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Número 437-438

Serie XLIII

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Literatura, religión y política en la Francia del siglo XIX: Julio Michelet

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN
LA FRANCIA DEL SIGLO XIX: JULIO MICHELET
POR
ESTANISLAO CANTERO C')
Una de las _características. más llamativas de la literatura, _ iri­
cluida la histórica y la política, de la Francia del siglo XIX, fue su
acusado anticatolicismo. Sainte-Beuve indicó dos razones, que en
mi opinión, conjunta o separadamente, contribuyen en buena
medida a explicar ese comportamiento. El incrédulo critico había
dejado escrito que, a
su juicio, eran dos los enemigos de la fe,
como lo consigna Leroy, 'Tesprit libre, qu'il appelle Pan, et le
moeurs
relachées, qu'il appelle Priape", aunque en opinión del
autor de los
Cahiers, el primero, constituido por los ideólogos era
el más peligroso
(1), si bien, en otros momento de su vida pare­
ce haber hecho más hincapié
en el aspecto moral.
Tal doble diagnóstico de Sainte-Beuve, sobre
Pan .y Priapo,
sin duda retrato de sí mismo, parece confirmar el itinerario de
buena parte de los escritores de ese siglo y las carencias de otros
muchos. Pero junto a esas razones, hay o_tros dos motivos, la
soberbia y el narcisismo
de muchos de ellos, sin los cuales, quizá
su comportamiento hubiera sido diferente.
Julio Michelet (1798-1874), como gran parte de los escritores
del siglo, también conoció los "amores" extraconyugales, el pri-
(*) Nuestro· colaborador, el doctor Estanislao Cantero, trabaja desde hace
tiempo en un libro sobre "Literatura, religión y política en la Francia del siglo XIX".
Del mismo adelantamos las páginas que dediqr a Jules Michelet (N. de la R.).
(1) Maxime LBRoY, La Pensée de Sainte-Beuve, Gallimard, S." ed., París, 1940,
pág. 51.
Verbo, núm. 437-438 (2005), 641-659. 641
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ESTANISLA O CANTERO
mero de ellos con Hortense Fourcy, quien por su edad, podía haber
sido su madre. En 1818 tiene
una nueva amante, Paulina Rousseau,
con
la que, por interés material (2) y aunque "no la amaba" (3),
contraería matrimonio canónico en 1824; una vez casados, la redu­
jo "a las humildes tareas de cocinera y de doncella" (4) y la "desa­
tendió toda su vida" (5), mostrando, así,
que su comportamiento
con ellá fue 'totahnente -contrario a lo que seis años más tarde "teo­
rizaria" sobre la relación entre los esposos (6). Tras la muerte de
su esposa ocurrida
en 1839, desde 1842 a 1844 su sirvienta Marie
se convierte en su amante, siendo sustituida en 1844 por Esther
Aupépin, hasta que esta viuda contrae matrimonio en 1847; en 1844
es otra joven sirvienta, Victoire, a la que hace
su amante (7), hasta
que, en 1narzo de 1849, contrae nuevo matrimonio, esta vez civil,
con Athénals Mialaret, veintidós años más joven que él (8), la cual,
sino le dominó hasta imponerle sus libros panteístas o antropo­
mórficos, como sugiere Halévy
(9), desde luego se los inspiró.
Michelet no recibió una educación católica, hasta el pun~o
_que, según su propio testin:ionio, "no recibió ninguna idea reli­
giosa" (10); Fauquet califica su educación de "descristianizada" e
(2) Arthur MITZMANN, Michelet ou la subversion du passé. Quatre Je9ans au
College de France, La Boutique de l'Histoire, París, 1999, pág. 29.
Véase la carta
a sus tías de 8 de marzo de 1824 con tal ocasión (en Paul
VIALLANEIX,· La vale rayale. Essai sur l'idée de peuple dans J'oeuvre de Michelet,
Flammarion, París, 1971, págs. 13-14).
(3) Daniel
HALEVY, "Le mariage de Michelet", La Revue de París, 1 de agos-
to de 1902 (págs. 557-579). pág. 557.
(4) P .. VIAll.ANErx, La vale royale ... , ed. cit., pág. 22.
(5)
D. HAI.EVY, fules Michelet, Librairie Hachette, París, 1928, pág. 71.
(6) Jules M1cHELET, Oeuvres completes. Hlstolre soclale. Le pretre, la femme et
la famille, estudio introductorio de Alfred de Fouillé, Calmann-Lévy, París, s.f.,
págs. 274
y sígs.
(7) Viallaneix cree que justifica su conducta con sus criadas "por su culto del
pueblo"
ya que "con Matie y con Victorie imagina amar a todo el pueblo"; y a
esto se le llama amar al pueblo y educación del pueblo (P. VIALLANErx, La vale
royale ... , ed. cit., págs. 50, 52-54).
(8)
P. VIALLANEIX, Mlchelet, les travaux et les jours. 1798-187 4, Gallimard,
París,.1998, págs. 255,
256, 259, 278, 286, 287, 297, 312, 344. En La voieroyaleda
otras fechas diferentes (pág. 50).
(9) D. liALEVY, fules Mlchelet, ed. cit., págs. 133-136 y 147.
(10)
J. MICHELET, Le Peuple, iotroducción y notas de Paul Viallaneix, GF­
Flammarion,
París, 1992, pág. 67.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX JULIO MICHELET
indica que "sus padres nunca le llevaron a una iglesia" (11),
Bastante autodidacta, sus lecturas de juventud, que consistieron en
algunÜs clásicos, Rousseau, Locke, Destut de Tracy, Fenellon o
Madame de Stael, asi como la Imitación de Cristo leida como afir­
mación de la subjetividad, no pudieron hacerle comprender una
religión que ignoraba ni contribuir al despertar de una fe en la
que
no había sido educado; al mismo tiempo, fue amante de lec­
turas libertinas
y toda su vida de una exigente y gran sensuali­
dad (12). Bautizado a los
18 años {13) -a poco de la Restau­
ración-por" influencia de su primera amante, la cuarentona
Hortense Fourcy (14), su conversión, si verdaderamente la había
habido, fue efünera, pues a los veintidós .años, como indica
Fauquet, no es cristiárto, p.ues Cristo es sólo un hombre y no el
Redentor (15). En los años en los que escribía la Historia de la
Revoludón francesa, dice Godechot que "no podía soportar el
catolicismo" (16). Según Halévy, al final
de su vida no creía ni en
Dios ni en el hombre (17). En su testamento prohibió cualquier
cere1nonia religiosa para .cuando falleciera -y así se hizo.
Alumno del liceo Carlomagno, licenciado en 1818 y doctor en
letras en 1819, en 1821 es nombrado suplente de aquél colegio y
en 1827 profesor de filosofia e historia en la Escuela Normal
Superior. En 1831 se le nombra jefe
de la sección de historia de
los Archivos Nacionales, sustituto de Guizot en la Sorbona en
1834 y profesor del Colegio de Francia en 1838. Fue profesor, en
1828, de la hija de la Duquesa de Berry, nieta, pues de Carlos X;
y, con la nueva monarquía, fue nombrado, en 1830, profesor de
historia de la princesa Clementina, hija
de Luis Felipe.
(11) Eric F.AUQUET, Michelet ou la gloire du professeur d'histoire, Cerf, Paris,
1990, págs. 27-28.
(12) P. VIAll.ANEIX, Michelet, les travaux ... , págs. 40-49:
(13) Lo que motivó que Halévy comentara: "no omitamos que el éxito de su
carrera lo hacía casi necesario", D. HAI.EvY, fules Michelet, ed. cit., pág. 25.
(14) P. VIALLANEIX, Michelet, les travaux ... , ed. cit., págs. 36 y 40; E. FAUQÜET,
Michelet ou la gloH"e ... , ed. cit., pág. 36.
(15) E. FAUQUET, Michelet aula glotre ... , ed. cit., pág. 64.
(16) Jacques GoDECHOT, Un Jury pour la Révoludon, Robert Laffont, París,
1974, pág. 70. .
(11) D. l--IALEVY, fules Mlchelet, ed. cit., pág. 182.
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ESTANISLA O CANTERO
liberal hacia 1820, su evolución hacia el republicanismo más
exaltado pasa
por su ruptura con la Iglesia y su lucha «religiosa ..
contra ella. Antes, sin embargo; como ha observado Mitzmann, SU
conversión "le fue útil durante el primer decenio de su carera que
coincidió con la fase «Ultra,, de la Restauración" (18). Y si acaba­
rla siendo un enemigo acérrimo del cristianismo y, especialmen­
te,
de la religión católica, todavía en 1833 en el primer volumen
de su Historia de Francia, justificaba el dogma de la gracia y glo­
rificaba a Francia
por no haber sido arriana, en páginas que fue­
ron modificadas o suprimidas
en posteriores ediciones (19). "La
clave de la evolución", como indicó Le Goff, estaba "en el modo
en que Michelet, más que cualquier otro, lee y escribe la historia
del pasado a la luz
de la historia del presente" y en que "la rela­
ción
"histórica• entre Michelet y la Edad Media cambia según las
relaciones de Michelet
con la historia contemporánea" (20). Así,
una Edad Media positivamente valorada, encantadora, afortuna­
darri:ente. cristiana, fue sustituida por o~a obscura y carente de
libertad, en la que fue suprimido todo lo que antes aparecía favo­
rable a
la Iglesia y a la religión católica. La explicación, como
indicó
Le Goff, no es otra que "la evolución de Michelet respec­
to a
la Iglesia y al cristianismo" (21). Hasta Monod, al referirse a
ese cambio, tuvo que admitir que, con él, Michelet "perdió parte
de su calma, de su moderación, de su imparcialidad científica" (22).
En 1843, a consecuencia de la cuestión de la libertad de ense­
ñanza, que era inexistente y que los católicos reclamaban frente
al monopolio estatal de la Universidad, establecido mediante una
interpretación restrictiva de derechos de la Carta de 1830, liber­
tad rechazada
por los liberales en el poder cuyo volterianismo y
(18) A. MrrzMANN, Mithelet ou la subversion ... , ed. cit., pág. 29.
(19) Paul BENICHou, le temps des prophetes. Doctrines de J'tige romantique,
Gallimard (1977), París,." 2001, pág. 531.
(20) Jacques LE GoFF, "Les Mayen Agé de· Michelet", en Pour un autre
Mayen Age. Temps, travail et culture en Occident: 18 essaJs, Gallimard, Paris, 1979,
p-.ig. 23.
(21) ]. LE GoFP, "Les Mayen Age de Michelet", ed. cit., pág. 33.
(22) Gabriel· MoNOD, les ma.Jtres de J'histoire: Renan, Taine, Michelet, Cal­
mann-Lévy, París, 1894,
pág. 206.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX, JULIO MICHELET
anticlericalismo suponía establecer una peor condición para los
católicos, se desata.
una fuerte polémica que alcanzó, también a
la enseñanza del Colegio de Francia,
al denunciar abiertamente
las enseñanzas de Michelet
por su ataques a la religión y a la
Iglesia. Michelet,
en unión de Quinet, reaccionan con sus leccio­
nes contra la Compañía de Jesús, publicadas
poco después en un
volumen conjunto, Des jesuites; Michelet, olvidando sus elogios
anteriores, se lanza a una diatriba y a una: requisitoria que se
extendió a toda la contrarreforma (23). Con este enfrentamiento
dice adiós a la Iglesia
que pretenderá sustituir por una nueva reli­
gión, nunca claramente definida, expuesta en· sucesivas obras:
"Adiós Iglesia, adiós mi madre y mi hija, ¡adiós fuentes que fuis­
teis
tan amargas! Todo lo que amaba y conoáa lo dejo por el infi­
nito desconocido, por la sombría profundidad desde la que sien­
to, sin saberlo aún, el Dios (sic) nuevo del futuro" (24).
En 1845, en otro panfleto anticatólico, lleno de mentiras,
medias verdades y falsedades históricas, Du prf!tre, de la femme
et de la famille (25), pretendió demostrar que la Iglesia es con­
traria a la familia
al apoderarse del alma de la mujer por medio
de su Confesor. Escrita tres años después de la muerte de su
amiga Adele Dumesnil, de cuyo lecho de muerte fue apartado
por la influencia de un sacerdote, Michelet, "herido de celos y
-deseoso de venganza" (26), no sólo arremete contra el sacra­
mento de la confesión y la dirección espiritual, núcleo de su
plúmbeo discurso, sino contra la religión católica
en su conjun­
to; en él se alude a los sacerdotes como "nuestros enemigos",
"enemigos de la Revolución y del futuro", los conventos de mon­
jas son peores que prisiones o manicomios1 las monjas constitu­
yen una "viudez estéril", el culto al Sagrado Corazón de Jesús es
una idolatría y propone sustituir a la Iglesia por la religión de la
(23) P. VIALLANEIX, Michelet, les travaux ... , págs. 173 y 277.
(24) Citado por P.-VlAJ.l.ANEIX, Michelet, les travaux ... , pág. 267.
(25) Es dificil entender cómo profesores sesudos, hayan podido aceptar,
como válido, como acorde con la realidad, la descripción y el diagnóstico de
Michelet (así, P. VIALLANEIX, Michelet, les travaux. .. , ed. cit., págs. 288-289).
(26)
D. HAI.EVY, fules Michelet, ed. cit., pág. 122.
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familia (27). Lo expresarla con mayor amplitud pero no con
mayor claridad,
un año despliéS, en Le peuple: una religión del
amof donde sus actores e intercesores serán el pueblo, la mlljer
y el niño. La tesis de Michelet suponía que la unidad familiar
suma la interferencia del confesor, que por su influencia sobre la
mujer, hacía imposible tal unidad. Entre el cúmulo de indignados
autores que le respondieron, Netternent subrayó, con toda razón,
que Michelet,
no consideraba a la mujer igual de libre e inteli­
gente que el hombre y que la quería sujetar a las ideas del mari­
do, corno
si los esposos fueran Platón o Sócrates redivivos, al
tiempo que olvi.daba a todos aquellos que eran. escépticos, amo­
rales. o indignos; que pretendía. "la unidad de la familia median­
te la destrucción de la personalidad intelectual y moral de la
mujer,
en beneficio de las ideas del marido, lo que es una idea
musulmana"
(28).
En el fondo, lo que Michelet no soporta son los dogmas y, en
especial, el del pecado original (29) y la ley de la gracia -a la
que considera, por
su gratuidad, una arbitrariedad y una ti.ra­
nfa (30)-, a lo que opone la justicia (31). Justicia que, por otra
parte, considera insuficiente y pretenderá que sea corregida por
el amor, por la fraternidad humana (32), idea .tan vaga y abstrac­
ta corno la que tiene de la justicia. En cambio, la religión de la
gracia es
una religión de esclavos, corno dirá en la Btble de J'hu­
manité (1864) (33). Corno ya advirtieron sus contemporáneos,
"no encuentra otro modo de atacarlo [al catolicismo] mas que
(27) ]. Mri:::HELET, Le pretre, la femme et la famille, estudio introductorio de
Alfred Fouillée, Calmann-Lévy; París, 1845, pá'gs. 3, 266, 232, 226, 174 y 306.
(28) ·Alfr~ NRITEMENT, Etudes critiques sur Je Feuilleton-Roman, Deuxiéme
Série,_ Librairie de Perrodil, París, 1846, págs. 266, 275; 278, 286; la cita en la
pág. 286.
(29). J. MICHELET, Le Pe u ple, ·introducción y notas de Paul Viallaneix, GF-Flam­
marion, París, 1992, págs. 170-174.
(30)
Véase su interpretación aplicada _a la histbria en Olivier REMA.un, La
Magistrature de l'Histoire, :gditions Michalon, París, 1998, págs. 41-45.
(31) ].
MicHELET, Historia de la Revoluddn francesa, prólogo de 31 de ·enero
de 1847, trad. esp., Argonauta,-Buenos Aires, 1946, tomo 1, págs. 8-12.
(32) Ver P. VlALLANBIX, La voie royale ... , -ed. ·cit., págs. 406 y sigs.
(33) ]. Ml:CHEI.ET, Bible de l'Humanité, F. Chamerot Libraire-Edlteur, Paris,
1864, págs: 361-386; P. VIALLANEIX, La llOie royale ... , ed. cit., pág. 395.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX JULIO MICHELET
desnaturalizándolo", siendo absolutamente falso que la doctrina
de
la gracia implique, como afirmaba Michelet, que había hom­
bres fatalmente elegidos y otros fatahnente condenados
(34), Este
defensor
de la religión de la patria, se hizo una religión, si así
puede llamársela, a su medida._ Según Monod, "era su corazón
quien le dictaba su religión"; religión rayana en el panteísmo, tal
como lo percibía el acrítico critico: "su amor por la naturaleza no
era más que una forma de la adoración de Dios" (35).
Su
Historia de la Revolución, además de constituir la leyenda
del
pueblo actor de la Revolución, es una apología de la revolu­
ción anticristiana.
Como lo expresó Godechot, para Michelet, la
Revolución "era un acto de fe", y, al escribir su historia,"quiso
alzar un monumento a la Revolución" (36), El hecho revolucio­
nario, la Revolución, para él, constituye
un nuevo evangelio que
deberá sustituir al cristiano (37). Para Furet, su Revolución es la
negación
de los evangelios (38), Según una anotación de 8 de
febrero de 1847, su intención era clara: "Aquí he tornado partido:
contra monárquicos
(legitimistas y anglómanos), contra republi­
canos terroristas, contra cristianos y contra comunistaS'' (39)._ A
Larnartine, en carta de mediados de 1847, le reprocha de su His­
toria de los Girondinos,
"su tolerancia con la antigua Iglesia" (40).
Su
Historia de la Revolución, fue especialmente alabada
durante
la 3.' República -"tuvo ocho ediciones desde el fin del
Imperio hasta 1925, convirtiéndose
en una especie de breviario
de los republicanos" (41)--, hasta el punto que, como indicó
(34) J. MICHELET, Bible de l'Humanift!, ed. cit., págs. 176-377.y 475-479; Alfred
NETIEMENT, Histoire de la littérature franr;aise. Sous Je gouvernement de ]uillet.
1830-1848, Jacques Le Coffre et Cie, París, 1854, tomo II, págs. 455 y 455-458.
(35) G; MoNOD, Les maitres de l'histoire ... , ed. cit., págs. 239 y·238.
(36) J. GoDECHOT, Unjury ... , ed. cit., págs. 53 y 54.
(37) A. MITZMANN, Mlchelet ou la subversion ... , ed. cit.1 pág. 131.
(38) Fran~i..s FURET, "Michelet" en F. FUiurr y Maria 0ZUP, Dictionnaire cri­
tique de la Révolution Franr:aJse, Flammarion, París, 1988 (págs. 1030-1039_),
pág.
1031.
(39) Citado por Fran9)is FURET, "Michelet" en F. FuRET y Mona ÓZUF, Diction­
f1a1re critique de la Révolutian Frant;alse, Flammarion, París, 1988 (págs. 1030-
1039), pág. 1031.
(40) Citado por P. VWJ.ANErx, Michelet, les travaux .. , pág. 321.
(41) J. GoDECHOT, Unjury ... , ed. cit., pág. 160.
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Thibaudet, "no se comprende la historia del radicalismo", "ni la
nústica .del camino· hacia la izquierda, sin una referencia cons­
tante a Michelet; fue el educador de los republicanos que teman
veinte años en 1870 y. que entre las dos guerras, conservaron su
temperatura, sus entusiasmos, sus limites, sus afinnaciones y sus
negaciones" (42). Influencia notoria, a pesar de que, tal obra,
como
han indicado la mayoría de los autores, entre ellos Gode­
chot, "no es _ni una verdadera historia, ni una no':ela, ni un
poema épico", y si sobresalió sobre las de.más de aquellos años,
lo hizo "no
por su verdad y su objetividad, sino por el conjunto
de cualidades que la hacen
una obra maestra literaria" (43). Para
Thibaudet, "en materia de historia, la palabra intuición parecerla
que hubiera sido creada y traída al mundo por él"; su Historia. de
la Revolución francesa es "libro de guerra, libro de la defensa de
una
fe, libro de la historia propaganda" (44). Y Maurras, que no
le soportaba en cuanto historiador y padre del republicanismo
democrático, decía que "pensaba
con el corazón" y que se deja­
ba llevar por "ese rimero de impresiones e imaginaciones que se
forman bajo la influencia de los nervios, de la sangre, del hígado
y de otras glándulas" (45). Juicio, que me parece, no demasiado
alejado del de Barthes, cuando indica que
en Michelet, "no es la
reflexión la que corrige el instinto, sino que es el corazón, la
intuición que da forma completa a la idea" y que su obra es "una
maraña organizada de obsesiones"
(46) .
. Desde su "oclio personal a los curas" provocado por el retor­
no de Adele Dumesnil a la fe católica durante la enfermedad que
la llevaría a la muerte y que provocó que se prohibieran sus visi­
tas a la amiga ( 47), Michelet
.se acerca a la historia como instru-
( 42) Albert TumAuoET, Histoire de la Littérature Frán.~alse de 1789 a nas
-Jours, Éditions Stock, París, 1946, pág. 274.
(43) ]. GODECHOT, IJnjury ... , ed. cit., pág. 111.
(44) A. THIBAUDBT, Histoire de la Littdrature ... , ecL cit., págs. 272 y 273.
( 45) Charle. MAURW, Romantisme et R~olution, Nouvelle Librairie Nátio­
nale, París, 1922, págs. -251 y 250.
(46) Roland BARTiiES, Michelet(1954), ~ditions du Seuil, 2.ª ed., Í>añs, 1988
págs. 137 y 5.
(47) A. MrrzMANN, Míchelet ou la subversion ... , ed. cit., la cita en pág. 81.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLfrlCA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX.-JULIO MIGHELET
mento de confirmación y difusión de sus ideas políticas. La revo­
lución,
que no había concluido, tenía que aunar al pueblo con
las elites, y así,
.acabar lo que había comenzado en 1789. Para él
la historia no era un pasado cerrado que hay que descubrir, sino
una "resurrección" que hay que realizar, pues el pasado es un
modo de ver el presente, con proyección de futuro, por Jo que,
con razón, el micheletiano Mitzmann califica su concepción de
"subversiva" (48).
Sus delirios fllosóflcos, en su "reivindicación" de la "naturale­
za" ll~garon ab exaltación de la India y de su civilización por su
veneración de la naturaleza, que contrapone "al mundo de orgu­
llo
de la ciudad griega y romana" (49), todo lo contrario de lo que
había dicho quince años antes en su introducción a la Historia
Universal.
En és.ta afinnaba que "con el mundo empezó una gue­
rra
que terminará cuando acabe el mundo: la del hombre contra
la naturaleza,
del espíritu contra la materia, de la libertad contra
la fatalidad", y que
en la India "el hombre está encorvado, pros­
ternado bajo la todopoderosa naturaleza
C..); abrumado por la
naturaleza no intenta luchar, se· entrega a ella sin condiciones
(. .. ), se deja llevar y confiesa, con una voluptuosidad sombría y
desesperada,
que Dios es todo, que todo es Dios, que él no es
más que un accidente,-un fenómeno de esa única sustancia" (50).
Su concepción del pueblo como el auténtico "héroe" de la Revo­
lución (51) estaba ya prefigurada
en Le Peuple -donde des.cubre
el instinto del
pueblo que, al dominarle, la da una gran' ventaja
para la acción, de modo que es, al mismo tiempo, idea y ac­
ción (52}-, de tal modo que fue la idea que se había hecho de
él en dicha obra la que aplicaría a su Historia de la Revolución.
Fue uno de los que contribuyó, con sus obras, a la idealización
(48) A. MrrzMANN, Michelet ou la subversion ... , ed. cit., pág. 154.
(49) J. MICHELET, La peuple, ed. cit., págs. 176 y 177.
(50) ]. MICHBLET, "Introduction a l'histoire universelle", Oeuvres Completes,
35, Flammarion, París, 1897, págs, 403, 405 y 406.
(51) J. MICHBLBT, Historia de la Revolución francesa, conclusión, ed. cit., vol.
Ill, pág. 705.
(52) J . .MICHBLBT, La peup}e, ed. cit., pág. 160.
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ESTANISLA'O CANTERO
del pueblo y del mesianismo del pueblo francés, y, en general, a
la formación del nacionalismo de la izquierda (53).
Defensor de los protestantes desde sus
Guerras de religión (54)
y su Enrique I1i, este '1)rofeta• de "una muerte provisional del
cristianismo" (55),
que rechazará por entero la Biblia en La Bible
de l'Humanité
(1864) y que reitera creer en Dios y en la inmor­
talidad del
ahrut, incluso en su testamento (56), en lugar de la
religión católica,
es decir, "la religión de la gracia", propone "la
de la libertad y la justicia, la de 89" (57). Esa «religión del amor•
supohe la divinización de la nación, la divinización de Francia1
cuya superioridad a todas las naciones no puede discutirse (58}
"Que el hombre, desde la -infanda, se acostumbre a ver un Dios
(sic) viviente en la Patria" (59). Para Michelet, la patria es "ese
Dios
(sic) invisible en su alta unidad y visible en sus miembros y
en las grandes obras en las que se decantó la vida nacional" (60).
Francia, para· Michelet,
era el oráculo de ese dios para el resto de
los pueblos: "El Dios (sic) de las naciones ha hablado por medio
de Francia" (61). El nacionalismo de izquierdas mvo en él su pro­
feta: "La Patria, primero como dogma y principio. Después, la
Patria
como leyenda" (62). "La Patria, solo mi patria puede salvar
al mundo" (63).
De ahí que, en su concepción de la historia,
Francia
fu~ra como una persona, como un alma (64).
(53) Philippe DARRIULAT, Les Patriotes. La gauche r(}publicaJ.ne et la nation.
1830-1870, Éditions du Seuil, ParíS, 2001, págs. 120-151.
(54) E. FAUQUET, Micheletou la gloire ... , ed. cit. pág. 383.
(55) P. VIALLANErx, Michelet, les travaux ... , pág. 463.
(56) · P. VIALLANEIX, Michelet, les travaux ... , pág. 543; E. FAUQUBT, Michelet ou
la gloire .. , ed. cit., pág. 416.
(57) P. VIALLANEIX, Miche!et, les travaux ... , pág. 476.
(58) J. MlcHELET, Le Peuple, ed. cit., págs. 227-230.
(59)
J. MICHELET, Le Peuple, ed. cit., pág. 237.
(60)
J. MICHELET, Le Peuple, ed. cit., pág. 240.
(61)
J. MICHELBT, Le Peuple, ed. cit., pág. 243.
(62) ]. MICHELBT, Le Peuple, ed. ctt., pág. 243.
(63) ]. MICHELET, La peuple, ed. cit., pág. 246.
(64) Destacada por gran número de autores, corno Christian DELACROIX,
Frans;:ois DossE y Patrick GARCÍA, Les courants historiques en France. X!Xe-.XXe sie­
cle (1999), Armand Colin, 2.ª ed., París, 2005i pág. 39.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX: JULIO MICHELET
Su obra histórica, al decir de Fauquet, constituyó "el más per­
suasivo de los credos patriótico-humanitarios de los pequeño
burgueses de su tiempo" (65). Pero se trataba, además, como
advirtió Lasserre, de un "patriotismo condicional", de "un patrio­
tismo de guerra civil", al excluir
de la categoría de franceses a
buena parte de la nación, los católicos (66).
Aunque como qtros románticos sociales de su tiempo, .él
quizá
no lo viera, al no percibir las antinomias y contradicciones
de su pensamiento, sin embargo, hoy es pretender un círculo
cuadrado esforzarse en mostrar que el nacionalismo de Michelet
no tenía nada que ver con el chauvinismo que se desarrolló más
tarde y
que su nacionalismo no era excluyente argumentando
que "era inseparable del internacionalismo
de las luces" (67).
Como había indicado Benichou (68), inevitablemente,
en la prác­
tica, traduce la supremada de una nación sobre las otras y con­
tradice al humanitarismo, constituyendo el germen de "la idola­
tría
de la Nación".
En esa exaltación pagana
de la patria tenía que ser educada
la infancia y la juventud francesa, sustrayendo la educación a los
religiosos:
"Deás que los Hermanos [de las Escuelas Cristianas]
enseñan mejor; lo niego", "el maestro
de escuela es Francia; el
Hermano es Roma, es el extranjero, es el enemigo" (69). Con
razon, Winock, comentando este texto, reCUerda que Michelet,
con sus ideas sobre la educación vertidas en Le Peuple, en tal
materia "suministró
uno de los puntos fuertes de la ideología
republicana, que será patriota y laica" (70).
(65) E. FAUQUET, Michelet ou la gloire ... , ed. cit., pág. 315.
(66) -Pierre LAssERR.E, Le romantisme fran,;:ais. Essai sur la revolution dans les
sentiments et dans les idt1es au X!Xe stede, Société du Mercure de France, París,
1907, pág. 412.
(67) A. MrrzMANN, Michelet ou la subversion ... , ed. cit., pág. 158.
(68)
P. BENICHOU, Le temf)S des ... , ed. cit., págs. 546-547; cit. pág. 547.
(69) ]. MicHl!LET, La peuple, ed. cit., págs: 128-129.
(JO) Michel WINOCK, Les Voix de la liberté. Les écrivains engagés au X!Xe sié­
de, EditionS du Seuil, Paris, 2002, pág. 347.
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ESTANISLA O CANTERO
Este fabulador (71), que, lo menos que puede decirse 'es que
tenia una "percepción selectiva y partidista del pasado" (72) -al
que sus admiradores, de_ lo que es buen ejemplo I.efebvre, prefie­
ren calificar de "imaginativo", "sensible", "soñador" o "poeta" 03~,
con motivo de la publicación de Los miserables, y según testimo­
nio
de Goncourt, habla dichq: "¡Ah! ¡He envejecido! ¡Ha habido
dos cosas este año que me· han hecho ·mucho mal! ¡Primero, la
muerte de mi hijo; después, la novela de Hugo! ¿Por qué?
¡Muestra
un obispo estimable y un convento interesante! Hay que
ser _como Voltaire: ¡un enemigo de vuestras ideas, de vuestros_
principios, hay que describirlo siempre como un miserable, como_
un bribón, como un pederasta!" (74)_ Antes, con motivo de la
(71) Diversos autores· demostraron que en la Historia escrita por Michelet la
imagina~ión reinaba sobre la realidad acontecida. En crítica hoy olvidada por la
historiograf"ta, Nettement demostró que "a fuerza de querer sacar de los hechos
las
ideas que contienen, Michelet saca las ideas que no contienen", y que "some­
te los hechos a la tiranía de las ideas" (Alfred NEITEMENT, Histoire de la JitMratu­
re franraJse. Sous Je gouvernement de Juillet 1830-1848, Jacques Le Coffre et Cie,
París, 1854, tomo II, pág. 408). Lasserre, que ~fue incapaz de distinguir entre la
realidad
y su imaginación, entre los hechos tal comó fueron y los hechos tal como
su fantasía y sus sentimientos exigían que fueran" (Pierre LAssERRE, Le romantis­
mq franraJs. Essai sur la revolution dans les sentimenti et dans les Jdées au X!Xe
siécle, Société du Mercure de France, París, 1907, pág. 366). IncluSo Monód le
decribió como un "alutinado", aunque no soñadOr,. debido a su gran "imagina­
ción" (Gabriel MoNoD, Les maitrés de lihlstoire: Re'nan, Taine, Michelet, Calmann­
Lévy, Pá.tis, 1894, págs. 252 Y 254). En cuanto a sus errores históricos, que toda
la críti"ca admite, sigue siendo interesante la obra de Gorini, referida a la Edad
Media,
en la que se muestran multitud de errores, casi siempre en detrimento de
la Iglesia y la religión católica O-. M. Sauveur GoRINI, flétense de J'Égllse contre les
erreurs
histodques de MM Guizat, Aug. Et Am. Thierry, Michelet, Ampére, Quinet,
FauriéL Aimé-Marin, etc., Girard et Josserand, Lyon, 1855, tomo 1, passim).
(]2) Guy BoURDE y Hervé MilTIN, Les écales histodques, Editions du Seuil,
París, 1990; trad. esp. Lasescuelashistdricas, .Akal, Torrejón de Ardoz, 1994, pág. 119.
03) Georges LEFEBVll.E, La naissance de · J'historlographle moderne, Flam­
marion, París, 197°1; trad. esp., El nadmíento de la historiografía moderna, Martí­
nez Roca, Barcelona, ·1974, págs. 206 y 211.
04) En Victor HuGo, Les miserables, prólogo y comentarios de· Arnaud
Laster, Pocket; París, 2001, vol. 111, documento 17.º, pág. 350.
Verdaderamente, es un retrato de probidad intelectual, histórica y moral, muy
propia de un profesor que había desempañado la cátedra de historia y moral en
el Colegio de Francia.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POlÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX, JULIO MICHELET
publicación de Contemplatlons, le había esaito que suprimiera
unos versos porque el aistianismo "es el enemigo". En carta del
4 de mayo de 1856, Michelet
le dice a Hugo,
"Este volumen nos inquieta. Es terrible exhumar · de ese
modo el pasado. El mwido, querido señor, el mundo que nutrís
con vuestra obra os pide que penséis en él".
"Creo
que os rogaría, también, que le sacrificaseis algunas
líneas, los seis versos del crucifijo" (75).
"(.
.. ) Yo moriré .en la fe que imprinú en 1847 en el' primer
volumen de mi Révoluüon. El cristianismo y la Revolución son
como ángulos salientes y entrantes, simétricamente opuestos,
sino enemjgos. cuando el cristianismo abandone el estado de
vampiro (il.i muerto ni vivo), sino como un honrado muerto, apa­
cible y tumbado, como la India, Egipto o Roma, entonces, sólo
entonces, defenderenios todo lo que sea defendible".
"Mientras tanto, no. Es
el enemigO" (16).
Claro que este genio de la literatura ~as! calificado por una
·corriente apologética todavía viva-, cuando ya había emprendi­
do su particular "santa cruzada· contra la religión católica y la
Iglesia y ya se había erigido
en "justiciero de la historia", al pre­
parar
una nueva edicióri de la Histoire de France au Mayen Áge,
sin rubor alguno, le indicará-a su yerno que había que "purgada
obra" "de la profunda simpatía hacia la espiritualidad medieval
plasmada en la versión primitiva". Alfred Dumesnil toma buena
nota del encargo y .res1une la cuestión: "poner de relieve todo. lo
_que es revolucionario, contra el cristianismo y el principio monár­
quico" (77). Y as!, se pueden advertir las modificaciones de las
(75) Se refiere Michelet a estos cuatro versos de Éc.rit au bas d-'un Crucifíx:
Vous qui pleurez, venez a ce Dieu, car 11 pleure.
Vous qui souffrez, venez a luí, car il guérlt.
VOus qui tremblei, venez a lul, car íl sourit
Vous qui passez, venez a luí, car 11 demeure.
(J6) Cit. por Roland BARTJ-IBS (Michelet, ... ditions du Seuil, 2." ed., París, 1988
pág. 61), que lo toma de Jean-Marie CARRÉ, Michelet_et san temps, Perrin, París,
1926, pág. 55.
(J1) P. VlAl.LANBIX, Michelet, les tr:avaux .. , los entrecomillados en· las págs.
264, 438, 445 y 446.
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ESTANISLAO CANTERO
ediciones de 1852 y 1861 verificadas con la original de 1833, res­
pecto a la religión católica y la Iglesía, encarnación de la libertad
y auténtica
comunión con el pueblo, "eliminando todo aquello·
que pudiera parecer, por el fervor: del tbno y de la imaginación,
que ponla la Edad Media católica como modelo" (78), y supri­
miendo sus primitivos elogios a la teología de la gracia. Igual­
mente, de la primitiva edición de su Revolución francesa "expur­
gó lo
que todavía pareáa indulgente con el cristianismo" (79).
Las modificaciones no estaban motivadas, en modo alguno, por
nuevos conocimientos históricos (80), que, aunque erróneos, las
justificarían, sino
por su odio a la religión y a la Iglesia y a sus
sacerdotes,
que constituían un rival poderosísitno a su pretensión
de ser el pontífice de una nueva religión -'la de la deificación de
la humanidad, en la que la fraternidad y la justicia serían sus prin­
cipios-, que requería la destrucción del cristianismo (81).
Fruto
de esta nueva resurrección de la historia fue su elogio
de las brujas y Jas hechiceras medievales, con sus misas negras y
su pacto con el diablo, en La sorciére, publicada en 1862, cuyo
objeto
parece haber sido mostrar su aversión a la Edad Media y
a la Iglesia,
pues tal inquina aparece sin ningún reparo: "una
inmensa niebla, una pesada neblina gris plomo, envolvió al
mundo (. .. ) en una espantosa duración de mil años"; "la profun­
da desesperación que provocó el mundo de la Iglesia produjo la
(]8) P. BÉN!cHou, Le·temps des prophetes ... , págs. 519-523 y >31-532, cit.
pág. 522.
(79) P. BÉNlcHou, Le temps des prophetes ... , · pág. 536.
(80) Es falso el razonamiento de Manad cuando intenta explicar, justificán­
dolo, el cambio
de Michelet diciendo qi.ie se debió, por una parte, a que al seguir
el curso de _la historia hacia nuestros días, vio que la acción _de la Iglesia había
ido cambiando y que udespués de haber sido la guardiana y el apostol de la civi­
lización, se convirtió en la enemiga de todo progreso y de toda libertad"; y, por
otra, a que "el espíritu clerical renaciente se esforzaba en llevar la sociedad mo­
derna, de nuevo(. .. ), a la imitaciqn de la Edad Media". (G. MoNOD, Les maitres de
J'hJStolre ... , ed. cit., págs. 244 y 245). Aunque hubieran sido ciertos esos hechos,
que no lo eran, el argumento es inútil para explicar y, aún mehos para justificar,
que los hechos posteriores, de siglos más tarde, puedan hacer variar la realidad
de los hechos· de siglos anteriores, aquellos en los que la Iglesia, según redac­
ciones
anterioret;;, había sido "guardiana y apóstol de la civilización".
(81) Cfr.
P. BÉNICHOU, op. dt., págs. 532 y sigs.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX: JULIO MICHELET
bruja" (82), Con toda razón, Menéndez Pelayo pudo decir que
"sus feroces preocupaciones de sectario, exacerbadas por su
separación de la cátedra que desempeñaba en el Colegio de
Francia, y
por su famosa campaña contra los jesuitas, le privaron
de
toda imparcialidad y templanza", hasta caer "en un caos de
alucinaciones nústico-revolucionarias" (83).
Amante de los salones y de recibir en su casa, superó pron­
to las tentaciones políticas y rechazó ser candidato a diputado en
1848 (84), renunciando a su profesión de archivero al negarse a
prestar juramento
como funcionario público a Luis Napoleón, lo
que le homa al renunciar al empleo por tal motivo. Desde enton­
ces, su pluma le permitió vivir como un pequeño burgués, cada
vez más desahogadamente; no_ sin cierta razón, aunque motiva­
do por su mentalidad marxista, Mathiez reprochaña que "se jac­
tase de ser
el pueblo", recordando en Michelet su educación clá­
sica,
su asiduidad a los salones dorados, haber sido profesor de
infantas
y, con toda razón, concluía: "aficionado a la filosofia,
nunca fue filósofo" (85). El duro juicio de Sainte-Beuve, al me­
nos por esta vez, parece plenament~ acerta.do: "uno de los escri­
tores más insalubres,
más funestos para la salud del espíritu
público" (86).
Michelet, académicamente ambicioso, pagado_ de sí. 1nisnio
por su supuesta y autoproclamada superioridad en el conoci­
miento de la ~storia, se complacía en afirmar que hasta enton­
ces nadie había manejado los archivos como él; en carta a su,
hasta entones, entrañable amigo Quinet,
en la que rompe con él
a consecuencia de su Revolución, enojado por considerarse nin­
guneado por Quinet, afirma que fue el único, en un u·abajo
(82) J. MICHELET, La sarde.re, prólogo y cronología de Paul Viallaneix, GF
Fla1nmarion,
Pafts, 2004, págs. 57 y 35.
(83) Marcelino MENÉNDEZ PELAYo, Historia de las ideas estdticas en España,
CSIC, Madrid, 1994, vol. II, pág. 884.
(84) Véase sobre la cuestión P. VIAllANErx, La vale royale ... , ed. cit., pág. 347
y sigs.
(85) Albert MATfllEZ, citado por Roland BARTHES, Michelet, Editions Du Seuil
(1954),
Pads, 1988, pág. 168.
(86)
C. A. SAINTE-BEUVE, Mes poisons, introducción de Pierre Drachline, José
Corti, 1988, pág. 120.
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ESTAN!SLA O CANTERO
que le llevó siete años, "en exhumar de los archivos la revolu­
ción" (87).
En el fondo ególatra, como se manifiesta, ya en su
juventud, al escribir su
Memorial y su ]ournal, que en una even­
tual futura publicación, aparecerá que "Rousseau no será el único
hombre que se ha conocido" (88).
Tampoco él,
como otros antes y después1 como Rugo, esca­
pó al narcisismo de rehacer su propia biograffa -a fin de que su
pasado encajara mejor en los moldes correspondientes al repu­
blicano radical popular en que se convirtió desde poco antes de
la revolución de 1848. Mitzmann (89) se ha referido a "la leyen­
da autobiográfica" de Michelet ocultando
parte de sus origenes
familiares,
pues como había puesto de manifiesto Fauquet (90),
perteneáa por parte materna a una familia de clase media rural,
bien cultivada y educada y por parte paterna, su abuelo había
sido
un protegido del abate de Borbón, hijo de Luis XV, lo que
le permitió dar una buena educación a su familia. Muy diferente,
pues, de
su confesión, según la cual las dos familias de las que
provenía "eran originariamente familias de campesinos que unían
a la labranza un poco de industria" (91). Y si su padre, propieta­
rio
de una imprenta, conoció malos tiempos desde 1800, fue
debido a los avatares del
periodo revolucionario y a la reducción
de imprentas impuesta por Napoleón en 1808, podo que de nin­
gún modo1 es correcto que nació "como una hierba sin sol entre
dos adoqtúnes de París" (92). Por ello, su identificación con "el
pueblo" por su procedencia familiar es1 cuando menos, engaño­
sa.
De ahí que la insistencia de ViallaneiJ< sobre el origen "ple­
beyo" de Michelet y su "fidelidad plebeya" (93)
no puede demos­
trar
nada1 porque era inexistente; insistencia que resu¡ta incom-
(87) Citado por Frans;:ois FURET, La gauche et la revolution au milleu du X!Xe
sJecJe, Páris, Hachette, 1986, pág. 102.
(88)
Citado por P. VIAtLANEJX, Michelet, les travaux ... , págs. 8 y 49.
(89) A. MITZMANN, Michelet ou la subversion ... , ed. cit., págs. 25-2.7.
(90) E. FAUQUET, Michelet ou la gloíre ... , ed. cit., págs. 19-23.
(91) J. MlcH.ELET, Le Peuple; ed. cit., pág. 64.
(92) ]. M1cHELET, Le Peuple, éd. cit., pág. 68.
(93) P. VIALLANEIX, La vote royale ... , ed. cit., págs. 21, 24, 28, 30, 48, 83 y
passim.
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTlCA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX, JULIO MICHELET
prensible cuando se ha indicado que las familias de donde pro­
cede Michelet eran pequeños propietarios y rentistas
(94), lo que,
desde luego, no es lo mismo
que proceder del pueblo,
Michelet fue otro
de esos autores endiosados en los que la
hipertrofia del yo
-que no se manifestó en todos ellos del
mismo modo-motiva su pensamiento y explica buena parte de
su comportamiento, También en su modo de escribir la historia
hasta deformarla, Taine, con gran perspicacia, escribió, respecto
a
su Historia de Francia, que en Michelet, "la emoción se trans­
forma
en convicción" y que terna "por método el instinto" (95),
El rechazo del pecado original y de la gracia fue expresión algo
tardía
de la negativa a admitir tanto la pequeñez de uno mismo,
del hombre ante Dios corno
que la grandeza procede de EL La
introspección de si mismo fue conduciéndole hacia una especie
de sentimiento religioso de su misión, propio de un iluminado:
"Nunca tuve un sentitniento más religioso de mi misión que
durante los cursos de los dos [últimos] años; nunca comprendí
mejor al sacerdocio,
al pontificado de la historia; llevaba todo
ese pasado corno había llevado las cenizas de mi padre o
de mi
hijo"
(96); y se

consideraba el más adecuado
para desenmascarar
el peligro
de los jesuitas porque ningún otro profesor antes que
él había puesto en la enseñanza la fe en la juventud y la bús­
queda de la curación del alma (97), Oráculo del pueblo por su
tarea
de historiador por la resurrección del pasado que prepara
el futuro, se cree o escribe creerse, ser el nuevo sacerdote-profe­
ta del humanitarismo, La forma interrogativa con que lo escribe
en su Journai se resuelve afirmativamente -como dice Beni­
chou-gracias al amor de Athénais, que "establece la unión entre
el
yo y la especie, entre el Historiador y la Humanidad" (98), No
solamente predicaba
de si mismo ser del pueblo, sino que era el
(94) P. VIA1LANEIX, La vote royale ... , ed. cit., págs. 57-63.
(95) H. TAINE, Essais de critique et d'histoire, trad. esp. Ensayos de crfUca y
de historia, Aguilar, Madrid, 1953, págs. 133 y 142.
(96) J. MICHELET, Desjesuites, Comptoit des Imprimeurs-Unís, Hachette, Pantin,
París, 6." ed., 1844, pág. 38.
(97) J. MCHELET, Desjesuites, ed. cit., págs. 31-32.
(98) P. BENICHOU, Le temps des ... , ed. cit., pág. 530.
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ESTANISLA O CANTERO
mismo pueblo: "Hijo del pueblo, he vivido con él, lo conozco,
soy yo mismo" (99).
Con gran perspicacia,
Benichou ha indicado que la ruptura
con el cristianismo se produjo antes en el terreno del "sacer­
docio" que en el de la doctrina: "La vocación del ministerio hu­
manitario hacia -insoportable el ministerio cristiano -que le im­
pedía el paso" (100). Incluso literalmente, como ocurrió en los
últimos momentos
de Adela Dumesnil. Como ha observado
Benichou, la "religión"·
de la humanidad implica una "autola­
tria" (101). Tal autoadoración incluye la
de sus pontífices hacia
sí mismos. ¿Cómo iba a
ser posible aceptar el pecado original,
la gracia y la necesidad de redención? La oposición entre justi­
cia
y gracia, que él in1aginó, era algo que "su corazón no podía
admitir" (102).
Imputar a la Iglesia pasividad absoluta y resignación per­
manente ante la vida porque la salvación no procede de las
obras
de cada cual sino que es un don de Dios es doblemente
falso: lo es históricamente y lo
es doctrinalmente. Respecto a la
historia, él mismo había escrito otra cosa en el primer tomo de
su Historia de Francia; doctrinalmente era una afirmación en
exceso simplificadora que se aplicará mejor a la doctrina pro­
testante.
En
su contradictoria e incoherente "filosofía" -por mucho
que su moderno apologeta Viallaneix se esfuerce en razonar lo
contrario-, próxima a "un antropomorfismo universal" (103),
que se muestra en El pájaro (104) o en El Insecto (105), lo más
(99) ]. M1rnELBT, l,e Peuple, ed. cit., pág. 156.
(100) P. BENICHOU, Le temps des ... , ed. cit., pág. 532.
(101)
P. BENICHOU, Le temps des ... , ed. cit., pág. 529.
(102)
G. MoNoD, LeS maftres ... , pág. 246.
(103)
P. BENicHou, Le temps des ... , ed. cit., pág. 561. Lo niega Viallaneix (La
vale royale ... ,
ed. cit., pág. 439).
(104)
"La fe religiosa que anida en nuestro corazón y que aquí enseñamos
es que el hombre se unirá a toda la tieria" (J. MICHELET, L 'OJseau, Hachette, París,
1857, pág. X).
(105) Con su admiración por los insectos, especialmente por las hormigas,
quizá
porque "la hormiga es franca Y. profundamente republicana", con su subli­
mación
de la reproducción sexual de los insectos que culmina en "el amor de la
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LITERATURA, RELIGIÓN Y POL!TICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX JULIO MICHEI.ET
sobresaliente fueron su radical anticristianismo rehusando cual­
quier herencia cristiana (la Revolución "era una Iglesia en sí
misma") (106) -y de ahí sus reproches a Quinet (107) o a
Esquiros
que veía en ella la continuación del cristianismo (108)-­
y su divinización del pueblo y de su "instinto vital", del instinto
de los sencillos (109).
madre insecto", desvarios que traen causa de que, según dijo, "creía que iba a
estudiar cosas y me encontré con almas" (J. MlcHELET, L 1nsecte, Hachete, París,
1858, págs, 357, 43-44 y 359).
Haléry, negando· que fuera panteísta, estimaba que éstas obras sí lo eran,
D. HALEvY, fules Michelet, ed. cit., pág. 147.
(106) J. MICHELET, "Prólogo" de 1868 a su Historia de la RevolucJ6n francesa,
en Fran~ois FuRET, La gauche et Ja'révolution au .milieu du XIXe Sibcle, París,
Hachette, 1986,
pág. 286.
(107) Hermione QUINET, Cinquante ans d'amitié. Michelet-Quinet (1825-
1875),
Armand Colin et Cie, París, 1899, pág. 302.
(108)
P. BENicHou, Le temps des ... , ed. cit., pág. 536.
(109)
J. MICHEurr, Le Peuple, ed. cit., págs. 151 y sigs.
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