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Número 363-364

Serie XXXVII

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Sincretismo y ecumenismo en la perspectiva de Sciacca

SINCRETISMO Y ECUMENISMO EN LA
PERSPECTIVA DE SCIACCA
POR
PIER PAOLO ÜTIONELLO (')
La preocupación de establecer un diagnóstico dirigido a lo
contemporáneo ha comprometido zonas de
la actividad de Sciacca,
en base a la reconstrucción metar,sica más adecuada a la situción
histórica. De ahi la coherente polaridad de los aspectos de toda su
obra, histórica y teorética, orientada a la fundación y a la fructifi­
cación de
un humanismo integral configurado en términos a la vez
afines y muy distantes, o sea, paralelos
en relación con los de
Maritain. En los primeros años de la postguerra
con J,a interiori­
dad objetiva (1952), Sciacca puso las bases teoréticas de su amplio
empeño, que venia articulándose especialmente
en dos obras:
Filosofía y metafísica (1950) y El problema de Dios y la religión en
el
mundo actual (1953) en las que funda y demuestra la autono­
mia y la inseparabilidad de filosofía y religión,
y, en consecuencia,
la autonornia y
la inseparabilidad entre la religión y la multiplici­
dad de los valores que constituyen la integralidad del hombre.
El teísmo constitutivo de la inteligencia es el fundamento del
programa de "reconstrucción", del reencuentro del significado
completo del progreso -fuera del nominalismo y del reduccio­
nismo-, que Sciacca formula en aquellos años: "contra el cienti­
fismo" es necesario "recuperar y rescatar el verdadero valor
de la
ciencia, del arte contra el esteticismo, de la historia contra
el his-
("') En versión castellana de Armando Marchante, publicamos el presente
trabajo del profesor
de la Universidad de Génova Pier Paolo Ottonello en el vigé­
simo-tercer aniversario del fallecimiento de quien fue ilustre colaborador de estas
páginas, el filósofo Michele Federico Sciacca (N.
de la R).
Verbo, núm. 363-364 (1998), 213-225 213
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PIER PAOLO OITONEU.O
toricismo, de la econonúa contra el economismo, de las filoso­
fías contra el filosofismo" (1).
Los pésimos aut-aut de racionalismo y fideismo, de natura­
lismo e inmanentismo, que en esos mismo años Sciacca diagnos­
ticaba como la raiz de la disolución de la filosofia y de la ciencia,
de la moral
y de la religión, le inducen a formular una conclu­
sión que, una vez más, suena como un ultraje a los conformis­
mos aliados (2), porque con una certera visión se anticipa a un
largo plazo: "es preciso recristianizar también a los pueblos que
se dicen católicos" (3); esto escribe en el 53, algunos decenios
antes de los programas
de la "nueva evangelización". Cohe­
rente
con la verdad de que "la verdadera revolución es decir la
verdad" ( 4), Sciacca se ofrece asi a la condena de "inactuali­
dad" (5);
en un breve arco de años verá primero que es presen­
tado como
un "peligroso innovador" y, luego, como un "peligro­
so reaccionario" (6); que es la misma situación, empeorada en
términos históricos, que la sufrida por Rosmini.
Entre
La libertad y el ttempo, que publica en el 65, y la
Ontología triádica y trinitaria, Sciacca intensifica su empeño de
diagnóstico y fundación concentrado
en el capítulo final de su
obra El oscurecimiento de la inteligencia (1970) -capitulo sobre
la
Impiedad religiosa-, las conclusiones de su propio y cons­
tructivo paso crítico a través
de la modernidad, en estos términos:
"el Occidentalismo ha alcanzado a todas las religiones", seculari­
zándolas
y reduciendo la nueva religión "del porvenir" al "socio-
(1) W hora de Cristo, cuya primera edición es del 54 (pero el prólogo es del
53); ideal seguido
en la Iglesia y la civilización moderna (1948), retomando en
la segunda edición "revisada y ampliada" del 69 (Milán, Obras completas, XXXI)_
También La hora de Cristo ha tenido en el 73 una segunda edición "revisada y
ampliada",
de la que cito (Milán, Obras completas, XXXVII, pág. 82). Cfr. En espí­
ritu y verdad (1952, Milán, 100-102. Obras completas, XI, págs. 15-19).
(2)
Cfr. mi Sciacca anticonformista, ªStudi Sciacchani", XI (1995), págs. 1-4.
(3) El problema de Dios y de la religión en la filosojta actual, Milán, 1964,
Obras completas, XXI, pág. 356; cfr. págs. 339-346, 363-365.
(4) En espíritu y en verdad, cit., pág. 338.
(5) Cfr. mi Sciacca. El renacimiento de Occidente, Venecia, Marsilio, 1995,
págs.
27 y sigs.
(6) Los arietes contra la vertica4 Milán, 1969. Obras completas, XXX. pág. 22.
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SINCRETISMO Y ECUMENISMO EN LA PERSPECTIVA DE SCIACCA
logismo puramente pragmático" que es coherente con la "conti­
nuidad" iluminista y neoiluminista entre liberalismo, comunismo
y modernismo (7). En resumen,
el neoconformismo del ateísmo
progresa
con la nueva moda del sincretismo. Los tres grandes
profetas
de este "progreso" histórico resultan, por lo tanto, ser
Feuerbach,
que en Los principiOs de una filosofía del poroenír
identifica en la "humanización de Dios" la "tarea de la época
moderna"; su discipulo Nietzsche anunciador del superhombre
como superbestia; y el Lenin de la "superación del ateismo"; lo
que el genio itálico ha traducido en los destilados maquiavélicos
de Gramsci dentro de la enésima persecución
de los "espiritus
libres". Con estas premisas,
el presupuesto fundamental del "pro­
greso" religioso de la Humanidad
es el postcristianismo como
final coherente
con la presunta consumación de la metafísica. En
esa dirección, los residuos del historicismo, positivismo y prag­
matismo convergen
en maridajes coherentemente espurios, que
ven como aliados forzosos a un Gentile y a un Heidegger; a un
Wittgenstein y un Sartre; a un Popper y a un Cioran. Para la plé­
yade satélite y corpuscular
que orbita en tomo a tales posiciones,
es decir, para
la trama de la cultura contemporánea, deshilacha­
da como anticultura, el primer dogma es efectivamente el de la
ínsipíens "liberación" -como escribe en Filosofía y antifi/oso­
fia--de "religión, moral, derecho, ciencia política, y economía,
de cualquier fundamento filosófico y metafísico" (8).
Las llamadas "superaciones" de la metafísica, dan a luz los
dogmas postcristianos y neopaganos (9) que Sciacca identifica
rosminianamente en las formas confluyentes del racionalismo
-como sustitución de Dios por la razón divinizada-y la idola­
tria
-como absolutización, vez por vez, de cada una de las pro­
piedades del
hombre-, por tanto, en una dirección sea histori-
(7) El oscurecimiento de la inteligencia, Milán, 1970. Obras completas,
XXXII, págs. 177-179.
(8) Cfr. mi Occidentalismo y neopaganismo, "Filosofia Oggi", XVIII (1995),
págs.
415-418, y Dogmas postcristianos, "Studi Cattolici", núm. 432 (1997), pági­
nas 101-104.
(9) Cfr. mi Ecumenismo y sincretismo, "Rivista rosminiana", XC (1995), pá­
ginas 377-384.
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PIER PAOLO OTTONEUO
cista, sea materialista, sea existencialista. De ahi resulta que ante
todo, la fundamental confusión entre religión y religiosidad,
matriz
de la confusión entre ecumenismo y sincretismo, hoy es
casi siempre normal. Por ejemplo,
un aculturizadisimo Zolla juzga
inseparables ecumenismo y sincretismo como
buen aspirante
neosciamano.
La confluencia hasta la equivalencia de racionalis­
mo e idolatría, erradica ante todo el sentido de la trascendencia
y, por tanto, el mismo sentido del pecado, que es tal en cuanto
que libre violación del
orden trascendente revelado por Dios y,
por eso, erradica también el sentido de la revelación y de la
redención; en otros términos, desemboca en la anulación del sen­
tido de la religión en cuanto tal, es decir, en cuanto relación de
caridad con la
Persona absoluta, cradora y providente y, en con­
secuencia, deja un creciente espacio a las variadas formas de reli­
giosidad,
la cual es todo lo que se deriva de lo divino que se atri­
buye a cualquier realidad que,
de vez en cuando, aparezca como
"superior"
al hombre; por tanto, desde las manifestaciones de la
naturaleza hasta las fuerzas propias de la sociedad y de
la histo­
ria.
La caridad es el eje de la religión, el temor lo es de la reli­
giosidad. Por ello,
la religión, en cuanto tal, es el centro de todo
perfeccionamiento y enriquecimiento humano; la religiosidad es
la matriz de los innumerables conflictos que urgen siempre nue­
vas formas de pacificación y de compromiso, hasta
que el temor
radical sea eliminado mediante
una universalización del bienes­
tar, que es, de hecho, el fondo utópico e ilusorio de la hoy
naciente tecnocracia. El neopaganismo que es su soporte, renue­
va y hace avanzar la necedad de cambiar -como dice San
Pablo-"la gloria del Dios inmortal por la imagen del hombre
mortal" (10). Pero
no como ventaja para el hombre, puesto que,
convertido
en !dolo de si mismo, se anula su propia dignidad
metafisica
por haber desacralizado o negado el mismo sentido de
la verdad como relación entre el Dios revelador y el hombre
libremente reconocedor.
Por ello, su "normalidad", una vez nega­
da toda norma trascendente, es
el juego infinito de choque de
sensaciones y opiniones
en búsqueda insaciable del instante más
(10) Romanos, l, 22-23.
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SINCRE'I'ISMO Y ECUMENISMO EN LA PERSPEC'I'IVA DE SCIACCA
útil, placentero o cómodo. Por lo tanto, cada ley es solo el resul­
tado de un convenio más o menos funcional; todo itinerario meri­
torio personal o social trata de sustituirse por la manía infantil del
"todo inmediatamente para mí", no ciertamente inocente, sino
que es el crisol de la cadena de delitos con las cuales se estable­
ce y se restablece toda micro y macro sociedad: cadena "mercantil",
tanto
más huidiza cuanto más presume de pacifismos que sustitu­
yen a
la prohibida y posible paz -aquella que el mundo no puede
dar-así como los humanitarismos que sustituyen a la caridad.
Occidente, decaído
en occidentalismo por la pérdida del sen­
tido de la necesidad de la metaflsica, oscurece la inteligencia
ontológica y se reduce a "estupidez histirizada". Omitido y per­
dido
el mismo sentido de la unidad constitutiva de lo múltiple, o
sea,
la dialéctica creadora e integradora ser-entes, disipa toda
forma de pluralismo a niveles
de relativismo cada vez más disol­
ventes, hasta hacer desaparecer
de lo cuantitativo todo sentido de
lo cualitativo. Con ello se
ponen las bases para hacer planetario
lo tecnológico absolutizado
en su dimensión tecnocrática com­
primiendo los hogares
de la ingobernabilidad a todos los niveles,
cuyo gradiente,
por otra parte, desde hace aproximadamente un
treintenio, continúa superando las señales de alarma cada vez
más altas. Intenta sofocar estos orígenes del fuego cubriéndoles
con ensamblajes varios y vendibles de ideología y religión, des­
pués de haberlas homologado y homogeneizado.
La tecnocracia
en aumento liberada de la ilusoria farmacopea metaflsica, se hace
recogedora opulenta de estimulantes y cataplasmas, aunque pro­
cedan de nuevos brujos y
de traficantes de droga, con tal de
remediar nuevos "momentos" de subida del "tono" al que, vez
por vez, "nos lleva el corazón". Su normalidad es la libertad apá­
tica y viciosa hasta lo patético y lo grotesco, que Sciacca
en l,a
libertad y el tiempo llama infantil e idiota, porque no sabe lo que
dice y no sabe lo que hace, desenmascarando y desmitizando
todo,
con tal de remover todo impedimento para hacer "todo lo
que se tiene ganas de hacer", aunque si, como insinúa Voltaire,
lo que busca, lo busca por necesidad, no por elección (11).
(11) Cfr. La libertad y el tiempo. Mil:in, 1965. Obras completas, XXII, pági­
nas 163
y sigs.
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PIER PAOLO OITONEUO
El moralismo, viejo cómplice de la "hipocresía burguesa,
colabora así
con la extendida desvergüenza de la sociedad del
bienestar" (12), según la rutina del conformismo más blando y
cruel.
Es el conformismo hijo del perseguido "puro igualitaris­
mo": el apetitoso plato de zanahorias ofrecido
por el gran gour­
met tecnocrático, que, en realidad, es la "muerte de la inteligen­
cia, de la cultura y de la libertad, es la igualdad de la esclavitud",
como escribe Sciacca
en las últimas páginas de El magnifico
hoy (13). El éxito del plato tecnocrático está asegurado si el ham­
bre que él mismo estimula, más allá de las anorexias repetidas,
es el mismo del egoísmo
que "indomable y camaleónico ... alte­
ra y arruina hasta su destrucción
el orden social y el de la natu­
raleza", elevando la confusión al caos (14).
Al inicio de los años cincuenta, Sciacca había subrayado
como característica de la conciencia contemporánea la ostenta­
ción de una "grave preocupación religiosa" (15); en los años
setenta esto se le aparece
en su ambigúedad, porque se caracte­
riza por combinar y, frecuentemente, confundir el fenómeno
-nuevo y típicamente contemporáneo--- de la religiosidad de las
masas con la proliferación de formas subjetivas de "necesidad"
religiosa. Tales formas se muestran como muy necesitadas esen­
cialmente de espontáneas y no estructuradas agragaciones, según
una contradictoria dinámica -también típicamente contemporá­
nea-de las "sociedades anárquicas", fluctuantes según el sentir
más momentáneo y
"motivado".
En este nivel horizontalizado, e incluso comatoso, todas las
formas de "necesidad religiosa" resultan tan intercomunicables
co1no interca1nbiables, con la ünperiosa condición de que el
cocktail logre ser "productivo" con respecto al
itnpulso. La más­
cara democrática de la tecnocracia reduce efectivamente cual­
quiera otra necesidad a
una red de convenciones: después de
haber homologado las necesidades esenciales y constitutivas con
aquellas que
son artificiales y momentáneas, tritura el resultado
218
(12) El oscurecimiento de la inteligencia, cit., pág. 161.
(13)
El magnifico hoy. Roma, 1976, pág. 113.
(14) Cfr. ibídem, págs. 157 y 189.
(15) El problema de Dios y de la religión en lafilosofia actual, cit., pág. 14.
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SINCRETISMO Y ECUMENISMO EN LA PERSPECTIVA DE SCIACCA
haciendo fichas para el gran juego del prostíbulo nominalista de
la impiedad. Recuperada la virginidad
por la inmersión en el río
sagrado de la "inocencia del devenir", todo acto humano
se con­
vierte
en superhumano por el viejo juego "cósmico" de la nueva
contemplación del fluir de la imagen-espectáculo, progresiva­
mente "virtual". Tal derroche
de pátina y luminiscencia es, en
realidad, la cristalización y proyección del sin sentido del respeto
ontológico;
el cual exige intñnsecamente que todo ser no sea
englobado en cualquiera homogeneización o fluidificación, aun­
que se presenten como apetecibles, sino que sea reconocido en
su grado de ser, según la dialéctica metaftsica de multiplicidad y
unidad. Por lo demás,
la negación del respeto ontológico apare­
ce claramente a cualquiera
que no sea obtuso del todo, en cuan­
to se observa que el gran río de la "inocencia del devenir" es, en
realidad, un amalgama de desolación y tosquedad, insipidez e
inanidad
-en el lenguaje, en las decisiones, en el trato-aun­
que a veces se escondan bajo complicadas cosméticas.
Lo que en "Filoso/fa y anti.filoso/fa" Sciacca llama "cáncer de
economicismo y cientifistno, del sociologismo y de la tecnocra­
cia" (16), se muestra desbordante de salud cuanto más está ocu­
pado
en los "negocios", eclécticos, sin límites ni escrúpulos de
los diversos irenismos
y sincretismos que venden a un caro pre­
cio la hipocresía de creer en todo, contrabandeando el más abso­
luto desinterés
por cualquier forma de verdad (17). Con tal de
aniquilar el mismo significado de la verdad con métodos, a veces
suaves, a veces violentos, se envilece o se envía al exilio la teo­
resis, la contemplación y el pensamiento, la búsqueda de la ver­
dad y la maravilla; incluso al precio de vaciar las mismas ideolo­
gías residuales, para poder "esterilizar" las bacterias de la creati­
vidad, de la religión y de la moral, y conseguir así una más com­
pleta liberación de la libertad, reduciendo a niveles despreciables
sus residuos accidentales. Únicamente una tal desinfección orga­
nizada científicamente y que sea eficiente puede pennitir e inten­
sificar la lluvia de las "nuevas religiones", recicladas, a
ser posi-
(16) Filosofla y antifilosofla. Milán, 1968. Obra completa, XXVIII, pág. 57.
(17)
Cfr. ibulem, pág. 126.
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ble, de las ruinas de las viejas, no sin conservar cierto aroma de
las más "primitivas".
La absolutización de la interioridad, de matriz luterana, de­
semboca así en la fragmentación subjetiva hasta el anarquismo
más o menos inconsciente u obligado.
La "muerte de Dios"
transfor1na en "pulgas saltarinas" las personas 1nasificadas según
los conocidos anuncios de los profetas Marx y Nietzsche.
Bergsonismo, modernismo, freudismo, teilhardismo, se prodi­
gan en "poner al día" la profecia empujando al progreso como
dinámica para introducirse más allá
de la objetividad del bien y
del mal, de lo positivo y
lo negativo, enunciando de tal modo
el renovado dogma de la eficacia vital a este lado de todas las
herejías viejas y nuevas. En relación con tales dinámicas, pare­
ce que ya no es suficiente la identificación de la comtempora­
neidad como tertíus genus bumanum, después del judío y del
cristiano,
que Guitton dibuja en Le Crist ecartelé de 1963. El
"cuarto hombre" de hoy -¿la tan proclamada postrnoderni­
dad?-aparece caracterizado por el mismo desprecio hacia el
cristianismo que hacia la irreligión, y, a la vez, por una mezcla
equivalente de ambos según dosificaciones cada vez más "ape­
titosas". Tampoco es preciso incomodar a la llamada
New Age
ni a los movimientos tipo Scientology, para tener su fiel identi­
ficación. El núcleo genético, frecuentemente común a sincretis­
mos y a los movimientos y tendencias ecu1nenizantes, está
constituido
en último análisis por la creciente urgencia de la
necesidad de olvido que es, a la vez, quintaesencia y antídoto
del bienestar y de todos los bienestares conseguidos
por la opu­
lencia tecnocrática. "Extasis" y espiritis1nos, conocidos y de
modelo nuevo, neodionisíacos y neoocultismos, esoterismos y
neomisterios, magia y ocultismos, orgiásticos y tecnologis1nos
virtualizantes,
son n1ezclados e insertados en la cadena impara­
ble de la producción-consumo por los supermercados de la
"élite" democrática en el intento de taponar, de modo fanta­
alternativo, las crecientes brechas del superplanificado bienes­
tar, el cual trasuda con peso aplastante la "alternativa" realísüna
de hacer prevalecer, sobre tanta civilización del futuro, su
misma superproducción
de excre1nento.
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SINCRETISMO Y ECUMENISMO EN LA PERSPECTIVA DE SCIACCA
El culturalismo alimenta los transformismos más conformis­
tas y
sus modas derivadas, por lo que la "moda" del ateísmo,
señalada
por Sciacca en el 68 en Los arietes contra la vertical (18),
está hoy transformada
en la equivalente del sincretismo, acelera­
do y reforzado el proceso de disolución de toda religión propia­
mente tal, a través de la proliferación de la pulverización más
libertaria y frecuentemente libertina de partículas de religiosidad.
Escepticismo y agnosticismo asumidos como cuarteles de noble­
za,
dan como progenie óptima la deconstrucción programática
que,
en realidad, es la metodología de la desesperación, por
tanto, tan construida como obligada. En la búsqueda de las nue­
vas fronteras del anticonformismo, dentro de la de-construcción,
se hacen homogéneos los fanatismos y las rebeldías, como restos
del esteticismo en unos niveles mínimos, neocinismo, que uni­
versalizan con el nombre de cultura
-mientras que esto es ren­
table--las nuevas "enciclicas" proféticas cantadas en los mayo­
res ritos
de hoy día, los del "happening" de masas, convertidos
en mercancías, tanto más cuanto más realizan una mezcla "a este
lado" de la música de moral y libertad cuando en realidad en ella
está realmente la exasperación del
continuum de la idolatría.
Tal conflicto entre religiosidad y religión, creciente y devas­
tador, manifiesta sin duda
la sacrosanta necesidad de purificar sin
cansando "estructuras" -asociaciones, partidos, burocracias cu­
riales-crecidas hasta dimensiones desproporcionadas, frecuen­
temente para fines parasitarios: es decir, la necesidad de vivificar
y enriquecer la totalidad de las dimensiones de la persona, pro­
grama que ninguna cultura "oficial" está dispuesta a asumir
por
juzgarlo utópico y antieconómico, es decir, incómodo del todo y,
por lo tanto, insensato. Pero el que la intención del conflicto
entre religiosidad y religión
sea en realidad de naturaleza mucho
menos noble lo demuestra abundantemente su rebajamiento nor­
mal al nivel de los valores vitales
y, en consecuencia, el rebaja­
miento de los mismos valores vitales que caracteriza el ambiente
dominante. Este ambiente está determinado, efectivamente, por
la dictadura del llamado bienestar; con su forma de dictar la ley,
(18) op. cit.
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PIER PAOLO 01TONEUO
por encima de todo, tiende a conformar las pasiones de las
masas,
en consecuencia, se acentúa el plano inclinado a lo largo
del cual más rápidamente los diversos antiintelectualismos
se
deslizan hacia la neobarbarie y los diversos activismos aceleran a
la vez el complejo de complejización y de caotización:
un una
palabra, aumentan la confusión co1no cosa normal.
En Los arietes contra la vertical y El oscurecimiento de la inte­
ligencia,
Sciacca profundiza en las causas radicales de tales pro­
cesos
no dudando en sintetizarlas en lo que llama "el pecado del
mundo moderno", o sea,
en el "rechazo del ser por el hacer" (19).
Consecuencia coherente de ello, es sobre todo, en primer lugar,
el hecho de que la única concesión que hace la temocracia, con
cuentagotas, al "discurso" religioso y no sólo en los mass inedia,
es el de identificarse con sus implicaciones político-económicas,
en la dirección de una completa homologación de todas las
"creencias", sólo privadas en cuanto tales y, por tanto, equipara­
das, y es un ejemplo, a los llamados "gustos" sexuales más allá
de todo juicio. El renovado dogma de la autosuficiencia del hom­
bre, en realidad, muestra que ha generado la "alianza diabólica"
-así la lla1na Sciacca-entre política y tecnocracia para erigir y
reforzar un humanitarismo y su solidarisn10 "de imagen" según
las escenografías, fruto de cálculos complicados de las dominan­
tes ideas psico-sociológicas: éstas, efectiva1nente, son un conglo-
1nerado
de empirismos viejos y nuevos -sustitutivos de metafí­
sica, moral y religión-que abarcan todo el planeta con resulta­
dos variadamente trágicos.
Las raíces de aquella "alianza diabólica" entre política y tec­
nocracia se extienden plurisecularmente. En el momento crucial
de nuestro
siglo, en los años veinte y treinta, se intensificaron sus
ramificaciones que hoy fructifican incluido el sincretismo de
supennercado. Baste aquí la alusión a figuras como Bergson,
Freud, Guénon, Teilhard, Jung. Junto con Gandhi, que procla­
maba
un budista cristiano, un Radhakrishan ha alimentado fuer­
temente las diarias modas anglosajonas,
por lo tanto exportadas
a todo el mundo,
en el ámbito de una religión reducida a condi-
(19) Los arietes contra la vertical, cit., pág. 79.
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SINCRETISMO Y ECUMENISMO EN LA PERSPECTIVA DE SCIACCA
ción y colaboradora de aquella alianza. "El teista y el ateo --es­
cribía Radbakrishan en 1927-el escéptico y el agnóstico, pueden
ser todos hindúes", porque lo que cuenta "es la intención y no la
creencia" (20). Razón
por la cual -como escribe en 1be Reltgton
of Sprit-la humanidad debe construir una "religión que enseñe
la posibilidad y la necesariedad de la unión del hombre consigo
mismo, con la naturaleza, con sus semejap_tes y el Espíritu Eterno
(. .. ), nuestras religiones históricas deberán transformarse en una
fe universal o desaparecerán". Programa formulado -y es lo
menos
que se puede decir-sobre un abismo de ignorancia de
la mejor tradición cristiana. Una de las innumerables ediciones
proféticas
en libros se puede hoy identificar en el cristiano-hindú­
budista Panikkar, quien pretende indicar y realizar el ecumenis­
mo más radical mediante un diálogo intra-religioso, sobre la base
de la identificación de la religión con el misterio y de Cristo con
el "principio cosmoteándrico". Se sigue de ello para Panikkar y
sus secuaces la necesidad de que las religiones "tradicionales"
renuncien a "toda pretensión de monopolio" (21)
y, en conse­
cuencia, a superar el cristocentrismo y el teocentrismo
en pro del
misteriocentrismo que, en realidad, es idolatría y nada más, por
más desgarrada y fñvola que sea. La edición más vendida entre
nosotros
es la de Elemire Zalla, desgraciadamente en estos últi­
mos años cada vez más parecida a un ejemplar clónico de una
fauna romana a lo Fellini. Honro aquí a Zalla con una segunda
cita
en atención al vivo recuerdo de su período -aunque peque­
ño-de colaboración con Sciacca.
Sciacca
no se desgasta en el análisis del desarrollo del ecu­
menismo de escaparate; aunque lo observa vigilantísimo: se li1ni­
ta a identificar su consigna: aquella que -escribe en Ftloso.fia y
antifilosofla---"hace 'apetecible' el Cristianismo acomodando al
gusto de hoy sus verdades", hasta hacer "un guiso y una albón­
diga sin Dios y sin dogmas" (22). Óptimo alimento, es lógico
(20) Tbe Hindu Vtew of Lije. Londres, 1927, págs. 38 y 77.
(21) Cfr. R. PANIKKAR, Tbe lntrareligius Dialogue. Nueva York, 1978, pág. 220,
y HA.VE, "Religions" tbe monopoly on Religion?1 "Joumal of Ecumenical Studies",
1974, pág. 517.
(22) Filosofta y antifilosofta, cit., pág. 129.
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observar, para la proliferación de los pseudo-universalismos tec­
nocientíficos; que,
en realidad, son la edición de hoy del Nouveau
Cbrtsttantsme sansimoniano, del cual Rosmini señala con el dedo
su ejemplar impiedad. En substancia, para Sciacca es de tal cali­
dad la fructificación máxima del "mediocre y variopinto praxis­
mo" (23) que universaliza lo mismo la religión y la politica con
la invitación urgente a ponerse de acuerdo "para una coopera­
ción práctica, dejando aparte los principios teóricos". Su punto de
partida es la
logojobta -la enfermedad capital de la contempo­
raneidad-que, puesta la verdad en las cuerdas de la sofista
alternativa "o la verdad o la eficacia" (24),
se desahoga en con­
trabandos verbales de ínfimo neohelenismo. Sciacca
no le ahorra
la denominación más apropiada, helénica, de
porno/alta, o sea,
charla entre prostitutas y prostitutos, y está persuadido de
que se
trata de "normalizar" el lenguaje de los mass media según esas
formas. Tampoco olvida ciertamente, con Rosmini,
que "por las
charlatanerías del mundo
no se debe olvidar ningún bien por
pequeño que sea, pues de otro modo los olvidaríamos todos (. .. )
del mundo
no puede venir otra cosa que charlatanería y perse­
cuciones" (25).
El sofisma cardinal que sirve de apoyo a la tesis hoy domi­
nante sobre el porvenir del cristiano, así como sobre la función
del ecumenismo, es así sintetizada
por Sciacca: "la fe en el Dios
cristiano está muerta para
la cultura contemporánea, que es post­
cristiana; de donde
se sigue que o nos retiramos de la cultura
para preservar la primera o
nos metemos en ella aceptándola así
como es: atea; lo que, añade, no es más que "un retomo del pro­
testantismo privado de sus valores cristianos, el cual bajo la espe­
cia del ecumenismo
se ha empeñado, estrechando todas las alian­
zas,
en la destrucción del catolicismo" (26). Claridad cortante que
nada tiene que ver ni con el reaccionarismo ni con la nostalgia.
En cambio, señala, con lógica y coherencia profundas, las condi­
ciones necesarias tanto para el auténtico pluralismo filosófico
224
(23) Jbidem, pág. 33.
(24) Jbidem, págs. 88-70.
(25)
Como Rosmini escribe a Luigi Gentile el 4 de junio de 1830.
(26) Los arietes contra la vertical, cit., págs. 94 y 101.
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SINCRETISMO Y ECUMENISMO EN LA PERSPECTIVA DE SCIACCA
como para el auténtico ecumenismo, o sea, la exclusión dog1ná­
tica,
en tanto que intñnsecamente contradictorios de los princi­
pios
de relativismo y eclecticismo y de los consiguientes com­
promisos prácticos, los cuales
en todo caso se hacen esclavos del
"mercado",
de las "audiencias" asi como de las "flautus vocis et
phantas1natis''i precisamente matrices de los sincretismos. En re­
sumen, como Sciacca escribía
ya en 1948 en el volumen La
Iglesia y la civilización moderna, en ningún caso se trata de
"adaptar el Catolicismo a nuestras necesidades contingentes o a
intereses politicos o a gustos
del momento", sino de incrementar
"el encuentro
con las exigencias profundas" las del hombre en su
integridad (27). Los ecumenismos, hijos de la violencia del "espí­
ritu del tiempo"
dan a luz, de hecho, a su peor enemigo, preci­
samente los sincretismos.
La abdicación de la necesidad de la
metafísica, de la objetividad
de los principios y de los valores es
el camino suicida
por excelencia, muy pronto incluso con res­
pecto a lo que se instrumentaliza idolátricamente, ciencia, técni­
ca, religión.
Es impotente para "hacer historia" quien no ejercita
el "derecho obligatorio de guerra al error" allí
donde se descubra
por amor a la verdad. Pero la condición necesaria de este ejerci­
cio
es nada menos que el ejercicio caritativo del "deber de repen­
sar el sistema de la verdad" como escribe Sciacca, rosminiana­
mente en Filosofia y antifilosofia (28). Confinnación ulterior de la
profunda naturaleza de su posición en relación con los proble­
mas
de los que nos venimos ocupando; es, efectiva1nente, la
posición
de las auténticas conciencias religiosas, que son tan
implacables como caritativas, constructivas y creadoras.
(27) La Chiesa e la civil/a moderna, cit., pág. 61.
(28) Filosojia e antifilosofia, cit., pág. 56.
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