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Número 229-230

Serie XXIII

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«Teología» sin Dios y «liberación» esclavizante

"TEOLOGIA" SIN DIOS Y "LIBERACION" ESCLA VIZANTE
POR
VICTORINO RODRÍGUEZ, o. P.
La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en su
reciente
Instrucción «Dibertatis nuntium» sobre algunos aspec­
tos de
la «teologla de la liberación», del 6 de agosto de 1984,
publicada por orden de Juan Pablo
II, emplea siempre esta ex­
presión entre comillas. Las reservas empiezan ya con la misma
denominación,
de uso, además, plural en el documento; «teolo­
gla de la liberación», «teologías de la liberación» (III, 2 y 3;
IV, 3; VI, 5, 8 y 9; VII, 4 y 6; VIII, 1; IX, 1, 2, 10 y 12;
X, 2, 3
y 15; XI, 1, 15 y 17). ¿Es que no son propiamente teo­
logías, o no son propiamente de liberación, o no son ni lo uno
ni lo otro?
I. Terminologia ambigua y confusa.
· Efectivamente, estos movimientos hispanoamericanos de libe­
ración
no son propiamente teológicos, si por teología se entiende,
conforme al término
y al uso multisecular del mismo, el tratado
sobre Dios
y sobre las demás cosas en relación con Dios bajo la
luz de la
fe.
Estos ideólogos y activistas no tratan de Dios como de ob­
jeto prioritario
y definitorio, ni siquiera del hombre en perspec­
tiva teológica
de origen, de término y de realización, sino del
movimiento de emancipación socio-política de los hombres en
la sociedad oprimida; los temas
-propiamente teológicos

aparecen
sólo tangencial o remotamente aludidos,
lo cual no basta para
especificar a una ciencia. Esto en .cuanto al objeto prioritario.
No es más teológico el medio de conocimiento o motivo
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VlCTORINO RODRIGUEZ, O. P.
formal de su discurrir y concluir. No tratan de valorar y dicta­
minar sobre los hechos y acontecer humanos a la luz
de la fe
flexionada o tamizada por
la ratio theologica, sino de enjuiciar­
los, negativa o positivamente, en cuanto
practicable, revolucio­
nariamente para el logro de dicha emancipación. «Conocer
a
Dios es obrar la justicia» (Gustavo Gutiérrez) .. El supuesto pri­
mer «lugar teológico» es la
praxis revolucionaria eficaz. T eolo­
gia desde

la praxis de la liberación
es el título de la obra de
Hugo Assmann. No se enjuician o programan los hechos desde
la
fe, sino que más bien se valora la fe desde la praxis revolucio­
naria.
«Se trata más bien de la subordinación de toda afirmación
de la fe o
de la teología a un criterio político dependiente de
·la teoría de clases, motor de la historia» (IX, 6). Por eso digo
que más que de movimientos teológicos propiamente dichos, se
trata de movimientos socio-políticos, de una
praxeologla, de mar­
cado cariz marxista. El documento detecta en estos movimientos
«una inspiración ideológica incompatible con
la fe cristiana»,
cual es
la ideología marxista (Introd.). Por ello, esta llamada
«teología de la liberación» es globalmente inaceptable, es decir,
en su marco sistemático o líneas esenciales, sin que se excluya
en ella toda verdad adyacente ni las buenas intenciones a favor
de los probres.
Negar autenticidad teológica a estas «teologías de la libera­
ción» hispanoamericanas no es cerrar el paso a cualquier
·teolo­
gía de la libertad y de la liberación, como es primariamente la
teología de
la redención y de la justificación, sobre la que pro­
mete ocuparse positivamente la misma Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe (lntrod.).
«La expresión teología de
la
liberación es una expresión plenamente válida: designa enton­
ces una reflexión teológica centrada sobre el tema bíblico de la
liberación
y de la libertad y sobre la urgencia de sus incidencias
prácticas» (III, 4. Cf. VI, 7). Bien entendido que al hablar de
la teología de la libertad
y de la liberación no se trata de una
teología distinta (la teología es una en especie átoma), sino de
una parcela o parte· integrante de la amplísima temática teoló­
gica. La

proliferación de las llamadas «teologías de genitivo»
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«TEOLOGIA» SIN DIOS Y «UBERACION»
( teología del trabajo, teología del deporte, teología del sexo, teología de la familia, teología de la revolución, teología del
cuerpo, teologia de
la historia,,.), que no tieoe nada que ver con
el llamado «pluralismo teológico», se presta a confusiones sobre
la especifícidad átoma de
la ciencia teológica.
Tompoco se trata de una liberación propiamente cristiana,
como fue y es la liberación redeotora de Cristo en toda su ex­
teosión y profundidad: liberación del pecado como
enajenación
de

Dios, degradación personal y ateotado tnúltiple a las debidas
relaciones de amistad y de justicia con los demás hombres. Es
así como
la teología es verdaderamente liberadora. «El Evangelio
de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de libera­
ción» -empieza

diciendo la Instrucción de la Sagrada Congre­
gación-. «La liberación es ante todo y principalmente
libera,
ción

de
la esclavitud del pecado» (Introd.). «No se puede res·­
tringir

el campo del pecado, cuyo primer efecto es introducir
el desorden en la relación entre el hombre y Dios, a lo que se
denomina pecado social» (IV, 14 ).
No es que a la teología anterior ( en Europa y eo América)
le haya sido ajeno el tema de
la justicia y de la injustica (al que
se dedican en
la Suma Teológica de Santo Tomás nada menos
que 105 artículos), tanto a nivel personal, como en el ámbito
socio-político.
Lo que ocurre es que la superación liberadora de
la injusticia social
ha de ser dictaminada y realizada prudente y
justamente
(iustum iuste), a fin de que, a título de justicia, no
se cometa otra injusticia, y, a tíntlo de liberación no se, incurra
en otra esclavitud (Cf. XI, 10). ,
Pues

bien, esta perspectiva redentora, cristianamente libera­
dora ( del pecado personal y de sus proyecciones sociales de odio
e injustica) apenas se percibe en estos ideólogos hispanoameri­
canos de la «liberación». «Parecen hacer pasar a un segundo
plano
la liberación del pecado» (Introd.). De lo que tratan fun­
damentalmente es de la opresión o injusticia social que padecen
unos y ejercen otros ( simples hechos aducidos sin la debida va­
loración moral),
de su interpretación dialéctica a priori de an­
tagonismo de clases, y de la ¡,raxis revolucionaria de
liberación.
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No aparece, pues, una teología específicamente tal, ni se bus·
ca una liberación integral o, al menos, .Prioritariamente cristiana.
No que estos autores sean ateos, o que sus proyectos sean de
esclavitud, peto ni Dios ni su luz dirige su pensamiento ni su
aspiración es la libertad de los hijos de
Dios. En
este sentido
enfatizo lo de teología
sin Dios y liberación esclavizante.
II. Presupuestos filosóficos heterogéneos.
Estos autores, de formación antropológico-historicista, muy
modelados a lo Rahner-Metz, con el transfondo de Hegel y Marx,
se mueven inconsistentemente. sobre
la idea de un Dios indistinto
de
la historia, de la que va a resultar también el hombre, autor
y redentor de sí
mismo. Al diluirse en el inmanentismo histori­
cista Dios y el hombre,
la distinción del orden natutal y sobre­
natural carece de sentido. Ni se menciona si no es para ridiculi­
zarla. «La historia -refiete la Instrucción- llega a set así una
noción central.
Se afirma que Dios se hace historia. Se añadirá
que

no hay más que una historia, en
la cual no hay que distin­
gnir ya entre historia de salvación e historia · profana. Mantener
la distinción setía caer en el dudlismo» (IX, 3 ). «En esta línea
algunos .llegan hasta el límite de identificar a Dios
y la histo­
ria» (IX, 4 ). Ya en la introducción advertía que «recurren de
modo insuficientemente crítico· a
conceptos tomados

de diversas
corrientes del pensamiento marxista». El supuesto «análisis cien­
tífico marxista» lo reciben estos autores condicionado por el sis­
tema:
«No. es

raro que sean los aspectos ideológicos los que pre­
dominan en los préstamos que muchos de los "teólogos
de la
liberación" toman de·
los autores

marxistas» (VII, 6 ). «Recor­
demos que
el ateísmo y la negación de la persona humana, de
su libertad y
de sus derechos están en el centro de la concep­
ción marxista» (VII, 9). Y que «la ley fundamental de
la his­
toria, que es la lucha de clases, implica que la sociedad está
fun­
dada sobre la violencia» (VIII, 6 ). «Lo que estas teologías de
la liberación hao
acogido como
principio... es
la teor/a de la
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«TEOLOGIA» SIN DIOS Y «LIBERACION»
lucha de clases como ley estructural fundamental de la historia»
(IX, 2).
Si historicista es
la concepción de la persona divina y hu­
mana, mucho más lo es
la de la verdad en estos teóricos de la
praxis revolucionada. ¿Qué es la verdad? Ellos no dudan, como
Pilatos, ni asumen
la respuesta de Ctisto, Y o soy la verdad, y me­
nos la definición clásica de adecuación del entendimiento con la
realidad
(a.daequatio intel/ectus et rei). La verdad para ellos. es
la praxis revolucionaria eficaz. «La concepción de la verdad va
a la par con la afirmación de
la violencia necesaria y, por ello,
con
la del amoralismo político» (VIII, 7). Por eso no quieren
que se hable de
ortodoxia, sino de ortopraxia.
La Instrucción recoge bien este presupuesto: «Estos teólo­
gos parten, más o menos conscientemente, dd presupuesto de
que el punto de vista de la clase oprimida y revolucionaria, que
sería
la suya, constituye el único punto de vista de la verdad.
Los criterios teológicos de la verdad se encuentran así relativi­
zados
y subordinados a los imperativos de la lucha de clases.
En esta perspectiva se sustituye
la ortodoxia como regla de la
fe, por la idea de la ortopraxis como criterio de verdad» (X,, 3 ).
«Se
ve que la concepción misma de la verdad en cuestión es la
que se encuentra totalmente subvertida: se pretende que sólo
hay verdad en
y por la pra,l;s partidaria» (VIII, 4 ); «la concep­
ción partidaria de
la verdad que se manifiesta en la praxis co­
rrobora esta posición» (X, 1 ). «No hay verdad sino en el com­
bate de la clase revolucionaria» (VIII, 5).
De esta teoría de la
ortopraxia y de su paternidad europea
me he ocupado ampliamente en
Verbo, 191-192, año 1981.
ID. Metodología teológica errónea y filosóficamente mal.
fundada.
Con una inversión total del método teológico, estos autores
no proceden
tetnáNcamente de Dios al hombre, de lo interior a
lo exterior, de
la persona a la sociedad, del pecado individual al
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pecado social o estructural, sino justamente a la inversa ( véase VII, 9; XI, 8) y sin demasiada urgencia por llegar al
final; y
gnoseológicamente, es decir, en el orden de-motivación intelec­
tual, no se parte de
la divina Revelación testificada por el Ma­
gisterio eclesiástico y de los principios de una filosofía sana, sino
de los hechos
de miseria y opresión de algunos hombres, según
un análisis acrítico (
cf. VII, 4) de inspiración marxista, en vis­
tas a la praxis revolucionaria, según queda dicho en el apartado
anterior
(cf., también, VII, 1 y 2). No se enjuician los hechos
y los proyectos según
la fe, sino la fe según los hechos. Y para
poder justificar desde la divina Revelación. la praxis revoluciona­
ria, se hace una
relectura selectiva de la Biblia conforme a la
nueva hermenéutica del racionalismo
y del protestantismo libe­
ral. Es bien significativa al respectivo la bibliografía que suelen
manejar estos autores.
Metodología que, sobre una base materialista e historicista,
tendría su lógica interna, pero que, tratándose de sacerdotes ca­
tólicos, adolece de
la máxima incoherencia. El resultado está du­
ramente denunciado en el documento. Nos encontramos con «una
perversión del mensaje cristiano, tal como Dios lo ha confiado
a
la Iglesia, de modo que este mensaje se encuentra cuestionado
en su globalidad» (IX,
1); están «en oposición con la fe de la
Iglesia» (IX, 3); se detectan «desviaciones
y· riesgos de desvia­
ción ruinosos para
la fe y para la vida cristiana» (introd.).
Ambas dolencias metodológicas: el análisis acrítico de los
hechos sociales ( conducido por los apriorismos marxistas) y la
relectura política de la Biblia ( supliendo u omitiendo lo que les
conviene según la hermenéutica racionalista) quedan bien seña­
ladas en el presente documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de
la Fe: «Préstamos no ctiticados de la ideología
marxista y el recurso a la tesis de una hermenéutica bíblica do­
minada por el racionalismo son
la raíz de la nueva interpreta­
ción, que viene a corromper lo que tenia de auténtico el gene­
roso compromiso
inicial en

favor de los pobres» (VI, 10). «Esta
concepción totalizante

impone su lógica
y arrastra las «teOlo-
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«TEOWGIA» SIN DIOS Y «LIBERACION»
glas de la liberación» a aceptar un conjunto de posiciones incom­
patibles con la visión cristiana
del hombre» (VIII, 1).
A
la vista de todo ello, es decir, de las obras principales de
los autores aludidos (
sin mencionarlos nominalmente, pero sa­
bemos que son Gustavo Gutiérrez, Hugo Assmann, J.
L. Segun­
do, Leonardo Boff, Jon Sobrino ... ) y de
la información que re­
fleja la Instrucción de
la Sagrada Congregación para la Doctrina
de
la Fe, cabe pensar una de estas dos cosas: o que la opción
entusiasta por los pobres y la reivindicación
de la justicia socio­
política de los oprimidos les llevó a recurrir al socialismo mar­
xista como aliado o instrumento de liberación, olvidándose del
principio moral enunciado por San Pablo (Rom., 3,8) de que los
fines buenos no justifican los medios incorrectos; o que
la op­
ción por el socialismo marxista les llevó a instrumentar los sen­
timientos elementales de justicia reivindicativa y la preferencia
(asistencial) de la Iglesia por los pobres para extender el
impe­
rio

de
la dictadura soviética. Ambas hipótesis explican la gran
acogida que tienen estas «teologías» en
el socialismo internacio­
nal. «Con frecuencia, la aspiración a la justicia se encuentra aca­
parada por ideologías que ocultan o pervierten el sentido de
la
misma, proponiendo a la lucha de los pueblos para su liberación
fines opuestos a la verdadera finalidad de la vida humana, y
pre­
dicando

caminos de acción que implican el recurso sistemático
a
la violencia, contrarios a una ética respetuosa de las personas»
(II, 3). Cosa parecida ocurre con
la simpatía y ayuda que reci­
ben de fuerzas extrañas a la Iglesia ciertas
comunidades de base,
procliv~s a la anarquía litúrgica y doctrinal.
IV. Mensaje cristiano vaciado de contenido.
Los «teólogos» indígenas de la liberación hispanoamericana
se han propuesto «desteologizar» ( el neologismo es de ellos) el
mensaje cristiano, sin pretender con eso descalificarse a .sí -mis­
mos. Teólogos sin teología, como rabones sin rabo. Aparte del
desenfoque global y sistemático,
compauble con
constataciones
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P,
ciertas de hechos y apuntes doctrinales válidos, el mensaje cris­tiano de estos autores queda fundamentalmente vaciado de con­
tenidos. Las ausencias o
vacíos teológico:,,, a. los que hace alu­
sión el documento pontificio, son los siguientes:
a) Ausencia del sentido transcendente y personal de Dios,
anterior e independiente del
. mundo

y del devenir histórico, a
lo que nos hemos referido anteriormente ( IX,
3 y

4 ).
b) Ausencia del reconocimiento claro de la divinidad de
Jesucristo. No es que se niegue o ignore a Jesús, Dios y hombre
verdadero, pero los atributos propios de persona divina ( omnis­
ciencia, previsión y aceptación voluntaria
de la muerte sacrifi,
cial,

etc.) resultan equivalentemente negados. «Se
ha llegado a ...
desconocer la persona
de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero
Dios y verdadero hombre,
al igual que el carácter específico de
la liberación que nos aporta y que es, ante todo, liberación del
pecado» (X, 7). «Sin espíritu crítico se vuelve a
la oposición
entre el
Jesús de la hiNoria y el Jesús de la fe» (X, 8). «Está
claro que se niega la
fe en el Verbo encarnado, muerto y resu­
citado por todos los hombres» (X, 11 ).
c) Ausencia de la aceptación del origen divino y constitu­
ción jerárquica de la Iglesia
. como
sacramento universal de sal­
vación. «En cuanto a
la Iglesia, se tiende a ver en ella sólo una
realidad interior de
la historia que obedece también a las leyes
que se supone dirigen el devenir histórico en su inmanencia»
(IX, 8). «Se trata de poner en duda la
estructura sacramental
y ¡erárquica de la Iglesia, tal como la ha querido el señor. Se
denuncia la jerarquía y el magisterio como representantes obje­
tivos de la clase dominante que es necesario combatir. Teológi­
camente, esta posición vuelve a decir que el pueblo es la fuente
de los ministerios y que se puede dotar de ministros a elección
propia, según las necesidades de su misión revolucionaria his­ tórica» (IX, 13). «Se ignora simplemente la sacramentalidad»
(X, 15).
d) Vacío del orden sobrenatural. «Se añadirá que no hay
más que una historia, en la cual no hay que distinguir ya entre
historia de
la salvación e historia profana» (IX, 3 ).
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«TEOLOGIA» SIN DIOS Y «UBERACION»
e)
Ausencia de aceptación y práctica de los sacramentos·
de

liberación redentora (bautismo
y penitencia) y de vitalización
sobrenatural, de
la Eucaristía, como actualización de la oblación
de Cristo por todos los hombres. «La Eucaristía ya no
es com­
prendida

en su verdad de presencia sacramental del sacrificio
reconciliador,
y como el don del cuerpo y de la sangre de Cris­
to. Se convierte en celebración del pueblo en lucha» (X, 16;
cfr., también, IX, 1 ). Se inventan cantos
dd boa.
f) Ausencia del sentido teológico y personal del pecado y
de su efecto esclavizante, anterior
y más profundo que el del
pecado social
y estructural (IV, 1, 12, 14 y 15).
g) Vado de vida auténticamente teologal de fe, esperanza
y caridad,
sin reducciones, enervamientos o desviación de obje­
tivos. «La fe,
la esperanza y la caridad reciben un nuevo conte­
nido: ellas son "fidelidad a la historia", "confianza en el futu­
ro", "opción por los pobres": que es como negarles su realidad
teologal» (IX, 5). Una fe que no es adhesión incondicional a la
palabra revelada; una esperanza sin otro horizonte más trascen­
dente
y garantizado que el futuro utópico de la liberación in­
tramundana

de resultas de la lucha de clases;
y una caridad que
es amor al pobre, estimulado a
odiar y a luchar contra el rico
opresor. Esto no es vida teologal, no es
la pretendida vida evan­
gélica.
h) Vado de amor misericordioso a todos los hombres
(cf. IV, 8), especialmente a los pobres, como lo practicaron, por
ejemplo, San Martín de Porres
y San Juan Macias en Hispano­
américa
y como lo practica Teresa. de Calcuta en Asia, sin odios
ni luchas de clases,
tal como lo aconsejaba San Pablo a Filemón
y Onésimo. «Se presenta la entrada en la lucha de clases como
una exigencia de la caridad como
tal; se

denuncia como una acti­
tud estática
y contraria al amor a los pobres la voluntad de amar
desde ahora a todo hombre, cualquiera que sea su pertenencia de
clase,
y de ir a su encuentro por los caminos no violentos del
diálogo
y de la persuasión» (IX, 7).
i) Ausencia de discernimiento en la promoción de la jus­
ticia,

pretendiendo reducir todo el programa de vida cristiana
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
a la justicia con los pobres y oprimidos y absolutizando y sacra­
mentalizando incluso el estado de pobreza en cuanto tal. Se
llega a afirmar que «los pobres son el auténtico
lugar teológico
de la comprensión de la verdad y de la praxis cristiana», o que
son el «sacramento de Cristo». ¡Como si no hubiese también
hombres, pobres injustos
y viciosos, opacos a la luz de Cristo!
¡; Vacío o despreocupación por la paz interior consiguiente
a
la renovación del corazón por la gracia de Dios, que mueve a
unos a despegarse de las riquezas y a otros a la práctica de la
misericordia y no a
la violencia nacida del odio de clases. «Con
frecuencia
la aspiración de la justicia se encuentra acaparada por
ideologías que ocultan o pervierten el sentido de la misma, pro­
poniendo a la lucha de los pueblos para su liberación fines opues­
tos a
la verdadera finalidad de la vida humana y predicando ca­
minos de acción que implican el recurso sistemático a
la violen­
cia, contrarios a una ética respetuosa de las personas» (II, 3).
k) Ausencia, en definitiva, del sentido de la persona y de su
responsabilidad
·ética. «Cuando

se pone como primer imperativo
la revolución radical de las relaciones sociales y se cuestiona, a
partir de aquí, la búsqueda de
la perfección personal, se entra en
el camino de la negación del sentido de la persona
y de su tras­
cendencia
y se arruina la ética y su fundamento que es el carác­
ter absoluto de la distinción entre el bien y el mal» (IV, 15).
l) Concluyendo este apartado, digamos, con la Sagrada Con­
gregación, que la «teología de la liberación» propone «una inter­
pretación innovadora del contenido de la
fe y de la existencia
cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más, que constituye la negación práctica de
la misma» (VI. 9).
Estos
ideólogos «tienden especialmente a desconocer o eliminar:
trascendencia
y gratuidad de la liberación en Jesucristo, verdade­
ro Dios y verdadero hombre, soberanía de su gracia, verdadera
naturaleza de los medios de salvación
y, en particular, de la Igle­
sia y
,de los

sacramentos. Se recordará la verdadera
significación
de la ética, para la cual la distinción entre el bien y el mal no
podrá ser relativizada, el sentido auténtico del pecado, la necesi­
dad de
la conversión y la universalidad de la ley del amor fra-
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«TEOLOGIA» SIN DIOS Y «LIBERACION»
temo. Se pondrá eo guardia contra una politización de la existeo­
cia que, desconociendo a un tiempo la especificidad del Reino de
Dios
y la trasceodeocia de la persona, conduce a sacralizar la po­
lítica
y a captar la religiosidad del pueblo en beneficio de empre­
sas revolucionarias» (XI, 17).
V. La opción por los pobres pretextada y traicionada.
La Sagrada Congregación alude a esa traición a la causa de
los pobres (introd. ). La opción preferencial por los pobres,
que
es evangélica, no ·absoluta, sino relativamente, ha venido a ser uh
pretexto para fomentar, en sf o eo los demás, el odio a los ricos,
la lucba violeota contra las fuerzas del orden
y para aliarse con
poderes extraños ( el comunismo internacional concretamente),
que no alivian las miserias
y aprisionan más la libertad de los
pobres. La situación de Cuba
y Nicaragua, por ejemplo, es tre­
mendameote elocueote. También éstos son «signos de los tiem­
pos» (Mt., 16,3 ), no precisamente de bonanza, sino de tormenta
y prevención. Porque «signos de los tiempos», según el uso ori­
ginal, no son los hechos presencialmente vividos u observados, sino los que sirven para prever
y prevenir el futuro, afrontán­
dolo cristianameote. Decía que la opción preferencial por los pobres, tan procla­
mada por estos autores (y, en este caso,_ con buena base en el
Magisterio pontificio, incluso en la introducción de este mismo documeoto ), es de una prioridad relativa. No es que el pobre,
por ser pobre, sea más o menos digno de amor cristiano que el
rico o prepotente. En realidad, es más digno de amor el que es
mejor, el- que es más santo, el que se asemeja más a Dios,. Suma
Bondad, sea pobre o rico, débil o poderoso. Lo que ocutte·es que
el
pobre y el oprimido, especialmente cuando son víctimas de
la
injusticia ajena, son más dignos de socorro o de amor efectivo
de misericordia. Es ley de caridad.
¿ A quién se debe amar más?
A los mejores. ¿A quién se debe ayudar más? A los más nece-
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
sitados. De ahí nace o debe nacer la opción preferencial por los
pobres.
Hago especial mención a los pobres que son víctimas de la
injusticia ajena, porque también hay hombres que incurren en la
miseria sin culpa ajena y no raramente por culpa propia. Por
ejemplo, ¿cuántos pobres irremediablemente parados hoy fue­ ron ayer libremente protagonistas de huelgas «salvajes» que pa­
ralizaron la industria? No entro aquí en
el análisis sociológico o
bíblico-teológico del concepto de «pobre». Nos referimos al con­
cepto vulgar y actual de pobre como indigente, económicamente
menesteroso, sea él o sean los demás los responsables de su
situación.
Sabemos que el hombre pobre no es necesariamente un «po­
bre-hombre», que esto puede serlo también un hombre acau­
dala/do; que no es lo mismo tener poco que ser poco, es decir,
espiritualmente menesteroso, aunque en estos pobres no pare­
cen pensar los «teólogos de la liberación».
Debemos apuntar también que la dialéctica cristiana de po­
bre-rico, opresor-oprimido no ha de ser la de la lucha violenta
para que el rico deje de ser rico desheredándolo y
el pobre deje
deje de ser pobre usurpando bienes ajenos. Si
el pobre puede
y debe vivir evangélicamente el espíritu de pobreza (Mt., 5,3),
el hacendado puede y debe vivir evangélicamente practicando la
misericordia
(Mt., 5,7), y del encuentro de estas dos bienaven­
turanzas

resultará la paz propia de los hijos de Dios
(Mt., 5,9),.
que

no es precisamente a la que aboca la «teología de la libera­
ción», en la que «el sentido
cristiano del pobre se pervierte y el
combate por los derechos de los pobres se
transforma en
com­
bate de clases en la perspectiva ideológica de la lucha de cla­ ses» (IX, 10).
Resulta bien chocante que uno de estos autores que tiene a
los pobres por «sacramento de salvación»
y por «primer lugar
teológico», termine diciendo que mientras existan los pobres
no ha llegado el reino de Dios. ¡Cómo si en las comunidades
pobres
y oprimidas de la primitiva Iglesia no existiesen santos,
como existieron santos en las comunidades pobres de Lima del
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«TEOLOGIA» SIN DIOS Y «LIBERACION»
siglo XVL! Pues si los pobres, para entrar en el reino de Dios
tuviesen, necesariamente, que dejar de ser pobres, resultaría que sólo entrarían en
él los ricos. Todo ello resulta más incongruen­
te, por no decir ridículo, que
predicar la
pobreza viviendo ri­
camente o predicar la paz interesada (pacifismo) militando en
las guerrillas o en algaradas callejeras.
VI. La voz clara del Papa en Hispanoamérica. Al corregir las pruebas de imprenta de este comentario me
llega
el te'xto de la Homilía que pronunció Juan Pablo II en
Santo Domingo, el 11 de octubre de 1984
(L'Osservatore .Ro­
mano,
de 21 de octubre de 1984, pág. 9), cuyo númeto 5 .es
muy

preciso sobre el modo de realizar la
opción preferencial por
el pobre.
Dice así:
"En
el Magníficat de María resuenan también estas palabra.s:
«(Dios) desplegó la
fuerza de
su brazo, dispersó a los soberbios
en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y
axaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y des­
pidió a los ricos sin nada»
(Le, 1, 51-53).
La palabra revelada muestra aquí la benevolencia de . Dios,
que
se derrama sobre
los humildes y pequeños, a quienes El
revela los secretos del reino
(cf. Mt, 11, 25), y llena de sus bie­
nes y esperanza. El es el Dios de todos, peto otorga su pnmera
misericol'dia
a

los despose/dos
de este mundo.
Estas palabras del
Magníficat son un eco anticipado de las
bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres de espíritu por­
que de ellos es el reino de los cielos.. . Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados»
(Mt,
5, 3-6). Esa realidad blblica halla su fundamento en la identifi­
cación que Cristo establece con el necesitado: «Cuanto hicistéis a urio de estos hermanos míos más pequeños, a
. mi me

lo hi­
cistéis» (Mt, 25, 40).
El
ejemplo de Cristo de amor al
menestetoso se
ha concre­
tizado para
la Iglesia en Latinoamética, sobre todo a partir de
1139
Fundaci\363n Speiro

VICTORJNO RODRJGUBZ, O. P.
Medellin y Puebla, en la llamada opción preferencial por los
pobres.
En la perspectiva del ya cercano medio milenio de evange­
lización, la
Iglesia en
América
latina se halla ante esa «tarea
importantísima que hunde sus raíces en el Evangelio. No cabe duda que la Iglesia ha de ser íntegramente
fiel a su Señor, po­
niendo en práctica esa opción, ofreciendo su generoso aporte a
la obra de
«liberación social» de las muchedumbres desposeídas,
a fin de lograr para todos una justicia que
corresponda a
su dig­
nidad de hombres e hijos
de Dios.
Pero esa importante
y urgente tarea ha de realizarla en una
línea de
fideUdad al

Evangelio que
prob!be el recur.ro a méto­
dos de odio
y violencia:
- ha de realizarla manteniendo una opción preferencial por
el pobre que no sea --como yo mismo he dicho en diversas
ocasiones-excluSiva y excluyente~ sino que se abra a cuantos
quieren salir de su pecado y convertirse en su corazón;
- ha de realizarla sin que esa opción
,signifique ver al po­
bre · como clase, como clase en lucha o como Iglesia separada de la comunión y obediencia
a los
pastores puestos por Cristo;
~ ha de realizarla mirando al hombre en su vocación terre­
. na y eterna;
- ha de realizarla· sin que el imprescindible esfuerzo de
transformación social exponga
al hombre a caer tanto bajo sis­
temas que le privan de su libertad y le someten a programas de
ateísmo, como el materialismo práctico que
lo expolian de su
riqueza interior y rtrascendente;
- ha de realizarla sabiendo que
la primera liberación que
ha de procurarse
al hombre es la liberación de pecado, del mal
moral
que anida en su corazón, y que es causa del «pecado so,
cial»
y de las estructuras opresoras.
Son éstos algunos
puntos · básicos de referencia que la Igle­
sia
. no puede olvidar

en su acción evangelizadora promociona!.
Ellos han de estar presentes en la práctica
y en la reflexión· teo­
lógica, de acuerdo con las indicaciones de la Santa Sede en su
reciente
Instrucción sobre dlgunos aspectos de la «teología de
1140
Fundaci\363n Speiro

«TEOWGIA» SIN DIOS Y .«LIBERACION»
la liberación», emanada de la Congregación para la Doctrina de
la Fe. En este momento
solemne deseo reafirmar

que el Papa, la
Iglesia y
su jerarquía quieren seguir presentes en la causa del
pobre,
de su digoidad, de ,su elevación, de sus derechos como
persona,
de su aspiración a una improrrogable justicia social.
Por ello, con
tal que actúen con los criterios antes indicados y
en unión con sus pastores, las
personas e
instituciones eclesiales
que trabajan con encomiable generosidad en la causa
pe los

po­
bres han de sentirse hoy
no frenadas, sinq confirmadas y a/e.n­
tadas
en

su
propósito".
El día anterior, 10 de octubre, los españoles habíamos es­
cuchado esta prevención del Papa en
Zari,goza: «No
caigáis en
el error de pensar que se puede cambiar la sociedad cambiando sólo las estructuras externas o buscando, en primer lugar, la
satisfacción de las necesidades materiales. Hay que empezar por
cambiarse a sí mismos, convirtiendo_ de verdad nuestros corazo­
nes al Dios vivo, renovándose moralmente, destruyendo . las ral­
ees

del pecado y del egoísmo en nuestros corazones. Personas
transformadas colaboran, eficazmente, a transformar la sociedad».
VII. ¿ Documento condenatorio?
Sí, es condenatorio de las grandes líneas y de muchas .de las
posiciones de estas «teologías
de la liberación». No se condena
la libertad y su uso correcto y dignificante,
. ni
la liberación re­
dentora en toda su integridad. Es una llamada muy seria de
atención a los responsables
teóricos de

estos movimientos tan
comprometedores para la fe
y vida cristiana de los fieles, pero sin
sanciones canónicas de momento. Implica preocupación y recha­
zo de la injusticia social y de la opresión que padecen muchísi­
mos hombres
y de las estructuras antecedentes o consiguientes
a estos pecados colectivos y opción
prefotencial de
amor miseri­
cordioso efectivo y generoso
'por los

pobres. Sobre el aspecto
más global y positivo de la libertad y de la liberación, princi-
1141
Fundaci\363n Speiro

VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
palmente en sentido . cristiano, la Sagrada Congregación para la
Doctrina

de
la Fe promete otro documento, cuyos puntos fun­
damentales ya vienen adelantados en la introducción y orienta­
ciones · finales de la presete Instrucción.
Libertatis nuntium. Lo,
que era más urgente era encauzar con diques de contención es­
tos movimientos aberrantes que se estaban desbordanck> y ex,
tendiendo peligrosamente.
Quien lea atentamente
"'1 documento pontificio y este mis.­
roo breve comentario y haya leído alguna o muchas . de las obras.
en cuestión podrá preguntarse:
¿ Pero hay tantos errores y pe­
ligros en ellas? Pues sí, aunque tan diluidos y entremezclados.
con descripciones de hechos
y divagaciones teóricas, más o me­
nos

esotéricas, que fácilmente pasan desapercibidos, especialmen­
. te para quienes conocen poco la teología católica. Semejante
fe­
pomeno
había

ocurrido con los movimientos «modernista» y
de:
la

«nouvelle théologie»,
de los que no había cabal conciencia
hasta que aparecieron cuidadosamente recopilados, sintetizados
y
reprobados en las · encíclicas Pascendi de San Pío X y Humani
generis de Pío XII. La instruccción Llbertatis mmtium de Jua!l
Pablo II, a través de
fa Sagtada Congregaciórt para la Doctrina
de·

la Fe tiene un parecido cometido.
Quizás haya quien siga pensando -especialmente los autores.
aludidos y recalcitrantes--
en la negatividad de estos procedi­
mientos de
anathema. En realidad el rechazo o prevención de[
error
es realmente· positivo para el cultivo de la verdad, como la
extirpación

de las malas
hierbas es
positivo para
el huerto fruc­
tífero. Por
lo que se refiere a la libertad progresiva o perfectiva
del pensamiento,
el procedimiento de anathema deja margen más
amplio

al pensamiento que las definiciones positivas
.. Al decir­
no es eso queda el camino abierto a muchas otras respuestas
ciertas u opinables.
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