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Número 515-516

Serie LI

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Antonio Cañellas (ed.), Conservadores y tradicionalistas en la España del siglo XX

Antonio Cañellas (ed.), Conservadores y tradicionalistas en la España del siglo XX, Trea, Gijón, 2013, 288 págs.

Se debe a René Rémond una famosa distinción de las derechas entre la contrarrevolucionaria, la bonapartista y la liberal. Habría que añadir una cuarta, emergente cuando escribió su célebre obra, la pagana, que se presentaba (y sigue haciéndolo) como «nueva». Y probablemente las tres primeras categorizaciones serían susceptibles de múltiples matizaciones y, en consecuencia, subdivisiones.

Esta obra recoge y estudia la trayectoria de los principales grupos de la derecha española a lo largo de los últimos cien años. Y lo hace a través, como subraya desde el título, de la oposición entre lo que el coordinador califica de teología política inspiradora de los movimientos tradicionalistas y las corrientes liberales del pensamiento conservador.

Se articula en tres partes, cada de las cuales consta de tres capítulos. La primera, titulada «Una transición de entreguerras», aborda los casos del maurismo (Cristóbal Robles), la CEDA (Manuel Álvarez Tardío) y Calvo Sotelo (Miguel Anxo Bastos). La segunda, que tiene por rúbrica «La afirmación tradicionalista», reúne a su vez los casos del Carlismo (Antonio Manuel Moral), del propagandista Martín-Sánchez Juliá (Francisco Sevillano) y del aperturismo tradicionalista durante el régimen de Franco (Antonio Cañellas). La tercera y última, por su parte, se ocupa del «falangismo liberal» (Álvaro de Diego), Ortega en la obra de Fernández de la Mora (Pedro Carlos González Cuevas) y la tecnocracia (José Luis Orella).

Basta el repaso del índice, pues, para observar los desequilibrios entre desarrollos temáticos y contribuciones ceñidas a un solo autor. Estamos lejos de una historia de las derechas en el siglo XX. Tampoco es tan claro que «el conservadurismo liberal se despla[ce] en el siglo XX hacia compromisos propiamente tradicionalistas». O, por lo menos, que tal tendencia haya sido general y duradera. Si de ahí pasamos a los juicios concretos vertidos –aquí y allá– en el libro, la cosa no mejora. Son autores demasiado dispares sobre temas no siempre bien perfilados. Particularmente desafortunadas son las caracterizaciones de la Asociación de Propagandistas, de la que no se acierta a colegir su signo verdaderamente anti-tradicionalista; del llamado «aperturismo tradicionalista» (de Pérez Embid, Calvo Serer y cia.), que de ambas cosas tuvo poco, o de la tecnocracia. Llegando a lo risible cuando se pretende ennoblecer un proyecto irrelevante como el Foro Arbil con el padrinazgo de figuras, por otra parte tan heteróclitas, como Gonzalo Fernández de la Mora, Rafael Termes y Alfredo Sánchez Bella.

Manuel ANAUT