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Número 529-530

Serie LII

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Fernando Claro Casado

El 1 de septiembre falleció repentinamente nuestro amigo Fernando Claro Casado. No había cumplido los setenta años y acababa de vencer al cáncer cuando un trombo le produjo un infarto. Fernando, abogado hasta el final, estudió en ICADE, donde después fue profesor de Derecho del Trabajo desde 1991 hasta su jubilación en 2011. Conservó siempre una gran estima por la Compañía de Jesús, y las discrepancias con su evolución –que las tenía y no pequeñas– las envolvía con sonrisa un punto irónica. Se acercó a la Ciudad Católica, a principios de los años ochenta del novecientos de la mano de Javier Urcelay, que había dejado la enseñanza media para reconvertirse en ejecutivo de empresa, precisamente en el sector farmacéutico, donde Fernando tenía a la sazón importantes responsabilidades en el área jurídica de grupos importantes. Llegó junto con su amigo y compañero de estudios José Antonio Santos y se integró de inmediato con gran generosidad y dedicación. Se convirtió, pues, en habitual de las reuniones de los martes y también de las anuales. A éstas, mientras duraron varios días, acudía siempre con su mujer Mari Paz, distinguida e inteligente, gozando visiblemente de la convivencia y la amistad. Rara vez faltó y era imposible, para cualquier recién llegado, no reparar en su figura elegante, alegre y bondadosa. Cuando se le requirió asumió las correspondientes ponencias y comunicaciones. Están, junto con otras colaboraciones, en buena medida de materia social, que era su especialidad, en estas páginas. Pese a coincidir con su onomástica, que le gustaba celebrar, también era fiel a las cenas de San Fernando, en las que habló algún año, siempre con referencias a su Sevilla querida. Y, socio del Club de Campo, organizó allí durante muchos años la cena de fin de curso, a principios de julio.

Siempre disponible, cuando Juan Vallet decidió, con otros colegas y amigos, crear la Asociación Española de Juristas Católicos, luego convertida en Confederación, echó mano destacada de Fernando. Lo recuerdo perfectamente en el acto de lanzamiento, en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, con una conferencia del catedrático zaragozano Gabriel García Cantero. Fernando entró desde el principio en la junta directiva, presidida por el catedrático y ministro togado de la Armada José Luis de Azcárraga y Bustamante. Luego, durante la presidencia de Luis Coronel de Palma, fue secretario general. Y a su muerte, prefiriendo no ocupar el cargo que naturalmente le correspondía, me lanzó a mí. Asumió, eso sí, la vicepresidencia, tomando parte destacada en la vida de la asociación, tanto en las actividades internas como en la representación internacional. Estuvo presente, en tal sentido, al frente de la delegación española, en Roma, durante el jubileo de los juristas del año 2000. Y en 2009, cuando se celebró el IV Congreso Mundial de Juristas Católicos en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, de Madrid, su colaboración resultó oportuna y eficaz para algunas gestiones de importancia, entre otras la obtención de la sede. Pues era la Academia otra institución de la que formaba parte y cuyas actividades frecuentaba. En concreto el seminario que Juan Vallet fundó el año 1989, obstaculizado desde que ingresó como numerario por Ángel Sánchez de la Torre, que sólo tras la muerte de Juan ha conseguido impedir, y no totalmente, pues ha sido acogido por el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II y, salvo un año, sigue utilizando por lo menos las dependencias de la Academia.

Reciban Mari Paz y sus hijos Fernando y Enrique nuestras más sinceras condolencias.

Miguel AYUSO