Índice de contenidos
Número 517-518
- Presentación
- Estudios y notas
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Cuaderno
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La democracia representativa: génesis y desarrollo
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La democracia partidocrática: ideologías e instituciones
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La democracia deliberativa: de las instituciones al consenso
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La (nueva) democracia «corporativa»
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Tecnocracia como gobierno: reflexiones sobre la teoría y la praxis en la España contemporánea
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La Iglesia y las democracias
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- In memoriam
- Crónicas
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Información bibliográfica
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Bernard Dumont, Miguel Ayuso y Danilo Castellano (eds.), Iglesia y política: cambiar de paradigma
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Leonardo Castellani, Pluma en ristre
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Luis Bueno Ochoa (ed.), Ismos y política. Diálogos con Dalmacio Negro
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José Manuel Cuenca Toribio, Iglesia y cultura en la España del siglo XX
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Gonzalo Fernández de la Mora, El crepúsculo de las ideologías
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Rémi Fontaine, Sous le signe d’Antigone
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Julio Alvear Téllez, La libertad moderna de conciencia y religión. El problema de su fundamento
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AA.VV., Ferdinandi liber amicorum
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Rémi Fontaine, Sous le signe d’Antigone
Rémi Fontaine, Sous le signe d’Antigone, La Plaine Saint-Denis, Contretemps, 2012, 242 págs.
Rémi Fontaine (1956) es una de las firmas habituales del periódico Présent, fundado por el recientemente desaparecido Jean Madiran. Autor de numerosos libros de crónicas o libros juveniles, cuenta entre sus títulos con otros de pretensión filosófica como Politique et morale (2001), La laïcité dans touts les débats (2004) y Le communautarisme est-il un péché? (2008).
El libro que hoy presentamos a nuestros lectores, que tiene por subtítulo «Los católicos en política hoy», y que está dedicado a la memoria de Jean Ousset, se inscribe en esta línea, como advierte explícitamente el autor: «Este ensayo brota de la crónica a la vez periodística y filosófica. No pretende una (sín)tesis discursiva y global. Pero, apoyándose en las variaciones de la actualidad política y religiosa, intenta –a través de un género por naturaleza fragmentario, repetitivo y elíptico– fijar claramente (por inducción) la necesidad y la urgencia de un cierto modo de acción contrarrevolucionaria para los católicos». Sin embargo, no está a la altura del vigor de Ousset ni en el género de la crónica filosófica se acerca a la finura de Madiran. Se trata de un libro bienintencionado y poco más. Particularmente desafortunada resulta la adhesión (con poco o ningún discernimiento) a los «principios no-negociables» (que en estas páginas criticó oportunamente nuestro colaborador José Antonio Ullate), así como la reivindicación de un «sano comunitarismo» (sin tener en cuenta el origen liberal de esa posición anglosajona, que han denunciado también en estas páginas Danilo Castellnao, Bernard Dumont, Miguel Ayuso o el ya citado José Antonio Ullate).
El signo de Antígona, al que alude el título, es el de la ley natural. Y está bien recordarlo siempre, para huir de la tentación fideísta. El de los primeros cristianos, evocado igualmente en sus páginas, no resulta menos necesario cuando la persecución torna, si bien no debe tomarse para huir de las exigencias del orden natural.
Manuel ANAUT