Índice de contenidos
Número 361-362
Serie XXXVII
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
El pensamiento de Francisco Elías de Tejada. (A los XX años de su fallecimiento)
-
Derechos y ley en la perspectiva de Jean Jacques Rousseau
-
Meditación actual sobre el hombre religioso
-
La verdad y los medios de comunicación
-
La Realeza de Cristo o la soberanía popular
-
Cristo Rey, piedra angular
-
¿Catecismo corregido?
-
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
José Antonio Marina: El laberinto sentimental
-
Alfonso Bullón de Mendoza y Luis E. Togores: El Alcázar de Toledo. Final de una polémica
-
José Antonio Vaca de Osma: Los catalanes en la historia de España
-
Ramón Pérez Maura: Del Imperio a la Unión Europea. La huella de Don Otto de Habsburgo en el siglo XX
-
Vicente Cárcel Ortí: Pablo VI y España. Fidelidad, renovación y crisis (1963-1978)
-
Danilo Castellano (ed.):. Europa e bene comune. Oltre moderno e postmoderno
-
Norberto Bobbio: De senectute
-
Carl Schmitt: Sobre el parlamentarismo
-
Vittorio Messori: Los desafíos del católico
-

Autores
1998
El pensamiento de Francisco Elías de Tejada. (A los XX años de su fallecimiento)
EL PENSAMIENTO DE FRANCISCO ELÍAS
DE TEJADA
(A LOS XX AÑOS DE SU FALLECIMIENTO)
POR
MIGUEL AYUSO (')
La figura de Francisco Elías de Tejada (1917-1978), Catedráti
co
que fue de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en las
Universidades de Murcia, Salamanca, Sevilla y Madrid,
es sin la
menor duda una de las más relevantes del pensamiento pol!tico
tradicional
en el peñodo posterior a la guerra de España 0936-
1939). Su personalidad desbordab,a los lindes usuales del profe
sor y del erudito para instalarse en la leyenda: ¿cómo explicar si
no una obra que se acerca a los cuatrocientos libros, monogra
flas y ensayos, casi todos
de extensión no despreciable? ¿O cómo
dar cuenta de su conocimiento de más de treinta idiomas o de
que hubiera dado conferencias en japonés, vasco, griego, sueco,
alemán, italiano, rumano, francés o inglés?
¿O qué lugar se ha de
dejar para los más de sesenta mil libros de su biblioteca perso
nal? Quizá el máximo historiador del pensamiento político espa
ñol de su generación -y por algunas otras-, ¿puede olvidarse
que al tiempo pudiera contársele entre los mejores conocedores
de Hegel, o que fuera pionero -con una monografia publicada
en alemán y luego desarrollada en otras en inglés y español-
(•) Con motivo de cumplirse el vigésimo aniversario del fallecimiento de
quien fue un notable colaborador de esta revista, el profesor Francisco Elías de
Tejada y Spínola, se pubUca a continuación un ensayo del profesor Miguel Ayuso,
que ya ha visto la luz en lengua inglesa en las páginas de Tbe University Bookman
(Mecosta, Michigan) y se haya pendiente de aparecer en italiano en el Dizionari.o
del "pensieroforte"que coordina Giovanni Cantoni (N. de la R).
Verbo, núm. 360-361 (1998), 11-18 11
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
en el estudio del derecho bantú, o que se le deba una historia del
Reino
de Nápoles durante el período hispánico en cinco gruesos
volúmenes de la
que el reputado especialista italiano Cario
Curdo dijo que ningún napolitano "habría sabido, jamás, ni
siquiera parcialmente, escribir"? No es extraño, pues, que haya
sido calificado de genio, que dejara honda huella en quienes le
trataron
-en parte también por la singularidad de su carácter
y que reuniera en su tomo una abundante escuela, que a su
muerte, ay, se volatilizó al guarecerse demasiados de sus disci
pulos
en posiciones intelectuales y políticas más ventajosas desde
los vientos de la historia. En mi libro de 1994 La filosofía jurídi
ca y política de Francisco Elías de Tejada (386 págs.) he desen
vuelto ampliamente el pensamiento tejadiano
que aquí sólo apre
tadamente puedo aspirar a resu1nir.
El estudio sistemático de su pensamiento presenta importan
tes dificultades, derivadas
no sólo del ángulo marcadamente his
tórico de muchas de sus aportaciones
-lo que obliga a destilar
de las mismas los aspectos
teoréticos-, sino explicables también
por la propia dispersión de temas, épocas y lugares que ha sido
objeto de su consideración.
En una primera· aproximación descu
brirnos tres ámbitos
en los que ha desenvuelto su quehacer inte
lectual, por más que en ocasiones aparezcan profundamente
imbricados a través de combinaciones de dos o tres de los mis
mos: filosofía del derecho, historia del pensamiento político y
filosofía política.
Sin embargo, en la gran variedad de su obra,
pone orden un conjunto de ideas fundamentales que alientan en
el fondo de todo su pensamiento, unificándolo férreamente y
constituyendo sus bases.
Destacan,
en primer lugar, la coherencia de toda su ejecuto
ria, la dimensión arraigadamente piadosa
que la preside y la
armonía plenaria
de la universidad de sus saberes. En segundo
lugar, le preocupa el engarce entre
metafisica y historia en una
coyuntura -como aquella en la que escribe-en que vitalismo
y existencialismo reaccionan con violencia contra los excesos del
racionalismo. Incorporando acentos de aquellas corrientes sin
profesar
en cambio sus principios, contribuirá a destacar el signo
auténtico de la filosofía cristiana, rescatándola del achatamiento
12
Fundaci\363n Speiro
EL PENSAMIENJ'O DE FRANCISCO EÚAS DE TEJADA
de neoescolasticismos y devolviéndola su rostro más genuino. En
tercer lugar, tiene el mérito
de articular las distintas formulacio
nes gnoseológicas, éticas, políticas y jurídicas
en dependencia de
las concepciones antropológicas respectivas.
Asi, el optimismo
antropológico lleva a
que verdad es lo que el hombre conoce
(racionalismo),
bueno lo que quiere (formalismo), toda libertad
buena Qiberalismo y al final anarquismo) y derecho la voluntad
de la mayoria (voluntarismo democrático). El pesimismo antro
pológico,
por su parte, concluye en que es mentira lo que el
hombre conoce (irracionalismo), malo lo que quiere (hobbesia
nismo, etc.), cualquier libertad mala y toda coacción
buena (tota
litarismo) y derecho
la voluntad de uno solo o de unos pocos
(cesarismo, oligocracia). Entre ambos, el armonismo del hombre
desfalleciente, sobre los pilares de la omnipotencia
de la causa
primera y la libertad de las causas segundas, sabe que el hombre
puede alcanzar la verdad o errar (dualismo escolástico), hacer el
bien o el mal (pues su querer es medido por un orden objetivo
que se apoya en Dios), que autoridad y libertad deben ligarse
(régimen tradicional) y que
el derecho asegura una libertad con
creta dentro
de un orden concreto.
Dejando de lado todo
su quehacer como filósofo del dere
cho, centrado
en un iusnaturalismo de profundo sentido históri
co y que cuajará en ricas reflexiones sobre los saberes juñdicos,
en esta nota vamos a volcarnos sobre su faceta de historiador de
las ideas políticas y, engarzada con ésta, de filósofo de la políti
ca. Aunque
un repaso de su producción pudiera dar la impresión
de
un pensador disperso, tal fue la amplitud de sus horizontes
(avistó las doctrinas políticas inglesas, alemanas, griegas, escan
dinavas, rumanas, rusas, árabes, africanas o del lejano oriente,
dejando puntual huella a través de impecables monografias),
entre todos esos ternas sugeridos a su tarea de historiador del
pensamiento político el eje de sus inquisiciones vino constituido
por el indagar la esencia de lo hispánico, hasta el punto de reco
nocer
que trazar la historia del pensamiento político español era
"la e1npresa de su vida,,.
Toda su obra historiográfica reposa sobre unas premisas teó
ricas nítidas. La primera se refiere a las causas de diferenciación
13
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
de las comunidades políticas, que, para él, no radican en la
"nación", sino
en la "tradición". Un lenguaje muy difundido en la
teoría política del siglo
XIX emplea el vocablo "nación" para dis
tinguir los pueblos, definiéndola
por puros rasgos fisicos y psi
cológicos o como expresiones
de voluntad (la geografia, la raza,
el idioma, el plebiscito cotidianamente renovado, etc.); frente a
estas explicaciones, sostiene nuestro autor
que es la historia la
que caracteriza a los grupos humanos: pues los rasgos fisicos
valen, pero no por sí mismos ni inmediatamente, sino en la medi
da en que han sido capaces de incidir en el proceso de un pue
blo. La "tradición", pues, reducida a su realidad última es el pasa
do depurado, condición de vitalidad perenne, que surge como
exigencia de nuestra biología
-pues el afán de eternizarse se
sublima en ella, tornando perennes nuestros trabajos propios,
asumidos
por los que nos han de continuar-y de nuestra socio
logía
-ya que nace absolutamente de la aptitud del hombre para
la transmisión sociológica
de los saberes, que engendra la heren
cia
cultural-, constituyendo en el dominio de la antropología
uno de los rasgos más típicos del hombre. Sin embargo, no se
confunde la tradición con el entero hacer de los antepasados,
saliendo airosa
de dos cribas, la del vigor y la de la bondad, esto
es, la de la selección sociológica y la de la selección moral.
La
realidad de lo que le gustaba llamar "las Españas clásicas" ha de
ser mirada necesariamente a través de esos lentes. Porque las
Españas fueron una monarquía federativa y misionera, varia y
católica, formada por un manojo de pueblos dotados de peculia
ridades
de toda especie (raciales, lingü!sticas, políticas, jurídicas
y culturales), pero,
eso sí, todos unidos por dos lazos indestruc
tibles: la
fe en el mismo Dios y la fidelidad al mismo rey.
Una de las tesis más características de nuestro autor, sosteni
da polémicarnente -entre otros, contra Christopher Dawson
como nervio de muchos de sus escritos, es la interpretación que
enfrenta la tradición de las Españas con Europa, "lo europeo" o
más ampliamente "lo occidental", hasta el
punto de que tal opo
sición quedaría
en verdadero eje de la historia española. Algunas
de las críticas
que se le han dirigido han atendido más al rigor de
la terminología
que a la realidad caracterizada. Pero, en este sen-
14
Fundaci\363n Speiro
EL PENSAMIENTO DE FRANCISCO EÚAS DE TEJADA
tido, no sólo parece razonable su posicionamiento, sino que
incluso para España resulta plenamente atendible la denomina
ción "antieuropeista", toda vez que la "europeización" y el "euro
peismo" han concentrado desde hace siglos --el caso de Ortega
y Gasset es
paradigmático-todo lo que de militante hay contra
el signo católico
de la ejecutoria histórica de España.
Según la explicación de
Ellas de Tejada --en discusión, como
ya
he dicho, con Dawson-, Europa nace cuando la Cristiandad
muere en tierras de Occidente merced a cinco fracturas sucesiva
mente acaecidas entre 1517 y 1648: la ruptura religiosa del lute
ranismo,
la ética del maquiavelismo, la política del bodinismo, la
juridica del hobbesianismo y
la fáctica de la paz de Westfalia. Las
Españas, herederas de la vieja concepción de la Cristiandad;
cerrando filas
en el combate de la tradición cristiana con la revo
lución naciente, serán el obstáculo principal
que ésta encuentre
en su desenvolvimiento. La historia de España, desde entonces,
sólo
puede comprenderse contando con esta lucha. Cuando las
Españas fracasen
en el sostenimiento de la Cristiandad mayor, se
encerrarán en una suerte de cristiandad menor; y cuando aun
esta
reserva se agote, sobrevendrá la "decadencia". Entonces el
campo de batalla se traslada desde fuera al corazón mismo de los
españoles y
pueden seguirse los distin.tos intentos de europeiza
ción de la mano de las varias modas europeas: absolutismo, libe
ralismo y totalitarismo.
También desde ese momento
puede recorrerse el hilo que,
frente a la europeización, continúa la tradición de las Españas: el
marqués de Villena frente al absolutismo; Feliú de la Peña,
Larramendi, Zevallos o Forner contra la ilustración; el Manifiesto
de los persas contra la naciente extranjerización liberal, etc. En el
seno de esta interpretación, el carlismo se entiende como catali
zador de
la continuidad de las Españas. No se trata, pues, de un
simple legitimismo, sino que el elemento dinástico viene a ser un
simple banderín de enganche para la encamación contemporá
nea
en la ideología tradicionalista de la continuidad de las
Españas. En este sentido, puso por obra un esfuerzo notable por
aprehender el núcleo último de inteligibilidad del carlismo, por
fijar su originalidad dentro del pensamiento tradicionalista y sus
15
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
diferencias con otros fenómenos politicos e intelectuales que
habitualmente se le consideran cercanos. A
su juicio, sólo en
España persiste bajo la mudanza de los tiempos, un ideario com
pacto, coherente y sólido, ligado a
un mundo ya desaparecido.
Un ideario que afirma al hombre como
ser histórico y que sos
tiene que el quehacer
humano forjando la historia ha de estar
encuadrado dentro del
orden metaf'1Sico universal querido por
Dios. Mientras que en España no se interrumpió la linea de la tra
dición metafisica y politica cristiana, no ocurrió lo mismo en otros
lugares, singularmente en Francia. Se hace preciso, por lo mis1no,
distinguir con cuidado entre un tradicionalismo "hispánico" y
otro 1'europeo", es decir, respectivamente, entre un pensamiento
contrarrevolucionario apoyado en la teología y filosofia escolás
ticas, posible precisamente
por su ininterrumpida vigencia en
España y muy especialmente en Cataluña; y un esfuerzo nove
doso y muchas veces desorientador,
con pretensión de defensa
de la tradición, creado
en ambientes en los que se había produ
cido durante décadas
un vacío y ausencia de tradición meta[!Sica
y teológica.
Dentro ya de
su filosofia politica orientada desde esa imagen
mencionada de la 1nonarquía federativa y misionera hispánica,
pueden considerarse dos niveles, uno horizontal y otro vertical,
presididos respectivamente por los caracteres organizativos de la
coordinación y
la subordinación, y mediatamente encaminados a
asegurar el fin trascendente del hombre. Comenzando
por el
nivel horizontal,
en toda comunidad el principio de coordinación
cristaliza en cuerpos intermedios autárquicos apoyados en la
naturaleza del hombre y en la tradición, previos al Estado, como
ámbitos donde se ejercen las libertades concretas. Esto nos lleva
a
la fórmula de los fueros como sistemas de libertades políticas
concretas, que tienen un aspecto filosófico fundante, presentan
una dimensión jurídica plenaria y expresan toda una sociología y
una pol!tica: la pluralidad de órdenes sociales es presupuesto de
la pluralidad de órdenes jurídicos,
por lo que el foralismo exce
de de una solución pura1nente juridica para concretarse en un
organicis1no.
De ahí que, según su original interpretación, la paz
social sólo pueda construirse a través del restablecimiento de las
16
Fundaci\363n Speiro
EL PENSAMIENFO DE FRANCISCO EúAS DE TEJADA
sociedades intermedias, y que el regionalismo foralista -federa
lismo tradicional frente al revolucionario-- signifique el despla
zamiento del Estado del lugar
en que abusivamente le ha situa
do tanto la política liberal como la totalitaria, devolviendo el pro
tagonismo político, incluso
en lo que toca a la representación, a
las instituciones sociales.
En lo concerniente al tratamiento de los
elementos unitivos del poder, aparecen
el vínculo religioso -de
acuerdo con la interpretación de Menéndez Pelayo, Maeztu y
García Morente,
es la religión católica lo que une a los españo
les-y la 1nonarquía católica, histórica, social, tradicional y repre
sentativa.
Contaba Maurras
en su Enqu.ete sur la monarchie una frase
que el Conde de Paris había oído de labios de un español -sin
duda alguna carlista-para sintetizar su pensamiento político, y
que le había impresionado hondamente: "Un César con fueros".
Parece difícil hallar
una fórmula más marmórea. También, no
podia ser menos, valdría para captar el pensamiento de Elías de
Tejada. Otra cosa distinta es lo lejana que se nos muestra del
panorama español actual.
BIBLIOGRAF!A
l. De FRANCISCO EÚAS DE TEJADA: Introducción al estudio de la ontología jurídi
ca, Madrid, 1942; Las Espaiias: formación histórica, tradicione$. regionales,
Madrid,
1948¡ La monarquía tradiciona4 Madrid, 1954 (trad. italiana, Turín,
1966); Nápoles hispánico, Sevilla y Madrid, 1958-1964, 5 volúmene:s; Cerdeña
hispánica,
Sevilla, 1960; El Sefiorío de Vtzeaya basta 1812, Madrid, 1963;
Historia del pensan1iento político catalán, Sevilla. 1963-1965, 3 volúmenes;
La
provincia de Guipúzcoa, Madrid, 1965; ¿Qué es el carlismo?, Madrid, 1971
(trad. italiana, Palermo,
s. d.); Tratado de.filosofla del derecho, Sevilla, 1974-
1977,
2 volúmenes; El Franco-Condado hispánico, Sevilla, 1975 (trad. fran-
cesa, Vaux su Poligny, 1977). ·
2. Sobre FRANCISCO EúAS DE Tl;JAD.A: RUDOLP STEINEKE: Die Rechts-und Staats
pbilosopbie des F. Elías de Tejada. Ein Beitrag zuni Spaniscben Tradi·
tionalismus, Bono, 1970; FRANcESCO ZAR.coNE: "Francisco Elías de Tejada,
niaestro dei giunaturalisti~, en Tmditio (Génova), a. 11, n. 3 (1979); lo.: "Il
diritto naturale alla luce dell'insegnamento di Elías de Tejada", en Traditio
(Génova), a. 111, n. 1 (1980); CLOVIS LEMA GARCÍA: "Reconquista da inteligen-
17
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
18 cía",
en Hora Presente(San Pablo),
n. 24 (1978); JUAN VAllET DE GoYr1sow:
"Plenitud de perspectiva y dimensión de los saberes de Francisco Elías de
Tejada", en Verho(Madrfd), n. 171-172 (1979); f'RAN{:015 VALIAN<:ON: «In memo
riam Francisco Elías de Tejada: el ejemplo de un maestro", en Boletín de la
Comunión Católico-Monárquica Legitimista (Madrid), febrero de 1985;
MIGUEL AYUSO: La filosofía juridica y política de Francisco Elías de Tejada,
Madrid,
1994; VV.AA.: Maestros complutenses: Francisco Elías de Tejada y
Splnola, Maddd, 1996.
Fundaci\363n Speiro
DE TEJADA
(A LOS XX AÑOS DE SU FALLECIMIENTO)
POR
MIGUEL AYUSO (')
La figura de Francisco Elías de Tejada (1917-1978), Catedráti
co
que fue de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en las
Universidades de Murcia, Salamanca, Sevilla y Madrid,
es sin la
menor duda una de las más relevantes del pensamiento pol!tico
tradicional
en el peñodo posterior a la guerra de España 0936-
1939). Su personalidad desbordab,a los lindes usuales del profe
sor y del erudito para instalarse en la leyenda: ¿cómo explicar si
no una obra que se acerca a los cuatrocientos libros, monogra
flas y ensayos, casi todos
de extensión no despreciable? ¿O cómo
dar cuenta de su conocimiento de más de treinta idiomas o de
que hubiera dado conferencias en japonés, vasco, griego, sueco,
alemán, italiano, rumano, francés o inglés?
¿O qué lugar se ha de
dejar para los más de sesenta mil libros de su biblioteca perso
nal? Quizá el máximo historiador del pensamiento político espa
ñol de su generación -y por algunas otras-, ¿puede olvidarse
que al tiempo pudiera contársele entre los mejores conocedores
de Hegel, o que fuera pionero -con una monografia publicada
en alemán y luego desarrollada en otras en inglés y español-
(•) Con motivo de cumplirse el vigésimo aniversario del fallecimiento de
quien fue un notable colaborador de esta revista, el profesor Francisco Elías de
Tejada y Spínola, se pubUca a continuación un ensayo del profesor Miguel Ayuso,
que ya ha visto la luz en lengua inglesa en las páginas de Tbe University Bookman
(Mecosta, Michigan) y se haya pendiente de aparecer en italiano en el Dizionari.o
del "pensieroforte"que coordina Giovanni Cantoni (N. de la R).
Verbo, núm. 360-361 (1998), 11-18 11
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MIGUEL AYUSO
en el estudio del derecho bantú, o que se le deba una historia del
Reino
de Nápoles durante el período hispánico en cinco gruesos
volúmenes de la
que el reputado especialista italiano Cario
Curdo dijo que ningún napolitano "habría sabido, jamás, ni
siquiera parcialmente, escribir"? No es extraño, pues, que haya
sido calificado de genio, que dejara honda huella en quienes le
trataron
-en parte también por la singularidad de su carácter
y que reuniera en su tomo una abundante escuela, que a su
muerte, ay, se volatilizó al guarecerse demasiados de sus disci
pulos
en posiciones intelectuales y políticas más ventajosas desde
los vientos de la historia. En mi libro de 1994 La filosofía jurídi
ca y política de Francisco Elías de Tejada (386 págs.) he desen
vuelto ampliamente el pensamiento tejadiano
que aquí sólo apre
tadamente puedo aspirar a resu1nir.
El estudio sistemático de su pensamiento presenta importan
tes dificultades, derivadas
no sólo del ángulo marcadamente his
tórico de muchas de sus aportaciones
-lo que obliga a destilar
de las mismas los aspectos
teoréticos-, sino explicables también
por la propia dispersión de temas, épocas y lugares que ha sido
objeto de su consideración.
En una primera· aproximación descu
brirnos tres ámbitos
en los que ha desenvuelto su quehacer inte
lectual, por más que en ocasiones aparezcan profundamente
imbricados a través de combinaciones de dos o tres de los mis
mos: filosofía del derecho, historia del pensamiento político y
filosofía política.
Sin embargo, en la gran variedad de su obra,
pone orden un conjunto de ideas fundamentales que alientan en
el fondo de todo su pensamiento, unificándolo férreamente y
constituyendo sus bases.
Destacan,
en primer lugar, la coherencia de toda su ejecuto
ria, la dimensión arraigadamente piadosa
que la preside y la
armonía plenaria
de la universidad de sus saberes. En segundo
lugar, le preocupa el engarce entre
metafisica y historia en una
coyuntura -como aquella en la que escribe-en que vitalismo
y existencialismo reaccionan con violencia contra los excesos del
racionalismo. Incorporando acentos de aquellas corrientes sin
profesar
en cambio sus principios, contribuirá a destacar el signo
auténtico de la filosofía cristiana, rescatándola del achatamiento
12
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EL PENSAMIENJ'O DE FRANCISCO EÚAS DE TEJADA
de neoescolasticismos y devolviéndola su rostro más genuino. En
tercer lugar, tiene el mérito
de articular las distintas formulacio
nes gnoseológicas, éticas, políticas y jurídicas
en dependencia de
las concepciones antropológicas respectivas.
Asi, el optimismo
antropológico lleva a
que verdad es lo que el hombre conoce
(racionalismo),
bueno lo que quiere (formalismo), toda libertad
buena Qiberalismo y al final anarquismo) y derecho la voluntad
de la mayoria (voluntarismo democrático). El pesimismo antro
pológico,
por su parte, concluye en que es mentira lo que el
hombre conoce (irracionalismo), malo lo que quiere (hobbesia
nismo, etc.), cualquier libertad mala y toda coacción
buena (tota
litarismo) y derecho
la voluntad de uno solo o de unos pocos
(cesarismo, oligocracia). Entre ambos, el armonismo del hombre
desfalleciente, sobre los pilares de la omnipotencia
de la causa
primera y la libertad de las causas segundas, sabe que el hombre
puede alcanzar la verdad o errar (dualismo escolástico), hacer el
bien o el mal (pues su querer es medido por un orden objetivo
que se apoya en Dios), que autoridad y libertad deben ligarse
(régimen tradicional) y que
el derecho asegura una libertad con
creta dentro
de un orden concreto.
Dejando de lado todo
su quehacer como filósofo del dere
cho, centrado
en un iusnaturalismo de profundo sentido históri
co y que cuajará en ricas reflexiones sobre los saberes juñdicos,
en esta nota vamos a volcarnos sobre su faceta de historiador de
las ideas políticas y, engarzada con ésta, de filósofo de la políti
ca. Aunque
un repaso de su producción pudiera dar la impresión
de
un pensador disperso, tal fue la amplitud de sus horizontes
(avistó las doctrinas políticas inglesas, alemanas, griegas, escan
dinavas, rumanas, rusas, árabes, africanas o del lejano oriente,
dejando puntual huella a través de impecables monografias),
entre todos esos ternas sugeridos a su tarea de historiador del
pensamiento político el eje de sus inquisiciones vino constituido
por el indagar la esencia de lo hispánico, hasta el punto de reco
nocer
que trazar la historia del pensamiento político español era
"la e1npresa de su vida,,.
Toda su obra historiográfica reposa sobre unas premisas teó
ricas nítidas. La primera se refiere a las causas de diferenciación
13
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MIGUEL AYUSO
de las comunidades políticas, que, para él, no radican en la
"nación", sino
en la "tradición". Un lenguaje muy difundido en la
teoría política del siglo
XIX emplea el vocablo "nación" para dis
tinguir los pueblos, definiéndola
por puros rasgos fisicos y psi
cológicos o como expresiones
de voluntad (la geografia, la raza,
el idioma, el plebiscito cotidianamente renovado, etc.); frente a
estas explicaciones, sostiene nuestro autor
que es la historia la
que caracteriza a los grupos humanos: pues los rasgos fisicos
valen, pero no por sí mismos ni inmediatamente, sino en la medi
da en que han sido capaces de incidir en el proceso de un pue
blo. La "tradición", pues, reducida a su realidad última es el pasa
do depurado, condición de vitalidad perenne, que surge como
exigencia de nuestra biología
-pues el afán de eternizarse se
sublima en ella, tornando perennes nuestros trabajos propios,
asumidos
por los que nos han de continuar-y de nuestra socio
logía
-ya que nace absolutamente de la aptitud del hombre para
la transmisión sociológica
de los saberes, que engendra la heren
cia
cultural-, constituyendo en el dominio de la antropología
uno de los rasgos más típicos del hombre. Sin embargo, no se
confunde la tradición con el entero hacer de los antepasados,
saliendo airosa
de dos cribas, la del vigor y la de la bondad, esto
es, la de la selección sociológica y la de la selección moral.
La
realidad de lo que le gustaba llamar "las Españas clásicas" ha de
ser mirada necesariamente a través de esos lentes. Porque las
Españas fueron una monarquía federativa y misionera, varia y
católica, formada por un manojo de pueblos dotados de peculia
ridades
de toda especie (raciales, lingü!sticas, políticas, jurídicas
y culturales), pero,
eso sí, todos unidos por dos lazos indestruc
tibles: la
fe en el mismo Dios y la fidelidad al mismo rey.
Una de las tesis más características de nuestro autor, sosteni
da polémicarnente -entre otros, contra Christopher Dawson
como nervio de muchos de sus escritos, es la interpretación que
enfrenta la tradición de las Españas con Europa, "lo europeo" o
más ampliamente "lo occidental", hasta el
punto de que tal opo
sición quedaría
en verdadero eje de la historia española. Algunas
de las críticas
que se le han dirigido han atendido más al rigor de
la terminología
que a la realidad caracterizada. Pero, en este sen-
14
Fundaci\363n Speiro
EL PENSAMIENTO DE FRANCISCO EÚAS DE TEJADA
tido, no sólo parece razonable su posicionamiento, sino que
incluso para España resulta plenamente atendible la denomina
ción "antieuropeista", toda vez que la "europeización" y el "euro
peismo" han concentrado desde hace siglos --el caso de Ortega
y Gasset es
paradigmático-todo lo que de militante hay contra
el signo católico
de la ejecutoria histórica de España.
Según la explicación de
Ellas de Tejada --en discusión, como
ya
he dicho, con Dawson-, Europa nace cuando la Cristiandad
muere en tierras de Occidente merced a cinco fracturas sucesiva
mente acaecidas entre 1517 y 1648: la ruptura religiosa del lute
ranismo,
la ética del maquiavelismo, la política del bodinismo, la
juridica del hobbesianismo y
la fáctica de la paz de Westfalia. Las
Españas, herederas de la vieja concepción de la Cristiandad;
cerrando filas
en el combate de la tradición cristiana con la revo
lución naciente, serán el obstáculo principal
que ésta encuentre
en su desenvolvimiento. La historia de España, desde entonces,
sólo
puede comprenderse contando con esta lucha. Cuando las
Españas fracasen
en el sostenimiento de la Cristiandad mayor, se
encerrarán en una suerte de cristiandad menor; y cuando aun
esta
reserva se agote, sobrevendrá la "decadencia". Entonces el
campo de batalla se traslada desde fuera al corazón mismo de los
españoles y
pueden seguirse los distin.tos intentos de europeiza
ción de la mano de las varias modas europeas: absolutismo, libe
ralismo y totalitarismo.
También desde ese momento
puede recorrerse el hilo que,
frente a la europeización, continúa la tradición de las Españas: el
marqués de Villena frente al absolutismo; Feliú de la Peña,
Larramendi, Zevallos o Forner contra la ilustración; el Manifiesto
de los persas contra la naciente extranjerización liberal, etc. En el
seno de esta interpretación, el carlismo se entiende como catali
zador de
la continuidad de las Españas. No se trata, pues, de un
simple legitimismo, sino que el elemento dinástico viene a ser un
simple banderín de enganche para la encamación contemporá
nea
en la ideología tradicionalista de la continuidad de las
Españas. En este sentido, puso por obra un esfuerzo notable por
aprehender el núcleo último de inteligibilidad del carlismo, por
fijar su originalidad dentro del pensamiento tradicionalista y sus
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MIGUEL AYUSO
diferencias con otros fenómenos politicos e intelectuales que
habitualmente se le consideran cercanos. A
su juicio, sólo en
España persiste bajo la mudanza de los tiempos, un ideario com
pacto, coherente y sólido, ligado a
un mundo ya desaparecido.
Un ideario que afirma al hombre como
ser histórico y que sos
tiene que el quehacer
humano forjando la historia ha de estar
encuadrado dentro del
orden metaf'1Sico universal querido por
Dios. Mientras que en España no se interrumpió la linea de la tra
dición metafisica y politica cristiana, no ocurrió lo mismo en otros
lugares, singularmente en Francia. Se hace preciso, por lo mis1no,
distinguir con cuidado entre un tradicionalismo "hispánico" y
otro 1'europeo", es decir, respectivamente, entre un pensamiento
contrarrevolucionario apoyado en la teología y filosofia escolás
ticas, posible precisamente
por su ininterrumpida vigencia en
España y muy especialmente en Cataluña; y un esfuerzo nove
doso y muchas veces desorientador,
con pretensión de defensa
de la tradición, creado
en ambientes en los que se había produ
cido durante décadas
un vacío y ausencia de tradición meta[!Sica
y teológica.
Dentro ya de
su filosofia politica orientada desde esa imagen
mencionada de la 1nonarquía federativa y misionera hispánica,
pueden considerarse dos niveles, uno horizontal y otro vertical,
presididos respectivamente por los caracteres organizativos de la
coordinación y
la subordinación, y mediatamente encaminados a
asegurar el fin trascendente del hombre. Comenzando
por el
nivel horizontal,
en toda comunidad el principio de coordinación
cristaliza en cuerpos intermedios autárquicos apoyados en la
naturaleza del hombre y en la tradición, previos al Estado, como
ámbitos donde se ejercen las libertades concretas. Esto nos lleva
a
la fórmula de los fueros como sistemas de libertades políticas
concretas, que tienen un aspecto filosófico fundante, presentan
una dimensión jurídica plenaria y expresan toda una sociología y
una pol!tica: la pluralidad de órdenes sociales es presupuesto de
la pluralidad de órdenes jurídicos,
por lo que el foralismo exce
de de una solución pura1nente juridica para concretarse en un
organicis1no.
De ahí que, según su original interpretación, la paz
social sólo pueda construirse a través del restablecimiento de las
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Fundaci\363n Speiro
EL PENSAMIENFO DE FRANCISCO EúAS DE TEJADA
sociedades intermedias, y que el regionalismo foralista -federa
lismo tradicional frente al revolucionario-- signifique el despla
zamiento del Estado del lugar
en que abusivamente le ha situa
do tanto la política liberal como la totalitaria, devolviendo el pro
tagonismo político, incluso
en lo que toca a la representación, a
las instituciones sociales.
En lo concerniente al tratamiento de los
elementos unitivos del poder, aparecen
el vínculo religioso -de
acuerdo con la interpretación de Menéndez Pelayo, Maeztu y
García Morente,
es la religión católica lo que une a los españo
les-y la 1nonarquía católica, histórica, social, tradicional y repre
sentativa.
Contaba Maurras
en su Enqu.ete sur la monarchie una frase
que el Conde de Paris había oído de labios de un español -sin
duda alguna carlista-para sintetizar su pensamiento político, y
que le había impresionado hondamente: "Un César con fueros".
Parece difícil hallar
una fórmula más marmórea. También, no
podia ser menos, valdría para captar el pensamiento de Elías de
Tejada. Otra cosa distinta es lo lejana que se nos muestra del
panorama español actual.
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