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Número 199-200

Serie XX

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El sentido más profundo de la vida

EL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA. VIDA
POR BL
Prof. Mag. Dr. Ivo HoLLHUBEJI. (*)
Juzgar que la. vida vale o no vale la pena de ·que se
la ~iva, es responder a la pregunta fundamental de la
filosofía (Al.BEJI. CA.Mus).
I
Vivimos en una época de corrupci6n que comiste en saber quién
llega antes a matar al hombre en el hombre. El hombre moderno recuerda todas sus citas, inenos la que
tie­
ne

consigo mismo
-como ya habíamos

puesto de relieve en nues­
tra comunicación presentada al décimotercero Congreso Internacio­
nal de
Filosofia, México, 1963-.
Constatamos que la fisonomía del hombre moderno es desca­
radamente atea, siguiendo la
pauta que le ofreció Jean Paul Sartre
cuando
declaró: «L'eicistencialisme n'est pas autre chose q'un effort
pour tirer
toutes les conséquenées d'uné positió
(

el existencialismo no
es sino el esfuerzo por sacar todas las con'
secuencias

de una posición atea coherente).
Pero hay más :
aun si existiese Dioo --<¡uiso decir Sartce-, no
cambiaría nada; nada podría salvar al hombre de sí mismo, ni si­
quiera una prueba válida de la existencia de Dios. Huelga añadir
que
esa posición

que el hombre
moderno ampliamente
hizo suya,
(*) El Profesor Magnificus Dr. Ivo HOllhuber, de la Universidad de
Innsbruck (Austria), que el pasa.do año obtuvo··-Jñ_.Grand Prix Mediterrannée
(sección «Saggitica») y fue «iscritto all" Albo -d'Oro d'ell Accademía D'Eur.o­
pa», en Nápoles, ha tenido la deferend?, con Verba de concedemos el ho~
nor de publicarle este profundo y brillatlte estudio escrito en castellano
por él-mismo.
1113
Fundaci\363n Speiro

IVO HOLLHUBER
equivale a una :indolencia e indiferencia absoluta, de manera que
Dios ya no se encuentra en el pensamiento moderno.
Débese, además, tomar en consideración que esa ausencia de
Dios en

el pensamiento moderno no es sólo una particularidad,
quizás del pensamiemo comúnista de los. Estado. totalitarios,

sino el
pensamiento moderno a secas, incluso el
pensamiento europeo y
aroericano

de los
Estados llamados burgueses

y democráticos. Parece
que una gruesa capa de
niebla de

ateísmo haya sido difundida sobre
la vida, intelectual también del occidente.
También la

posición pseudo-neutral· del
agnusticism(J, ya en su
punto de partida es atea,
pues lo es en cuanto que inten(!a. construir
una ciencia humana sin Dios, porque ya de comienzo ha excluido
que en el mundo haya lugar para Dios. El agnosticismo areo es la
renuncia a pensar hasta el fondo, es el pararse en las causas penúlti­
mas (ciencia) sin atreverse a· llegar hasta el primer principio

( me­
tafísica): como dijo M.
F.' &lacea.
Mientras el deistd -"--Oijo De Bónald-es un hombre que aún
no tuvo tiempo de
hacerse atoo, ·el ffeleista nos ·parece un hombre
ateo creyente, 1Jll ateo· é¡ue·-cree Contra todo y contra sí mismo.
Los más recientes árculos modernos, desviándose desde el sar­
trerismo desembocan en el Ilámado estructuralism-u, cuyo prohom­
bre más ilustre
. ....:...Michael Foucaú.It-escarooteó

el
hombre mismo
interpretado

por él como «una invención reciente»: ·
«L'homrile est
une in"ention dont l'archéologie de nofre pensée montee aisément
la date récente. Et p:,.u:-etre la · fin prochain.e» «El hoinbre es una
invención, cuya fecha reciente la arqueología de nuestro· pensamien­
to indica fácilme-nte. Y, quizá, su fin próximo); 'así dice la últi­
ma página de su obra priricipal
«Les inóts et les chooes» (Las pa­
·labras
y las cosas).
La bien conocida sentencia cartésiana «Cogito, · cigo sum>> se
ha convertido en su contrario: «Je parle, done je ne suis pas» (Ha­
blo, luego no soy)

: el
hombre ha muerto; hay muertos . a . quienes
se debe
matar -como explicó muy bien el ~tructuralismo--,, po~
ejemplo,

Jean-Marie
Auzias (

«Clefs -pour -le
st!'llcturalisme»): el
lenguaje, el discurso

han matado
· los

valores; las ciencias del
·hom­
bre

han matado al hombre; la literatura ha matado a los ·autores;
1114
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EL SENTIDO MAS PROFUNPO :Oll LA VID4
es cl Jeµguaje quien. hal:>la .en dos libros, ya,.no ·es .«yo», demasiado
ooioso
y .por esto; el>itadp y Ju1sta désechado,
Tanto el existencialismo ccun9 • el' esttucwrali$mo d":'cendiero~
® · ·• Jos. :veladores de café,. triviali­
,;iálidose en 1~ tertu.lias y· tónvittiéndose, .a--veces;, en-.. ~tribillos .-de
moda. ,
Subyacente a esas ideologías se esconde el. disfraz rnulticofor
del Humanismo.
Y a en sus publicaciones primeras Karl Marx sentó uoas raras
ecuaciones: «ese comunismo .cómo c;onsumado nafuralismo = hu­
manismo; como consumado humanismo
= naturalismo (¡siempre
con signos de ecuación 1).
De
esa maneta •el 11WxÍ!mo militante, .:imáginándose realizar así
los
intereses

más vitales del proletariado, adopta uoa
política que,
según él, encarna el

más
noble ·humanismo y · 1a rnás · alta moral .
.Aden1ás del enmascaramiéntd. ateo como . forma del «humanismo
más ndble y de más alta moral», hay en nuestros días uo humaois­
mo muy popular, a saber, el llamado· «humdnismo evoluéiondrio»,
sugerido por Julián, Huxley, que hajo lá máscara de un humanismo
pacífico

y neutral esconde
un agnos,idtmo · antimetaflsico, qne, en­
tre otros,
comprende las

religiones como uoo de
tantos valores re­
lativos
que

fuocionan en
lá organización psicosocial del hombre para
ayudarlo
a
esclarecer los problemas de su. destino. Es muy arries­
gado imbuir a

la juventud de la UNESCO uo tal
hillnanismo evo­
lucionario; aunque fio-sea obligatorio para ·esa unión internacional,
es, no obstante, .Ja profesión misma de su primer director Huxley,
y equivale a uoa tentación para la· juventud a que juigne anulado todó
carácter absoluto de
las religiones
y filosofías trascendentés y· acep­
te como verdadera la .dogmátización de 'la: ll!Ú !llallÍSmó modetno· cuyo destierro del Dios persónal y del ·espíritu
humano imperecedero ha · celebrado su

triunfo
culminante ·
en
las
filosofías modernísimas de-un,-carácter-ne(rpositivistas.
Hasta los círculos uhiverSitar-iOS, - qúe · Se Complacieron asistietldó
al strip-tease de uo humanismo hipócrita hicieron tantos aspavientos
para

dar la
bienvenida. a los últimos gritos ideológicos de los pa­
liques
· sartrianos y,· estructuralistas.
1115
Fundaci\363n Speiro

lVO HOLLHUBBR
En · rma sitlltWión caótica de nuestra sociedad moderna, caótka
también
en

los
países llamados burgueses

del Occidente,
n«e la
pregunta por el Sentido de Id Vida.
La pregunta hacia wi concepto de sentido parte de la reflexión
sobre

el
origen· y el término de la vida, asimismo concentrándose
en la
pregunta por
el sufrimiento, que
tantas veces parece carecer
de sentido a secas.
S. pude no haber ttiJo, ¿por qué soy?
Excluida, por un camino metodológico, la respuesta teísta, se
plantea. la pregunta

de si la vida tiene un sentido también sin la
existencia de un
Dios.
El

hombre moderno, que mide todo
por su utitlidad y que ha
perdido la conciencia de su fin, ha desviado su vida, auonadándola
ontológicamente;

el hombre
moderno nunca há tenido
una
duda
del

fundamento equivoco de los «fideísmos
científicos» que pro­
cedén iruriediatamente
de

los
matices multicolores del inmanenti.
mo,

del
materialisnio, del
historismo, del
pragmatismo o
del
relati­
vismo.
Así corre el hombre el riesgo de caer en el prejuicio de la su­
puesta «inutilidad» a secas de
la filosofía y del gratuito
< matismo» de la jurisprudencia.
Sin
embargo, también
en esa caótica situación,
predestinada para
unas perspectivas falsificadas de antemano en su cosmovisión, el
hombre no

puede menos de
cuestionarse .: . ratos el problema del
sentido de su vida.
·
En

el
&deJi ilusión;
tcido es

ilusión y un
cazar a viento. No hay nada mejor
para el

hombre sino que coma y
beba y se goze en todo y se re­
gale (2,24). Todos tienen el mismo aliento y no hay primacía del
hombre

sobre el
ganado. Todo
es
imaginación (3,19).
Un
mal parto
es mejor que él (6,3), y mejor es el día de la muerte que el del
nacinúenfo (7,1). Carecí del

gozo porque no
·hay cosa mejor ¡,ara
el hombre debajo del sol que comer y beber y divertirse (s,1,).
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EL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA VIDA
Tienen la misma, suerte el justo y el malhechor, el puro y el impu­
ro (9,2). Poco sirve que en
el último párrafo del Ecclesfastés lee­
mos que el polvo regresa a la tierra de la que salió y el espíritu
regresa al Dios que lo dio (12,7}, porque todo es ilusión (12,8).
El problema de hacer el balaoce de todo el bien y de todo el mal
no está resuelto.
Sófocles, en su «Edipo en Kolono» (versos 1.225 y sigs.), dijo:
M~ cpava, ,ov 4,cav,a 'vtx4 Nlrov' ,5 a•e,cei cp»v;¡, ~y¡va, xei&""
61}ey ,cep ~Xet, ,COA.o aeú.SpOYÓ><; ,á--,(to-ta.
(No haber nacido, oh hombre, es palabra más alta; pero, si es que
tú vienes al mundo, estima ser lo mejor, el regresar al vuelo, hacia
allí, de donde viniste.)
En balde buscamos un sentido de la vida, suficientemente ma­
nifestado, hasta en los más sublimes pensadores de la Grecia An­
tigua. El mundo no muere, no se destruye. ¿Qué fin está destinado
a realizar? ¿Cuál es el significado de toda existencia terrenal, des­
de su advenimiento a la vida, desde su juventud hasta la próxima
vejez?
Ninguno,
nos dicen.
¿ A qué aspira el devenir de todas las
cosas?
El fin de tanto devenir es el fin de todas [as cosas, no tiene
Jinalidad.
El

Eros platónico es deseo
de inmortalidad. Para él, siendo el
único ser que sabe que no es eterno y que debe morir, esta con­
ciencia de la muerte es, al mismo tiempo, aspiración a la inmorta­
lidad. Así
el hombre siente ser miseria y grandeza, se cree ser el
eterno mendicante del Absoluto.
Más de mil años transcurren y Giacomo Leopardi, en un verso
dirigido a sí mismo ( «A se stesso») confesará:
«Amaro e noia.
La vita, altro mal nulla; e fango e il mondo ...
E l'infinitá del tutto».
( Amargura y aburrimiento.
La vida no es ninguna otra cosa;
y fango es el mundo y todo es una infinita vaoidad.)
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Wó HOLLHCJBBR
Miguel de Unamuno, un siglo ~ tarde, erigió la duda tri:
gica y vital en súprema norma de· vida; ~.n alma infatigabl~ de
pensador
quedaba sumergida en una
íntima .. amargura porque .. no
pudo jamás unir su ansia de, inmortalidad con. su extremo ratjo,
nalismo
que

le
hizo suponer

en
todas verdades : sólo .«ahogac¡a. y
sofistería»
y, ttistemente, desesperándose de todo,. confesar en un
soneto
.del 20 de diciembre de 1924 :< .
«Nada es el • top/ di,} mu.Íldano empeño, .
Nada, nada, nada ... -, ·ñada· ostuta.;:.
Y en esta soledad de soledades
Da lo mismo qne · afirmes o que
dudes.»
Miguel

de Unamuno,
para quien la consciencia ha sido una en'
fermalad y quien padeció· incurablemente del incesto 'de su cora­
zón con su

inteligencia, intentó
;,,;,· balde hallar

un sentido de
una
vida desp,;gada
de uná créenciá en

un
Dios persorial y en una in­
mortalidad personal

del
homÍ>re; · como . resulta de

su
corres¡,on·
denda

voluminosa
. con s,,. amigo y· compatriota Ilundáin; y, además
de

su diario
dírico «eancionero», publicado en Buenos

Aires,
• en
1953, con casi
dos

mil
canciones cuya ptofundidad no

está
aún
agotada.
· Negad" Dio,; lrxlo ,u '1dlla y no se puede hallar un sentido
satisfactorio d,é' la vida: éste es el resulta.do de las reflexiones .;,b.
yacentes a casi' iodos los dramas
de urio de

los
más geniales
escri>
tóres de núestro 'siglo ....:.Luigi Pirándell""'-'. · ·
Sobre
la

base de una concepción·
[.;,omeriológica y sensualista
de
la realidad, Piran dello ~ómo bien lo explicó M. F. &iacca en
su obra
«L'Estetisino-Kierkeg~árd-Pirandello», Milano, 197~ quiso
realizar una forma absoluta de la vida como ac:rualización de lo infi­
nito en lo

finito
y fracasó en esta empresa; porque:!a tragedia nace
sin
una
catiitsís y Íin '·sálvaclón· cuando se .ttesenta ~¡ prj,blema de
la Verdad a:bsoluta para resolverlo mediante la a.ctual.izadón de una
de las formas de la realidad fluyente
y relativa. Se hace,¡ nebulosas
las
distinciones entre ser
y parecer, entre vel-d~ro y fantasma.
l'odo
.hacer hµii:!,mo es .sin ·~entidt,. y sin -valor, un· miserable
Hi8
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EL SENTIDO MAS PROFUNDO DB.LYI .JLIDA
divertimiento, si el hombre no sabe su _verdad, el signiJ;icado ,dé. sus
vicisitudes
terrenas que le puede
ser-dada', por 1a autoconsciencia
de

su fin o por la fe en un
adecuado. trascendente.
En

su última obra
«I Giganti

della
Montagna», Pirandello arre,
gla
las

cuentas con
la cultura occidental. El primer probl= no es
el de vivir bien, sino que la vida tenga un
signifimdo y
así un
· fin
que no puede ser la vida misma, ya .sea que se viva bien o mal. Pi­
randello estaba convencido.
de. que,

mientras
no sea

resuelto el pro­
blema religioso, el
hombre quedará

abandonado a sí mismo con el
peso del absurdo de la vida .. sin valor, cuya 4estrucción sería _su­
pru:na piedad.
Todas las personas del teatro de
Pirandello están
a
la búsqueda
de un autor, incapaces de hallar -el único aUtor de cada -·hombre, ·a
saber: .Oios (M. F. &iacca).
Si Dios no existe, , si ·no. existe esta otra vida, es preciso-buscar.
algo

que debe desempeñar el papel de Dios como su suplente o
sustituto. Signieodo

tal ideología,
Mil4n Machovec, miembro de
la
Academia de las Ciencias de Praga,
'confiesa en

su obra
< sentido de la vida humana», que es urgente buscar ~lgo que debe
sustituir a Dios; propone hacer nacer un «sentido cósmico>);· de esta
manera la vida hallaría su sentido .en el hoy, en el simple trabajo,
en el amor de los hombres que conviven con otros hombres. Este
desplazamiento de la fe religiosa por la petición de una creencia en
otra creencia,
la creencia en la creación mismo, fracasa porque mal comprende el verdadero origen de
la.
pregunta

por el sentido de
la vida
que equivale a la pregunta del
,entido del Dolor.
El intento, quiú más moderno y más genial para resolver el
proble¡na del sentido de la vida y, especialmente, et sentido del
dolor, desde un punto independiente, tanto del
· teísmo como del
ateísmo,

fue
emprendido por

el logosterapeuta Víctor
Frankl, de la
Universidad de Viena, quien ha sublimado muy bien el
¡,sicoaná'
lisis

de Freud y ha estudiado cuidadosamente el llamado sentido
del absurdo, del sin-sentido en los círculos universitarios de los
Estados Unidos, difundiéndose siempre
más y más, sobre todo entre
los

estudiantes ricos. Con toda razón
hab!a Frankl

de un
vdl:Uo exis-
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WO H{ILUfUBBR
tenci,d ¡ aunque él conceda qllC el sentido no puede ser dado, sino
que debe ser hallado, habla de
un «Leistung des Sinnes» (produc­
ción de sentido)
y de. una «auto-trascendencia de la existencia hu-.
mana»

que no
estimamQS sea
posible. Frankl opina qne será reali­
zable hallar un sentido hasta en el dolor; se
traca de

transformar
éste, sobre la base humana, en una producción de sentido y, de esa
manera, se dará una posibilidad de sentido hasta
el mismo dolor y
se llenará el sin-sentido de la vida humana con un verdadero sen­
tido por la llamada autotrascendencia. Frankl opina que ese método.
es posible
también para
el ateísta
y quiere substituir la creencia en
Dios por una creencia en una creencia más abarcante
y más general.
Reconocemos que Franlcl ha dado la prueba irrefutable del vacuo
trascendental del

hombre moderno, pero
juzgamos como
castillos
en
el aire sus sutilezas de una t111to-transrendencia del hombre que
sea capaz de prestar un
~entido a

la vida y
hasca al dolor inevitable
del ser humano.
Posiblemente nunca llegará
el hombre -dijo nuestro amigo me­
jicano
Agustín

Basave Fernández del Valle- a resolver el
proble­
ma

del hombre, porque un saber completo sobre el hombre supone
la
facµltad de crearlo.
Por esto es un supuesto ineludible
para toda prueba de un fin
último de
la vida humana /a existroria de Dios. No basca para una
prueba científica de un sentido de la vida humana una
creencia en
Dios

ofrecida por la
fe; desde el punto de vista científico ningún
fideismo es cor1cl11yente. Hasta la teología católica se halla de acuer­
do con
esca comprobación:

tanto
el V atic~o I como el Vaticano U
precisan que Dios puede ser conocido con seguridad por
la razóq
(

«Denm certo cognosci posse»)
; por

esto, Hans Küng, con su
grueso volumen «¿Existiert Gott?», 1978, se apartó considerable, mente de
la ortodoxia católica.
Huelga
decir que no puede ser la tarea de nuestra
exposición el
tratar

detenidamente
el tema de las pruebas de la existencia d,Í
Dios.

No obstante, es importante subrayar la pista que
hemos pro,
puesto

seguir en
nuestra· <>eta
«Des lebens tiefster. sinn» (El sen­
tido
más profundo de la vida).
1120
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EL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA VIDA
II
Antes de comenzar con la tarea constructiva necesitamos des­
quiciar los d.,. obstáculos
más obstruyentes, a saber: el neo-positi­
vismo lógico y el idealismo trascendental.
El

adversario
más peligroso del teísmo. -dijo Henri de Lu­
bac-no es el ateísmo (porque éste se sirve del mismo vocabulario
filosófico),
sino el
neoposilivi!mo l6gieo, según el cual el

sólo cues­
tionar algo
trascendente o Uios mismo ya es un absurdo, un sin­
sentido. El principio fundamental del neopositivismo consiste
en la

ne­
cesaria verificación de todo concepto en el orden experimental fí­
sico, de
suerte que lo inverificable en dicho orden carece de sentido.
Michele Federico Sciacca habló con toda razón de un «fisicalis­
mo

de la nueva
barbarie científica».
Equivale a una antimetafísicá
dogmática, a una ciencia sin metafísica, a una matematificación de
todas
las ciencias. El llaroado «Círculo de Viena» se constituyó como
un grupo

de
asalto de carácter antimetafísico, para el cual sólo tiene
sentido lo que puede ser medido y no lo tiene aquello que no
lo
puede.
La utopía del neopositivismo lógico ha fracasado en el caos del
convencionalismo de su lengua desontologizada
y desemboca en el
nihilismo del . pensamiento y en la n·ada de la verdad. La filosofía
debe rechazar
el neopositismo porque

éste
parte de presupuestos
dogmáticos,

de una metafísica acrítica
sobre cuya

base
maJ se en­
tienden términos del
ser y del espíritu que vienen negados como
desprovistos de sentido. El neopositismo destruye al hombre,
· niega
arbitrariamente

el espíritu
y los valores espirituales y degrada la
lógica en una vanilocuencia del convencionalismo. El
sofisma del
neopositivismo lógico consiste, además, en no
ponerse problemas
metafísicos. sobre Dios, el alma y toda · la esfera
trascendente
y en afirmar, al mismo tiempo, que esos problemas son
inisignificantes e ilógicos.
Más difícil

es desquiciar
el ideálümo trascendentál. Algunos

de
sus adversarios teístas intentan refutarlo a
la ligera,

subordinándolo
Fundaci\363n Speiro

lVO HOLUlUBBR ·
precipitadamente a una especie de subjetivismo a secas, viciando de
ese modo su peculiaridad trascendental. Kant, persuadido
de que
todo nuestro conocimiento
empieza por

la experiencia, no busca el
conocimiento trascendente,· sino
el .trascendental. que. precede a toda
experiencia, pero cuya única ~ióil. es .hacer. posible el conocimien~
to de la experiencia, siendo el objeto de su filosofía «la posibilidad
de. la experiencia».
Para la analítica kantiana de los principios, la· percepción seo'
sible está· bajo .las categciríaS cQ!:Ilo condición: ri.ecesaria·;·: 1as catego­
rías deben aplicarse a los· objetos de los s'entidos para que--el pensa'
miento ~ dt:5pliegue en conocimiento; para producir este ·conoci~
miento las formas de la sensibilidad ( espacio y tiempo) y las for­
mas de la razón (categorías) deben unirse, lo que realiza el «es­
quema» que es
la condición traséen4éntal para que el conocimiento
resulte
verdadero.

. .
Todos 1~ argumeutos para probar la existencia de Dios son para
J{ant · -como·_ sal:>em~. ilusorios; n~estra razón, ·dice, ··_extiende en
~ano sus alas para volar más. allá del mundo · fenomenal ·con· Jas
solas
fuerzas de
· la especulación. · · ·
· Muchos son los reparos que se pusieron al kantismo; no hizo
falta que los críticos se esforzaran para dar pruebas de contradic­
~es en el kantis~p, mismo.
A pesar de todo, no se echó de ver que la critk" fundamrotaJ
del . idealismo trascendental debe empezar por la que nn desgdrrdr violento del «a priori» y del «a p(Jsteriori>>-'como.
Kant lo propuso-abstmyese desde el_ principie todo acceso al
problema
del conocimiento hmnano; el «A priori» del ide,,/ismo
trascendental oculta
al ser. Se necesita reconocer la priurldad del iu,
noclmiento, en el cual coinciden la aprioridad y la aposterioridad,
y tomar en cuenta el concepto integral de lo dado ( «das Gegebene»).
· En Alemania

fue W alter Hoeres, el
cual, en su «Kritik der trans­
zendentalphilophischen
Erkenntnistheorie»,

Maguncia, 1969,
se hizo
el propugnador de una crítica que partió de Duns Sc:otus, quien
opuso a la

alternativa
incompleta 'y ficticia de Kant (las cosas o el
espíritu éomó raíz

de nuestro·
roriocimiento) la
alternativa
verdade--
u2t
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROPUNDO DE LA .VIDA
ra, a saber: el conocinúerito como :vista .releva¡:,ie de lo que es ma­
nifiesto ,desde sí mismo én una únfoa .mirada ( «Erkenntnis als ent­
.deckende ·Schau des sich .
von selbst her

Offenbaren»).
En Italia,
Antonio Rosmini

y
más tarde .Michele Federico &iac•
ca, desde hace ya .mucho tiempo, retiraron !¡, confianza en el kan,
tismo .: . la: idea. del ser ,:osminiana, skndo. forma objetiva y no
súbjetiva. del ;conoci¡¡tlento fue

destinada
a desempeñar la funá(>n.
de las categorías kantianas. El r(>veretano probQ que

el error
fun,
damental .
del criticismo es el no haber visto nada como . medio
frente a nuestra experiencia y nuestro esplritn romo fuente. de nues-·-¼ • ~ro con~:>eimien~o.
Con el mismo fin, la «Interioritá Oggettiva>> de &iacca, Milán,
1958, en .vista de la pr~sencia de la verdad objetiva a la mente hu­
mana, precisamente :porque «interiori<Íad>> excluye la

inmanencia de
la
verd;;,¡ ~isma y

otorga
su trascep.dencia respectiva

a
¡¡ mente,
lo

que
.hizo. dec.ir a

&iacca,
queJa,interioriciad es

uo
problema cuya
solución trasciende la. interioridad mismá. .·
Vicenzo la Via con su doctrina del «conoscere fon dante», qúe
hace ser la consciencia, repudió 1a interpretación del objeto como
un
a priuri frente al conocimiento y adjudicó la trascendentalidad
no al sujeto, sino al ·ser mismo; desde este punto de· ~ista 1?, obje·
tividad y la subjetividad son dos aspectos complementarios del «co­
noscere
fondante>> que, simultáneamente, fuoda sujeto y objeto de
modo que, en

primer lugar, no hay
· un · pensainiento vacío que sólo
más tarde pensarla
algo. Lo que se dice a priori en este sentido no
es

un contenido
que se da ant~s o sin ~l contenido que se dice a
pllsteriuri o experiencia; sino que es la luz que haée inteligible lá
experiencia haciéndola «conocimiertto>>. Compreoder el error kan­
tiano

significa
restablecer ·el verdadero· sentido

del
a priori como la
luz del

conocimiento, el contenido, a
saber lo · que hace ser conocí•
miento

a la
experiencia, iluminándola y haciéndola inteligible.
En
España
juzgamos qu~ son

los
vencedores más profundos y
sagaces del kantismo, en el siglo pasado, J aim~ Balmes, y en el
siglo nuestro, Juan Roig Gironella (Barcelona). Huelga dar detalles.
Durante

siglos fue mal entendido también
el argrtmenlo ansel­
mÍdnu por el rechazo de la p1"tle'ba llamada ontológira,
Í:i23
Fundaci\363n Speiro

WO HOLLHUBBR .
. La. prueba ontológica de la. existencia de Dios es comúnmente re­
chazada por el argumento que del. hecho de que una.006a esté en el
(illtendimiento no

se deduce su existencia
real; de ese modo es falso
el célebre
argumento ontológico de. sacar de la idea

del ser perfec­
tísimo también: su real existencia. Pero tomamos en cuenta. que el
arguQlento llamado ontol6gko sale no desde una mera idea, sino
desde
el he,ho que la mente humana piensa a Dios; es 11n hecho
que la mente humana conoce verdades que tienen el carácter de la
necesidad, de
la inmutabilidad y de la absolutez ; es un hecho que
esa no
fas crea y no las recibe desde 005as finitas y contingentes;
por

lo tanto existe Dios como Verdad en sí, desde la
cual deriva la
verdad en nosotros.
Combinado con la prueba agustiniana de
la verdad

(
«ex veri­
tate»)

todo carácter del
argumento ontológico

cambia:
fa mente
humana
intuye verdades

inmutables y absolutas, superiores a ésta,
lo que implica
la existencia de Dios, la Verdad en sí. Por lo tanto,
fa prueba «desde la verdad» no sale de un posible, sino del ente
pensante, desde
el hombre. Por lo tanto, el argumento ontológico
presupone
la prueba «desde
la verdad»;
el
argumento no
sale desde
la idea de Dios, pero sí desde el ente
pensante Dios. De esa ma­
nera es concluyente.
Ha parecido una contradfrá6n, frente al dicho de Anselmo,
que
no se pueda
ni siquiera pensar que Dios no ""iste y frente al
dicho de Santo Tomás, que admite la
po,ibilidad de
pensar que
Dios no existe. A pesar de todo, los dos pensadores no se contra­
dicen, porque en ambos casos
el significado del término «pensar»
no

es el mismo; el hecho psicológico de negar no contradice al he­
cho lógico
de no

poderlo hacer, en tanto que al «pensar» de San
Alselmo corresponde el «demostrar» del Aquinate; la imposibili­
dad de pensar que Dios no
sea, afirmada

por
San Alselmo, corres­
ponde perfectamente a

la
impo,ibilidad de

demostrar que
Dios
no

sea, sostenida por el Aquinate.
1124
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA VIDA
m
Una vez que el neopositivismo lógico y el idealismo· trascen­
dental son confutados, podemos ensimismarnos en
el problema de
las pruebas de la existencia de Dios, pero, antes de pretender pro­
curarnos una prueba científica, aunque no de carácter matemático,
entremos en la incorunensurable zon,, pr~'r«iondl ( en modo dJ guno
irrtJ&iondl),
donde se hace patenté el sentimiento de poder-no-haber·
sido, y el de dé la creatureidad. Existe un aquende y un allende la
razón
y es raciona.l reconocerlo· como ya lo comentó Pascal. Debe­
mos reconocer que el corazón de Pascal nada tiene que ver con el
estado afectivo

que
llamamos sentimiento

a secas. Cuando Pascal
dice
«les príncipes se senrent», es el corazón del hombre el cual
conoce o intuye los principi06 ; la razón no «pone» ni crea los prin­
cipios sino que desde

ellos parte.
Cuando yo siento que
puedo no haber sido; este sentimiento
es

una
patencia inmediata e implica la efectiva certeza de · la po­
sibilidad de mi nadificación, de que yó no soy necesario ni infi­
nito. El
sentirse existir es un simultáneo sentirse poder no haber
sido, un sentimiento de criot11ri;; · así · coinciden el sentimiento de
ser, el de la existencia, el de la contingencia, el sentimiento de la
ci:eatureidad
y él sentimiénto de Dios. Toda la córivicción racio­
nal de la existencia de Dios es · posterior a un acto infinitamente
anterior·

de apertura y
reconocimiento de
mi
«sentir» originario
que

yo puedo no haber sido, simultáneo con el originario sentir de
mi existencia
( ck Alberto Caturel!i, «En el

corazón
dé Pascal»,
Tucumán/Buenos

Aires, 1970).
Así ningún razonamiento puede tener existencia sin el origi­
nario sentimiento

del ser;
existe, además, un inconmensurable < que la razón no alcanza. Lejos de querer «probar» geométricamente
la
existencia de Dios, Pascal
abre un
acceso a la busca dé Dios
por
las razones del corazón que fa razón no conoce ( «Le coeúr a
ses raiSónS, que· la rá.ison no connait. pas>)).
Del mismo modo, el «in1t/11t,, intélectual» dé Jaime Balmés no
es ciego, antes, al contrario, es. -conforme a la razótl :-no és contra
Fundaci\363n Speiro

lVO HOLLHUBER·.
la razón, es su base; podría decirse que es como una inspiración;
las inspiraciones son ciertamente.: intelectuales y, sin embargo, total­
mente irreducibles a una demostración de carácter racional.
Al instinto intelectual dé Balmes con;esporide, en cierto modo,
también
el «illt11i11e senm> del cardenal John Newman, quien igual­
·mente
supo que· sólo·

un estrecho ámbito
del· conocer
es formulable
racionalmente crin rigór.
Para· Antonio Rosmini-'la, intuición de la kle" del ser ofrece la
verdad primer~, mientras que

todo el pensar discursivo es secun­
dario. La intuición del ser
tollla la · delantera a todo conocer. racio­
nal y
crea, el · puente

hacia un
. primer
acceso al
Ser . infinito · que
.es Uios.
Sobre
esta base M. F. Sciacca previene cont;ra el peligro de
confundir el

problema de
la verdad y el del conocer racional ; una
tal
confusión

conduce o a
fa negación del conocimiento racional
en la pura intuición

de lo inteligible,
o· a la· negación de

la intui­
ción de
la verdad en el puro conocimiento racional, lq que en am­
bos casos conduce a uria negación ·del ser en el mundo. Necesita
perseverar

en
que·. los

principios
están· presentes
al
espíritu, que
tiene

intuición
de. ellos.

La
·«ratio» es

inferior
al· ·«intellectus» en
.cuanto éste

intuye
los principios ·sin los

cuales
fa razón no podría
ni
· siquiera decir lo falso;· luego la inteligencia· es iluminada por
la
razón' intuida. y la razón. por la hiz · de fa inteligencia. La razón
es siempre
y por su naturaleza .inmanente, mientras que la inteli­
·gencia
· es

siempre y por su naturaleza
tra"""1dente y teísta:
Por lo tanto, .la inmensa zona pre-racional, saliendo del senti­
miento
del
poder-no-haber-sido; puede abrir nna ·aúténtica vía

pre.
liminar de acercamiento a Dios .
. '* . * *
Vivimos eh ún,siglo·que·en fa huellá'de la fráse·nietzséheana
:$Dios

ha muerto» vio
nacer· y-vivir· una raquítica · vida a la Ilarnada
«Teo/o,gfa de !-a mtterte de. DidS>>, y nos acordemos do Robiilson y
su libro ( City», de

Gabriel
Vahanian y su libro «La mort de Dieu», de Paul
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROFUNDO "DE LA VIDA
van Buten y su libro «The · Secular meaning of the Gospel» (El
significado secular del Evangelio), de .Thomas Altitzery y su lil>ro
«The Gospel
of Christian Atheism» · (La Biblia del ateísmo cris­
tiano).

Dorothee
Sholle, fa cual preguntó «¿Hay una Cristianµad
atea?»
acabó diciendo: «Si el Cristo regresara hoy-día, sería ateo».
Apenas
podemos valorar
la
extrema ·perversidad que nós ofrece. tal
Cristianismo ateo.
En esta situación ponemos )a cuestión de si .serán contundentes
-para hacer frente a las ideologías. ateas que inundan nuestra
mo­
dernísima
y simultáneamente cieguísirna sociedad · del hombre mer
d,rno--
ld.r dnco· vlar del Aq11inate. Osamos responder que lo. son,
en caso que sean
modernizadas y unidas con la pr11eba «ex veritate»
agustiniana
y con la /14"Ulda prtMba del sentido .
. Santo Tomás asienta todos los , argumentoo para la prueba. de
la existencia de Dios sobre el
prindpk, de causalidad, que juiga .~
un

principio metafísico, objetivo,
real y. trascendente,
Una frecuentísima

equivocación echó
raíces en

el hecho. que
Jos
litiganies no

distinguen
demas.iado escl'\lpulosamente . entre

el
principio de causalidad
y sus aplicaciones, y ,¡o tienen .en .. cuenta
que
el principio de causalidad
en el
_Aé¡uinate fue mucho más
am­
plio

que
el utilizado por las ciencias modernas. Ni hácén caso del
carácter de cri111ra, Í'!"lo del_ ti~po como de la C'fNlsalid;,,¡ m~,
q11e ambos no existen .ri,,o por habér !ido creádos. ·
Se referiere también a la causalidad éomrt creat11r'a, el N osse di­
vino que toma la delantera al esse del mundo. En este sentido San
Agustín y Santo Tomás deda.raró!l 1.1.llánimamente: ·«universas crei­
turás, et spirituales, et corporales,· ·non quia suilt, ideo novit Dais,
sed· ideo sunt, quia novil» (S. Agustín, De Trinittite, XV, cap!,
tulo 13 in

me.;
s. Tomás, Sumflia Thert!:, I, q. 14, a, 7). . .
Hace falta restringir e1 concepto de causalidad al orden de !os
fenómenos por cuanto el mundo no es tanto el efecto causal. de la
Causa -primera div-ina~ ' sirio ffiás 'bien és Ct'iatura,' con la ·cual fue
creada simultíneamente también la causalidad misma, que -al igual
que
ei tiempo- no es

previa al
cosmos creado; "" ,;,,y catisalidttd
tlflte.r di! ltJ:.-deación; -de Jo· contrario; ·correríamos el ti'esio de · fe~
ducir á Di~ sólo á¡ creador del · cósmos, · teniendo de · El un can'
ii27
Fundaci\363n Speiro

1VO HOlLHUBER
ccpto · sólo funcional sin tomar en cuenta que Dios sería Dios aun­
que no

hubiera creado nada. De ese
modo no es la doctrina tomista
Já que

ha cambiado, sino desde hace mucho tiempo el concepto de
causa en las ciencias
modernas; basta recordar, v. g., que ya Louis
-de Broglie introdujo el concepto de una «causalité ássouplie», lo
·que equivale

a una ampliación demasiado significativa de la cau­
salidad. Tengamos eo cuenta que la causa no es
autónoma, pero

presu­
pooe algo sobre lo cual
act6a; provoca la ficción de que las cau­
sas podrían producir un ser.
Si compreodemos la causa como la definió Francisco Suárez eo
su
«Metafísica» del 1597, a

saber, como «principium
per se in­
flucns in

aliud», el principio que con su influjo intrínseco
cumu­
nfr" al ser, podemos conservar el concepto de causalidad eo este
sentido peraltado sin correr el peligro de aplicar el concepto de
causa a secas a la cceaci6n.
Con todo eso quedamos cercanos a la filosofla del Aquinate,
que

definió
la creación como «emanatio totius esse a Deo» (S11m­
md Theol., I, q. 14, a. 7).
Preferimos, sin erobargo, hablar de la Trans-Ct#lsalidad del acto
creador
divino. por el cual Dios hace que haya criatura. La crea­
ción divina simultáneamente es también creadora de sentido.
Xavier Zubiri dijo que Dios no es,
para· una mente finita, «Jo
que
hay», sino

lo que «hace que haya
algo», No
es que, de un lado,
haya existencia
humana ,

y de otro, Dios,
·y que,
«Juego» se tien­
da el puente por
el cual «resulte» ser Dios quien hace que haya
existeocia, como si fuera Dios un ente
yuxtapuesto y agregado a
todo

Jo demás;
La fundamentalidad de Dios «pertenece> al ser del
hombre. Existir es, eo
""" de
sus dimensiones, estar habiendo
ya
descubierto a Dios en nuestra religación. Desde este punto de
vista adquirimos de nuevo una reforzada
p~ de

que· es infundado y quebradizo el idealismo trascen­
dental; de Jo contrario; debemos
· siempre

ser conscientes de que
ruando decimos

que el hombre existe
«con» cosas,
«con»
el· mundo
exterior,

este·
«con»· pertenece al ser

mismo del hombre y no es
1128
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA. VIDA
un añadido ·suyo; la exterioridad · de las cosas pertenece por lo tanto
al ser . mismo del hombre.
En Alemania fue otro pensador genial -Hans-Eduard-Heng­
stenber-,-(Würzburg),

el
pial previno
contra el peligro de aplicar
el concepto
«causa» atolondradamente a

la
creación y
de resbalar de
esa manera inadvertidamente hacia
un deísmo

latente.
La Crea­
ción divina sugiere
más bien la idea de una relación original
«sui generis»

que
Hengs~g llama «Ursprungsrelatiom> (rela­
ción fundante) y de una «Mitteilungsrelation» (relación comuni­
.cativa) por la
cual Uios hace que haya criatura. La creación divina
es creadora también de sentido
{ «Sinnurhebung>>) y pone en liber-
tad entes que pueden actuar. por sí. ·
Juzgamos que la combinación de la prueba agustiniana «ex ve­
ritate>> con la prueba del sentido es la prueba más contundente de
la existencia de Dios.
Hemos explicado ya el papel que dicha
prueba desempeña como
apoyo del

argumento ontológico: la prueba de
la verdad no arran­
.

ca de un
posible o de una idea, sino de un ente pensante, del
hombre que piensa e intuye verdades absolutas. . Viendo el problema del sentido, estamos acostumbrados a
juz­
gar c_omo. primer cumplimiento con el sentido, la relación a un fin
que sirve_ a nuestro hacer cotidiano correspoildi:ente; pero en seguida
se pone la cuestión de nuestro anteponer o postergar _los diversos
fines, a saber: de
la jerarquia de

los
fines y de la agregación del
sentido_
. a

valores relativos o absolutos. La cuestión puesta hacia
ún
fin superior abraza el problema de un fin último y absoluto. Sólo
si la vida, como totalidad con tocfo su hacer y su padecer tiene un
fin, podemoo
·

hablar
efe un

sentido auténtico
de la
vida.
Hay un callejón sin salida, si intentarnos dar un sentido a una
vida que
eri sí se ofrece vacía de un sentido porque uri tal intento
no execede la indiferencia de todos los acontecimientos naturales
hi,cia
el hombre, ·
Debemos cercionarnos
del f,mddTtlento imperturb,ible del sénc
tidti, Él sentido se manifiesta· como 'un fenómeno original que pone
al hombre anté la decisión de proporcionarse objetivamente una
cosa en
favor de · esa misma sio ctmsideiadón dé utilidad a!'guna;
1129
Fundaci\363n Speiro

IVO HOLLHUBBR.
equivale a . un indinarse hacia el ser motivo del ser mismo. El
hombre se legitima como el
ser que
es
incapaz de huir al ponerse
la

cuestión del sentido.
Este preguntar reiterado: por

un sentido es
iadispensable a
toda
prueba de la
existencia de

Dios, haciendo reconocer
el sentido como
último fundamento de toda metafísica.
N=ita salir

de la prueba que
hay un sentido ontológico a
secas;
tanto tiempo

que
el «sentido» es comprendido sólo como
una añadidura a la consciencia del sujeto
humano, añadidura
a un
ser en sí sin sentido, nunca tenemos una posibilidad de dar prueba de
un sentido desde el
cual podríamos concluir una trasceQdencia, La
realización del sentido se ofrece, metafísicamente consolidada, sólo
cuando se
· muestra
con necesidad ontológica como expresión del
acto
existencial mismo, lo

que es el caso luego que hemos reco­
nocido que en
cada realidad

el sentido y
la relación
a la trascen­
dencia coinciden para 1a criatura que tiene ser sin que sea ser; sin
esta coincidencia no sería posible, de ningún, modo, una actuación
existencial con una intencionalidad objetiva. De esta manera sólo
el
otorgamiento de
sentido por una trascendencia que es sentido en
si
misma, como lo explicó magistralmente Hengstenberg en su «Phi­
losophische Antivopologie>>,
1957, y
su «Gundlegung (Fundamen­
tación) der
Ethik», 1969, puede explicar la

existencia contingente.
s; hubiéramos salido sólo desde el concepto del ser contingen­
te sin simultáneamente tomar en consideración
la dimensión del
sentido, no
habríamos excedido una

contingencia
siendo in.diferente
hacia el ser o

el no ser.
Partiendo, sin

embargo, desde el sentido
del ser,
se ofrece

la posibilidad de ascender, sin la ayuda de una
complicada
cadena de

causalidades intermediarias, no sólo
a un
ser

absoluto, sino a una persona absoluta que realiza y sostiene el
sentido,
a. saber,

a Dios (Hengstenberg).
También la Etiea se bara en el ser. Toda la moral se construye
sobre la
noción de la verdad, y en la práctica reconoce el ser en
su orden jerárquico.
Lá verdad es el principio de la moral y el
bien moral es la moral objetiva, reconocida por la intiligencia
y
querida por la voluntad. Lo llamado real, sin embargo, no se ideo,
1130
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROFUNDO DB LA VID,1
tífica con el ser, pero sólo representa. --,-comó ánto,;¡io. ~. lo
expuso- """ de

sus
forma.s, a saber: real, ideal y mo1"11,!,
Si

Dios existe
- un Menschen», 1921 )- una autonomía absoluta de Ja ra,?óti prác­
tica es absurda y la leollomía evidente.
El bien. 1/Wlal puede ser concebido, además, (Olf/O ,.realizd&iófJ
del sentido.
De esa manera el consentimiento de la voluntad a la verdad. re­
mnocida
por la inteligencia llega a . set el SlÚllÓ deber. moral ..
Juzgamos que el reconocimiento de·· la verdad y 1a realiz,µ:ión
del . sentido finalmente coinciden, porque.

no hay
UJí ser sin sentido,
y no puede darse un cumplimiento del sentido sin el reconocimien-
to

de la
verdad que
la sirve de
.base. .
Por la prueba de

la
existencia de
Dios también se apacigua la
tensión frente al desamparo ontológico del hombre y su afán de
plenitud subsistencía! que sólo en Dios puede
hallar la

satisfacción
cabal del sentido de su vida.
IV
Paralelamente . al problema de la existencia de Dios se pone;
como otro problema. cuya
solúéión importa muchísimo al sentido
de

la vida humana, la cuestión
de la inmortal,dad del hombre. es,
piritllal.
Se gata de descubrir el significado de la muerte, de saber si la
muerte es aniquilación del ser persooal o acceso
al remate
de
ple,
nitud subsistencia!.
Nada aprovecha· adoptar

la actitud del
avestruz, lp que

no re­
suelve
el problema: ¿Qué nos espera después de la muerte? ¿Nos
aguarda el
hado trágico e inevitable de la aniliquilación?, o ¿pode­
mos
esperar un
seguodo nacimiento?
Por
.Jo pronto, debemos no perder de vista que la muerte no
viene

desde fuera a
limitar nuestra·
vida, sino que desle
el· ¡,rió.'
cipio está unida

a
la vida
misma.· El muerto, pero no
la muerte,
es

un
. problema·
biológico.·
La ·muerte es más bien · un acto de exis-
1131
Fundaci\363n Speiro

iVO H/íLI.JlUBBR · -
tencia y pertenece a la vida misma y, por lo tan\o, es un .problema
filosófico,
. El espíritu. es una realidad meta-biológica.
Pebemos
distinguir entre la
inmortalidad del espíritu
humano
y entre su destino del Más Allá, incluida una resW'rección del hom­
bre
entero. Sólo

el primer problema cae en
1~ competencia
de la
filosofía; sobre el segundo problema debemos callarnos
como fo
lósofos. La
inmort.tidad del
espíritu
se deriva ~o en

los últimos años han demostrado magistralrn(:nte, en
Italia, Michele
Fed~rico &iacca

( «Morte ed
Immortalitá», 1959),
en

México, Agustín Basave Fernández del Valle (
«Metafísica de
la

muerte>> 1965)
y, en Alemania, Karl Rahn~ («Zur Theologie
des Todes», 4,ª ed.,

1958).
No hablamos de la sola
esperanza de

inmortalidad, porque
el
espíritu en su esencia es inmortal o no lo ,es. La muerte es si~­
pre cumplimiento
de

la vida
y jamás interrupción de la existencia
en

el sentido que la
exisrencia es

autónoma, de
manera que
la
co­
rrupción del cuerpo no impide la actuación de sus fines más sig­
nificativos del hombre. Si el cumplimiento completo de los fines del espíritu del hom­
bre no es enteramente realizable en el tiempo. o en la naturaleza, la
muerte no puede
ser una

interrupción de la
existencia del hombre,
sino

siempre
debe ser

su cumplimiento
por el acto que lo pone
en la condición de
realizar sus

fines sobretemporales. Con
lá muet,
te, en cualquier momento esa cae, la prueba· de la vida es termi­
nada para
siempre.
Debemos

subrayar el
carácter tt.ti110 de ¡,. muerte. El morir es
un acto del hombre mismo, quien
viene llamado a · su

decisión de­
finitiva frente a Dios,
probablemente por

la primera
vez es entera"
mente libre. ·
Las
generaciones del pasado han
olvidado el
estímulo de una
tal interpretación de la muerte, sugerida ya por Juan Damasceno.
En
Alemania tienen

el
métlto de haber puesto
bien
en reliévé él cae
dcter activo de la muerte y la. decisión inalterable de esa situación;
tomada
por el espíritu personal del hombre, en primer lugar, Karl
Fundaci\363n Speiro

EL sm:rmo MAS PR.OPUNDO DE LA .VIDA
Rá.bnei (l. ,.) y 'Lailislaus Boros ( «Mysterium :Mortis», 2.! ed.;
1963).
La inmortalidad, naturalmente, no significa una continuación de
esta vida después de la muerte, sino una existencia sin la vida que
se .extingue con la muerte, como s1,1pra-vida de la existencia allende
de-la vida misma. La transición de la vida en el tiempo a la in­
mortalidad fuera
del. tiempo
mismo es de
carácter. cualitativo,
por
lQ tanto· no es otro modo .de vivir con la misma. calidad como está
en el mundo,
aunque eI-que

existe es la
misma . idéntica persona
qu:e, antes de la muerte, ha vivido en la tierra. Por lo. tanto la
muerte es lo contrario de
la vida, de• la que es la negación, pero no
de la existencia; el que mu.ere ya no vive, sino que puede existir
sin vivir.
El espíritu del hombre se· afana por la plenitud subsisténcial;
esa potencia humana de plenitud universal que desborda los límites
espacio-temporales, . exige - bien

Basave
del Va•
lle-'-por su misma estructura ontológica, la inmortalidad personai
del

hombre. ·
· ·
Las agujas hacia

la eternidad de nuestro espíritu ontológicarnen­
te imperecedero son puestas : la decisión entr.e la integración o la
desintegración de nuestro espíritu encarnado.
Signiendo igualmente
la tanatología sciacchiana, podemos de:
cir que
la estructura de la exisitencia · humana excluye una actuali­
zación completa en el tiempo como una ~ontradkción interna. Nos
hallamos frente a
una doble imposibilidad,

a saber, la de actuar en
el mundo nuestro último fin
y la de no poder renunciar a la ac:
tuación

de éste, que le, es aguijón
.esencial y .necesario. Sólo en la
muerte el hombre puede esperar el realizars.e en su ser-más esen­
cial. Si
el hombre

no muriera,
sería imposible

su realización, y el
lograr de sus fines
más ·esenciales; por lo tanto, una continuación
temporal del
hom1,re, -sería absurda.
Los únicos cumplimientos relativos logrados en la vida terrena
del hombre frente a su.
afán de plM>i~d subsistencia!, que sirven
de acicate a lograrlos
en una

vida sobre-temporal, apoyan las prue-
1133
Fundaci\363n Speiro

lVO H0ÍLHÚB1!.R' · • ·
bas clásicas, de nitiguila: n¡ancica anticuadas, de Ja)rimortalidad del
espíritu

humano.
* * *
Algunas veces las pruebas de_ la existencia divina corren el ries­
go de ser atenuadas por la reflexión sobre el ex,:e,ívo mal que hay
en el
,inundo. No se toma

en consideración que con
ésto se cambia
k, premisa con la cond11si6n; quien dice:. «el mal triunfa en el
mundo y el justo va perseguido y punido, por · 1o tanto Dios no
existe»,
ya

niega que ·haya
una justicia fuera dé este mundo y un
Dios trascendente. La: forma de este raciocinio no es: «hay el mal
victorioso en el mundo, pór eso Dios no· existe»; sino esta otra:
«Dios no existe y no hay una justicia divina ultramundana; por
eso el mal
es· triunfan.te
en el mundo».
La: conclusión sólo aparen­
temente es tal; en: verdad, es ·una· premisa. Si Dios se niega, y si
con El se niega un reitio ultramundano, el mal es invencible y es
imposible
una justicia

absoluta, pero justamente porque Dios es
ne­
gado

desde un principio
(M. F. &iaa:a).
* * •
Finalmente, no olvidemos que es sólo desde la más alta rum­
bre de la Místict1 que n_uestra ititeligencia podrá -Deo ·adjuvante­
comprender la conexión
íntima de

los acontecimientos mundanos
desde un punto de vista trascendente.
En la «Llama de Amor viva»,
San Juan de
la Cruz nos hizo vislumbrar lo que en nuestra seguedad
de seres finitos nos es escondido:
«Y este es el deleité grande de ·este récuerdo: conocer por
Dios las criaturas, y no por las criaturas a Dios; que es co­
Mcer los efectos por su causa y no la· causa· por los efectos,
que es
mnocimiento trasero y ese otro es esencial.».
Y
en un
éxtasis de alta contemplación
dijo:
«Entréme donde no supe,
1134
Y quedéme no sabiendo,
Toda ciencia trascendiendo».
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROPUNDO DE LA VIDA
V
El sentido más profundo de la vida es un problema que quiere
ser

resuelto no sólo desde
la atalaya
teórica, sino también
desde el
p111110 de vista prá.tko.
Asegurados indudablemente de la existencia real del Dios per­
sonal

y del espíritu imperecedero del hombre,
éste del>e sacar fas
consecuencias

de las verdades reconocidas como objetivas y radi­
cadas en el ser, tomando en consideración que la acción está radi­
cada en la teoría.
Hasta desde el más alto escalón de la mística la Santa de Avila
nos
llama: «Obras, obrar y no pa!áhra.r», haciéndonoo reco,rdar que
«de qué

sirve este matrimonio
espiritual: de
que
nazcan siempre
obras,

obras»,
y queriendo convencernos que en lo activo, que pa­
rece exterior, obra lo interior.
El repliegue mental como un verdadero ensimismamiento se ve­
rifica como
fa raíz del más significativo e importante alumbra­
miento.
En

la
abertura del

Congreso
Internacional, celebrado
en
Génova
y Barcelona en el mes de septiembre de 1976 y dedicado al tema
«Teoría y Praxts», el Directbr General de la Balníesiana, Juan Roig
Gironella, se refirió
-para facilitar el comprender que la acción
siempre

está arraigada en la
teoría-, a un símbolo muy impresio~
nante:

cuando, a la ocasión del traslado, en 1864, de
loo restos
mortales de

Jaime Balmes, abrieron el sepulcro, vieron, con sorpre­
sa, que una poderosa acacia había hundido sus rakes dentro del
ataúd, perforándolo, y que las ralees
hablan penetrado

dentro del
cráneo de
Balmes, como

si realmente el
árbol naciese
de su ca­
beza, manifestando así simbólicamente

que todo hacer está
árral­
gado

en
la teoría de

la contemplación de la verdad.
En el mismo . congreso, el Cardenal W oytila, ahora Papa Juan
Pablo II, partiendo de

la prioridad de la teoría,
hablaba de un sis­
tema bilateral de teoría-praxis, en el cual el adagio «operari sequitnr
esse>>, aquí

entendido como
«praxis sequitur theoriam>>, en
un sen­
tido epistemológico admite que, de algún modo, también la «pra-
1135
Fundaci\363n Speiro

IVO 1!/0LUIUBER
xis» precede a la <>, en cuanto nuestra relación cognoscitiva
con la realidad tiene su comienzo ,en la experiencia.
En nuestros días llega a ser excesiva, en una medida imprevista,
la idolatría de la praxh y, especialmente, de la praxis ir,ml«Jda por
eJ marxismo, sea notoriamente, sea· escondido en disfraces .mu.lti4
,
colores.
El pensamiento filosófico y las Nuevas Teologías socio-políticas
corren
el riesgo de sucumbir ante la praxis revolucionaria y última-,
mente atea del marxismo sin echar de ver que de esa manera tnies­
gán el sen#do máJ prof11ndo de !tJ vida del ho•mb,,e.
Fue el profesor Teófilo Urdánoz (Madrid), quien en el marco
del Congreso Internacional susodicho tuvo

el denuedo
-demasiado
raro eri nuestros días de la llam,da teología progresista-de dar
un
cuadro verídico del cristitJnismo marxistizddü, el cuál transfor­
ma las verdades cristianas dentro de uoa inmanencia total de la vida
y de la historia.
· En estas llamadas teoiogii:,s tk la praxis toda la · realidad del
mwido
·y del hombre se

ve enjuiciada· desde el
punto de vista mar­
xi,ta, siguiendo la huella trazada por Feuerbach y Marx y sus su­
cesores ideológicos.
Johann
Metz, siguiendo a

sus mentores
Bloch y

Moltrnann,
pa,·
rece haber aceptado la praxis · marxista revolucionaria para· la · trans­
formación
del

mundo, por cuanto que en su «Teología Polltica» los
dogmas cristológicos fueron
reducidos a

la simple
práctica social
crítica;

la
misrila creencia

en Dios
quedaba «esfumada y · diluida
en la categoría escatológica
del futuro· del reinado

de
Dios»; y
la
«divinidad de Dios»
presentada cómo uoa

< (Toó-­
filo

U rdánoz
).
La Téolugia de la 'liberdción, profesada por Gustavo Gutiérrez,
G.
Arroyo, P. Freite y

otros,·
proveniente de las

fuentes neo-mar­
xistas
intentaron por

un
· análisis llamado científico de la realidad
social

imponer como «liberación»
· la · actnación política determina­
da por la
opción socialista. 'Siguiendo esta pauta, la

Iglesia
debería
legitimar · 1as aspiraciones de los hombres para instaurar fa sociedad
socialista, cuyo

método para organizar la nueva
sociedad del
socia­
lismo no excluye la. revolución violenta.
1136
Fundaci\363n Speiro

BL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA VID4
Bajo este punto de vista. la fe práctica ya no es la adhesión a
un conjünJo de verdades objetivas y reveladas, sino que corre el
riesgo de reducirse a una fe dinámica en las obras, operante en la
transformación
socialista y de interpretar los sactaruentQ6 sólo en el
sentido simbólico
hasta transformarlos en . «sacramentos . del próji­
mo»

que
es oprimido por

una
sociedad injusta.
De

esa manera la
Teología de la überádón invierte el mensaje
del Evangelio
en clave marxista, ofreciéndonos sólo una caricatura.
de la revelación cristiana.
Más pronto o
más tarde,

todos los matices de
Jas diversas teo­
logías marxistizadas crmd11rir!Jn -inexorablemente td atefsmo, y. con
,sq negar!Jn 11n último sentido de la vida del ho•mbre.
Se comienza por hacer pasar a Dios de vertical a horizontal, re­
duciendo el cristianismo a
.. un
socialismo humanitario
y se acaba
con un ateísmo puro, como - lo vislumbró en nuestros días, entre
otros, sagazmente pronosticándolo, el..jurista español Juan Vallet de
Goytisolo
en su
_hbro «Más sobre-temas

de
hoy». ·
Hasta

la mayoría de los fieles cristianos parecen
haber .olvidado
~nteramente las amon~taciones, muy_ dan1:5, del ~ Pon~ífice Pío
XI, quien en su Enciclica «Divini Redemptocis», del 19 de marzo
de 193 7 caracterizó el comunismo ateo como un sistema lleno de
errores y razonamientos falsos, siendo en sí intrínsecamente perverso.
Además, los teólogos llamados modernos son víctimas del . fan­
tasma de una colabora,;ión fructífera entre el cristianismo y el mar­
xismo, qne
la

mayoría de
las veces acaba en . el engendro de un.
Cato/icis':'o marxista, el pp.mer grado del cristianismo . ateo como
el. punto cuhninante d_e peryersidad.
También,
desde el punto de vista político y económico, el mar­
xismo es, sin duda, la gangrena de Europa.
No faltaron algunos pronosticadores geniales, entre los cuales
c!escuéllan Donoso Cortés y Vladimir Soléwj ew ..
Hacia la mitad del siglo XIX, cerca de cien , afios antes de la
muerté
de Stalin; Donoso Córtés,

teólogo de la
historia y profeta
Subiim.e, esciibíó :
«Se 'puede temer todo de Rusia; t-a.I vez nó en 'ciiantó lo inme­
diato; pero s! en. 'cuanto a Un futuro no muy lejano... Se puede
1137
Fundaci\363n Speiro

IVO HOURUBER
pronosticar •in vacilación que ese día al despotismo ruso instaurará
un poder tiránico
en toda Europa. Puede ,er, en efecto, que el des­
potismo, en Rusia, cambie de forma; pero su
estructura permane,
cerá

idéntica, un solo hombre
poseerá un poder colosal; en él se
expresará el

Estado-Moloch, el Estado-Dios o
más bien el Estado­
lucífero.»
Siguiendo la misma huella,
Vladimir Solowjew, en un

comuni­
cado
escrito en

1899, nos reportó una Proclamación del Anticristo
que decía:
«Pueblos de la tierra:
¡ Las promesas están cumplidas! La paz
universal está asegurada por toda ,la eternidad. Toda tentativa por
destruirla se enfrentará inmediatamente a una oposición irresistible;
en efecto, a partir de ahora, ya no hay sobre la tierra sino un solo
poder central. Este poder
me pertenece... El derecho internacional
se

ha apoderado
finalment de

la sanción que le había faltado hasta
el presente. En adelante ninguna potencia tendrá la
andada de
decir

'guerra',
una vez que yo habré dicho: 'paz'. Pueblos de la
tierra ¡ la paz sea con vosotros !»
¿Quién

no
reconoce en esa proclamación disfrazada el
lema
pseudo-pacífico de la «Entspannungspolitik», la llamada Política
de Distensión, del Este comunista y su prog,rama de dominio del
mundo final?
A pesar de todo, Euro¡,a está dttrmiendo, en s11 s11eño mortdl
como hemos tratado de explicar en dos volúmenes nuestros: «Der
Todesschlaf

Europas»
y «La Pauvre dio (Questiones Europeen­
nes)» que hasta hoy-día aún esperan hallar en Alemania y en Fran­
cia algunos editores dotados de un denuedo
suficiente para

osar
nadar contra la opinión mundial dirigida todavía por los poderes
de
la izquierda inrernacional.
Hay organizaciones, también cristianas, que son ciegos agentes
de la causa del Anticristo.
Aunque la

revolución rusa, que ha sido
apoyada:'.por-bancos
aled.ian~ y. americanos, haya costado a Rusia unos, innumerables
millones de vidas, Rusia no debe ser identificada· con el comu­
nismo, representado sólo ·por· un·a pequeña minoría; esperamos que
1B8
Fundaci\363n Speiro

EL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA VIDA
Rusia tendrá la propiedad de· sobrevivir a su más nefasto enemigo,
a saber,
al marxismo.
Quizás
se

nos
reprochará el

habemos resbalado en la esfera
po­
lítica que en sí misma nada tiene que ver con. la filosofía ni con
la teología. Reconociendo
la regla
de la
estrict" a¡,o1idddd para los filóso­
fos y, sobre todo, para los teólogos, no es una trartsgresión de sus
límites el deber llamar la atención al hecho de que no sólo los po­
líticos y estadistas de Europa Occidental y de los Estados Unidos,
sino
los filósofos
y gran parte de los teólogos son víctimas de tmá
ceguera paralizddO'fa por las manipulaciones de la prensa interna­
cional,
infectada del virus
marxista · en un grado · que hace a las
inteligencias del Oeste correr el riesgo de perder, poco a poco, todo
sentido de la vida sin repararse
en los eslabones retrógrados a los
que hemos
mostrado como

eslabones de
asegurar el sentido

de la
vida del hombre;
a saber: su creencia en Dios, en el esplritu im­
perecedero
y en una práctica conforme a estas verdades. El vacío de
un sentido de la vida, que toma la delantera ante esa conversión
negativa,

da lugar a un tiempo intermedio,
antes de profesar las
ideologías antepuestas a las que apoyan el seotido de vida del hom­
bre,
a saber, el ateísmo y el comunismo.
Es la ideología abrazada
por la O. N. U, la que nos servirá
de

prueba. El lema de la O. N. U. de la estricta neutralidad
nos
parece ambigua.
Recordémoslo: la O.
N. U. fue fundada por un comité cuyo
Secretario
General era Alger

Hiss,
un declarado agente comunista.
Las reglas de su Carta otorgaron una influencia considerable por la
institución del · veto, paralízando cualquier decisión en contra y le­
galizando el
statu quo en favor de los Estados comunistas también
en el futuro.
El Occidente abandonó sistemáticamente, durante años, un pals
.tras
otro,· en Europa, Asia, Africa, y lo puso en manos de los rojos
sin necesidad.
Prescindiendo del comportamiento de Iá O. N. U., que parece
favorecer

evidentemente los rumbos de la izquierda, además no
de­
bemos

perder de vista
la hipocresía convencional y los derroches
1139
Fundaci\363n Speiro

inmensos que hay. en sus confines; lo que, · entre otros, nos descu­
brió despiadadamente Nelson Iriñiz Casas, ex-diplomático urugua­
yo, en ,su libro «Corrupción en la 'ONU» (Editorial Europa-Sud­
américa, 1969).
En su libro sagaz, «The Struggle for World Power>>, Londres,
1971 .. ( edición- española «La lucha por -el poder mundial», Buenos
Aires; 1974), Geo1cge Knupffet, autor ruso muy conocido, opinó
que es sólo una cuestión de tiempo que la
O. N. U. se convierta
en un Gobierno Mundial. y que no haya oposición entre el sistema
Capitailista y el Comunismo, desde que aquél creó a éste y : le dio
apoyo mientras simulaba un enfrentamiento.
·Los fines parecen ser
los
mismos, a saber, fundar un Estado muhdial materialista.
No
debemos extrañamos de

que sólo poquísimos· son los inte­
Jectuales que sospechan una tal telaraña de la diplomacia disfra­
zada de la Izquierda Interhacional. · Poquísimos eran los que to­
maron: en

setio el
dicho de James P. Warburg, el éual · proclamó,
ahte el

Senado de
los Estadoo Unidos, el 17 de febrero de 1950:
«Se Jo quiera o no; tendremós uh Gobierno Mundial. La úhica cues­
tión es, si el Gobierno Mundid será establecido por éonquista o
por
consentimiento>>.
Sólo

no
se extrañarán los que tienen ante sus ojos la noveLi
pólítica

«Coningsby», de Benjamín
:Disraeli,' en

la
éual el autor
hizo : decir a Sidonia: «ya ve; mi' querido Corungsby; que el mund'o
está

gobernado por personajes muy diferentes de
,Jo 411\' se imaginan
quienes
no
están tras lós bastidores».·
Georges
Bonnet,
el último ministro de relaciones meríores en
-' Francia, antes de

la
Segunda Guerra Mundial; no se recató de ha­
blar de Patsdam marta el fin de Europa. «Potsdam marque la
fin
de l'Europe que
nous avions c'onnue et pour laquelle nods étioos
entrés
en guerre ... »
que hemos conorido y para la cual hemr,s en­
trad<> en gum-a ( «Lé Quai d'Orsai sous trois Républiques»; 1961).
· A pesar de esta -triste situación esperamos que todo no esté aún
perdido, lo que
hizo al Flgaro de París escribir, en f980, que los
delirios del
frán • y el drama del Afganistán tendrán por lo menos
er méritó de despertar, tanto á los Estados Unidoo corno a Europa,
de

ese
sueño culpo:ble que

la China,
desde hace mocho· tiempo, les
Fundaci\363n Speiro

BL SENTIDO MAS PROFUNDO DE LA, VIDA
reprocha. Entonces, quizás, todo frNede .fe'r sal,,ado en , caso de que
, la voluntad triunfe sobre el olvido y el denuedo sobre la flaqueza.
Con estas consi tema que nos hemos puesto, a saber: del tema del sentido más pro­
fundo de la
vida del hombre. Los eslabones que se nos manifes­
taron para
llevar

a cabo esta
tarea eran las pruebas cientificas
.e-evidentemente
ni matemáticas, ni sólo creencias fideístas-de fa
existencia real de un Dios personal y del espíritu imperecedero
del
hombre. Con

esta base teórica
conforme, la vida práctica del
hombre

halla su sentido
eri el esfuerzo de vivir su vida multiforme,
siempre
orientada hacia el Dios que sólo garantiza fa plenitud sub,.
sistencial

de todos sus afanes.
Esta contemplación del fin
último del hombre hace

nacer,
no
palabras,
sino

siempre
obras y obras.
Pero

el debido reconocimiento de
la praxis corre el riesgo de
dar en la trampa de una ideología práctica que intenta deducir to,.
das creencias teóricas de sus agentes prácticos.
Hasta el Cristianismo, que

durante
tantos siglos
se
manifestó
como

el
garante de las verdades filosóficas y teológicas más altas,
sucumbió; en sus disfraces de la teología política y de la teología
de la

liberación, a la
tentddótt de orieritttrse " mu, práctica q11e lé
ójredó el mttrxlrm,,.
Esta desviación de qna forma teológica de nuestros días nos
obligó a f11stig/Jf' una abem;ciótt que, en sí misma, nada' tiene que
ver ni con la filosofía ni con la teología.
¿Cuál es
fa razón por la que tan pocos ', hombres son capaces de
penetrar el panorama caótico y los fondos, algunas veces misterio­
sos,

del clima ideológico difundido
en el Occidente de nuestro pla•
neta?
¿Y

por qué es
tan dificil evitar la pérdida del sentido ,de
la vida del

hombre y de
aberrar en

un
vacío de
sentido expuesto
a colmarse
paulatinamente con

la ideología atea?
Son muy variadas
las razones y

no es
posible descubrirlas
ni
aún fugazmente aquí. Queremos, no
obstante, señalar una

de
las razones que

se
re­
fiere

a
la vida unwertitaria que, sobre todo, noo toca en el alma.
Hasta hoy dfa la mayoría de las Universidades profesionales sólo
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lVO HOLLHUBBR
hacen caso y se preocupan de las respectivas especializaciones pro­
Jesionale&, y, ,... .su tendencia a fa hiperespecialización del desarrollo
intelectual, se descuidan de. la educación ideológica, cultural
y mo­
nil. La Universidad parece reducida a un. puñado de compartimen­
tos
profesionales y deja

de ser una institución
al .servicio
de
las vo­
caciones
humanas.

Pero es absurdo reducir la vocación
a la pro­
fesión. La verdadera educación debe tratar de conducir la natura­
leza humana a su plenitud
y poner el énfasis en el hombre. La
profesión del hombre es un ingrediente importante de nuestra vo­
cación, pero no su único. ingrediente. Las profesiones d~. a cuarse a · fas vocaciones personales, porque k, voca&ión persotrt# es
m11thfrlmo más q11e """ profesMn.
E,t,. es
la voz del abogado de la Universidad vocacional en lu­
gar de una Universidad puramente profesional, Agustín Basave Fer­
riández del Valle, durante
muchos años
Presidente de
la Universi­
dad

Autónoma de Nuevo León.
México, con
su detenido y volu­
minoso libro «Ser
y Quehacer de la Universidad», Nuevo León,
1971. Según él, la Universidad existe, fundamentalmente, para pro­
mover

el
desarrollo de
los estudiantes, como seres humanos, hasta
su máxima posibilidad ; él ve su suprema función social en ser la­
boratorio para la mejora del . hombre, para. el cumplimiento de su
estructura vocacional. Así,
la Unlver,iddd prof11ndiza el sentido de
14· vid" del hombre, a quien ofrece una proyección ,obre-temporal
1 meta-hfrtórica de ¡,. cult11ra.
D" la prueba contundente que el hombre que n.o vive para vivir,
sino que vive
para alcanzar su

fin meta-vital
en la ofrenda de su
vida
y de sus quehaceres al Sumo Ser, que sólo es capaz de cumplir
con el afán iriextingnible de plenitud subsistencia! del hombre y de
otorgarle, por remate, Id certez,, del !entido meir prufundo de su
vida.
lnnsbruck (Australia).
Miércoles de Ceniza de 1981.
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