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Número 361-362

Serie XXXVII

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Vittorio Messori: Los desafíos del católico

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
muestra que esta posición es mucho más frágil que el iusnatura­
lismo
clásico, no sólo teóricamente, sino también procedimental­
mente,
generando más problemas jurídicos que los que pretende
resolver
de una manera racional. Al final el crítico, Manuel
Aragón, tiene
que rendirse ante la insuficiencia del positivismo
para resolver los temas jurídicos actuales y termina diciendo
que
"no se trata ahora de extenderse en juicios retrospectivos. Más
interés tiene el alertar sobre los nuevos dogmatismos (naciona­
lismos, racismos, fundainentalismos)
que hoy aparecen en el
horizonte y que pudieran constituir
en el futuro, otra vez, y con
distintos rostros, el mayor peligro de la democracia parlamenta­
ria. Desde ese
punto de vista, el libro de Schmitt no deja de ser,
desde luego,
un buen acicate para que la razón no vuelva a
adormecersr!' (pág. XXXIV).
Estamos, pues, otra vez con el genial sordo de Fuendetodos:
el sueño de la razón produce monstruos (13). Lo ocurrido en la
humanidad desde
que se abandonó una concepción trascenden­
te de la misma, los ha producido y tales como sus idealistas
seguidores no los podían imaginar. En fin: al profesor Aragón se
le podría aplicar el conocido dicho portugués:
1iene razón; pero
no toda. Y la poca que tiene, no vale nada.
ANroNio SEGURA FERNs
Vittorio Messori: LOS DESAFÍOS DEL
CATÓLICO<'>
Durante décadas los fieles católicos nos hemos visto privados
de libros apologéticos.
En una ocasión análoga me he referido al
defecto que implica la publicación reciente de los textos de Ches­
terton o
C. S. Lewis en castellano, como la única y más punzan­
te apologética disponible. Y
no es sólo que C. S. Lewis nunca
(13) En el Comentario al grabado número 43 de los Caprichos, "la fantasía
abandonada de la razón produce monstrnos imposibles".
e) Planeta, Barcelona, 1997, 197 págs.
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INFORMACIÓN B!BUOGRÁF!CA
diera el paso al catolicismo y que Chesterton demorara el hacer­
lo público; es que ambos murieron hace
ya largas décadas y
antes de la crisis conciliar.
Por eso los libros de Vittorio Messori son toda una innova­
ción:
un autor apologético vivo, que escribe en los diarios de
nuestras mismas fechas.
Sin falsa modestia, dice de sí: "tengo la impresión de que
muchos lectores se acercan -y, generosamente, aprecian-a mis
escritos •a falta de algo mejor," porque "existe en la actualidad una
fuerte demanda de información objetiva y ,no compleja,, expresada
desde una perspectiva cristiana
en general y católica en particular.
Esta
-demanda, no se ve correspondida por una oferta adecuada".
Vittorio Messori posee tres cualidades para
ser un buen apo­
logeta: Fe viva y profunda, se percibe en él alguien que atiende
al Evangelio, a Cristo
en definitiva, más que a un 'cristianismo';
documentación sólida y profunda; y estilo ágil.
Tiene además
una cualidad especial para polemizar: es un
converso procedente del espíritu moderno, laico y racionalista.
Conoce
por propia experiencia tal ambiente espiritual, y por eso
no vacila en denunciar sus errores, sin extremar la presunción de
virtudes y buenas intenciones que es tacha de muchos maestros
cristianos,
que temen señalar con crudeza los móviles junto a la
gravedad de ciertos errores contemporáneos.
Por otra parte, paradójicamente, ese mismo origen le
ha pre­
servado del contagio desacralizador que rezuman muchas uni­
versidades y cátedras católicas, mucho más insidioso
por trans­
mitirse con 'voz católica'.
Hay que considerar un verdadero don de Dios que, pese a
las corrientes dominantes en el mundo católico, tan opuestas,
alguien, en su propósito de defender una visión completa del
mundo integralmente católica converja, sin
depender de su he­
rencia, con la herencia de la silenciada escuela contrarrevolucio­
naria.
Lo que no debe dejar de reconfortarnos: la verdad encuen­
tra sus caminos a la postre.
• • •
El pasado año hicimos una reseña de una recopilación de sus
colaboraciones
en Avvenire centrada en la apologética históri-
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
ca (1). Ante el éxito de público conseguido la editorial ha lanza­
do al año siguiente una nueva colección, esta vez de franca
-aunque no menos cortés-controversia en temas de rabiosa
actualidad. La suya no es ya una iniciativa apologética, sino una
apologética que toma la iniciativa, casi la ofensiva. Y es que no
hay por qué limitarse a defender a la Iglesia del injusto juicio del
mundo. Con mucha más razón debemos los cristianos someter
al
juicio del Evangelio lo que por el mundo pulula de bueno y de
malo
(Vid. Mt., 19, 28 y I Cor., 6, 2).
Los artículos recogidos, muy diversos, están estructurados en
un orden riguroso: los desafíos de los hermanos separados (cris­
tianos sin Papa),
de los antepasados hebreos; de los parientes
cercanos (musulmanes); de los nuevos paganos (ecologismo); de
los problemas de casa
(en el seno de la Iglesia); y, finalmente, de
lo Sobrenatural.
• • •
Desde luego, Messori no está acomplejado, su rigor y su
libertad de espíritu,
su falta de respeto humano para mantenerse
en 'lo políticamente correcto', le permite concluir juicios y a con­
tinuación brindárnoslos, que en los fieles subyacen por el sensus
Fidei, pero que no se escuchan en voz alta.
Es un placer leerlos presentados con toda su fuerza, sin disi­
mulo, e ... irrebatibles.
Así nadie se atreve hoy a expresar algo tan natural como que
"el hombre es siempre igual, y nadie -pero nadie, ni siquiera los
judíos-está libre de aquel pecado original que nos expone a
todos a la intolerancia, incluso de fonna sangrienta", y que "el
antisemitismo es una de las muchas facetas (si bien de las más lla­
mativas y abyectas) del rostro oscuro
de la historia". Hace un ser­
vicio a la verdad, y evitará muchas neurastenias por complejos de
culpa unilateral, recordando que el judaísmo persiguió realmente
con saña a la Iglesia recién nacida y que el poco conocido reino
jázaro, convertido al mosais1no, no fue 1nenos intolerante.
(1) Vrrroruo MEssoRI, Leyendas negras de la historia, Editorial Planeta,
Barcelona, 1996, 267 págs.
Vid. nuestra reseña en Verbo, núm. 345-346.
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Del Islam, hoy tan alabado por sus virtudes (sea por temor a
pasar
por racista o por miedo a su larga mano) reconforta ver
como lo define con exactitud como
un "judeocristianismo simpli­
ficado",
que niega, con la Trinidad y la Encarnación, también la
Cruz.
Que entre los noventa y nueve nombres de Alá no figura
el de Padre y su Religión
es una sumisión (islam), pero no una
misericordiosísima Alianza, incluso unas bodas.
El breve repaso a la historia del Islam es concluyente, aun
cuando pudiera ser mucho más severo sin apartarse de la verdad:
"islamismo y guerra van indisolublemente unidos.
Se trata con
seguridad del mensaje religioso (antes del comunismo y del
nazismo, también "religiones guerreras") que más ha azuzado la
agresividad humana"
... "Guerra y Corán componen, desde sus
inicios hasta hoy, uu férreo binomio".
Nos recuerda
la suerte, en el pasado y en el presente, de los
cristianos bajo
la dominación mahometana, y pide que "a la des­
concertante complacencia ·cristiana· [ante
la apertura de mezquitas
en Occidente] se una la conciencia de la tragedia de muchos her­
manos bautizados
en tantos países de mayoría musulmana".
Pero, sobre todo, se atreve a concluir que /{con el islamismo
es imposible un verdadero diálogo". No ya por la presión exter­
na
-pena de muerte incluida-contra la predicación y la con­
versión, sino porque el Corán declara falsificadas las escrituras
judias y cristianas,
por lo que es inútil leerlas. ¿De qué modo cabe
un diálogo con quien no quiere juzgar la realidad cristiana sino
atenerse a lo
que de ella ya dijo -tergiversado-Mahoma?
De pasada, Messori, nos deja dos avisos a considerar
por los
españoles:
no hay inmigrantes magrebíes individuales, hay una
verdadera migración de pueblos que se trasladan sin pensar en
integrarse; y mientras, el letna de los Hermanos Musulmanes es
doble: Palestina y Andalucía.
La parte dedicada a los occidentales "verdes" es verdadera­
mente sabrosa. Porque el ecologismo es
un verdadero tabú de
nuestro tiempo hasta ahora exento de crítica.
No se trata sólo de que Messori recuerde que ni los occiden­
tales están dispuestos a bajar su tren de vida ni los pueblos
en
desarrollo a alcanzar el de aquéllos.
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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Ni de ver como los ecologistas radicales, de fanatismo cuasi-reli­
gioso, son izquierdistas intentando "crearse un espacio, una razón
para sobrevivir''. Pero sin querer reconocer la contradicción de que
hoy arman tanto ruido como antaño, reivindicando exactamente lo
contrario que en el reciente pasado, pues el "rojo" creía firmemen­
te en el progreso indefinido por medio de la liberación de las fuer­
zas productivas, y la innovación técnica, y el "verde" r~cién recicla­
do se opone por sistema a
la introducción de toda obra humana, es
rigidamente inmovilista en tanto no puede imponer el retorno al
mundo premoderno (aunque
no querría renunciar a él).
Messori va a la ra!z, destacando el carácter ideológico del
ecologismo, insensible a los hombres y las verdades concretas
porque "para el
•creyente• lo que importa es el triunfo del mode­
lo ecológico". Más
aún afirma que el nazismo era en el fondo un
ecologismo "mucho más coherente con sus premisas que el
actual", pues su amor a la naturaleza pura y genuina se aplicaba
a la humanidad como
una especie animal más. ¿No predican los
animalistas radicales o los partidarios de Gaia la eliminación de
toda pretendida jerarqufa entre
el hombre y los animales?
Y además, se atreve a refutar muchos mitos ecologistas con
razonamientos corroborados
por la denuncia de las rectificacio­
nes diametrales
por parte de entidades como Green Peace de
errores clamorosos pero nunca reconocidos en materia de com­
portamientos vetados y recomendados.
El capítulo dedicado a los desafíos en el interior de la Iglesia
contiene reflexiones y denuncias, como las de del proliferación
de burocracias y documentos. Messori recuerda que en la Iglesia
toda la autoridad y la responsabilidad fueron hasta ahora perso­
nales,
no diluidas ni anónimas.
Pero contiene una joya: la carta abierta a Hans Kung, aplica­
ble a tantos jerifaltes progresistas, donde,
con humor, le reprocha
su opción por un mundo moderno cada vez más trasnochado, en
tanto que recla1na para sí, como teólogo de vanguardia, una
especie de infalibilidad que rechaza en el Papa.
Cristiano hasta la médula y directo hasta el final, Messori cie­
rra su libro haciendo alusión a manifestaciones comprobadas de
lo sobrenatural en nuestro mundo: apariciones, milagros, profe­
cías documentadas han existido y siguen produciéndose.
El cris-
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tiano no pude dejarlas de lado. Forman parte de la voluntad de
Dios
por mucho que incomoden algunos esquemas.
• • •
En resumen: el mundo contemporáneo no resiste un juicio, y
no es quien para juzgar a la Religión Católica.
¿Es esto triunfalismo? No1 mientras al mantener la superiori­
dad ca ólica no nos apartemos de la verdad y reconozcamos los
puntos _\egros y las lagunas de los cristianos.
Es simplemente Fe.
Adhesión a Cristo y confianza en que nada puede ser mejor que
Él y que sus designios.
Ciertamente,
repugna al sensus ecclesiae pensar que los fie­
les, iluminados
por la Revelación y contando con las gracias
que nos procuran los Sacramentos, hubiéramos de arrojar un
balance global no ya inferior, sino aun igual al de los que no
gozan de esa gracia. Ni se manifestaría la obra de aquélla, ni la
Iglesia Católica
podría mostrar motivos de credibilidad.
• • •
En su prólogo, Messori nos dedica estas cálidas palabras: "Un
lector que (si ha leído la antología anterior) sabrá cuánto amo y
aprecio la maravillosa
epopeya católica del país. Nosotros, los
creyentes en Cristo, le debemos mucho a España, y yo me sien­
to especialmente feliz al rebajar un poco mi deuda, también con
estas páginas, hacia una tierra y
un pueblo de los que todos
hemos recibido tanto en lo referente a su pasión y compromiso
en la defensa y la difusión de la Verdad evangélica".
En resumen: un libro valiente y provechoso, poco habitual,
contra corriente, que
se lee de un tirón y que recomendar muy
vivamente.
Algún defecto tiene: pueden desconcertar sus capítulos sobre
Nostradamus o el
Jud!o Errante; hay alguna traducción al pie de
la letra ('palabra de orden'
por consigna, y un chirriante 'insi­
riéndolo'
por insertándolo). Pero el defecto principal es su bre­
vedad: sabe a poco,
y leeríamos con gusto mucho más. Espe­
remos que se nos siga traduciendo a Vittorio Messori.
LUIS MARIA SANDOVAL
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