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Número 139-140

Serie XIV

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noviembre-diciembre

PLURALISMO
La etiqueta de un gratuito pluralismo que cubre una equivo­
cada separación
de la comunidad eclesial.
< "acoger a los grupo,s de espíritus ferviente.r, que creen encontrar una
"renovación religiosa muy apropiada, aislándose de la comunidad
"eeesial y hasta a veces de su comunión, pero cubriendo celo.ramente
"su propia separación equivocada con la etiqueta de 11n gratuito pl11-
"ralismo católico, aunque esa etiqueta está con frécuencia separada
'' de StJ genuina matriz, la Iglesia, la verdadera lgle.sia».
PAui.o VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 4 de julio; ( «O. R.», 5 de julio de
1973; original italiano; traducción de EccJesia nú­
mero 1.650 del 14 de julio).
Pluralismo, término equívoco; el significado didascálico y el
inadmisible.
«Pluralismo,' término equívoco, es decir, q:te tiene doble .rigni­
"ficado: el primer signfficado es m11y hermoso, y se refiere a la
"fecundidad de nueJtra doctrina católica, la cual, conservando una
"sincera y profunda identidad de contenido y permaneciendo es/re­
,,
chamen/e

fiel a la propia
realidad unívoca,

a la «una fides», de
la
"que
habla

con tanta
claridad y autoridad el apóstol Pahlo (Efes, 4, 113-6; 13J· Fil., 2, 2,- Romanos, 15, 5," 12, 16,' cfr. fn.1 10, 16, etc.),
nposee una enorme riq·ueza de expresión para toda

lengua.
11Y desearíamos recordar a todos los que se figuran el dogma 11católico, es decir, una doctrina religiosa-revelada por Dios y como
"tal declarada por el magisterio de la Iglesia, como si fuese una pri­
nsión del pensamiento teológico o científico, recordar -declamas­
" qué seguridad y qué amplitud de verdad, y qué variedad de ex­
npresión ofrece el dogina católico al espíritU humano, como invita­
"ción a
la

reflexión
y como gozo pflf'a,Ja mente introditcida en los
"senderos de la ciencia sobrenatural de Dios y del hombre. Los
"teólogos, humildes y sabios, conocen perfectamente el-valor extraor-
1143
Fundaci\363n Speiro

"dinario de esta experiencia superlativa { confróntese Denz. Sch.,
"3016, 3020, 3044, etc.). Para ellos nuestro saludo reverente y esti­
"mulante.
"Hasta tal punto que, para profesar este pluralismo didascálico
,, en la unidad dogmática de la doctrina cristiana, los católicos en­
" cuentran ,iempre ante si la fórmula de lo, reformadores antiguo, y
"modernos,- <>,
como

si ellos fuesen los
verdaderos
"fieles de la unidad religiosa, y como Ji la misma Sagrada Escritura
"no procediese
de

la
tradición apostólica (confróntese «Dei Verbum»)
"y, separada de la enseñanza apostólica, no estuviese expuesta a/. pe­
"ligro, extraordinariamente real, de quedar abandonada a

la
inter­
"pretación individual, indefinidamente centrífuga y pluralfstica, es
"decir, a aquel «libre examen» que ha pulverizado la unidad de

la
"fe en

la innumerable
multiplicidad de

opiniones personales, en
vano
,, o arbitrariamente, contenida en una «norma regulada», es decir,
"en una interpretación obligan/e emanada de la comunidad, superada
''también ésta posteriormente por la inspWación sub¡etiva que el Es­
"plritu Santo
sugeriría al alma directamente. Así, pues, la doctrina
"proteJtante del libre examen o de la única autoridad del Espíritu
,,Santo, como auténtico intérprete de la Escritura, abre el camino aJ,
"más radical subjetivismo filo,ófico-religioJo» (Prof. Siro Offelli).
"De la pluri,infonla unificadora y celebrante de Pentecostés se de­
"berla retro,eder a la «confusión de las lenguas», cuya misteriosa vi­
"cisitud nos narra la Biblia (Gen., 11, 1-9 ). ¿Qué ecumeniJmo po­
" dremo, edificar de este modo? ¿Qué unidad de

la
Igle,ia podremos
''reconstruir sin la un,:,' .J de la fe? ¿Dónde terminarla el cristianis­
"mo, y más aún, el c,,-tolicismo si todavla hoy, ba¡o un engañoso,
"pero inadmisible pluraliJmo, se acepta.re como legitima la disgrega­
"ción doctrinal y, por tanto, et:leJial que puede llevar conJigo?
PAuLO VI: En la Audiencia general del miér­
coles 28 de agosto de 1974 ( «O. R.», 26~27 de
agosto de

1974, original italiano; traducción de
Ecclesia, núm. 1.707 del 14 de septiembre).
Unidad y pluralismo en la Iglesia.
«NfJS permitimos recordaros lá obligación que recae en nosotros
"obiJpos, testigos de la fe y pastores del pueblo de Dios, de adoptar
"una -posición firme sobre la doctrina que concierne a la Iglesia, y
"e,pedalmente sobre la unidad, que debe dar al roJtro de la IgleJia
"su refleio divino, la señal de su autenticidad, y s11 simbólica e;em-
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Fundaci\363n Speiro

''p/aridad incluso para el mundo contemporáneo orientado hacia una
"unificación temporal

propia en una
civilización pacífica.
"La primera comunión, la primera unidad, e, la de la fe.
"La unidad en la fe es nece,aria y fundamental, vosotros lo sabéü.
"Sobre esta
exigencia

no podemos
transigir. Por diferente, que sean
"las condiciones subjetivas
del creyente, no. podemos

admitir la
in·
ncertidambre, la duda, el equívoco sobre el .rupremo don, que la
"revelación nos ha hecho, sobre el Dios Padre Omnipotente creador
"de todas las cosas, Principio inmanente de todo lo que exi.ste, Ser
''trascendente e inefable, digno de adoración y de amor ilimitado
"por parte de nosotros, que tenemos la imnensa fortuna de ser ele­
"vados de la categoría de criaturas a aquella otra de hijos.
"La unidad propia del catolicismo se ha p11e1to en armonía con
"su apostolicidad, la cual no solamente no ahoga cuanto hay de
"bueno y

de
origina/ en
toda forma de
cultura humana, sino que
"acepta,
respeta y valora el genio de todo pueblo, y reviste de va­
"riedad
y de

belleza la
única vestidura

inconsútil (ln., 19, 23) de
"la Iglesia de

Cristo ( cfr.
Salmo 44,

10; Ad
Gentes, número
22; etc.).
"Asl, pues,

¿todos pueden
decir que es admisible un «pluralismo»?
"SI; pero es necesario. ponerse perfectamente de acuerdo con el signi­
"ficado de esta palabra. Dicho pluralismo no debe en modo alguno
"contradecir la unidad sustancial del cristianismo (cfr. Efes., 4, 3-6).
"Vosotros conocéis ciertos peligros que se ocultan en el pluralismo,
"cuando
no
se limita a
las formas contingentes

de la vida religiosa,
"sino que pre111me de autorizar interpretaciones individuales y arbi­
"traria.r
del dogma cat6lico, o

bien
de erigir como criterio de verdad
"la mentalidad popular, o de prescindir en el estudio teológico de la
"tradici6n auténtica y del magisterio responsable de la Iglesia».
PAULO VI: Discursos del 30 de noviembre al
'.5 de diciembre de 1970 a la Conferencia de
Obispos de Oceanía del 2 de diciembre de 1970.
Original inglés, traducción de Ecclesia, texto en
castellano:
Ecclesiai núm. 1.521 del 12 de di­
ciembre.
¿ Qué plnralil!:.mo es admisible eir. las opiniones, públicas o no,
en el pueblo de Dios? Las opiniones en contradicción con
el dogma y los principios morales ee sitúan fuera de la ver­
dadera Iglesia.
«En el

interior de este
marco hay sitio para una legitima plura­
"lidad de opiniones, públicas o no, en el seno del pueblo de Dios.
"Por razón de los límites de nuestra naturaleza, el pluralismo e.r, po-
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Fundaci\363n Speiro

"drlamos decir, una exigencia de la inagotable riqueza de la verdad;
"además, se justifica por el hecho de que los problemas doctrinales
''frecuentemente son oscuros y difíciles, y que es lícitamente posible
"una diversidad de aplictJCiones no impide, pues, el plurálismo legí­
"timo. Pero, por su parte el plural-ismo legitimo debe servir a una
"mayor rectitud,
en conformidad _creciente con

la
verdad y el bien
''ob¡etivo. Esta función del pluralismo legítimo es, al mismo tiempo,
"un limite
y una garantía de su Jegi#midad, y el pluralismo será
''tanto más

legitimo
cuando más sirva a este fin.
nFuera de este marco, pueden existir opiniones, públicas o no, en
"la Iglesia, pero sería difícil calificarlas de sanas, coffectas o Jegí­
"timas. Sobre todo, si nos encontramos frente a opiniones que afectan
"a la integridad del dogma y de los principios mt1rales, debemos re­
"conocer, de.rgraciadamente, que no ,re trata, entonces, de esta opinión
"pública de la que la Iglesia «tiene necesidad ... para alimentar el
"diálogo
entre sus miembros:

condición de progreso para
su pensa­
"miento y su acción» (Comunión y-progreso, n. 115). Se podria, por
"lo demás, preguntarse si

es
todavla exacto,

en
e.ste caso, hablar de
"opinión pública en la Iglesia, o si no se debe, por el contrario,
"hablar de opiniones, que, por .sí mismas_, por su propio contenido,
"se sitúan fuera de la verdadera Iglesia de Cristo».
Carta del Cardeual Juan Villot, como Secre­
tario de

Estado, en nombre del Papa al
Congreso
de la Unión Católica Internacional de la Prensa
(texto

francés de «O. R.», del 15 de julio de
1971, -traducción de Ecclesia, núm. l.5'.51, del 24
de julio.
La fe es una: la que hemos recibido por la tradición cona­
tante. Es peligroso hahlar de teologías diversificadas.
«Creemos, pues, necesaria 11na palabra acerca de la necesidad de
"encontrar
una me;or expresión

de
la fe, que esté en correspondencia
"ciJn el ambiente racial, social, cultut'al. Ciertamente, ésta es una exi­
" gencia necesaria para la autenticidad y eficacia de la evangelización:
"sin embargo,

sería
peligroso hablar

de teologías
diversificadas, según
"los

continentes
y las culturas. El contenido de la fe o es católico o ya
"no es total. Por otra parte, todos nosotros hemos recibido la fe a
"través de una tradi.ción contifluada y siempre constante: Pedro y
"Pablo no la han disfrazado para adaptarla al mundo judío, griego o
"romnoi sino que han estado vigilantes acerca de su autenticidad! de
1146
Fundaci\363n Speiro

11la verdad del único mensaje, presentado en 11na diversidad de len­
"guas ( Act., 2, 8}.»
PAULO VI: Alocución del 26 de octubre de
1974 en el ~o de clausura del Sínodo de los
Obispos (original latín «O. R.», 27-X-74; tra­
ducción de Ecclesia núm. 1.715 del sábado 9 de
__ noviembré).
Sólo es posible el plurali•mo teológico dentro de lo "objetivo",
en el que no
es admisihle relativismo

dogmático
alguno,
ni hallazgo individual de la libre crítica, ni del libre exa­
men.
«El

proceso
que acabamos de

describir
adquiere la forma

de
una
"discrepancia
doctrina, que se pretende patrocinada por

el pluralismo
"teológico y es impulsado, no raramente, hasta el relativismo dog­
"mático, reductor, bajo diversas formar, de la integridad de la. fe.
"E, incluso, cuando no es impulsado hasta el relativismo dogmático,
"llamado pluralismo,
dicho

pluralismo es
a veces
considerado como
"un legítimo «lugtlt" teológico», capaz de permitir tomas de

posición
"contra el magisterio auténtico del mismo Romano Pontlfice y de la 11 jerarqula episcopal, únicos intérpretes autorizados de la revelación
"divina contenida en

la Sagrada
Trddición y en la Sagrada Escritu­
"ra {23).
»Nos, reconocemos
un legitimo
derecho de
ciudadanía en
la Igle­
,, sía al pluralismo de investigaci6n y de pensamiento que de di.rtiizta
"forma
explora y expone et dogma, pero sin eliminar su idéntico
"significado
«objetivo» i esto es un cqmponente natural de ta. cato­
" licidad de la Iglesia, como igualmente su signo de riqueza cultural
"y
de compromiso personal de todos los que pertenecen a la misma.
"Reconocemos

también los valores inestimables aportados por el plu­
"ralismo en

el
campo de la espiritualidad cristiana, de las institucio­
"nes eclesiales y religiosas, como también en el campo de las mani­
"festaciones litúrgicas
y normas disciplinares; valores que confluyen
"en
aquella «variedad que tiende hacia la unidad», la cual «de­
"·muestra con mayor evidencia la catolicidad de la Iglesia indivi­
" S} (24).
»Más aún, admitimos el hecho de que un equilibrado pluralismo
'-'teológico encuentra fundamento en el mismo misterio de Cristo,
"cuyas inescrutables riquezas ( cfr. Efes., 3,8) superan las facultades
"expresivas de todas las épocas

y de
todas las culturas. La doctrina
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Fundaci\363n Speiro

"de la fe, por tanto, que. procede necesariamente de aquel misterio,
"-puesto que, en
orden a la

salvación, «no
existe. otro misterio,

sino
"Cristo» (25 )-

reclama
investigacione1 siempre nuevas. En reali­
" dad, las perspectivas de la palabra de Dios son tantas, y tantas so"
"las
perspectivas
de los
fieles 'l'" las exploran (26), que la conver­
,, gencia en la misma fe jamá.J está exenta de peculiaridades persona­
" les en la adhesi6n de cada uno. Sin embargo, los diversos acentos y
"grados en la comprensión de la misma fe no dañan a .rus contenidos
"esenciale.r, puesto que están

unificados
en la común alhesión al ma~
"gisterio
de

la
lgle.ria, el cual, mientra.r es,

como norma
próxima~
"determinante por lo que se refiere a la fe de todos, a todos tambié,r
,, garantiza contra el juicio sub;etivo de toda interpretación dijeren­
,, ciada
de

la misma.
»Pero ¿qué decir de aquel pluralismo que considera la fe y s11
"enunciación no como herencia comunitaria, y por tanto eclesial, sino­
"como un hallazgo individual de la libre critica y del libre examen
"de
la palabra de

Dios? En efecto, sin la mediación de magisterio
•' de la Iglesia,
al cual los Apóstoles confiaron su mismo

magisterio
''(27 ), y que, por ello, enseña < "do»
(28}, permanece comprometida
la
unión segura
con Cristo por
"medio de los Apóstoles,
que son

los
«transmisores de
los
que elloI
"mismos hablan
recibido»

(29 )».
PAULO VI: Exhortación apostólica «paterntt
cum benevolentia»
al episcopado, al clero y-a los
fieles de todo el mundo para preparar el Año
Santo; (original latín, «O. R», 16·17 diciembre·
1974, traducción de Ecc.lesia, núm. 1.722 del sá­
bado 4 de enero de 1975).
El plurali•mo cultural y el respeto, a la persona de los her­
manos
jamás deben dar
lugar a

que se pierda de
vi•ta el
deber

de los
cristianos de

servir con claridad a
la verdad
en la caridad,
y hacernos olvidar que el materialismo doc­
trinal
y moral no está de acuerdo con el Evangelio.
«Las universidades católicas deben estar abiertas al mundo y a los
"prqblemas de hoy; deben promover el diálogo con todas las culturas,
"con los ateos, con los no crist-J'anos, con los cristianos de diversa.r con­
"fesiones
,- pero todo

esto debe
hacerse, manteniendo intacto

el
carác~
"ter
de universidades católicas -y, para vosotros, de universidades
"cat6licas propias de la Compañia de Jesús-, procurando siempre,
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Fundaci\363n Speiro

,, en la en.reñanza, en las publicaciones y en todas la.r manifestaciones
"de la vida acadérmca, la plena ortodoxia de la doctrina, la obedien­
" cia al

Magisterio de la Iglesia, la fidelidad a la
jerarquía
y
a
la
11Sede Apostólica, Jin contemporizar con un relativismo doctrinal o
'' con

una moral permisiva, incompatibleJ con
las características
de
"una Universidad que quiera definirse «católica». EJ materalismo 11 doctrinal y moral no eJtánJ ciertamente, de acuerdo con el eJpíritu 11 del Ev_an gelio, que noJ quiere, < "olvidásemos de ello, de ser arrojaros al arroyo, por haber perdido
"el sabor»
(cfr. Mt., 5, 13).
Por
otra parte,
aquellos mismos
que no
"comparten

los
criterios de
la Iglesia nos piden una
máxima claridad
"de

posiciones
para poder e,tablecer un diálogo constructivo y leal.
"El

pluralismo
cultural y el

respeto debido a la persona de los her­
,, manos jamás harán perder de vi.ria al-cristiano JU deber de servir
"a la verdad. en la caridad ( confróntese Ef., 4, 15 ), de seguir aquella 11verdad de CriJto, que .es la única que confiere_ la verdadera liber­
"tad (confróntese Jn., 8, 32; Gál., 4, 31; 2 Cord, 3, 17).
PAULO VI: Alocución del 6-de agosto de
1975 a los Presidentes
y Rectores de las Univer­
sidades de la Compañía de Jesús, _( original latín
«O. R.», 8" de agosto de 1975, · traducción de
Ecclesia, núm. 1.754 del sábado 30 de agosto).
Universalidad de la Revelación y unidad de fe· y doctrina,
aunque

su
eo
adapte a la
cultura y mentalidad -
de

los pueblos
evangelizados.
«Nos os alentamos también a continuar con perseverancia la ex~
"presión del mensaje evangélico en la cultura y en la mentalidad
'Jafricanas. Entendámonos,-no se trata aquí de elaborar una-doctrina
"nueva, como tampoc.o d/J inventar prematuramente la.r transposicio­
"nes que marginarían el sentido proft1t1do de la enseñanza de Cristo.
"Nos, profesamos firmemente, por el contrario, que esta Revelación
"universal, que nos ha llegado del Oriente y se ha difundido en
"Africa desde los
primeros siglos de nuestra era --acordaos del
"evangelista

San Marcos en Egipto, de San
Agustín de Hipon<1r---.
"No1, profesamos que esta Revelación universal eJ y debe seguir
"siendo, tanto en
su eJplritu como en JU letra, la

fuente siempre
ac­
''tual de la fe. Pero fue y será, en el futuro, labor de los cristianos
"el encontrar, gr.acia.r a un mejor estudio de la savia de JU propia
1149
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ncivilización, las formas, los símbolos, hasta los riJos que respondan
"·mejor a la necesidad religiosa y al alma de sus contemporáneos».
PAULO VI: Carta al Cardenal Zoungrana al
cum¡,lirse el 75 aniversario de los primeros mi­
sioneros en Alto Volta. Del Vaticano, 23 de di­
ciembre. de 1974 (original francés «O. R.», 23
de enero de 1975; traducción de
E(C/esia, núm.
1.729 del 22 de febrero de 1975).
Hoy falta una filosofía válida, del "sentido común". El libre
examen, la libertad del pensamiento, el pluralismo filosó­
fico y religioso no es sino una pseudomedicina desintegra­
dora.
«A Nos nos basta ahora observar que la capacidad especulaJiva
"
(según las re gla.r del
pensamiento,
que solamente
en el proceso
cien­
"tifico cuantitativo
son

respetadas rigurosamente), de la gente de
"nuestra época es rundimentaria y pobre,' ésta, en efecto, ante los
"grandes problemas de la verdad y de la realidad, se encuentra des­
''proviJta de nomenclatura exacta, de lógica constructiva y de princi-
11pios
racionales

consistentes, es ·decir, de
una filosofía
válida, si
".bien elemental y no refleja, de aquel «sentido común» auténtico y
"enraizado en la profundidad de la sabiduría humana perenne. La 11 de1integración de la racionalidad, mediante las recientes experien~
"cias unilaJerales del pensamiento filosófico (positivismo, subjetivis­
"mo, idealismo, existencialismo, estructuralismo ... ) predispone a la 11 duda negativa, a la critica demoledora, a las certidumbres aparentes 11y parciales, ele., por Jo que la inteligencia moderna, ante las nove­
,, dades culturales y las transformariones social.es, se encuentra inca­
"pacitada para formular análisis detallados y síntesis completas, se
"fía de las opiniones corrientes, cree en los maestroj de moda, se
"habitúa a la superficialidad tendenciosa de la prensa de información
"o de recreo, prefiere juzgar con los sentidos, hoy ricamente servidos
"por los magnfficos medios audiovisuales; y al fin experimenta aque­
"lla inseguridad interior, por la que todo se convierte en problema
"y para la
cual no
parece
quedar otra
solución
que el
riesgo de
pen-
11 sar y de vivir como gusta y como agrada.
»La as[ llamada libertad de pensamiento, el así JJamado libre
"examen, el así
JJamado plurali!mo filosófico y religioso, vienen en
"ayuda del extrffVÍado alumno de la mentalidad moderna, dándole

la
"pseudomedicina que confirma su propia autonomla de ideas, y que
"toca los limites de la infalibilidad».
1150
PAU'Lo VI: Alocución en la Audiencia general
del S de enero de 1972; traducción de
Eccleúa
núm. 1.575 del 15 de enero,
Fundaci\363n Speiro