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Número 265-266

Serie XXVII

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El principio de solidaridad

EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD
La solidaridad.
«Sobre la base firme de esta dignidad común a todas, la
"doctrina social de la Iglesia recuerda que la solidaridad es una
"exigencia prioritaria del amor y de la ¡usticia. El hombre no
))puede encerrarse en su egoísmo, de espaldas a las necesidades
"de los
demás o

a los reque_rimientos de
la sociedad, como ense­
"ña la reciente -Instrucción sobre libertad cristiana y liberación;
"en efecto, "la doctrina social de la Iglesia se opone a todas las
"formas de individualismo social o politico" (núm. 73).
"
»La fe verdadera hace presente, en toda 'SU urgencia y dra­
"matistno,. las exigencias del amor y de la ;usticia., como rec.ono­
"cimiento del derecho de la persona humana a ser más. persona,,
"a crecer individual y colectivamente en dignidad». ·
. JuAN PABLO JI: Dlséurso a los hab.itantes de
los barrios en
el parque «El Tunal» (Colomb.ia),
jueves 3 de de julio. L'Osservatore Romano,
edición semanal .en lengua española, año XVIII,
núm. 28 (915), domingo 13 ~ julio de 1986.
El principio de solidaridad radica Simultáneamente en la per­
sonalidad y la sociabilidad del hombre.
«Él principio de la solidaridad, radicado simultáneamente en
"la persona y en la sociabilidad del hombre, indica un lazo de 1"unión y un deber recíprocos., que _encuentra en la fe cristiana
"motivaciones particurlamente profundas.
»Ante todo, el
e¡emplo de Cristo es el que manifiesta la for­
"ma de solidaridad más sublime. El se ha hecho salidario con
. "todos los hombres, incluso con el más miserable, hasta la muer-
1~te en cruz, para salvarlos a todos. De isu sacrificio ·redentor ha
"brotado una humanidad "creada de nuevo" (ej. encíclica Re­
"demptor hominis, 10),. en la cual la unidad es tan profunda
"que· nno hay ya judío o griego, n,o hdy· siervo o libre, no hay
"var6n o hembra, porque todos sois uno en Cristo Jesús" (Gál 3,
"28).
En este misterio de unidad nosotros podemos entrever la
"grandeza, la dignidad; el valor, pero también la urgencia de una
"verdadera solidaridad entre todos los

hombres. El cristiano debe
''anunciar
al mundo este mensa¡e de forma cada vez más creíble.
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»Amadisimos: Que el eiemplo de Cristo os estimule, pues, a
')mirar las núevas .instancias sociales .'con el alma abierta a una
"auténtica solidaridad, claramente motivada por la caridad».
JOAN PABLO II: Discurso a· los Moviinié.ntos
Cristianos de Trabajadores y a represerttantes
de la Acci6n Católica Italiana. L'Osservatore
Romano, edición sem_anal en lengua española,
año XIX, núm. 4 (943 ), domingo 25 de· enero
de 1987.
Solidaridad y fratrenidad.
«Al hablar de fraternidad, pienso en el sentido profundo de
neste término. Pues es Cristo, "el primogénito de ·muchos her­
"manos" (Rom·8, 29), quien nos hace de "humana, amiga -o enemiga, a un hermano o· a una hermana.
"Crist-o, al venir "al mundo, ·no para condenarlo, sin.o para sal­
"varlo" (cf. In 3, 17), llama a todos los hombres a la unidad. El
"Espíritu
de amor que da al mundo es también un Espíritu de
"unidad: San Pablo nos muestra al mismo Esplritu que,dispensa
"dones ·Jiversois, que obra en los. distintos miembros del mismo
"cuerpo: Hay "diversidad de dones ( .. .) pero un mismo Dios,
"que
obra todo en todos" (1 Cor 12, 4-6).
»Si ya de entrada evoco el fundamento espiritual de la fra'
,,.ternidad, es porque este sentido cristiano no es extraño a la
"primera realidad humana que encie"an estos términos. La Igle­
"sia~ no considera la fraternidad ni la solidaridad como valores
"reservados a ella. Al Contrario, siempre nos acordamos del modo
"en que ] esús alabó más al buen Samaritano, que reconoció en
"el hombre herido a un hermano, que al sacerdote y al levita
"(cf. Le 10, 29-37). También el Apóstol Pablo invita a no des­
"preciar los dones de los otros, sino a alegrarse de la obrti del
"Espiritu en cada uno de nuestros hermanos (cf .. 1 Cor 12, 14-30).
»La fraternidad y la solidaridad son fundamentales y urgen­
"tes, y hoy deberian •ser el distintivo de los pueblos y las cul­
"turas. ,,
»Para que pueda haber una fraternidad y una solidaridad hu­
"manas, y, con más motivo,_ para -que -se profundice stt dimen­
" si6n cristiana, hay que reconocer los valores elementales que
"las sustentan. Pérmitidme. que haga referencia aqui a algunos
"de ellos: El respéto al otro, el sentido de diálogo, la iu'sticia,
"la
ética sana de la 11ida 'personal y comunitaria, la libertad, la
"igualdad, la paz en .la unidad, la promoción de la dignidad de
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"la persona humana, la capacidad de participaci6n y de campar­
. "tir. La fraternidad y la solidaridad superan todo espíritu de clan,
"de capillita, todo nacionalismo, todo racismo, todo abuso de
"poder, todo fanatismo individual, cultural o religioso».
JuAN PABLO Il: · Mensaje para la XXII Jor­
nada mundial de las Comunicaciones Sociales.
L'Osservatore Romano, edición semanal én len­
gua española, año XX, n~. 6 (997), domingo
7 de febrero de 1288.
La solidaridad humana, su cualidad especial y su espíritu.
«Los proyectos que potencian el bien de la humanidad o la
"buena voluntad . entre los pueblos constituyen un paso adelante
"en
la puesta en práctica de dicha solidaridad. Los lazos de sim­
"patía y de caridad que nos impulsan a ayudar a cuantos sufren 11nos llevan, por un cam.ino diverso, a lo anterior. Pero el ur­
"gente desafio que se nos pre "adoptar una actitud de solidaridad social con toda la familia
"humana y con tal actitud enfrentarnos a todas las situaciones
"sociales y políticas. J!}'
»Si la cualidad esencial de la solidaridad es · za igualdad ra­
" dical entre todos los seres humanos, toda política que esté en
''contradicci6n con la dignidad fundamental y con los derechos
"humanos
de la persona o de un grupo de personas ha de ser
nrech~da. Por el c~ntrario, han de ser potetlciadas las políticas
ny los programas que instauran relaciones ··abiertas y /;Jonestar en­
ntre los pueblos, que for¡an alianzas ;ustas, que unen a las na­
"ciones con honorables lazos de cooperaci6n. Tales iniciativas. no -
"ignoran
las diferencias reales Íingüisticas, raciales, religiosas, so­
"ciales y culturales: tampoco ignoran las grandes dificultades que
"existen para súperar inveteradas divisiones e injusticias. Pero
"ponen
en primer plano los elementos que unen1 por pequeños
n que puedan pareCer.
»Este espíritu de solidaridad es un espíritu abierto al diálo­
" go: que hunde sus rafees en la verdad y que tiene necesidad de
nza misma para desarrollarse. Es _un espiritu que busca construir
"y no destruir, unir y :no dividir. Dado que la solidaridad es una
"aspiración universal, ella puede adoptar muchas formas_. Acuer­
"dos rei,iona/,es para promover el bien común y alentar negocia­
" ciones bilaterales pueden servir para hacer disminuir las tensio­
"nes. El intercambio de ctecnologlas y de información para pre' 11venir desastres, o para me;orat' la Calidad -de vida en un área
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"determinada, contribuirá a la solidaridad y facilitará medidas a
}>Un más amplio nivel»·.
JUAN PABLO 11: Mensaje para la celebración
de la Jornada Mundial de la Paz que tendrá
lugar el 1 de enero de 1987. L'Osservatore Ro­
mano, edicióa, semanal en len.gua espafiola, año
XVIII, núm. 51 (938), domingo 21 de diciem­
bre de 1986.
El amor fuetite de la precisa solidaridad en las organizacio­
nes humanas.
«Sois conscientes de que la solidaridad constituye un .anun­
"cia muy actual en las palabras de Cristo: "Este es mi precepto,
"que
as améis unos a otros, como ya os he amado" (Jn 15, 12).
»De
hecha, toda hombre recibe incesantemente ayuda de per­
"sanas vecinas y le¡anas. Se beneficia de los bienes materiales,
"morales, culturales y religiosas, producidos por enteras genera­
"ciones. Todo hombre vive del traba¡o, del esfuerza, del ardor
"y del sacrificio de muchos de sus semeiantes. Se aprovecha de
"su_ solidaridad. Por lo .tanto, es ;usto que, -a su vez, ofrezca a
"los demás su propia solidaridad. Esto vale concretamente en
"este nuestro tiempo, en el que toda traba¡o se desarrolla dentro
"de
una red muy compacta de interdependencias que condicionan
"en muchas partes su posibilidad y desarrollo.
Este hecho refuer­
nza la exigenda, 'cada vez más clara y consciente, de entender el
"traha¡o como un momento singular de participaci6n amplia y
"generosa; en una palabra: de constructiva solidaridad.
"
»Es menester actuar de forma· que las personas presentes
"en cada una de las organizaciones humanas puedan cooperar,
ncada vez más responsablemente, a-la consecuci6n de los bienes
"que todos piden y desean. Esto supone la implicaci6n de las fa­
"cultades espirituales, además de las aptitudes técnicas de las per­
"sonas, con el fin de realizar el acuerdo necesaria para co11seguir
"los intereses comunes. Tal acuerdo no será po.sible si cadá uno
"no se esfuerza en abrirse a la consideraci6n ab¡etiva del bien de
"los
demás, más allá del propio. Precisamente en esto consiste la
"solidaridad, que se manifiesta por tanto como una expresi6n fun­
" damental de la sociabilidad inmanente de la naturaleza huma­
"na y camo una dimensi6n singularmente significativa del amor
"cristianos. En .esta dimensi6n toda hombre puede reconocerse
"pr6jimo de los otras hombres, La solidaridad ofrece la ocasi6n
Nsublime para comunicarse una mismo a los demás en actitud
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"pacífica y constructjva; permite establecer re}ac:iones. cpordina­
"
das y estables,. correspondientes a las necesidades reales de las
"personas y de las comunidades; además, ayuda a superar aque­
"Jlas condiciones .de soledad y de aislamiento que frecuentemen­
"te desembocan en la incomunicabilidad y en la alienaci6n. Ade­
"más, en la solidaridad, el hombre tiende a comunicar a su her­
"mano sus convicciones acerca del sentido profundo del vivir y
"del actuar, en la perspectiva de lá plena realiz¡;ci6n del desti­
"no trascendente de todo
ser humano. Es obvio que tal apóyo es
"hoy más urgénte que nunca} precisamente porque la creciente
"automatizaci6n del progreso productivo tiende a reducir la in­
"tervenci6n material del hom.bre y corre el peligro también de
"desvalorizar su mismo significado espiritual, haciendo marginal
·"y reiterativa la actividad del su¡eto. Es necesario, pues, que el
"trabajo sea sostenido y orientado por una fuerte motivaci6n es­
"piritual, la cual a su vez podrá ser transmitida y fomentada, tan­
nto me;or, cuanto m!Js Vivo y aúténtico sea el clima de solidari­
,, dad que se respire en el ambi~nte de trabajo».
JuAN PABLO 11: Discurso a los Movimientos
Cristianos' de Trabajadoies· y a representantes
de LI Acción Católica Italiana. L'Osservatore
Romano, edición -semanal ~n lengua española,
año XIX, núm. 4 (943), domingo 25 de enero
de 1987. •
La aceptación del heeho de que todos somos hermanos, y
hermanos en el seno de la humanidad base de solidaridad
de toda la familia humana.
«Reconocer la solidaridad sosia/ de la familia humana com­
"porta la responsabilidad de canstruir sobre aquello que nos une.
"Esto
significa pramover eficazmente y sin excepci6n alguna la
"igual dignidad de todos los seres humanos dotados de determi­
"nados
derechos fundamentales e inalienables. Esto afecta a to­
,, dos los aipectos de nuestra vidp individua/,, tt.sí como a nuestra
"vida en la familia, en la comunidad en que vivimos y en el
"mundo.
Una vez aceptado el hecho de que todos somos herma­
"nos y hermanas en el seno de la humanidad, padremos, consi­
,, guientemente, modelar nuestras actitudes en la vida en la pers~
"pectiva de la solidaridad que a .tados nos hace una sola cosa. ,,
. »El espiritu humano puede y debe responder con gran gene­
·"rosidad a los sufrimientos del pr6jima. En esta respuesta pode-
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nmos·descubrir una creciente-puesta en práctica de la .sólidaridad
"social que, de palabra y de hecho, proclama que todos somos
'luna sota cosa, que debemos reconocernos como tales y que esto
"es un elemento esencial para el bien común de los individuos
"y de las naciones».
Ju.AN PABLO 11: Mensaje para la celebraci6n
de la Jornada Mundial de la Paz. que tendrá
lugar el l. de enero de 1987. L'Osservatore Ro­
mano, edici6n semanal en lengua española, año
XVIII, núm. 51 (938), domingo 21 de diciem­
bre de 1986.
La reconciliación y la solidaridad para la reinstauración de
la sociedad;
«La reconciliación no es un signo de debilidad o· de cobar­
" dia, no significa que se deba renunciar a la justicia exigida y
"ejercida en las formas queridas: sino que es ante todo y sobre
"todo un encuentro entre hermanos-dispuestos a superar la ten­
"tacián del egoísmo y la sed de venganza; la reconciliación es el
"fruto de sentimientos fuertes, nobles y generosos que pueden
"contribuir a establecer una
con~ivencia fundada en el respeto de
"cada individuo y de los valores propios de una sociedad civi­
"lizada. »Es
preciso instaurar este tipo de sociedad, con el consenso
"popular
y la más .amplia participación de los ciudadanos. en las
"decisiones vitales, con espíritu de solidaridad fraterna. ,,
»Deseo viva.mente que se J!reste atención, y de manera efec­
"tiva, a las legitimas demandas de la población, particularmente
"en lo que coriciern'e a las reformtls sociales más urgentes, la -me­
"jora de las condiciones de vida y Una corree.ta admínistrpción
"de la ¡usticia, de. suerte que se favorezca un despertar general
nde la co_nfianza en las 'instituciones>>.
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JuAN PABLO lI: Mensaje al Episcopado de
Haiti el 15 de noviembre. L'Osservatore Roma­
no,
edición semanal en lengua espafiola, afió
XVIII,· núm. 51 (938), domingo 21 de diciem­
bre de 1986.
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Solidaridad y participación.
«Esta nación [Polonia], a través de toda su histo"ria, incluso'
na tfavés' de sus experiencias .tristes, está demasiado. acostumbra­
''da a lo q_ue el Concilio lla'll'ta ,,_participación", que se une con
"la nsolidaridadn tan apropiadamente descubierta en _el Báltico.
»El propio Verbo ,Encarnado quiso participar de la vida so­
" cial humana ... Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación
"de/ hombre evocando las relaciones más comunes de la vida so­
" cial ... En su predicación mandó claramente a los hiios de Dio,
"que se trataran CO!'!ZO hermanos. Pidió en su oración que todos
"los d;sclpulos fuesen "uno" ... Y ordenó a los Apóstoles predi­
"car a todas las gentes· ta Euena Nueva, para que la humanidad
"se hiciera familia de Dios, en la que la plenitud de la ley sea el
"amor ... Constituye, con el don de ·su Espíritu, una 11-ueva co­
"munidad fraterna
... en su Cuerpo, que es la Iglesia, en la que
"todos, miembros los unas. de lo.;· otros, deben ayudarse mútua­
"mente según la variedad de los dones que se les haya conferi­
"do. Esta solidaridad debe aumentars.e
siempre hasta aquel día
"en que llegue su consumación. y en que los hombres, ,a/vados
"por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo herma­
"no,
darán a Dios gloria perfecta» (cf. Gaudium et spes, 32).
JuAN PABLO 11: Alocuci6n a los. obispos de
las· provincias eclesiásticas de Gniezno, Varsovia
y Poznan (Polonia), en visita «ad Limina Apos­
tolorum», 1987.
L'Osservatore Romano,-edición
semanal en lengua española, año XX, núm. 4
(995), domingo
24 de enero de 1988.
La aplicación del criterio del "bien común" en la solidaridad~
«Solidaridad es la "determinación firme y perseverante de
"empeñarse por el bien común" (núm. 38). En él mismo_ con­
"texto, he añadido que éste es el modo, es más, el único modo,
-"de vencer, }}mediante una actitud· diametralmente opuesta", nzo
"que frena el pleno desarrollo": el "afán de ganancia y la sed de
"poder" ·a toda costa (cf. ib.).
» La aplicación del criterio de la solidaridad a la actividad
"productiva,
y ·particularmente al mundo de la empresa, tiene
"consecuencias de gran importancia para la solución de los pro­
"
blemas a que antes ·se refería- vuestro portavoz. La primera
"consecuencia
f!S, como ya he aludido, admitir que existen_ cri­
"terios
.moraleS, no solo ecpnómicos, en la base de la actividad
"productiva y 'que a ellos hay que atenerse por razones de con­
"ciencia,
y no .solo por necesidades legales. La otra consecuencia
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"inmediata es que los protagonistas de tal actividad, a la hora
"de afrontar las decisionés operativas, deben preguntarse y de­
"cidir ba¡o la luz de dichos criterios.
¡¡Entre ellos, con toda seguridad, el primero es el criterio del
"bien común. En efécto, la norma ob¡etiva de la solidaridad es
"el bien de "todo hombre y de todos los hombres", considerados
"en su dignidad de imágenes, más aún, en su dignidad de hi¡os
"de Dios.
»Está claro que, desde esta perspectiva, el criterio exclusivo
"del provecho no es suficiente, sobre todo cuando se erige en
"criterio_ absoluto: "ganar" más} para ·"poseer"-más, y no solo 1'tosas tangibles,. sino participaciones financieras que permiten
"nuevas formas de propiedades cada vez más amplias y domina­
"doras. No e,stamos diciendo que buscar un beneficio sea algo
"iniusto de por si. Una empresa no podria renunciar a ello. La
"búsqueda razonable del beneficio está, por otra parte, en rela­
" ción con el derecho a las "iniciativa económica' que he de/en­
"dido en la encíclica poco antes citada (núm. 15) Lo que quiero
"decir es solo_ que, para que sea "justo", el provecho debe so­
"meterse a criterios tizorales, en particular, a las critet'ios rela-
"cionados con el principio de solidaridad». ·
JuAN PABLO 11: Discurso a los empresarios y
representantes del mundo obrero, en el «Agri­
center» de la Feria de .V erona, domingo 17 de
abril. L'Osservatore Romano, edición semanal
en lengua· espafiola, año XX, núm. 17 (1.008),
domingo 24 de abril de 1988.
La solidaridad ante la lucha.
«La solidaridad debe preceder a la lucha. Solo así podrá so­
"brevivir la humanidad. Solo así podrá sobrevivir y desarrollarse
." cada naci6n dentro del marco de la gran familia humana.
»Si, fa solidaridad, por otra parte, purifica la lucha. Nunca
"la lucha contra el. otro; lucha que trata al hombre como adver­
"sario y enemiga, y que tiende a su destrucci6n. Más bien la
"lucha por el hombre, por sus derechos, por verdadero progreso:
"lucha por una forma más madura. de vida humana. De hecho,
"la vida humana sobre la tierra se hace "más humana,, cuando
"se gobierna con la verdad, I~ libertad, la justicia y el amor».
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JUAN PABLO 11: _Discurso a la gente del mar
en el muelle de la ¡,laza. Kosciuszko, jueves 11
de junio. L'Osservatore ·Romano, edición sema­
nal en lengua espafiola, afio XIX, núm. !6 (965),
domingo
28 de junio de 1987.
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El "ari:tor-solidaridad" ..
«Este "amqr-solidaridad" sobresale en toda la vida y mzston
"te"ena del Hijo del hombre en relación, sobre todo, con los
"que
sufreI) bajo el peso de cutdquier tipo de miseria flsica
no moral.. En el vértice de su camino estará "la entrega de su
"propia vida para rescate de muchos" (cf. Me 10, 45): el sacri­
"ficio redentor de la cruz. Pero, a fo largo del camina que lleva
"a este sacrificio supremo, la vida entera de Jesús es una mani­
"fectación multiforme de su solidaridad con el hombre, sinteti­
"zada en estas ptdabras: "El Hijo del hombre no ha venido para
,, ser servido, sino a servir ·y". a dar su vjda en re.scate por mu­
" chos" (Me 10, 45). Era niño camo todo niño humano. Trabajó
"con sus propias manos junto a José de Nazaret, de la misma
"manera como
trabajan los demás hombres (cf. Laborem Exer­
"cens, 26). Era un hijo de Israel, participaba en la cultura, tra­
"dición, esperanza y sufrimiento de su pueblo. Conoció también
"lo que a menudo
acontece en la vida de los hombres llamados
"a una determináda misión: la incomprensión e incluso la trai­
"ci6n de uno de los que El había elegido como sus Ap6stoles
"y continuadores; y prob6. también por esto un profundo dolor
"(cf. Jn 13, 21). ·
»Y cuando se acerc6 el momento en que debla "dar su vida
"en rescate por muchos" (Mt 20 28), se ofreci6 voluntariamente
"a Si mismo (cf. Jn 10,, 18), consumando así el misterio, de su
"solidaridad en el sacrificio. El gobernador romano, para defi­
"nirlo ante los acusadores reunidos, no encontró otra palabra
"fuera de éstas:. "Ahi tenéis al hombre" (Jn 19, 5).
»Esta
palabra de un pagano, desconocedor del misterio, pero
"no insensibfo a la fascinación que se desprendía de Jesús in­
"cluso en aquel momento, lo dice todo sobre la realidad huma­
"na de Cristo: Jesús .es el hombre; un hombre verdadero que,
"semejante
a nosotror en todo menos en el .pecado, se ha hecho
"victima por
el pecado y solidario con todos hasta la muerte
"de cruz».
JuAN PAB:r,o 11: Catequesis en la audiencia
general del miércoles 10 de febrero. L'Osserva­
tore· Romano, edición semanal en .lengua espa­
ñola, año XX, núm. 7 (998), domingo 14 de
febrero de 1988.
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