Vicente Romero Muñoz: La juventud de Acción Católica

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Vicente Romero Muiloz: LA JUVENTUD DE
ACCIÓN CATÓLICA,.,
Los Centros de Jóvenes de Acción Católica fueron uná reali­
dad considerablemente extendida en España entre los años trein­
ta y sesenta del siglo xx.
Uno de tantos Centros con vida activa
y proyección social fue el
que desde enero de 1935 funcionó
en Alcalá . de Guadaira y en el que buen número de militantes
sevillanos vivieron
el ideal -propuesto por los Papas Pío XI y
Pío
XII-de participar como seglares en el apostolado jerárqui­
co
de la Iglesia.
Entre los que fueron dirigentes
de aquel Centro se distinguió
Vicente Romero Muñoz,
hoy abogado y profesor universitario,
quien conservando muchos documentos de aquel tiempo
-'-y
conservando también, 1nuy vivos, los ideales y la memoria-nos
ofrece en el libro La Juventud de Acdón Católica una documen­
tada y amena historia
de su Centro, cuya relativa importancia
pone de relieve.
Al escribir su detallada crónica, Romero refleja, acaso sin pro­
ponérselo, lo que era por regla general la estructura y la vida de
los muchos Centros Parroquiales, que llegaban a los últimos
pue­
blos .de España y que, dentro de obvias diferencias regionales y
de medios, funcionaban
en una misma línea de actividades y en
una comunión· de ideario.
Bajo el lema general, en efecto, de '1Piedad, Estudio, Acción" 1
aquellos Centros agruparon, dentro del marco parroquial, a milla-.
res de jóvenes de diversa procedencia social (uniyersitarios, obre­
ros, campesinos, empleados) y regional. Sus actividades abarca­
ban desde los actos litúrgicos y los círculos de estudio hasta el
deporte y
el excursionismo, pasando por la propaganda y el
apostolado. Los Centros eran coordinados por los Consejos Dio-
e) Fundación Nuestra Señora del Águila, Alcalá de Guadaira, 2005, 143 págs.
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cesanos y éstos por el Consejo Superior, orientado por la Junta
Técnica de la ACE y por el Primado de Toledo.
La historia del concreto Centro de Alcalá de· Guadaria se
sigue bien a través del libro
de. Romero y de la documentación
incorporada, que abarca fotografías, carteles, programas y unas
completas relaciones de los consiliarios, dingentes, militantes y
aspirantes del Centro desde
1935 a 1961.
No es1 pues, el libro, como por su título pudiera suponerse,
una historia general de la Juventud de Acción Católica, pero con
muchos estudios como éste,
que escasean, podría ensayarse la
historia general de una Obra tan querida e inolvidable es para
cuantos pertenecimos
a ella y cuya práctica extinción -que es
un aspecto de la crisis de la Iglesia en los años 50 a. que aludía
recientemente
en estas páginas Fernández de la Cigoña ( vid.
Verbo, marzo-abril 2005, pág. 336}-nos duele a los que sobrevi­
vimos.
Dicha historia habría de partir del primer Presidente nacio­
nal,
José María Valiente (que tras poner brillantemente en mar­
cha a la Juventud, pasó a la política y se integró en la Comunión
Tradicionalista,
en cuyas filas alcanzó el más alto rango). Des­
pués habría de estudiar
en profundidad la etapa del Presidente
nacio-nal Manuel Aparici, cuyo proceso de beatificación está ya
muy avanzado
en Roma. Y tendría que reflejar la historia del
semanario Sig1:70, que tanta difusión tuvo en los años -cuarenta
y en cuya redacción, encabezada algún tiempo por el Presi­
dente nacional Enrique Pastor, se fofmaron muchos periodistas
católicos.
No faltan totalmente fuentes para aquel estudio. Hay
un
material válido integrado por libros de la época sobre Acción
Católica (como el
manual de monseñor Zacarías de Vizcarra y la
monografía de monseñor
Juan Hervás cobre Jerarquía y Acción
Católica a la luz del Derecho), libros referentes a algunas figuras
como Manuel Aparici y Antonio Rivera (el
"Angel del Alcázar") y
publicaciones de escritores (Lago Carballo, Robles Piquer, López
Medel, Sanz ]arque, Campillo o Borobio, entre otros),
que fueron
de
la Juventud y siguen evocándola. Una crónica general bien
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documentada sería una buena aportación a la historiografía. Entre
tanto, felicitemos a autores -como Romero, cuya obra, -aquí rese­
ñada, será para muchos lectores sugestiva e incluso para algunos
emotiva.
]os~ M.' CAsTAN VÁZQUEZ
Cristóbal Robles: JOSÉ MARÍA DE URQUIJO
EYBARRA'''
Extraño libro este de Cristóbal Robles. Del que uno no queda
satisfecho.
Constantemente nos hace pensar
en José María Javierre. Y es
completamente distinto del clérigo aragonés aclimatado
en Sevi­
lla. Pero. algo tendrán en común para que, al leer al uno, nos
venga a la mente el otro. J avierre suele saber muy poco de sus
biografiados. Y como hay
que llenar páginas, se va por los
cerros de Úbeda, se pierde
en mil divagaciones y disgresiones,
las más de las veces sin venir a cuento y que suelen demostrar
que si no sabe del personaje tampoco de su entorno. Robles
también sabe
poco de Urquijo pero, en cambio, sabe muchísimo
del ambiente que le rodea. Incluso.demasiado. Y elbiografiado
se pierde
en el bosque. En un bosque de demasiados árboles.
Si en su libro Insurrección o legalidad. Los católicos y la Restau­
ración (Madrid, 1988) había dejado ya constancia de sus más
que notables saberes sobre la época, en esta ocasión se pasa. Y
el lector, abrumado
por tanto dato, la mayoría de los cuales no
tienen nada que ver con el señor Urquijo, repetidos, redundan­
tes, muchas veces sin dar el
_año de los mismos, con lo que obli­
ga a estar continuamente haciendo cálculüs, termina con una
sensación de fastidio. ·
(') CS!C, Madrid, 1997, 692 págs.
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