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Número 199-200

Serie XX

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La tolerancia como subsidio

LA TOLERANCIA COMO SUBSIDIO
POlt ---'
]<>si J)~ ~ Dí,,z
Cnan lll94~ón de un foro, lo. primero que se me. vi.,,, a la n¡ente fue
la tonfesión que el gr_an maestro · l)on°"" C.ortés hizo en ciert,
ocasión
al C.onde Raczynski : ~ convenir yo· a ruul/e·y para •que nlldie me C01Wenga a mi. Sé muy
bien la necesidad
imperi~ que todQS sienten de· transigir, de bor­
dear;
de ceder, p¡u;a · vencer obstátulos; pero·-yo desprecio .t<,>do ·esto
como · otro desprecia· Ja· virtud» (1).
· . Es ·f~e que •podría re~ir ahora :a• U!tedes si Yo na supiera
que
t<>d!JS .(os .que asistimos a· est11S maravillosas_ jornadas de es_tudi<>
y refle,¡ión _conveni:tnos en. : to rígida.
Por ell,;, .prepsarnente -no me fue •dificil aceptar esta peque­
ña responsabilidad, y _poi, ello precisamente os picio el . subsidio de
yuestra ,tolera,ncia para cont\ÚgoI: y, ~ue, ,por -supuesto, me_ moderéis
si en alao soy, i1'.debidamen!e" J!}enos tol~rante que ustedes ..
Dice


dicci~io q;.e tolerar es -·~Sufrir, soportar; llevar con
paciencia. / / Disimular o -permitir algunas '.cosas sin consentirlas
expresaJ!leRte». És evidente, pues, que para tolerar· algo :es necesa,
rio_ qo •compartirlo. No. compartir una cosa es, . en . cierto· modo, ne­
garla. : Cnando ·se niega algo es de suponer que se afirma lo ron­
trario. De ahí que la toleranci¡,. tenga siempre un C"!'ácter .dialéctico
de pasiva omisión; de sentido negativo. Por
lo tanto, mientras más
y más profundas afirmaciones ,se posean, mb exJ?,UeslO se está a Set
i,ntolerap.te .. : ·· . . . . . · .. . . . . . . . . . · .
" (1) Carta :.de 10 de diciembre de '185-1. Obras coniplelas; t. II; pági­
na 953, ed. B. A. C., Madrid, 1970.
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[OSE DE ARMAS DIAZ
«De dos modr,s ---- brasileño estudiado por nuestro Ellas de
Tejada-p11ede el hom­
bre proceder en sociedad: de conformidad con SIIS convkciones o
de conformidad con sr,s conveniencias. No, se

comprende
que pue­
d,a prO<"eder
de otro modr,, " menos que nr, se halle en su estado
n/JfflZtÚ,
Se puede esttiblecer, pues, como reglta, que el grado de mo­
ra/Mdtl
está en r<1Z6n inversa ele/ M&r;¡ido de tas convicciones a lar
convenimctfH. Así, aquel q11e · nunca sacrifica s11s convkdones a lar
conveniendar es un hombre perfecto. A vece, sucede q11e nuestrá!
conviccione1 coinrideir. con. nueJtras con11eniendar. En este ctJ.ro el
hi>mbre es feliz, pero m, tlet,e, gran mérito; falta "ffllello q11e cr,ns­
tit11ye
el vereladero merecimiento: la /11cha, et e,f11erzo indivt,.
el11al>>
(2). Estas verdades sobre el bien ético de la natura.!e,a hu­
mana,
expresadas quizás en un lenguaje de laico idealismo, puede
subrayarlas
cualquier

cat6lico
consecuente.
En efecto, Michel Creuzet · deduce que el hecho de tolerar su­
pone
tener
clru:o el concepto del mal y del bien, e incluso la vo­
luntad

de
desea, este último. Y, 16gicamente, afuma que la tole­
rancia
en sí es un mal, ya que
«nadie soporta 11n bien ... pero se
siJporta
el mal, c11anelo no fe puede ,,btener el bien que fe desea»
y reproduce el siguiente ejemplo de Jean Ousset, que explica el he­
cho de cierta tolerancia como mal menor:
« ..• el hecho de cortar
una pierna gangrenatla permite sanar al enf11rmo.
iLo q11e ;amáJ
ha querido decir qr,e, incl11w en ese caro, el tamp11tado pueela con-
siderar
11n bien tener, una pierna de menos» (3). ·
La tolerancia es una actitud que tiene · al pr6jimo por objeto.
La
caridad es

virtud que
regula nuestra relad6n con el pr6jimo. Es
la tolerancia un mal. Es la caridad un bien. La verdad es el limite
de todo bien y de todo mal. Es, pues, la verdad el justo límite en­
tre caridad y tolerancia.
(2)' Francisco Ellas de Tejada: Las dortrina, pol/tka, de Rllim11náo de
Parias Brito, Ed. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1953
(pág. 120).
(3) Michel ·creuzet: «Libertad, liber:ilismo y· tolerancio, en Verho,
181-182, pág. 167.
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LA TOLERANCIA COMO SUBSIDIO
Asi precisa Pío XI en una de sus más discutidas encíclicas.
« ... este amor inteligente y misericordif.>so para con los descarrimlos
y para con los mismos que os ultrajan, no, significa, ni en maner"
algur,a puede signiji«w renunci" " proclamar, tJ hfJCer valer
y a de­
fender con valentía ltJ verdml,
y "PlitarltJ a la realidml que os ro­
dea.
El primeru y más obvio don 41noroso ,ti mundo, e, servirle ¡,.
verdml toda entera; desenmarcarar y rejmar el error, eualquiertJ que
sea su forma
o dfrfraz. La renuncia d esto selritJ no su/amente ur,a
traid6n a Dios y " 1111estra santa vocfJC}qn, sin<> un delil<> en lo to­
cante al verdmlero bienesk/4' de 1111eJtro pueblo y de 1111estra p,1.
lriti>>
( 4).
Es por todo ello precisamente que ruando nos enfrentamos al
mundo combatiendo errores
intolerables, unas veces fa aviesa des­
vergüeru:a y

otras veces la ignorancia de nuestros contrincantes
-¡tan­
tas veces sedicentes hermanos en la fe!-, la primera palabra que
nos
opone como argumento contrario es
la caridad.
Como si
el amor
inteligente y misericordioso que
ciertamente debemos al mayor de
nuestros enemigos, tuviera que trascender el
ámbito personal para
invadir, admitiendo, como buenas, todas las cosas que aquéllos hagan
o

afirmen y al mismísimo diablo si as! lo
desearan.
En las Cortes Constituyentes de la II República llspañola, el que
más tarde sería mi gran obispo Pildain,. haciendo uso de su pro­
verbial

santa intransigencia, ante un dnico reproche de
.. esta cala­
ña, no tuvo demora en contestar a los laicistas: .«Todo humbre sin­
teru
y «msden/e no puede meno, de . prufesar ltJ intolerancia doe­
trinaJ, porque quien
no Id sintiet-tJ serltJ un fars,mte,, Por esu, voso•
1,01,
,ti que no coWZ!frarle 101 printiplo'J 1ocíaliJtas, le exp11/Jái1 del
partido, de ígud modo que /" lglt'Jid, ,ti que renleg" de 1111 doc­
trinas, lo exro,mulga de 111 1en11 (en 1933
...

),
pero e10 no se
opone a que unos y otro.r no'I trdlemos eon cartesla, con respeto 1
afeet1>, q11e 10n prlmordíaJes de la vida y de la riviln:adón ton­
tempordnedl>
(5).
(4) Enddka Mit Bren.me11der Sorge (14 ·de ·marzo, de 1937).
(5) Discurso de la sesión de 10 de febrero de 1933.
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!OSE DE A&UAS DIA.Z. . .
Fortiter in re, ,IIAititer in modo .(sustancialmente· fuerte, pero
suave en la forma) era ~• divisa · de Pío. IX"
Un momento .antes de reunimos aquí me decía uno de los pre-.
sen tes que en multitud· de oca,¡iones. hemos • de callar nues.tro tes·
timonio; haciéndonos un nudo. en 111-lengua para ncdaltar ·a la ca:.
ddad. Recordaba;
por

ejemplo,. que
en uria poco flU!Ilerosa. reunióh
social. se ·hablaba. con ·cierto.;¡esl'!"P'-jo heterodoxo sobre. el llamado
amoc libré, Hubo que .guardar Íl11 solemñe .silencio porque. vagaba
en·.
el "!l)biente. la ·aterrada y hÚllleda mirada del sexagenario padre
de un homos~. No. se podía ele ningunli: manéra machacar el
corazón de aqueÍ hombre. ¿Quién de nosotros no ha vivido mo­
mentos. simp.ares? Son_ siW:acfones -~iolentas, situ~ones de_ toleran­
cia límite . que nos propicia.. constantemente d desquiciado mundo
que_ vjyimos... . . , .. . . :-. _: , , _ _
Én ~a . frase lapidaria . nos lo dke San .Agustín: «maÍ y amar .aJ r¡_11e prd>>. Y de ~,manera !:enernos que, frente. a cual:
quier
mal, pertrechados de caridad y . paciencia infinita hacia cual"
quier ,pr6jin)c¡, podemos y debemQs, :por ejemplo, amar al. demó­
cráta,, a,l Jilieflli, . a] . cooiuni~.., ¡ al cri,o¡in!!;I,. al' invertido, .a Ja, femi­
nista y al imbéci), ,sin-dejar, de -odiar: a ,fa democracia, alJibi:ralismo,
al co,muuis@o, ·41. crimen, . .a ... Ía ho~alid.,.d, al ll)aC.Qismo femi-
nista r a ia Írriheci¡¡.ía'ci. . , : . . . . .
·• «Quede ji~, ;,~o ~clic~ Vori Jlildebrand ~ su, precioso libro
«El <:#lo de. 'froya ,enJi Ciudád dé _Di~ ff."~ ctlándo ~(
un{ co,rf_usa
11orión ~e. cari~ ~, ¡,dr d~biNi/ad J• benwolendtJJriperfici4, .~r'eeuitis q,ui. h [a per.so,Í(l ff.,¡'· :yerrd .. ; enionc~s: he.m'!s de¡adá de f(J11Zdr/e én seriq
• E! ~oÍtibte ¿óÍno &.i.,.; ]~agen, y s~~.,,~ de Pios. Íll
Estado como «persona. colectiva», a imagen y semejanza de la Ley debíos.··' ··· ,, .. · ·· ··,
"Saí,t~ fo~ de Aqt,inl,'. el , ~saél6t I,-¡,,.; poi-~~lep.cia de
todos

los teólogos que
en el

mundo
han sido -y digo d.to por
_ (6) .·'Dieltich:-v'Otc·Eiideb}at~"d:· ·2(·-c11b}IIO Je ·r~~Y~, en·¡~ Ciud;,;¡ de Dios, Ed. Fax, Madrid;·:f974-·(pag:·l.'94)'.' · .•,··
iíóO
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LA TOLERANCIA COMO ·SUB-SIDÍO.
distinguirlo. de los ,que avergonzándose de ves,tir su hábitio e -im­
buic\os .de la corriente mundana, secular. y marxista, pretenden 1nútii­
mente, . desde deru:ro mismo de la . desafortunada Orden de Predi-,
cadores,

encadenar su
pensamientQ< y· callar

su
voz--, nos advierte :.aJ
respecto: «También en estp /4 ley hmnima debe prop,merse imítdr
a Dios, que <>Í ·per,hilir que hatyd-mdles en el m,mdo,, ni quiere' i¡u~
los, males
se hágan, ni quiere que ni ie hag"", smo quiere permiii;
que lps hay.¡,
lo cuill es bueno» (7). Y· Pfo XII precisa:' «El deb¡,,:
de r~J>rimir las desviaciones muraÚs
i religiosas nr>. puetle, por tdnit,;
;er la últim" norma de t>ecio11. T ill deber ha de estar s11bordmadu
á más
altás y mái · generalés normar, que en illgttrldS circimsíandas
permiten, mái dJin, m11e.rtran·romo·
el mefr>r camino; no impedir el
error Í,fh'a próm~er un bien mayui» (Bf ' >>, · : · :
Tal es el caso, ¡,oc ejemplo, . de la tolerancia «activa» y con~­
éiente que
con

respe,to a la democracia practicamos muthos
de los
que
odiamos el nial democrático.: abst'"1emós de pártidpat eii s.u
SUCÍO juego ( aunque ello propicie Ía circunstancial V'"1taja deJ e/iec
lnigó) para socavar sus principios y hace~ fracasar sus pd!ltí:dado's:
lln último caso es más probable ¡,¡ ti;iunfo ei1 lá lutha ~(¡litrll. ir
error abierto y dédarado, 'que el ~unto ei1 fa lúCha éontra fa ti­
bieza tolerantista:'· .e •• ' • • ·: ,. ' ·:,, ·•• • • "·• , ••
. . . Tibieza toleiant~tá he . é\icho por no decír . intención guPF')~­
!"ental. desenfrénilda de pto1novet el hia!, . éÍ~de •.iiliá ~specti'v¡ i:(ili~'.
tltudimalmente Íltea. • · · · ·· · · ·· · · ··'· · · ·. ·.. ·. · ·· .·.· · : ·2
Esa es hoy por hoy m¡éstg lu.chá; la lucha c\ÍiÍh~ · 1a tieblez¡ to:
leranti_sta, ¡,qtque quienes. d~entan . el póder . ;;.tán· · 1~¡¡áli2andi). ñ:,~y
mal •! bien y muy' bien. el ma,1, 1'1""º sietilpre disímufané\o. para gue
su labor no tropiec(' con l~ consecuente Ú1to!er,;,,cia de 11!'-~blo que
a,w ;.o ha
j,erdidQ del todo los. yalorés patrips, ~tre los, 92-!es d~sde
sÍ~pre,
figura, como e) _prip¡ero, ~ fe .en. la. Verdad. '.·· ... e\• .,
'
• *: *
(7) Suma Teológica, 1, q. 19, a/."9,~ad·. :'6. '") ~ ---
(8) Discurso de 6 de diciembre de-:t9,~.:.: ·
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/OSBDB AlVKASDI~
He de confesar que deliberadamente hasta aquí he querido con­
. siderar «la tolerancia

como subsidio»
en un
sentido
horizontal, de
prójimo
a prójimo, no por estúpido e insumiso prurito de origina­
lidad, sino por
tres razones: l ,! Por no repetir machaconamente lo
que otras personas más autorizadas que yo nos han enseñado a lo
largo de estos tres días. 2.! Porque de prójimo a prójimo y de pró­
jimo

en prójimo debe construirse
la sociedad y el Estado para que
111.$ partes formen un todo orgánico, y 3.! Porque está claro que para
observar la tolerancia en función del principio de subsidiariedad con
alguna consecuencia práctica ( como aquí se pretende), habíamos de
fijarnos en

nuestro caso concreto y suponer, utópica y falsamente, la
bondad responsable de todo Estado ...
Nos dice Pío XII:
«¿C11á! es la verdadera noción de Estado sino
la de fin organismo mera!< fflndad" en
(!] orden moral del m11ndo?
EJ · Estado no es 11n" omnipresencia opresora de todtJ legítima ,mt(Jo,
nomla. S11 f11ndón, s11 m,,gnlfka función, es más bien favorecer, ayu­
dar, promover la Intima coalición, la coopertlCión activa, en el sentido
áe ,fina 11nidad
más alta, áe los 'miembros que, respetando si/ subor­
dinación a
los fines del Estado, cooperan áe la mejor manera posi,
ble al bien de la comllnidaá, precisamente en Cllanlo q11e ()bservan
y desarrollan
s11 carácter pdrliCt1lar 'J nat11r,./» (9). ·
Y

Juan XXIII nos precisa
cómQ debe

concebirse el
bien común:
«El. bien clJmJÍn debe pro·c11rarse por tales vías ·Y medios q11e no sólo
no pongan ohstác11los a lo s,./varión eterna de¡ h(Jm.br~, ¡ino, por el
contrario, le ay11,!en d consegtlirltt>> (10).
Pero ese no es hoy el Estado, El Estado es tan distinto, que po,,
demos

y debemos reprobado con aquellas,
-.na veo: más proféticas,
palabras de
Vázquez de

Mella:
«¿En virtud de qué derecho, el Esktáo,
que e.r la p-er.rona rolediva má! extensa, tiene_ derecho a &'tea, y . a
dispensar la f1ersona.liddá " las demás personas colectivas? .... Al ~­
tdáo dnles
le precedió la fdmilia, el Municipio; y con las herman­
dades de comarcas
Id región, que por Pflnlo general fue Estado·. Y
"1,ora él, el último, que llega; quiere ·crear lo, ,,ni/los anteriores sin
(9) Discurso de 5 de agosto d:e' 19150.
(10) Encíclica Pac-en in Terrir, 59.
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LA TOLERANCIA COMO SUBSIDIO
lo, ctldle, él no exi,tiria. E, la cúpul,; y la techumbre ,o,cial, pero dke
9.11e
él tiene derecho " h«er lo, mt1rl)J y los cimiento, del edificio
clld11do, claro es que, si los muros 1 cimiento,s no preexistieran, la
cúp11lt1 'Y la techumbre estarían en el aire» (11).
* * *
«Una mano ,11a fadebat opus, et altera tenebdt gtaditnn», reza

máxima

del
varón virtuoso

que se dispone a
.luchar como

soldado
del reino social de Cristo.
Oaro está

que mientras obramos en pro
de un Reino que no es de este mundo (12), hemos de empuñar la
espada, que no es es precisamente
para la paz (1~).
La

dificultad está en saber con qué materiales edificaremos la
ciudad católica, y cuándo
tenemos que

emvainar la espada de nuestro
celo.
La dificultad nuestra es saber dónde empieza y termina la to­
lerancia como subsidio del bien que como católicos hemos aceptado,
y dónde comienza la tolerancia como suicidio de nuestro ser ontoló­
gico. Pero, con todo, no es eso tampoco lo más difícil.
Una
vez estudiadas

las delimitaciones generales entre una y otra
tolerancias, el mayor inconveniente está en levantarse del reclinato.
rio, sacar la verdad del gabinete de trabajo y llevarla a un mundo que tiene por virtudes teologales el fanatismo, el
determinismo materia­
lista

y la
filantropía mal entendida, y por virtudes cardinales la im•
prudencia,

la injusticia, la blandenguería y la
desremplanza.
Es muy duro para quien no esté dispuesto a afrontar a la vuelta
de cada esquina el reto profético de San Pío X:
<<.Seréis llamados
paphtt11, dericr,/e,, retrógrado,, intransigente,. ¡Enorg111/ecero,
de
ello!» (14). Y es muy duro, no precisamente porque nos regalen los
oídos con éstos y otros piropos facilones que ciertamente nos enor­
gullecen, sino porque cuesta mucho ser intransigente sin dejar tras
(11) Discurso en el Parlamento de 27 de febrero de 1908.
(12)
Jn. 18, 36.
(13) Mt. 10, 24.
(14) Citado por Jean Ousset en Para q11e El reine, Ed. Speiro, Madrid,
1961 (p!g, 303).
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[OSE DE ARMAS' DUZ .
de si lo que debemos dé evitar con todos los medios •licitas: la
teacción eru:arnizrulll: en co,¡tra de la Verdad.
Sin embargo, las palabras conjuro en presencid de Dios y de Crislo J es As, que ha de .,,n;,.
a juzgar a 1ltVOS y muertos, por ,,, Manifestación y por s11 Reino:
Prodama
la Palabra, insiste a tiempo ·y a destiempo, reprende, ame­
naza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porr¡11e vendrá 11n tiem­
po en r¡ne lo¡ hombres no s,;port,i;,J,,, lá .dot!fimt sand, sino r¡ne,
mdJtrtlllos
por. s/is pro-pidI pasiones, se hdrán con un montán de
mt>estro, .por e/. prurito de o(r n01Jedades; apartarán s,is oídos' de lá
verdtlll
y se volverán·,. las fábula, .. T4, en ctimbio, pórtaie en todo
con pr11dencid, soporta
los sufrimientos, redlrza .la

f11nción de·
ewn­
g11lizar, desempeñd á la perfección tu ministeriirl> (15).
Parecé cómo si· el· apóstol en esta carta quisiera decirnos,' sin
más: Poséete de los Dones del Esp!ritu Santo; practica y predica
totlas las virtudes; de .la tolerancia, no' iepreocu.pes,: que va ·impll;
cita

y se
te dará. por añadidura.
(15. 11 Tim. 4, 1-5.
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