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Número 361-362

Serie XXXVII

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Alfonso Bullón de Mendoza y Luis E. Togores: El Alcázar de Toledo. Final de una polémica

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valores sentidos nos llaman desde nuestra esencia afectiva; los
valores pensados nos llaman desde nuestra cabeza" (pág. 236). Y
aduce
un ejemplo contundente: "Se trata de convertir un valor
pensado
en un valor vivido. Pondré un ejemplo poco discutible:
¿En qué consiste, según los tratadistas clásicos, la educación del
gusto? A partir de
una selección de los valores estéticos se inten­
ta
que el educando los experimente, reconozca y disfrute como
suyos" (pág. 241). Obviamente, si
se puede educar el gusto con­
forme a
unos cánones previos siendo el sentimiento estético algo
primario y
poco intelectual, "propter defectum verltatis" (S. Th.,
1-II, 101, 2, 2), igualmente podrán educarse otros sentimientos
que afectan a temas más Intelectuales que en lo propio de la edu­
cación.
Además, las sensatísimas advertencias del Crisóstomo y del
Aquinate, las deberíamos tener
muy presentes si queremos salir
hoy no del laberinto sentimental del que no podemos escapar,
sino del laberinto existencial a
que nos ha traído la metafísica de
la inmanencia de la conciencia.
ANTONIO SEGURA FERNS
Alfonso Bulwn de Meruloza y Luis E. Togores: EL ALCÁZAR
DE TOLEDO. FINAL
DE UNA POLÉMICA e•>
El título de esta obra nos da idea de su intención y significa­
do;
se trata de una defensa de la historia veraz que zanja, de una
vez por todas, el debate que en tomo a los hechos del Alcázar se
ha venido sucediendo a lo largo de las últimas cuatro décadas,
desde
que Matthews publicara su obra El yugo y las jlecbas con
la que se iniciaba la larga cruzada desmitificadora antialcázar que
dura hasta nuestros días.
Alfonso Bullón de Mendoza, profesor de Historia Contem­
poránea en la división de periodismo del C.E. U. San Pablo, autor
e) Editorial Actas, Madrid, 1997 (15 x 23 cm.), 154 págs., 2.200 ptas. Prólogo
de Fernando Esquivias Franco e Introducción de Juan Blanco.
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de obras como La expedición del General Gómez, La expedición
Real o su brillant!sima tesis doctoral La primera guerra carlista y
Luis E. Togores, igualmente profesor de Historia Contemporánea
en la misma Universidad, especialista en la presencia de España
en el Pacifico, tema sobre el cual ha publicado varias obras, pue­
den contarse entre los renovadores de la historiografía española.
Aqui nos ofrecen
una important!sima información que sale ahora
por vez primera a la luz: las cartas escritas durante el asedio por
el coronel Moscardó a su mujer Maria de Guzmán, ocultas desde
la muerte de ésta
en 1964 y que su yerno, Fernando Esquivias
Franco, quien prologa además la obra,
ha puesto a disposición
de los autores.
En
su Introducción, Juan Blanco nos resume los aconteci­
mientos protagonizados
en el Alcázar durante sus setenta días de
asedio. A continuación los autores rebaten, una a una, todas las
tesis que los múltiples lústoriadores antialcázar han ido esgri­
miendo
en una extensísima bibliografía llamada a falsear nuestra
historia y que, tristemente,
se ha extendido desde la prensa hasta
la Universidad, creando un clima de confusión en torno a este
asunto.
No son Bullón y Togores los pioneros en esta defensa de la
verdad; ya
en el 57, año de la fecha de publicación de la obra de
Matthews, Manuel Aznar le respondía, poniendo de manifiesto la
gran cantidad de errores lústoriográficos cometidos
por éste, fun­
damentalmente
en lo que concernía al conocidisimo asunto de la
conversación telefónica mantenida entre Moscardó y
su hijo Luis,
hasta
un punto tal que el mismo Matthews se retractaría de sus
afirtnaciones. Sin embargo, la historiografia antialcázar no muere
tras la rectificación de Matthews sino que numerosísimos autores
han continuado trabajando, hasta la actualidad, para destruir la
memoria de esta gesta; tal
es el caso de Vilanova, cuya obra rea­
brirla el debate historiográfico, de Southworth, Herreros,
Quintanilla y otros tantos
que han venido construyendo la falsa
y paralela historia hasta nuestros días.
Nuestros autores
prueban las falsedades propugnadas por
estos "lústoriadores" respaldándose en un concienzudo trabajo de
investigación
que comprende la bibliografía anterior, testimonios
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de los sitiados y de republicanos protagonistas del asunto, archi­
vos, reglamentos
de la Guardia Civil y un largo etcétera de fuen­
tes a las
que se añade, por vez primera, la correspondencia pri­
vada de Moscardó, prueba definitiva y de valor excepcional
que
se añade integramente en un apéndice al final de la obra. Ésta
cuenta, además, con gran profusión de fotografías y testimonios
gráficos en un magnifico trabajo de la editorial Actas, dirigida por
Luis Valiente.
Bullón y Togores se centran
en los dos aspectos más ataca­
dos
por la bibliografia desmitificadora: la conversación entre
Moscardó y su hijo, suceso heróico y desgarrador, sin
duda el
más claro
exponente del valor y el sacrificio del principal prota­
gonista del asedio toledano y
que ha sido falseado, e incluso
negado
por diversos autores. Prueban fehacientemente que este
episodio sucedió conforme lo narra la historiografía tradicional.
También contestan a las falsas acusaciones acerca de los supues­
tos "rehenes" del Alcázar, demostrando que efectivamente los
hubo en el Alcázar, en un número aproximado de diez y seis,
algo
que los autores proalcázar nunca trataron de ocultar. Sin
embargo, y
en contra de lo que autores como Quintanilla o
Southwoth han intentado hacer creer, la práctica totalidad
de los
civiles asediados, muchos pertenecientes a las familias
de los
defensores, permanecieron alli de forma voluntaria, apoyando
plenamente la causa nacional, como
prueban los numerosisimos
testimonios y el
hecho de que les fuera concedida una laureada
colectiva al fin de la guerra.
Los historiadores antialcázar, como muestran los autores de
esta obra, pasan por alto datos esenciales que de ser expuestos
echarían por tierra sus tesis, falsean datos, ha:sta el punto indig­
nante
en que Vilanova llega a negar la brutal persecución reli­
giosa que hubo en Toledo, e incluso sostienen varias teorías,
incompatibles entre si, con tal de mancillar la hazaña protagoni­
zada
por Moscardó y los defensores del Alcázar.
Este hecho, el ocultamiento y la manipulación de la informa­
ción, es, sin duda, el asunto de fondo. El episodio toledano y el
falseamiento histórico de que ha sido objeto es tan sólo una
muestra de lo que, por desgracia, tiene unos objetivos de mucho
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mayor alcance: mentir acerca de estos pequeños episodios para
ir confundiendo la memoria hasta construir una historia a medi­
da, modelada
según intereses arbitrarios. Este mal endémico es
común a la literatura, la prensa y la docencia de forma tal que de
no ser desenmascarados estos historiadores falaces nos conduci­
rían a un mundo similar al que reflejara Orwell en 1984.
Bullón y Togores muestran
que historiadores de tan recono­
cido nombre internacional como Paul Preston,
uno de los últimos
autores
que desmitifica la actuación del Alcázar en su obra
Franco, "caudtllo de España''. o bien desconocen hechos vitales
a la
hora de escribir sobre un asunto, o bien ocultan estos hechos
a fin de
que no puedan poner en entredicho su maravillosa his­
toria a medida. llegados a este punto, se impone la reflexión; en
el mejor de los casos, tan afamados historiadores no son sino
ignorantes de aquello sobre lo
que tan categóricamente emiten
su juicio
y, en el peor, son mentirosos que han olvidado la norma
ética más fundamental para el ejercicio de
su profesión.
Tras esta victoria dialéctica
de los autores, encontramos las
cartas de
Luis Moscardó; sin duda una verdadera joya historio­
gráfica desconocida hasta
el momento. Su valor radica en su
carácter íntimo y personal, ajeno
a cualquier tipo de presión ofi­
cial y de
peso histórico. Escritas en un momento en el que el
futuro era incierto y aun se desconocia la repercusión que la
defensa del Alcázar habña de tener en el curso de nuestra histo­
ria,
en el que su autor no sabía quienes saldñe.n vencedores y
quienes
serian vencidos. En ellas se nos muestra al hombre, aún
no ensalzado a la categoña de mito, y es precisamente el valor
de
ese hombre, sus preocupaciones, su firmeza en la defensa de
su causa, sus tribulaciones ante
la responsabilidad de las mil qui­
nientas vidas a su cargo, su dolor ante las amenazas a su hijo, su
fe inquebrantable y su amor a su patria lo que nos permite ensal­
zar la hazaña vivida
en Toledo como hecho objetivo y que en
ningún caso debería ser manipulado por la ideología del histo­
riador; esta correspondencia es la prueba final
de la verdadera
historia del Alcázar y su grandeza.
ISABEL Fl!RNANDEZ DE LA C!GOÑA
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