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Número 109-110

Serie XI

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II. Los irresponsables

qmen sabrá zafarse de ese laherin:l(). Unos lo harán por la vía
aneha, y. otros por los senderos. Con la manía legislativa pasa lo
mismo que con el impuesto excesivo: cuando se sobrepasa el
límite de
lo soportable, el frllude ya no produce ningún remor­
dimiento.»
JI. "Los IRRESPONSABLES".
Este· es el titulo de un artículo de Santiago Galindo Herrero, publicado
en. ABC del 11 odulxe 1972, que enca,a un fenómeno paralelo al que
acabamos de contempl,ar. En una sociedad en la cual la inter-{!ención: Es-­
tatal y su fiscalidad ahogan toda autorrespon.sabilidad, no es de extrañar
que todo., y en todo vagamos siendo considerados exentos de respon;ab;,.
lidad. Parece que todos sesmos menores o incapaces sujetos a tutel~ g que
acabemos no

sólo
por creerlo, sino incluso por justificarlo y ckmostrarlo.
Es la pendiente por la cual la actual sociedad de masas va deslizándose-.
Leamos:
«La noticia salta todos los días a los _medios informativo~ y
siempre
con el mismo corolario. Se
ha destruido una obra de
arte; se ha provocado un accidente, un incendio;
se ha
dado
muerte a un personaje importante que resaltaba en la sociedad
por el servicio destacado que prestaba; desde una azotea, o
ventana, alguien se ha distraido dando caza a los
pacíficos ciu­
dadanos que

deambulaban por la calle; una
niíía ha sido rap­
tada y después forzada . . . El corolario nos lo sabemos antes de
leerlo; el autor o autores de tales hechos eran perturbados men­
tal~ no estaban en su sano juicio y, po!l' tanto, son irrespon­
sables.
Hay

aún otras noticias paralelas a las
anteriores, con
el mis­
mo
signo. Unos

jóvenes han robado un coche, han asaltado una
gasolinera, han matado a nn
po-bre guarda

para
hacel'se con unas
pocas moneda-s, han

maltratado a un
anciano, han ahusado

de
una mujer indefensa, han sido encontrados alcoholizados o bajo
el efecto de
laS drogas,

. . . Otro corolario se añade a estas no­
ticias: la culpa no es de ellos,
sino de las circunstancias, de la
sociedad

que
les ha puesto en trance de

que tuvieran tal com­
portamiento. Es
decir, los

autores no deben responder de
-sus
hechos, -son irresponsables.

La responsable única es la sociedad.
Al propio tiempo unas corrientes pseudo-picológicas, o de
caridad para con
el criminal antes que para con las víctimas,
han ganado
grandes sectores
de
opinión y
el no
seguirlas .-sig­
nifica tanto como ser tachado de inhumano; y
·lo que

parece
peor, de
totalitario.»
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Fundaci\363n Speiro

«Las teorías han penetrado de tal forma has-ta en los ambien­
tes
más llamados a ·.guardar celosamente la disciplina de las con­
ductas,
quo la
propia
Iglesia Católica se ha
resentido de
ellaa.
Ya
no hay herejes ni se ·señala siquiera qué ·escritores ponen en
peligro la fe y ia moral, y menos aún se excomulga a nadie.»
«Lo cierto es que si examinamos "la acción de todos estos
.seres que realizan
aetos antisociales y reprenaibles, supuesta­
mente

enajenados
O presionados por las circunstancias, ninguno
de
ellos; a no ser los alcohólicos y drogadictos, aun cuando des,,
truyan

o· perjudiquen a otras personas,
Su familia
o la
sociedad
en ningún caso hacen nada que pueda causarles mal alguno ni
que atente contra su propia persona o intereses,
Lo que es real­
mente digno de
tenerse en

cuenta
~ra pensar,

con calma, sobre
lo
complicado de ta~es conductas.» 1
«... aumenta cada día el número de los «irresponsábles» y
nadie juzga· ofensivo ser considerado tal, Pero el irresponsable,
no debe
olvidarse, es

a manera
· de
un · niño sin capacidad de
discernimiento,
un hombre -a quien falta · la claridad de juicio,
que tiene enajenadas
sus facultades
mentales, .que carece de
voluntad, . . . Algo muy distinto del hombre
responsable de sus
actos,· que -sabe lo que hace y por qué lo ha·ce.
»El
irres-ponsable es

un hombre· carente de libertad de ac­
ción, encadenado a
18.s pasiones, a los instintos, a ios reflejos.
Admitir
tan gratuitamente la irresponaabilidad supone·
un salto
atrás,
una vuelta a la sujeeión de la -persona a algo extraño a
sí misma, una pérdida de
las notas esenciales

por
las que se
considera
a un ser humano. Con ello se renuncia a una con­
quista

que costó ·siglos
c·onseguir y que el cristianismo

con.sagró:
la
libertad responsable del

hombre, único ser de la creación que
ha de elegir y que
en esta elección tiene su grandeza y servi•
dumhre,
la equivocarse, el obrar torcidamente, es el precio
de su libertad responsable, que puede acarrearle ia perdición.
Pero también está aquí su grandeza, porque si no fuera
libre­
mente

responsable no podría ser
acréedor a
ningún aprecio ni
premio .
.-»Difícilmente

a nadie se le juzga hoy pecador, delincuente,
malvado o
antisocial, Y de las atenuantes de la conducta se ha
pasado
a una declaración
geueral de
inocencia primaria, de
'bondad natural.·

Y con el aumento del número de irresponsables
crece
el de las víctimas inocentes y se: multiplican los ·actos que
degradan a la persona humana y ponen en
peligro la· vida social»
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