Índice de contenidos

Número 363-364

Serie XXXVII

Volver
  • Índice

Francisco de Castellví: Narraciones históricas

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
sentarse la consecuencia de que, para llegar a la suma de mayor
felicidad, cada
uno debe ser más egoísta que altruista" (§ 86). Así,
en una sociedad bajo las directrices del darwinismo social.
Los problemas reales son los de las víctimas de esta filosofia
(torturados, violados, sodomizados) para los
que según el dicho
anglosajón, "ese es su problema". Y aquí la pregunta clave es:
¿pueden esperar, tal vez años, a
c¡ue el diálogo social acierte en
la vía justa cuando saben que hay un "marco común" que hubie­
ra evitado esta proble1nática de la espera? No es más racional, no
sólo razonable, admitir co1no 1narco común el orden de la natu­
raleza,
no solo física, sino ta1nbién moral, de un Dios pdstulado
por
la razón científica co1no últhno cierre de una teoria unifica­
da de la comprensión del mundo sabiendo que todo procede de
Dios y a Dios
se ordena? Terminaremos recordando una palabras
de Juan
XIII: "El aspecto más siniestramente típico de la época
moderna consiste en la absurda tentación de querer construir un
orden temporal sólido y fecundo sin Dios, único fundamento en
el que puede sostenerse" (§ 72: Mater et Magístra).
ANTONIO SEGURA FERNS
Francisco de Catellví: NARRACIONES
HISTÓRICAS
e•¡
La Fundación que lleva el nombre de Francisco Elías de Te­
jada y Spínola
-uno de los nombres cimeros en la historia del
pensamiento político español de este
siglo-, al acometer la edi­
ción de las
Narraciones Históricas de Francisco de Castellví, iné­
ditas hasta
la fecha, no sólo ha venido a acreditar sobradamente
la fidelidad de
su quehacer a la senda trazada por su fundador,
el polígrafo extremeño 111uerto ahora hace veinte años, sino que
también ha mostrado una fina sensibilidad que le ha hecho poner
a disposición del público -pese a lo costoso de la empresa­
una obra capital para el conocimiento de la guerra de Sucesión .
y, por extensión, de la entera historia conte1nporánea de Cata-
e) Fundación Francisco Elías de Tejada, Madrid, 1997, vol. 1, pág. 722.
362
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
!uña, tan azotada por la desnaturalización cuando no la manipu­
lación, que, sin embargo, permanecía hasta la fecha inédita. En
efecto, el manuscrito fue a parar
al antiguo Archivo Imperial de
Viena, luego convertido en el Archivo del Estado austríaco,
donde reposaba, mientras en la Biblioteca de Cataluña se con­
servaba una copia fragmentaria realizada
por Sanpere i Miquel a
principios de este siglo al hilo de haberlo utilizado como fuente
de su estudio sobre
"El fin de la nación catalana". El historiador
José María Mundet y el profesor José María Alsina son quienes
han cuidado
la edición que hoy presentamos, de 1no1nento con­
traída en este primer volumen a los antecedentes, el reinado de
Carlos
II, y los años posteriores a su muerte hasta el de 1705,
pero que ha de continuarse hasta el año
de 1725 completando
los tres volúmenes
que restan. El profesor Francisco Canals, repu­
tadísimo filósofo y
uno de los más finos analistas de la historia de
Cataluña -no hay sino que acudir, co1no muestra, a su La tradi­
ción catalana en el siglo XVI!I ante el absolutismo y la Ilustración,
estampado también
por la Fundación Elías de Tejada en 1995--,
ha enriquecido aden1ás la edición con un extenso estudio preli­
minar que desvela las complejas claves no sólo del período a que
viene referida la obra, cuanto de los antecedentes y consecuen­
tes que han marcado la singular trayectoria histórica del Prin­
cipado.
No podemos seguir aquí el apasionante relato de los últimos
años de Carlos
II, las maniobras de las Cortes europeas para influir
en su testa1nento, la alianza contra Francia, la venida de Felipe de
Anjou a España y su presencia en Barcelona, los esfuerzos por
linli­
tar el vigor y la jurisdicción de los poderes locales, el cambio de
actitud de los catalanes ante Felipe V y su inclinación al Archiduque
Carlos, o los dos intentos de los aliados de desembarcar
en
Barcelona, el segundo coronado con éxito ... Lo que sí debe subra­
yarse,
en cambio, es que el resultado de la guerra de Sucesión no
supuso para España sólo
la consolidación de un cambio de dinas­
tía, sino una auténtica revolución política y social que iba a con­
ducir de un régitnen con
1narcadas reminiscencias 1nedievales y un
rico
entra1nado social, a un sistema absolutista setnejante al que ya
había sido entronizado plena1nente en Francia, can1bio que en
363
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
Cataluña había de percibirse con especial agudeza por el particular
arraigo de ese entramado. Pero
en Cataluña, Valencia y Aragón
había de suponer, además,
por mor de una política pretendida­
mente "castellanizadora", que en puridad no era sino "afrancesada",
la pérdida del régimen paccionado de libertades y obligaciones
mutuas establecidas entre
la Corona y la sociedad civil.
En definitiva, el cambio no podía sino vivirse
por la mayoría
de la población como una trágica derrota. Pero no como una
derrota de una Cataluña independiente a manos de una opreso­
ra España, sino como
la de España entera, y Cataluña en ella,
pues no podía ser de otra manera, a costa de Francia. El sentido
español de los ideales por los que luchaban aquellos hombres
que resistieron el asedio de Barcelona, significativamente refleja­
do en la última proclama promulgada en lengua catalana el 11 de
septiembre de 1714, no deja la menor sombra a la duda. Sin
en1bargo, la conme1noración de esa efe1néride ha sido converti­
da hoy por el catalanismo falsario cabalmente en lo contrario de
lo
que significó. Al igual que la meditación de la historia catala­
na posterior obliga a reconocer
que el catalanismo cultural no
nació-lo ha notado Canals-de una concentración de las ener­
gías tradicionales catalanas, sino del itnpacto en unos sectores
minoritarios de la burguesía isabelina -"castellanizada" familiar
y
culturalmente-de las actitudes e ideales del romanticismo
francés y español, que insertó
en Cataluña el espíritu de la Revo­
lución francesa en versión "moderada".
Es que mientras que Cataluña es una realidad, singular histó­
ricamente,
¡y hasta dónde!, pero en modo alguno concebible
separada del resto de los pueblos de las Españas,
por contra, el
catalanis1no -y su plena expresión en el nacionalismo catalán­
es una opción ideológica fundada en principios filosóficos falsos
e injertada
en aquélla como algo extrinseco a su tradición y por
unos catninos tan sorprendentes que revelan en éste su carácter
de im1pción auténticamente extranjerizante. El contraste entre lo
que nos muestra la "desconocida y encubierta" historia de Cata­
luña -no hago sino seguir la gran aportación de Canals-res­
pecto de sus hechos y realidades sociales y los mitos forjados por
el catalanisn10 resulta así insalvable.
364
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Y es que ningún pueblo español ni europeo ha combatido tan
tenazmente como el catalán en guerras tradicionales y "antimoder­
nas". Repásense, si no, la popular "Guerra Gran" contra la Francia
jacobina, mientras la monarquía borbónica española --en su etapa
ilustrada-prefería "perseverar con los regicidas en el acercamien­
to iniciado por los reyes"; la guerra de la Independencia, con el
lema "Religió, Patria y
Réy" escrito en sus banderas; la guerra rea­
lista, con
la "Regencia de Urgell" como gran protagonista; la guerra
de los "agraviats" o "malcontents''i contra la preparación por los
"fernandinos" de una alianza
con los "moderados" que impidiera la
sucesión en el trono de don Carlos; las guerras carlistas, que en
Cataluña fueron tres, pues, además de la de los siete años y de la
de 1872 a 1876, conoció otra llamada de los "matiners". Estas gue­
rras, de carácter tradicional, enlazan con el sentido y el talante espi­
ritual de la guerra antiborbónica, que Cataluña, con Aragón,
Valencia y Mallorca, emprendió
en 1705 en favor de la sucesión
austríaca y que se narra en el libro a que se refiere esta nota.
De manera que si esta perseverante lucha de Cataluña contra
las imposiciones
-sucesivas-absolutista, ilustrada y liberal de
un modo de ser extraño por parte de la dinastía originaria de
Francia, confirma la pervivencia
en Cataluña de los ideales de la
Cristiandad medieval frente a la modernidad renacentista y "filo­
sófica" -peivivencia que elogió Torras i Bages y 'que reconocie­
ron, lamentándola, los catalanistas del
"noucentisme"-, esta tre­
menda sucesión de guerras revela también hasta qué punto es
mítica y deformadora la imagen que se da de Cataluña como
un
pueblo que, en contraste con los otros de la Península Ibérica,
está siempre inclinado a la "moderación" y al diálogo y
es ajeno
al espíritu belicoso
que manifiestan tantas guerras civiles.
Empezar a descubrir
la verdadera historia de los pueblos his­
pánicos, frente a la deformación nacionalista, es empresa obliga­
da de auténtica piedad hacia la patria. Por eso, debe agradecer­
se sinceramente esta aportación que una Fundación 1nadrileña
que lleva el nombre de un erudito extremeño universal ha encar­
gado a unos estudiosos catalanes de pura cepa y que, a lo que
se ve, no interesaba al catalanismo todopoderoso hoy instalado
en Cataluña.
MIGUEL AYUSO
365
Fundaci\363n Speiro