Índice de contenidos
Número 529-530
- Presentación
- Estudios y notas
- Cuaderno
- In memoriam
- Crónicas
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Información bibliográfica
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Carlos Alberto Gabriel Maino, Concepto y fundamento de los derechos humanos
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Juan Antonio Widow, La libertad y sus servidumbres
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Alberto Soria, Los principios de interpretación del mutuo proprio Summarum Pontificum
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Javier Barraycoa, Doble abdicación. Juan carlos I, ¿el hacedor de la III República?
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Santiago Cantera, Hispania-Spania. El nacimiento de España
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Xavier Martin, S'appropier l'homme
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Anselmo Francisco Celli, Poder y disenso
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Brian McCall, To Guild the City of god
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Jean-Paul Bled, Edmond Jouve y Cjristophe Réveillard (eds.), Dictionaire historique et juridique de l'Europe
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Juan Fernando Segovia, La ley natural en la telaraña de la razón. Ética y política en John Locke
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Ángel Maestro Martínez
Ha fallecido en Madrid el pasado 1 de octubre, a los setenta y un años de edad, el periodista Ángel Maestro. Buena parte de su vida profesional la desarrolló como asesor de prensa de la presidencia de Mapfre y Winterthur. Activo políticamente en los últimos años del régimen del general Franco y los siguientes a su muerte, fundó y dirigió con otros amigos –como el que también lo es nuestro Emilio de Miguel– el Partido de Acción Nacional (PAN), cuya junta de gobierno decidió nombrar en septiembre de 1976 a Gonzalo Fernández de la Mora como presidente. Pero Gonzalo Fernández de la Mora ya presidía Unión Nacional Española (UNE), que pocos días después se integró en Alianza Popular (AP). De modo que su acción tuvo poco recorrido. Antes había frecuentado las reuniones del Centro Europeo de Documentación e Información (CEDI), dirigido por Alfredo Sánchez Bella y presidido por el archiduque Otto de Habsburgo, que constituía una suerte de lugar de encuentro con políticos principal aunque no exclusivamente europeos, con la no disimulada finalidad de oxigenar las relaciones exteriores del régimen con el anticomunismo como motivo explícito. Y Ángel Maestro, bullicioso en todas las salsas de las distintas derechas, era un conocido estudioso del comunismo, eso que entonces se llamaba un «sovietólogo». Sus aportes a Verbo y a las Reuniones de amigos de la Ciudad Católica, durante cerca de veinte años, se concentraron principalmente con competencia en tal temática. Que luego extendió a China. Aunque de lo que verdaderamente sabía es de trenes, tanto del ferrocarril histórico como de la tecnología actual. Realizó así una extraordinaria labor divulgadora de la historia de la tracción vapor, con colaboraciones en todas las revistas ferroviarias de nuestro país y, en particular, en la prestigiosa Vía Libre. Ciencia que objetivó también en varios libros dedicados a las grandes locomotoras de vapor: Las grandes locomotoras de vapor en España, La edad de oro de la tracción vapor: los años 30, Las locomotoras 1-4-1-F de Renfe, Las últimas locomotoras británicas, Del vapor al Ave o su último trabajo, Hitos del vapor.
Cuando dejó de colaborar en Verbo, sin que nadie se lo hubiera pedido, por entender que un artículo de Manuel de Santa Cruz había agraviado a su amigo Javier Esparza, seguí viéndole con la simpatía de siempre en los consejos de redacción de Razón Española, ya que no en los almuerzos que periódicamente organizaba, a los que –tras el fallecimiento de los recordados Gonzalo Fernández de la Mora y Alfredo Sánchez Bella– dejó de convocarme, pienso (pues nunca me lo dijo) que por lo mismo que dejó de escribir en Verbo. En Razón Española y en la Fundación Balmes ha desempeñado en los últimos años una intensa actividad. Tenía en los últimos tiempos algunos problemas al caminar, pero nada hacía previsible en este momento el desenlace. Descanse en paz y reciba su viuda nuestro pésame más sentido.
Miguel AYUSO