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Número 529-530

Serie LII

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Juan Antonio Widow, La libertad y sus servidumbres

Juan Antonio Widow, La libertad y sus servidumbres, Santiago de Chile, RiL editores, 2014, 621 págs.

Juan Antonio Widow (Valparaíso, 1935), licenciado y doctor en Filosofía, respectivamente en la Católica de su ciudad natal y en la Complutense de Madrid, fue forjado en la disciplina escolástica por el inimitable (e inolvidable) padre Osvaldo Lira, de los Sagrados Corazones, y entró en la academia de la mano del sabio profesor Antonio Millán Puelles, quien orientó su memoria doctoral. Director de la revista Philosophica, por él fundada en 1978, hasta su desaparición en 2000, pues la Universidad aprovechó la coyuntura de su jubilación administrativa para darle muerte, entre 1969 y 1975 –y en qué circunstancias– fundó y dirigió también la revista de discusión social y política Tizona. Quizá el más destacado filósofo tomista de Chile, es también el cultor más notable del pensamiento político tradicional. En su obra hallamos también esa doble dimensión, pues sus dos libros más relevantes son, respectivamente, el Curso de Metafísica (Santiago, 2012) y El hombre, animal político (Santiago, 1984).

El libro que reseñamos, y sobre el que habríamos de volver con más extensión, es sin discusión su opus magnum. Fruto de varios decenios de trabajo, no constituye una historia de la libertad en Occidente, según aclara en el prólogo el propio autor, pese al número de problemas y de autores tratados y aun a que el orden expositivo es histórico y no puramente teórico. Se trata más bien de definir de manera clara las distintas respuestas que se han dado al problema de la libertad sin entrar a exponer los detalles que no inciden en el problema central. Las rúbricas de los capítulos aciertan a expresar el rigor y profundidad de la obra: «El señorío y la libertad interior», «Verdad y voluntad», «La razón y la voluntad», «La voluntad razonable», «La liberación de la voluntad», «La consolidación de la via moderna», «Más allá del ser y la razón», «Del albedrío esclavo a la libertad del cristiano», «La libertad moderna», «La libertad: problema teológico», «La libertad y el poder», «Libertad y tolerancia», «La liberación por la gnosis», «Libertad racionalista», «La libertad ilustrada», «La libertad de les philosophes», «Libertad y revolución», «La libertad idealista y romántica», «De la libertad romántica al nihilismo», «La libertad y la existencia», «El liberalismo», «La libertad forzada», «El credo de la libertad» y «Libertad y conciencia».

La tesis, articulada y erudita, es en cambio purísimamente filosófica. Como debe ser. La filología al servicio de la filosofía. Y consiste en denunciar la libertad negativa, esto es, la libertad sin otra regla que la propia libertad. Escribe el autor: «Hay una servidumbre impuesta por el fin, es decir, por el bien que trasciende la subjetividad del individuo, y por lo mismo no está bajo el poder de éste. Ningún hombre es libre para ser lo que no es; ninguno es libre para aspirar a un bien ajeno a su naturaleza […]. Cargar con la propia naturaleza es inevitable; lo que está, sin embargo, en nuestro poder, por lo menos hasta cierto punto, es determinar cómo cargarla. Este es el ámbito de la verdadera libertad: el de la elección del cómo lograr ese bien que me trasciende. La servidumbre del fin genera la libertad en lo que se ordena al fin. Pero si se proclama la libertad respecto del fin, excluyendo la obligación que es fin, en cuanto tal, impone, es decir, excluyendo la servidumbre que naturalmente brota de él por ser fin, aparece otra servidumbre, esta vez violenta –es decir, contraria a la naturaleza–, y que es el determinismo en el plano de lo que debería ser el plano de la elección libre. Es esta la servidumbre que, ausente el verdadero criterio para determinar la elección recta, se impone por el arbitrio del poder. La libertad entendida como independencia y autonomía del hombre, que excluye toda trascendencia u orden a un fin superior, es el principio o raíz de toda la servidumbre violenta a la cual está sometido el hombre en el mundo moderno. La libertad de albedrío, en cambio, que asume la servidumbre propia de toda criatura, es el principio o raíz de la dignidad de aquel que participa, como criatura espiritual, en la divinidad».

Miguel AYUSO