Índice de contenidos

Número 433-434

Serie XLIII

Volver
  • Índice

Guido Soaje

IN MEMORIAM
manifestando la dolorosa sorpresa de la muerte del presidente y
fundador, su gratitud
por lo recibido y el compromiso de fideli­
dad a sus enseñanzas, agregando que desde esa fecha el retrato
de Soaje, junto al del Padre Julio Meinvielle, debajo de la Cruz
legada como recuerdo del también socio fundador, el sociólogo
Dr. Roberto Brie, de la Virgen que el presidente tenía en su des­
pacho y del
búho de Minerva, presiclirían todas las tareas del
Instituto, para el cual se
abría una nueva etapa, dentro. de la cual
se prepararían homenajes académicos.
Concurrieron a la Misa nutnerosos familiares, discípulos,· ami­
gos y socios del Instituto, entre ellos la señora Angélica de Elías
de Soaje y cinco de sus hijos, nietos, y entre otros, la Sra. María
Isabel
S. de Brie, .los Dres. Jorge Portela, José Luis Rinaldi, Gerar­
do Palacios Hardy, Antonio Caponnetto, Juan Eduardo Leonetti,
Juan Manuel Medrana, Juan B. Thome, Patricio Fax, Félix Lamas
(h), Juan Manuel Sanclemente, Mario Cibeira, Luis Roldán, Pablo
Garat, Ignacio Garda Ortiz, Héctor Hemández, José Sacheri,
Javier Barbieri, Rodolfo Follari, Christián García Zárate, el arq.
Patricio
Rand.le, el ing. Juan-Rego, los Sres. Femando de Estrada
y Florentfn Cornejo, las Dras.
Maria C. Donadío de Gandolfi, Maia
Lukac
de Stier, Laura Corso, Ximena Rocha, Susana Beatriz
Vázquez, el
Lle. Witold Kopitinsky, el Tte. Cnel. Santiago Alonso
y el prof. Tomás Rego.
Cultivador de la filosofía práctica
en la mejor línea de la filoso­
fia cristiana, maestro de una numerosa escuela, tradicionalista siem­
pre oonsecuente y ejerciente, recibió en su casa hace años a S.A.R.
Don Sixto Enrique de Borbón, quien ha conservado siempre la
amistad con él y su nwnerosa y ejemplar familia. Descanse en paz.
AGENCIA FARO Gl-III-2005)
11
No recuerdo bien cuándo trabé conocimiento espistolar con
Guido Soaje.
Sí recuerdo, en cambio, la llegada a la redacción de
Verbo, en la sede madrileña de Speiro, de los números de la
212
Fundaci\363n Speiro

INMEMORIAM
revista Ethos, de gran interés, y donde la personalidad de su
director se hacia presente por doquier, pero sobre todo en exten­
sas y eruditas informaciones bibliográficas que (más allá
de los
estudios y notas) enriquecian notablemente su contenido.
Alvaro
d'Ors, por cierto, siempre preocupado por los distintos registros
de
la literatura científica, solfa criticar con frecuencia el hábito de
encargar las recensiones biliográficas a los becarios e inVestiga­
dores principiantes, e insistía
con gran razón en la convéniencia
de que las realicen los intelectuales maduros. Guido Soaje dio
abundantes muestras de compartir el juicio orsiano. Recuerdo
también haber leído
por entonces un luminoso texto suyo sobre
"la politicidad del derecho", así como haber sabido de sus litigios
con la Sociedad Tomista Argentina y
de sus tornas de posición en
favor de la liturgia romana tradicional y en general de toda la
doctrina y la disciplina anteriores al marasmo que siguió al
II
Concilio Vaticano y del que no puede decirse que éste no hubie­
ra, al menos en parte, propiciado.
Cuando en 1996 viajé por primera vez a la Argentina, tras
unos gratísimos días en Mendoza (ciµdad en la que me reuní con
numerosos amigos, pero en particular con don Rubén Calderón,
desde entonces
uno de los más queridos y admirados), me detu­
ve en Buenos Aires y, naturalmente, visité una tarde, ya de ano­
checida, a don Guido en la sede de la calle Viamonte del Instituto
de Filosoffa Práctica que él habla fundado y dirigía. Casi coetá­
neo de mis maestros Francisco Elias de Tejada y Juan Vallet de
Goytisolo (el primero muerto en plena madurez en 1978. y el
segundo felizmente
en plena actividad), la conversación fluyó
naturahnente hacia ellos y hacia sus respectivas
obras, que cono­
cia bien, tanto la enciclopédica de carácter histórico0doctrinal del
primero, como
la de matriz filosófico-metodológica del segundo.
Más tarde,
al organizar las II Jornadas Hispánicas de Derecho
Natural,
en la estela de las convoc.adas por Elias de Tejada más
de veinticinco años antes, se encomendó la ponencia inicial y la·
conclusiva a los más admirados seniores. Juan Vallet, que en los
setenta había cerrado la edición precedente, desarrolló la prime­
ra, mientras que Guido Soaje pronunció el discurso de clausura.
Fue la ocasión en que tuve ocasión de tratar más ·ampliamente al
213
Fundaci\363n Speiro

INMEMORIAM
maestro argentino, pues pasamos una semana en la Córdoba
peninsular '(él que venía en compañia de su mujer desde la
Córdoba de la Nueva Andaluáa), junto con los cerca de cincuen­
ta presidentes de sesión, ponentes y comunicantes.
Su auctoritas
se evidenciaba con total naturalidad. Y no sólo respecto de los
otros colegas argentinos, los profesores Bemardino Montejano y
Félix Adolfo
Lamas, sino también de los chilenos Juan Antonio
Widow y Gonzalo Ibáñez o del brasileño Ricardo Dip, queridísi­
mos amigos. Todos los asistentes se lucraron de sus intervenciones
en el plenario, pero también de las conversaciones de café o en
los ahnuerzos y cenas. En cona·eto, ante el alegato en pro de un
iusnaturalismo light que coló de rondón (aprovechando la presi­
deJJ.cia de la sesión que le correspondía) un colega peninsular que
comenzó su carrera a la sombra de
Ellas de Tejada, y hoy ha pre­
ferido licitamente recorrer otros predios, la reacción del 1naestro
Soaje, secundada
por sus disápulos argentinos, puso en su lugar
al interviniente imprevisto e impertinente. Y sobre todo los fueros
de
la verdad. Verdaderamente que Elias de Tejada no hubiera sino
aprnbado con calor la respuesta contundente
· de So~je.
A partir de ese momento no hubo visita mfa al Río de la Plata
en que no le rindiera grata visita (que en alguna ocasión conclu­

en un ahnuerzo en compañía siempre de Juan Antonio
Widow) o, a partir de su traslado a
Alta Gracia, llamada telefóni­
ca. -A veces, como el último año, fue él quien se adelan_tó, lla­
máp.dome para .saludarme, · con gran delicadeza, antes de la _ con­
ferencia que sobre Rafael Gambra dí en el Instituto de Filosofía
Práctica de sus amores, revitalizado precisamente
por Bernardino
Montejano, que lo
ha convertido en uno de los hogares del pen­
samiento tradicional argentino. Y también para reprocharme .cari­
ñosamente que no hubiera aceptado su invitación para hablar en
la Universidad de Córdoba y asi visitarlo en Alta Gracia. La rela­
ción fue, pues, arraigando con la frecuencia del trato.
Al recibir
los
Anales de la Fundación Ellas de Tejada solía escribirme y, en
ocasiones, me confiaba textos para las revistas que curo. El últi­
ma:, si no me confundo,. pues escribo currenfe calamo, sobre la
obra jurídica de España en América, que publicó nuestra Verbo.
Y, además, se fortaleció a través del trato con parte de su nue-
214
Fundaci\363n Speiro

IN MEMORIAM
merosa familia. En ese reducto del tradicionalismo íntegro y en­
carnado que es San Jenaro, en Pichi Mahuida, La Pampa, donde
el inolvidable caballero carlista José Ramón García Llorente y su
ejemplar y distinguida esposa Maña Jesús Gallardo han cumplido
el milagro
de hacer florecer --en flores de hijos y nietos--el
páramo, he tenido ocasión de disfrutar de la compañía de Guido
(hijo), Alberto y Pablo Soaje, y de las hijas
de éste, casadas con
vástagos del matrimonio García Gallardo.
Guido Soaje pertenece a
un mundo intelectual pero también
vital
que para desgracia nuestra ya no existe. Como mis maestros,
y
por la misericordia de Dios han sido muchos, son todos de su
generación,
puedo afirmarlo sin temor a errar: hoy todos somos
peores; hasta .los (y; ay, ni siquiera me cuento entre ellos) mejo­
res. Su obra,
esCritai con ser valiosa, probablemente no hace jus­
ticia al hombre de una pieza. Las aristas de su personalidad son
incluso de envidiar en el panorama crecientemente plano en que
va convirtiéndose nuestra universidad y en general nuestro
mundo. El pensamiento tradicional hispánico está de luto. A su
familia y sus discípulos más cercanos,
el más sentido pésame.
Que, más ampliamente, nos embarga a todos los cultores de la
filosoffa práctica de signo clásico. Descanse
en paz.
MIGUEL AYUSO
m
Ha muerto un filósofo, en una época en la que _los sofistas
abundan y los filósofos escasean (').
Ha muerto un hombre amante de la Verdad que, desde muy
joven, pidió a Dios, como Salomón, el espíritu de la sabiduria, y
lo antepuso a los reinos y a los honores. Juzgó que las riquezas
nada eran en comparación con ella; la amó más que la salud y la
e) Reproducimos este texto, ·publicado en Cabildo, Buenos Aires, abril de
2005, 3.ª :f:poca, núm. 45, que nos ha _hecho llegár para su publicación nuestro
querido colaborador el profesor Bernat'dino Montejano (N. de la R.).
215
Fundaci\363n Speiro