Índice de contenidos
Número 363-364
Serie XXXVII
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Rafael Gambra en el pensamiento tradicional español
-
Sincretismo y ecumenismo en la perspectiva de Sciacca
-
Religión y política
-
El marxismo en España después de su caída en Rusia
-
El retorno a la genuina definición aristotélico-romano-tomista del derecho por Michel Villey
-
Reflexiones en torno al desacato
-
Clinton rex
-
La crisis contemporánea: crisis moral y religiosa
-
La sanidad militar en la guerra revolucionaria
-
Imposturas pseudo-científicas
-
Mis recuerdos del Padre Orlandis
-
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
Oscar Sanguinetti: Le insurgenze contro-rivoluzionarie in Lombardia nel primo anno della dominazione (1796)
-
Joseph Ratzinger: Mi vida - Recuerdos (1927-1977)
-
Dos libros frente a una maniobra repugnante. Manuel Nieto Cumplido y Luis Enrique Sánchez García. La persecución religiosa en Córdoba (1931-1939) y José Luis Alfaya. Como un río de fuego. Madrid, 1936
-
Miguel Alonso Baquer: Don Manuel Azaña y los militares
-
Karl Popper: El mito del marco común: en defensa de la ciencia y la racionalidad
-
Francisco de Castellví: Narraciones históricas
-
Alberto Boixadós: La IV Revolución Mundial. New Age: Crónica de una revolución anunciada
-
Autores
1998
Miguel Alonso Baquer: Don Manuel Azaña y los militares
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
"Frentes y Hospitales"; las Comisarías Carlistas de Guerra debas
tantes provincias entonces liberadas construyeron altares monu
mentales cuya instalación al aire libre en puntos céntricos fue
encomendada a la Junta Carlista de Guerra. Termina
con un
recuento de daños materiales en templos y de asesinatos. Es un
libro denso, bien hecho, ameno y barato.
Se parece al anteriormente reseñado
en que atrapa las últi
mas oportunidades de salvar la tradición oral de los sucesos; los
testigos directos escasean
porque se van muriendo. De11tro de
nada ya
no se podrán escribir libros con este pálpito de vida.
Los méritos del autor y los de los editores son muy grandes
y merecen nuestro agradecimiento y nuestra felicitación. Resisten
holgadamente que señalemos algunos lunares: el título, literario
y como de novela,
no indica al que le mira en un escaparate su
contenido; más acertados
han estado en esto los autores cordo
beses dichos. Algunas expresiones
han perdido precisión: se
habla de ejecuciones
en vez de asesinatos, y siguiendo la moda
irenista muy posterior, a los rojos se les llama republicanos, vio
lando la tradición oral. Finalmente, se relanzan con pretensiones
de consigna referida borrosamente a aquella guerra civil, unas
plabras de cuyo autor no quiero acordanne: "Nunca 1nás". Por mi
parte, siempre que vuelva a hacer falta.
MANuEL DE SANTA CRUZ
Miguel Alomo Baquer: DON MANUEL AZAÑA
Y LOS MILITARES <•J
Vivimos tiempos de mixtificaciones y enmascaramientos en
los que la Historia se reescribe al gusto de lo políticamente
correcto. Personas, hechos y situaciones se contemplan a través
de un cristal distorsionador de la realidad que convierte a héroes
en villanos, lerdos en sabios, errores en aciertos y ficciones en
realidades.
(•) Editorial Actas, Madrid, 1997, 182 págs.
339
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
De entre estas nieblas ahistóricas emerge la figura de Manuel
Azaña Dfaz, convenientemente maquillada y engalanada para el
gran público. Azaña es presentado copio el intelectual esforzado
en la modernización de la España de su tiempo, el politico que
trata de llevar a cabo la revolución burguesa necesaria para abrir
la sociedad española
al progreso. Intelectuales, periodistas y poli
ticos entonan panegíricos en honor de Manuel Azaña, convertido
en totem y punto de referencia de las nuevas generaciones con
servadoras y de su 1nás caracterizado dirigente, pero todavía no
se ha escrito la biografia definitiva del personaje, el análisis cien
tífico de su actuación politica.
Constituye
un tópico presentar a Azaña como un reformador
militar, pero fuera de eso, pocos autores concretan y analizan
algo tales reformas. Por primera vez se rompe esta tendencia con
la publicación del libro Don Manuel Azaña y los militares, del
que es autor el General de Brigada de Infantería (DEM) Miguel
Alonso Baquer, quien aborda la politica sistemática y exhaustiva.
Sostiene el autor
que "La actitud de Azaña hacia los militares
estuvo dominada
por un problema politico e histórico que era el
de la
Monarquía. No le viene de un problema militar puro, el de
la función de las instituciones armadas para la defensa de España.
El "nunca" azañista a la Monarquia, pasaba por el cumplimiento
de dos condiciones previas, "la quiebra del Ejército permanente
y la fundación de
un sistema educativo que dejara sin función
alguna a las Órdenes Religiosas". En efecto, el aniquilamiento de
la Monarquia pasa para Azaña
por la quiebra de la instituciones
a las que consideraba como sus pilares 1nás firmes: el Ejército y
la Iglesia. Es desde este punto de partida desde el que ha de ana
lizarse toda la politica militar de Azaña.
Fueron las reformas azañistas más nominales
que reales. La
politica de personal se concretó en la reducción de los cuadros
de mando de superior empleo, sin duda excesivamente numero
sos,
pero ésta fue mucho menor de lo que generalmente se cree,
y además, ya
se había emprendido con anterioridad, siguiéndose
la pauta marcada
por el proceso desmovilizador europeo de
entreguerras. Llevó a cabo la revisión de ascensos y recompen
sas promovidas por la Dictadura del General Primo de Rivera, y
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
aunque estas medidas afectaron a un reducido número de milita
res, provocaron injusticias sin cuento y generaron un profundo
malestar. Asimismo, abolió los empleos de Teniente General y
Almirante, pero, independientemente
de su carga simbólica,
excepto a
una docena de oficiales generales, ¿a quién importó?
En el ámbito de la enseñanza militar, cerró Azaña, sin moti
vo alguno que lo justificara, la modélica Academia General Mili
tar y trató de reformar los altos estudios militares, pero esos pro
yectos
en poco o nada se llevaron a cabo.
No existió reforma alguna en la organización militar, salvo la
puramente terminológica, consistente en que las antiguas Capita
nías Generales pasaron a llamarse Divisiones Orgánicas, conser
vando su número y atribuciones, sucediendo lo mismo
con los
Gobiernos Militares, que cambiaron su denominación por la de
Comandancias Militares de plaza.
Unidades, armamento, material y medios ni se modernizaron
o incrementaron, ni
se redujeron o aminoraron. Las cosas que
daron prácticamente como antes. ¿Por qué entonces las medidas
adoptadas
por Azaña fueron tan criticadas por los militares, quie
nes en su gran mayoría adoptaron una actitud esperanzada, o al
menos expectante, y en su totalidad disciplinada, ante el adveni
miento
de la república? Parece evidente que a causa del propio
Azaña. Nadie retrata mejor a Manuel Azaña
que como él lo hace en
sus diarios. Con prosa elegante y precisa se nos muestra como un
hombre de una soberbia enfermiza, pagado de sí mismo, inmu
ne a la crítica, incapaz de la autocrítica, refractario a consejos o
sugerencias, mesiánico, sectario y antipático. Militares republica
nos y no republicanos son blanco de su desprecio y sañuda ani
madversión. Ninguno escapa a su desdén o ridiculización, excep
ción hecha de los pocos constitucionahnente azafüstas, y curio
samente, el General Francisco Franco Bahamonde.
Demagógicamente, Azafia permitió y fomentó que las Fuer
zas Amíadas se convirtieran
en el chivo expiatorio que pagara
por los muchos males que aquejaban a España, males que no
habían provocado, y que los políticos, empezando por Azaña,
eran incapaces de atajar. Indefensos y desdeñados, los núlitares
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
del 18 de julio se vengaron de Azaña, no para volver a una situa
ción anterior
al 14 de abril de 1931, sino, como sostiene Alonso
Baquer,
por "haberles implicado en lo político mucho más gra
vemente aun que los junteros de 1917 y
que los incitadores de
Primo de Rivera en 1923".
] OAQUÍN RUIZ DiEz DEL CORRAL
Karl Popper: EL MITO DEL MARCO COMÚN:
EN DEFENSA DE LA CIENCIA Y LA RACIONALIDAD <'>
La importancia de K. Popper en la cultura actual es innega
ble
por su desarrollo de la epistemologia y el hallazgo del prin
cipio de falsación para establecer científicamente la verdad teóri
ca.
Su fama está muy merecida y su influencia innegable, no sólo
por la impecable presentación de sus tesis, sino por la modera
ción de su discurso.
Lo cual no evita que también a él se le pueda
criticar. En lo que sigue no va a hacerse una recensión crítica al
modo habitual, sino
un repaso de sus ideas expuestas en esa y
otras obras de considerable difusión e influencia. Aprovechamos
una de las últimas obras de su bibliografia publicada, al menos
en castellano, aunque el © original a nombre de Karl Popper es
de 1994, el año siguiente de
su muerte.
El libro es una refundición de articulas publicados en fechas
y foros diferentes,
por el autor en defensa de una posición inte
lectual
que expone en la Nota preambular: "Este volumen está
impregnado de la convicción
que he tratado de indicar en el sub
titulo,
en el que se han inspirado mis escritos durante por lo
menos los últimos sesenta años" (pág. 14).
Es de agradecer esta
e) El mito del marco común, Paidós, 1997, 204 págs. ·más indices. Nueve
capitulas
y posfacio: "La racionalidad de las revoluciones científicas", "El mito del
marco", "Razón
y revolución", "Ciencia: problemas y responsabilidades", "Filoso
fía y física", "La responsabilidad moral del científico", "Un enfoque pluralista de
la filosofía de la Historia", "Modelos, instrumentos y verdad", "Epistemología e
industrial izac i6n".
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"Frentes y Hospitales"; las Comisarías Carlistas de Guerra debas
tantes provincias entonces liberadas construyeron altares monu
mentales cuya instalación al aire libre en puntos céntricos fue
encomendada a la Junta Carlista de Guerra. Termina
con un
recuento de daños materiales en templos y de asesinatos. Es un
libro denso, bien hecho, ameno y barato.
Se parece al anteriormente reseñado
en que atrapa las últi
mas oportunidades de salvar la tradición oral de los sucesos; los
testigos directos escasean
porque se van muriendo. De11tro de
nada ya
no se podrán escribir libros con este pálpito de vida.
Los méritos del autor y los de los editores son muy grandes
y merecen nuestro agradecimiento y nuestra felicitación. Resisten
holgadamente que señalemos algunos lunares: el título, literario
y como de novela,
no indica al que le mira en un escaparate su
contenido; más acertados
han estado en esto los autores cordo
beses dichos. Algunas expresiones
han perdido precisión: se
habla de ejecuciones
en vez de asesinatos, y siguiendo la moda
irenista muy posterior, a los rojos se les llama republicanos, vio
lando la tradición oral. Finalmente, se relanzan con pretensiones
de consigna referida borrosamente a aquella guerra civil, unas
plabras de cuyo autor no quiero acordanne: "Nunca 1nás". Por mi
parte, siempre que vuelva a hacer falta.
MANuEL DE SANTA CRUZ
Miguel Alomo Baquer: DON MANUEL AZAÑA
Y LOS MILITARES <•J
Vivimos tiempos de mixtificaciones y enmascaramientos en
los que la Historia se reescribe al gusto de lo políticamente
correcto. Personas, hechos y situaciones se contemplan a través
de un cristal distorsionador de la realidad que convierte a héroes
en villanos, lerdos en sabios, errores en aciertos y ficciones en
realidades.
(•) Editorial Actas, Madrid, 1997, 182 págs.
339
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
De entre estas nieblas ahistóricas emerge la figura de Manuel
Azaña Dfaz, convenientemente maquillada y engalanada para el
gran público. Azaña es presentado copio el intelectual esforzado
en la modernización de la España de su tiempo, el politico que
trata de llevar a cabo la revolución burguesa necesaria para abrir
la sociedad española
al progreso. Intelectuales, periodistas y poli
ticos entonan panegíricos en honor de Manuel Azaña, convertido
en totem y punto de referencia de las nuevas generaciones con
servadoras y de su 1nás caracterizado dirigente, pero todavía no
se ha escrito la biografia definitiva del personaje, el análisis cien
tífico de su actuación politica.
Constituye
un tópico presentar a Azaña como un reformador
militar, pero fuera de eso, pocos autores concretan y analizan
algo tales reformas. Por primera vez se rompe esta tendencia con
la publicación del libro Don Manuel Azaña y los militares, del
que es autor el General de Brigada de Infantería (DEM) Miguel
Alonso Baquer, quien aborda la politica sistemática y exhaustiva.
Sostiene el autor
que "La actitud de Azaña hacia los militares
estuvo dominada
por un problema politico e histórico que era el
de la
Monarquía. No le viene de un problema militar puro, el de
la función de las instituciones armadas para la defensa de España.
El "nunca" azañista a la Monarquia, pasaba por el cumplimiento
de dos condiciones previas, "la quiebra del Ejército permanente
y la fundación de
un sistema educativo que dejara sin función
alguna a las Órdenes Religiosas". En efecto, el aniquilamiento de
la Monarquia pasa para Azaña
por la quiebra de la instituciones
a las que consideraba como sus pilares 1nás firmes: el Ejército y
la Iglesia. Es desde este punto de partida desde el que ha de ana
lizarse toda la politica militar de Azaña.
Fueron las reformas azañistas más nominales
que reales. La
politica de personal se concretó en la reducción de los cuadros
de mando de superior empleo, sin duda excesivamente numero
sos,
pero ésta fue mucho menor de lo que generalmente se cree,
y además, ya
se había emprendido con anterioridad, siguiéndose
la pauta marcada
por el proceso desmovilizador europeo de
entreguerras. Llevó a cabo la revisión de ascensos y recompen
sas promovidas por la Dictadura del General Primo de Rivera, y
340
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
aunque estas medidas afectaron a un reducido número de milita
res, provocaron injusticias sin cuento y generaron un profundo
malestar. Asimismo, abolió los empleos de Teniente General y
Almirante, pero, independientemente
de su carga simbólica,
excepto a
una docena de oficiales generales, ¿a quién importó?
En el ámbito de la enseñanza militar, cerró Azaña, sin moti
vo alguno que lo justificara, la modélica Academia General Mili
tar y trató de reformar los altos estudios militares, pero esos pro
yectos
en poco o nada se llevaron a cabo.
No existió reforma alguna en la organización militar, salvo la
puramente terminológica, consistente en que las antiguas Capita
nías Generales pasaron a llamarse Divisiones Orgánicas, conser
vando su número y atribuciones, sucediendo lo mismo
con los
Gobiernos Militares, que cambiaron su denominación por la de
Comandancias Militares de plaza.
Unidades, armamento, material y medios ni se modernizaron
o incrementaron, ni
se redujeron o aminoraron. Las cosas que
daron prácticamente como antes. ¿Por qué entonces las medidas
adoptadas
por Azaña fueron tan criticadas por los militares, quie
nes en su gran mayoría adoptaron una actitud esperanzada, o al
menos expectante, y en su totalidad disciplinada, ante el adveni
miento
de la república? Parece evidente que a causa del propio
Azaña. Nadie retrata mejor a Manuel Azaña
que como él lo hace en
sus diarios. Con prosa elegante y precisa se nos muestra como un
hombre de una soberbia enfermiza, pagado de sí mismo, inmu
ne a la crítica, incapaz de la autocrítica, refractario a consejos o
sugerencias, mesiánico, sectario y antipático. Militares republica
nos y no republicanos son blanco de su desprecio y sañuda ani
madversión. Ninguno escapa a su desdén o ridiculización, excep
ción hecha de los pocos constitucionahnente azafüstas, y curio
samente, el General Francisco Franco Bahamonde.
Demagógicamente, Azafia permitió y fomentó que las Fuer
zas Amíadas se convirtieran
en el chivo expiatorio que pagara
por los muchos males que aquejaban a España, males que no
habían provocado, y que los políticos, empezando por Azaña,
eran incapaces de atajar. Indefensos y desdeñados, los núlitares
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INFORMACIÓN BIBUOGRÁFICA
del 18 de julio se vengaron de Azaña, no para volver a una situa
ción anterior
al 14 de abril de 1931, sino, como sostiene Alonso
Baquer,
por "haberles implicado en lo político mucho más gra
vemente aun que los junteros de 1917 y
que los incitadores de
Primo de Rivera en 1923".
] OAQUÍN RUIZ DiEz DEL CORRAL
Karl Popper: EL MITO DEL MARCO COMÚN:
EN DEFENSA DE LA CIENCIA Y LA RACIONALIDAD <'>
La importancia de K. Popper en la cultura actual es innega
ble
por su desarrollo de la epistemologia y el hallazgo del prin
cipio de falsación para establecer científicamente la verdad teóri
ca.
Su fama está muy merecida y su influencia innegable, no sólo
por la impecable presentación de sus tesis, sino por la modera
ción de su discurso.
Lo cual no evita que también a él se le pueda
criticar. En lo que sigue no va a hacerse una recensión crítica al
modo habitual, sino
un repaso de sus ideas expuestas en esa y
otras obras de considerable difusión e influencia. Aprovechamos
una de las últimas obras de su bibliografia publicada, al menos
en castellano, aunque el © original a nombre de Karl Popper es
de 1994, el año siguiente de
su muerte.
El libro es una refundición de articulas publicados en fechas
y foros diferentes,
por el autor en defensa de una posición inte
lectual
que expone en la Nota preambular: "Este volumen está
impregnado de la convicción
que he tratado de indicar en el sub
titulo,
en el que se han inspirado mis escritos durante por lo
menos los últimos sesenta años" (pág. 14).
Es de agradecer esta
e) El mito del marco común, Paidós, 1997, 204 págs. ·más indices. Nueve
capitulas
y posfacio: "La racionalidad de las revoluciones científicas", "El mito del
marco", "Razón
y revolución", "Ciencia: problemas y responsabilidades", "Filoso
fía y física", "La responsabilidad moral del científico", "Un enfoque pluralista de
la filosofía de la Historia", "Modelos, instrumentos y verdad", "Epistemología e
industrial izac i6n".
342
Fundaci\363n Speiro