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Número 135-136

Serie XIV

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Notas críticas en torno de la distinción entre izquierdas y derechas. A propósito del libro de Jorge Martínez Albaizata. II. Perspectivas, clásica y actual, para situar la izquierda y la derecha

NOTAS CRITICAS: IZQUIERDAS Y DERECHAS
II
PBRSPBCTIV AS, CLÁSICA Y ACIUAL, PARA SITUAR LA IZQUIERDA
Y LA
DERECHA.
Es de notar que ese buen aire que ¡,atece tener el estar a la iz­
quierda es cosa de hace poco, y el hecho de ser de centro es algo que,
como vamos a ver, apenas tenía sentido más
allá de dos siglos atrás,
cuando

se contraponía la derecha
y la izquierda.
Precisamente Jorge
Martinez Albaiceta,
en su reciente libro "Iz­
quierdas y derechas. Su sentido y misterio, analiza con detenimiento
y minuciosidad las significaciones semánticas, simbólicas, psicoanalí­
ticas
y sociológicas de ambas palabras en numerosos idiomas, cultu-,
ras, países
y contextos literarios y costumbrisras.
Leemos

en él que tanto
en la .India dravidiana · como en la aria,
"la derecha

se opone a la izquierda
como la
austeridad se opone a la
zurdería, lo

puro a lo impuro, lo
recta a lo curvo, lo noble a lo vil,
la rectitud a la
ba~a, la dicha a

la infelicidad, el bien al mal, la bon­
dad a la crueldad,
Jo normal a lo anormal, el orden al desorden, lo
sagrado a lo profano".
En Grecia,
dexios significa diestro, dispuesto, hábil, y skaios o iz.
quierdo equivale a infortunado, ominoso, injurioso. En Roma, dexter
es sinónimo de favorable, propicio, afortuoado, hábil, oportuno, co­
necto, adecuado y simster es de lo torpe, e.cr6neo, perverso, inco­
rrecto, infortunado, injurioso, adverso, de mal agüero, tonto . . . De
modo semejante ocurre en el pueblo hebreo. Así, en el Eclesiástico,
X, 2, se lee: "El
corazón del

sabio
está a. su

lado derecho; mas el co­
razón del

necio, a su lado izquierdo." Son palabras de David, repe­
tidas por Cristo (Mt. XXII, 44): "Dijo el
Sefior a

mi Señor: Siéntate
a mi diestra." En el juicio final, como refiere Mateo (XXV, 31-46),
los corderos, es decir, los bienaventurados, serán colocados a la dere­
cha de Dios
y los cabritos, o sea, los condenados, a su izquierda; pa­
labras que glosa Orígenes escribiendo que los santos "que obraron
obras derechas recibieron en premio de sus
obras derechas
a la dere­
cha del Rey, en la cual está el descanso y la gloria", mientras que los
malos, "por sus obras pésimas y siniestras, cayeron en la siniestra,
esto es, en la tristeza de los tormentos".
Simbolismo seguido en la "Divina Comedia", pues Dante y Vir­
gilio, en su
rravesla, doblan

siempre a la izquierda para dirigirse a
la sede de Satanás, y toman el camino de la derecha cuando ascienden
hacia Dios.
Según nuestro diccionario, las palabras derecho o derecha, entre
sus múltiples significados, tienen la~ de: recto sin sin torcerse a un
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]. VALLET
lado ni a otro, cierto, conocido como verdadero, seguro, indubitable.
Die,11'0 és hábil, experto, sagaz, prevenido, favorable, benigno, ven­
turoso.
Izquierdo, en sentido figurado, equivale a torcido, no recto;
y .siniestro, avieso, mal intencionado, infeliz, funesto., aciago, propen~
so a lo malo. En "El sueño del infierno", de Quevedo, podernos leer:
"'Hablando con perdón, los zurdos, gente que no pueden hacer nada a
derechas, quéjanse de que no están con los otros condenados; y aquí
dudatoos si son hombres u otra cosa; que en el muodo ellos no sir­ ven sino de enfados y de mal agüero; pues si uno va a negocios
y
ropa con uo zurdo se vuelve como si topara con un cuervo o lechuza."
Los psicólogos
explican que
la predilección por el lado derecho
es
un contenido

normal del inconsciente. Seguo Freud en "La inter­
pretación de

los
•ueños'.': "El
ca.mino de la derecha (el ca.mino
dere­
c:ho) significa siempre el ca.mino del derecho y, en cambio, el iz.
quierdo, el del delito." La diestra -explica- puede simbolizar la
heterosexualidad o el matrimonio; y la
izquierda, la
homosexualidad,
el incesto, la perversión. Esta
semántica, simbología

y subconsciencia corresponden a una
concepción cósmica del universo creado,
completamente diversa

de
la que domina en política, periodismo,
literatura, cuando

hoy
oímos
hablar

de centro, derecha e izquierda. Creemos, por esto, que vale la
pena profundizar acerca de cuál es el sentido de esta diferencia tan
patente.
Para expresarlo, quizá, puedan servirnos tres palabras: equüibrio,
sincretismo
y eclecticismo.
La imagen profunda que queda en nuestro subconsciente, la que
exteriorizan todas
las semánticas y recogen casi sin excepción las
simbologías religiosas y laicas mils dispares corresponde a una con­
cepción en la
cua1 la verdad, el bien, la justicia, responden a uo orden
objetivo, en la que aquélla no es sino la
adaequotio rei et inlellectms.
Esa adaequatio no puede hallarse sino en un puoto de equilibrio entre
la cosa real y su representaci6n en nuestro · intelecto cognosciente; y
éste, para llegar a él, debe seguir el ca.mino diestro, es decir, al ade­
cuado

para conseguir desvelar toda la realidad de la cosa captando su
numen;
La derecha es el puoro de equilibrio en romo al que nos asimos,
mientras que la izquierda queda fuera de él; corresponde al error, al mal, a
.la injusticia.

Si dinámicamente nos movemos en torno a la
verdad, girarnos siempre a la derecha, conforrne a esa simbología,
y
todos los errores de cualquier clase, por contrapuestos que resulten,
quedarán sieropre
a la
izquierda.
En esa concepci6n no cabe sinqetismo ni eclecticismo, pues entre
la verdad y el error no hay posibilidad de composición verdadera;
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NOTAS CRITICAS: IZQUIERDAS Y DERECHAS
ni entre el punto ontológica.mente acertado y el oontrapuesto equivo­
cado caben sino otros
· puntos
también errados. Y así no hay
más
dialéctica que la reacción producida por-el error, el mal y la injusticia,
reacción que, como la fiebre de un enfermo, puede concluir en la
crisis de la enfermedad o en la muerte.
Notemos, sin embargo, que, para el pensamiento clásico, la verdad
y el error no agotan el rotal conocimiento hum.ano, sino que se re­
conocen unas esferas de lo desconocido
y otras de lo discutible, en las
cuales la verdad y el error no se hallan definidos o no están defini­
tivamente establecidos; ni tampoco el bien y
el mal se estimaban siem­
pre definidos pues son admitidos unos ámbitos indiferentes y otros
indecisos e imprecisos. Pero,-evidentemente, en muchas cosas se daban
como conocidas la verdad y el bien, simbolizados y expresados, oomo
hemos visto antes, por la rectitud y
la destreza.
En cambio, la actual perspecriva de una humanidad dividida en
dereclla e

izquierda, con un centro entre ambas, obedece a otra visión
completamente distinta a
la expresada. Nace religiosamente del ag­
nosticismo, filosóficamente del nominalismo y política y económica­
mente del liberalismo.
Si
la verdad y el bien no tienen un fundamento objetivo, m ,e, sino
subjetivo, en nuestra conciencia o en la conciencia común, resultará
que la diversidad de apreciaciones del sujeto cognosciente y las osci­
laciones de la conciencia colectiva
trazarán, en

su proyección gráfica,
unos extremos entre los cuales pueden hallarse posiciones intermedias que,
al no creerse en la verdad objetiva o en la posibilidad de cono­
cerla,
constituirán una

zona templada en la cual el eclecticismo
y el
sincretismo, sustituirán al equilibrio de la
adaequatio rei et.mtellectus.
Siendo así, es de subrayar que al perder el sentido de la verdad, del
bien y de la justicia objetivas, nuestra civilización ha pasado de la se­
patación tajante

de
dereclla e

izquierda --como verdad
y mentira, bien
y
mal, justicia e injusticia, entre las cuales sólo cabía lo indiferente, Jo
incógnito o lo totalmente desconocido-- a una dialéctica de posiciones
subjetivas, ideológicas (idealistas o materialistas, aunque esto parezca,
respecrivamente, tautológico y paradójico), entre las cuales hay un
centro que aspira a la síntesis de las tesis contrarias,
y que, aun en el
caso de conseguirla, tampoco garantiza la verdad, ni el bien, ni la
justicia, ni puede impedir el surgimiento de una nueva antítesis, sino
que incluso la provoca. ·
Cuando no se cree que exista algo objetivamente cieJ:to, o no se
busca con rigor, el mundo está condenado a oscilar, como el péndulo,
entre las opiniones más contradictorias ·e incluso absurdas.
J. V ALLBT DE GoYTISOLO.
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