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Número 109-110

Serie XI

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Contemplación-Oración-Conocimiento-Acción

CONTEMPLACION-OllACION-CONOCIMIENTO-ACCION
El ''hacer", al que el,.mundo moderno concede p,rimaefa, debe
guardar la preoede.,n-da ".'~qu.iér~. o .no?' .. , del ''conocer"
y está jerarvquizado_,por los lil"i:ID_dam.ientos _p:r;im·ero, de _amar
' a Dios, y segundo, de amar al p,rójimo. ·
«Nos oCupa_remos, ........... , de nuestro <<.act11ar>> ( es de'cir; de 11 los actos del hombre .en sí. _mismo), de nuestro <> ( es decir,
"de las
acciones que -realizamos fuera de

nosotros)
(cf .. S. Tomás}
"Contra Gentes, II, .1), de n11estro obrar, en fin, que es el asp.ecto de
"la vida en r¡ue se concentra principalmente el interés del hombre
"moderno, el cual tie_nde a considerar todo y a valorarlo todo en orden 11 a la actividad,· a ·Ja dinárpica del ejercicio de sus facultades.
"El traba¡o tiene

en nuestro
mundo,_ una primacía que todoJ sabe~
"mos.
Se

ha convertido,
incluso1 en la base constitucional de la so­
nciedad.
Todo

ser vivo, toda
realidad debe estar en
movimiento,
"orientada a

producir,
y_es _valorada según el

potencial de
_sus, fu,erza:r
"operativas;
también

la
cultufa está sometid,a a

medidas
cuantiJati­
"vas,
o,

mejor, operativas;
á la ciencia se la cóncibe en función de su 11 aplicación práctica; la libertad es apreciada teniendo en cuenta la ca­
"pacidad de actuar o

de
'hacer y de gozar que consiente. El hombre
JI moderno tiende a aplicar el acelerador en todos los aspe_ctos de su
JI existencia. El «obrar más» equivale para él a «ser más>> y «tener
"más>>,
y también a «gozar más>>: es su ideal.
"Observamos con gran interés este fenómeno-príncipe de la vida
nmoderna, que se

presenta con los
nmnbre.s de
trabajo, de progreso,
"de desarrollo,

de
bienestar1 de civilización, porque_ e.s fenómeno
"humano. ·Podemos ,decir con

el antiguo
Terencio·: «horno sum, hu­
"mani nihil a me alienum
putp»; nada que,sea humano lo considero 11extraño a mf mismo. Además, nosotros! lo.s cristianos1 apreciamos
"esta intensidad

operativa
que caracteriza nuestro tiempo

también
po_r
"razones

propias
"que confieren

a la actividad del
hombre_ una
im­
"portancia decisiva

en. el
orden-de la perfección humana
" ' .
"sobre nuestras obras seremos juzgados en ta balanza por la eterna
"verdad ...
871
Fundaci\363n Speiro

"As/, pues, el obrar orupa la primada entre los valores que cua­
"lifican
la vida, de¡ando a

veces prácticamente en
la sombra incluso
,, la precedencia del conocer y la excelencia del ser, de donde, sin em­
,, bargo, quiérase o no, depende el obrar («nil cupitum quin praecog­
"nitum, y operari sequitur esse», dicen lo.s maestros); el problema
11ntímero uno se concentra 1obre-el contenido del obrar, o, lo q1te es
"igual, sobre qué debemos

hacer
y JObre el porqué de nuestra activi­
" dad, .robre el objeto y sobre lf' intención ....
" . . . . '
" ... ¿Puede resumirse en un ideal que dé sentido al programa ge­
"neral de nuestro obrar?
"Querrlamos que todos supieran descubrir la altura y la simpli­
''cidad .maravillosa de la lección evangélica a e.ste respecto. La cono­
"úmos iodos, pero volvamos a leerla juntos.»·
«Y le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole: Maestro, ¿cuál
"es
el
mandamiento
más grande de

la
Ley? El le di¡o: amarás al Se­
"ñor, iu Dios, .con iodo tu corazófl, con toda tu al,ma y con· to_da tu
"mente
(y el evangelista San Marcos añade:· «y con todas tus fuer­
"zas>>,
Me., "12, 30). Esto es el más grande y ·el primer mandamiento.
"El segundo,

semejante.a
é,rte, es: amarás al pró¡imo cOmo a·ti'miJ­
"mo. De estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas (Mt.,
"33, 35-40 ).»
"
«El Evangelio nos lleva después a la cumbre, y sintetiza todo en un
11 doble deber, lo incluye todo «in nuce», y Id jerarquiza: et objeto
,, supremo e.r el amor, y es también el fin por el que debemos cum­
"plir los deberes subordinados. «La plenitud de la Ley es el amon>
"(Rom., 13, 10).
" 11Y a· este primer am0'1' -que es religioso, como veis, y no puede
"ser de.

otro modo
--va unido el Jegundo, el

amor
a/, prójimo, ya
"como escala para subir al amor de Dios (ej. I Jn., 4, 20; San Agus­
"tln, Tract. in fn., 17, 8} ya como motivo para aplicar la actividad
"propia en servicio y beneficio del próiimo (ej. Rom., 13, 8-10;
"I Tim., 11 5 ). 11Si nosotros, nosotros los cristiano.ri hubiéramos comprendido
neste Evangelio

del
amor, su ley, su nece.ridad, su fecundidad,

su
ac­
"tualidad, no nos de¡ariamos sorprender por la duda de que el
"cristianismo, nuestra fe (Gál., 5, 6) fuera incapaz de re.rolver en el 11 ámbito de la justicia y -de la pr:IZ las cueJtione.r sociales, sin iener 11que buscar esta capacidad en el materialiJmo económico, en el odio
"de clases y en la lucha civil, con el peligro de ahogar nuestra profe-
872
Fundaci\363n Speiro

"si6n crrsttana en las ideologías de quien la combate, y dar a ./as
"cuestiones humana.r
soluciones amargas; illfsorias, y· quizá también1
"a la postre, antisociales y antihumanas. Torna a la memoria y al
"corazón el himno de San fabla a la caridad: «Si, hablando lenguas
"de
hombres y de ángeles, no tengo caridád, soy como bronce que
"suena
o címbalo que retiñe

... La
caridad es
longánime
1 es benigna;
"no es

envidiosa, no es jactanciosa, no
s-e hincha,

etc.
La caridad ja­
"más
decae

...
» (I Cor., 13).
",La caridad, he ahí la síntesis de nuestra vida moral-. Pensémoslo.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles

20 de septiembre de 1972
(Eccle.ria
núm. 1.612 del 7 de octubre) ..
Primacía de las fuerzas espirituafos de la gracia y la imitación
a Cristo, sobre el
progreso y los bienes materiales. El recto
empleo

de la riqueza.
< ,, geitiva,
convincente j espontánea a la historia evangélica, encuadra~
"da en la
humilde

escena de
Nazarét, donde
el Hijo de Dios vivía
"sumiso, creciendo en sabiduría, 'edad y gracia (Luc., 2, 51); el pen-
11 samiento se encaminaba a lá condición social, efl la cual Cristo quiso
"ser ciudadano

de
lá tierra y herfnano nuestro, en abierto contraste
"con la

mentalidad
actual, con
nuestras pretensiones
insatisfecha!, 11 con la huf!Mna volunta1. de poderío. ·
"
nEn un. momento .en que las riquezas económicas del mundo ere­
,, cen inmef!sámente, nosotros,

Iglesia,
¡"Volvemos a ser tná.s fittlmente
"discípulos
de

la pobreza de Cristo! No ciertamente para,reprochar
"al mundo su progreso; sino ron uha doble

finalidad: por
encima de
"todo, pa,a -rec.ordarnos a

nosotros mismos
que es útiicamente en las
"fuerzas
espirituales,

en la gracia, en la
imitación. de Cristo, donde
"debemos
depositar nuestra confianza, según

el
aviso del

Evangelio:
"Guardaos de_

toda ambición,
porque en

medio de la
·abundancia, la
"vida

de
un hombre

no queda asegurada
por sus bieneJ'>> (Luc., 12,
"15); en segundo lugar, para emplearnos en el recto uw de la ri­
"
queza,
que· debe
ser destinada para el
alimento de los pobres,
para
"la:
mejor

distribucf6n de
lo! bienes
temporales, para el
servicio del
"hombre: lo que "quiere d_écir,-en.suma, _según

la
a-Jortunada expre­
"sión de

nuestro predecesor Juan XXIII:
< 673
Fundaci\363n Speiro

"para dar los unos a los. otros lo me¡or de, sí _mismos» (Pacem in te-
"rris, A. A, S., 55, 1963, pág. 266).» ·
PAULO VI: En la concelebración con los nuevos
cardenales (texto en
L'Observatore Romano, 2-3
de _mayo de ·1969; texto en castellano: Ecclesia,
nµtn. 1.439, sábado 10 de mayo de 1969),
Acción y contemplación, en la educación cristiana del hombre.
< 11námicos. No

se
q,dmite lá pereza, no se admite

el ocio en la escuela
"de Cristo. Recordad, por ejemplo,
las parábola, del

Evangelio: la
"parábola de

la
semilla, la

de
lo.s talentos,

la de los operarios des-
1'ocupados: «¿Por qué
estáis ocio.ros _durante todo

el
día?», les

dice
"Cristo, en nombre del dueño de la
viña (Mat.,

20, 6). El tiempo
"de esta ·vida está

siempre relacionado por el
Señor con

el deseo de
"una continua

actividad (cfr.
¡uan, 9, 4; 5, 17; 11, 9).

Alguno,
"quizá, con

deseos de objetar,
dirá: ¿no

ha llamado el Señor la
aten-
1' ción a Marta, toda afanosa, y ha preferido a María, que a sus pies
"escuchaba en· silencio? (Lite., 10, 41), es decir, como es sabido,
"acaso en los ca~ntarios tradicionales. de esta escena evangélica ¿no
"se ha personificado en

Marta la vida activa
y en Maríá la vida con­
"templativa,
a.signando a

esta última el
puesto primero

e intangible?
"Sea como
quiera, pero

la. vida tontemplatíva no es abdicación
"de la voluntad; mejor dicho, .justamente por el" interés

que ..
requie­
"re,
es

extremadamente
vüluntaria1 más que 'cualquier otra c0ndici6n
"de

vida.
La vida contemplativa, en medio de la sociedad moderna 1
"toda febril
y toda orientada a objetivos ajenos a la interioridad hu­
"mana1 tiene también necesidad de ser amae_strada y sostenida, y ho es
"qilietismo, es decir, desinterés y_' pasividad moral, apatía espiritual
"y renuncia al empleo de la propia voluntad ( cfr. condena ,del quie­
"tismo

en la bula
«Caelestis Paston>,
de 1687, del Beato Papa lno­
"cencio
Xl, Denz

Sch. 2195, ss.
2181., ss.),
es
actividad difícil y
"amorosa nQ inclinada· a la acción pr~tica, sino corz.centrada en las
"facultades superiof'.eS
del esplrit!f ,' es cariúna parti_cular; es

función
"providencial en la eionomla Comunitaria del cuerpo. eclesial. y tam­
" bién
de la sociedad

profana.
874
PAULO VI: Alocución en la -audiencia general
del miércoles
23 de agosto·de 1972 (L'OhJervatore
Romano. de 24 de agosto de 1972; original ita­
liano; traducción de Ecdesia núm. 1.608 del 9
de septiembre).
Fundaci\363n Speiro

Los tres momentos de la buena- voluntad: ·reota intención, vo.
luntad hacia el bien y decisión enérgica del amor.
«Y deseamos recordar los tres momentos .de la buena voluntad que
"nos parece
distinguir

repasando todavía las páginas de oro de Santo
:,,Tomás de Aquino sobre la

naturaleza del
acto voluntario: el

pri­
·"mer
mO'mento se refiere a

la intención,· para obrar bien es
necesario,
"'en
primer lugar, encender

en el espíritu .la recta intención, la que
_,, despierta

la
voluntad y la dirige a la cosa deseada pO't'qt1e es buena,
"'por razón

del bien
qUe representa, y esta rectitud sobrepasa y Se di­
"'rige veloz

hacia el Bien por
si mismo, hacia el fin último que jerar­
"'quiza
bajo si todo

bien honesto (cfr. 1-II, 9, 1).
"Después viene

el momento de la
elerción, de
.la decisión, del
.,, amor, cuando el al.ma se

mueve
ya con libertad y energía, con capa­
_,, cidad de

hacer grandes renuncias para
realizar' grandes
conquistas
"'(ibíd., 13). Y, finalmente,

el
tercer momento, el

momento de la eje­
"cución, el

de la orden, el de la
actividad práctica (ibíd., 16),
con
"todas las virtudes
que reclama para si, las

virtudes
,así llamadas car­
,,
dina/es

porque bajo ellas se clasifican
y se organizan los actos hu­
-''manos orientados
al bien.
"Hablando de esta forma debemos
darnos cuenta de que hemos
"' omitido

en este brevísimo cuadro un factor operativo de importan­
" da trascendente

e indispensable:
¡la gracia divinal La gracia divina,
_,, que infunde

en nosotros la
capacidad misma «de querer y de reali­
-''zar justamente

en orden a
la buena voluntad (cfr.

Phi!.,
2, 13);
"'maravilla y misterio de la vida cristiana.»
¿ Qué es el amor?
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del miércoles 23 de agosto de 1972 «L'ObservaJore
Romano del 24 de agosto de 1972; original ita­
liano; traducción de
Ecclesia núm. 1.608 del 9 de
stytiembre).
«(¿Sabemos de veras que ese/ amor?) ¿No se halla esta palabra
"entre aquellas que más

se
,usan, y, -por tanto, entre· las más difíciles
"de
definir, y entre aquellas polivalentes en los significados que Je le
"atribu_yen? ¿No-

se
halla· entre·
las
más equívbcas, incluso -entre las
"más sublimadas y las más degradadas? ¿No se aplica a actitudes de
"nuestro espíritu contrarias entre sí?'En Jentido vertical: ¿No-·se en­
" cuentra referida a las dsc'ensiones haeia' 'Dios, que es amor, y hacia
875
Fundaci\363n Speiro

11el cual está dirigida esencialmente nuestra vocación natural y sobre­
"natural .(Síntesis

de
San Agustín: «Tú, oh I)ios, nos has hecho
para
11ti; y n11e1tro corazón está inquieto hasta que descanie en ti>>, Con-
11fesiones, 1, 1); y referida también a len de,scensos más vulgares y
"degradanteJ de la animalidad sensual e incluso innatural, como un
"fatal
peso

de gravedad,
que arrastra acaso hacia el fondo, más aba­
" jo

de los niveles de toda decencia
y de toda honesta felicidad? Y
"en sentido horizontal, eJ .decir, interpersonal, ¿no puede el amor
"significar, de

vez en
cuando, la más generosa, entrega, o el ansia
"más
egoísta,

o también
las do.r co.ras a

la vez? No será fácil poder
"dar un

significado unívoco a la antigua palabra
«amon> que oscila
n entre «eros» y <<ágape» (caridad) 1 entre _tma _ simpatía. instintiva y 11
pasional, y una aspiración al bien, a la felicidad, a la vida.
" . . . . . . . . . . . . . .
" ... ante _todo, deberemos tener ideas clar41., El amor v.erdadero
1'es el acto con.rciente y voluntario hacia el bien. La natural-eza nos
1
' ayuda a dirigirnos rumbo al bien,-la inclinación, amor in.rtintivo
11
y sensitivo, se hace acto de voluntad, se convierte en amor verdadero;
"se
trata
entonces de una operación doble: la elección
y la fuerza.
"Debemos escoger («in ordine in.tentionis») el sumo Bien, aquel
"que solo y en verdad es proporcionado a la insaciable amplitud de
"nuestro poder
de desear
y de amar,; y luego, debemos hacer que
"converjan
todas

nuestras
fuerzas espirituale.r y sentimentales. hacia
"el Bien
supremo que es Dio:r. Y

de la ejecución-de este primerísimo
"deber --el esfuerzo
compuesto-de

inteligencia
y de voluntad, que
"fija
en

Dios. El
mismo Amor Jupre_mc, nuestra gravitaci6n m~ral,
"más aún,
obtiene

de
Et il.'u.estra energía

operativa- deriva la capa­
n cidad de cumplir cualquier otro deber ( «ordo executionis») que se
"planifica a base de aquel primero
y de él recibe su rectitud, su dig-
11nidad1 su

forma de trato
de'' la

creatura
con el
Creador, del
Hi¡o con
"el padre.»
PAULO V!: Alocución en la audiencia general
del miércoles 20 de septiembre de 1972
(Ecc/esia
núm. 1.612 del 7 de octubre).
Riesgo de la excesiva actividad con menoscabo de la vid:a inte­
rior,
oración, espíritu de

pobreza
y de sacrificio.
«Frente a los riesgos de la excesiva actividad y a la influencia de 11
la sec11larización, ·a que hoy márque nunca están expuestas tas· co­
nmunidades
,religiosas, ·actuad de·suerte que siempre

ocupen
el,pri-
11mer
puesto

en
vuestra exiJ.ten_cia· el cuidado de

la
vida interior,
ta
876
Fundaci\363n Speiro

-,­
'
"oración, .el espíritu de·pobreza,·eJ amor al sac_rif!cio y a la cruz: Si
"el deseado «aggiornamento» n.o conduje.re nuevamente el dinamismo
"apostólico a un más Intimo contacto con Dios, sino que llevase a
"ceder a la mentalidad mundana, a secundar modas y actitudes efí­
"meras y mudables, a mimetizarse con el mundo en sus forma.r y sin
ndiscernimiento, entonces

habría
JJegado el

momento de reflexionar
"seriamente
sobre las severas palabras del Evangelio: «Si la sal pier­
" de su valor para nada val.e, .rirviendo· solamente para ser

arrojada
"al camino y púoteada por los hombres» (Mt., 5, 13).»,
PAULO VI: Alocución al Capítulo General de
los Salesianos del 20 de diciembre de 1971, tra­
ducci6n de
Ecclesia núm. 1.:579 del 12 de febre­
ro de 1972.
Necesidad de la adoración a pesar de la urgencia de _la aoción.
« ... no hay motivo para que los religiosos, cuya misión tan eminen­
"temente es adorar al Santísimo Sacramento, se desalienten en nuestro "tiempo, como si se tratase
---al decir

de algunos- de una
< " ción trasnochadr1>>
y de una pérdida de tiempo que se emplearla
"mejor en otras actividades más urgentes. Convénzanse

de
que la
"Iglesia

necesita hoy como ayer
adoradores del
Divino
Sacramento
"«en espíritu y en verdad» {cfr. 10, 4, 23), e igualmente pongan
,,todo su

afán
en observar estrictamente los
mandatos
y preceptos
"que sobre

la materia
dimoS en Y!uestra encíclica Mysterium Fidei
"e lnstr. sobre el Culto al Misterio. Eucarlstico.»
PAULO VI: Carta al Padre Rolando Huot, Su­
perior ~neral .de los Sacramentinos· ( texto lati~
no en L'Os.rervatore Romano del 24 de enero; tex­
to en castellano: Ecclesia núm. 1.427 del sábado
8 de febrero de 1969).
La experiencia espiritual es más ÍIU:portante en un religioso que
la experiencia de las cosas selll3Jihles.
«¿Acaso- puede concebirse un religioso que merezca tal nombre,
"entregado a
las vacJas y seculares

comodidades de la vida
que frrum­
"pen

en estos, tiempos,
también en
lo.s cenobios? ¿O
que sea dócil
"para adquirir las profanas comodidades menos plausibles, con la
"excus de que ·debe

conocerlo todo, o de que puede convivir con los
"hombres de estos tiempos
en la

práctica de
su vida?

¿De qué auto-
877
Fundaci\363n Speiro

"rid(!d gozará el religioso, lleno de la experiencia de lflf cosas .rensi­
,,
bles, pero carente
de la
experieticia espiritual
sincera y comprobada
ncon el sufrimiento de

dolores?»
PAULO VI: Alocución ai Capítulo General de
los Hermanos Menores Capuchinos (21 de octubre
de 1968; texto latino en
L'Osservatore Romano
del 21-22; texto en castellano: Ecclesia núm~ 1.415,
sábado 9 de noviembre de 1968).
Primer deber de quienes están consagrados a actividades apos­
tólicas: ~nión con Dios, vida interior y oración.
<
los riesgos del excesivo activismo y de la seculari­
"zación a

que están expuestas, hoy más que ayer, las almas consagra­
" das al desarrollo de actividades apostólicas ocupen siempre el pri­
" mer

puesto la unión con Dios, el cuidado de la vida
interior, el
re­
"curso ·a la oración1 de otra manera se dispersarían energías preciosas
'1y se camprometería la eficacia de los programas pastorales, aunque
"hayan sidO
estudiados y_ elaborados muy sabiamente.»
PAULO VI: Audiell.cia general del miércoles,
día 20, donde tuvo un saludo especial para los sa­
cedotes, ·religiosos
y religiosas italianos que parten
para Sudamérica (texto italiano en L'OsurvaJore
Romano del 21 de noviembre de 1968; texto en
castellano; EccleJia núm. 1.419, sábado 7 de di­
ciembre de 1968).
Primacía de la unión interior ooli Dios y de la oración.
« ... cuanto má.s agudós1 más 11rgentes1 ·más atrayentes y más se­
,, ductores

son
aquellos estímulos,

con tos
que el mundo actual invade 11y ocupa los ánimos y las acciones de los hombres, tanto más necesa­
"rios son
quienes se

defiendan de las
colas exteriores
prepotentes
y
"que
les

oprimen y saben
rej-erirlas a

la región
interior de
la concien­
"cia, de

la
consideración1 de la oración; y qtfienes se. preparan a unir­
"se. con

Dios_
en el sile·ncio de
su
éspíritu, ·en que ,El se

mueve y abre.»
878
PAULO VI: Alocución. al Capítulci General de
los Hermanos
Menores Capuchincis (21 de octu­
bre de 1968; texto latino en IJOuervatore Roma­
no
del 21-22; texto en castellano: 1!.cclesia núme­
ro 1.415, sábado ·9 de noviembre-de 1968).
Fundaci\363n Speiro

La primacía de la vida interior no merma -el dinamismo apos­
tólico.
< "terior en medio de todas vuestras actividades educativasJ caritati­
"vas y misioneras,
sin

temer
jamás ,que por ello f/uede disminuido
"vuestro din.amismo apostólico

o podáis tener impedimentos
para
"dedicaros a fondo al servicio de las almas. Significa amar la oración,
"la pobreza,
el espíritu de sacrificio,

la
Cruz. Y sig11ifica también
el
"compromiso, totalmente particular por vuestra parte, de reproducir
"en vuestra vida de piedad y de apostolado los ejemplos del amor
"adorable y efectivo de María Santísimá.»
PAULO VI: Alocución a Ia's Hijas de María
Auxiliadora (15-VII-72) (I.:Ob.rervatore Romano,
16-VII-72;. original italiaµo, traducción de fl.~~lesia
núm. 1.605 del 19 de agosto).
La oración y el hombre en la sociedad contemporánea.
«Es evidenteJ en efecto, r¡ue la ,sociedad contemporánea, por su
"carácter

disperso
y 4/ienante, por

el fascinante alboroto de su vida,
"constituye un ambiente

en modo
alguno favorable
a la oración,
en­
"tendida
en

el sentido
más noble
de elevación de la mente
y del co­
"razón a Dios. Pero hay más. Un obstáculo muy temible la aparta de
n la civilización moderna, eminentemente ciefltífic'a y técnica: -es el
~, sentido creciente de la independencia del hombre frente l:t DiosJ que
"induce al culto de la pers_onalidad humana y a la conquista exclusi­
"va de los bienes terreno!.-Piensan muchos que el hombre se ba,ita
"a sí mismo y que la fe en la divina providencia debe ser .sustituida
"por la conciencia, creadora y exaltadora de Ja_ capacidad hutna11a.
"Esta
no

puede
ser, ciettamente, la poSición del

hombre
veráaáe­
nramente
sabio

ni, con
major motivo,

cristiano, porque conduce a la
"idolatrfa práctica y ·al .ateís_mo. La criatura tendrá siempre necesidad
"de
la

ayuda de Dios, incluso
_para construir,
en la justicia
y en la
"pazJ la ciudad de

este
tnrindot .~ "vano traba¡'an sus

constructores»
(Sal.J 127J 1).
"Es Dios

la primera
e insustituible causa de
todo
ser y de

todo
nbien. Pero, sobre

todo, para la construcción de la
ciudad de
Dios
"en este mundo y para la eterna felicidad en el otr<>, el hombre debe
"sentir la necesidad absoluta e incesante del auxilio de Dios: no te­
"nem,os, en-efectoJ una ciut/-ad permanente,
sino que. buscamos una
"ciudadfutúra (Hebr., 13, 14).
879
Fundaci\363n Speiro

"Según esta panorámica, la orac1on sublime del < 11 con la que el Divino Maestro enseñ6 a pedir aJ, Padre celestial, en
"primer Jugar,

la
santificaci6n de su Nombre, la venida tfe. su reino,
"el cumplimiento de su voluntad, y, en segundo lugar, los bienes de
"este
mundo, el

perdón. de
las culpas y la liberación del mal, se im­
"pone como un precepto y como un código de sabiduría para todos
"los creyentes,

tanto religiosos como
laicos. Sigue
siendo
válido para
"todos
los

cristianos el mandato
evangélico de
orar siempre, sin
can­
"sarse
(Le., 18,-1), _no ya en el sentído de deber de hacer una ora­
,, ción ininterrumpida (

esto seria imposible
a nues.tra natura/.eza de
"caminantes

en esta
tierra), sino
en el sentido de
unión continua
de
"amor con

Dios
j con el prójimo, de la cual brotá el deseo y el pro­
"pósito de

hacer
y sufrir todo para mayor gloria de Dios y para el
"bien espiritual propio
y de los hermanos ( cfr. Santo Tomás, Sum.
nTeol.,
II-Il; q. 83, aa.. 3, 7, 14) ,' sin una semejante forma de ora­
" ción,

no
es posible corresponder eficazmente a

aquella vocación
a la
"santidad
que es

propia de todos los cristianos.»
PAULO VI: Carta del Cardenal Secretario de Es­
trulo, en nombre del Papa, a Monsefior José Almi­
ci, Presidente de la Federación Italiana de Ejerci­
cios Espirituales del 30 de junio de 1970. ( texto
italiano en
L'Osservatore Romano del 6-7 de ju,-_
lio, texto en _ castelláno: Ece/esia núm. 1.500 del
18 de julio).
Necesidad de la oración antes de la acción.
< "rizaci6n
a

los
que hoy

no escapa ni
siquiera ~l mundo

misionero,
"ocupen siempre

el primer
puestó el cuidado de

la vida interior, el
11recurso a la oración, el amor_ al sacrificio y a la cruz. En caso con­
"trario, se perdería una energía

preciosa
y .se co~profl!etería lfi efi­
ncacia
de

los programas
1 incluso de los más sabiamente elaborados.>>
PAULO VI: Alorución··a1_'capítulo general de.lo~
cotnbonianos

( 6 de diciembre
de 1969; texto ita­
liano en L'Onervatore Romano· del 7, texto en
castellano:
Ecclesia núm. 1.471 del 20 de diciem­
bre).
Necesidad de la oración: "Velad ·y orad".
« ... es necesario hoy y siem,pre, pero· hoy más que nunca, mante:.
"ner
un

espíritu
y una práctica de oraci6n-personal, a causa· -de las
880
Fundaci\363n Speiro

"presentes condiciones de nuestra existencia, tan absorbidas por la
"fascinación de

la exterioridad
y tan turbada por la profundidad y
"la rapidez de los cambios que se están realizando. Sin una propia,
~'íntima y con_tif{Ua vida interior de oración,

de
fe, de caridad> no
"podemos mante'nernos -criJtiano$., ,zo se puede, _de uña ·-manera útil 11y provechosa, participar _e,n el briltante. r'evacimiento litúrgico, no se 11
puede eficazmente dar te.stimonio. de-aqilella (llltenticidad criitiana
"Je· que tanto Je habla, no se puede pensar, respirar, actriar, sufrir 1
"esperar plenamente con la Igle.ria viva,y peregrina: es necesario ofar.
nTanto
la
inteligencia de las
cosas· y de

los acontecimientos como el
"-misterioso pero

indispen.rable
auxilio de_
la gratia
disminuyen _en
"nosotros
y hasta tal vez llegan a faltar, por falta de oratión. Pen­
,, samas que muchas

de
las triste.r crisis e.rpirituales y: mor'ales de peT-
111onas1
educadas

e integr_adas, en diversos niveles, en el
ofgani.rmo
"eclesiástico
se

deben
al debilitamiento y quizá a la falta de una re­
" guiar e inten.ra vida de oración, .rostenida

hasta ayer p_or sabias
cos~
"lumbres
externas, que, una vez abandonadas, han he.cho ·que cese.

la
"oración: y con ésta la fidelidad y la alegria . . ,
"La oración vence la oscuridad y -f!l cansancio de nuestro camino.
"No en vano el

.Señor nos ha
de¡ado este
binomio evangélico: «Vi­
"gilad y orad (Mat., 26, 41). Y no sólo esto. La oración, la vida de
"oración, es

decir, la habitual dirección del espíritu hacia Dios, me­
"diante una conversaci6n filia/, r el concentrado silencio con El con­
" duce a aquella forma

de espiritualidad
que está
llena del don de
la
"sabiduria del Espiritu Santo (cfr. Rom., 8, 14), y que podemos
"llamar, incluso

en el simple fiel, vida contemplativa.» Santo
Tomás,
"con su
acostumbrado estilo incisivo, dice que la

vida
cónte'mplativa
"constituye
en

cierta manera
un comienzo

de la·
bienaventuranza (ll-
11111 180, 4),' se refiere al-episodio de Marta y Jl.!-aria, en el que esi'a
"última,
absorta
en el diálogo con
Crista, merece de

El estas
palabras
"célebres:

«María ha e.rcogido la
parte m'ejot", que no "le será arreba~
"tada»
(Luc.,

10, 42).»
·
s•
PAULO VI: Alocución en ia audiencia general
del

miércoles 20 de agosto (texto italiano en
L'Os­
servatore Romano del 21 de agosto de 1969.; texto
en castellano: Bcclesía núm. 1.455, sábado 30 de
agosto) ..
881
Fundaci\363n Speiro

Peligro -d-f:. suhestimar'..el ---ministerio sacramental litúrgicO.
"como
el
de
·-1ube1timar-·el miniJterio sacramental t litúrgico, -como
"si
fuera un freno y un impedimento para la evangelización directa
"del ,mundo moderno;

.o el
otr,o inconveniente,
hoy
'muy ex:endidoi 11 de querer hacer del.s_acerdo~e .. un hombre como otro cua/,qt1~era en su
"modo de vestir,-en la profesión_ profana, en
la asistencia a

los espec­
"(áculos, ·en la e"'Xperiencia mundana, en el compromiso_ .racial y·po-
11/ltico,
en

la
formaciqn -de 11na'Jamilia _propia con la

renuncia al sa­
"grado celibato.

Se
habla de querer de
este modo integrar al sacer­
"dote en

la
sociedad. ¿Bs así como

debe.·entenderse el significado de
"la palabra

magistral de
fesús, que nos

quiere en el mundo, pero no
"del mundo? ¿No ha llamado
y escogido El a.sus ,:fiscípt,tlos, a aque­
"llos que
debían

extender
y continrúr el_ anun_cio del

reino de Dios,
"distinguiéndolos; más aún1 .reparándolos del modo común.de vivir1
"y pidiéndoles que lo dejaran todo para seguirle solamente a El? 11Todo el Evangelio habla de esta cualificación, de _esta «especia­
" lización»

de los
discipulos que ,:feberían después ser

los Após-
11tole1. fesús los

_ha
1epafado, no
sin
sttcrificio radical por.

parte
11dé · ellos, _de .rus ocupaciones ort/inarias, de sur intereses legí­
"iimos y norma/,és, de su asimilación al amhiente social, de sus
"afectos
sacrosantos, y los ha querido consagrados a El, eón un_ don
"completo,
con
un compramiso
sin retorno,
contando, eso sí, con
"su libre y espontánea respuesta, pero pidiéndoles por adelántado una
"total
renuncia, una inmolación

heroica. Escuchemos, de
nuevo, el in-
11ventario

de
nue.rtras renuncias de

los labios
mi.rmos de
Jesús: «Todo
n aquél que dejare su casa, sus hermanos o hermana.r, a su padre o a
"su madre,

a la
esposa, los hi¡os o .rus campos
por
mi nombre ... » 11(Mt., 191 29) . .Y loJ discípulos tenían conciencia de esta-su perso-
11nal y paradójica condición,-Pedro dice: «He dquí que nosotros lo
"hemos dejado todo
y te hemos seguido a Ti» (lb., 27). El discípu'
"lo,
el

apósto/
1 el sacerdote, el auténtico ministro del Evangelio1
"r:",puede ser ttn hombr9, .rocialmente como los otros hombres? Pobre 11sl, como vo.rotro.r, hermanos, .rí, de los demás,-servidor de los otrosi 11sl; víctima de los demás, sí,-pero, al mismo tiempo, investido de una
"función altísima y especialísima: «Vosotros sois la sal de la tierra ...
"Vo.rotros sois

la luz del mundo». Y
e.rto es
evidente si tenemos la
"noción de

la composición orgánica del cuerpo eclesial: San Pablo no
"puede ser

más explicito a este respecto:
< no es
un solo
"miembro,
.rino mucho.r ...

,· si todos fueran un solo miembro, ¿dónde
882
Fundaci\363n Speiro

"estarla el cuerpo?, sino que mucho.r miembros C(Jnstituyen un .rolo
"cuerpo
... » (1 Cor., 12, 14-21 y sigs.). La diversidad de las funciq,
"ne.r
es

prin/ipio
con.rtituciont# _en_ la Igle'sia de

Dios)
y esta diversi­
,,
dad

se refiere, en primer lugar,
al sacerdocio ministerial: pro_cure­
"mos

no perder
esia específica

función por un
malentendit/o propó­
"sito de asimilaci6n, de-.< "sociedad
-ambiental: «Si: la sal . .re · 1111elve inslpi4a, ¿con qué s,e le
"devolverá
su
.rabor? Ya

no sirve,
para otra cosa; sino, para

ser
arro¡ada
"al

suelo
y pisoteada por la gente» (Mat., 5, 13). Son palabras del
"Señor, las cuales

deben hacer reflexionar
para-el necesario discerni­
"miento en la aplicaci6n de

la
fórmula· recordada:
estar en el mundo,
"pero no
ser del

mundo.
Laja/ta de este discernimiento, del cual la
"educación
eclesiástica, la tradición ascética,
el derecho canónico nos
"han hablado

tanto,
pued_e., precisamente,
producir el efecto contrario
al
"que un incauto olvido nos habla hecho esperar: la eficacia, la reno­
"vación y la modernidad. Efectivamente, de este modo puede verse
"anulada
la eficacia de la presencia
y de la acción sacerdotal en el
"mundo,' la

eficacia
que precisamente
se
quería conseguir
cuando
"se reaccionaba

imprudentemente contra la
separaci6n del sacerdote
"del
resto

de la
10ciedad. Anulada, en

la estima
y en la confianza del
"pueblo, por la exigencia práctica de dedicar a ocupaciones profanas
"y a efectos humanos: tiempo1 corazón, libertad, .superioridad de es­
"píritu (cf"r. I

Cor., 2, 15),
que únicamente
el
ministerio sacerdotal
"quef'Ía tener

expropiadas para sí.»
PAULO VI: Discurso a los Cuaresmeros y Pá­
rrocos

de Roma ( 17 de febrero de 1969; texto
ita­
liano en L'Os.rervatore Romano del 17-18; texto
en castellano: Ecclesia núm. l.430, sábado 1 de
marzo de 1969).
Necesidad de vida interior de la Iglesia como salvaguardia
contra la "contestación" y la corrosión interna en a:ras de
una liberación, en tensión con la obediencia y en las que es
frecuente captar la infiltración de mentalidades disidentes
o profanas.
( "La riqueza de laJ enseñanzas que ofrece a los fiele.s ha abierto cierta­
"mente al pensamiento, a la cultura,
a la
oraci6n
una vena constante
"de vitalidad espiritual; y é.sta es la que todo.s debemo.s cultivar e in­
"ten.sificar. Han prevalecido., .sin embargo, do.r fenómeno.s, .si no

en
"magnitud
.sí en

la publicidad: El fenómeno centrífugo de la
vida
"exterior,

el
así llamado

de
la línea
horizontal,
humanitaria! óptimo,
8.83
Fundaci\363n Speiro

'~pero incompleto y reticente en la doctrina., y que tier,,.de a .agolar los
'~motivos de

la
propia energía

minimizando los de la propia espiritua­
n liilad ,' y el fe.nóTneno de la contestación interna, de la inquietud
"egóísta, · velada por

cierto legitimo pluralismo
y dirigida a la co­
JJ"osiim
interior de ta ·Unidad eclesial-en aras de una liberación en
JJtensióil
con tóda f!Utoridad y, por. tanto, con toda obediencJa. No
u habrá uná pretendida suficiencia carismática, que conservará una
''auténtica
animación
del
Espírit11·Santo en estas co"ienteJ espirit11ale11
"en las cuales es demasiado fácil y frecuente captar la infiltración de
"mentalidades disidentes o
profanas. .
884
PA:ULci' VI: Alocucjón,en 1a· audiep.cia general
del" 4

de noviembre de
1972. ·«L'Osservalore RO­
mano del 5 de febrero· de 1972; original italiano,
traducción de Ecdesia n(un. 1.617, del 11 de no­
viembre).
Fundaci\363n Speiro