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Número 359-360

Serie XXXVI

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Las falsificaciones de los cuerpos intermedios y del principio de subsidiariedad

LAS FALSIFICACIONES DE LOS CUERPOS
INTERMEDIOS Y
DEL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
POR
]. UL!BARRI
Los cuerpos intermedios y el principio de subsidiariedad son
dos grandes pilares del Derecho Público Cristiano, y, por ello,
hay
en el fondo editorial de Speiro libros, folletos y artículos
sobre los mismos,
en abundancia. Reivindican que sean tenidos
en cuenta en la organización general del Estado y de la sociedad,
por supuesto que mucho más
que ahora. Esta reivindicación, per­
manente hasta
que vengan mejores tiempos, debe ser completa­
da con su defensa de peligros
que se renuevan según las cir­
cunstancias; en las actuales, tienen sendas amenazas que vamos
a señalar.
Los cuetpos Intermedios padecen el riesgo de ser confundidos
con grupúsculos; éstos
propenden a beneficiarse de la estimación
que tienen los cuerpos intermedios, aunque no
es boyante, por
la similitud con ellos que se esfuerzan en aparentar. Esta manio­
bra, más o menos conseguida, lleva
un coeficiente de despresti­
gio para los cuerpos intermedios
que en esas comparaciones y
aproximaciones resultan degradados.
Denunciamos algunos falsos cuerpos
interme~os: en un
lugar infimo están los grupúsculos que usan la etiqueta de "los
abajo firmantes". Suscriben un texto coyuntural que quieren pre­
sentar como
una opinión importante que los gobernantes deben
tener
en cuenta. Cuando los firmantes son personas, esperan, dis­
cretamente,
que se les tenga en cuenta; es, en parte, un ardid
publicitario y
de promoción individual; tras algunos nombres
conocidos,
no siempre en paralelismo con su prestigio, firma un
tropel de gentes absolutamente desconocidas y algunos aspiran-
Verbo, núm. 359-360 (1997), 871-879 871
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tes fracasados a escritores o artistas. La exigüidad es uno de sus
rasgos diferenciales.
Otros falsos cuerpos intermedios
son las siglas, otro tropel
que suscribe un texto o una convocatoria a una manifestación
callejera; las hay conocidas, desconocidas e inexistentes, con el
común denominador de querer aparentar más de lo que son. La
inflación, la mentira, es el rasgo que hay que desenmascarar en
ellas. Si se empiezan a buscar, teléfono en mano, para recabar de
ellas más información, resulta
que no están en la guía, ni las
conocen
en información de la Telefónica; si tras laboriosa bús­
queda se consigue alguna dirección, al visitarlas resulta que sobre
el terreno nadie
sabe nada de ellas; a veces, con suerte, insis­
tiendo mucho, nos dicen que estuvieron, pero que ya no están y
no saben dónde han ido; a lo mejor, en un alarde de irresponsa­
bilidad, cualquier persona distraida y
con desgana nos da otra
dirección
donde se repite, después de un penoso desplazamien­
to, la misma historia; en ocasiones, finalmente, nos dicen que los
del grupúsculo se reunen los miércoles a las ocho, pero da la
casualidad
que este miércoles no han venido; hay casos en los
que el enlace es
un camarero de un café modesto donde se reu­
nen. A la exigencia e inflación
dichas hay que añadir, pues, la
fagacidad. Es vivisimo el contraste con la facilidad con que se
encuentra el Colegio de Médicos o el de Arquitectos. La Inesta­
bilidad es otro de sus rasgos diferenciales.
El estudio de los grupúsculos nos acerca al de la superviven­
cia del partido comunista
después de su caída en Rusia. Cuando
la revolución de 1934 ya
estaba vencida en Asturias, y en 1939 en
las últimas semanas de dominación roja en Madrid, los comunis­
tas intantaron prolongar
unas luchas que todos abandonaban y
ellos también
juzgab~ perdidas; era su psicologi~, basada en el
carácter permanente de la revolución como parte de una evolu­
ción cósmica
de la humanidad. Esto permite suponer que hay
muchos comunistas
en España que han sobrevivido a la caída del
comunismo
en Rusia. ¿Dó_nde están? ¿Qué hacen?
Están
en el Partido Comunista y acuden anualmente a la fies­
ta
de este partido en la Casa de Campo, de Madrid. Y además,
están
en grupúsculos totalmente suyos o dirigidos po( algunos de
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ellos. Al final de la época de Franco, los comunistas vencidos en la
guerra volvieron a asomarse a la
pol!tica y lo hicieron simultánea­
mente
en dos frentes dispares: en forma de grupúsculos clandesti­
nos que prefiguraban partidos políticos y sindicatos de clase para
estar situados
en el caso de una próxima constitución democrática;
a la vez,
por si la representación orgánica se prolongaba, cuajaba y
aumentaba, y por el propio deseo presente de la misma, se infiltra­
ron legalmente a título individual
en las directivas de cuerpos inter­
medios auténticos dentro de los cuales hacían su política,
y, hacia
fuera, apoyaban su avance general.
Así, se hicieron omnipresentes
en un ejemplo de articulación de la tenacidad con la flexibilidad.
Ahora, a aquel despliegue
se suma la más antigua táctica
comunista de los Frentes Populares. Consiste
en poner al servicio
de sus objetivos a personas o grupúsculos
no comunistas que
agrupan en coaliciones o en grupúsculos mayores aparentemen­
te tampoco comunistas, pero con mandos y dirigentes comunis­
tas infiltrados legalmente, expertos y diligentes. Les asignan un
puesto sociológico entre el partido político y el cuerpo interme­
dio. En esos magmas
han introducido la palabra "colectivo", que
se ha extendido bastante y de la que se han apropiado agentes
de otras ideologias, como los anarquistas, que la escriben con
"k", "kolectivo"; es una señal, pista o logotipo de algunas falsifi­
caciones
que nos ocupan. No se puede completar el estudio de
los comunistas, hoy,
en España, sin estudiar los grupúsculos de
la inflación de la representación política.
En esas maniobras se aprecia
un rasgo más de los falsos cuer­
pos intermedios
que les diferencia de los auténticos. Es la infide­
lidad a sus objetivos declarados. Los colegios profesionales, de
médicos, abogados, etc.,
no suelen salirse de sus competencias
específicas y claras.
Los grupúsculos rivales están constantemen­
te involucrados
en cuestiones ajenas. Se encuentran grupos de
homosexuales en manifestaciones contra la e;nergía nuclear; gru­
pos de madres solteras suscribiendo protestas por la contamina­
ción de los mares, etc. Esto
depone a favor de que la Revolución
es
un fenómeno global que emparenta y unifica a sus más varia­
dos y dispersos servidores siempre
que hay ocasión de atacar a
la civilización cristiana.
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Esta infidelidad a los objetivos declarados legalmente, esa
inestabilidad al servicio
de constantes cambios de objetivos,
permite la aparición de otro rasgo diferencial,
que es la ausen­
cia de una caltficacl6n profesional de sus dirigentes con­
gruente
con el fin declarado del grupo. Los presidentes y
directivos
de los Colegios de Médicos, o de Arquitectos, son
médicos, o arquitectos, en general, prestigiosos; llamarla la
atención ver a
esos auténticos cuerpos intermedios goberna­
dos por agentes comerciales autónomos, músicos, o estuquis­
tas, como decia de si que era Largo Caballero. Las más varia­
das actividades laborales tienen acceso a los mandos de los
falsos cuerpos intermedios;
son poco precisas, sin gran relie­
ve social, ni, por tanto, control público, y eso ayuda a su
menor responsabilidad.
Veamos, a continuación, un elenco, brevísimo y divertido, de
suscribientes de carteles en las calles de Madrid:
Linea Fundacional Madres
de la Plaza de Mayo. -
Representantes de SERPAS. -Asociación Ernesto Guevara. -
Asociación América Latina Presente. -Asamblea Feminista. -
CANIJIN (Centro Alternativo de Información Juvenil e
Infantil).
-Coordinadora de Barrios. -Asociación Apoyo. -
AEDENAT. -CODA:. -COMADEN. -CEPA (Coordinadora eco­
pacifista Andaluza).
-Noviolencia y Educación. -Grupo
Antimilitarista de Carabanchel. -Koordinadora Antifascista de
Alkorkon. -Hortaleza Insumisa. -Gazteiz-koak. -C3J. -
Tritón. -Plataforma Civica por los Derechos Sociales. -
Colectivo Educativo Apaches. -Calzaslargas. -Andrés Castillo
(Sociólogo y
Educador de Calle). -Acción Verapaz. -ACSUR.
-Las Segovias. -Asociación sociocultural "Ya ¡e digo". -
Asociación Pro Derechos Humanos. -Comité de Solidaridad ·
con África Negra. -Coordinadora de Asociaciones de
Carabanchel. -Dinamo-Alternativa Social. -Paz Ahora. -Paz
y Tercer Mundo.
-Plataforma de Comisiones O, 7%. -Vecinos
del Mundo.- Etc., etc.
Resumiendo: la monarquia tradicional repuebla continua­
mente la sociedad
con cuerpos intermedios, y la República, con
o sin corona, los tala.
La primera puede tener para tan vasta
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empresa un ministerio que recordaría al Ministerio de Corpo­
raciones de Mussolini. Sus rectores tendrían
que tener siempre a
la vista que los falsos cuerpos intermedios
se caracterizan por:
a) su exigüidad; b) fugacidad; e) inestabilidad; d) infidelidad a
sus objetivos declarados;
e) ausencia de calificación profesional
adecuada de sus dirigentes.
• • •
El principio de subsidiaríedad, el otro gran pilar del Derecho
Público Cristiano,
se enuncia en la encíclica Quadragestmo Anno,
de Plo XI, de la siguiente manera:
"Queda
en la filosofía social fijo y permanente aquel impor­
tantísimo principio que ni
puede ser suprimido ni alterado: como
es ilícito quitar a los particulares lo que
con su propia iniciativa
y propia industria
pueden realizar para encomendarlo a la comu­
nidad, así también
es injusto, y al mismo tiempo de gran perjui­
cio y perturbación para
el recto orden social, confiar a una socie­
dad mayor y más elevada lo
que pueden hacer y procurar comu­
nidades menores e inferiores. Toda acción de la sociedad debe,
por su naturaleza, prestar auxilio a los miembros del cuerpo
social, más nunca absorberlos y destruirlos"
.•
Este texto fue relanzado por el Papa Juan XXIII en su encí­
clica
Mater et Maglstra, y esta doctrina ha sido igualmente suscri­
ta y difundida
por los pontífices posteriores, en muchas ocasio­
nes como oposición, o al menos reticencia, frente a estados tota­
litarios o excesivamente absorbentes.
Después de la Segunda Guerra Mundial aparecen y creoen
incesantemente hasta nuestros días varias grandes organizaciones
políticas supranacionales.
La primera, paradigmática, fue la ONU,
en 1946; intentó ser una versión renovada de la Sociedad de
Naciones que nació después de la Gran Guerra de 1914-1918.
Finalmente, la Unión Europea, cuya constitución y crecimiento
no ha terminado aún. Ninguna de estas dos organizaciones invo­
ca
el Principio de Subsidiariedad, pero comentaristas más bené­
volos y piadosos que observadores frias y rigurosos se lo atribu­
yen para tratar de justificar sw existencia. Los que se empeñan en
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no querer ver, ni menos querer combatir, las filosoffas anticristia­
nas que informan esos bloques y su consecuente peligro para la
fe de los españoles, tratan de hacer creer como que son admisi­
bles porque
senan frutos del estiramiento hacia arriba del
Principio de Sub-sidiariedad, aspirado por las complejidades y
costos supranacionales de muchos proyectos técnicos nuevos.
Ciertamente,
el Principio de Subsidiariedad legitima y aun
constriñe a grandes supranacionales, pero ceñidas a asuntos con­
cretos y en corto número, probablemente pasajeros y que caben
holgadamente dentro de pactos o alianzas bilaterales a la antigua
usanza.
La aceptación teórica y abstracta de que el Principio de
Subsidiariedad
puede llevar a actividades supranacionales, no
implica necesariamente que todas las
que surjan en la práctica a
ese nivel lo cumplan.
Ni la ONU ni la Unión Europea lo cumplen;
son falsificaciones inicialmente hipócritas y, luego, cada vez más
impúdicas.
La ONU tuvo en su nacimiento el pudor de incluir en
su Carta que no intervendna en las cuestiones internas de las
naciones; pero al punto, con increíble contradicción, arremetió
contra el régimen español; luego, aquella cláusula pudorosa de
no intervenir
en cuestiones internas ha seguido siendo violada
con descaro ante la indiferencia, o la impotencia,
en general. En
1975 se celebró
en Helsinki una amplia conferencia multinacio­
nal en la que se acordó no intervenir en las cuestiones internas
de los convocados; pocos meses después, en septiembre, con
motivo de las ejecuciones de unos asesinos de policias, se levan­

en Europa una tremenda ofensiva contra España y varias
embajadas nuestras
en los países firmantes fueron asaltadas; todo
con la complicidad y pasividad de. los gobiernos. No olvidemos
que
en aquella ofensiva tuvo una notoria participación el Papa
Pablo
VI.
Todas las injerencias en la politica interior constituyen otras
tantas violaciones del Principio de Subsidiariedad, que aunque
sólo fuera
por este concepto, no puede invocarse ni atribuirse a
esos superestadors.
Ahora
se trata cada vez menos de eso; unaparte cte esas lnje­
rencias conserv;t clara su fisononúa inicial; pero la otra, crecien­
te, tiende a enmascararse. Siguen los designios
de injerirse para
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mandar, pero también se buscan los mismos resultados que si se
mandara, haciendo como
que no se manda a la manera clásica,
sino valiéndose de manipulaciones de la opinión pública.
La
UNESCO y otros organismos análogos dicen que no mandan,
pero gastan sumas fabulosas
de dinero en campañas de propa­
ganda
de determinadas ideologias en un movimiento envolvente
que acabará imponiendo su voluntad como si procedieran fron-
.
talmente. Una de esas campañas convence a muchos de que se
han de aceptar las libres y no vinculantes sugerencias de la
UNESCO antes de que sean imperativamente impuestas por otros
circuitos. Son sutilezas propias de la guerra revolucionaria o psi­
cológica que ha sustituido
en muchas ocasiones a la manera clá­
sica
de hacer la guerra.
Esta voluntad
de mandar en todo más que de emprender pro­
fundas investigaciones o realizaciones técnicas concretas, o de
realizar grandes proyectos como los
que ponen en marcha el
auténtico Principio de Subsidiariedad a nivel internacional, queda
patente y al descubierto
en la decisión de permanencia indefini­
da
de unos entes nuevos que son mucho más que una suma arit­
mética de sus componentes. Son algo cualitativamente nuevo
sobre el aumento cuantitativo. Más que mezclas son combinacio­
nes quimicas, y esto es lo que les separa y aleja del auténtico
Principio de Subsidiariedad.
Esto se
ve bien en los bloques militares, en las organizacio­
nes militares supranacionales. No
son .solamente una· acumula­
ción de fuerzas militares heterogéneas,
una mera suma de tropas
aportadas por distintas naciones, realización· del auténtico
Principio
de Subsidiariedad, sino que son, además, y en algunos
casos, mecanismos sospechosamente preferentes para bloquear y
controlar los sumandos con fines muy distintos de los declarados.
Esto
se induce de que se forman antes de que exista la verdade­
ra y real necesidad y de
que se perpetúen indefinidamente des­
pués
de atendida ésta si es que llega a presentarse. Una aplica­
ción
que benévolamente se podria reconocer del Principio de
Subsidiariedad es sutilmente falsificada y desplazada por las
variaciones cualitativas
no declaradas y la permanencia institu­
cional innecesaria.
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]. ULIBARR!
En la historia de España tenemos un buen ejemplo de este
alejamiento del Principio
de Subsidiariedad. Napoleón conven­
ció a Carlos
IV y luego a Fernando VII de que la anulación de
Inglaterra requeria
una suma de esfuerzos de Francia y España.
Ésta aportó a la
empresa la División del Norte, que constituyó
con sus mejores tropas que retiró para ello de distintos Jugares;
quedó al mando del Marqués de la Romana y estacionada en
Dinamarca, a la espera del desembarco en las Islas Británicas.
Hasta aquí vale
el Principio de Subsidiariedad. Pero el Dos de
Mayo de 1808 el pueblo español rompe el idilio con Napoleón
y la División
del Norte no puede participar inicialmente en la
Guerra
de la Independencia. ¿Principio de Subsidiariedad o tram­
pa geopolítica?
Por inercia y pereza mental se acepta frecuentemente y hasta
con cierto entusiasmo, que "la unión hace la fuerza". Es el
Principio de Subsidiariedad. Pero luego vienen preguntas terri­
bles: ¿Quién va a mandar
esa fuerza? ¿Con qué objetivos? ¿De qué
manera? ¿En beneficio de quién? Cada respuesta es una denuncia
de la falsificación del Principio
de Subsidiariedad. Amplíe esto el
lector
por su cuenta a la vista de la Guerra del Golfo Pérsico.
El mandato Imperativo es la salvaguardia de la pureza del
Principio de Subsidiariedad. A medida
que las actividades poli­
ticas
se efectúan en Jugares e instituciones más alejadas de las
iniciales,
aparecen factores nuevos y se va haciendo distante y
oscura la situación
que desencadenó el proceso que gráfica­
mente
se compara al estiramiento ascendente de un base hacia
el vértice
de una pirámide. En lo que corresponderla en la rea­
lidad al vértice
del ejemplo, ya nadie conoce a nadie, se olvi­
dan las cuestiones encargadas o se mezclan con otras hasta des­
figurarse, y
también se modelan con filosofias y servicios a inte­
reses más o
menos declarados. La desnaturalización del Princi­
pio
de Subsidiariedad aumenta con el tiempo, la distancia y la
aparición
de factores nuevos. Está creciendo la paradoja de que
representantes nacionales ante organismos supranacionales no
van a ellos a defender los intereses de sus naciones sino a reci­
bir órdenes que no se. ~abe exactamente de quién emanan ni
qué pretenden.
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LAS FALSIFICACIONES DE LOS CUERPOS INTERMEDIOS ...
Los políticos en el poder, los que aspiran a estar en él, los
sedicentes representantes
y los técnicos agazapados tras la
burocracia,
que juegan a ser eminencias grises, aborrecen el
mandato imperativo,
que es remedio eficaz a las situaciones
antes descritas. Sólo
se acuerdan del mandato imperativo los
individuos
de la base, de poder insuficiente para establecerlo.
Una
buena manera de avanzar hacia su aceptación es distinguir
que no siempre tiene que ser universal y rígido, sino que habi­
tualmente será sectorial y flexible dentro
de unos límites acor­
dados. Un procedimiento, entre otros,
de combatir a los imperialis­
mos ideológicos anticristianos
que cercan e invaden a España es
desenmascarar que son falsificaciones del Principio de Subsi­
diariedad, y rehabilitar la práctica del mandato imperativo.
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