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Número 235-236

Serie XXIV

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Frederick Forsyth: El cuarto protocolo

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Frederick Forsyth,: EL CUARTO PROTOCOLO (*)
Frederick Forsyth, inglés de 19.38, es uno de los grandes
vendedores de la novelística actual. Desde
el extraordinario
éxito que obtuvo con Chacal, sus obras han figurado siempre
et.i las listas de libros más vendidos. Recordemos, por ejemplo,
Odessa. ·
Ahora acaba de aparecer en las librerías españolas. El cuarto
protocolo.
Se inscribe en esa corriente hoy tan en boga y que
hace aún pocos
años nadie
creería posible. Recordémoslos: era
el cénit de los movimientos pacifistas, la juventud de los Es­
tados Unidos se negaba a combatir en Vietnam, Occidente pa­
recía entregarse, no ya sin resistencia sino incluso alegremente
a lo que era su negación y su muerte.
Sin embargo, algo ha cambiado en los últimos tiempos. En
los Estados Unidos ha vuelto a renacer
el patriotismo. Lo que
.no se

ha comprobado sólo en la abrumadora reelección del pre­
sidente Reagan. Basta con ver las más recientes películas
ameri­
canas,

los telefilms, los artículos de periódicos
y revistas sobre
los· jóvenes

norteamericanos de hoy para convencerse de ello.
Europa no parecía sintonizar todavía con esta
new deal con­
servadora y anticomunista. Aunque la novela que comentamos
puede ser la avanzadilla. El nombre del autor y el beneficio
económico que está logrando con este libro animarán a otros. Se trata de una novela política. Es más, militantemente
po­
lítica. El oscuro mundo de los servicios de contraespionaje es
el objeto de la narración. Inglaterra, amenazada por la Unión
Soviética. Lo que, aunque naturalmente imaginado, todos los
lectores comprenden que puede ser muy real. Y la Gran Bre­
taña que Rusia pretende conquistar es la gobernada por el ga­
binete conservador de Margaret Thatcher.
La acción se sitúa en 1986 y en ella intervienen la amena­
za nuclear, los movimientos pacifistas y, de modo determinante,
el partido laborista, que es el gran aliado de la URSS. Incons­
.cientemente, en la mayoría de sus votantes, y aun de sus cuadros,
pero de modo activo y responsable en la minoría dirigente ra­
dical que profesa el marxismo.
Novela, pues, ciertamente anticomunista pero también, y tal
vez aún más, antisocialista. Todo ello bien narrado, sin la me­
nor concesión al sexo, con un interés creciente a lo largo del
libro
y evitando en todo momento la toma de postura belige­
rante.

Las conclusiones que hemos expuesto no las manifiesta
(') Plaza y Janés Editores, S. A., Barcelona, 1984.
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1explícitamente el autor, sino que son deducidas por el lector conforme se va adentrando en
la · lectura, que verdaderamente
resulta apasionante.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA.
Arteaga Falguera, Sor Cristina de la Cruz de·: EL CARMELO
DE GUADALAJARA Y SUS TRES AZUCENAS (*)
Cristina de Arteaga fue mujer poco común. Hija de los du-
ques del Infantado, su posición social y su inteligencia le seña­
. !aban un destacado puesto en la vida española. Poetisa notable, .doctora en Historia, oyó la llamada de Jesús y, dejando cuanto tenía -que era mucho-, le siguió.
Atender una vocación divina es siempre un misterio psico­
lógico. Los postulados marxistas dan una respuesta muy simple:
hombres
y mujeres cambian el hambre y el arado por seguridad
y consideraciones sociales e incluso por liderazgos y jerarquías. Sor Cristina de
la Cruz es un tajante desmentido a ese falsea­
miento de
la historia. Y bueno sería que alguien escribiera el
inventario de todos aquellos sacerdotes, religiosos
y religiosas
que en este siglo
xx entregaron, de momento, muchísimo más
de lo que recibían. De lo que recibían a los ojos del mundo,
naturalmente.
Muy lejos de mi propósito restar generosidades
y entregas
a las miles de almas que se dieron o se
dan a Dios des.de la
pobreza.
Su renuncia a cuanto ilusiona a los jóvenes de hoy sólo
puede comprenderse desde una perspectiva de
fe y de gracia.
Pero me estoy refiriendo a aquel pasaje evangélico del joven
rico que dejó triste a Jesús.
Y a cumplía los mandamientos pero
no se atrevió a ser perfecto. Cristina de Arteaga, como otros
muchos, dejó todo por marchar tras el Maestro, por ser Cris­
tina de la Cruz.
Ingresa en
la orden jerónima donde se consagra a su res­
tauración. Y, en julio de 1984, acudió al definitivo encuentro con el esposo tras una larga vida de trabajos y realizaciones.
Hija adoptiva y medalla de oro de Granada, académica nume­
raria de Bellas Artes de Santa Isabel de Sevilla, académica co­ rrespondiente de la Historia ... , muy poco después de su muerte
ha aparecido este libro que ahora comentamos. Tiene dos partes muy diferenciadas, aunque con un débil
nexo de unión. Y pensamos que tal vez hubieran debido ser dos
(") Editorial de Espiritoalidad, Madrid, 1985, 127 págs,
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