Índice de contenidos

Número 511-512

Serie LI

Volver
  • Índice

¿La «bomba» de la población o contra la población?

 1. Introducción

En la obra de Paul R. Ehrlich, La bomba de la población, publicada en 1968, basándose en el ritmo de crecimiento de la población y del suministro de alimentos, se predice que el futuro de nuestro planeta en un plazo de pocas décadas es el de un hambre a escala planetaria que provocará la muerte de cientos de millones de personas. Esta tesis es una actualización de la de Malthus (1766-1834), quien, en su Ensayo sobre el principio de población, postuló que el crecimiento de la población se realiza en progresión geométrica y el de alimentos en progresión aritmética. Esta afirmación se produce en una fecha en la que la población estimada del mundo no llegaba a 1.000 millones y el hambre era más endémica que actualmente cuando se superan los 7.000 millones de habitantes.

Esta teoría, a pesar de que los hechos han demostrado que es errónea planteada en esos términos, ha continuado en vigor hasta el punto de que las directrices de la ONU subrayan casi como único factor a corregir el invertir la tendencia al aumento de población.

Los instrumentos sobre los que influir, imponiéndolos incluso de forma coactiva, son variados y van desde los medios anticonceptivos y el aborto hasta el fomento de la inversión de la actitud social ante la práctica homosexual que ha pasado en menos de 40 años de una situación de intolerancia e incluso persecución generalizada –desde EE.UU. o Inglaterra hasta las sociedades más subdesarrolladas– a otra de elogio. Incluso se ha pasado de presentar la eutanasia como muestra de la aberración nazi a una actitud de comprensión y tolerancia, en especial la dirigida a enfermos, discapacitados y ancianos. De hecho el proceso ha comenzado a través de la manipulación de los medios que presentan la eliminación de ancianos como actos de piedad y la tolerancia de protocolos en los hospitales que bajo la apariencia de sedación desembocan en la eliminación de ancianos.

La eutanasia ya es legal en países como Holanda en la que se ha aplicado oficialmente a más de 4.500 personas en 2010.

Organizaciones oficiales como el Banco Mundial, declara abiertamente (Documento técnico de trabajo, junio de 2007), su preocupación por el aumento de población y su política de dar prioridad al fomento del control de población mediante planificación familiar y aborto arropado bajo el omnipresente eufemismo de «salud reproductiva».

Simultáneamente, organizaciones y fundaciones privadas de potentados como Bill Gates fomentan la extensión de la contracepción a través de su fundación y a la que, por ejemplo, un financiero como Warren Buffett[1] aportó nada menos que 30.000 millones de dólares en 2006.

La población mundial en el año 2012, según la ONU, es de 7.028.484.000 personas y en el Cuadro I se recoge una muestra de algunos países con su población y la evolución de los índices de fertilidad a lo largo de 80 años.

Cuadro 1

Cuadro 1-2

* sin datos

(1) 1977

(2) A partir del año 2000, el ligero incremento de natalidad está muy influido por una población extranjera de más 12% del total, según el INE.

(3) Datos disponibles sólo de la población blanca.

La observación del Cuadro I suscita una serie de consideraciones:

1.- Las tasas de fertilidad de los países blancos o caucasianos desarrollados muestra una sorprendente estabilidad o ligero descenso desde los años 30, con la excepción de Alemania derrotada en la II GM.

2.- Esa tasa de fertilidad de esos países ricos se aproxima a la de mantenimiento estable de la población (2,1).

3.- La Europa del Sur, reduce sus tasas de fertilidad hasta el extremo de alcanzar cifras que sólo permiten reponer poco más del 50% de la población actual.

Conviene precisar que la tasa de fertilidad es el número medio de hijos por mujer en edad fértil, de los 15 a los 49 años. Como explicación esquemática de lo que representa la tasa de fertilidad hay que decir que una tasa media de 2,1, representa que la población de un país se mantendrá estable de manera indefinida y que su pirámide de población se aproximará a una especie de rectángulo con un triángulo superpuesto.

Deduciendo conclusiones al caso español actual, suponiendo una tasa de fertilidad media en los últimos 27 años del 1,25, resultará algo parecido a lo siguiente: dentro de 8 años –es decir a los 35 años se iniciarse el proceso de drástica reducción de natalidad– la capacidad de sostenimiento de la población española será menor del 60% de la actual, o lo que es lo mismo, de los 46,8 millones de habitantes actuales la población española sólo podrá reponer 28 millones, pero lo que es más grave, la población será superior a los 40 millones pero con un porcentaje de ancianos de más del 30% que será casi imposible mantener ni por la seguridad social ni por los instituciones asistenciales apenas frenada por la población inmigrante que actualmente es superior al 10%. Los hábitos reproductivos tradicionales apenas serán mantenidos por una minoría más o menos enquistada en la sociedad.

A este problema se añade el que según datos del INE para 2010, el 35,55 de los nacidos lo son de madre soltera con lo que ello supone de repercusión en una educación incompleta. Aunque muchos de los nacidos de madre soltera lo son de parejas de hecho estables y semejantes al matrimonio, en la mayor parte de los casos estos hijos son dependientes sólo de la mujer. Teniendo en cuenta que la mayor parte de la socialización e integración, el aprendizaje del lenguaje y la educación en general se realizan en la familia, la eliminación o reducción del 50% de los vínculos familiares representa un grave quebranto en la educación y cierta propensión a la marginación social.

La repercusión de esas situaciones familiares incompletas y desestructuradas en la marginación en los países desarrollados es ya patente actualmente y no solamente a través de estudios sociológicos o de la alarma que se refleja en los medios de comunicación por la proliferación de grupos o bandas cada vez más violentas. Incluso se refleja en la novela o en el cine actual.

En este «círculo infernal» en el que hemos entrado estamos todavía en la primera fase, favorable desde el punto de vista económico. En los 30 primeros años se produce el efecto económico favorable de que la población entre 0 y 30 años en España se reduce entre 7 y 8 millones de habitantes necesarios para mantener la población constante, de los cuales aproximadamente la mitad son efecto del aborto y la otra mitad efecto de una política antinatalista. Como consecuencia se produce un «ahorro» inicial anual durante los 20 años en los que el ser humano es improductivo.

Es decir, en resumen y para España:

Podemos hacer el cálculo estableciendo dos posibles hipótesis, la primera con un mínimo de ahorro de 6.000 euros/año por cada individuo menor de 20 años mientras permanece improductivo. La segunda, quizás más precisa, se refiere a un ahorro equivalente al PIB per cápita español, de unos 23.300 euros en 2011.

Para una hipótesis mínima de 6.000 euros de ahorro al año por cada menor de 20 años no nacido, en educación, sanidad y mantenimiento, etc.

Tendríamos:

250.000 no nacidos por año.

250.000 x 20 años x 6.000 e. = 30.000 millones de euros de «ahorro» estimado al año, que es de lo que supuestamente nos hemos estado beneficiando en España (y en parecida medida en Italia y otros países), en los últimos 25 ó 30 años.

Si consideramos la hipótesis de 23.300 euros (renta per cápita española en 2011) de ahorro al año por cada menor de 20 años no nacido, en educación, sanidad y mantenimiento, etc., el ahorro anual del país se elevaría a 116.500 millones de euros.

Es decir, el ahorro por la eliminación mediante el aborto o por simple contraconcepción, estaría comprendido entre 30.000 millones y 116.500 millones de euros al año.

El problema económico es que no es ahorro sino eliminación de inversión que empezará a tener efecto negativo sobre la sociedad a partir de los 20 años. De tal forma que la sociedad española ha estado beneficiándose en los 30 años de 1982 a 2012, de una natalidad como inversión que se produjo en los 30 años anteriores, de 1951 a 1981.

Si se pretende establecer una correlación entre crecimiento económico y natalidad y fertilidad, habría que llegar a la conclusión de que la reducción drástica de la natalidad, va sucedida de la crisis económica.

Prueba de ello es que en España resultó beneficiosa una tasa de fertilidad moderadamente alta y ligeramente decreciente durante al menos los 15 años que van de 1960 a 1975, en el que con una fertilidad del orden del 2,6 (prácticamente el doble de la actual), se consiguió un crecimiento anual acumulativo del orden del 7%, actualmente impensable.

La explicación de este fenómeno aparentemente contradictorio, se debería en buena parte a que el personal ocupado tiene expectativas de tener descendencia a la que desea mejorar su existencia mediante el ahorro y la inversión, mientras que las personas que no tienen esperanza o deseo de tener descendencia se vuelcan en el consumo, con lo que cercenan un futuro en el que no hay esperanza.

Sin embargo ese efecto económico negativo patente no será lo peor del fenómeno, sino que éste es prácticamente irreversible y va a más, produciendo una inevitable conflictividad social que puede dar lugar a una generalización de la eutanasia edulcorada bajo la apariencia de una piedad por los «pobrecitos viejos» para evitarles sufrimiento y una población sobreviviente culpable e inútil para cualquier tarea.

Se da la paradoja de que en el diario El País de 19 de junio de 2012, aparece como noticia: «Políticos y demógrafos están de acuerdo: la estrategia china del hijo único ha sido todo un éxito. De no ser por ella, China acogería ahora a 400 millones más de seres humanos; es decir, estaría rozando los 1.800 millones de habitantes».

La supuesta noticia sólo es admisible por los tintes de amarillismo de algunos «medios», pues ni siquiera es tal noticia al decir de forma indeterminada que «políticos y demógrafos…» y calificar de éxito la política del hijo único y añadir con poco fundamento que en China, de no haber seguido esa política, habría 400 millones más de habitantes, como si no fuera suficiente que incluso con una tosca estimación la implantación de esa política desde 1978, supuso como máximo una reducción de natalidad de 250 millones y no de 400 millones como se afirma. Por otra parte esa reducción ya de por sí considerable representa actualmente el principal problema económico con que se enfrentará China en los próximos treinta años, pues significará que cada joven pareja con un hijo tendrá que sostener a no menos de 2 ancianos, lo que resultará económicamente insoportable. Esto ya es percibido en China como una amenaza, hasta el punto que comienzan a notarse síntomas de rectificación.

La «no noticia», es traída a colación por lo que representa lo que los medios han convertido en una muletilla: que la población es el problema con que se enfrenta la humanidad actual.

 

2. Situación real actual de la relación recursos/población

El agotamiento de los recursos no renovables de la tierra con el sistema actual de producción y consumo es una realidad, de manera especial si la población del tercer mundo se aproxima al consumo del mundo desarrollado, tal como es su aspiración. Pero esto es así solamente si el tercer mundo continúa aplicando la misma tecnología que ahora, más próxima a la del siglo I que a la del siglo XX, y en el que el aumento de producción se limita a roturar nuevas tierras a costa de la deforestación.

Extrapolar sin más la aplicación de una tecnología y situación congelada en el tiempo carece de sentido. Si se considerasen los recursos del paleolítico obtenidos por una sociedad de cazadores y recolectores la península ibérica apenas podría sostener a unos 10.000 individuos, que pasarían a ser unos 5 millones en el siglo I y unos 10 al final de la Edad Media. Es decir la capacidad de sostener una población evoluciona con la técnica, por lo que las estimaciones de futuro deben hacerse al menos con la que corresponde a las técnicas más avanzadas, por ejemplo, las existentes hoy en el Estado de Israel.

Cuadro 2

 * La superficie incluye 14 millones de Km2 de la AntártidaDe acuerdo con el cuadro II, el 14,42% de la población mundial consume más del 60% de los recursos de la tierra. Esto se ve agravado por la concentración de rentas en el 20% de la población de estos países considerados ricos y que en EEUU, según recoge un estudio del catedrático D. Enrique Palazuelos Manso, el 20% de la población concentra el 49,6% de la renta total. En definitiva, ello significa que, extrapolado al resto del mundo desarrollado, unos 200 millones de habitantes del mundo (2,85%) consumen casi un tercio de los recursos. Traducido a términos utópicos si estos 200 millones de personas redujesen su renta y gastos al doble de la media mundial, el problema de escasez de recursos de todo tipo estaba resuelto.

En contraste, según una encuesta de Gallup en 2012 en EE.UU., el 18,2% de la población habría tenido dificultades para adquirir alimentos en algunos momentos durante el año anterior. Dato en consonancia con las cifras oficiales de que el 16% de la población de EE.UU. en 2010 está por debajo del umbral de pobreza.

Por contra, si se pretendiese que el nivel de consumo y derroche mundial fuera semejante al de los 200 millones de privilegiados, querría decir que la población de la tierra no podría ser superior a 700 millones y aun así el consumo y derroche de recursos terrestres sería insostenible a corto plazo incluso manteniendo su nivel actual estable.

Este panorama aterrador parece ser la justificación de que a nivel mundial a través de las Naciones Unidas y de ONGs más o menos filantrópicas se concentren los esfuerzos en el control y reducción de población con diversos medios, algunos de ellos criminales como el fomento del aborto. No deja de ser curioso que ONGs financiadas por grandes fortunas como las de Warren Buffett o Bill Gates pongan el acento en el control de la población o lo que eufemísticamente se denomina «salud reproductiva».

Hasta aquí la situación actual bajo la que se escuda una política miope que cree que la situación actual está petrificada sin posibilidad de modificación y que por tanto en definitiva tiene por objetivo la eliminación de una parte importante de la población mundial.

A continuación veremos si es consistente y si hay salida a esta situación.

 

3. ¿Consistencia del argumento de escasez de recursos?

Los argumentos empleados sobre la población y los datos en que se basan parecen irrebatibles, pero en realidad son bastante endebles.

Para empezar basta con observar en el Cuadro II que los países ricos de la Unión Europea ocupan menos del 3% de la superficie del planeta (excluyendo la Antártida) con tierras que van de las zonas polares improductivas al Mediterráneo y sin embargo alimenta, o mejor dicho sobrealimenta, el 7% de la población mundial y además con un grave problema de excedentes. Incluso un país muy densamente poblado como Alemania, es autosuficiente en alimentos en un 96%. Ello querría decir que la tierra podría, con la tecnología aplicada desde hace más de medio siglo, alimentar bien y sin problemas a más del doble de la población actual de la tierra.

Situación distinta es la de otras materias primas que no son renovables y de manera especial minerales de los que la UE es deficitaria. Si bien incluso en este capítulo ello se da en menor medida de lo que suele difundirse.

Si pasamos al PIB como medida comparativa, vemos que tal como se refleja en el citado Cuadro II, el 7% de la población mundial residente en la UE genera el 23,74% del PIB mundial.

Pero, ¿en qué consiste la composición de ese PIB? Lo que corresponde a producción y consumo de recursos naturales (sector primario) es casi insignificante y en ningún caso llega al 10% y la casi totalidad de ese PIB es generada por ciencia y tecnología (I+D), que en definitiva es inteligencia, formación y capital invertido, que no afecta apenas al consumo de recursos, con la excepción de minerales y productos energéticos.

El conjunto de recursos intangibles en ciencia, formación y en menor medida capital, es en teoría fácilmente trasladable a corto y medio plazo, lo que genera beneficios incalculables para el receptor, pero también en buena medida para el suministrador, que los recupera en concepto de porcentaje de la producción por transmisión de propiedad intelectual (royalties o regalías), entendida esta en sentido amplio.

En definitiva, en lo que respecta a recursos naturales, y de manera especial los alimenticios, la tierra podría sostener sin dificultad una población de más del doble de la actual, que tardaría en alcanzarse en no menos de un siglo, si consideramos crecimientos de población semejantes a los de Europa en el último siglo. Además su nivel de renta sería semejante a la de la UE actual.

Pero es más, eso con una tecnología no ya actual sino de hace medio siglo y manteniendo amplios espacios naturales y vírgenes incluso mayores que en la actualidad como resultado de la urbanización, tal como ha ocurrido en Europa.

Ahora bien, esta no es solución a largo plazo sino simplemente se trata de mostrar hasta qué punto es falsa y miope la propuesta actual de la ONU orientada por los países desarrollados y que soporta y padece de manera preferente el denominado tercer mundo.

Al mismo tiempo, lo que se denomina explosión de la población ha sido en mucha mayor medida debido a la reducción de la mortalidad infantil que al aumento de natalidad y su tendencia natural hubiera sido al equilibrio, como se puede comprobar a través del incremento de población en Francia durante todo el siglo XX, en el que el aumento de población fue de 50% y en su mayor parte debido a población originaria de otros países europeos (6 millones) o de origen africano (7 millones), que además tenían y tienen unos índices de natalidad relativamente altos.

Cuadro 3

* sin datos

(1) Población blanca (en EEUU hasta 1950)

(2) 1950 -1955 (ONU)

Cuadro 4

 

* sin datos

(1) Población blanca

(2) Los datos 1950-1990 son tomados de Esperanza de vida en España de F. J. Goerling y R. Pinilla, publicado por fundación BBVA

Nota: La mayor parte de los datos son tomados del INE, pero son complementados por otras fuentes como «Observatorio Demográfico» América Latina y Caribe, núm. 7.

Los datos contenidos en los cuadros III y IV son para mostrar la correlación directa entre la reducción de la mortalidad infantil, y el incremento de la esperanza de vida progresiva en casi todo el mundo. Cosa que por otra parte es la misma conclusión a que se llega por la simple aplicación del sistema de cálculo de la «esperanza de vida», cuando la mortalidad infantil es muy alta como ocurre en casi todos los países en los años 30 del siglo XX y de manera acusada en el tercer mundo.

Si la evolución de la población mundial, a través de los índices de fecundidad, fuera semejante a la de EEUU y países anglosajones y nórdicos, la población mundial se reduciría lentamente durante un siglo del orden del 15%-20%, es decir, la población mundial pasaría a ser de 5.500 a 6.000 millones de personas, y esa tendencia continuaría de forma prácticamente indefinida.

España, un caso ejemplar

La evolución de la reducción de la mortalidad infantil es relativamente lenta en todos los países con la consiguiente repercusión en el incremento de la «esperanza de vida» y la población. Quizás la única excepción sea España, donde en los años 1940-1960 la mortalidad infantil se redujo muy rápidamente, hasta el punto de que partiendo de niveles tercermundistas se pone a un nivel próximo al de los países más desarrollados, llegando a igualarlos e incluso superarlos en los años 70. G. Fernández de la Mora lo detalla y argumenta sólidamente en un artículo publicado en la revista Razón Española[2].

La evolución de España es un caso paradigmático, pues contradice las premisas sobre la correlación de natalidad relativamente alta y bajas tasas de crecimiento económico con estancamiento en el subdesarrollo económico y social.

Los «Indicadores Internacionales de desarrollo humano (ONU)» están formados por las tasas de mortalidad infantil y la Esperanza de vida, los niveles de educación y el PIB. La correlación entre ellos es tan estrecha que casi bastaría con la mortalidad infantil.

Pues bien, en España la mortalidad infantil y la esperanza de vida, partiendo de niveles casi africanos en los años 30 hasta el 1940, pasaron –como se ha dicho anteriormente– a niveles propios de los países más desarrollados en los años 70, y simultáneamente se mantuvieron a unos niveles de fertilidad que rebasaban el 2,1 necesario para mantener una población. Consecuentemente permitieron un incremento de población de forma regular de manera moderada. Simultáneamente se mantuvo un crecimiento económico regular y constante muy alto (el 2º del mundo).

Como contraste, los últimos 30 años en los que se emplearon con éxito todos los medios por reducir la natalidad, desde los anticonceptivos al aborto, hasta el punto que los índices de fertilidad (Cuadro I), pasaron de 2,67 en 1977 a 1,384 en 2010. Sin embargo el crecimiento económico casi se anuló, aumentó el paro hasta representar más del 20% y la crisis económica se ha agudizado a partir del año 2006 hasta caer en la depresión a partir del año 2011.

Es cierto que puede existir y existen otras causas que influyen en esa situación, pero lo que es evidente es que contradicen la correlación establecida como dogma de que la natalidad lleva al subdesarrollo, en todo caso habría que establecer la correlación exactamente contraria.

Incluso los países con cierto desarrollo son casi todos los que mantienen unos índices de fertilidad moderados y estancados desde hace décadas como es el caso de Francia y los países anglosajones.

Con el pretexto de la reducción de natalidad y una supuesta situación de prosperidad general, se ha impulsado una política de inmigración igualmente suicida, que en España se ha llevado al paroxismo durante el último gobierno socialista (2004-2011), de tal forma que en el último decenio la población inmigrante en España ha pasado del 1% al 13%. Algunos de los efectos más relevantes –hayan sido buscados o no– son los siguientes:

– Freno de los incrementos de salarios y generalización de los contratos basura que en 2011 han superado el 60%.

– Incremento del paro

– Aumento de la delincuencia (INE)

Cuadro 5

 A través de los datos recogidos en el Cuadro V, se puede comprobar hasta qué punto era un despropósito potenciar la inmigración a partir del año 2000 con una altísima cifra de parados de 2.624.800.

Al mismo tiempo a través del aumento del número de reclusos se comprueba hasta qué punto ha aumentado la delincuencia, teniendo en cuenta que incluso el efecto está atenuado porque el sistema reserva la reclusión a los delitos relativamente graves.

El aumento de reclusos en cifras absolutas y relativas es más exagerado en los delincuentes extranjeros con unos índices de delincuencia del triple de lo que correspondería a su población (35,6% de la población reclusa, sobre un 12,46% de la población residente total). Eso implica que el efecto llamada y la falta de selección ha sido mucho mayor para los delincuentes extranjeros que para las personas honradas.

Se da la circunstancia de que la proporción de extranjeros es prácticamente el doble que por ejemplo en Francia con un nivel de vida superior y con un proceso de incremento de inmigración que lleva 50 años y es en buena parte selectivo y originario de sus antiguas colonias, mientras que en España el aumento de población extranjera se ha producido en los últimos 10-12 años de manera desordenada[3].

La ayuda al desarrollo no es evidentemente fomentar una inmigración que avoca a esas personas a la marginalidad social y a la delincuencia, sino una ayuda a los países de origen creando empleo y enfocada preferentemente a la educación, sanidad e inversión en infraestructuras, agricultura e industrias orientadas al consumo en vivienda y construcción, vestido y electrodomésticos.

Rusia, el gélido futuro demográfico del Planeta

La URSS fue el primer Estado que legalizó el aborto en 1920, por lo que el efecto de su política demográfica, ya perceptible en ese país, es un anticipo de lo que ocurrirá, en un próximo futuro, en todo el mundo.

En el artículo del demógrafo ruso Igor Beloborodov publicado en el dossier «Vanguardia» de diciembre de 2012, el autor describe la preocupación por el futuro demográfico de Rusia, que en el período 1992-2011 tuvo un decrecimiento natural de población de más de 13 millones de personas, compensado parcialmente por una inmigración, en buena parte incontrolada, de 6,7 millones.

Lo más preocupante del futuro de Rusia es que permanece con unos índices de fertilidad (1,3) parecidos a los españoles y la altísima proporción de personas de edad avanzada unida a la baja proporción de jóvenes hacen inviable el futuro de Rusia como sociedad, tanto desde el punto de vista puramente económico como meramente de una convivencia humana fluida.

La brutal reducción de natalidad en los años de la URSS contribuyó a financiar su economía pero a un alto precio que se está pagando ahora, cuando la economía rusa está literalmente paralizada desde 1989 debido a múltiples factores, entre los que destaca el gélido invierno demográfico provocado en buena parte por las altas cifras de abortos que alcanzaron en 2004 la cifra de 1,6 millones. Por consiguiente, según estimaciones de demógrafos rusos que recoge el citado artículo, la población de Rusia se reducirá entre 51 y 70,5 millones a mediados del siglo XXI. Probablemente influidos por estas estimaciones, a partir de 2007 se inicia una incentivación de la natalidad, a mi juicio con escasas perspectivas de éxito, pues se basa sólo en incentivos económicos y laborales.

 

4. La Tierra como macro-ecosistema

Toda la argumentación sobre la necesidad del control de la población, se basa en la insuficiencia de recursos y en el agotamiento de aquellos no renovables. En definitiva consideran la tierra como un macro-ecosistema pero al que paradójicamente proponen aplicar políticas en contradicción con esa concepción fomentando medidas que reduzcan la población, pero continuando el derroche de bienes no renovables como si lo fueran.

Efectivamente, la Tierra es un sistema cerrado en el que los recursos renovables se regeneran de forma automática a corto plazo mediante el reciclaje de sus recursos: la respiración de los seres vivos mantiene estable el oxígeno; la muerte de animales y plantas sigue un ciclo de muerte y nueva vida a través de su vuelta a la tierra; los productos minerales se oxidan y la orografía está viva por plegamientos y erupciones.

El ciclo puede mantenerse estable a largo plazo –medido en términos humanos– salvo que se generen productos contaminantes como subproducto de la actividad humana en cantidad tal que no sea posible reciclarlos a corto plazo o se produzca una catástrofe de magnitud cósmica y fuera del control humano.

Por ejemplo, si se contaminan y envenenan las aguas subterráneas éstas se convierten en un recurso rápidamente agotable puesto que el envenenamiento se produce generalmente a través de la filtración de terrenos ya contaminados y por tanto el envenenamiento se convierte en un proceso continuo que se detendrá a muy largo plazo. Una vez que se agoten las aguas dulces subterráneas por un consumo superior a la reposición, el resto resultará inútil por estar envenenado. De igual forma las aguas superficiales que reciben y llevan en suspensión materiales orgánicos, se purifican de forma natural, pero si supera determinados límites la contaminación es acumulable y la depuración se vuelve inútil o insuficiente. Esto ocurre incluso con los océanos. Por ejemplo, los plásticos tiene una vida media muy prolongada antes de descomponerse, etc.

La forma racional de actuación de los humanos es que su vida y la influencia en el medio ambiente vayan acompasadas con el mantenimiento natural y estable de la vida en la Tierra.

¿Qué se quiere decir con esto? Simplemente que incluso al margen de que la explotación de recursos no renovables tiene un plazo de agotamiento a veces muy corto, la generación de productos desechables orgánicos o inorgánicos no debe sobrepasar la capacidad de la tierra para asimilarlos y transformarlos a través del ciclo natural, evitando el riesgo de convertir la tierra en un vertedero.

Actualmente existen sobradas señales de contaminación del agua dulce continental superficial e incluso la subterrá- nea mucho más sensible y la contaminación de los océanos ya es patente. Al mismo tiempo los vertederos industriales e incluso de subproductos y excrementos de la ganadería están contaminando el suelo y las aguas que exigen cantidades de cloro o de otras formas de depuración crecientes en cantidad y coste para hacerlas potables.

 

5. Reciclaje

Empleando la tecnología actual es perfectamente posible sostener una población que potencialmente puede llegar al doble que la actual, y con un nivel de vida semejante al medio del de los países desarrollados. Para ello es preciso que la actividad humana vaya acompasada con lo que es la vida en la Tierra como macro-ecosistema.

En un ecosistema cerrado como lo es la Tierra, el número de elementos tiende a ser estable tanto en las especies como en número de individuos de cada especie mientras no haya un factor externo que modifique el equilibrio. Si los factores externos no son masivos, generalmente se produce una adaptación progresiva que da lugar a un nuevo equilibrio. La solución racional es que el hombre acelere la asimilación de lo que produce la actividad humana mediante reciclaje, cosa que ya se hace en una modesta medida pero es preciso que ese reciclaje o recuperación se acerque al 100%.

Es preciso que la producción de elementos de uso, desde automóviles a electrodomésticos pasando por elementos de construcción y mobiliario, se enfoque en primer lugar a que tengan una duración media muy superior a la actual en lugar de que sean desechados en 3 ó 4 años contribuyendo a la acumulación de basuras y en segundo lugar a que cuando sean desechados por el desgaste o por obsolescencia puedan desmontarse fácilmente y cada uno de sus elementos metálicos, plásticos, cerámicos, etc. puedan ser reciclados en una alta proporción que se aproxime al 100%, de tal modo que sólo haga falta un 10%-20% de aportación de nuevos elementos o materias primas no renovables, sean metálicos o subproductos de hidrocarburos.

Lo mismo podría decirse de la energía que en alta proporción debe ser renovable ya sea solar, geotérmica o biomasa o incluso nuclear de forma transitoria en tanto no se consigan rendimientos aceptables en las energías renovables y de manera especial la solar.

No sólo requiere un nuevo enfoque la industria sino también la agricultura que utiliza cantidades masivas de pesticidas y de fertilizantes químicos, precisando cantidades enormes de aportación de energía por hectárea con la agravante de la contaminación de suelo y aguas.

En definitiva, los vertederos deben ser sustituidos por factorías de reciclaje que devuelvan sus componentes al ciclo productivo.

Este concepto implica no solamente el reciclaje de los productos obsoletos, deteriorados o inútiles sino que el sistema productivo debe estar enfocado a una mayor duración y además a facilitar el proceso de reciclaje de tal manera que no lleve elementos que lo impidan o al menos que sean fácilmente separables. El incremento de coste de producción debe ser cuantificado, pero en cualquier caso será mucho menor que si el productor asumiera el coste de la contaminación que tiende a infinito.

El proceso de reciclaje o recuperación comienza a hacerse en cantidades significativas y crecientes de algunos materiales como el aluminio, el cobre, el vidrio o el papel tal como se ha hecho siempre con los metales preciosos, pero debe extenderse a todos los elementos.

Al mismo tiempo el uso y consumo de otros elementos como agua o electricidad debe ser más eficiente evitando o reduciendo la alta proporción que se pierde en su transporte. Para la depuración integral del agua es preciso evitar previamente su contaminación por elementos de muy difícil depuración para que vuelvan al ciclo de la vida.

Para llegar a ello sólo se necesita voluntad colectiva para gestionar los recursos de manera racional.

Ello no es una meta inalcanzable, dado que se ha conseguido con el tabaco, que es un elemento mucho menos peligroso y con menor repercusión económica que diversas formas de contaminación. Por otra parte el coste de producción y el consumo de energía es, en casi todos los casos, mucho más reducido que de hacerlo a partir de materias primas.

 

6. Conclusión

– La premisa de que la escasez de alimentos y el hambre en el mundo se deben al exceso de población es falsa. Más bien la escasez de alimentos se debe al derroche de los países desarrollados y la deficiencia en el traspaso de las técnicas actuales de cultivo e irrigación a los países del denominado tercer mundo. De hecho en los países europeos superpoblados no existe apenas hambre mientras que países potencialmente ricos y escasamente poblados como Bolivia, Zaire o Angola el hambre es endémica.

– La premisa generalmente aceptada en instancias oficiales y afines, de que los incrementos de población impiden el desarrollo, se ha demostrado como falsa con el ejemplo de España o Italia en los años 1940- 1977, en las que el proceso es precisamente el inverso. Más bien la correlación sería la contraria; es decir que es preciso un cierto incremento de población para que exista desarrollo económico y social

– La premisa de que el aumento de población mundial se debe a las altas tasas de natalidad es parcialmente errónea, pues el aumento de población actual se debe principalmente a aumento de la esperanza de vida muy influida a su vez por la reducción drástica de las tasas de mortalidad infantil.

– La amenaza de que se está produciendo una denominada explosión de la población, va camino de convertirse en una «implosión». Si los índices de fertilidad de los países menos desarrollados alcanza tasas parecidas a las españolas, italianas o rusas como parece indicarla tendencia, la fertilidad de la población mundial se reducirá a menos de un tercio de la actual, de tal modo que en menos de un siglo la fertilidad de la población alcanzará sólo para mantener una población mundial entre 2.000 y 2.500 millones de personas y seguirá reduciéndose indefinidamente[4].

– Los efectos de la brusca reducción de las tasas de fertilidad, de manera particular en Alemania, España, Portugal, Italia, China o Japón se notarán de manera importante en economía y deterioro social en los próximos 30 años. En gran medida la situación hasta ahora de una relativa prosperidad es a su vez producto de una baja natalidad en los últimos 30 años, que eliminó la inversión en una parte considerable de población improductiva de 0 a 20 años. Un cambio de tendencia hacia una natalidad más racional desde el punto de vista económico y social es muy difícil y lento y tardará en notarse otros 30 años, sin que además implique solución de los problemas generados anteriormente. La inmigración, aun controlada, es sólo un mal parche por las repercusiones de difícil integración social y por las obligaciones colectivas de protección social y económica que, como es de justicia, se asumen o deben asumirse.

– Desde el punto de vista puramente económico y sin entrar en consideraciones éticas, una política demográfica racional impulsaría o favorecería una fertilidad próxima a la de mantenimiento de la población, es decir 2,1 hijos/mujer. En este aspecto y al margen de consideraciones religiosas, en el estado actual de la ciencia en genética resulta incomprensible que se incluya, por la OMS y otros organismos, como «salud reproductiva» el brutal crimen del aborto y se consideren aceptables y justificables políticas que fomenten la eugenesia y eutanasia en contraste con la condena unánime durante décadas de estas prácticas realizadas por el nazismo.

Como corolario de la actual estructura de consumo, si el consumo de materias primas, alimentos y minerales sigue al mismo nivel de despilfarro, la situación de agotamiento de recursos no sólo seguirá al mismo ritmo sino que se acelerará, incluso con una población mucho menor.

Es insostenible que, tal como ocurre en los países desarrollados, se estime que más de un tercio de los alimentos se tiren y simultáneamente un altísimo consumo de calorías, que supera el 30%, genere que la obesidad se haya convertido en uno de los grandes problemas de salud en los países desarrollados.

Al mismo tiempo este derroche puede extrapolarse al consumo de todo tipo, desde ropa y calzado hasta electrodomésticos, vehículos, juguetes, viviendas, etc. y lo mismo cabría decir del consumo de abonos químicos y pesticidas en la agricultura o el uso y consumo de agua en agricultura o doméstica devuelta al ciclo natural ya contaminada.

El camino elegido para resolver el problema de una supuesta superpoblación a través de una limitación de la natalidad y de manera destacada mediante la práctica del aborto, además de moralmente inadmisible y económicamente pernicioso tiene un efecto bumerán al convertirse en un instrumento de casi imposible vuelta atrás. Un intento de otear un horizonte esperanzador a nivel mundial, resulta infructuoso ante el ejemplo de Rusia que refleja a corto plazo nuestro futuro. La pendiente por la que nos hemos lanzado en España, donde se han practicado en 2011 más de 113.000 abortos legales, indican que la situación es prácticamente irreversible, puesto que una sociedad suicida que se ha dedicado a destruir la vida humana en el seno materno carece de todo freno ético para realizar cualquier crimen y al mismo tiempo es incapaz de realizar cualquier tarea que implique cooperación y solidaridad. De hecho, una sociedad de estas características, que cada año mata prácticamente a la mitad de los concebidos es ya una sociedad muerta o en estado terminal tanto en el aspecto anímico como en el meramente material.

 

[1] «Buffett padre, Buffett hijo», XL Semanal, núm. 1.275, 1 al 7 de abril 2012, págs. 18 y sigs.

[2] G. FERNÁNDEZ DE LA MORA Y VARELA, «Revisión de la economía española en los años 40», Razón Española (Madrid), núm. 111 (2001).

[3] Para un conocimiento más amplio de las repercusiones del explosivo y desordenado incremento de la inmigración, recomiendo el artículo de Óscar RIVAS, «La inmigración o los intereses creados», Razón española, núm. 169 (2011).

[4] Es esta una estimación un tanto tosca pues se basa en una proyección lineal a partir de los datos actuales, pero es suficiente para darse cuenta de la magnitud del problema. La cifra se refiere a la capacidad de reposición en función de la fertilidad, pero la población mundial sería considerablemente mayor incrementada en personas de más de 65 años.