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Número 139-140

Serie XIV

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III. Los «Cristianos por el socialismo», una respuesta equivocada

Ciertamente, n.o faltan quienes dicen que ésta es la posición del co-­
munism.o ruso, ,,ero que no es la de todos los comunismos. Así, seguimos
leyendo:
«El Secretario del PC francés ha afirmado que es "en París
y no en Moseú" donde se determina la -política de su partido. -
Tamhián ha_ afirmado que su estrategia se funda en la unión de
la izquierda en tomo al programa -comúil. Para el futuro se ha
aventurado a afirmar que sus posiciones no derivaban de uno o
dos modelos, sino que están fundadas en las realidades francesas.
Independencia política, pues, lo que equivale a decir que se
trata de independencia estratégica y táctica. Marcha.is no ha di­
cho nada, sin embargo, acerca de si un "cambio ·de. la realidad
objetiva" en e81:a sociedad francesa pondría nuevamente en vigor
el.esquema de la dictadura deL proletariado y ·haría ya inservibles
los
valores democráticos de las elecciones, los partidos, etc.».
La cuestión básica "para tod~ quienes están dispuestos a las alianzas
o prógramas comunés con_ el P. C.", ,es ésta:
«En la reálidad, el .observador -átento no. deja de constatar
que las posiciones de Berlinguer, Marchais y otros-se hacen desde
una perspectiva de partidos de oposición. partidos de masa pero
no

mayoritarios
en el· contexto de la realidad 5ocial en que se
mueven, mi.entra8 que allí donde el PC detenta el poder, como
muy
bien recuerda también Zarodov, al hacer el elogio de la
vía seguida en loe países soéialistas· del Este, la dictadura del
proletariado y la
"mayoría n(t aritmética sino

política" constituye
la fórmula única
y vigente. Y ello no deja de suscitar recelos e
inquietudes. Realmente Za,rodov, con su artículo~ ha abierto un
debate que
estoy convencido
de que
somos muchos los

que
de­
searíamos abierto, franco y a fondo y, de ser posible, y para
resultar convincente, con
el apoyo de realidades políticaa con­
cretas, viva~ en marcha, que demostraran que la vía defendida
por Zarodov --'Y, no se olvid~ por Lenin- no es la única, ya
no sólo por razón de ~trat-egia sino con fundamento en una
concepción
ideológica claramente proclamada y

realmente vivida
y aplicada».
UíL LÓs "Cru51'IAN0s POR EL ~CIAUSMo", UNA.RESPUESTA EQlllVOCADA.
Este es el título del articulo aparecido en la última plana de la edición
en castellano de L:OSSBRVATORB ROMANO del 31 agosto 1975. Lo
firma Virgilio Levi y comenta el libro de P. Bartolomeo Sorge S. l.,
Fundaci\363n Speiro

"Le scelte e le tesi dei Cnstiani per H socialisno alla luce delrinseg-­
nemento della Chiesa". Digamos que ga al principio el auto, del ar­
lo da pot sentado lo siguiente:
«Hace
ya más de un siglo que la. Iglesia conoce el sistema
social
capitalista, sea liberal

. o de
Estado; lo
juzga
eon impar­
cialidad,

enunciando los principios
doctrinales y
prácticos que
pueden valorizar sus aspee~ positivos-y

·combatir los
negativos,
condenando en cualquier caso todo lo que es incompatible con
la VWón cristiana del hombre-y de la sociedad»,
«La doctrina social cristiana nunca podrá acoger ni aprobar
intentos de

.solucionar los
problemas-sociales que pequen
de uni­
lateralidad. Tanto
menos si adolecen de errores doctrinales, aun­
que .sean fruto· de una aparen_te generosidad de intención».
La sustancia de lo sostenido pal' el movimiento "Cristiiños por el
socialismo", la resume así:
«Sostienen 1l"es tesh lundamentaletJ: la primera es· la necesi­
dad o ineluctabilidad histórica. de la revolución socialista de tipo
marxista. Partiendo del análisis
de los hechos, que presentan
una realidad social en muchos aspectos inaceptables desde el
punto
de vista humano y cristiano, afirman que la única causa
es·
la lógica pervel'88. del m.pitalismo (no el capitalismo de Estado,
evidentemenie),
el cual no es &11sceptible de eórrectivos. Por
consiguiente, el

único
remedio para los males sociales · es el so,
cialismo,
y específicamente el socialismo marxista, que es el úni,
co capaz de realizar la liberación total del hombre.
»La segunda tesis se refiere a

la relación entre conciencia
cristiana y

revolución
-socialista. Los cristianos tienen que abra­
_zar esta revolución como deber moral impuesto por su· fe. Ne­
gando que P..XÍsta-un elemento· cristiano específico que pueda
caracterizar las soluciones a 10s problemas de la vida social, ne­
gando
que la

fe
tenga una vitalidad pre-polítiM y sosteniendo
que ésta
se manifiesta exclusivamente en el interior mismo de

la
praxis revolucionaria, afirinan qtle frente al único· proyecto his­
tórico común y verdaderamente eficiente de trasformación, cual
es
el del sociali&m0 marxista, ol .cristiano debe · asuttlirlo como
propio, no ya en el -plano -del diálogo. -entre dos praxis y doctri­
nas contrapuestas, ni en _el de la táctica y de la estrategia social,
sino como elemento integrante-, por lo que cristianismo y mar­
xismo vienen a

·
fundir9e en

el plano
del, ·método científico de
análiais-de -la BOciedad capitalista y,, comiguientement8, en el de
la
praxis, -pál'B su· eliminaci6n.
Fundaci\363n Speiro

La tercera es la del empeño en reinterpretar la teología, la fe
y la
Iglesia a la luz del análisis social. La teología debe nacer
de

la
praxis; en la

realidad,
y no
en principios
doctrinalea, es
donde hay que hmcar la clave para una lectura cristiana de la
Biblia, desde el punto de vista de los pobres y de las clases
que

los
representan en
la lucha social; debe
nácer una
teología
nueva y una Iglesia nueva; ésta no puede seguir coincidiendo
con la
institución eclesiástica existente-, acusada de

alianza
con
el

capitalismo
internacional en coritra de los pobres y de la
clase obrera. Por tanto, se oponen frontalmente a la Vieja insti­
tució~
propugnando un modo

nuevo de ser
Iglesia, al lado de
los pobiea, contra el capitalismo, aunque eato representa un au­
téntico "conflicto -dramático" y el desenlace puede ser el aban­
dono de la Iglesia y de la fe>.
En cuanto a la primera tesis, observa que:
«Es por lo-menos dudoso que el sistema capitalista no sea
suseeptihle de correceionee. y,

por
-tanto, carece de validez la de­
ducción acerca
de la ineluetabilidad de la opción del socialismo
marxista. Por

otra
parte, el
carácter científico -
del método del
análisis marxista está comprometido a priori por su condiciona­
miento
ideológico

y
a posteriori por los múltiples mentís de la
historia a la eficacia·
de la praxis marxista en orden a la redis­
tribución del poder, la liberación del hombre
y la

instauración
de una justicia auténtica>.
A la segunda, oo¡eta:
reciente Concilio, es algo muy distinto; se trata de una res-­
p1108la
y adhesión del hombre a la palabra de

Dios que se revela;
tanto que
el concepto cristiano de hombre está condicionado por
el de Dios, que, desvela-ndo su misterio, desvela al hombre su
propio
ser. Y

de aquí,
de la fe como dato pre--politico, es de
donde
nace la

obligación que
.tiene el cristiano de aportar un
elemento especifico en

la lucha por la liberación del hombre.
Efectivamente, para· el

cristiano
ésa liberación

incluye la liber­
tad
económica, -poUtica, soeial y enltural, pero exige también la
liberación -del
pecado que citndiciona al hombre anteriormente.
Si
las: estructuras- pueden y deben ser liberadas de su fuerza de
QJ)res_ión y

valorizadas como fuerzas
-de liher&ción, esto depende
del ho,mhre que las plasma y las D'.laneja, un hombre que lleva
en el corazón al mismo tiempo_ una carga -de vida y una carga
de muerte. Pero la estructura en si, aun liberada, no és libera-
Fundaci\363n Speiro

dora si no hay en el hombre un acto de adhesión de la. concien­
cia interior que

hace
de la estructura un medio de progreso
auténtico, a la ~da d€'l, hombre>.
«Los "Cristianos por el Socialismo~,. actuando un monoismo
entre fe y oompromis.o histórico, se deslizan inconscientemente a
una nueva
forma de integrismo y de clericalismo a la inversa.
La gravedad de su postura consiste en la negación teórica y prác­
tica de la primacía de la fe sobre la ·praxis y en la reducción
de

la
fe a

la
praxis revolucionaria marxista.
Se sigue absurdamente que la salvación de Jesucristo coincide
con la liberación política; que al concepto de lihMación del
hombre se sustrae
el elemento más importante, ·el de la libertad
moral; que se pone en
marcha una revolución cultural destinada
a

llevar a
'cabo la

integración y -la
com"plementariedad de
los dos
'términos, marxismo y cristianismo,; con -el reBldtado de un autén­
tico- _abando-no
de

la
fe cristiana y de una aceptación final del
marxismo incluso en n totalidad doetrina1:>.
Y, ante la tercera, replantea la misma -pregunta formulad.a -por los
teóricos ele e,5e movimiento:
«A saber: "¿ Qué 'es lo que autoriza a Considerar cristianas
las opciones que los crifflimos tienen en común con tantos otros
hombre&, aun ateos?". Para responder, recul'I'en a una· nueva
«opción
"teológica", mediante la tesis de la "primacía de lo tem­
poral
sóbre lo espiritual"'. Insistiendo en

que
las opciones co­
munes

a otras
impiraeiones se pueden calificar de cristianas
"'simplemente porque no existen ..:lores específicamente _ cristia­
nos". dan un vuelco decisivo a

la posición
cristiana". Y
así, para
afirmar la autonomía de
loa valores prófanoe, llegan

a negar la
existencia de

valores
evangélicos es:peeificos, hasta el punto de
reducir
el amor

de Dios
al amor humano material. Su invita­
ción a una
lectura más atenta del Evangelio para descubrir en él
al fundamento de sus te&is no puede menos de llevar al resultado
opuesto: el de
deinostrar la

contradicción
eri que incurren los
"Cristianos por el 1JOcialismo", desde el momento que lu pala­
bras
de Cristo suenan claramente-en otro sentido muy distinto,
con la afirmación de la primacía -de Dio,--y del consiguiente valor
nuevo y
superior del ·Bmor al pr6jimo».
La conclusión es:
«"Las .tesis teológicas de
los Cristiailoa por·, el socialismo no
se pueden ,aeeptai-, ya

porque
se aleja de cuanto acerca de la fe
ensefta y vive la lgles-ia, ya porque Be apoyan en una reinterpre,
1357
Fundaci\363n Speiro

tación de la fe a la luz de la praxis revolucionaria marxis~ y
consiguientemente
en una· reflexión teológica errónea".
»Es suficiente para

que
el Movimiento merezca ser descalifi­
cado
·sin apelación en -el ·plano de -las ·respuestas cristianas a la
aguda problemática

·social
de -nuestro tiempo».
IV. Bs8NCIA DE LO FORAL Y C.ÓMO PUEDE RESTAURARSE.
El tema nos lo presenta Manuel de Sarnita Cruz, bajo el titulo CóMO
DBBB RESTAURARSE EL SISTEMA FORAL, EL PENSAMIENTO NAVARRO,
del 30 · julio 1975 y de su attíCÚlo recOrtamos lo siguiente:
1358
«Estamos en un. momento_ político especialmente apto para
]uJblar de
lqs fueros y de su -.residuo, los conciertos económicos.
Así lo
entiende~ además de -Jos habituales cultivadores del tema,
otras_ plumas noveles en él que van afiorando. El diario "ABC"
del
25-7-75 acaba-de publicar, un

artículo
de. don Gonzalo Martí­
nez
Díaz,

catedrático de Historia del Derecho, titulad.o ''Fueros,
sí;· pero para todos"».
«La tesis del título se desarrolla diciendo que es contrapro­
ducente dar

fueros y
concienos económicos
a unos
sí y a otros
,
no; y

que
la única solución viable y deseable es darlos por igual
a.todos

los antiguos
reinos y regiones espaiioilas; "si no se quie­
re ~mbrlll' la discordia entre-los españoles, no

los dividamos
aún
. más en

dos
cal'egoría,s: privt1.egiados que

pueden tener
con­
cierto,
1',Conómico y loe que car~ de eire derecho"».
«... como en el artíenlo · no se habla del tiempo, queda ex­
puesto
a

otra
sospecha. La

de que el pensamiento
y la
intención
del articulista, viMOs su alarma y· su mlante, sean realmente así:
Fue-ros, 'SÍ; pero, o al mi&mo tiempo para tocios, de repente,, o
para
nadie. El reconocimiento pa,rcial de fuéroa sólo para ciertas
regiones sería
un pro·ceso único

y
terminado, sin que

cupiera en
la mente del autor la inrerpreta-ción de que fuera el comienzo
necesario de un.proceso evolutivo hacia la

generalización deseada
por
él y

por todos.
Simultaneidad, o
nada.
«De ·prosperar ese planteamiento» ... «estaríamos ante una in­
teligente _,maniobra de

diatr.«llón y
J;"etraso en
la
recuperación
de los conciertos econói:nico"S de Vizéaya y Guipúzcoa. Se

cum­
pliría el
dudoso refrán de que lo mejor es enemigo de lo bueno.
A nosotros esto
es lo que nos alarma y lo que nos_ ha movido
'a «reribir estas líneas. La simúltaneidad, es· una exigencia impo­
sible
de 1Jati11ofacer, por su complejidad y por su violencia>.
«... el horror deil tradieionalismo a las planificaciones prefa-
Fundaci\363n Speiro