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Número 135-136

Serie XIV

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La civilización sometida a la técnica y a la economía

LA CIVILIZACION SOMETIDA A LA TECNICA
Y A LA ECONOMIA
Cuanto contribuye al dominio del hombre sobre el mundo co­
rresponde -al pensamiento

creador
y providencial de Dios;
Nuestro

conocimiento
se ha

de basar en un estudio y
casi un
diálogo

que trate de
interpre"tar la

·divina intención ideal
latente en las ooeas; y no tenemos que limitiimos a la
conquista del reino temporal, sino que debemos remontar­
nos
a
la del Reino de los Qelos.
«Todo cuanto contribuye al dominio del hombre sobre el mundo,
"a/, incremento de la humanidad .sobre la Tie"a, a la promoci6n de
''la actividad y del bienestar humano, a la conquista científica y
"técnica de la Naturaleza, al desarrollo total del hombre, al incesante
"esfuerzo por mejorar lcu
condiciones

de
la convivencia
humana ...
"co"esponde a/, pensamiento creador y providencial de Dios. Bl tra~
"bajo, mM'ándolo bien,
es un estudio y casi un diálogo, que trata de
"interpreta,- la divina intención idea/,
latente en las cosas.
"La búsqueda
de

lo
útil y de lo perfecto es un honor tributado
"a
los valores que la infinita prodigalidad creadora

ha
depositado en
"laJ cosas 'Y es, al mismo tiempo, un homenaje, aunque desgraciada­
"mente no siémp,re intencional, a su divino principio, de los tesoros
"virtuales de pensamiento y de acción que el hombre saca de sí,
'·mientras descubre lo.r tesoros escondidos en las entrañas del cosmos,
"La utilidad suprema, pues, en cuya búsqueda no puede zafarse
"el e.spíritu humano, ¿termina en

esta
gigantesca lucha entre el hom­
''bre
y la Tierra? ¿"Incluso cuando. el hombre resulta vencedor? La
"victoria del hombre sobre el reino temporal! ¿es para él definitiva,
''suficiente? ¿Es su completa
y máxima felicidad? ¿O no debe esta
"misma
victoria servi1' de

escalera
para remontarse a otra conquista,
"a la

conquista del
reino de lo.r Cielos? ¿De las cosas visibles a las
"invisibles y espiritua/,e.r; de las cosas temporales a las eternas?
"Condensamos
el
pensamiento
ampUsimo en una imagen, que nos
"parece expresiva.
¿Conocéis el así llamado Pozo de San Patricio,
"en Orvieto?
"Se trata

de
un gran pozo cffcular, hacia el

cual
se desciende por
nun camino en espirtil, que gira en torno a la superficie del cilimtro
603
Fundaci\363n Speiro

"del pozo y llega finalmente en el fondo al manantial de agua, at "vesando
el
cual se desemboca
en otra rampa en espiral que conduce
"al peregrino subterráneo, con JU provisión de agua, a la vista del
"cielo. Esta idea genial de la doble espiral nos pa,-ece un simbo/o,
"incluso
pa,-a nosot ''las cosas terrenas buscando lo que puede saciar nuestra sed,-pero,
"¿cuál sería nuestro destino Ji no tuviésemos después modo de re­
"momarnos mediante la ot "San
Pablo nos
dice
bien: «Todo es vuestro, pero

vosotros sois
"de Cristo

( es decir,
absorbido.r en la espira/. ascendente

de la sal­
"vación), y Cristo es de Dios» (I Cor., 3, 22)».
PAULO VI: Alocución a los dirigentes de la
feria de Milán («O. R.» 7-4-72; original ita­
liano, traducción de E~clesia núm. 1.'589 del 29
de abril de 1972).
La mentalidad técnica que quita el recuerdo de Dios.
«La mentalidad técnica, que fundamenta .sus raíces en la menta­
''lidad cientlfica y se
complace en su florecimiemo en

el
campo ma­
''ravilloso
de los instrumentos inmmie,ables y poderosos que pone
''en las manos del hombre, orgullo10 de sus inventos, liberado de
"sus fatigas físicas,
proyectado en el reino de la ciencia-ficci6n, don-
1'de todo parece explicable y posible, sin recuffir con el pensamiento
"ni con la oración a un Dios trascendente y misterioso. El p,edtJ'llU­
,.nio de las cosas y de las fuerzas naturales, la primac/a atribuida a
"la acción práctica y útil, la organizaci6n totalmente nueva de la vida
''como resultado del
múltiple empleo de la técnica quitan al hombre
"el
recuerdo de
Dios y apagan en él la necesidad de la fe y de la
'1religión. Y a
nuestro predecesor Pío XII, de venerada memoria, en
"un maravilloso análisis de. este tema, en el radiomensaje de Na11i­
"dad de 1956, hablaba del «espfritu técnico», que empapa a lamen-­
"talidad moderna; y lo definla «como aquello que considera como
''el más alto valor humano y vital sacar el mayor provecho a las
"fuerzas
y a los elementos de la naturaleza» ( discursos y radiomen­
"sajes
XV, pág. 522). Y también: «El concepto técnico de la vida
"no es, pues, otra cosa que una forma particular del materialismo,
"en
cuanto
ofrece como
últitna respuesta
al
p,oblema de la exis­
"tencia una fórmula matemática y de cálculo utilitMio» (Ib/d. pá­
"gina
527).
}}Pero si esto, como ha reconocido el Concilio, «puede hacer con
"frecuencia más difícil el acceso a Dios» (Gaudium et Spes, nú-
604
Fundaci\363n Speiro

"mero 19), de por si no lo impide, más aún, debería facilitarlo con
"el estímulo del descubrimiento de las pt'ofundidades existenciale1 11de la naturaleza y con la experienCia del ingenio humano, que no
"inventa esas profundidades, sino que las descubre y las utiliza.»
PAULO VI: Alocución en la Audiencia General
(12 de junio" de 1968; texto italiano en «O. R.»
del 13; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.395,
sábado
22 de junio de 1968).
La tentación que convierte en regla la práctica de olvidar a
Dios y los deberes para con él, por el progreso técnico y el
bienestar económico.
«Vivimos, por desgracia, en una época en la que la atracción de
,,zas cosas terrenas, solicitada como está cada vez más por el moder­
"no progreso técnico y económico, .se ha hecho extraordinariamente
"sugestiva. La carrera hada el bienestar compromete poderosamente
"los intereses y la atención del hombre de hoy, haciendo de eJte
"modo más difícil la

práctica de la fe
y la estima de los valores
"espirituales;
de ahí la tentaci6n, que frecuentemente la práctica con­
"vierte en regla, de olvidar a

Dios
y los deberes para con El.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia a Obre­
ros de

Ferrara
y Caste!massa (29-4-72) («O. R.»,
304-72; original italiano; traducción de Ecclesia
núm. U94 del 3 de junio).
Los progresos de la técnica y sus riesgos si son usados para
contradecir
y corromper loa valores fundamentales de la
vida humana
y producir la discordia y la maldad ...
«Una de

las
más grandes bendiciones de

nuestro
tiempo es el
"p,rogreJO tecnol6gico
y el gran avance con.seguido en la.r comunica­
''ciones Jociales.
Ahora,

como nunca
había ocUMido, los valoreJ es­
"piritua/,es pueden ser afÜ'mados
y difundidos entre los confines de
"la Tierra. La maravillosa p,rovidenti.a de Dios ha reservado este pro­
'·digio para nuestro tiempo.
"Pero loJ
hombres de buena voluntad sienten inquietud al ver
"cómo
estos medios de comunicaci6n social son usados, demasiado a
"menudo, para contradeci1' o co"omper los

valores fundamentales de
"la vida humana y producir la discordia y la maldad ( «Communio et
"Progreuio», 9).

Los
abu.soJ y con1iguientes perjuicios que causan
"son
bien

conocidos,
La difusi6n de ideologías falsas y la excesiva
60~
Fundaci\363n Speiro

"preocupación por el simple progreso material frecuentemente tras­
"trueca lo que concierne la verdadera sabiduría y los valores perma­
"nentes.»
PAULO VI: Mensaje en la jornada Mundial
de las comunicaciones sociales (3-VI-73); (texto
oficial castellano facilitado por la C. E. de Me­
dios de C. S.) traducción de Bcclesia núm. 1.644
del 2 de junio de 197~).
El utilitarismo antropocéntrico actual ante la fe católica.
«Cuánto desinterés por la fe cat6lica, por la religión en general,
"por
la práctica de la vida cristiana se encuentra difundido por do­
''quier
y va ganando la mentalidad moderna. ¡ Cuán grande es la di­
"ficultad que encuentra la verdad del Evangelio, y qué oposición a
''la
enseñanza de la Iglesia, madre y mae.rtra!
"Parece que la objeción general a la vida religiosa, especialmente
,, a nuestra vida católica, reviste carácter utilitario: ¿Para qué sirve la
"religión? r::Para
qué si,rve C1'eer, rezar, ir a la iglesia, etc.? c'NO es
"superfluo? ,:'No es mítico? ¿No es anticuado? ,·No es fastidioso?
"¿No
es pesado?
"La mentalidad moderna, en el fondo, está persuadida de la inu­
"tilidad de
la fe; la cultura moderna parece suplir magníficamente la
"integración espiritual, que anteriormente -se conseguía por la fe. La
"educación moderna es antropocéntrica, y considera a la religión,
"que
es teocéntrica, una enajenación. Esta mentalidad, fundada sobre
'' el interés Jubjetivo y persona/,, se

encuentra tan
difundida y se

ha
"adueñado tanto

del hombre moderno que es
licito preguntarse si
"será posible

a la fe
utilizar esta actitud egocéntrica para ser
"aceptada por el espfritu humano, no ocupado de

otra cosa sino de
·'1sí mismo. Es decir: ¿Puede
la fe presentarse al hombre como un
''interés suyo propio? "Vislumbramos
la ambigüedad de la respuesta en la equívoca
"definición de

lo que es nuestro
interés. ¡Qué engaño sería
la fe,
'Y
"qué deformación padecería, si la religión se hiciese afectar «por un
''inte,és» temporal,

económico,
terrenali por
un beneficio
puramente
!Jegoísta!
"¿Pero
no·sería

acaso conforme a la
psicología contemporánea y
"a la pedagogía de todos los tiempos presentar la fe baio el aspecto
"de una utilidad superior para introducirla en

el
corazón de
los hom­
"bres? (¿No ha
escrito San

Agustín su
primer libro, tras la ordena­
"ción sacerdotal,, titulado «De utilitate oredendi»?.
P.

! ... , 42).
¿No es
bajo esta

perspectiva personal,
subjetiva, sumamente
uti­
"litaria, como

el Señor mismo ha
presentado su reino! cuando
ha
606
Fundaci\363n Speiro

"dicho: «¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si des­
"pués pierde su alma?»
(Mt.,

16, 26).
¿Y no es hoy
la salvación la
"expresión sintética

de la
religi.ón? ¿La teología actual no gravita en
:l-'la órbita

del interés, del
supremo interés humano, la salvación del
"hombre, la salvación del mundo?
"Una duda surge en este puntoJ cuya solución nos aclara todo: ('Es
"licito, es justo contemplar la 1'eligi6n bajo este ángulo visual, de la
''utilidad
humana?
Respuesta: Sí,
hermanos1 en virtud de esta grande,
"central y feliz revelación: Dios es bienaventuranza; Dios nos ama,
·"Dios
se

ha
intMesado por nosotros hasta
hacerse en
Cristo nuest1'o
"'hermano, más aún, nuestro Salvador; «Hasta tal punto amó al-mun­
" do que dio por él a su Hijo Unigénito» (13, 16).
PAULO VI: Alocución en la audiencia gene­
ral del 9 de febrero de 1972; «O. R.», 10-2-72;
original italiano,
traducción de Ecclesia, número
1.580 del 19 de febrero.
El hombre y la familia, artífices o víctimas de la civilización
técnica.
«Es, ciert&tmente, de la máxima importancia que los representan­
~·tes cualificados
de las familias

católicas, como tales,
mediten en lo
.,, que .ron el hombre .'Y la familia en el plan de Diosi en las condiciones
nnecesarias para

el
desarrollo de
la familia
-bien sean de orden
,imoral y educativo, jurídico o material-, como igual.mente en las
"responsabilidades de

los
padres y de

los
poderes públicos en la crisis
"actual
de la civilización.
"Es impMtante
que

las
familias católicas tomen conciencia del
"deber que les concierne, d"e dar testimonio abiertMnente de sus con­
"vicciones profundas con

respecto a la vida,
a/, matrimonio, a la fi­
''delidad conyugal,

a la
educación de los hiios. Existen, en efecto,
''obligaciones

morales
inalienables, cuyo ejercicio 1Unguna p,esi6n
''puede
impedir, y cuyo cumplimiento ninguna legislación podría dis­
"pensar. Para el coniunto de
las personas y de las familias, frecuente­
"mente
faltas

de
preparación ante

la evolución de
_las costumbres, un
"toque de
atención

de la opinión
pública, debidamente ilustrada por
,, tma información

objetiva
y saludable, puede sostener esta fidelidad
·'' a su ideal de vida, con demasiada frecuencia puesta a prueba por
"slogans ligeros y destructores.
"Significa ello hasta qué punto es importante

el
que todos lo,
"hombres

de
buena voluntad
unan sus
esfuerzos a todos

los
niveles
"-desde
la

vida municipal a las más altas
responsabilidades nacio­
"nales-para llamctr la atención de nuestros contemporáneos hacia el
607
Fundaci\363n Speiro

''puesto que se le atribuye a las familias en la vida del país, y hacia
"las posibilidades que
les

son
ofrecidas -o
que
deberían serlo­
''para
el

cumplimiento
de su tarea insustituible: forma, hombres li­
'' m'es
y 1'esponsables, mutuamente respetuosos unos de otros y-que 1
' actúan juntos, fraternalmente, en favor de una comunidad ver~ade­
"ramente digna de este hermoso nombre, de acuerdo con el designio
"am01'oso de Dios .sobre el mundo.»
Carta del Cardenal Villot, Secretario_ del Es­
tado, en nombre del Papa, al Congreso de las
Asociaciones familiares francesas. Del Vaticano,
19 de enero de 1971 (24 de enero de 1971,
original francés, traducción de Ecrlesia número
1.527 del 30 de enero).
El progreso técnico no debe estar en oposición a la personali~
dad

humana sino contribuir a su
deearrollo más
completo
y armonioso.
«La personalidad humana; debería ser fundamental hoy tener en
"cuenta esta personalidad, no en oposici6n,

sino en coordinación con
"el
progreso técnico.

Este
quiere Contribuir a

un desarrolla
más
"completa y armonioso del hombre, que debe ser ayudado a conse­
"gui, la plenitud de sus facultades psicol6gicas y esphituales, como
"individuo y

en el contexto de la
familia humana.»
PAULO VI: Alocución al Congreso de Estu­
dio
para las vocaciones ·Eclesiásticas (21-XI-73)
(«O. R.», 22-XI-73; original italiano, traducci6n
de
Ecc/esia núm. 1.670 del 8 de diciembre de
1973),
Juicio de la sociedad de consumo.
«Se quiere, en efecto, invita,- a los adultos creyentes a una refle­
"xi6n, bajo todos

las aspectos, muy
importantes: ¿Cuál debe ser la
''conducta de un cristiano en una sociedad llamada «de consumo»,
"como

lo es
justamente -o como, con
todas sus fuerzas,
busca serlo­
''la sociedad en la que vivimos? Se podrla formular

la pregunta
"de si esto
con.rtituye un ploblema moral

o espiritual, cuando en
"sí no

se puede impugnar la justificación del esfuerzo que realiza
"la sociedad

moderna
para dominar las cosas creadas y hacerlas úti­
nles al hombre! para desarrollar los medios científicos y técnicos
"necesarios en pro de la conquista de la naturaleza
y de sus rique-
608
Fundaci\363n Speiro

''zas inexplotadas, para organizar el trabajo ,egún fórmulas colecti-
1·'vas
y e.rfructurad~s que le otorguen un rendhniento extráordinario,
'1y pa:ra facilitar seguidamente el consumo de los bienes producidos,
"a
fin
de
conservar la presión necesaria pa,a todo

el
sistema produc­
}Jtivo
o permitir al hombre

que goce
cada vez
con
más abundancia y
"mayor facilidad de los frutos de la organización magnífica y gigan­
"tesca1 creada
justamente

con
mira.r a .remejantS disfrute. ¿No es un
"bien este programa de la actividad humana? ¿No

es
una victoria del
"hombre moderno? ¿Por

qué
el cristiano deberá suscitar problemas
"y
objeciones a este plan general de la civilización en camino de 1'desarrollo siempre creciente?
"¡Queridos oyentes, Nos, hacemos un llamamiento a vuestra in-­
"teligencia y a vuestra fe! No daremos una 'f'espuesta adecuada a este
"problema, porque

no
es ,encilla, Suscita una cantidad de problemas
'' que una reflexión atenta y honrada no tarda en descubrir, La res­
''puesta os será dada, estMnos seguros de

ello,
por maestros en

la
"materia, los cuales os hablarán por este mismo medio de conversa­
"
ción multiiatera/.. Os exbof'tamos a escuchMlos 'Y a analizar, en lo
"más profundo de

vosotros mismos,
las consideraciones que se

re­
''fieren -a la relación entre fe y riqueza, entre vida cristiana y vida
"de
goce

en
la superabundancia de los alimentos terrenos, entre

acti­
"vidad egoísta y actividad orientada hacia el bien común, entre justi­
,, cia

legal
y profana, y justicia social y cristiana, y así sucesivamente.
HComprenderéis fácilmente que un concepto

de la civilización
"fundado sobre

el
triunfo de la vida económica no puede ser excltr
''sivo
ni predominante, justamente porque, bajo el deslumbrante as­
"pecto

de la
abundancia y del bienestar, oculta una carencia intole­
"rable de bienes necesarios y superiores.
"Recordamos

hoy la palabra de Jesucristo a este respecto:
«El
"hombre

no
vive sólo

de
pan, sino de

toda palabra
que sale
de
la
"boca de Dios» (Mt., 4, 4). El Señor no niega la necesidad del pan
''material, es decir, la utilidad, indispensable, de los bienes terrenos y
"económicos; El impugna su suficiencia y su prioridad de valor, y
''afirma que solamente el mensaje espiritual, que la palabra de Dios,
"o, dicho

de otra
forma, el orden sobrenatural procedente de

la fe,
"puede verdaderamente
saciar el hambre

de
verdad y de vida que es
"propio
del

hombre.
"Existe
una ilusión fácil. SI, existe una ilusión muy difundida de
"que la posesión de

los
bienes económicos y el goce del placer que
"proporcionan, pueden corresponder a las aspiraciones humanas
a
"la medida

de
una felicidad razonable. Lo que era medio se ha
"convertido en fin;
y, como el fin de la vida trasciende el nivel
.. 609
Fundaci\363n Speiro

"de los bienes temporales, el que pone en ellos toda la esperanza s11-
1'prema
de nuestra existencia, fracasa en sus cálculos, traiciona al
"hombre y pierde la conquista de la cima, es _decir, al Dios viviente.
"llegamos a la conclusión .de
dos cosas: no

es
tanto la posesión de 11101 biene1 temporales lo que es necesario buscar con preferencia
"cuanto
el buen uso

que hacemos
de ellos.
Y,
en consecuencia, de­
,, hemos
restaurar en

nosotros
un cierto espú-itu ascético respecto a
"tafos
bienes,

dicho de
ot1'a forma, dominarlos, administrarlos en
"función
del

bien de la vida en
su totalidad; la vida cristiana, que
"nos

educa
para el dominio de si, para la libertad hacia la como­
"didad
temporal, nos

introduce
también en
los
secretos morales y es­
"pi,rituales de la moderaci6n, del renunciamiento, e, incluso, de la
"pobreza.

No se debe
olvidar la apo/ogla de la «pobreza de espíritu»
"si
queremos ser discípulos del

Evangelio.»
PAULO VI: Mensaje televisado al Canadá; (ori­
ginal francés «O. R.», 11-12 marzo 1974; tra­
ducción de Erdesia núm. 1.686 del 6 y 13 de
abril).
Olvido de la primacía de la moral en la vida económica.
«Un trabajo como el vuestro parecería encont1'arse en una esfera
"que
se
basta
por sí, es decir, ab1olutamente indiferente, técnica,
"«profana», y, por tanto, independiente, por la misma naturaleza de
"las
cosas, de

la
esfera de

lo
«sagrado». Un

conjunto de factores,
"que no hacen al, caso en este momento y que no hay tiempo de
"iecordar,
ha contribuido desde

hace más de
un siglo
a
crear, en este
"campo, una mentalidad de separación, que

en
sí no sería mala si
"no
hubiese adquirido con

frecuencia el
significado de
opo1ición1 o
"al menos, de
indiferencia frente a los problemas espirituales y mo-
11ra/.es, por haber surgido de

un concepto de
autosuficiencia que
la
11natura/.eza mi1ma de -los cambios y de los contratos y las leyes ine-
11xorables
de la economía han favorecido; así, pues, se ha creado una
"cierta mentalidad, unas

costumbres,
para las
que tal vez
la «moral
"de
los

negocios»
no tiene referencia alguna con la única moral, que
"vive en la conciencia

del hombre, donde
Dios la ha

esculpido,
y ha
"sido
confirmada por la Revelación del

mismo Dios,
primeramente
"en
las

palabras ardientes de los
profetas del Antiguo Testamento y,
"por tanto, en la enseñanza categórica de Cri1to. 11
He aq_uí, por

consiguiente,
que, en
este encuentro nos ofrecéis
''la posibilidad

de recordarnos algo de lo que vosotros mismos
estais
1 'ciertamente co1Z1JencidoJ:
es decir, la primacía de

las
exigencias mo-
610
Fundaci\363n Speiro

"riles de una absoluta rectitud y coherencia, humana y cristiana, las
"cuales deben constituir
la

base de
cualquier otra actividad del

hom­
'· bre, y regirla

e
inspirarla por

encima de todo
compromiso. El
Con­
" cilio Vaticano

II ha
dedicado una parte

de
su gran Constituci6n
"pastoral

sobre
la Iglesia en el mundo moderno justamente a la vida
"económica y social, y
ha recordado que, puesto que el desarrollo
''económico
está y debe estar al servicio del hombre y ba¡o el control
"del
hombre, «la actividad económica debe realizar,e de acuerdo con
"las leyes y los

métodos
propios de

la
economia, pero en el ámbito
"del orden moral, de suerte que así responda al designio de Dios
"sobre el hombre» (Gaudium et spes, 64).»
PAULO VI: Alocución al Congreso del «FO­
PEX CLUB ITALIANO» (13-10-73); («O. R.»,
14-10-73;

original italiano; traducción de
Eccle­
sia
núm. 1.665 del 3 de noviembre).
Neces-i-dad de normas morales en un mundo técnico, para que
la técnica no
se convierta
en instrumento de esclavitud.
«Cuanto más tiende nuestro mundo moderno a especializarse, a
'·'perfeccionarse. en las
diferentes ra111as, cada

vez
más diversificadas
"de
la

técnica,
tanto más es necesario darle un tdma, referirlo cons­
"tantemente a normas mora/,es que le impidan causar la ruina del
''hombre en luga,, de su bien.

La
técnica pura, sin la moral, puede
"convertirse en instrumento
de esclavitud y no de liberaci6n, puede
"encadenar a la persona humana en lugar de liberarla, de enrique­
"cerla, de perfeccionarla; en una ptdabra, la técnica puede convertirse
"en causa de
muerte y no de vida para los hombres, para la sociedad.
''Es ahí

donde se ve
toda la importancia que revisten los grandes
'principios, como el respeto de la persona humana, que la Iglesia no
"cesa de recordar, que

los
poderes temporales proclaman también

por
''su parte, pero sin conseguir en muchas ocasiones, desgraciadamente,
"llegar a
que se respeten.»
PAULO VI: Alocución a los participantes en un
Congreso Internacional de Educadores del 8 de
enero de 1972; original francés, traducción de
Ecclesia núm. 1.585, del 25 de marzo y 1 de abril.
La ciencia y la técrtica no podrán jamás ilustrar al hombre
sobre sus problemas esenciales.
«La ciencia puramente humana parece invadirlo todo, bastar para
"todo, explicarlo todo. Frecuentemente tambMn se ha definido al
611
Fundaci\363n Speiro

,, hombre de nuestra civilización moderna con la expresión «homo
''technicus». Pero
la ciencia y Ja técnica, por desarrolladas que se
"consideren, no
podrán jamás ilustrar

al hombre sobre
sus problemas
'esenciales:
su origen, su naturaleza, su

fin, sus derechos
y sus de­
"
beres. Y

es
aqul donde aparece en toda su grandeza la función
"magnífica

e insustituible del profesor que sabe descubrir la solución
''de estos problemas a la luz de la fe y conducir a aquellos que le
"escuchan a recibi,r o

a
pedir esta

luz que
la ciencia humana es in­
"capaz
de

proporcionarles.
En el contacto con Cristo aprende esta
"sabidurla superior
de la que habla San Pablo (1 Cor., 2, 6), y ad­
" quiere al mismo tiempo la actitud de respeto, de firmeza y de amor
"verdadero
que

debe animar a
un maestro cristiano

hacia las jóvenes
"almas que la Providencia

le confía».
Carta del Cardenal Secretario de Estado, en
nombre
del Papa, a la Unión Mundial de Pro­
fesores Católicos (texto francés en «O. R.», del
3-4 de agosto, texto en castellano: Eccle.ria nú­
mero 1.504, del
15 de

agosto de 1970).
El progreso económico científico y técnico y Jas- ah-surdas con­
secuencias de la cultura debatiéndose al borde de 1a nada.
«Momento nuevo y decisivo para la historia de la Humanidad;
"mientras que

ésta
a/,canza cotas inauditas de
progreso
económico:
''científico
y técnico, nacen de JU mismo seno fantasmas de teMOf','
."y crece el tormento de las absurdas consecuencias de una cultura
· ''que se

debate al borde
de la nada y de unas costumbres que prer;;:.
"pitan h.1Sta la agravación
de

la
delincuencia vigente y de la pasión
"ciega,
Pero, entonces, humilde) manso,

crucificado, en el
sendero
,,del ·mundo reaparece Cristo;
lo

vuelve a
traer la

Iglesia
en su mis­
"terio
de

amor
y de salvación.»
612
PAULO VI: Alocución al Sacro Colegio Car­
denalicio;
(original italiano, «O. R.», 23-24 de
diciembre de 1974, traducción de Ecdesia núme­
ro 1.724, del 18 de enero de 1975).
Fundaci\363n Speiro