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Número 361-362

Serie XXXVII

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Ramón Pérez Maura: Del Imperio a la Unión Europea. La huella de Don Otto de Habsburgo en el siglo XX

INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
Ramón Pérez Maura: DEL IMPERIO A LA UNIÓN
EUROPEA.
LA HUELLA DE DON OTTO DE HABSBURGO
EN EL SIGLO XX <•1
Este es un libro interesante. Para hacer un buen libro es
fundamental escoger un buen tema, y este, en cierto modo, lo
es.
Pero las biografías, sobre todo cuando el personaje vive,
adolecen del prejuicio de la benevolencia: una biografía deni­
gratoria
no merece la pena, se desautoriza a sí misma. Hay que
añadir la correspondencia a la extensa y valiosa contribución
que en este caso aporta el propio biografiado. Claro que,
como en toda mixtura, hay diversas proporciones posibles en
la mezcla de los elementos. Este libro es muy generoso con
Don Otto y con el proyecto en curso de la Europa Unida. En
el
punto de su renuncia a sus derechos al Trono Imperial de
Austriahungría
es excesivamente generoso, como diremos. Por
eso,
aunque es un libro útil, requiere contrapartidas. La edito­
rial Rialp al acogerlo, participa
un po'co de esos sentimientos
favorables a
Don Otto, en línea con su propia evolución ideo­
lógica.
Los seis primeros capítulos, de nueve en total, tratan de la
biografía de
Don Otto de Habsburgo hasta el final de la Segunda
Guerra Mundial;
van tras ella instalados noticias y co1nentarios
políticos, muchos inéditos, recogidos de labios de
Don Otto,
conocedor singular de aquellas situaciones políticas.
Se refieren
a la Primera Guerra Mundial, al
deBtierro del Emperador y su
familia, y al expansionismo alemán y al Anchluss.
En el
punto de los forcejeos de la Casa Imperial con
Horthy, recuerdo que se puso de moda en Madrid, en los años
cincuenta, hablar de Horthy, estableciendo un paralelismo
entre él y Franco. Los partidarios del
Conde de Barcelona juz­
gaban esta semejanza de manera peyorativa para ambos; los
enemigos del pretendiente liberal
estaban encantados con que
Franco le taponara, como Horthy a los Habsburgos. El hecho
(') Rialp, 1997, 4.•, 434 pág,., rústica.
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fue que se hablaba mt1cho, a veces en tono festivo, de que
Franco habíll hecho lo mismo que Horthy, quedarse indefini­
damente después de vencer a la revolución roja con la ayuda
de los monárquicos. Llama la atención la exigua, por no decir
nula, referencia a la revolución de Bela Kun y al ascenso
de
Horthy al poder; no se habla de Kerenski, y mínimamente del
conde Mihaly Karoly. Tal vez Don Otto, siempre detrás de
Pérez-Maurá', no haya querido acercarse a la comparación
dicha con Franco.
Los aficionados a la política leerán esta páginas con deleite y
provecho. Lecturas de esta clase
son para cualquier político, o
aspirante a serlo, como las escalas
que cada día tienen que hacer
los pianistas para mantenerse
en forma. Pero los primeros capi­
tulas
quedan un poco atrás y los de la segunda mitad del libro
tiran del lector
con más fuerza, sobre todo si ha vivido la pollti­
ca nacional e internacional desde la GMII hasta hoy.
Un prólogo de Marcelino
Ore\a y un Epílogo de Federico
Trillo Figueroa
no pasan de ser sendos obsequios personales de
sus firmantes al autor y al editor.
Nos detendremos más
en estos tres asuntos: el CEDI, la uni­
ficación
de Europa, y la metamorfosis de Don Otto de titular del
Trono del Imperio Austrohúngaro a periodista democrático.
En lo referente a España, dejaremos la estancia de la Familia
Imperial
en Lequeitio, y la hipótesis de trabajo de Sánchez Bella
de
que Don Otto fuera sucesor de Franco; tienen solamente un
valor anecdótico. Más interés y entronque con el europeismoi
que es el tema central, tuvo el Centro Europeo de Documentación
e Información
(CEDI). Una lección nunca bastante repetida es
que en el exilio no hay nada que hacer. Don Otto agotó pronto
sus trabajos dinásticos y de restauración monárquica, y se fugó a
otras cuestiones, especialmente a la
que se puso de moda al aca­
bar al GMII, que fue la unificación de Europa como medio de evi­
tar nuevas guerras. Los gigantismos, lo mismo que los enanismos
separatistas, son formulaciones incompletas; hay que preguntar
qué conformación política adoptarán los nuevos entes de entre
las varias posibles. Frente a
un proyecto de Europa masónico y
democrático, el Papa Pío
XII trató de que la nueva Europa fuera
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cristiana y en su empeño le ayudaron Don Otto y Don Javier de
Barbón Parma. En 1950 aparece
en España el CEDI (Centro
Europeo de Documentación e Información),
que ficha como figu­
ra sobresaliente a Don Otto. Pérez-Maura ha tenido la atención
con sus electores españoles de recoger el hecho. Pero conviene
hacer
una precisión acerca de lo que el CEDI fue realmente, con
independencia de cómo lo quiso utilizar Don Otto en sus activi­
dades europeizantes.
Al terminar la GMII las democracias vencedoras sometieron a
España, renacida de la Cruzada de 1936, a
un cerco politico y
económico.
Se nos negó la ayuda del Plan Marshall que daban a
sus vencidos
porque no terúarnos libertad de cultos. Franco estu­
vo muy apurado y para romper el bloqueo aprovechó un fenó­
meno entonces incipiente, luego In crescendo, que fue la apari­
ción de organizaciones y personas
que hacían mucha politica por
su cuenta con independencia y rivalidad de las cancillerías. Los
ministros de Franco terúan, además del cometido de sus carteras,
el enlace informal
con áreas no oficiales de intereses e ideolo­
gías; nombró ministro
de Asuntos 0Exteriores al presidente nacio­
nal
de Acción Católica, Don Alberto Martin Artajo, para atraerse
a los católicos europeos. Y creó el
CEDI con más amplia pero
disimulada análoga finalidád. Ahí entra Don Otto en escena un
poco a ver qué pasaba; que luego él se excediera y tomara el
CEDI como plataforma para sus proyectos europeos, exceso loa­
ble porque estaba en la estrategia de ese organismo, no quiere
decir que esté fuera un germen de españolización de Europa, ni
mucho menos. Franco fue en lo internacional, realista, modesto
y prudente: no se dejó enredar en guerras coloniales propias ni
ajenas como la de Argelia. Nunca deseó sinceramente incorpo­
rarse a proyectos europeizantes, sino perder el tiempo, a ver si
fracasaban solos. Se confomtaba con defenderse y sobrevivir, y a
ello le ayudó
su escasa ambición exterior. Los proyectos de uni­
ficar Europa llegaron a España
con retraso y sin fuerza inicial y
tuvieron poco ambiente, por<¡ue
eran ihstrumentalizados por las
izquierdas contra la España Nacional.
Estrechamente vinculado al
CEDI, aunque informalmente
como todo lo
de aquel sector,. estaba el diario YA, entonces sedi-
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cente católico y de primera categoria. Don Otto fue colaborador
distinguido suyo, y tuvo
en él una plataforma más. En su colec­
ción se
puede seguir su evolución desde el tradicionalismo hacia
la democracia y el liberalismo.
También encontró apoyos
en la Comunión Tradicionalista,
que Don Javier de Borbón Parrna instrumentalizaba para trabajar
en el proyecto de Pío XII de una Europa cristiana. La Comunión
Tradicionalista conrribuyó notablemente a
poner de moda a Don
Otto en Madrid; trató de asegurar y reforzar los lazos políticos, ya
sospechosamente debilitados,
que le unían a la cosmovisión de
la Cristiandad
(1).
Pero aquellos apoyos iniciales se fueron enfriando a medida
que a Don Otto se le ajaba por los largos años de exilio el uni­
forme de Emperador
de Ausrriahungria y derivaba hacia una
democracia cristiana que a su vez se deslizaba hacia la izquierda.
La renuncia de Don Otto a sus derechos al Trono Imperial tuvo
una larga gestación psicológica y no sorprendió a ningún cons­
picuo. Fue
un hito en el desmoronamiento del proyecto de Pío
XII de una Europa cristiana. Pérez Maura destaca este proceso en
el título de su libro Del Imperio a la Unión Europea, pero lo trata
asépticamente y sin cargar las tintas, como están cargadas
en los
recuerdos de los coetáneos. Por eso, para la historia, haremos
una pequeña desgresión.
I.a Unificación de Europa al final del Pontificado de Pío XII­
El proyecto masónico de unificación de Europa tuvo sus gansos
del Capitolio
que también dirigieron sus graznidos contra Don
Otto. En España, el jesuita P. Ramón Orlandis, con su revista
Cristiandad; en ella escribía un periodista de Barcelona, buen
conocedor de los bastidores de la política, Don José Oriol Cuffí
Canadell, pronto
direttor de una nueva revista titulada El
Crnzado Español. No hacía más que decir a todo el mundo que
el conde Coudenhove Kalergi, dirigente del proyecto masónico,
(1) Vul. Apuntes y Documentos para la historia del Tradicionalismo Español,
1939-1966, por MANUEL DE SANTA CRuz, tomo 13, págs. 103 y sigs., y tomo 22 (11),
págs. 303 y sigs.
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era un ocultista de mucho cuidado. Por otro lado, la derecha fran­
cesa explotaba hasta sus menores noticias
un hallazgo de los ser­
vicios secretos durante
la guerra: una sociedad secreta llamada la
Synarquía, que trabajaba en la unificación del mundo, y como
fase transitoria,
en la de Europa; era depositaria y transmisora de
doctrinas de ocultistas de finales del siglo
XIX, que ya se habían
fijado como objetivo previo
la unificación de Europa según unos
criterios políticos anticristianos.
Los franceses aireaban los deseos europeizadores de aquellos
ocultistas
que ahora retomaba y relanzaba, entre otros, Couden­
hove Kalergi.
Don Otto trataba con toda clase de gentes, lo cual puede ser
bueno, pero tiene el peligro del contagio. En el libro de Pérez
Maura leemos
que estaba muy influenciado por el pensamiento
de Kalergi. De él dice
Don Otto (pág. 344): " ... era medio japo­
nés
por parte de madre. Era budista. Pero tenía un profundo res­
peto a la religión católica. Sobre el papel era católico, pero de
hecho era budista y lo decía muy frecuentemente, manteniendo
mucho afecto a la Iglesia Católica. Fue
un personaje absoluta­
mente singular ...
". Cull'í Canadell también insistía en la singula­
ridad de Kalergi, peró con otros tonos y vehemencias.
En la página 345 se dice que Don Otto era vicepresidente de
la Unión Paneuropea, creada y presidida
por Kalergi en 1923, y
que en 1973, un año después del fallecer Kalergi, Don Otto, ya
en funciones de presidente, la convirtió en "un movimiento en
pro de la Europa Cristiana, lo que no era antes ... ".
De Emperador de Austriahungria a periodista democrático.­
El libro de Pérez Maura es necesario para conocer un episodio
crucial e ineludible de la vida de Don Otto y de la de Europa. Es
necesario, pero no es suficiente, porque solamente de la versión
del protagonista y no la nada mansa de sus debeladores, que no
fueron pocos ni irrelevantes, en Austria, en España y en toda
Europa. El día 31 de mayo de 1961 hizo una renuncia formal a
"mi calidad de miembro de la Casa Habsburgo Lorena y a todas
las reivindicaciones de soberanía resultantes y (para terminarlo
de estropear) me reconozco fiel ciudadano de la República"
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(pág. 313). Don Otto da explicaciones a Pérez Maura, que éste
acepta, e incorpora a su libro
con tono exculpatorio. No mere­
ce la pena exponerlas, ordenarlas y comentarlas porque son
inválidas, todas, frente a la nube de desprecios que le envolvió
y
de la que no ha salido ni saldrá, y que no se reseña en este
libro.
La justificación de esa "evolución" sería grotesca si no
fuera trágica; deja adivinar el siguiente esquema absurdo, que
algunos también han aplicado a España: la suma de naciones
católicas no es camino conducente a una Europa Cristiana; es
mejor secularizarlas para poder meterlas en la Europa Unida
Masónica, y luego replantear la
abandonada de antemano re­
cristianización de la Europa Unida a partir de la metáfora litera­
ria falsa de
que ésta conserva gérmenes históricos de Cris­
tianismo.
El que esto escribe recuerda perfectamente los insultos
airados y
en cascada que el nombre de Don Otto desencade­
naba después de su renuncia en los ambientes carlistas, católico­
monárquicos y legitimistas
en general, entonces boyantes. Ni
por servir a la historia se pueden transcribir los más suaves. En
estos ambientes, después de cien años, se seguía adorando al
último rey de Francia muerto en el destierro con el titulo de
Conde de Chambord, por no querer llegar a una avenencia con
la Revolución. Era la antítesis de la conducta de Don Otto. Éste
le dice a Pérez Maura: "mi familia materna Oos Borbón Parma)
tenía
mucha veneración por el Conde de Chambord. Yo no
tenía ningún respeto político por él" (pág. 311). También ado­
raban a Chambord "les blancs d'Espagne" y la familia
de Doña
Magdalena de Borbón Busset. La escuela politica y humana de
Don Manuel Pal Conde veneraba al Conde de Chambord como
a un símbolo cuasi sagrado por su gallardía frente a la Revo­
lución.
¡El abandono del Trono Imperial a cambio de unas entradas
furtivas de Austria y últimamente
un escaño en el Parlamento
E,uropeo de la Europa socialista y masónica, al cual también ha
arrastrado a su hijo y heredero¡ De este trueque Pérez Maura no
tiene nada que comentar. .. Casi parece una gracia más que una
traición a la Cristiandad. Bien disimulado lo pone en portada,
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como titulo del libro: "Del Imperio a la Unión Europea". Más
claro hubiera quedado diciendo: "Del Antiguo Régimen a la
Revolución". Pocos
a.ños después su primo Carlos Hugo de Borbón
Parma le imitaba con una chapuza parecida hasta en los des­
precios
que suscitó. Pero esto es ya ajeno al libro que hemos
reseñado.
MANuEL DE SANTA CRUZ
Vicente Cárcel Ortí: PABLO VI Y ESPAÑA.
FIDELIDAD, RENOVACIÓN Y CRISIS (1963-1978) c•i
La corriente ya caudalosa de monografías históricas sobre
la época de Franco acaba de incrementarse con este libro de
más de mil páginas de texto, documentos y fotografias refe­
rentes a la bisagra
entre la historia de la Iglesia y la de España.
Asistimos a
una suerte de carrera de armamentos ideológicos
en la pista de la historia que, cuando es reciente, tiene mucho
de propaganda politica. Es, pues, bueno, y debemos celebrar­
lo, que las producciones católicas, que corren rebasadas por
las contrarias, cuenten
con un nuevo volumen, aunque éste
sea tendencioso, de una tendencia que
no acaba de entusias­
marnos.
Desde el primer momento advertimos que es un libro inten­
cionadamente favorable al Papa Pablo
VI por su presentación, su
autor y su editorial. Después vendrá el análisis de su contenido
y de
su talante. A la vez que esta impresión se va confirmando
con su lectura nace el anhelo de otros dos libros: uno, sobre el
mismo tema
que le complemente con más datos y otros comen­
tarios de otros signos hasta situar la historia
en un punto neutro
e) Biblioteca de Autores' Cristianos (Maior), tela editorial eón sobrecubier­
ta, 1997, 4.11, 1049 págs., 5.800 ptas.
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