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Número 481-482

Serie XLVIII

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Futuro demográfico de España y de la Iglesia en España

PREÁMBULO

Todo grupo de seres vivos en un ecosistema se encuentra, desde el punto de vista demográfico, en una de estas situaciones: expansión, equilibrio o reducción que finaliza en la extinción.

La situación de expansión se produce cuando el número de miembros de una generación es superior al de la anterior, la de equilibrio cuando es igual y la de reducción cuando es inferior. En este último caso, común a los seres humanos, cuando se produce una situación de reducción, el final es la aniquilación y desaparición.

La situación de equilibrio en los seres humanos se produce cuando el número medio de hijos es de 2,1 por mujer, ya que el número de nacimientos de va rones es ligeramente superior al de mujeres, que en definitiva son las que condicionan la reproducción.

Lo que se plantea en este artículo es en qué situación está España. Contra lo que suele circular como tópico, la natalidad relativa en España durante el siglo XX se mantuvo casi estable hasta 1935, decreciendo muy suavemente desde un porcentaje de 33 nacimientos cada mil habitantes hasta el 27‰ de media; tiene una caída apreciable hasta 1943 hasta el 23‰, probablemente a causa de la guerra y desde esa fecha baja de una manera prácticamente constante, pero muy suave y con ligeras oscilaciones hasta 1978 en la que se llega al 18‰; desde 1979 se produce caída brusca del índice de natalidad y del coeficiente de fertilidad o cifra media de hijos por mujer.

El estudio se refiere solamente a la población de origen español, que incluye la que se ha ido incorporando a la cultura española de forma progresiva y lenta procedente de cualquier país, pero no toma en consideración la reciente inmigración masiva.

La incidencia de la inmigración ha cambiado recientemente de forma radical, debido en parte al vacío que se ha producido en la población que debe incorporarse al trabajo, entre 15 y 30 años como consecuencia de las prácticas anticonceptivas y del aborto y que puede estimarse en una reducción de la población –de edades entre 0 y 30 años– del orden de 7 millones de habitantes del que aproximadamente el 20% corresponde a la destrucción de concebidos mediante el aborto. Otro factor que ha influido en la inmigración incontrolada, que ni siquiera ha tenido en cuenta la entrada masiva de delincuentes, ha sido la necesidad de presionar sobre el mercado laboral frenando los salarios y con efecto indeseado de frenar a su vez el incremento natural de productividad.

Es evidente que la Península Ibérica, y en general Europa, no van a quedar vacías, tal como ocurrió en el pasado precediendo a todas las invasiones desde la prehistoria pasando por la de los bárbaros o la mahometana. En la actualidad la invasión se producirá preferentemente de África, tanto por proximidad como por fecundidad que es más de tres veces superior a la española. Po r ejemplo, en 1954, Marruecos tenía 9,55 millones de habitantes y España 29 millones; en 2007, Marruecos alcanza 33,2 millones de habitantes frente a los 41 millones de España como población de origen español, más 4,52 millones de inmigrantes de los que 0,54 millones eran marroquíes.

Lo que trato de plantear y contestar es si esa situación de reducción de la población de origen español es un proceso de aniquilación, y si de ser afirmativa la pregunta, en qué plazo y si ese proceso incluye a la Iglesia en España.

Otra limitación del presente trabajo es que en estudio se supone que los índices de fertilidad españoles se estabilizarán en el nivel actual, cuando los indicios son de una tendencia a reducirse, lo que haría las previsiones más catastróficas.

Otro presupuesto que se toma en consideración, es el de la fecundidad natural, a pesar de la que las perspectivas son de una tendencia al “mundo feliz” de A. Huxley, que ya ha comenzado, en el que la fecundación “in vitro” será la norma y la fecundación natural será considerada como algo obsceno.

 

CUESTIONES PREVIAS

Suponemos que el período considerado como unidad es de 30 años, correspondiente al período de vida fértil de la mujer, entre 15 y 44 años. De hecho, en teoría, sería un poco más amplio, pero lo que sobrepasa esos límites lo hemos considerado como despreciable.

Los datos más accesibles son los que corresponden a España sin segmentar la población por religión o creencias, y mucho menos por grado de cumplimiento. Por ello en algunos casos hemos tenido que realizar estimaciones basadas en encuestas y estudios parciales, pero que hemos considerado lo suficientemente fiables como para extrapolarlos.

El objetivo no es solamente hacer una proyección de la población española que se dirige hacia su extinción, sino subdividirla entre los católicos practicantes, que podemos considerar fervorosos –es decir que participan en la misa u otros actos, más de una vez por semana– y el resto de los españoles incluidos tanto los católicos no practicantes como los que lo son ocasionales y los que pertenecen a otras religiones o son ateos o agnósticos.

Otro problema que se plantea en una proyección histórica es que partimos de una situación estable del entorno social o de la tendencia de su evolución. Es decir, se supone que a largo plazo el escenario mundial va a continuar parecido, con conflictos locales y una estructura global de mayor integración pero con cierta autonomía estatal sin conflictos sociales radicales. Todos estos supuestos son irreales, sobre todo a largo plazo, pero a medio plazo la tendencia actual de variables fundamentales, como en este caso es la demografía, es difícil que se modifique de forma sustancial.

Muchos de los aspectos tratados aquí, y de modo preferente los de proyección de la población han sido tratados ya en el excelente artículo de Gonzalo Fernández de la Mora y Varela, bajo el título “La despoblación de España”, publicado en el n.º 101 de la revista Razón española, del año 2000. El rigor del estudio queda avalado, por qué 10 años después continúa estando vigente salvo en aspectos secundarios.

Prácticamente asumo la tesis del artículo en su totalidad, en la que me permito hacer una apostilla en una parte que está íntimamente relacionada con el objeto de este trabajo.

Se trata del análisis de las posibles causas de la caída espectacular de la natalidad y consecuentemente del índice de fertilidad a partir de 1978.

Al comentar Fernández de la Mora lo que Rafael Puyol enumera como causas de la caída de la natalidad española, se centra en dos específicamente españolas: una cultural, la caída de la nupcialidad y otra política debida al carácter antinatalista de diferentes medidas de gobierno.

A mi juicio, sobre las causas enumeradas por Rafael Puyol ni siquiera merece la pena entrar, y las que destaca Fernández de la Mora, con ser ciertas, son a mi juicio más consecuencias que causas. Lo que he deducido de otros estudios y que –está resumido admirablemente en la expresión de Ramón Llull: “Vive mejor el pobre dotado de esperanza que el rico sin ella”–, es que la causa profunda de la caída de la natalidad es la pérdida de la esperanza, sin que ello quiera decir que esta causa profunda no esté encadenada con otras que la potencien.

Hasta el año 78, la sociedad española estaba convencida de que el futuro sería mucho mejor que el pasado en todos los aspectos, y de forma significativa en el económico y político y ello estaba avalado por los hechos. La transición política se iba a desarrollar de una forma ordenada e iba constituir una continuidad con importantes modificaciones y avances en el campo de la libertad política, pero sin cambios sustanciales y por ello votó de forma aplastante por la Reforma, a pesar de los esfuerzos de la oposición por implantar una ruptura. A partir de 1978 esa confianza se quiebra y como consecuencia del pesimismo que invade a la sociedad la mayor muestra de confianza en el futuro y de esperanza, que son los hijos, sufre las consecuencias.

Así se produce en los 31 años que van de 1978 a 2009, la eliminación de esos aproximadamente 7 millones de nacimientos que se mencionan en el punto anterior y de los que el 20% corresponden a abortos provocados y el resto en su mayor parte a la anticoncepción de madres potenciales que incluso han perdido la esperanza de llegar al matrimonio estable que garantice a su vez la estabilidad y protección de los hijos.

Como muy bien se señala en el artículo de Fernández de la Mora, la eliminación de 6 ó 7 millones de personas improductivas desde el nacimiento hasta los 20 años, representa la eliminación de una inversión de no menos de 6.000 Euros anuales por niño, o de un global de 40.000.000.000 de Euros, que se dedican al consumo y falsean los datos de la renta “per cápita” al hacer innecesaria la inversión en educación, alimentación, vestido, cultura, vivienda, etc. El efecto inmediato y progresivo de esa desinversión en material humano, fue el de atenuar la terrible crisis económica y de paro que se produjo durante el largo gobierno socialista de Felipe González.

Simultáneamente, al cabo de 20 años, la sustitución de esos no nacidos hacen necesaria la inmigración de esos 4 ó 5 millones de mano de obra barata que presione sobre los salarios a la baja y al mismo tiempo proporcione un subproletariado dócil con el pretexto de solidaridad.

 

DATOS

El dato más importante es el se refiere al número medio de hijos por mujer, que como hemos expuesto se refiere a un período fértil de 30 años. El otro dato fundamental es conocer la segmentación de la población española en católicos que denominamos fervorosos y el resto de los españoles de origen, es decir, excluidos los extranjeros residentes.

Como dato inicial, según el INE, la población femenina en edad fértil, entre 15 y 44 años, en 1981, era de 7.669.800 mujeres, en una población total de 37.683.363 habitantes.

Partimos del índice de fecundidad de mantenimiento de la población = 2,1 hijos/mujer. A continuación, tenemos que el número medio de hijos por mujer según el INE, partiendo de 1976 con 2,8, baja hasta el 1,15 en 1998 y se recupera lentamente hasta 1,4 en 2007. Tomamos como base el más bajo, puesto que la recuperación de natalidad a partir de final de los años 90 se debe a la inmigración de origen hispanoamericano, marroquí y subsahariana, y lo que pretendemos es estimar una proyección de la población de origen español puesto que es evidente que se irá produciendo una sustitución de la misma por parte de la inmigración y no diferenciarla desvirtuaría la estimación.

Al mismo tiempo hemos considerado como estable ese índice de 1,15 hijos/mujer, a pesar de que parece que la tendencia es a la reducción progresiva.

Dentro de los datos hemos considerado también el porcentaje de homosexuales, puesto que en su condición de estériles por su actividad sexual, su aumento, caso de ser significativo, puede tener influencia importante en la demografía. Según una encuesta del INE del año 2003, el 3% de los varones españoles y el 2,7% de las mujeres han tenido alguna experiencia homosexual a lo largo de su vida. Evidentemente eso no significa que se puedan calificar de homosexuales, pero aún en ese caso habría que fijarse solamente en el porcentaje femenino, puesto que es el que determina la fertilidad.

Sin embargo, a pesar de que hay una evidencia de la creciente influencia del colectivo homosexual y de su afán exhibicionista incluso desafiante, ello no se corresponde con la constatación de un aumento de su número, o al menos no hay muestra de ello ni en España ni en otros países en los que no existe discriminación en razón de la orientación sexual. Otra razón por la que no lo hemos tenido en consideración es porque no hay evidencias de que el porcentaje de homosexuales sea menor entre los católicos y el que sean más o menos activos no tiene influencia en la fertilidad.

Pasando a la natalidad de los que hemos denominado católicos fervorosos, tenemos que según una encuesta (Gallup) de 2007, el 73,8% de los españoles se declara católico, el 36% son practicantes ocasionales y el resto son no practicantes. Según una encuesta del CIS de 2009, el 13,3% son católicos que asisten a la iglesia con regularidad cada semana y el 2% varias veces por semana a los que se puede considerar católicos fervorosos o de misa diaria. El porcentaje de ateos es del 7,6% y el de no creyentes es del 8,9%.

La reducción con respecto a 1976, en el que el 49% de los españoles se declaraba católico practicante, es muy importante, pero menor de lo que suele exponerse en los medios como incuestionable.

El número de jóvenes entre 15 y 29 años que se declara católico según un estudio, en 2008, es del 49% y practicantes el 14,2%.

Estos datos indicarían que a pesar de que la edad entre 15 y 29 años es la de menor práctica religiosa y la edad en que existe mayor resistencia a declararse religioso, el porcentaje de practicantes católicos se mantiene como mínimo estable. Esta cifra del 14,2% de jóvenes se puede poner en relación con el 13,3% de población general de católicos fervorosos, pues confirma el porcentaje e incluso la aumenta.

¿Qué influencia tiene esto en la natalidad? Veamos otros datos relacionados y que son indicativos:

En Andalucía en 2008, el 63,6% de los matrimonios celebrados fueron católicos de un total de 38.004. Y el total de nacimientos fue de 100.346, de los que el 12,3% fueron de madre extranjera, para una población extranjera (INE) del 8%, del que aproximadamente un tercio son originarios de la UE, con natalidad parecida a la española. Estudios en Cataluña, confirman que el número medio de hijos del 15% de católicos practicantes es aproximadamente un 50% mayor que el de no practicantes y más de 4 veces más que el de agnósticos y ateos; extrapolando esto a España se puede estimar que el número medio de hijos por mujer católica practicante, fervorosa o muy fervorosa es superior a 3, pero tomaremos esta cifra a efectos de cálculo.

Se puede estimar que el número medio de hijos por mujer en el sector de población de católicos practicantes fervorosos o muy fervorosos (13,3% de la población de origen español) y de inmigrantes no comunitarios es muy semejante y desde luego superior a 3, aunque a efectos del estudio, repito que consideraremos esta cifra.

En el año 2007, según el INE, se alcanza el 30,24% de los nacimientos que lo han sido de mujeres no casadas. El número de hijos fuera del matrimonio ha crecido rápidamente, pues según el INE, el número de nacidos fuera del matrimonio fue de 2,16% en 1976, 10,01% en 1990, 17,74% en 2000 y 30,24% en 2007.

A su vez, la tasa de nupcialidad partiendo de 7,6‰ en 1975, baja a 5,68 en 1990 y a 4,23 en 2008.

¿Cómo debemos interpretar estos últimos datos? En primer lugar hay que suponer que el número de parejas más o menos estables, sean matrimonios o no, permanece casi constante, lo que indica que en los últimos años el porcentaje de parejas fuera del matrimonio es aproximadamente del 45%, pero tienen el 30% de los hijos.

Es lógico que la tendencia a tener hijos fuera del matrimonio sea menor que dentro de él, pero al mismo tiempo existe también una tendencia a utilizar los hijos como refuerzo del vínculo e incluso como justificación de un posterior matrimonio civil o canónico.

A su vez, el número medio de hijos por mujer de los católicos fervorosos (13,3%), lo estimamos en 3 y el resto de los españoles de origen de 0,82, lo que nos da una media de 1,15, resultante de 3 x 0,133 + 0,87 x 0,867 = 1,15.

 

En resumen, los datos básicos que se tomarán en la proyección, son los siguientes:

Nº de mujeres en edad fértil en 1981 = 7.669.800
Nº medio de reposición o equilibrio de la población, de hijos/mujer = 2,1
Nº medio actual de hijos/mujer de la población española = 1,15
Nº medio estimado de la población de católicos practicantes (13,3%) de hijos/mujer = 3
Nº medio estimado del resto de población (86,7%) de hijos/mujer = 0,87
 

 

INSTRUMENTOS UTILIZADOS

Como instrumento de cálculo utilizaremos una función exponencial sencilla, que viene expresada y aplicada a los datos en el ANEXO.

El resultado sería que en el momento 1, es decir a los 30 años, el nº de mujeres en edad fértil en España se reduciría al 55%. El momento “0”, en sentido estricto sería 1998, en el que se alcanza una tasa media de hijos por mujer es 1,15 y el momento 1 sería 2028, pero como el proceso de deterioro se inició mucho antes, en 1978, a efectos prácticos podemos considerar el momento “0” 1980 y el “1” 2010.

Ahora bien ya que el impacto de la reducción de natalidad de las mujeres en edad fértil, comienza 15 años después del nacimiento, el impacto de la reducción de natalidad se notará plenamente hacia el año 2035.

En este caso, el número de mujeres en edad fértil en 2010 sería el 75% del año 1980 y para el segundo período, en el año 2040, el número de mujeres en edad fértil sería el 41,25% del año 1980, y 300 años después, en el año 2340, sería el 1‰ de las mujeres fértiles del año 1980 en España.

El número de mujeres en edad fértil, pasaría de 7.669.800 en 1980 a 7.669.800 x 0,4125 = 3.163.793, en 2040.

La población de origen español desaparecería en el momento en el que no hubiera ninguna mujer en edad de procrear que sería hacia el año 2850, en el que habría 1/4 de mujer de origen español en edad de procrear.

 

Eso bajo el supuesto de que:

 – La situación no continuara deteriorándose, lo cual no es probable.

– Que considerásemos sólo las mujeres de origen español en 1980 (incluidas por supuesto las de origen gitano o nacionalizadas de otro origen en esa fecha pero nacidas en España).

 

DESGLOSE DE LA POBLACIÓN

Ahora nos proponemos un salto cualitativo segmentando la población en católicos y los que no lo son o lo son sólo nominalmente. El detalle se encuentra también el ANEXO.

Partiendo de una población femenina de católicas en edad fértil en 1980 de 1.020.083 y de 6.649.717 de población femenina en edad fértil no católicas o católicas tibias.

Aplicando la fórmula para cada uno de los segmentos de población femenina, tendremos para la considerada como no católica, 2.094.661 mujeres fértiles en el año 2040. Y 0,33 mujeres fértiles no católicas o poco fervorosas hacia el año 2600, en que desaparecería la población de origen español, poco o no católica.

Para la considerada como católica fervorosa, tendríamos hacia el año 2130, 5.979.710 mujeres en edad fértil.

Bajo el supuesto de dos poblaciones semiaisladas, tanto culturalmente como de convivencia social. Partiendo del año 1980, una minoritaria católica fervorosa y otra mayoritaria no católica o de un catolicismo escasamente practicante, hacia el año 2130, la población de origen español habrá recuperado casi los niveles actuales, pero más del 90% será católica fervorosa, invirtiendo la situación actual.

 

RESULTADOS

Hasta aquí los resultados obtenidos basados en la abstracción mediante fórmula matemática en la que los supuestos de que el comportamiento de la población española va continuar como en la actualidad. Veamos ahora la interpretación de estos resultados y las objeciones a los mismos.

En primer lugar hay que tener en cuenta que cuanto más dilatado sea el período considerado menos fiables serán los resultados, no porque no sean adecuados los presupuestos, sino por que se pueden ir incorporando variables no presentes en la actualidad, o incluso las existentes pueden adquirir un peso cada vez mayor e incluso decisivo.

El artículo podría finalizar aquí, dejando las deducciones y conclusiones al lector, pero he considerado que debo aportar mis propias conclusiones, que a su vez no impide que el lector saque las suyas, incluso divergentes.

Remitiéndonos sólo a la situación de dos sociedades que vive n en paralelo, la católica y la no católica. Al margen de la ciencia, pueden aparecer variables que hoy son impensables pero que empiezan a vislumbrarse. A título de ejemplo enumeraré algunas:

 – Actualmente algo que objetivamente es la destrucción de un ser humano desde el punto de vista científico, como es la permisividad con el aborto, puede generalizarse o incluso imponerse. De hecho la limitación de la natalidad, que incluía el aborto, se impuso en China por ley.

– Puede producirse una guerra de alcance mundial, en el que el equilibrio de poderes varíe sustancialmente y en el que a los vencidos les imponga una limitación demográfica como ocurrió en el pasado en Esparta o con los judíos en Egipto.

– Podría llegar a imponerse un método de eugenesia, más o menos arbitrario en la elección de características que limitara la población a un determinado nivel mundial.

– Podría eliminarse la reproducción humana natural, tal como se ha apuntado anteriormente, con lo que la natalidad quedaría reducida a una producción de tipo industrial y sometida a un mercado de oferta y demanda. La fecundación y gestación “in vitro” de seres humanos de forma generalizada, podría imponerse.

– Los esfuerzos por generalizar las prácticas homosexuales y el sexo promiscuo mediante el estímulo de las prácticas sexuales prematuras homo y heterosexuales, so capa de educación, y previas a la adolescencia, pueden afectar de lleno a las familias católicas y de hecho le está afectando.

– La generalización de la corrupción podría captar a la mayor parte de los nacidos en familias de práctica religiosa fervorosa, pasando a engrosar el número de los no católicos y consiguientemente reduciendo su natalidad.

– Los católicos, musulmanes y gitanos, católicos o no, por poner de ejemplo, podrían considerarse una amenaza para la oligarquía dominante y casi estéril, e impedirles la procreación mediante la imposición de una esterilización masiva.

 

CONCLUSIÓN

Todo colectivo de seres vivos, no solamente lucha por su supervivencia sino que tiende a colonizar su entorno cuando tiene vitalidad, o a desaparecer si no la tiene.

Los dos colectivos humanos que han empezado a convivir de espaldas, tienen características peculiares y en buena parte divergentes, hasta el punto que en puridad se pueden tratar como dos poblaciones. Su situación de separación es en cierto modo superior a las poblaciones de dos países, puesto que un católico español practicante se encuentra más próximo en forma de pensar y actuar a un católico francés, italiano, americano, etc., que a un compatriota ateo, masón, agnóstico e incluso a un católico que sólo lo es nominalmente y que vive de espaldas a la Iglesia.

 

Católicos

El 13,3% de la población española formada por católicos fervorosos y adheridos de forma regular y sólida a la Iglesia como comunidad y estructura, tiene una gran vitalidad intelectual y física y desde el punto de vista demográfico tiende a una expansión relativamente rápida. De hecho, si las condiciones actuales continúan, en un plazo de 150 años la sociedad española sería profundamente católica sin más que tener en cuenta las condiciones demográficas. Como contrapartida tiene una serie de debilidades que lo hacen vulnerable y ponen en peligro esa perspectiva:

 – Tienen el poder político, e incluso los llamados poderes fácticos, y los medios de comunicación en contra.

– Adolece de un fuerte complejo de inferioridad intelectual que se pone de manifiesto en un retraimiento a la hora de hacerlo público y de mantenerse de una manera casi permanente a la defensiva en contra del mandato evangélico de “ir y predicar el Evangelio”.

– La agresión a que es sometida es indirecta y soterrada y se refiere a aspectos como amordazar la transmisión del Mensaje, corromper a la infancia tanto intelectualmente como en las costumbres, banalizando no sólo la sexualidad sino también el consumo de drogas o alcohol y socavando el concepto de familia y el respeto a la vida.

– Los pastores, obispos y sacerdotes, o si se prefiere llamarlos dirigentes, del colectivo católico son poco combativos, con una formación doctrinal insuficiente y con tendencia a inclinarse por el “mal menor” y por tanto a encontrarse permanentemente a la defensiva.

 El resultado que se produciría es que los católicos estarían proporcionando “carne fresca” a los enemigos de la Iglesia y por extensión de la humanidad en general.

 

No católicos

En ese 86,7% de la población española de los que hemos considerado como “no católicos” hay más de un 20% de católicos que se consideran practicantes, pero que lo son escasamente y casi un 45% de católicos nominales que no practican nunca o muy ocasionalmente. Este colectivo está influido y en buena parte dominado por una oligarquía que vive parasitariamente de ella, ocupando puestos claves en la política, el sistema económico financiero, medios de comunicación y el entramado cultural.

Esa oligarquía parasitaria y de militancia anticatólica es captada preferentemente entre ese 7,6% de ateos o del 8,9% de agnósticos que por convicción o por naturaleza es casi siempre estéril, lo que los avocaría a la extinción como colectivo de forma natural si no fuera por su poder de captación en el resto de los colectivos en que se segmenta la sociedad española.

En este sentido el 86,7% de población no católica o de católicos tibios carece de defensas naturales para mostrar un criterio independiente y libre. De hecho se está imponiendo el caricaturesco lema americano de “es indecente ser diferente”.

 

Defensa del colectivo de católicos españoles

Al margen de la consideración religiosa católica, de que los fieles deben actuar como tales en cuanto a formación, cumplimiento y expansión predicando el Evangelio, como este no es el objetivo del artículo, me limitaré a los aspectos de tipo práctico como si de una organización profana se tratara.

En primer lugar toda organización viva que quiera sobre vivir, debe hacer frente a los peligros presentes que amenazan su supervivencia, prepararse para hacer frente a los peligros probables y tener prevista una estrategia para cortar o anular los posibles.

La amenaza se cierne de manera fundamental, más que sobre el colectivo actual, sobre el futuro, es decir los hijos, y de ahí el ataque permanente a la familia en todos los ámbitos desde la educación a la legislación.

El núcleo duro enemigo de la Iglesia, que parasita al resto de la población, encontrará la mínima resistencia en el colectivo de no católicos o católicos tibios. Es decir el 86,7% de la población, pero sus esfuerzos se dirigen en última instancia a captar a los hijos del 13,3% de la población católica muy practicante. Sus esfuerzos permanentes, redoblados cuando controlan el gobierno, se centran en:

– Imposición de una determinada ética contraria a la moral católica o como mínimo que relativice sus principios, y todo ello al margen de los padres como si eso fuera una atribución gubernamental en contra de lo que recoge la vigente Constitución española de 1978.

– Eliminación práctica de la objeción de conciencia, pues alguien que tiene conciencia es poco manipulable.

– Consideración al feto como “no humano”, en contra de los principios científicos más elementales, y al embrión como objeto de experimentación. Desvinculando todo el proceso y relación humana del amor y tratándolo al feto y al embrión como un producto.

– Eliminar el respeto a la vida humana, considerada inútil, pervirtiendo la escala de valores de forma que se considere piadosa la eliminación de un anciano o un discapacitado.

– Ataque a la familia desvirtuando su naturaleza y reduciendo el matrimonio a un contrato temporal con menores obligaciones que uno mercantil.

– Tolerancia o permisividad en el tráfico y consumo de drogas incluso con menores.

– Control de los medios de comunicación. Presentación de forma sesgada y magnificada toda noticia referente a la Iglesia y a poder ser ridiculizar las creencias.

– Tolerancia práctica o permisividad con el tráfico de mujeres prostituidas y con la pornografía.

– Fomentar las relaciones sexuales prematuras y presentar las relaciones homosexuales en el mismo plano que las heterosexuales y con la única finalidad de la búsqueda de placer.

– Vaciar de significado el concepto referente a delitos como exhibicionismo y provocación sexual, incluso a menores y realizado por profesores.

– Borrar todo símbolo religioso público.

 

Alternativas de medios de defensa

– Enquistarse, tal como han hecho los cristianos en el pasado retirándose u ocultándose en las catacumbas, y en buena medida lo que ocurrió en España durante el gobierno del Frente Popular, en Japón o en Irlanda durante períodos dilatados, o en el mundo en la llamada Iglesia del silencio o en otras confesiones como los judíos repetidamente a lo largo de la historia.

– Retirarse de modo semejante a los monjes o a los guetos judíos, de forma que puedan preservarse las costumbres y creencias sin sufrir una contaminación apreciable.

– Como en toda competencia, tomar la iniciativa y compensar las pérdidas con una captación proselitista activa no sólo entre los católicos tibios sino entre los anticatólicos.

– Oponerse con todos los medios legales a las iniciativas que ataquen al colectivo católico o simplemente la libertad como seres humanos. Extenderlo a la oposición de cualquier iniciativa que coarte la libertad individual y amplíe el poder del Estado aunque no tenga que ver con la religión.

Cualquier iniciativa de un colectivo con una estrategia defensiva está abocado al fracaso, ya se trate de la iniciativa de una empresa, cultural o religiosa.

Los miembros del colectivo católico, en defensa de la felicidad de sus hijos, precisan un esfuerzo especial en diferentes campos:

– Defensa a ultranza de la vida desde la concepción, pues en ello se juegan la supervivencia como grupo.

– Defensa del respeto al embrión como muestra del respeto al ser humano en todas sus fases de desarrollo. Apoyando o colaborando con cualquier otro colectivo que comparta y defienda este principio.

– Participar en los colegios en las “asociaciones de padres” y controlando qué tipo educación se les imparte e influyendo en ella.

– Evitar el consumo de medios de comunicación empezando por la TV y terminando con la prensa. Seleccionar cuidadosamente el arte y la literatura adaptándola progresivamente a la edad y desarrollo intelectual de los hijos, como en cualquier otra materia.

– Fomentar el diálogo y las relaciones familiares. Fomentar la lectura y potenciar la formación y práctica religiosa. Potenciar la oración y la práctica religiosa en familia.

– Asociarse a organizaciones en las que se pueda tener confianza en relaciones de ocio y formación con personas afines.

– Revitalizar la vida parroquial participando lo más posible en todas sus actividades, integrándose en aquella que tenga vitalidad.

– Tratar de influir en la vida política participando aunque sea de manera modesta.

Insisto que la intención es tratar al colectivo como un organismo vivo que trata de expandirse, al margen de toda consideración religiosa que es sin duda su objetivo final y con los medios realmente poderosos como son oración y sacramentos.

 

ANEXO

Como instrumento de cálculo utilizaremos un instrumento relativamente tosco de una función exponencial sencilla. Podría utilizarse un instrumento matemáticamente más refinado, pero hemos considerado que dado lo dilatado del tiempo considerado ello no daría mayor precisión a los resultados.

La fórmula utilizada viene determinada por:

Pt = Po (%R)^t

En el que
Pt = Población final de mujeres en el momento t en edad fértil
Po = Población inicial de mujeres en el momento 0 en edad fértil
t = nº de períodos de 30 años como duración de la fertilidad femenina
% R = de la fertilidad real sobre la de reposición de una población
Nº de mujeres en edad fértil en 1981 = 7.669.800
Nº medio de hijos/mujer a efectos de cálculo de la población española actual = 1,15
Nº medio de hijos/mujer a efectos de cálculo de la población de católicos fervorosos = 3
Nº medio de hijos/mujer a efectos de cálculo de no católicos fervorosos = 0,87
Nº medio de hijos/mujer en situación de equilibrio = 2,1
%R actual (2010) 1,15/2,1 = 0,55
%R población católica practicante 3/2,1 = 1,43
%R población no católica no practicante 0,87/2,1 = 0,42

En el momento 1, es decir a los 30 años, el nº de mujeres en edad fértil se reduciría al 55%. El momento “0”, en sentido estricto sería 1998, en el que se alcanza una tasa media de hijos por mujer es 1,15 y el momento 1 sería 2028, pero como el proceso de deterioro se inició mucho antes, en 1978, a efectos prácticos podemos considerar el momento “0” 1980 y el “1” 2010.

Ahora bien ya que el impacto de la reducción de natalidad de las mujeres en edad fértil, comienza 15 años después del nacimiento, el impacto de la reducción de natalidad se notará plenamente hacia el año 2035. Teniendo en cuenta esto, para el primer período consideramos un número medio de hijos por mujer de 1,58, con lo que el coeficiente del primer período sería de 0,75, y de la aplicación de la fórmula quedaría:

Pt = Po x 0,75(0,55)^(t-1)

En este caso, el número de mujeres en edad fértil en 2010 sería el 75 % del año 1980 y para el segundo período, en el año 2040, el número de mujeres en edad fértil sería

Pt = Po x 0,75 x 0,55 = 0,4125 x Po

Es decir, el 41,25 % del año 1980, y 300 años después, en el año 2340, sería el 1‰ de las mujeres fértiles del año 1980 en España.

El número de mujeres en edad fértil, pasaría de 7.669.800 en 1980 a 7.669.800 x 0,4125 = 3.163.793

La población de origen español desaparecería en el momento en el que no hubiera ninguna mujer en edad de procrear que sería hacia el año 2850, en el que habría 1/4 de mujer de origen español en edad de procrear. Resultado de aplicar la fórmula:

P29 = 7.669.800 x 0,4125 x 0,55^27 = 0,29

Eso bajo el supuesto de que:

– La situación no continuara deteriorándose, lo cual no es probable.

– Que considerásemos sólo las mujeres de origen español en 1980 (incluidas por supuesto las de origen gitano o nacionalizadas de otro origen en esa fecha pero nacidas en España).

Desglose de la población:

Población femenina de católicas que podemos considerar fervorosas en edad fértil, en 1980

Poc = 7.669.800 x 0,133 = 1.020.083
Población femenina en edad fértil no católicas o católicas tibias, en 1980
Ponc = 7.669.800 x 0,867 = 6.649.717

Si aplicamos la fórmula para cada uno de los segmentos de población, tendremos para la considerada como no católica, lo siguiente:

Ptnc = 6.649.717 x 0,75 x (0,42)^t-1 = 2.094.661 mujeres fértiles en el año 2040
P20nc = 0,33 mujeres fértiles no católicas o escasamente practicantes hacia el año 2600, en que desaparecería la población de origen español, no católica o que lo es sólo nominalmente.

Para la considerada como católica fervorosa, tendríamos lo siguiente hacia el año 2130:

P5c = 1.020.083 x (1,43)^5 = 5.979.710

Bajo el supuesto de dos poblaciones semiaisladas, tanto culturalmente como de convivencia social. Partiendo del año 1980, una minoritaria católica fervorosa y otra mayoritaria no católica o de un catolicismo escasamente practicante, hacia el año 2130, la población de origen español habrá recuperado casi los niveles actuales, pero más del 90% será católica fervorosa.