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Número 235-236

Serie XXIV

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El esoterismo en el lenguaje

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
POR
ANGEL MAEsnto
Vivimos una creciente dificulta\! en un factor tan decisivo
p~ra la

comunicación entre los seres humanos cual es el lengua­
je. Existe
algo semejante

a
un. anhelo
de
oscuridad en
el uso
del mismo, algo que irónicamente
podría expresarse de esta ma­
nera: ~ya que no somos profundos, seamos por lo menos os­
curos».
El afán esóterico de la utilización del idioma parece que, en
efecto, se reservase a una secta o a un_ grupo de elegidos, des­
virtuando de esta forma ese afán universalista de comunicación
de una lengua, para servir a todos los miembros
de la sociedad,
como canal insustituible de expresión de anhelos y deseos. Una mirada a
la sociedad actual, y especialmente a ciertos
componentes de la misn;ia, parece que ciertamente asevere lo
antes expuesto. Lejos de la universalidad, la reducción a esfe­
ras o parcelas sumamente concretas confina el lenguaje en as­
pectos verdaderamente esotéricos, aptos solamente ¡,ara iniciados.
Siempre, en todas las épocas desde que hay constancia. escrita,
grupos particulares de la sociedad han recurrido a formas especia­
les del lenguaje
para comunicarse

entre ellos, y así formar
gru­
pos de iniciados que entre si se entendiesen. Esto ha sido nor­
mal, e incluso entre capas de una población no precisamente
elitista, sino pertenecientes a productores manuales, n sea, in­
cluso entre capas inequívocamente del proletariado pertenecien­
tes a
·diversos oficios,
en los que
por su
nivel cultural no les ha
interesado o no han
podido dejar

constancia esctita; pero
si es
un

hecho innegable que su lenguaje
se acomodaba
a aspectos
múy particulares

de su
profesión. -
685
Fundaci\363n Speiro

ANGEL MAESTRO
Movido por una afán de investigaci6n sociol6gico, he podi,lo
observar

que, en actos· totalmente recreativos, fuera de obliga­
ciones laborales de ningún tipo, pero en los que conviven
per­
sonas

del mismo oficio, bien sea a la salida
del trabajo o en
ocasi6n de acontecimientos familiares que los reúnen, inevitable­
mente sale a relucir la jerga profesional para comentar cual­
quier acontecimiento por muy ajeno que sea a la misma. Este es
un hecho totalmente normal. Asimismo,· entre clases de nivel social y cultural
más elevado
se

reflejan situaciones idénticas en el comportamiento, y da
.igual que

se trate de reuniones sociales de
matemáticos, de mi­
litares,

de inspectores de .finanzas, o
.de ingenieros . de
cualquier
clase. Hasta aquí también sigue siendo normál.
Es cierto que algunos miembros de
determinadas profesh
nes,

abstrayéndose en las mismas, utilizan al hablar con
perso­
nas

ajenas a
ellos una

jerigonza repleta de términos profesiona­
les. Ejemplo: ciertos médicos, abogados y economistas. Cualquiera recordará conversaciones mantenidas con médicos
en que éstos emplean con
el paciente una terminología total­
mente fuera
de sus alcances y llena de conceptos y palabras
técnicas
que. éste,
el paciente, no tiene por qué entender y que
le dejan la mayor parte de las veces ayuno en lo que le interesa.
daro que el enfermo podría responderles si fuese físico o
filó­
sofo,

en lenguaje similar, pero en su especialidad,
Y· el
diálogo
de sordos sería entonces un hecho cierto.
También es frecuente el caso de abogados que utilizan en
su conversaci6n con personas sencillas, al explicarles cualquier
tema, palabras que para ellos son normales -y si la pedantería
es muy grande, salpicadas de latinismos que en
la mayoría de
los casos se reduce al conocimiento de esas únicas palabras,
pero
que generalmente no denotan que hayan estudiado a Cicer6n o
a
Virgilio--, pero
que
.son palabras
que para ese cliente sencillo
son a menudo ininteligibles. Otro ejemplo que podemos traer a colaci6n es el
de algu­
.
nos

economistas que
practican un

lenguaje reservado
·a una
cas­
ta, pero que al emplearlo· dirigido a la gente en general, resulta
686
Fundaci\363n Speiro

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
completamente esotérico; y ejemplos tengo para mí, que no viene
al caso citar, de los que llegan incluso a sacar fórmulas mate­
máticas, que quieren aportar a modo de prueba más contundente de su argumentación. Sin llegar a esto último, cierto es que al­
gunos economistas hacen uso desmedido de su tecnicismo que de esa forma los limita
y que les hace caer en algo que ya está
rebasado
y es el economista técnico, frente a la necesidad del
economista social que se integra en la sociedad, que estudia
y
conoce sus problemas y no vive ajeno a la misma en su torre de
marfil.
Bien sean los profesionales que
fuese, y que quede claro
que sólo alguno de sus miembros, pues podrían citarse numero­
sos ejemplos
de médicos,

abogados, economistas, ingenieros, et­
cétera, que utilizan sólo· el
· lenguaje

profesional. en las relaciones
con sus colega&, los que se ~cier:ran en sí mismos con el Uso
de su jerga denotan estrechez de miras, falta de universalidad y
tendencia a revelar cierto egocentrismo que les permite ser, por
la utilización excesiva de sus arcanos, protagonistas indiscutibles,
al no estar el interlocutor al corriente de su especialidad. El lenguaje esotérico que cada profesión lleva en
sí no

es
un hecho antinatural, aunque sí parte de
. un

afán elitista
cual
hemos visto. Las revistas especializadas son un buen canal de
comunicación entre los afines de determinada profesión o afi­
ción, bien sea desde una. revista taurina a una para aficiona­
dos al
ferrocarril, o

desde una dedicada a temas ornitológicos,
o a la investigación sobre civilizaciones desaparecidas o a ha­
blar de los problemas del reaseguro. Son publicaciones especiali­
zadas
y, por tanto, dedicadas a iniciados o a personas que quie­
ran cultivar esa especialidad.
Más lo verdaderamente revolucionario
y que cambia esas
situaciones en un giro de 180° es
el hecho de que el esoteris­
mo no

se limite a unos individuos o a unas profesiones tal como
venía sucediendo.

Lo revolucionario, el giro radical, se produce
cuando medios de comunicación que en nuestra época han
al,
canzado

una hegemonía casi total sobre la masa no pensante
-y digo masa en el sentido de multitud, no en la acepción
687
Fundaci\363n Speiro

ANGEL ,MAESTRO
marxista de .la palabra-. Incluyo en ella a individuos pertene­
cientes a las profesiones
más elitistas,
y
a personas
con un con­
siderable poder

adquisitivo, pero que son masa en
el sentido de
no buscar

la cultura por sí solas, sino a través del gigantesco
lavado de cerebro de
la sociedad consumista que les impone sus
gustos y preferencias. Esos medios informativos
son pr6digos

en conceptos
esoté­
ricos,

generalmente en conceptos expresados por personas de bajo
nivel cultural, pero
-que ahondan

en los mismos como concepto
diferenciador de su originalidad. Otro de los males de nuestra
época
--en el fondo un servidor del gran mal, la utopía-, el
afán de originalidad
a toda
costa y al precio que cueste. Todo
ello
genera un

lenguaje peculiar, impregnado de esóterismo que
conduce
de forma cierta a la incomunicación contra lo que dicen
luchar. Esas particularidades del lenguaje conducen a todo lo
contrario de la universalizaci6n del mismo, y es a la «especiali­
zación» por . capas y sectores que se inundan y, se recrean en su
propia jerga, aislándolos del resto de
la sociedad y creando ver­
daderos
«ghetos» culturales, si, así, culturales, pudiérase llamár­
selos.
Se produce entonces el fen6nemno de que al introducir los
factores esotéricos en el lenguaje normal, en el idioma escrito
y hablado a diario, se prodU:ce la disgregación de ese idioma co­
niún a tina sociedad, para caer en las particularizaciones, y esa
sociedad tiende a aislarse en diversos componentes en razón de
la jerga por ellos· utilizada.
El lenguaje pretendidamente joven.
· Por un lado tenemos esa horrísona Jerigonza utilizada por
grán parte

de la juventud, con independencia
de la clase social
a que
pertenezcan, y que sí se utiliz6 en un principio por· 1os
sectores más marginados;

luego lo fue
por los de las dases tra­
bajadoras
y, posteriormente, por ese afán imitativo, por tantos
«sefíoritos»; que

se
ven obligados a

repetir esos términos en su
688
Fundaci\363n Speiro

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
lenguaje' habitual de forma evidentemente forzada y que motiva
en sus primeros practicantes, esos sectores marginados, a bus­
car nuevas fórmulas que puedan diferenciarles de sus imitadores y de este modo
ser comprendidos

por los
iniciados únicamente.
Así

vemos que resulta dificilísimo seguir las evoluciones de
ese lenguaje y penetrar en su sentido inequívocamente esotérico,
pues es sumamente cambiante, y modismos que hoy soli utiliza­
dos frecuentemente, mafiana pueden pasar, como ocurre, al des­
ván del olvido.
Hubo situaciones
· pretéritas
en
España, tales
como el len­
guaje
de Arniches, que era después popularizado por esos tipos
a
los que
él describía en sus comedias; vemos hoy en
día que
en cualquier breve comunicaci6n, preferentemente la radio y la televisión o en las películas cuyo argumento se desarrolla en
nuestra época, dicho lenguaje es estimulado por los guionistas.
Y no me refiero al uso desmedido de palabras soeces,
sin las
cuales no hay obra moderna que se
precie, sino

la terminología
pretendidamente popular y que al oírla el espectador, en un
círculo vicioso, siéntese obligado a repetirla, pues es lo que entra
por los oídos, y como generalmente sus afanes culturales no suelen ser muy grandes, se
guía por

lo que ve y oye en esos
grandes medios. Diríase de la obligatoriedad de un decreto,
además de cum­
plimiento

inflexible, que obliga a gran parte de la juventud a
hablar con tópicos, pero con tópicos que, aunque parezcan contra­ dictorios, son evidentemente esotéricos. Destinados a configurar
esa nueva raza superior, la juventud, por el hecho simple de ser­
lo, a la que halaga desaforadamente y que al constituirse en casta
aparte ha de practicar su propio lenguaje, apto sólo para los
iniciados. Rasgos indudables de un esoterismo lingüístico.
·
Oaro
que

por ese espíritu mimético propio de la sociedad
española, decadente en tantos aspectos, ha de copiarse
forzosa­
mente

a los que
utilizan tal modo de

expresión, pues de
Otra
manera

se
correría el

riesgo
fatal de no estar a la moda, muy
posiblemente uno de los peores pecados de
la sociedad moder­
na y que difícilmente se perdona,
689
Fundaci\363n Speiro

ANGEL MAESTRO
Así ocurre que el lenguaje, aunque quiere ser esotérico, no
lo consigue del todo, y al ser tantos los iniciados,
ho hay secre­
to
que

pueda resistir mucho tiempo. Salta entonces de esos
jó­
venes a los que ya no lo son tanto, y resulta sencillamente gro­
tesco ver a personas ataviadas con indumentarias ridículas para
su años, copiar también en ese
afán de estar a la moda la termi­
nología del lenguaje, y oír esas vulgares jerigonzas en su labios.
Escuchar a persona de
50 y 60 años, los dichos de ser un «ca­
rroza» o el horrible e inevitable «¡tío!» que por espíritu
mimé­
tico emplean a cada paso, resulta cuando menos grotesco.
Frente
.a los
calificativos tópicos que se quieren aplicar a la
juventud: «anticonformista», «enemiga de los tópicos», «rom­ pedora de viejos
moldes»,., se

cae en la utilización
de ese len­
guaje que quiere ser peculiar en algo contra lo que teóricamente
combate, y es en la alienación total de la misma.
Se encierra
en un mundo
creado para

sí, pero separado del real. Rompe
la
comunicación con otras capas al ser antinatural y no respollde,
salvo en sectores muy concretos, á una necesidad, sino a un
afán de modismo --se · ve obligado a soltar la retahíla interrum­
pida y en el plazo más breve posible-- de sus frases hechas y
de sus tópicos. Constituye una nueva forma de droga que
la
la aísla del mundo exterior y que le. hace vivir su propia reali­
dad para
él creada. Constituye, al Hn, un factor diferenciador,
casi comparable al del idioma o al de otras .costumbres.
El lenguaje de los dirigentes.
Hasta aquí uno de los aspectos del esoterismo, el lenguaje
popular

juvenil, pero pasemos a otro aspecto
. peculiar

y
de im­
portancia destacada por su influencia en la vida común. Se trata de
la oscuridad intencionada que · revela la comunicación de los
políticos, de los grandes dirigentes económicos, de los medios
informativos, que
bajo pretexto

de servició al pueblo -¿quién
se ·atreve
a negar

que cualquiera de las acciones de todos estos
organismos dominantes en la sociedad no se mueven sino
J><>r
690
Fundaci\363n Speiro

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
amor al pueblo?- se alejan cada vez más eje ese pueblo, con
el lenguaje apto para un grupo reducido de iniciados tan sólo. Saldría del
fin propuesto en este trabajo el hacer una refe­
rencia breve
tan siquiera al aspecto gramatical donde la colec­
ci6n de

barbarismos es
de tales dimensiones que unos pocos años
han
creado más

de éstos que antaño en
sigloa;
La jerga

o jerigonza utilizada con profusión por los hom­
bres públiéos y por tantos medios informativos
ha creado el uso
común
--entre ellos

sólo naturalmente pues es lenguaje para
iniciados en sus arcanos y no para la gente normal- de una
terminología extraña en la que muchas veces no se sabe · si se
utiliza para ocultar el fraude que en ella se esconde, o se ha
creado ya hábito que reflejaría la adaptación de sus mentes a esa
extraña pero asaz peculiar forma de ocultismo. Oímos y leemos con frecuencia ejemplos de esa rara y
absur.
da jerga cual: «dinamizemos la reforma política», «estructure­
mos
1a sociedad», «optimizaremos los resultados», «la última
ruptura de
la periferia», «implementemos la infraestructura»,
«responder a la demanda», «espacios con poder generador»,
«po­
tenciar una regulación autónoma», «reflexiones propositivas», «in~
tercambio

modal», .«los mayores polarizadores»_,
«el aparato conM
ceptual», «los elementos de diagnóstico global», «amortización del tiempo de acceso», «alimentador de otros medios», «impor­tancia lúdica
del sistema interzonal», «relación que no puede
cubrirse de modo integrado». Así podríamos seguir
hasta que
la paranoia se apoderase de nuestras mentes. Todo ese conjunto
de jerigonza es válido para lo que sea.
jQué más
da que se trate
del Congreso de los Diputados, de
la reconversión naval, de la
éaída de

valores en la Bolsa o del Plan General de Ordenación
Urbana! V ale para todo,
y así la confusión más atroz, el desvir­
tuar el primitivo sentido
. de
las palabras se
convierte en
los usos
más frecuentes y a la vez
más aberrantes.
Se crea esa nueva forma de hablar, apta sólo para un grupo
muy reducido
socialniente. En
general, sus adeptos pertenecen a
lo que se ha
·dado·en llamar

ejecuiivos
-producto caracferistico
de
la sociedad
·consumista-. Si

el género humano existe dentro de
691
Fundaci\363n Speiro

ANGEL. MAESTRO
3.000 años, los investigadores que 'estudiarán .nuestrasociedad,
al igual que los egiptólogos encontraron figuras de divinidades
o de escenas propias de su
época cual los guerreros o sacerdo­
tes, los nuevos egiptólogos
encontrarían al
ejecutivo. Propulsor
incansable de esos
~troces modismos,

y de la misma
forma que
visten

de acuerdo a
la moda,

piensan, hablan, juegan,
si~ten ...
cual

máquinas programadas para ese
lenguaj.e esotérico
nuevo y
que les distingue
y aísla del resto .de la sociedad.
Hablan del «sotwahrd»
y del «hadware», sin comprender
lo que una vez más se repite en la historia, en donde los últi­
mos logros

de
la mecánica -en este caso la informática- que
lo que hoy causa asombro originará
la risa de nuestros nietos.
Desrino inflexible que
alcanza a

todas las realizaciones mecáni­
cas y al que sólo escapan las obras del espíritu. También
en· la .jerigonza

actual -pero esto es
. propio
de los
comentaristas de los periódicos
y en las revistas de moda, ge­
neralmente

de información destinada a satisfacer a ese público
peculiar- se utiliza cada vez con más frecuencia algo que pre­ tende. ser ingenioso.
Es el uso de frases en inglés que como pa­
pagayos necios recitan_ tantos . comentaristas de uno ·u otto sexo.
Así, vemos que al acabar una frase ponen en sentido pretendidas
mente

ingenioso: «of course» «thank you» o mezcladas con
es­
pañol, al decir: «iba fulano de tal con su !ove de verano». Esto
se. repite
hasta
la saciedad con esa falta de originalidad que ca­
racteriza al tópico.
Dejando a
. un

lado la colonización cultural
encubierta que
ello

significa, asoma una vez más
la torpeza, la ausencia de origi­
ginalidad, ya que
ahí reside la evidente contradicción entre los
que quieren ser originales a ultranza, y no son sino esclavos. del
tópko.
Todo ello, aún más acusado que en
'el pretendido lenguaje
popular juvenil .antes citado, contribuye a un creciente. aisla­
miento de la sociedad en sectores bien diferenciados, pues ni el
intelectual, ni
el ·hombre éult<>, ni el erudito se identifican con
ese ejecutivo de lenguaje peculiar, pero
tampoco el
pueblo en
su más. amplia acepción: los trabajadores, campesinos, peque-
692
Fundaci\363n Speiro

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
ños comet:ciantes, empleados· administrativos,-étc., tampoco se
integran en la jerga, y así un reducido grupo social, pero con la
enorme
caja de resonancia de los medios informativos, usa y abusa
de esa lengua extraña e incomprensible.
El hombre normal al hablar de los intereses bancarios dice:
«me· han subido el
interés un 2. por

ciento»
pero el esotéri(X)
comenta:

«la tasa de interés creció dos puntos por encima». El
hombre normal dice: «hacen falta
mejores transportes».

El
esoté­
rico

comenta: «la amortización del tiempo de acceso exige una
organización
jeratquizada de los canales

de comunicación».
El lenguaje se ha vuelto ininteligible para capas cada vez
mayores de la población. A su
il'ez, con ese afán intrínseco de
complicación· y sobre todo· de oscuridad, el que quiere desta­
car en este campo se ve obligado
a utilizar
más barbarismos que
su oponente. Su jerigonza ha
.de · ser

más y más oscura, única­
mente apta para los iniciados que· estén
completamente al día,
y así ha de emplear los últimos, los ultimísimos modismos para
que le noten que se encuentra en la élite de los elegidos. Ya no
le basta jugar a «squash» -no digamos tenis, eso ya está anri­
cuadísimo---, ha de jugar -siempre sin artículo, eso sí, eso es
condición imprescindible-- a «wall contact».
· Al igual que el joven en su lenguaje pretendidamente po­
pular necesita inexorablemente utilizar por corta·
t¡ue sea

una
frase el mayor número posible de
veces· y obligatoriarnent.e:
«tlo»,
«colega»,

«porro», etc., el otro ·esotérico -de
: otra
secta
distinta desde luego-- emplea
· al máximo: «optimizar

resulta­
dos»,
«dinámica coyuntural»,

«reforma
, de
estructuras» o «mar­
cado interés funcional». Si es artista hablará de «taller de
téa­
tto», «taller de pintura», etc.
El político-tipo, como generalmente -en la etapa UCii des­
de
luego como ejemplo de
ignorancia-,--procede
de los mismos
medios utiliza ·con' muy pec¡ueñas variantes· el lenguaje· similar.
Si

es del área
económica entonces

el
lenguaje es idéntico, pero
con

muy pocas
reformas para: el político én general vale lo ex'
puesto. Si acaso debe decir en:im ,léngua de arcano «adecuemos
las

necesidades
reales dhl 'pais», «existen disfuncionalidades

foi-
691
Fundaci\363n Speiro

ANGEL MAESTRO
males que nos propqnemos corregir•, «debemos discernir para
encontrar las coordenadas. históricas de conviviencia». Si, sus
pequeñas
modificaciones son
válidas, su subsecta puede
enten­
derse

dentro del esoterismo general.
· Todas.

esas aberraciones
han conducido no a 1~ sociedad
igualitaria
que algunos utópicos
creían ver en nuestra época,
sino que han puesto de
manifiesto una ve.z más
que la
desigual- ,
dad

es un hecho
consustl!.(i.cial al género humano. Pero resulta
significativo que muchos defensores de su utopismo sean los
que hayan contribuido más
a la falta de comunicación entre
sectores de nuestra sociedad, al aislamiento en
«ghetqs» gene­
ralmente
elitistas, rto por

la categoría intelectual de sus
compo­
nentes,

normalmente muy mediocre y atenta sólo al tópico,
sino
elitistas

porque son en su mayoría propietarios de un alto nivel
y calidad de vida muy superior al del intelectual y al del
pue- ·
blo

en general.
ldeogramas, siglas y anagramas.
Resulta sumamente significativo un fenómeno que está ad­
quiriendo
cada
. vez
más importancia dentro de la sociedad
ac­
tual.

Se
trata del.
uso creciente de los ideogramas. Lo que parecía
una característica básica. de la lengua
china -con

sus limitacio­
nes que puede que hayan sido una de las causas del
estanca.
miento

de esa admirable y refinada civilización
entre los si­
glos XII y XIV en relación con el posterior desarrollo occiden­
tal-
toma

un uso cada vez mayor
eli la civilización occidental.
De modo semejante a la evolución china,
los primeros sig­
nos han sido sólo pictogramas que· indican de un modo simple
representación de objetos. Así vemos en dos aspectos tan
dife­
rentes

la
proliferación de
pictogramas en
la vida actual: los
retretes públicos de. cualquier establecimiento en vez de llevar
esrito eh su

entrada la distinción de los mismos, desde que
existen tales servicios en el último tercio
del siglo XIX, en se­
ñoras y caballeros cual ha sido Jo habitual hasta hace poco,
694
Fundaci\363n Speiro

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
fijémonos y veremos que de modo casi indefectible -aun a pe­
sar de la rusticidad del lugar donde se encuentren- figurará
un pictograma, cada vez más complicado, que indica que se trata del lugar para hombres o
mujeres,
Otro

ejemplo: en cualquier automóvil moderno, los picto­
gramas indican las variadas funciones de los instrumentos· del
mismo, exhibiendo sus pictogramas para el funcionamiento de
la ventilación interior, de las luces antiniebla, del limpiapara­
brisas o de la luneta térmica. Pero, en un proceso que podría
ser similar al de los antiguos chinos de la época Shang ( 1.500
a. de C.), la necesidad
obligó a

pasar del pictograma a una fase
superior que era el ideograma. El pictograma asegura una ima­
gen generalmente clara
y sin problemas para las personas sen­
cillas, pero para expresar ideas era necesario
recurrir al · ideo­
grama,

combinando los primeros para formar estos últimos. Así
vemos que nuestra civilización pasa sin reflexionar en ello de
uno a

otro. Ejemplos tenemos en las señales que
irtdican: pro­
hibido

encender
fuego, combinando un cigarrillo con la señal
de prohibición, o
. un

acceso especial para
inválidos donde
vemos
un camino muy esquemático con una silla de ruedas
y un mu­
ñeco en ella que semeja un hombre.
¿Cuál será la
causa de

que la
civilización occidental
esté
.
descubriendo

los pictogramas
y el pas< posterior a ideogramas
y fonogramas después de tantos siglos? Posiblemente el ansia
de comunicación, traspasando la barrera de los idiomas nacio­
nales sobre todo para gente sencilla
y no de mucha cultura,
Mas

la verdad es que la
complicación de
tantos pictogramas a
veces distrae de su real ·propósito y, precisamente, a esas per­
sonas no muy cultas se les convierte en algo mucho más com­
plicado qlle si estuviese escrito en caracteres normales.
Pero frente a la aparente simplicidad de los ideogramas y
pictogramas, tenemos otra
obsesión distinta
de nuestro lengua­
je: los anagramas
.. Es

tal la proliferación de siglas que convierte
en algo apto s6lo para iniciados la búsqueda del
significado de
las

mismas. Nadie se libra de ello y por referirnos s6lo a Espa­
ña, tenemos grandes empresas industriales, bancos, organismos
695
Fundaci\363n Speiro

ANGEL MAESTRO
del Estado, depa,:tamentos militares, organizaciones comerciales,
centros
de estudios, .• todos utilizan las siglas con profusión y,
a su vez, los departamentos especializados de esos mismos cen­
tros se subdividen en otro montón aún
.más prolijo de

siglas.
Si
acaso con d uso

de un radical que
.es la idea

original
-de
nuevo la vudta al orientalismo en este caso los fonogramas-,
pero con ese uso desmedido de las siglas, la mayor parte de
las
veces ignoradas por la gente, y aun por los de cultura superior,
se
cae de

nuevo en
d esoterismo
apto s6lo para iniciados,
y ob­
servamos cómo grandes dirigentes políticos,
empresariales o
la­
borales al ser

interrogados por representantes
de las medios
informativos
-de forma

que parece que asistiésemos a la reu­
nión de una secta con palabras
ca~ticas aptas

sólo para
inicia­
dool-'-

responden que «no están dispuestos a pasar dos puntos
por
encima dd AMI», o

«estamos de acuerdo en las ventajas
mutuas
dd AES».
Ignoran

que
d significado

de estas siglas
efímeras -el año
que viene

serán reemplazadas por otras tan
efímeras como ellas­
de Acuerdo Marco lnterconfederal o de Acuerdo Económico
Social, buen
ejemplo de esotetismo desde luego, lo conoce
sólo
él, d periodista que pregunta y · los técnicos laborales de sus
organizaciones. Claro que a esta misma suficiencia de decir
algo
dd AMI•
o dd AES,

se les podría responder hablándoles
de la
cootingencia del ente finiro.
Y

donde se
altanza d paroxismo de

la búsqueda
de lo nuevo
por lo
nuevo, es' alg0 que tnuy particularinente en España re­
viste
caracteres evidentemente psiquiátricos. Se
.trilta dd usd,
más

bien de la búsqueda desesperada
dd logotipo.
Todo ejecu­
tivo
que se

' precie
-de ser
hombre masa
naturalmente---- . ha
de decir invari.ablemente al hacerse cargo de una empresa bien
sea

estatal o
prlvatla: «¡Hay que

cambiar
"d logotipo!».
Esto
es tan' indefectible como
la llegada dd verano o el otoño.
De esta
forma observamos que anagramas o

logotipos
identi­
flcadbs· durante áños y años por una entidad sori sustituidos por
otros de
lllla vidá sumamente ef!méra, tan ef!niera · que se Jimi:
tará sólo al períodb de' mando ·de ese ejecutivo, pues al hacerse
Fundaci\363n Speiro

EL ESOTERISMO EN EL LENGUAJE
cargo su sucesor dentro de esa ley inmutable. dirá: « ¡Hay que
cambiar el logotipo!». Quieren ser más innovadores que nadie, y con ese desprecio
al pasado propio del español, pues contra la opinión por
ahí
extendida no hay pueblo al que le importe menos. su tradición, sus costumbres o pasado que al español, considera que lo im­
portante es cambiar, cambiar como sea,
el cambio por el cambio.
Y resulta también que al cambiar sus anagramas lleva implíci­
ta su natural soberbia. Ejemplo, la empresa. automovilística SEAT ha cambiado en 20 años 4 veces el anagrama de
la mar­
ca, y otras con una tradición de, medio siglo como la Tabaca­
lera o
la Campsa se ven obligadas a sustituir con urgencia su
imagen de marca. Podríamos citar numersos casos coma
la EMT
madrileña, la Renfe, los bancos, etc., todas han de cambiar el
logotipo. Resulta soberbio cuando entidades de mucha mayor impor­
¡ancia a

escala mundial, y posiblemente con sus equipos de
diseño más perfeccionados que la FORD, siguen con
·su letra
redondilla

clásica desde principios de siglo, o BMW con Ios
colores
azul y blanco de la bandera de Baviera, o Mercedes
Ben,: con

su estrella característica. Si hubiesen sido españoles
el obligao cambio de diseño e imagen cada pocos años
haría
casi irreconocibles los nuevos distintivos de la marca, con. lo
que ni comercialmente siquiera tienen justificación. Una vez más
el tópico unido a la soberbia
y el desconocimiento.
Conclusión.
Hemos visto que el esoterismo en el lenguaje es un hecho
bien cierto. Bien sea
el lenguaje o mejor infralengua denomina­
da
-¿por cuánto

tiempo?- «cheli», bien sea el utilizado por
ejecutivos, políticos o medios de comunicación. Todos con su
acción distinta, pero a la vez combinada sin saberlo, ejercen una
influencia en sus sectores que contribuye de forma decisiva a
la
incomunicación frecuente de los distintos estadios de la sociedad.
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ANGEL MAESTRO
Nunca como ahora y además fomentada por una agresividad
consumista, pues so pretexto de modernidad, de libertad
-e
independencia,

nunca
-ba habido cual en esta época la manipu­
lación

completa de parte -de
la juventud, alienada sin que ella
tenga conciencia de serlo, sino al contrario creyéndose más libre
que nunca. Nunca ha existido
esa verdadera

barrera - generacional· de la
que tanto
-se

habla pero
d lenguae esotérico contribuye de for­
ma
muy sustancial a

la misma. También la barrera
social se
impone separando

cada vez más a los
estratos de
la sociedad,
pues al igual que la «Culta latiniperla» que
satírazabá Quevedo,
el

lenguaje esotérico de políticos y
dítectivos -con
la incom­
parable
fuerza de

los medios de esta época- aisla y margina
a sectores cada vez más amplios,
y a los que resutla verdadera­
mente casi
imposible comprender ese idioma
apto sólo para
iniciados. -
El

aislamiento, de vez en vez más
acentuado, de sectores
que
se ignoran

y se desconocen, y que además están creciente­
mente incapacitados para comprenderse, puede conducir a frac­
- turas-irreparables

y, ciertamente, a que la negra noche de la
igoorancia se asiente
pesadamente sobre

esta sociedad. Solo el
tópico
y la utopía reinarán, más todavía de lo que vienen ha­
ciendo. Sólo

con el coraje
y con el afán de romper esa capa de
convencionalismos, de
destruir la utopía y
el tópico, de reducirlos
a sus justos medios podrá existir una sociedad libre,
y en el
caso concreto del lenguaje hacer que éste constituya una ver­
dadera comunicación que rompa la barrera de confusionismo e
igoorancia que nos rodea.
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