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Número 135-136

Serie XIV

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San Fernando, festejado por amigos de la Ciudad Católica

SAN FERNANDO, FESTEJADO POR AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOLICA
Un año más, amigos de la Ciudad Católica, nos hemos reunido
el
día 30

de mayo, en Madrid, para conmemorar la festividad de
nuestro patrono: San Fernando, rey.
Pasadas las ocho de la tarde dio comienzo, en la iglesia Montserrat
de los PP. Benedictinos, la Santa Misa que fue oficiada en latín por
el benedictino P. Mario Bravo.
En
la homilía y tras decir que San Fernando fue una bendición
para
España, se refirió a él en su rriple faceta de conquistador, go­
bernante y santo.
Señaló a continuación que es misión nuestra escuchar la voz de
Dios y ahondar en el estudio de la doctrina social de la Iglesia, di­
fundiéndola
y propagándola cueste lo que cueste.
Tras

la cena, que tuvo lugar al
finalizar la
Misa, nos dirigieron
la palabra Enrique Mendoza, Enrique ZuI.eta Puceiro y J etónimo
Cerdá Bañuls.
El mexicano Enrique Mendoza fue el primero en hablar. En su
discurso
hiw un

parangón enrre las figuras de San Fernando
y Ga­
briel García Moreno -de quien celebramos este año su cente­
nario, recordándonos que hace
50 años

Eugenio Vegas iniciaba su
actuación conmemorando_ el cincuentenario de este Presidente mártir­
figuras separadas por el tiempo y el espacio pero que encarnan el
mismo ideal de gobernantes cristianos
y de luchadores por el Reina­
do Social de Cristo.
Ambos tuvieron como nota distintiva de su aetuación, · en primer
término, una vida acrisolada en la práctica de la virtud y del sacri­
ficio, lo que les permitió el dominio de sí mismos y gobernar asisti­
tidos por la Gracia de Dios. En su vida pública fueron gobernantes
con gran sentido de
la justicia, defensores de sus pueblos, fieles hijos
de la Iglesia a la que siempre dieron su ayuda, continuamente ocu~
pados en la educación y elevación material y espiritual de los suyos.
Su vida fue una consagración completa al servicio de Dios
y del
bien común.
Afirmó que San Fernando y Gabriel García Moreno tienen una
lección permanente

que ofrecer a los católicos de hoy: la de luchar
venciendo los obstáculos que se presentan,
y confiar ilimitadamente
en la acción providente de Dios en favor de los suyos.
En el momento actual, los avances de la Revolución llevan a mu­
chos católicos a
la lucha y el desaliento, provocando lamentables de-
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serciones que únicamente benefician al enemigo. La acción política
de los católicos, hoy, requiere una elevada dosis de alegría, para afrontar el reto que supone la defensa de los perennes valores de
la
Civilización Cristiana. Alegría

que ha de tener una fuente sobre­
natural para poder revitalizar
y despertar las fuerzas que se conservan,
de forma casi milagrosa, en el fondo de la conciencia de los pueblos
de la Hispanidad.
Acabó diciendo que la verdad sigue conservando todo su vigor;
sólo hace falta seguir proclamándola y, al final, se impondrá. La
acción es un deber al que no podernos permanecer ajenos, y fue
la
razón del triunfo de San Fernando, entonces, y también lo será hoy.
El argentino Enrique Zuleta
• Puceiro, habló

seguidamente.
Sus palabras, como las del anterior orador, derrocharon optimis­
mo, optimismo que ha de proyectarse en la acción.
O,menzó diciendo

que las Repúblicas Hispanoamericanas, a la
búsqueda_ aún de una fisonomía y una entidad definitivas, atraviesan
hondas convulsiones revolucionarias que exigen, desde todos los
fren­
tes,

respuestas en el pensamiento
y en la acción política concreta.
La profundidad y brillantez de los diagnósticos y previsiones del
pensamiento católico
y tradicional no han ido acompafiadas, sin em
bargo, de una acción de
la eficacia e importancia que las circunstan­
cias exigen. Frente a las graves tareas por desarrollar, el pesimismo,
veneno letal para una acción cívica eficaz, aqueja a muchos de nues­
tros hombres, y ello se traslada a obras y hechos.
Las raíces del pesimismo, vino _a decir después, se nutren de una
insuficiente visión de la situación política actual, caracterizada por la
crisis del Estado domoliberal y el avance devastador del totalitaris­
mo. Este, sin embargo, padece
de una radical debilidad: su transfondo
utópico Jo precipita en el nihilismo,
y sólo sobrevive por la violencia
emanada de

un sólido
y férreo aparato militar y policial. Por otro
lado, el pesimismo se nutre del orgullo injustificado, por ciertos
ha­
llazgos
teóricos

que nos llevan a eludir los riesgos del combate,
y de
la desesperación.
Ambos, orgullo y desesperación son pecados contra
la
virtud teologal

de
la Esperanza.
El

catolicismo,
sefialó, ha
dado solución a todos los problemas
planteados a
Jo largo de la historía y es el único que puede resolver
el
drama del

hombre contemporáneo
sumido en
el individualismo
y
ía masificación. La Revolución es un retroceso hacia formas de
opresión, violencia y degradación de
todo Jo humano. La acción que
se impone es, por el contrario, un proyectarse hacia adelante con
todas las fuerzas de la naturaleza, sobrenaturalmente asistida por la
Esperanza.
Los principios de la Revelación, el mejor pensamiento de
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occidente, un sentido vivo y profundo de la Tradición nutren lo que
podría llamarse una "intuición alegre del porvenir",
La política, ter­
minó afirmando, fruto de la voluntad de los hombres, asistida por la inteligencia de los principios
y las circunstancias, nos pone hoy ante
la hora de la acción.
Finalmente Jerónimo Cerdá nos dirigió la palabra.
Comenzó observando

que nuestro diálogo es siempre buscar la
verdad. Verdad que necesita que
la limpiemos y la difundamos y
que jamás nos dejemos llevar por condescendencias irenistas: "amigo
de Platón, pero más amigo de la verdad", es la sentencia clásica que
no
ha perdido ni puede perder vigencia entre nosotros. Pero también
es cierto que ahora más que nunca es necesario hacerse amigos de
los "plantones" que buscan la verdad, para no correr el riesgo de
quedarnos sin ella, y de quedarnos solos.
Quizá nunca como hoy cobre
realidad
el lamento de la Escritura: "¡ Ay del solo!".
Trajo también

a la memoria de todos el patético
llamamiento de
Pablo
VI en su Exhortación Apostólica del 8 de diciembre pasado,
ea el que se dirige a todos los cristianos para que no se dejen
itn­
presionar

por las indebidas presiones de hermanos desgraciadamen­
te desviados ...
La verdad es de por sí difusiva; "a todos se nos ha dado la
manifestación del Espíritu para común utilidad"; y son muchos los
her.manos angustiados por este cataclismo y que no están aquí ni
nos conocen, y que hay que ir a buscarlos.
Tenemos amigos, hagamos amigos, dijo, sirvamos a la amistad
con la verdad. Cicerón decía que "la naturaleza nos dio la amistad
auxiliadora de
las virtudes, no cómplice de los vicios".
Y apoyados los unos en los otros sepamos ser la
luz del
mundo
en ese
recto bieo

hacer de cada día, con esa seocillez y humildad que
nos enseña nuestro Santo Patrón,
seguros que

con él lograremos la
reconquista de los bastiones que el enemigo y la traición nos arre­
bataron.
Los tres fueron muy aplaudidos.
Lo que oírnos en esta cena nos
ha dado a todos optimismo, ganas
e ilusión para seguir luchando. A luchar contra
el enemigo de fuera,
pero también
contra otro

tipo de enemigo, quizá
más peligroso,
como

sería el pesimismo y la desesperación.
El cristiano nunca puede perder la Esperanza, porque se
sabe
asistido de la Gracia de Dios, que lo puede todo, y que nunca le
faltará.
Al

esfuerzo, al trabajo y a
la lucha, seguirá la victoria, y ¡ por fin
su Inmaculado Corazón
reinará!
FEDERICO CANTERO,
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