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Número 437-438

Serie XLIII

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El diálogo de la libertad divina y humana en el Salmo 131

EL DIÁLOGO DE LA LlBERTAD DIVINA
Y HUMANA
EN EL SALMO 131
,J. Acaba de resonar la segunda parte del salmo 131, un canto que
"evoca un acontecim~ento capital en la historia de lsraeL-el traslado del
"arca del Señor a la. ciudad deferl1Salén.
,David fue el arlffice de este traslado, atestiguado en la primera parte
"
del Salmo, sobre el que ya hemos reflexionado. En efecto, el rey habla
"hecho el Juramento de no establecerse. en el palacio real si antes no en­
" contraba Una morada para el arca de Dios, signo de Ja.presenda del
"Señor
en medio de su pueblo {cf. w. 3-5). ·
»A ese juramento .del rey responde ahora el juramento de Dios miS­
"mo: ''El Señor ha Jurado a David una promesa que no retractará" (v. 11}.
"Esta solemne promesa, en su esencia, es la misma que el profeta Natán
"había hecho, en nombre de Dios, al mismo Davi._d; se refiere a la desc~n­
"dencia davfdir:a futura, destinada a reinar establemente {cf. 2 S 7,
"8-16).
»2. Con todo, e/Juramento divino implica el esfuerzo humano, basta
"el punto de que está condicionado por wi "sí": "Si tus hijos guardan.mi
"alianza" {Sal 131, 12). A la promesa y al don de Dios, que no tiene
"nada de mágico, debe responder la adhesión
fiel y activa del hombre,
"en µn diálogo que implica dos libertades: la divina y la hwnaJ?a,
;»En este punto, el Salmo se transfotma en un canto que exalta los
"efectos eslupendos tanto del
don del Señor como de la fidelidad de Israel.
"En efecto, se experimentará la presenCia de Dios ·en medio del pueblo
"{cf. vv. 13-14}: él será como un habitante entre los habitantes dejerusa­
"lén, como un ciudadano que v.ive con los demás ciudadanos las vicisi~
"tudes de la historia, pero ofreciendo el poder de su bendición.
"3. Dios bendecirá las cosechas, preocupándose de los pobres para
"que puedan saciar su hambre (cf. v. 15); extenderá su manto protector
"sobre los sacerdotes, ofreciéndoleS su salvación; hará que todos los fieles
"vivan con alegria y confianza (cf. v. 16).
Verbo, núm. 437-438 (2005), 547-549. 547
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_»La bendicióri más iritensa se reserva una vez más para David y su
"descendencia:
"Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpa­
"ra para~ mi ungido. A. sus enemigos los vestiré dé ignominia, sobre. él
"brillará
mi diadema" (vv. 17-18).
,Una vez más, como había sucedido en la primera. parte del Salmo
"{cf. v. 10), entra en escena la figura del "Ungido", en hebreo "Mesías",
"uniendo aSí la descedencia ~avídica al mesianismo que, en la relectu­
''ra cristiana, encuentra plena iealización en la figura de Cristo. Las
"imágenes ·usadas son vivaces:
a David se Je representa como un vástago
"que crece con vigor. Dios iluiilina al descendiente davídico con una
'1ámpara brillante; símbolo de vitalidad y de gloria; una diadema es­
''pléndida marcará su triunfo sobre _195 enemigos y, por consiguiente, la
"victoria sobre
el mal.
:>4. En Jerusalén, en el tempÍo donde se conserva el arca y en la di­
"nastfa davidica,
se realiza la doble presencia del Señor: la presencia en
"el espacio y la presencia en la historia. Así, el salmo 131 se transforma
"en una celebración del Dios-Emmanuel, que está con sus cria':W"as, vive
"a su lado y las llena de beneficio, con tal de que permanezcan unidas
"a él en la verdad y en la justicia. En centro espiritual de este himno ya
"es un preludio de la proclamación de San Juan: "El Verbo se hizo carne
y habitó entre nosotros " ún 1, 14).
»5. Concluyamos recordando que los Padres de la Iglesia usaron
'habitualmente el inicio de esta segunda parte del salmo 131 para des­
"críbir la encarrii:Í.Ción del Verbo en el seno de la Virgen Maria.
,Ya San !reneo, refiriéndose a la profecfa de !salas sobre la virgen
"que da a luz, explicaba: "Las palabras: 1:escuchad, pues, casa de David»
"(Ís 7, 13) dan tainbién a entender que el Rey etérno, que Dios había
''prometí.do a David suscitar del
efruto de su seno, (Sal 131, 11), es el
"mismo que nació de la Virgen, descendiente de David
.. Porque por esto
"Je.había prometido Dios un rey que sería el d'ruto de su vi.entre» -lo que
"era propio
de una virgen embarazada-( . .). Así, por tanto, la Escri­
"tura
(. .. ) pone y afirma vigorosamente la expresión efruto del vientre,
''para proclamar de antemano la generación de Aquel que ·debía nacer
"de la Virgen, tal como Isabel, llena del Espíritu Santo, atestiguó, dicien­
"do p Marfa:·J3endita tzi _entre las mujeres y bendito el fruto de tu vi.en­
"tre, (l.c 1, 42). Por estas palabras el Espírftu Santo indica, a los que "f'en entender, que la promesa hecha por Dios a Davi.d-de susdtar un
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"Rey «Je/ fruto de su vientre, se cumplió cu;,ndo la Virgen. es decir, Mada
"dió a luz" (Í\.dversus haereses, m, 21, 5).
»Así, en el gran arco que va del Salmo antiguo hasta la encarnación
"del Señor, vemos la fidelidad de Dios. En el Salmo ya se pone de mani-
. ''fiesta el misterio.de un Dios que habita con ·n(,)So(ros,. que se hace uno
"de nosotros en la Encarnación.· Y esta fidelidad de Di.os es nuestra con-_
"fianza en medió de los cambios de la historia, es ni.Jestra al.egrí@.
BENEDICTO XVI: Catequesis durante la audiencia gene­
ral del miércoles 21 de septiembre. L 'Osservatore Romano,
edición semanal en lengua española, año XXXVII; núm. 38
(1917), 23 de septiembre de 2005.
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