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Número 229-230

Serie XXIII

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Salvador Abascal: La revolución de la reforma (1833-1848)

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no hay que olvidar que en teología no es el argumento de ra­
l!Óll el que prevalece, sino el de autoridad, no humana sino di­
vina. Libro, pues, actual y óptimo éste que acabamos
de pre­
sentar.
B. MONSEGÚ, C. P.
Salvador Abascal: LA REVOLUCION DE LA REFORMA
(GOMEZ FARIAS SANTA ANNA) (1833-1848) (*)
En la interesante revisión que Abascal está haciendo de la
historia de Méjico se ha ocupado ahora de quince años trágicos
para
la historia de su patria que conocieron d expolio, por parte
de su poderoso vecino del norte, de inmensas extensiones terri­
toriales y la entrada del ejército yanky en la capital mejicana.
Y a nos hemos referido a
la persona de Abascal, incansable
luchador por el Méjico tradicional y católico, lo que supone no
poco riesgo, incluso físico, cuando nos ocupamos de su Madero,
dictador infortunado. Nada añadiremos ahora. Pasamos, pues,
directamente al contenido de su última obra deseando
la con­
tinúe pronto, en sucesivos volúmenes, hasta completar
la his­
toria del Méjico in'dependiente, tan necesaria a todos los que quie­
ran conocer de verdad la trayectoria de
aquella nación
hermana.
Es preciso repetir lo que ya dijimos al referirnos a su volu­
men anterior.
La revolución de la Reforma está escrita también
desde
la militancia católica. Es un libro de combate. Pero ello no
desmerece de su valor histórico. Los datos y los documentos ahí
están.
Si. alguien

quiere darles otras interpretaciones es muy
dueño de hacerlo. Nosotros compartimos íntegramente la de
Abascal por parecemos sólida y fundada.
·
La historiografía liberal

ha hecho de verdaderos traidores a
su patria héroes de la revolución
•. Es,

pues, necesario volverles
a su verdadero puesto. No sólo porque, ello responde a la ver­
dad histórica, sino porque esos «héroes»,
ya desde

los primeros
tiempos
de la independencia, son los hijos espúreos . del Méjico
católico y español: masones, liberales, anticatólicos y antimeji­
canos.
El paso de la monarquía española, bajo la cual Méjico vivió
tres siglos de tranquilidad
-y, digámoslo sin rodeos, también
(•) Editorial Tradición, México, 1983, 220 páj¡s,
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de libertad, tal vez no como se entiende hoy pero sí, y plena­
mente, en el sentido
de que su población no se sentía oprimida
pues bastaría para probarlo el escasísimo contingente
de ejérci­
to español que había en América, y mucho más para oponerse
a invasores extranjeros que para asegurar la paz pública-, ese
paso a una república federal fue traumático e interesado. Los Estados Unidos querían debilitar a la República vecina y apoya­
ron decididamente cuanto se intent6 en ese sentido. Su arma
principal fue la masonería y sus aliados unos mejicanos sectarios y ambiciosos a los que apenas unía un lazo común: el odio al
catolicismo. El breve intervalo de I turbide que, desgraciadamente para
Méjico, no cuajó -y el libro de Abascal que abarque ese perío­
do hasta 1833 se hace imprescindible--, fue alarmante para los
Estados Unidos. Una monarquía fuerte sobre un inmenso terri­ torio, rico en recursos, con población
abundante y

unida por
una misma fe
era un

incómodo vecino. Y la consigna lleg6 del
horte. Era necesario en su lugar una república débil, enfrenta­
dos sus hijos en luchas
· constantes

y roto el vínculo religioso
que les unía. Mora, Zabala, y G6mez
Parías serían

los agentes
de la labor de ruina.
i Y qué bien lo hicieron!
Valentín G6mez
Parías (

1781-1858) es personaje capital en
la historia mejicana de la época. Desde el poder, o pretendiendo
reconquistarlo, su actividad es incansable y siempre anticatólica
y antimejicana. Es decir, en favor de los Estados Unidos. Junto a Gótnez Parías, la figura multiforme, llena de am­
bigüedades, del general Santa Anna. Unas veces aliado, otras
enemigo, era la pantalla que se necesitaba para engañar al pue­
blo. El general, que fue una calamidad para Méjico, engañ6 el
patriotismo,
hizo creer en victorias que él mismo se encargó de
frustrar
y permitió que el gobierno efectivo fuera, desde la som­
bra, el de las sectas.
El mismo fue un instrumento en sus manos, posiblemente
en ocasiones sin saber que lo era. El resultado fue trágico.
La
Nueva España, que parecía predestinada a ser una gran potencia
quedó reducida

a poco más que una república bananera. Y las
medidas anticatólicas, aún complicadas ante el asombro religio­ so de una población que permanecía fiel a sus creencias, cris­
taliaarían más tarde

en Juárez y Lerdo de Tejada y, sobre todo,
en
. lo que por antonomasia se llama la Revoluci6n mejicru;ta. La
que
aún
padec"° nuestros
hermanos de aquella nación· bajo un
régimen que, afortunadamente, parece ya resquebrajarse. Este libro de Abascal contiene las claves interpretativas de
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los orígenes del proceso. Excelente libro que debe ser continuado.
Quedan aún muchos períodos
de la lústoria mejicana que Abas­
cal debe -tiene-- que esclarecer.
FRANCISCO ]OSÉ FERNÁNDEZ DE LA ÚGOÑA,
Gonzalo lbáñez: PERSONA Y DERECHO
EN EL PENSAMIENTO DE BERDIAEFF, MOUNIER
Y MARITAIN (*)
Este libro es una traducción al castellano de la tesis que su
autor presentó, bajo la dirección de Michel Villey, en
la Univer­
sidad de
Derecho, Economía

y Ciencias Sociales de París. El
tema que en él se propone estudiar Gonzalo Ibáñez se restringe
a
las doctrinss jurídicas y políticas de los tres autores que el
título cita. Sin embargo, para uns adecusda exposición y
crítica
de

tales doctrinas, se ve obligado Ibáñez a profundizar en las
concepciones metafísicas -especialmente
en la

teoría de la per­
sons- que defienden Berdiaeff, Mounier
·y Maritain. Con ello
entiendo que nuestro autor no hace sino recorrer el mismo ca~
mino que siguieron los intereses de Maritain, el más importante
de los personalistas, pues, como ya señaló Palacios en cierta
ocasión, la metafísica mariteniana de la persons surgió como
justificación · de sus teorías sociales, en vez de ser ésta conclu­
sión de aquélla:
El libro de Ibáñez se detiene primero en la exposición
de
las

circunstancias lústóricas en que surgieron los sistemas del
personalismo y de los antecedentes doctrinales inmediatos que
permitieron su desarrollo
y enorme repercusión. En esta parte
vemos
cómo penetraron

las ideas modernss en el pensamiento
católico y los esfuerzos de la Iglesia para evitar su avance, basta
la extraña pirueta · de una parte
;del . neotomismo

que, nacido
para revitalizar en las fuentes del Aquinante la filosofía cris­
tiana, acabó aceptando tesis liberales
y sirviendo de inspiración
al personalismo.
La segunda parte, más extensa que las demás, resume y · or­
dena
la obra de los tres autores personalistas más destacados y
conocidos: Nicolás Berdiaeff, Manuel Mounier y Jacobo Mari­
tain. Esta parte expositiva tiene
la virtud de hallar un lúlo con­
ductor
para ordenar la maraña de ideas de cada uno de estos
(•) Ediciones de la Universidad Católica de Oñle, 1984.
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