Índice de contenidos
Número 109-110
Serie XI
- Textos Pontificios
- Actas
- Estudios
- Jornadas
- Congresos
- Información bibliográfica
- Crónicas
-
Ilustraciones con recortes de periódicos
-
I. El llamado «capitalismo monopolista de Estado»
-
II. Los irresponsables
-
III. El respeto y la respetabilidad
-
IV. El progreso técnico y económico, el mayor bienestar, emparejados con una decadencia de la calidad humana
-
V. Consecuencias del éxodo rural
-
VI. Camino hacia el socialismo, inevitablemente abocado al fracaso
-
VII. El drama del socialismo
-
VIII. Visto y oído en Checoeslovaquia
-
IX. Y ¿en Rusia?... El grito de Solzhenitsin
-
X. Además… hay escasez de alimentos en la URSS
-
Autores
1972
IV. El progreso técnico y económico, el mayor bienestar, emparejados con una decadencia de la calidad humana
está obligado; de esta forma no necesita respetarse a sí mismo,
ni
a lo
que representa,
Luego, cuando quiere lograr respeto
para sí
mism!), o
para la función que ejerce, le es
difícil con
seguirlo.
·>Lo primero para que haya
respeto mutuo, para que
los
hombres
se respeten
entre sí, es
que cada uno
~e guarde a
sí
mismo el respeto suficiente para actuar y aparecer con
la dig,
nidad
que su
sexo, eda~ posición
o responsabilidad le obliga
a mantener. Si
t.odo da
igual, si todos se comportan sin ninguna
responsabilidad propia, si se menosprecia
el peso que lleva cada
actividad,
-se reproduce una general distorsión en la que cada
uno ignora cuál
es su puesto
y el de los demás, La confusión
reina, y el respeto aparece como algo inútil, mero fonnulismo sin sentido ni raíz. Muchas veces he pensado que más impor,
tante que
la función
que
se ejerce
es
ia dignidad
con que se
ejerce. Hay
ascensorista~ lavanderas,
porteros . . . que dan a
8U
trabajo una dignidad que les hace respetables y, por el con
trario, hay
-directores de
empresa, profesores, altos. funcionarios
que denigran -
su misión,
a la que hacen perder el respeto que
para los demás puede
merecer.
»Más
tarde
o más temprano la sociedad tendrá que volver
a considerar el
respeto, el
respeto que cada
un~ debe
guardarse
a sí mismo -único modo de que los demás lo reconozcan- y el respeto que
ee debe
guardar para los demás. Y
c~ndo hablo
de
respeto no hablo de imposición por la fuerza,
ni tampoco
de coacción, Porque el respeto es algo voluntario,
sentido y
practicado,
porque está en el ambiente. Cuando se pierde el
res
peto
propio y el
respeto a
los demás,
-se pierde
el sentido de
la interacción social._ Respeto que debe
ser tanto
del superior
al inferior ~omo del inferior al superior. Porque aquí no hay
ley del
embudo. Cu:ando hay respeto, hay respeto para todos,
Cuando
se pierde, se pierde
para todos y por todos. Y una
so
ciedad sin res-petos mutuos
está
al borde de la desintegración
y de la anarquía.
IV. EL PROGRESO TÉCNICO Y ECC)N'ÓMICO, EL MAYOR BIENESTAR, EMPARE-
JADOS
CON
UNA
DE.CADENOA DB LA. CALIDAD H~A.
Esta afirmación fue recogida por el Profe,o, Justo Diaz Villasante
en una conferencia de la cual el BOLBTIN DEL COLEGIO DE ABO
GADOS de
MADRID del primer trimestre de 1972 ~ un ar-
1056
Fundaci\363n Speiro
tículo tituládo "Los JÓVENES y EL' TÉ.RRORISMO", al que corresponden los
párrafos que reproducimos a continuación:
«Cuanto más perfeetas son las máquinas aquí, en la cabe
cera del mundo occidental, cuando mayor ea el
poder
del hom·
bre
sobre la
naturaleza, más imperfectos son los hombres y
menor
el Poder sobre aí mismos. Nadie quiere sacrificarse, se
ha perdido totalmente el
~ntido heroico
de la vida, aquella
aptitud para las empresas
de grandes alientos
de que hablaban
los místicos
como
un camino
de
perfeeción. Hemos
entrado en
el comercio de las ideaé, en el comercio del espíritu, en la ga
nancia de dinero a toda costa, como se
pOne de relieve en la
crisis de la conciencia europea, donde en sns mejores momen
tos creadores brilló
la luz inmaterial del espíritu.
»Por esta
razón, entre
otras, se
ha apoderado del hombre
moderno
y, sobre todo, de la juventud, el aburrimiento. Parece
increíble en una civilización
sato.rada de excitación morbosa y
en muchos de sus aspectos, como si no hubiéramos avanzado
nada, de fanati·smo.»
« Vivimos en un dima de tensión y la personalidad alterada
se siente amenazada
y, por
ende, se proyecta como amenazante;
e] tono de agresividad humano refleja a man8l"a de una auto-
defensa;
actuamos de una forma desconcertante y contradicto•
ria que nos aleja de
lo que debiera ser una atmósfera emocional
sana e incidimos en la desesperación, en el u.so
de la violencia,
traducido
para la juventud en
los crímenes
de los
adulto·s, en la
miseria,
en la guerra, en la
.soledad, en
el
aislamientO~ en el
falso pacifismo de cualquier tiempo.
»Es curioso
observar cómo el terrorismo, ejercitado en situa
ciones
límit~ viene
a constituir una fuga
de la realidad, de una
realidad oscurecida por la confusión deliberada de
las ideas,
por
la falsa
illform.ación de ia historia
y
del pensamiento,
por
la· carencia
de óhjetividad, por el poder material de la
espada
hollando el Derecho, aunque, a la larga, como decía el gran
guerrero, vence siempre
el espíritu. El terrorismo, pues -la
acción terrorista-, no
puede· confundirse exclusivamente
con
el u.so del
plástico, porque
el terrorismo conduce una situación
de terror como estado psicológico:
es la actitnd del· hombre
vencido deede
el exterior y, a la vez, vencido desde dentro de
sí mismo.
»Esto puede ser, por
otra
p~ una de las
explicaciones
profundas del
uso de las drogas, comó. salida
a una situación
Fundaci\363n Speiro
de pavor· invencible. que con tanta buscada prodi~dalf ·se
extiende.
en
nuestro
mWldo anárquico, en la·
juventud e
incluso
en
la infancia, prodigalidad basada en el lucro y como apa•
rente contraposición con
la miseria.
»Este análisis, producto de una· dilatada experiencia, ha sur
gido
de
Wla cultura
superficializada, en
Wla parte
importante
de la
juventud, incluso
universitaria~ como
lo revelan los
8.500
c1ie"stionarios reptesentativos de 400.000 adolescentes.
»El fenómeno
se
p:roduce por
primera vez en Suecia, país de
economía planificada,
de
socialismo· fabiano.
con
Wl simboiisl"";;i,
monárquico,
pero de lleno
en. Ja · órbita del
capitalismo de Oc
cidente,
en 1958; dos años más tarde, en Estados Unidos: cinco
dea.púés, en Dinamarca. Hay que
destacar que en los
tres se
ha
producido
wi tipo de subversión desde dentro;. se ha querido
utilizar la
no violencia:. la muestra aparece en
WIB · juventud que
huye
a· Oriente, ·contra una
violencia en defensa de la guerra,
contra
lo que pudiéramos llamar un terrorismo al revés que
impulsa
ef terrorismo
de los terrorizados.»
v. CoNSECUENCIAS PEL :é.xooo RURAL.
El progreso técnico y el desar,ol/o acelerado impulsado por los p/B
nes, además
de las consecuencias que arrtes hemos examinedo, ha hecho
vertiginoso
el éxodo rural y el crecimiento macrocósmico de las urbes.
En VER.BO 107-108 ( pp. 838 y s.) recogimos unos recortes que aludian
a este hecho. AhOl"á añadiremos unos párrrafos del-articulo publicado en
ABC
del 24
octubre y firmado poi-Miner Otameodi, '"LAS CONSECUENCIAS
DEL ÉXooo-'' •
1058
«Todavía no hemos analizado en España de una manera or
gánica, no parcial, las consecuencias del éxodo rural y de la
conmoción -sociológica
que ello ha significado· para generacio
nes de
españoles. ·Sería interesantísimo ·ahondar en
el consciente
y el
Subconsciente de
esos
hombres, de
esas mujeres
dé setenta,
de cincuenta, de cu.a.re~ta años que abandonaron todo lo que
ni siquiera una
"impía guerra
civil les había hecho abandonar.
»Una de
las variantes
para .mí
más
estigmaiizadas_ entre el
niediO ·rural
y el-· urbano
es· la
insolidaridad. De esta
carencia
de
lo solidarlo nace también la indiferencia ante lo que suceda
en el medio ambiente. Si
Lewis, o
Redfield, o Miner (por citar
algunos sociólogos
modernos) hubieran
aSistido en
España a la
remoción pohlaeional que
se ha
experimentado en los últimos
Fundaci\363n Speiro
ni
a lo
que representa,
Luego, cuando quiere lograr respeto
para sí
mism!), o
para la función que ejerce, le es
difícil con
seguirlo.
·>Lo primero para que haya
respeto mutuo, para que
los
hombres
se respeten
entre sí, es
que cada uno
~e guarde a
sí
mismo el respeto suficiente para actuar y aparecer con
la dig,
nidad
que su
sexo, eda~ posición
o responsabilidad le obliga
a mantener. Si
t.odo da
igual, si todos se comportan sin ninguna
responsabilidad propia, si se menosprecia
el peso que lleva cada
actividad,
-se reproduce una general distorsión en la que cada
uno ignora cuál
es su puesto
y el de los demás, La confusión
reina, y el respeto aparece como algo inútil, mero fonnulismo sin sentido ni raíz. Muchas veces he pensado que más impor,
tante que
la función
que
se ejerce
es
ia dignidad
con que se
ejerce. Hay
ascensorista~ lavanderas,
porteros . . . que dan a
8U
trabajo una dignidad que les hace respetables y, por el con
trario, hay
-directores de
empresa, profesores, altos. funcionarios
que denigran -
su misión,
a la que hacen perder el respeto que
para los demás puede
merecer.
»Más
tarde
o más temprano la sociedad tendrá que volver
a considerar el
respeto, el
respeto que cada
un~ debe
guardarse
a sí mismo -único modo de que los demás lo reconozcan- y el respeto que
ee debe
guardar para los demás. Y
c~ndo hablo
de
respeto no hablo de imposición por la fuerza,
ni tampoco
de coacción, Porque el respeto es algo voluntario,
sentido y
practicado,
porque está en el ambiente. Cuando se pierde el
res
peto
propio y el
respeto a
los demás,
-se pierde
el sentido de
la interacción social._ Respeto que debe
ser tanto
del superior
al inferior ~omo del inferior al superior. Porque aquí no hay
ley del
embudo. Cu:ando hay respeto, hay respeto para todos,
Cuando
se pierde, se pierde
para todos y por todos. Y una
so
ciedad sin res-petos mutuos
está
al borde de la desintegración
y de la anarquía.
IV. EL PROGRESO TÉCNICO Y ECC)N'ÓMICO, EL MAYOR BIENESTAR, EMPARE-
JADOS
CON
UNA
DE.CADENOA DB LA. CALIDAD H~A.
Esta afirmación fue recogida por el Profe,o, Justo Diaz Villasante
en una conferencia de la cual el BOLBTIN DEL COLEGIO DE ABO
GADOS de
MADRID del primer trimestre de 1972 ~ un ar-
1056
Fundaci\363n Speiro
tículo tituládo "Los JÓVENES y EL' TÉ.RRORISMO", al que corresponden los
párrafos que reproducimos a continuación:
«Cuanto más perfeetas son las máquinas aquí, en la cabe
cera del mundo occidental, cuando mayor ea el
poder
del hom·
bre
sobre la
naturaleza, más imperfectos son los hombres y
menor
el Poder sobre aí mismos. Nadie quiere sacrificarse, se
ha perdido totalmente el
~ntido heroico
de la vida, aquella
aptitud para las empresas
de grandes alientos
de que hablaban
los místicos
como
un camino
de
perfeeción. Hemos
entrado en
el comercio de las ideaé, en el comercio del espíritu, en la ga
nancia de dinero a toda costa, como se
pOne de relieve en la
crisis de la conciencia europea, donde en sns mejores momen
tos creadores brilló
la luz inmaterial del espíritu.
»Por esta
razón, entre
otras, se
ha apoderado del hombre
moderno
y, sobre todo, de la juventud, el aburrimiento. Parece
increíble en una civilización
sato.rada de excitación morbosa y
en muchos de sus aspectos, como si no hubiéramos avanzado
nada, de fanati·smo.»
« Vivimos en un dima de tensión y la personalidad alterada
se siente amenazada
y, por
ende, se proyecta como amenazante;
e] tono de agresividad humano refleja a man8l"a de una auto-
defensa;
actuamos de una forma desconcertante y contradicto•
ria que nos aleja de
lo que debiera ser una atmósfera emocional
sana e incidimos en la desesperación, en el u.so
de la violencia,
traducido
para la juventud en
los crímenes
de los
adulto·s, en la
miseria,
en la guerra, en la
.soledad, en
el
aislamientO~ en el
falso pacifismo de cualquier tiempo.
»Es curioso
observar cómo el terrorismo, ejercitado en situa
ciones
límit~ viene
a constituir una fuga
de la realidad, de una
realidad oscurecida por la confusión deliberada de
las ideas,
por
la falsa
illform.ación de ia historia
y
del pensamiento,
por
la· carencia
de óhjetividad, por el poder material de la
espada
hollando el Derecho, aunque, a la larga, como decía el gran
guerrero, vence siempre
el espíritu. El terrorismo, pues -la
acción terrorista-, no
puede· confundirse exclusivamente
con
el u.so del
plástico, porque
el terrorismo conduce una situación
de terror como estado psicológico:
es la actitnd del· hombre
vencido deede
el exterior y, a la vez, vencido desde dentro de
sí mismo.
»Esto puede ser, por
otra
p~ una de las
explicaciones
profundas del
uso de las drogas, comó. salida
a una situación
Fundaci\363n Speiro
de pavor· invencible. que con tanta buscada prodi~dalf ·se
extiende.
en
nuestro
mWldo anárquico, en la·
juventud e
incluso
en
la infancia, prodigalidad basada en el lucro y como apa•
rente contraposición con
la miseria.
»Este análisis, producto de una· dilatada experiencia, ha sur
gido
de
Wla cultura
superficializada, en
Wla parte
importante
de la
juventud, incluso
universitaria~ como
lo revelan los
8.500
c1ie"stionarios reptesentativos de 400.000 adolescentes.
»El fenómeno
se
p:roduce por
primera vez en Suecia, país de
economía planificada,
de
socialismo· fabiano.
con
Wl simboiisl"";;i,
monárquico,
pero de lleno
en. Ja · órbita del
capitalismo de Oc
cidente,
en 1958; dos años más tarde, en Estados Unidos: cinco
dea.púés, en Dinamarca. Hay que
destacar que en los
tres se
ha
producido
wi tipo de subversión desde dentro;. se ha querido
utilizar la
no violencia:. la muestra aparece en
WIB · juventud que
huye
a· Oriente, ·contra una
violencia en defensa de la guerra,
contra
lo que pudiéramos llamar un terrorismo al revés que
impulsa
ef terrorismo
de los terrorizados.»
v. CoNSECUENCIAS PEL :é.xooo RURAL.
El progreso técnico y el desar,ol/o acelerado impulsado por los p/B
nes, además
de las consecuencias que arrtes hemos examinedo, ha hecho
vertiginoso
el éxodo rural y el crecimiento macrocósmico de las urbes.
En VER.BO 107-108 ( pp. 838 y s.) recogimos unos recortes que aludian
a este hecho. AhOl"á añadiremos unos párrrafos del-articulo publicado en
ABC
del 24
octubre y firmado poi-Miner Otameodi, '"LAS CONSECUENCIAS
DEL ÉXooo-'' •
1058
«Todavía no hemos analizado en España de una manera or
gánica, no parcial, las consecuencias del éxodo rural y de la
conmoción -sociológica
que ello ha significado· para generacio
nes de
españoles. ·Sería interesantísimo ·ahondar en
el consciente
y el
Subconsciente de
esos
hombres, de
esas mujeres
dé setenta,
de cincuenta, de cu.a.re~ta años que abandonaron todo lo que
ni siquiera una
"impía guerra
civil les había hecho abandonar.
»Una de
las variantes
para .mí
más
estigmaiizadas_ entre el
niediO ·rural
y el-· urbano
es· la
insolidaridad. De esta
carencia
de
lo solidarlo nace también la indiferencia ante lo que suceda
en el medio ambiente. Si
Lewis, o
Redfield, o Miner (por citar
algunos sociólogos
modernos) hubieran
aSistido en
España a la
remoción pohlaeional que
se ha
experimentado en los últimos
Fundaci\363n Speiro