar. La
.finalidad Intrínseca de la sociedad civil es la perfección de la
sociedad natural:
la sociedad natural que es la persona constitu­
ye,
por lo tanto, el principio y la primera autoridad con respecto
a la sociedad civil y
la sociedad civtl no tiene ninguna autoridad
sobre la sociedad natural.
En sentido propio, ningún hombre
tiene autoridad ni señoño sobre ningún otro hombre¡ la socie­
dad civil, en cuanto tal, tiene el deber de ejercitar su derecho
constitutivo,
que supone toda su autoridad, para perfeccionar las
modalidades del derecho natural, no ciertamente su esencia, con
el fin de conseguir cada vez mejor la prosperidad temporal públi­
ca como consecuencia del ejercicio de
la justicia, o sea, del per­
feccionamiento moral que, a su vez,
en cuanto constituye la satis­
facción de la
persona, genera también la tranquilidad y la
concordia civil.
5, La conocida fórmula rosminiana según la cual la persona
es "el derecho subsistente, la esencia def derecho", significa, por
lo tanto, que "nada puede estar sobre el principio personal", o
sea,
que la persona debe encontrar, para poder realizarse en ple­
nitud
en las otras personas y, por lo tanto, al máximo, en la socie­
dad civil, "el deber moral correspondiente de no dañarla, de no
admitir ni siquiera un pensamiento, un intento dirigido a ofen­
derla o someterla, despojándola de su supremacía natural" (5).
Más aún, debe encontrar ante todo el reconocimiento de su in.fi­
nita dignidad, constituida por ser sujeto inteligente y libre.
(5) Filosofta del diritto, t. 1, pág. 52.
860
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO POLt/'!CO DE ROSMINI
Cualquier sociedad que no reconozca, de derecho o de
hecho,
que está fundada sobre el reconocimiento y la completa
realización de la dignidad contitutiva de la persona como inteli­
gencia y libertad,
por sí misma queda privada de fundamento y
legitimidad.
Más aún: toda sociedad que no reconozca y no rea­
lice su propio
fin constitutivo de regular la modalidad de los
derechos que la persona tiene, con el fin de que sean tutelados y
desarrollados de la mejor manera posible, sólo
por eso se redu­
ce a
despotismo y tiranía. Mayormente tiránica será la sociedad
que presuma de tener y ejercitar la autoridad de legiferar y juz­
gar
en direcciones disconformes con respecto a los derechos
constitutivos
de la persona, que se pueden sintetizar en términos
de ejercicio de la libertad,
de perfeccionamiento del saber y,
sobre todo, del derecho a la vida como primera condición del
mismo ser de la persona: las tres formas inalienables del derecho
precisamente
porque alienarlas no es otra cosa que negar y des­
truir la persona
y, por tanto, la misma sociedad.
En consecuencia, la "causa universal de las revoluciones y de
las agitaciones de los pueblos" es que falta fundar la sociedad civil
sobre el sumo principio objetivo y eterno de la justicia, reducién­
dolo además al núnimo término de
la infinita multiplicación de los
derechos subjetivos, lo que genera
la guerra como normalidad del
vivir; que, en este punto, si conserva todavía de la civilización apa­
riencias más o menos superficiales, en realidad es barbarie y bes­
tialización en los antípodas de todo progreso substancial.
6.
El progreso de la sociedad y, por lo tanto, de los pue­
blos, de las naciones y de todo el género humano, tiene como
condición objetiva el reconocimiento y el incremento
de la per­
sona como inteligente y libre. Por tanto, su condición absoluta es
el reconocimiento y enriquecimiento del derecho y del deber de
ampliar y perfeccionar el conocer, el comprender, el querer libre.
Traducido
en los términos propios de la polltica ello significa
libertad
de información, de enseñanza, libertad religiosa y liber­
tad moral; sobre todo, libertad de vivir, o sea, de nacer y
de no
ser asesinado como condición primera de todas las formas de
libertad constitutivas
de la persona. De hecho, tal libertad es "la
861
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO 01TONELLO
raiz y la generadora de todos los demás bienes" y como "los bie­
nes
son otros tantos derechos o dan ocasión a otros tantos dere­
chos, asi todos los bienes se reducen a
la libertad. Privado el hom­
bre de la libertad,
queda privado de todos sus bienes propios" y
la sociedad
"ya no es sociedad" (6). De aqui otra consecuencia
fundamental:
en ningún caso la relación entre las personas puede
tener lugar
en términos de señor y siervo si no es al precio de alte­
rar radicalmente
la misma sociedad, "la sociedad de servidumbre
y señorio
no es verdadera sociedad", porque transforma la relación
de persona a persona
en una relación de persona a cosa.
7. En consecuencia,
el punto final se refiere a las diversas
formas de obstáculos
que la sociedad debe superar para poder
ser ordenada y, en consecuencia, impulsora de progresos substa­
ciales.
El primer obstáculo está contituido por las concepciones
impropias y erróneas del mismo progreso.
La concepción más
tipicamente moderna del progreso histórico, social, personal, se
funda sobre
una abstracción radical que, a su vez, genera la abs­
tracción del ciudadano del hombre, lo
que da a luz infinitas mor­
tificaciones de la persona.
La abstracción radical es la identifica­
ción del progreso
con el movimiento, o sea, con el cambio y la
novedad; de tal identificación nace
el verdadero y propio dogma,
según el cual más historia, más verdad y más revolución, más
historia.
Es el dogma que nos quiere persuadir de la irreversibi­
lidad y la necesidad del progreso humano,
con respecto al cual
no es pensable ninguna verdad que no sea el error de ayer, por
lo cual si el error de ayer es la verdad de hoy, la verdad de maña­
na será la verdad
de hoy pero reconocida como un error. De tal
concepción del progreso, dominante a partir del iluminismo y
de su sistematización
por Hegel, ha tomado forma creciente toda
forma
de sistema politico que Rosrnini llama "del movimiento"
provocando como contragolpe
el reforzarse de sistemas politi­
ces "de la resistencia" (7), o sea, de reacción conservadora.
(6) "Saggio sul communismo y su! socialismo", en opuscoli politici, Roma,
1978, pág. 88.
(J) Cfr. lA societ/J e il suo fine, l. IV, ce. XV-XVI.
862
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO POLÍTICO DE ROSMINI
La historia de los partidos politicos fundada en tan falsa diná­
mica es
la historia de sus conflictos y desgarramientos hasta la
fase extrema de su homologación
reáproca para agotamiento de
energías, de ideas y de ideaciones y
por cansancio de la avanza­
da corrupción:
una vez homologados pueden fingir un nuevo
juego de "alternancias". Todo este completo proceso, para
Rosmini está apoyado
en un sofisma fundamental que -para
cancelar toda distinción objetiva entre positivo y negativo, verdad
y error, libertad y
esclavitud-finge la indentidad entre progreso
y movimiento y, por tanto, entre conservación y conservatismo,
haciéndose esclavo al máximo de la imposibilidad de distinguir,
o sea, de la confusión, entre progreso y regreso y entre el
bien
que debe salvarse e incrementarse y el mal históricamente can­
ceroso
que debe ser desenmascarado y purificado. Sobre la base
de este sofisma, el progreso
se convierte en la peor coartada en
manos de los llamados intelectuales y, por tanto, de los medio­
cres y corrompidos políticos que, bajo aquella cobertura "diplo­
mática", están dispuestos a
pasar de contrabando todos los com­
promisos
con tal de que sean en su propio interés o en el interés
de parte, con daño para el bien común. Rosmini niega el mismo
nombre de progreso a aquel "rumorear" -escribe----y "vaivén de
opiniones mal determinadas, atropellándose las unas
con las
otras, abortadas y
no paridas" a lo que se reduce el discurso de
los "expertos", desde los economistas a los sociólogos, desde los
opinantes a los mismos politicos: nada más lejano del mismo
cientifismo
con el cual se adornan todos ellos de un modo y otro.
Ciertamente,
nada hay más lejano de cualquier coherencia y
libertad y más próximo al
engaño interesado tanto más eficaz
cuanto más hábil
en provocar "éxtasis a la primera impresión"
-escribe Rosmini-en lugar de comprobar "la calidad de lamer­
cancía" para poder alegrarse·"en razón de su precio y no de
los gritos de los vendedores" (8). Tales métodos para el incre­
mento de la "popularidad bastarda" a los
que me he referido al
principio, son los normalmente utilizados por los llamados refor­
madores sociales que compiten en vender "magníficas promesas"
(8) JI, rinnovamento dellafilosofia in Italia, págs. 216-217.
863
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO 01TONELLO
-sigue escribiendo Rosmini-, por otra parte jamás cumplidas y
siempre "reservadas para
el porvenir" y, sobre todo, fundadas
sobre la condición fundamental del sacrificio de la libertad para
mejor
poder reducir la sociedad a un gran "mecanismo todo de
pasiones y
de materiales de industria que produzca por si mismo
toda satisfacción". Rosmini lo escribe
en 1847, un año antes del
Manifiesto de Marx, con visión de futuro nunca igualada, donde
se diseña la completa trayectoria de las ideologias como reduc­
ción de la idealidad
y, por tanto, de la persona; como mentiras
idolátricas y como óptimo terreno de cultivo de aquella suma de
despotismos y dictaduras
que será la tecnocracia. Pero Rosmini
añade, a cargo
de los pseudoreformadores sociales que desde su
tiempo
ve desencadenarse, un ulterior y fundamental elemento
de diagnóstico; estos -escribe-"son tan corteses con el cristia­
nismo que lo desean enterrado con todos los honores". Juicio
que por si solo puede hacer comprender las desgracias politicas
que envolvieron a Rosmini y luego la desgracia histórica sufrida
por su pensamiento; desgracia que es lo que más queda de los
continuados intentos
de eliminarlo del todo, primero de la más
importante circulación cultural y luego de todo horizonte politico.
As! como no hay orden en la persona sin que ella lleve a
cabo
una relación entre las potencias que la constituyen adecua­
da a su función objetiva, de
modo tal que la inteligencia se
emplee
en iluminar el camino que sólo el despliegue de la volun­
tad hace posible recorrer, análogamente ocurre
en relación con
el orden social; con el fin de que esté vigente y se perfeccione
es necesaria tanto la clara y amplia inteligencia de su propio fin
y de los medios más idóneos para conseguirlo, as! como
una
fuerza prevalente sobre todas las demás en cuanto las dirige en
orden a aquel fin. No hay gobierno de una sociedad sin fuerza
social;
no hay gobierno ordenado sin el uso objetivamente justo
de la fuerza social.
De hecho, teniendo claro
que las funciones de la fuerza
social
son bien obligar a los miembros de la sociedad a obede­
cer a
la administración social, bien obligarles a elegir sus jueces
y obedecerlos, bien obligarles a resarcir a la sociedad de los
daños
que los mismos miembros de la sociedad le causan y, final-
864
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO POúTICO DE ROSMINI
mente, garantizar a la sociedad contra sus amenazas de dañarla
-se plantea el problema de a quién corresponde el uso de la
fuerza social si a la sociedad entera o a la mayoria.
La solución
que formula Rosmini es tanto más inactual cuanto más inequívo­
ca e insustituible.
El uso de la fuerza no corresponde ni a toda la
sociedad, ni a cada uno de sus miembros ni a la mayoría, sino
sólo a la justicia; por eso, si la mayoria no eligiese la justicia pero,
en cambio, lo hiciese la minoría, a esta última correspondería el
uso de la fuerza; así como corresponderla el uso de la fuerza a
aquel
que se encontrase solo en la justicia contra toda la socie­
dad. Tal solución incluye necesariamente para
poder ser válida
también la resolución del problema del reconocimento de la jus­
ticia objetiva. La justicia objetiva, evangélicamente, se reconoce
ante todo por sus frutos. Es decir, reside allí donde se retira toda
forma
de egoísmo por el despliegue completo de las cbaritas. El
inagotable combate por la plenitud de la justicia es ante todo el
combate contra el prevalecer
de una parte de la persona sobre su
totalidad, que es el primer egoísmo; luego contra los egoísmos
familiares, o sea, el prevalecer de alguna exigencia de cada
uno
de los miembros de la familia sobre el fin constitutivo de toda
familia; luego contra los egoísmos sociales, o sea, el prevalecer
de los intereses singulares de grupos sociales sobre los constitu­
tivos
de la sociedad; luego contra los egoísmos nacionales que
impiden el progreso del género humano, todo
en términos de
justicia y de caridad universal. Cada vez
que prevalece una forma
de egoísmo, la injusticia avanza con daño a veces de una poten­
cia de la persona, otras veces de un miembro de la familia, otras
veces de una categoria o grupo social, otras veces de una o varias
naciones; la ley
de la injusticia es siempre y sólo la violencia, la
guerra, tanto más dañosa e insidiosa cuanto más cubierta
de jus­
tificaciones más o menos engañosas.
La dinámica de los desórdenes y de los desequilibrios socia­
les
se evidencia a través de las relaciones que se establecen entre
bienes individuales, bienes familiares, bien público · y bien
común; tarea social por excelencia es salvaguardar y acrecer los
derechos individuales y familiares y, por lo tanto, los bienes que
ellos constituyen y los bienes que de ello se consiguen ordenán-
865
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO OITONELLO
dolos en la universalidad del bien común. Por eso, el bien común
debe ser siempre distinguido del bien público y éste no debe
limitar el bien
común ni mucho menos sustituirlo. De hecho, sus­
tituir el
bien común por el bien público es sustituir la justicia por
la utilidad; por tanto, por un valor inferior y no universal por su
naturaleza, porque lo
que es útil a una persona o a un grupo es
generalmente dañoso
para los demás o para toda la sociedad.
Cuando se verifica esta sustitución fundamental, significa
que la
política prevarica el derecho presumiendo de poder engendrarlo
en lugar de ser su hija. Por el contrario, debe reconocerse depen­
diente de él, es decir,
ser obediente esencialmente a la justicia si
quiere ejercitar la única misión
que la constituye y la justifica, o
sea, precisamente descubrir las formas del derecho y las de su
aplicación que
adecúen cada vez más perfectamente la esencia
de la justicia
y, por lo tanto, contribuya a la perfección de cada
persona, de la sociedad y al progreso substancial del género
humano.
La prevaricación del derecho por parte del Estado necesaria­
mente genera y aumenta,
con la corrupción, la dinámica de auto­
disolución del mismo Estado. Un Estado economicista es el mejor
caldo de cultivo
de la corrupción por abuso de los bienes mate­
riales y morales, de las riquezas y del poder.
Si estos abusos pre­
valecen al inicio
de la vida de una sociedad no podrá desarro­
llarse sino convertirse
en estéril; si prevalecen en una sociedad
formada y madura, necesariamente la llevan a la destrucción: la
violencia sólo produce autodestrucción y el amor produce mayor
-amor hasta el amor universal.
El aspecto más importante y, por lo tanto, inactual de la con­
cepción rosminiana de la política se encuentra consecuentemen­
te
en su determinación de la génesis y de la dinámica del abso­
lutismo o despotismo.
El principio del absolutismo -escribe
Rosmini-"consiste en admitir la voluntad del soberano como
única y suprema fuente
de ley. Que luego el soberano sea un
individuo, o varios, o todo un pueblo, es indiferente" (9) Por eso
el peor absolutismo se puede encontrar en cualquier democracia.
(9) La societá e il suofine, l. 1, c. X.
866
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUAUDAD DEL PENSAMIENTO POL!TICO DE ROSMINI
Efectivamente, en el mundo moderno ha sucedido que "la incre­
dulidad ha ocupado el lugar de la superstición" y "la autoridad
ilimitada trató de tomar nuevas formas y más sutiles justificacio­
nes",
por lo cual, "en lugar de decir que el gobierno lo puede
todo porque viene
de Dios, se dijo que lo puede todo porque
viene del pueblo y porque
su objeto es el bien público"; así que
primero
"la adulación interesada dio forma filosófica a un tal
pensamiento del absolutismo monárquico" y después "sirvió
igualmente a las pasiones todas
de los demagogos" (10).
El principio del despotismo o de la tiranía es único; es pre­
sumir por parte
de una sociedad que se constituye con absoluta
autonom!a, es decir,
con "un poder absoluto de hacer leyes y de
gobernar de modo independiente de toda otra ley y autoridad
superior", o sea, de la misma justicia: tal autonomía es en reali­
dad "el nudo arbitrio, la misma esencia del absolutismo, la tiranía
erigida
en un sistema que por algunos se llama liberalismo" (11).
Una afirmación como ésta, entre otras cosas, desenmascára como
un gran equívoco el llamado "liberalismo católico" rosminiano,
uno de los tantos que históricamente se han cargado sobre sus
robustisimas espaldas.
Pero Rosmini,
no sólo aclara de forma radical la naturaleza
del despotismo monárquico, igual que la del despotismo liberal,
sino
que desenmascara la naturaleza proteica del despotismo,
determinando sus formas principales
en el "despotismo del pue­
blo" y
en el "despotismo de las mayorías"; dos formas que bro­
tan del "despotismo más radical y
más profundo" (12), que es el
de la sociedad civil
que aniquila todas las otras formas de socie­
dad que en realidad la preceden, comenzando por la sociedad
del hombre consigo mismo
en cuanto se reconoce como criatu­
ra
en sociedad sobrenatural con el Creador Oa sociedad que
Rosmini en su poderoso anticonformismo llama con su nombre,
o sea, "teocrática"), para luego aniquilar la sociedad
familiar y
parental.
(10) Pilosofia del diritto, t. 1, n. 1678.
(11) Questioni politiche e religiose alla giornata, Padua, 1964, pág. 72.
(12)
Progetto di Costituzione, Milán, 1952, págs. 276-283.
867
Fundaci\363n Speiro

PIER PAOLO OTTONELLO
El camino típicamente moderno de instaurar las diversas for­
mas de despotismo, sean las de colorido liberal o las de colora­
ción social, se llama revolución. Si se me permite una aparente
paradoja, Rosmini
es el filósofo de la política contemporáneo más
radicalmente revolucionario; efectivamente} sólo a este título
puede desenmascarar las revoluciones que han atravesado medio
siglo casi coincidente
con el período de su actividad. Rosmini
juzga
el resultado de las diversas revoluciones como las caídas de
unos absolutismos que generan nuevos absolutismos. Es decir,
ocurre -escribe---que "el gobierno nuevamente establecido
sigue conteniendo
en sí el absolutismo bajo otras formas, es un
absolutismo a veces menor, perol a veces, incluso mayor", en
cuanto que cada vez "se pensó en limitar el poder del gobierno,
a impedirle o dificultarle aquellas medidas de los anteriores
gobiernos que fueron percibidas como nocivas, pero no se pensó
en controlar el juicio sobre la justicia de todos sus actos" de
forma
que "los Estados caminar¡ de revolución en revolución y
no pueden detenerse en esta serie de dolorosos acontecimientos
hasta que no hayan expulsado de las vísceras de sus gobiernos
el despotismo bajo todas
sus formas, y así les hayan hecho ver­
daderamente civiles obligándoles a actuar
no de forma arbitraria
sino
según la norma de la justicia" (13)
La única revolución completa, coherente y constructiva es la
conversión de cada uno a la íntegra y objetiva justicia y la con­
versión a ella de la sociedad que se puede conseguir gradual­
mente persuadiendo a cada persona
de la esencialidad de la jus­
ticia respecto a la sociedad.
Las otras revoluciones imitan esta
revolución radical y la
reducen a fragmentos más o menos alo­
cados
con una única consecuencia cierta y constante: la disolu­
ción cada vez más profunda y amplia
de la sociedad, la relajación
y la confusión de los vínculos sociales,
el aumento belicoso de la
barbarie más o menos civilizada.
Ciertamente, Rosmini
no se hace ilusiones de que la demo­
cracia constituya por sí misma remedio suficiente para tales invo­
luciones; sabe bien que la forma democrática, así como cualquier
(13) Del'Ja natura/e.costituzione della societa civile, págs. 26-28.
868
Fundaci\363n Speiro

LA ACTUAUDAD DEL PENSAMIENTO POLÍI'ICO DE ROSMINI
otro método de regimiento civil es adecuada, o sea, es fecunda
en cuanto a crecimiento personal y social con la absoluta condi­
ción de que se funde sobre
el amor incondicional a la verdad y
a la justicia, y
que las asuma en todas sus modalidades como
principio y
fin. Ello, en el convencimiento fundamental de que
verdad y justicia y la misma esencia de la persona, jamás
pueden
ser objeto de mayorías ni de votos de confianza.
El reconocimiento por la sociedad de su propio, sumo y
constitutivo principio, que no se reduzca a construcciones nomi­
nalistas ni a coartadas intelectuales, con su completa realización
moral, deja lugar a
una sola alternativa que entrelaza, sin otra
posibilidad, dos caminos: el
del poder a costa de cualquier injus­
ticia y delito y
el de la entrega caritativa a la verdad a costa del
martirio. Creo que sabemos qué camino
ha elegido y recorrido
Rosmini; sólo
por ello se mide su más auténtica actualidad.
869
Fundaci\363n Speiro