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Número 235-236

Serie XXIV

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¿Qué es la Ciudad Católica?

¿QUE ES LA CIUDAD. CATOLICA?
POR
EsTANISLAO CANTERO
Queridos amigos: Este foro pretende . ser una presentación
de nuestra labor para quienes acuden por primera vez y un in­
sistente recordatorio de nuestra tarea para quienes en sucesivas
ocasiones nos han acompañado ·en n,uestras reuniones.
Como se dice en el folleto de presentación ¿Qué es la Ciu­
dad cat6lica? es una agrupación de seglares que se proponen
el
estudio de la doctrina social de la Iglesia con vistas a su reali­
zación práctica.
No pertenece a la Acción Católica, organismo directamente
dependiente de la Jerarquía Eclesiástica. Por consiguiente no
compromete a la Iglesia.
Tampocq es

un partido político, ni po­
drá serlo. nunca. Ocupa una posición intermedia
. entre

ambos.
La tarea que ·se ha impuesto es úriicamente· formatiVa. Lo
que no excluye la acción política de sus miembros, que, como
es lógico, aspiraráo a la aplicación de
la verdad adquirida. Pero
su actuación en este campo es- éxclusivamente personal; Sólo _ el
mínimo núcleo central, para conservar una mayor objetividad e
independencia, se ha impuesto, voluntariamente, la obligaci6n­
de no intervenir en política activa.
La Ciudad católica se limita a estudiar y difundir la doctrina
de
la Iglesia, tal como ha sido enunciada por los Soberanos Pon­
tíJices y la Jerarquía Eclesiástica.
Así pues,
y tal como decía uno de nuestros amigos, la Ciudad
católica es
algo tan
sencillo como eso: un grupo de amigos.
Pues no nos liga relación
alguna de

dependencia diferente
de la
amistad. Es decir, de un afecto puro
y desinteresado, que nace
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Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
de la mutua estimación y simpatía. Pero se trata de una amistad
cuyo vínculo se encuentra en la Verdad. No hay pues estructu­ración ni dependencia rígida, monolítica, excluyente.
La única
condición se encuentra en
el servicio a la Verdad. Mientras éste
perdure, perdurará
el vínculo, que desaparecerá cuando éste se
rompa.
Por eso, no dependemos más que de nosotros mismos, e in­
telectualmente no tenemos otra limitación que la enseñanza de
nuestra Santa Madre Iglesia a cuya obediencia estamos someti­ dos por nuestra condición de católicos y por
nuestra expresa
manifestación

de esa condición de nuestra obra que se propone
el estudio y la difusión de la doctrina social de la Iglesia, de ma­
nera que llegue a conocimiento de un amplio número de perso­
nas y se difunda respecto a todos los ptoblemas de
la vida hu­
mana en los que
Ja Iglesia m,árca los

principios doctrinales fun­
damentales, conforme a los cuales debe restaurarse e instaurar­
se la Ciudad católica, tal como indic6 San Pfo X, en cita sobra­
damente conocida por nuestros amigos, al ir estampada en
la
contraportada de Verbo .
. De ella precisamente toma el nombre la Ciudad católica.
Porque eso es lo que nos proponemos: instaurar y restaur.ar la
Ciudad católica. sobre sus fundamentos naturales y divinos. Y este prop6sito no es una iniciativa privada, no es algo que
se nos haya ocurrido a nosotros; no se trata de un ideal -utó­
pico o no- entre otros que puedan proponerse para
la so­
ciedad. Como ha escrito Jean Madiran, «el proyecto de instau­
rar y restaurar
la Ciudad católica no es, por cierto, una utopía
arbitraria, nacida en cerebros de individuos "sin. tnandato"; no
es una iniciativa privada. Es una proposición, una ensefianza de
San Pío X dirigida especialmente a Francia, pero imprimiendo a su palabra un impulso de carácter general» . . . «Nos .encontra­
mos ante una consideración enunciada
no en

tono dubitativo,
sino muy decidido, perfectamente claro, y aparentemente ante
una doctrina de la civilización en
sí, en

su esencia» ... «esto no
excluye, por cierto, que pueda haber de ello distintas realizacio­
nes; San
Pfo X

no
lo dice en ese lugar; habla de otra cosa: del
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¿QUE ES LA CIUDAD CATOLICA?
concepto mismo de la Ciudad católica. El sentido obvio· es que exite, al nivel de la esencia, uua única concepción posible o vá-
lida y no varias».
'
Así, pues, nuestro propósito no sólo está claramente avalado
por la doctrina de la Iglesia, sino que responde a la solicirud ex­
presamente formulada por San Pío X, que en modo alguno puede
considerarse caduca, pues se trata de
realizar el

Reinado Social
de Nuestro Señor Jesucristo que Pío XI indicó claramente al es­
table= la festividad de Cristo Rey. Se trata, pues, de conseguir
uua sociedad que romo indicó Pío XII,
. «puede

legítimamente
llamarse cristiana y católica» cuando, «respetuosa de los derechos
de Dios, se prohíbe a sí misma traspasar los límites señalados
por la doctrina y la moral de la Iglesia.
Sin duda, nuestro propósito no es,
ni puede serlo, exclusiva­
mente nuestro. Hay o puede haber, sin duda, otros grupos que
se propongan análogo fin, como así tiene que ser entre cat6licos
fieles a la Santa Madre Iglesia. Pero sí hay algo especifico que
caracteriza nuestra labor y la forma de realizarla.
En primer lugar, como
ha indicado Vallet de Goytisolo, «imes­
tra tarea no es una acción política concreta. Consiste ... en reali­
zar uua labor auxiliar, la más ptofunda posible, para la restaura­
ción del tejido social
y político, en todos sus niveles, desde la
misma raíz
y base».
Por ese mismo
carácter de
labor auxiliar,. su acción es difu­
sora, centrífuga
y no centrípeta. No se pretende una gran orga­
nización que crezca cada vez más con muchos -afiliados que no
esperan más que unas «órdenes» para actuar. No se pretende
acaparar personas o grupos ya constituidos, sino facilitar a esas
personas y a esos grupos elementos suficientes para que puedan
acruar en sus específicos campos. Y lo que se aporta es uua for­
mación suficiente para posibilitar esa acción. Nada se ha hecho en la historia duradero y eficaz sin la la­
bor de un pequeño número de personas preparadas
y entregadas
a uu ideal. Nuestro trabajo no es uua obra de masas. Esto no significa
ni despreciar el trabajo de quienes se preocupan de ali­
viar el sufrimiento de los más, ni despreciar a las multitudes
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Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
preocupadas por las penalidades cotidianas. Pueden ser necesa­
rias y, sin duda, lo son múltiples organizaciones distintas, pero
cada cual ha de ser la adecuada al fin que se propone. El
fin de
nuestra obra consiste en la formación intensiva de hombres que
irradien en su
entorno la

luz de la verdad.
Para la restauración del tejido social y político es preciso,
como ha indicado Vallet, «comenzar por la formaci6n
d~ unas
élites

que
sean capaces

de actuar en aquellos medios más
'-estre­
chamente

entrelígados con la naturaleza
de las

cosas·, para recons­
tituir, a partir de ahí,
la. sociedad desde sus cimientos naturales
y cristianos».
Y esta tarea de formación de unas élites e's algo esencial. Sin
ellas no puede haber verdadera sociedad, al desaparecer ésta en
un conglomerado

amorfo donde los individuos
.. están
inermes
ante el poder de un Estado al que, de ese modo, se facilita el
camino hacia el totalitarismo. Sin élites no hay verdaderos gru­
pos sociales, cuerpos · intermedios auténticos, conScientes _de que
sus libertades. son las garantías de las libertades de los hombres
que los componen. Y para la formación de esas élites es preciso una. labor de
formación doctrinal. Hemos insistjdo frecuentemente en esta ne­
cesidad imperiosa de la formación doctrinal. Volvemos una vez
más a insistir en ella, ·porqué sin ella, que es una de nuestras
tareas específicas, no será en absoluto posible el fin que nos pro­
ponemos de restaurar e instaurar la Ciudad católica; no será
posible rehacer una sociedad que se tambalea desde sus mismos
cimientos.
Y, ¿por qué es tan necesaria esta formación doctrinal? En
primer lugar, porque es preciso saber qué es lo que queremos y
qué es lo que rechazamos. Y por qué lo queremos y por qué lo
rechazamos. Y de qué forma se puede lograr, y hasta qué punto
una~ sitctaciories determinadas se ajustan o no al fin propuesto
y qué cosas contribuyen a él y cuáles nos apartan del mismo.
Eugenio Vegas, al diagnosticar en
La causa del mal, en 1936, el
mal endémico que padecía España, escribía: de las verdades políticas y sociales por parte de las clases direc-
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¿QUE ES LA CIUDAD CATOLICA?
toras durante <;erca de dos siglos ha sido la causa de que el mal,
introducido por los ministros de Carlos III, creciese y se pro­
pagase, haciendo estériles todos los esfuerzos en contrario, hasta traernos a la angustiosa
situación en

que nos encontramos. Mien­
tras perdure la incultura política, que hoy continúa reinando,
será inútil cuanto se haga para sacarnos del caos actual».'
Con frecuencia escuchamos a gente que se lamenta de la
situación, del. caos actual, pero que se limita a eso, a lamentarse,
sin poner de su parte nada o muy poco que posibilite salir de
esa situación. Otros, por el contrario, insisten en que es tiempo
de actuar,

que es preciso pasar a
la acción ante la situación gra­
vísima en que vivimos.
Tanto a unos como a los otros es preciso
decirles que
sí, que
hay que hacer algo. La formación doctrinal es una respuesta, la
primera, pues es necesario saber para poder hacer. Es una pos­
tura absurda,

ridícula, el lamentarse cuando está al alcance de
cualquiera la tarea de formarse y ayudar a formarse a los demás.,
Por otra parte, a quienes, angustiadqs por las circunstancias
presentes, están deseando
actuar, hay

que decirles que es preciso
saber qué es lo que se debe hacer. Hay que evitar los peligros
de un mero· activisino que, .con frecuencia, puede resultar una
cómoda_ vía

de escape a tareas más urgentes que ese actuar que
se presenta como p_arentorio.
Esa llamada a la acción puede conducir a un fracaso total , o
a
una inactividad final, a una
vía muerta,
cuando nos damos
cuenta de que esa acción agota. nuestras fuerzas en sí misma y
que nada se ha logrado, Porque se' gastó la pólvora en salvas al
hacer algo· que no debía hacerse, porque
n9 se
meditó previa­
mente qué es lo que había que hacer. Con el consiguiente peli­
gro de

producir el desánimo, el cansancio, la desesperanza
que
conducen

a la renuncia a cualquier otra labor,
Ese algo que hay que hacer incluye también
el estudio. Es­
tudiar no es solamente una actitud pasiva, no es perder el tiem­
po. Al contraio, es ganar tiempo, porque el estudio es el funda­
mento de la acción. El hombre, cuando estudia, hace
algo muy
importante:

aprende, se
forma, enseña.

Aprende a querer
a su
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Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
patria, a conocerla .. A saber su historia y las doctrinas e ideas
. que

la configuraron
y forman parte de su ser .. Y se forma ad­
quitiendo los conocimientos básicos que posibilitarán todo su
comportamiento futuro, ordenado
y . eficaz. Y, enseña a los de­
más, colaborando en su formación
y en su aprendizaje, Y esto es
esencial. Con frecuencia se suele contraponer contemplación y acción,
como si ambas estuvieran reñidas, como si el estudio paralizara la acción o
·la acción

imposibilitara
el estudio. Nada más falso.
Como señala V allet
· de

Goyrisoló, «contemplación y acción, en
algunas perspectivas, nos. -son presentadas como contrapuestas y
antitéticas. Sin embargo, no hay entre ellas una antítesis dialéc­ tica sino una complementariedad. Forman un binomio, en el cual
cada elemento
. contribuye

a extender y fortalecer al otro, aun
cuando para esta transfusión de savia vital se requiera una prio­ ridad,
110 sólo cronol6gica ·sino también ontológica de la contem­
plación».
Es decir, no cabe acción ,constructiva, eficaz, sin el estudio
previo que sea fundamento de ella. «Contemplación y acción -es­
cribía

Sciacca- no se excluyen, se complementan. Mejor aún, la
contemplación es el fundamento necesario de la acción. Quien
se para para ver o contemplar, quien ha visto,
sabe: si

no sabe,
si no contempla, ¿qué hace? No hace, deshace o hace más de lo
necesario. El hacer
sin el contemplar nunca es verdadero hacer
sino destruir». Eugenio Vegas, por su parte, tras señalar los males de una
política realizada por los partidos no revolucionarios que no su­
pieron combatir el mal en su raíz, trazaba
la relación

que existe
entre doctrina y acción cuando, en febrero de 1936, escribía: «Hay algo más que· hacer que
qablar y

exponerse inconsciente­
mente a morir en una convulsión social. Hay un
deber de

pres­
tación personal que obliga a poner a contribución diaria
la inte­
ligencia y el brazo y la alcancía. Y hay una misión de
sacrificio
que

cumplir, que un día
cualquiera pueda

exigirnos la vida, a la
par heroica
y razonablemente». Y, tras estas palabras, añadía:
«Hace falta saber lo
que se
ha de creer y lo que se ha de obrar.
Fundaci\363n Speiro

¿QUE ES LA CIUDAD CATOUCAJ
El entusiasmo no suple a la inteligencia. El entusiasmo por sí solo es potencia ciega, estéril o contraproduoente si no va encau­
zado por
el conocimiento de lo que debe perseguir y de los me­
dios para lograrlo». Conocimiento que
'Sólo con
el estudio se pue­
de adquirir. Acción que
ha de fundamentarse en una doctrina.
El

mismo Eugenio Vegas
lo, ha repetido con frecuencia: «Al
lado de la doctrina hace falta la acción. La uila es complemento
de
la otra. Acción sin doctrina vale como edificar en arena .. Doc­
trina sin acción es un levantar castillos en el aire. Es necesário
que la inteligencia nos enseñe la verdad para que la voluntad
la realice. ¡Acción! ¡Hay que actuar! Ante los males de la reli­
gión y de la patria a nadie es lícito permanecer ocioso. Pero no
basta actuar, hay que hacer obras útiles. Por lo que es indispen­
sable antes de actuar saber con precisión qué es lo que se debe
hacer».
Así, pues,
si la hora de la acción ha llegado, si hay que ac­
tuar, es preciso- determinar por dónde debe comenzar esa acción.
Toda acción humana, ¡,ara construir algo, para ser eficaz -y
nosotros

pretendemos que la
nuestra lo
sea- necesita ser pen­
sada, planeada, proyectada. El edificio,
. aunque

a la vista comien­
za cuando se van colocando los cimientos, en realidad ha comen­ zado antes, cuando el arquitecto realiza el proyecto. E, incluso
antes, cuando el futuro arquitecto comienza sus estudios
.. Y

lo
mismo
podría decirse de las demás · personas que colaboran en la
construcción de la casa. Igualmente, la victoria de un ejército
concluye en el campo de batalla, pero ha comenzado mucho an­ tes, en la preparación de ese ejército y en los planes del Estado
Mayor.
Además, esa acción qué decimos que tiene que ser pensada,
planeada, proyectada, ha de• serlo con racionalidad, con inteligen­
cia. No
basta con

pararse a pensar o a planear o proyectar co­
sas si faltan los fundamentos que permitan que esta tarea pueda
de verdad realizarse. El ingeniero puede meditar durante horas
y horas, planear con todo cuidado cómo va a realizarse
una in­
tervención quirúrgica.

No por ello
er fracaso
será menor que si
ilo la hubiera meditado. Del mismo modo el médico puede pen-
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
sar y pensar acerca de cómo debe ser un avión y hasta dibujar
un plano precioso. A
nadie se

le ocurtiría que dicho avión fuera
viable .
. Por

ello,
la acción tiene que comenzar. en el estudio. Un es­
tudio racional, sistemático, planeado. Y de la
diver&ificación de
ese

estudio nacerán los diversos saberes prácticos adecuados a
cada tipo de acción que se quiera
realizar.· Estudio,

por consi­
guiente, a
la medida de las personas. Desde los puntos básicos
y fundamentales hasta el carácter exhaustivo de una cuestión
cuando ello sea preciso. Y estudio, también dirigido a la funda­
mentación de
las acciones

que queramos emprender.
Y nada más alejado de la realidad que pensar que con ello se
pierde
el tiempo. Nada más ertóneo, improductivo y peligwso
que

rechazar
el estudio por pensar que para nada «sirve» sen:
tarse

a «perder
el tiempo». Habría que preguntar, a cuantos pien-.·
san

de esa manera, qué es lo que ellos
«hacen». Qué es

lo que
ellos han realizado en bien
d1=. la

causa. ¿Algo efectivo, duradero,
serio, verdadero? O, por el contrario, ¿algo efímero, impreciso
que, como humo, se desvaneció en el airé?
Antes decía que el estudio, lejos de perder el tiempo, era ga­
nar tiempo. En efecto, toda obra humana se desarrolla con
más
rapidez

y precisión cuanto
más preparado
está
el que la ejecuta,
cuando a la hora

de
realizarla. .,.....que es el momento de la acción
propiamente
dicha~ menos

ha de detenerse a pensarla o a pre­
pararse para poder iniciarla o continuarla. El estudio permite
ganar tiempo cuando
el momento de la acción ha llegado. En ese
momento se está preparado para ejecutar la acción sin pérdida
de tiempo, porque ésta surge con natnralidad y adecuadamente al objeto que se propone.
Lo contrario sí es perder el tiempo, y
una pérdida de tiempo que, normalmente, no perdona. Una pér­
dida de tiempo que hace estéril la acción, porque no se sabe qué es lo que hay que hacer, aun cuando se sepa
qué es

lo que se
quiere conseguir.
Así, pues, necesidad de la formación doctrinal. Conocer la
verdad, estndiarla y difundirla. Este es el objetivo de la Ciudad
católica. Para ello, la Ciudad católica proponé el trabajo en cé-
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¿QUE ES LA CIUDAD CATOLICA?
lulas o grupos de estudio, para formar sólidameute en la doc­
trina social y política de la Iglesia al mayor número posible. A
esto os invitamos a los que acudís por primera vez y os reitera­
mos a los que
nos. habéis

acompañado en otras ocasiones. En
el
folleto ¿Qué es la Ciudad católica? teuéis suficientes indicacio­
nes para empezar a realizar este trabajo. Y digo trabajo porque se trata precisameute de trabajar; una célula o grupo de estudio
se constituye para esa labor. No es una tertulia de amigos donde
comeutar las desgracias actuales, no es una tertulia de lameuta­
ciones, sino un grupo que trabaja sobre un texto previameute se­
leccionado, que se ciñe a él y eu que las dudas han de diluci­
darse siempre,

eu última instancia, no por la
creeucia. subjetiva
de
algrmo de

sus miembros, sino por la voz autorizada del Ma­
gisterio eclesiástico.
Pero
la formación doctrinal no tiene por objeto la adquisi­
ción

de conocimientos para guardarlos deutro de nosotros mis­
mos. Se trata de una formación para la acción, de una acción
cultural. Se trata de introducir eu los cuerpos sociales las euse­
ñanzas que hemos adquirido. Poco conseguiremos con
encerr~r­
nos
eu .la torre

de marfil de nuestra propia sabiduría si ésta no
se
difundiera

hacia los demás, hacia los cuerpos
sociales· y
los no­
tables de

todas las actividades.
«Se trata
--como escribe

V
allet~ de

una acción capilar; di­
versificada y subdividida eu múltiples acciones plurales, comple­
meutarias, organizadas, eu
el ámbito de esos mediadores natu­
rales. de
la acción político-social que son los grupos, las asoqa­
ciones,

los cuerpos intermedios, los periódicos, las
revistas.,.
Debe ser. una

acción educadora». «Nuestra obra es una obra eseu­
cialmeute de promoción; una obra auxiliar, de asisteucia, de in­
formación, de concertación, al servicio de los notables de la
vida. social».
«Acción

concertadora que, incluso, debe elevarse hasta al­
canzar ámbito nacional
·en eucueutros

y enteudímientos entre los
notables más
calificados para

actuar al más alto nivel del des-
tino de
la patria». ·
«Pero,

lo primero, lo
más urgeute, lo inmediato es hoy vol-
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Fundaci\363n Speiro

EST ANISLAO CANTERO
ver a restaurar en el nivel más a ras de tierra de las colectivida­
des locales, de las libertades y de los intereses profesionales,
municipales, comarcales y regionales ...
». «Hay

que organizar
re­
d!'s de sostén, de protección, de información y de orientación
para esos hombres. Debemos ponerlos en contacto
y concertar­
les, ayudarles a mantenerse en su puesto, decidirles a defender su frente familiar, profesional o ciudadano». «Esto es
lo que,
precisamente, pretendemos hacer, lo que venimos intentando y
lo que queremos conseguir».
S peiro tiene un crecido número de publicaciones a propósito
para esta tarea. Desde los manuales básicos
y las actas de las
sucesivas reuniones hasta 'pequeños folletos donde se tratan cues­
tiones específicas. Os invitamos a todos a iniciar esa tarea o a
manteneros en ella. La revista Verbo y su colección ofrece, ade­
más, un material que constituye un verdadero arsenal de doctrina
y pensamiento.
, Y

todos podemos hacer algo. Y debemos hacerlo.
Las ideas,
por

muy verdaderas que sean no triunfan por
sí mismas.
Es pre­
ciso vivirlas
y comunicarlas a los demás. Es preciso, por tanto,
hombres que, conscientes de la importancia de la tarea doctri­
nal
y formativa, se esfuercen por difundirla, en darla a conocer.
Hablando a sus amigos, a sus compañeros de trabajo.
Difun­
diendo Verbo, suscribiéndose, haciendo suse11bir a los familiares,
a los amigos, a los compañeros. Iniciando nuevas ce1ulas para el estudio de la doctrina. Siem­
pre
habrá algún

tema interesante con el que comenzar, Y de ese
se puede pasar a otros. Como dice Oussei, no importa por dón­
de se comience con tal de estudiarlo todo. Y todo tipo de perso­
nas son susceptibles de interesarse por una célula que estudie las
cuestiones que le interesan: si
el orden .social, se puede empe­
zar por
Fundamentos de la polltica, si la economía y los sindi­
catos, por
El traba¡o; si el marxismo, por Marxismo y revoluci6n;
si los cuerpos intermedios, por el libro del mismo titulo; si la
familia, por las actas del congreso dedicado a ella. Si se trata de
católicos practicantes, que les interese
la perspectiva más amplia
y completa, por Para que El reine, Y, así, sucesivamente, Se
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Fundaci\363n Speiro

¿QUE ES LA CWDAD CATOLICA?
puede, también, comenzar por algún artículo de Verbo. O ppr
algún

folleto. En el índice de nuestra revista, que abarca los 200
primeros números y en los índices finales de las sucesivas series,
hay una buena referencia para los diversos temas. Y en el catá­
logo de

nuestros libros igualmente.
La obra por realizar es inmensa. Ello no debe ,desanimarnos.
Hemos de ser conscientes de la dificultad de la tarea y saber
que trabajamos para un mañana lejano. Pero eso, lejos de para­
lizamos, debe servirnos de mayor estímulo y acicate. _Por otra
parte, hay tareas más especificas y concretas que el restableci­
miento del Reinado social de Nuestro Señor, que la restaura­
ción de la Ciudad católica, que pueden realizarse a corto plazo.
El conocer la
dificultl\d de

la tarea servirá para que no cunda el
desaliento cuando veamos que la meta está aún lejana.
La Cristiandad se deshizo, sobre todo, cuando las minorías
dirigentes fueron ganadas por las
fals~s ideas

clel protestantismo
y de la Ilustración.
Lo que pone de relieve la importancia de las
ideas. Pero necesitaron, cuanto menos dos siglos largos, hasta llegar a las posiciones actuales. Esto nos ilustra acerca del tesón
de unos hombres puestos
, al

servicio del error. Ello debe ser­
virnos de estímulo para perseverar o iniciar la tarea a la que os invitamos. Y pensemos que nada, se hace
del ella

a la
noche.' Si
nuestros

antepasados hubieran pensado de ese modo, el suelo
. que

pisamos, que otros pisarían, sería
tierra musulmana. y si
siempre es agradable contemplar el éxito de la tarea emprendida,
no olvidemos que, como nos recordaba Abelardo de Armas al
clau,
surar

la XX Reunión de amigos de la Ciudad católica, «Cristo
no pide éxitos, sino que luchemos». Sin olvidar, tampoco, por otra parte, que el éxito debe
,considerarse en

función de la tarea.
El mero hecho
de poner manos a la obra y perseverar en ella es
ya un éxito futuro. El no contemplar la catedral finalizada no era obstáculo para comenzarla a edificar. De otro modo no
ha­
bría habido catedrales. Y, del mismo modo, los apóstoles se hu­
bieran encerrado en sus casas.
Así, pues, trabajemos todos en aras de esa Ciudad católica
539
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
en la que sea para todos más fácil alcanzar el reino de Dios en
la salvación eterna.
La labor de S peiro, nuestra labor queda ya dicha y Ousset
lo
ha repetido con frecuencia, no está caracterizada por la doc­
trina como tal, _puesto que ella debería ser profesada, como en
un solo corazón, por todos. los católicos.
Lo que nos caracteri­
za, como ha repetido el mismo Ousset es, esencialmente, que
utilicemos un determinado estilo de combate. Un cierto estilo
de acción. Un cierto estilo de acción caracterizado por la omnipresencia
de fórmulas múltiples. Obra auxiliar, puesto que no es creando
nuevos organismos como pretendemos alcanzar un cierto grado
de eficacia, sino, como también ha dicho Ousset, «tratando de
proporcionar un superalimento vitaminado y favorecer el desa-
·
rrollo doctrinal a los organismos ya existentes que, ciertamente,
tienen sus defectos, pero que no resultan totalmente rechazable, sí se les examina de cerca». Complemento doctrinal que les ayu­
de a caminar con píe firme y les permita ver las cosas con una amplia visión en lugar de limitarse a los acontecimientos a cor­
to
plazo.
Si

contemplamos el itinerario seguido por la Revolución y
los, logros por ella conseguidos, veremos cj_ue si bien es c~erto
que sabe explotar y aprovecharse del menor acontecimiento cuan­
do éste se produce, no cabe
duda que sabe recuperarse cuan­
do encaja un golpe sin que ello sea obstáculo para su continuo
prdgreso. Sus hombres saben
hada dónde tienen que ir y dis­
ponen de métodos de combate suficientemente probados. Sin utilizar los métodos revolucionarios, pretendemos que
nuestros amigos se apliquen· a _utilizar nuestros métodos, muy
diferentes de los revolucionarios, tan en serio como ellos apliR
can los suyos (Ousett). Frente a lll!ª dedicación plena, absoluta
de los revolucionarios, formados en
escuelas de
mandos, en Mos­
cú, Cuba -0 Pekín, con frecuencia no encontramos entre nosotros
sino el amateur. Pretendemos formas personas que trabajen ar­
dientemente y conozcan su oficio. Que no se contenten con char­
las de café o de salón.
540
(
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¿QUE ES LA CIUDAD CATOUCA?
No pretendemos de ningún modo, y es Ousset el que lo ha
reiterado,. una organización gregaria, wrque rehuimos por ·prin­
cipio las fórmulas de combate masificadoras que tienden a agru­
par las personas en una sola organización. Por el contrario, pre­
tendemos suscitar la responsabilidad personal de cada uno, cons­
cientes de que sólo de esa forma será posible
revitalizar los

múl­
tiples cuerpos intermedios y grupos de toda clase que forman
la sociedad. Queremos suscitar un trabajo capilar en todas partes y por
medio
de todos los camioos posibles de las relaciones humanas
y sabiendo sacar partido de esos caminos. Con una finalidad muy
específica. La

de introducir las ideas para suscitar, sobre todo,
una élite de personas bien formadas que tengan
-el sentido

de la
acción
y que sepan animar todo el entorno en que están integra­
das. Personas que no sean meros espectadores de la doctrina, sino que sean verdaderos animadores sociales. Como
ha indicado Ousset, resumiendo la · orientación general
de nuestro trabajo, hace más de 34 años: «Suscitar, animar todo
aquello que pueda tender a remover un renacimiento católioo
en las instituciones y, para ello, la oigai:tización de una red-es­
trecha de círculos de trabajo o células siempre actuantes como
elementos auxiliares, encargados de proporcionar a los indivi­
duos o a los grupos ese oomplemento de doctrina de documen­
tos, de elementos tácticos susceptibles de reforzar su acción».
Por eso, uno de nuestros amigos habla de
Speiro como de
un

centro proveedor de ideas, resumiendo en esas palabras lo
que nuestra obra se propone.
No cabe duda de que esta presentación no pretende ser tan
sólo una exposición del propósito de nuestra obra, sino
que ha
querido

set, también, una llamada a la acción, a la participación
en ella. Uno de los mayores obstáculos a toda. tarea consiste, pre­
cisamente, en comenzarla. Una
vez iniciada,

resulta
más fácil oon­
tinuar en ella. Hay que vencer la pereza inicial, los hábitos
ad:
qulridos y decidirse a ello. Nada mejor que salir de aquí, al fina.
!izar nuestra Reunión, con el propósito firme de hacerlo. Ahora
bien, los mejores propósitos se enfrían si uno no resuelve, in.me~
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ESTANISLAO CANTERO
diatamente,, a ponerlos en prácúca. Por-ello, éste es el momen­
to,
durante estos

tres
días, de concertar entre sí las personas de
una misma ciudad, de una misma provincia. Este es, también,
el
objeto de nuestras reuniones. Tres días que han de servir para
algo más que sentirnos
.entre amigos, disfrutar de la compañía de
quienes piensan de un
· mismo

modo o escuchar complacidos las
diversas comunicaciones a esta Reunión.
De esta cori.centación entre personas que no se conocían, o
que conociéndose no se habían decidido a poner manos a la obra,
debe salir
el nacimieJ)to de diversas células de estudio a las que
podrán incorporarse
amigos que
no han acudido o que, incluso,
no conocen nuestra obra.
Speiro ofrece, en Madrid, en su local de José Abascal, lugar
para reunirse a quienes quieran trabajar en una célula en la que comenzar la tarea. Quienes deseen incorporarse a
ella no tienen
más que comunicarlo durante estos tres días, que servirán para
perfilar la materia que
·será objeto

de estudio
..
A

quienes no sean
de Madrid y les intimide comenzar, bien
porque no saben por dónde empezar, bien porque crean que no
están suficientemente formados, quiero decirles que desechen
todo temor. Podemos
indicarles, según

su formación,
com¡:iosi­
,ción

o interés, por dónde comenzar,
cómo hacerlo.
Y, de ningún
modo, hay que renunciar a
la tarea por el temor a equivocarse.
Sobre todo
cuando se

trate de la doctrina de la Iglesia. En últi­
mo· término,

la
discusión será cerrada

por
el propio magisterio
de la Iglesia, a. cuyos textos hay que remitirse. Quienes deseen
comenzar al
finalizar esta
Reunión, disponen de tres días para
preguotarnos,
· para

que les hagamos indicaciones.
Sería aprovechar poco
el tiempo, dilapidarlo, el haberse sen­
tido aquí entre
amigos, compartiendo

las mismas ideas ,sobre los
principios fundamentales de
ordenación de la sociedad y volver
a nuestras casas para continuar lamentándonos de
lo mal que
estamos pero sin
decidimos a

trabajar.
Para quienes no estén en situación, por las · razones que sean, .
de comenzar el estudio en células, lo que es extensivo a . todos,
siempre
les cabe difundir
Verbo entre sus amistades y familiares,
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¿QUE ES LA CIUDAD CATOUCAJ
hablarles de nuestra obra, de forma que el cabo de algún tiem­
po tengan un núcleo con
el que comenz.ar esa célula que desea­
rían y que ahora no encuentran personas para ello.
En fin, si las dificultádes parecen
y hasta son grandes, ello
no debe
arredr¡u-nos, sino

que debe ser
estímulo para
que nos
crezcamos ante ellas. Nada grande se
ha hecho

sin vencer múl­
tiples dificultades: Reconquista, colonización
y evangelización de
América, Contrarreforma. España no se forjó en
la comodidad,
sino en
la dificultad y el combate. Ese es 1¡uestro ejemplo y
nuestro estúnulo. Combate por Cristo y con Cristo, que nunca
nos abandonará si nos entregamos a EL Nada podemos
ni debe­
mos temer si realmente trabajamos para que El reine. El es nues­
tro guía y nuestro amparo.
Pongamos,

pues, manos a
la obra con la certeza de que El
es nuestro premio ..
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